CAPITULO 18
La Verdad Y El Error
P: ¿Como se producen los “errores” espirituales?
R: Lo que viene a continuación puede sonar abstracto.
Los errores se producen dentro de la misma conciencia, antes incluso de que haya ninguna “persona” involucrada.
La conciencia puede experimentarse bien como singularidad o bien como unidad. Sin embargo, su consciencia se engaña al creer que solo tiene las opciones de la existencia como singularidad o la no existencia como vació.
El error consiste en creer que hay un opuesto a la verdad.
Esto puede sonar difícil de entender a menos que volvamos a comprender la idea básica de que solo la Verdad, la Totalidad, Dios y la existencia son posibilidades reales.
La no existencia, la nada, el vació y la falsedad no son posibles en la Realidad. Todo esto solo tiene existencia como conceptos en la mente. Si la conciencia cree que todo esto son posibilidades reales, aparecerá el miedo a la no existencia o al vació.
El error estriba en que la conciencia confunde la Totalidad con la nada. Este error no es en modo alguno abstracto sino que impregna todo el pensamiento humano y constituye la base misma del miedo a la muerte.
Existe en nuestro lenguaje en los términos de “verdadero frente a falso”. En la prueba muscular, vemos demostrado este fenómeno. Cuando el brazo se fortalece, decimos al hablar que la respuesta es “positiva”, “sí” o “verdadera”.
Nos referimos a una respuesta débil como “negativa”, “no”, o falsa.
Con el lenguaje, calificamos una respuesta débil como “negativa”, “no” o “ falsa”. Esto representa perfectamente la naturaleza del error. En realidad, la respuesta débil no proviene de una realidad llamada “falsedad”, sino que es en realidad una no respuesta. Significa en realidad la ausencia de verdad, no la presencia de la falsedad. Para aclararlo, podemos decir que solo es posible la respuesta de “si”.
La analogía es la electricidad en un circuito; o está presente o no. Si está presente, decimos que están “encendido”.
Si no están presente, decimos que está “apagado”.
Aquí, el error se nos muestra con el fin de revelar el error básico: ¡no existe la cualidad de “apagado”! Es crucial comprender esto porque es el fundamento de toda ilusión.
No existe nada opuesto a Dios.
Nada opuesto a la existencia tiene posibilidad real alguna.
Solo la verdad dispone de la capacidad de existir.
Solo la Totalidad es una posibilidad.
Esto es difícil de entender, pero resuelve todas las cuestiones y errores. Para comprender plenamente este error, diremos que la creencia puede generar la experiencia.
Lo que se cree que es cierto dentro de la mente se percibe como existente fuera de ella debido a que se proyecta, y la mente es inconsciente de los mecanismos de proyección.
Esta percepción se refuerza a si misma.
Así, la imaginación se convierte tanto en el producto como en el origen del error.
Vamos a comparar esto con un simple esbozo:
Realidad -Imposibilidad
Vida -Muerte
Existencia -No-existencia
Totalidad -Vacío
Verdad -Falsedad
Bien -Mal
Inocencia -Pecado
Si -No
Cualquier experiencia de “realidad” de lo que aparece arriba a la derecha, proviene solo del sistema de creencias, pero no tiene una verdadera existencia, independiente, en la Realidad.
No tienen una existencia sustancial e independiente; dependen únicamente de la imaginación y de la creencia.
Todas estas imaginaciones son fantasías y el producto del miedo y la distorsión.
Son productos únicamente de la mente.
La mente incluye a la forma; sin embargo, y por extraño que parezca, incluso el vació es imaginación.
Para experimentarlo, hay que pensarlo, negando todos los atributos en las realidades de la verdad.
El vació es un estado creado únicamente por la mente, que cree en el como una posibilidad real.
Las únicas auténticas posibilidades en la Realidad son la Seridad”, la Totalidad y el Ser.
