CARTA-20
Entra alguien más, era un recuerdo, enciendo una idea, me pregunto por el
destinatario de estas cartas, en realidad son un fragmento de mi vida. Anochece,
siento frío, me acurruco por un momento, pronto saldré de viaje, pienso; mi pelo
yace cuidadosamente desarreglado mientras mi barba ensaya una discrepancia
cromática e insiste en diferenciarse, amigándose con la nieve en su apariencia. Pasa
una ambulancia, gente desolada acompaña a quien casi pierde la vida; en verdad,
todo el tiempo la gente juega a destruir su vida; creo que ha muerto, le cubren el
rostro, quizá su vida se fue sin haberse estrenado en su versión plena.
Miro a un lado y al otro, no hay testigos, podría ser infeliz un momento, me
pregunto con curiosidad; aparecen las primeras estrellas, creo que todo el universo
me está mirando.
La calle quedó vacía por un instante, me sentí solo, ¿será que me
estoy acostumbrando al caos?, me pregunto; el humano tiene la extraña habilidad de
acostumbrarse a todo.
He dividido mi vida en franjas, cada una tiene su propio color. Actualmente me
encuentro en una coyuntura confortablemente amoblada, diseñada para no necesitar
nada del exterior, bueno, casi nada. Tiene forma circular y no cave nada por debajo
del nivel de la felicidad. Hace días, temprano por la mañana, me encontré con unos
vecinos que buscaban a su mascota, que se había extraviado. Me quedé pensativo, la
felicidad está extraviada hace mucho y no veo gente buscándola con auténtica
intención de quedarse con ella. En verdad, es totalmente genuina la infelicidad que
muchos practican, hasta podrían patentar su fórmula y vender franquicias.
Para una vida tan breve, basta una meditación cotidiana.
En cualquier momento y
lugar, permite que el silencio te acoja. Excelente comenzar el día meditando, es una
forma de contrarrestar la fuga constante del tiempo. Si comenzaste el día meditando,
su eco se extenderá a lo ancho de todo el día, los pensamientos emigrarán cada vez que sintonices al silencio; el alma, taciturna en principio, cultivará espigas de
esperanza, anidando olas de tiempo, que solo se detienen ante el silencio.
Por la
mañana, a mediodía y por la tarde, podrás hacer lo que quieras siempre que,
invisiblemente, te inclines sobre ti mismo, e inaugures introspecciones profundas,
viajes al espacio interior que habitas, guarida del espíritu, refugio del silencio que
solo sabe de sensibilidades y sabidurías.
A la hora en que arde el crepúsculo, enciende la hoguera de la reflexión, permite
que la evaluación sobrevuele tu tiempo-espacio. La evaluación es un ave nocturna
que picotea todo lo que hiciste, desparramando recuerdos para que los vuelvas a ver.
Al concluir tu reflexión, deja galopar las principales enseñanzas del día y echa las
redes de tu comprensión para retener las más valiosas enseñanzas. Recuerda, la vida
es una escuela iniciática, desde que te despertaste.
Vive solo este instante, instante a instante; cada día es una nueva encarnación en
la cual tienes el supremo deber de viajar a ti mismo y al encontrarte, izar el alerta
sereno, la bandera de la vida plena, donde está sellado el sentido del propósito.
Si
deseas caer en alguna tentación, puedes hacerlo, sin olvidar que nunca podrás
cometer el mismo error dos veces y con la condición de observarte. Que te despeine
el viento y te moje la lluvia, recuerda que estás vivo… por ahora.
Si comienzas el día purificándote con la meditación, si te acuestas previa
evaluación, si te especializas en ver lo bueno en cada situación, si pones en tela de
juicio tus creencias e ideas de vez en cuando, si realizas un inventario periódico de
las oportunidades que te dio la vida y conservas una actitud agradecida, si manejas
el enfoque existencial que te permite poner toda tu energía en lo que haces,
entregándote totalmente a la experiencia; si sacas enseñanzas de todo, cuidas lo que
piensas y direccionas adecuadamente tus emociones, fortaleciendo tu autocontrol,
con la trilogía que te propongo en esta carta, si vives de instante a instante y
recuerdas en todo momento que se cosecha lo que se siembra; si conviertes tu
búsqueda y crecimiento en tu estilo de vida, entonces habrás aprendido a vivir.