Es obvio que los opuestos teóricos de estos se concebirían como no- Dios- idad, no- Totalidad, y que lo que ni siquiera es posible puede “existir”.
Este dilema de la aparente opción entre la existencia como cuerpo frente a la ilusión de la no existencia se cree que es una posibilidad. Esto fue severamente experimentado en esta vida, a la edad de tres años. De repente, de la no consciencia, vino la consciencia y la experiencia de la presencia de un “mi” como cuerpo sentado en un cochecito. Antes de aquel instante hubo olvido. Con la consciencia de que “Yo existo”, apareció inmediatamente el miedo a la no existencia; surgió la posibilidad en esta mente de que “podría haber sucedido que yo no hubiera venido a la existencia”.
No era un miedo a la muerte, sino un miedo a la posibilidad (a la imaginación) del no ser y la nada.
Después, la mente comenzó a temer la posibilidad, tal como la veía, del vació como realidad.
El miedo a la no existencia frente a la existencia se hallaba por detrás de la poderosa experiencia real.
No era miedo a no tener un cuerpo, sino a no experimentar un “Yo”. La existencia es por tanto experimentada como el sentido de “Yo-idad”. ¡Evidentemente, si no hubiera habido un “Yo”, el hecho habría sido desconocido, dado que no habría habido ningún “Yo” que pudiera saber que no existía! Sin embargo, a los tres años de edad, esto no era evidente. El estado previo a la consciencia de la existencia había ciertamente sido un estado de olvido. El olvido tendría existencia sin la consciencia de esa existencia. En la vida ordinaria, denominamos a ese estado “inconsciencia” o “ sueño”.
Durante el sueño, todavía “somos”, pero somos inconscientes de que somos. Sin embargo, no parece haber ningún sufrimiento posible en ese estado de olvido; de hecho, lo buscamos cada noche y nos quejamos si no llegamos por completo al olvido durante la noche.
La consciencia parece feliz con esos periodos sin recuerdos y donde no hay paz. La posibilidad de sufrir no aparece hasta que regresa la identificación con la singularidad (yo, el cuerpo).
Por tanto, el fundamento de todo sufrimiento lo constituye la creencia en la separatividad y la singularidad.
En el estado de Totalidad ningún sufrimiento es posible.
La reencarnación, por tanto, es el renacimiento del sentido del “Yo” como singularidad diferenciada.
Es una repetición que es totalmente independiente de tener o no un cuerpo físico. En las experiencias extracorpóreas y en las experiencias cercanas a la muerte, solo permanece el sentido del “Yo”, sin necesidad alguna de cuerpo físico.
El sentido de la vida, el estar vivo y la consciencia de la existencia es un fenómeno que tiene lugar dentro de la conciencia.
Es igualmente evidente en los estados meditativos, donde la consciencia del cuerpo desaparece, y uno se disuelve en la conciencia, sin sensación alguna de situación, tiempo, espacio, dimensión o incluso duración.
La iluminación se convierte en un estado evidente como realización subjetiva de la existencia de la consciencia sin identificaciones limitantes.
La pura subjetividad es auto-gratificante, total y completa, radicalmente idéntica solo como conocimiento de la Totalidad de la existencia mas allá del tiempo y el espacio.
Es inviolada, permanente, independiente, omnipresente, omnisciente y omnipotente, plenamente gratificante, y sin opuestos. Plena en lo absoluto de la totalidad de toda posibilidad, y reduce toda posible potencialidad a su finalidad.
El Ser es la consciencia, su origen, su culminación, su totalidad, su cumplimiento, y su esencia. Es la Realidad de la Realidad, la Unidad y la Totalidad de la Identidad.
Es la “Yo-idad” última de la misma conciencia como manifestación de lo no manifiesto.
Solo así se puede describir lo indescriptible. Amen.
P: ¿La iluminación es verdaderamente una posibilidad en esta vida?
R: Lo es si se dispone de la información esencial y si se siguen estrictamente determinadas líneas directrices.
El propósito de estos capítulos es proporcionar la información necesaria. La meta debe excluir todas las demás.
No se puede perder el tiempo investigando todas las distracciones astrales. El estudiante espiritual educado de hoy en día dispone de muchas ventajas decisivas y criticas respecto a los estudiantes del pasado. Del mismo modo que, antes de que se perfeccionaran los instrumentos de navegación, varias generaciones de marinos y exploradores perdieron la vida en sus intentos; Del mismo modo, no solo multitudes sino realmente la inmensa mayoría de la humanidad, a lo largo de los siglos, perdió el camino por carecer de la información necesaria para un desarrollo espiritual decisivo.
Somos conscientes por nuestros estudios que el nivel de conciencia de la humanidad ha permanecido durante muchos siglos en el 190, y durante los últimos mil años, la conciencia de la humanidad estuvo en el reino de la no-integridad.
Solo recientemente ha cruzado la línea crucial del 200, hasta llegar al actual nivel de 207, lo cual supone una nueva era para el futuro de la humanidad.
Tradicionalmente, existen dos senderos espirituales contrastados en general: el de la iluminación gradual y el de la iluminación repentina. El sendero gradual es el de las religiones tradicionales, mediante las cuales uno busca la purificación espiritual con la ayuda de un maestro espiritual, un gran maestro o un avatar, como luz orientadora y salvador.
El camino de la iluminación repentina se da a través de la estricta adherencia a la consciencia espiritual y los específicos de la conciencia, de tal modo que la personalidad (o ego) es trascendida en lugar de perfeccionada.
En la practica, el sendero de la perfección gradual pasa por saltos súbitos de consciencia, y el sendero de la iluminación repentina (como el del Zen) viene acompañado por una progresiva perfección de la personalidad.
P: En Asía y la India, la iluminación como meta y estado respetado tiene una larga historia. En occidente lo que se reconoce históricamente es la santidad. ¿Que relación hay entre estos dos estados? ¿Son diferentes?
R: La cultura asiática es mucho mas antigua que la Occidental. En las culturas de la antigüedad, se daba gran importancia a la realización espiritual y, desde tiempos antiguos, se disponia de conocimientos espirituales de gran autenticidad, como se evidencia en los Vedas y en el Bhagavad-Gita.
La búsqueda de la verdad espiritual tiene, por tanto, una larga tradición. En las culturas Orientales, la consciencia de que la Divinidad se hallaba innatamente presente en toda la humanidad se evidenciaba por la costumbre, que ha llegado hasta nuestros días, de saludarse juntando las manos como en oración y haciendo una inclinación.
En estas culturas, las tradiciones espirituales y enseñanzas se revalidaron a través de los siglos a través de una sucesión de gurús que reafirmaron que el cumplimiento último del potencial espiritual del hombre era el de la iluminación.
La cultura también aceptaba que la divinidad representaba y era el origen de toda vida.
En estas culturas, las personas que se inclinaban hacia una vida espiritual disponían de un papel tradicional y de un estilo de vida a seguir. Sus esfuerzos eran vistos como algo que culminaba y revitalizaba la verdad de que la existencia del Ser como origen divino en su perfección y su expresión infinita, es la totalidad de toda la Creación.
Así, la meta del devoto espiritual y la meta implícita de la sociedad no estaban en conflicto, y los maestros iluminados validaban los fundamentos de la cultura Oriental.
La sociedad apoyaba a aquellos que tenían una consciencia espiritual avanzada y les concedía el privilegio de excusarles de las obligaciones ordinarias relativas a la supervivencia material o el éxito mundano. A aquellos designados como hombres santos se les reverenciaba, dándoles así una posición especial en la sociedad como maestros.
Cuando apareció Buda, aproximadamente en el 500 a.C., recibió el apoyo de una cultura que era capaz de reconocer la iluminación, de tal modo que Buda no entro en conflicto con la cultura existente entonces. Aunque quizá se le considerara un nuevo e importante maestro, ya existían las enseñanzas y los tesoros de sabiduría y verdad reconocidos por todos.
En cambio, el mundo Occidental estaba muy por detrás en el desarrollo de la conciencia. Había una cultura pagana, que se ocupaba de las deidades de la naturaleza, de la magia y del culto natural. La tradición Griega, la Romana, la Germánica y la Hebrea disponían de panteones de dioses a los que se les daban características antropomórficas, de tal modo que, al final, los dioses no dejaban de tener los mismos sentimientos que los seres humanos, pero a mayor escala.
En todas estas versiones primitivas, se veía siempre a Dios “en todas partes”. Sin embargo, se veía al Dios antropomórfico como a alguien que intervenía directamente, para bien o para mal, en los asuntos humanos.
Si hubo o no una sabiduría mayor con anterioridad a los registros históricos es una información que probablemente se perdiera en el gran incendio de la biblioteca de Alejandría, en la que se hallaba toda la sabiduría registrada del mundo antiguo.
En las culturas nativas de todo el mundo, el espiritualismo prevaleció, pero sin darse una cultura de la iluminación.
Sin embargo, si que se compartía la verdad de la omnipresencia y la divinidad del Gran Espíritu como Dios.
Así, tanto las Culturas Nativas Americanas como la cultura pre-Sumeria, así como la de los Hebreos, eran monoteístas, como lo fue la creencia en Mazda, el dios de la cultura Mesopotámica, tal como lo manifestó Zoroastro.
En esta cultura preexistente fuera del Lejano Oriente, apareció Jesucristo, cuya venida habla sido profetizada. A diferencia de Buda y de Krishna, sus enseñanzas entraron en pugna con la cultura que imperaba entonces, y el conflicto subsiguiente con el sistema religioso trajo como consecuencia su muerte a una temprana edad. Aunque no fueron bien recibidas por la cultura del lugar donde nació, las enseñanzas de Jesús se difundieron rápidamente, a través de sus discípulos y de los Griegos, por todo el mundo Greco-Romano, pasando después a las culturas Europeas.
La pureza de sus enseñanzas se mantuvo relativamente inmaculada durante los primeros cuatrocientos años, pero después entraron progresivamente en decadencia, especialmente tras el Concilio de Nicea. Mientras tanto, el mundo Árabe había abrazado el Islam originándose una lucha de poder entre el Islamismo y el Cristianismo, con importantes consecuencias políticas para toda la sociedad.
Sin embargo, el foco de las religiones organizadas se desvió hacia una rivalidad entre las diferentes culturas. Las metas religiosas del individuo se concentraban principalmente en evitar el pecado, en la penitencia por el pecado, y en la posibilidad de alcanzar el cielo después de la vida. Todo esto estaba en consonancia con una rama del Budismo denominada “Tierra Pura”, que también planteaba la meta mas modesta de alcanzar el cielo, en lugar de plantear la probabilidad de alcanzar la iluminación en esta vida. En el Islam, en el Cristianismo y en el Budismo de la Tierra Pura, la santidad era una consecuencia de la purificación de la personalidad. Esto estaba en sintonía con la percepción de que la iluminación en si, constituía un estadio mas avanzado, y solo alcanzable desde los niveles superiores de la espiritualidad, tales como los que existían en el cielo. Queriendo dejar así sentado que la vida mundana y su intrínseca negatividad, impedía toda probabilidad de alcanzar la iluminación durante la vida terrestre. Esta consideración también quedo expresada en el Bhagavad-Gita, donde Krishna dice que la iluminación es rara porque solo la eligen como meta unos pocos entre muchos miles; y que, incluso entre aquellos que la eligen como meta, muy pocos alcanzan el objetivo.
Por consiguiente, en las religiones Orientales, se decía que alcanzar la iluminación llevaba muchos ciclos de vidas, y que lo mejor que podía hacer el buscador medio era acumular un buen karma, con el cual madurar y conseguir finalmente la vida terrestre en la cual pudiera tener lugar la iluminación, con el consiguiente cese y final del ciclo de renacimientos.
A los buscadores espirituales que hacían importantes progresos durante esta vida se les solía tener por santos en todas las religiones, y a algunos de conciencia mas avanzada se les denomino místicos en el cristianismo.
Los místicos, sin embargo eran considerados sospechosos por la Iglesia eran considerados como posibles herejes por el poder establecido. Este punto de vista todavía impera en nuestros días, incluso en determinadas sectas fundamentalistas Cristianas en las que se considera a Buda, por ejemplo, como alguien “poseído por el demonio”. (Todos los demonios calibran por debajo del nivel de consciencia del 200, mientras que Buda, al igual que Krishna, Brahman, Cristo y Zoroastro, calibran en el máximo nivel de conciencia posible del 1.000.)
P: ¿Que diferencias hay entre estas metas espirituales aparentemente distintas?
R: La diferencia es muy básica y critica, y conviene que la conozca el buscador de la iluminación.
Una religión se dirige principalmente al reino de la dualidad, mientras que la iluminación se dirige a la no dualidad.
El estricto camino hacia la iluminación dice que, en la medida en que la dualidad es una ilusión, no merece la pena intentar perfeccionarla.
Por tanto, el ego debe ser trascendido y visto como la ilusión que es. Ser una “buena persona” es loable, pero eso, en si mismo, no lleva a la iluminación.
La posibilidad de alcanzar la iluminación se basa en una avanzada comprensión de la propia naturaleza de la conciencia. P: ¿Hay alguna diferencia observable entre el santo y el sabio? R: Si, puede que si. El camino de la purificación y la perfección espiritual llevara a una personalidad que se vera como mas “santa” o pura. En cambio, el sabio iluminado no tiene interés alguno ni en el cuerpo ni en la personalidad y, para una persona normal, puede parecer por tanto mas hosco y descuidado. Nisargadatta Maharaj (con un nivel de consciencia de mas de 700), por ejemplo, no dejaba de fumar cigarrillos Indios, golpeteaba la mesa cuando se ponía nervioso y exhibía su personalidad ordinaria.
Un maestro Zen puede ser muy brusco y enérgico; sin embargo, el amor es el mismo en todos ellos simplemente expresado de forma diferente.
P: Entonces, ¿perfeccionar el cuerpo y la personalidad es una perdida de tiempo?
R: Es una distracción y un error de énfasis.
El cuerpo es un producto de la naturaleza, y lo que hace no tiene ningún interés realmente.
La mente y la personalidad son productos del entorno social, de la influencia familiar y del programa cultural.
Una persona refinada y cultivada es un activo social valorable y agradable, pero no es el Ser.
A medida que uno se aproxima a la iluminación, se hace evidente que el ser no es el Ser, aunque lo incluya.
P: ¿Un sendero espiritual es mejor que otro?
R: Hay dos formas de viajar: seguir la ruta directa hasta el destino de uno, o hacer un viaje de placer que se recree en el paisaje y visite todas las atracciones turísticas.
La mayoría de los buscadores espirituales se hallan en el viaje de placer, aun cuando se den cuenta de ello.
No obstante, para mucha gente, esta es sin duda la mejor forma de viajar. No es ni un error ni una perdida de tiempo, sino simplemente el camino que más se adapta a ellos.
En realidad, el tiempo es simplemente una ilusión y una apariencia. Ningún “tiempo” se desperdicia realmente en el momento en que uno ha optado por la meta espiritual. Ciertamente, al final da lo mismo si la iluminación lleva mil vidas o una sola; al final, todo es lo mismo.
P: Entonces, ¿quiere usted decir que el camino que lleva a través de la religión tradicional es un camino lento, y que el que lleva a comprender la consciencia es mas rápido?
R: Repito es una cuestión de elección, de practicidad, y de inspiración.
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