Recuerda que la felicidad comienza con el aprendizaje a vivir consigo mismo.
Aprendemos a vivir o nos morimos sin vivir, no hay otras alternativas, porque no
es vida el vivir a medias. Cometer errores no es un error grave; vivir sin vivir es un
error que amarrará nuestros días a la mediocridad y a la intrascendencia. He visto
almas suspirando, multitudes junto a la niebla del vacío; he presenciado seres
sumergidos en la infelicidad, con la música caducada y el aroma del bienestar ausente. Toda la vida y el inmenso potencial, toda la capacidad cerebral y la magia
de la mente, reducidas a una vida simple, opaca, delgada hasta la banalidad, sin raíz
ni adrenalina, sin endorfinas ni el vértigo de la sorpresa, sin la magia de la entrega ni
el éxtasis de saborear completamente el instante. Entonces cerré los ojos, pero mi
cuerpo continuaba mirando.
La opción está clara, tendrás que elegir si te quedas con la felicidad, es decir, si
aprendes a vivir, lo cual implica aprender a dar contenido profundo al inicial
sinsentido que caracteriza la vida, o sigues al rebaño, haciendo lo que todos hacen,
descartando la reflexión, la meditación y la autoobservación, limitándote a hacer lo
anormal, normalizado, el autoengaño convertido en forma de vida. El infeliz practica
el pesimismo, que es el deporte de mirar solo las dificultades, pero se hace llamar
realista. Se ocupa de la vida de los demás, mientras evita profundizar en la suya,
convirtiéndose con el tiempo en esclavo de su malestar.
Recuerda esto: la razón no puede dar todas las respuestas sin suprimir la magia ni
mutilar las capacidades extrasensoriales. La vida incluye el misterio, que se revela a
quienes con su crecimiento recuperan su sensibilidad.
Una vida lúcida se construye
danzando con los problemas, aprendiendo de todo lo que pasa y asombrándonos de
los imprevistos.
Simplifica, porque en la vida todo puede simplificarse; no dejes de
cambiar las formas, porque el crecimiento implica eso.
Hay cosas que nunca sabrás
ni comprenderás, pero ello no debe ser un problema ni detener tu avance, sin
embargo, tu silencio, en un contexto de crecimiento, te irá revelando muchos
secretos. Reflexiona, pero también haz silencio; obsérvate constantemente, recuerda
que estar en silencio meditativo es estar contigo, que tu tiempo es tu principal
capital, que puedes con tu crecimiento convertirlo en conocimiento, que satisfacer
solo las necesidades básicas, como hace la mayoría, nunca genera felicidad.
Recuerda también que el hombre feliz es dueño de sí mismo; que la gente con
conocimiento busca equilibrio en su vida y, simultáneamente, sensaciones nuevas,
cuidando de no descuidar ningún aspecto de su vida, alerta, atento, porque lo que
importa no es lo que pasa, sino cómo interpretamos aquello, qué actitud desplegamos
y cuánto conocimiento extraemos.
Vivir bien es mi actividad favorita desde que
aprendí que cada minuto es mío y por última vez. Desde entonces, me quité la
armadura, dejé de estar al ataque o a la defensiva, dejé de prestar atención a los
ladridos; la envidia es el olor del cadáver, que en su sinsentido perpetuo resuelve su
vacío exportando mugre.
Ya sé cómo me llamo, la misión que tengo, el fervor que me posee, entonces dejo
que el amor decida por mí. Esta es la clave: soy pasajero, igual que tú, llegué
desnudo y mi vestuario al partir carecerá de bolsillos. Habito un creciente otoño. En
un rincón de mi vida, al fondo a la derecha, encontré un día un puñado de tristeza,
obviamente no me saludó, no quería verme, le hice una broma, el momento fue
imperfecto, el paisaje continuó gris y solo se completó cuando convoqué a mi
robusta indiferencia, a la que ignoro por completo, dejando que sus últimos pétalos
se marchiten definitivamente.
Al retornar, la luz había estallado de nuevo, la belleza estaba otra vez de cuerpo
entero, quizá fui cruel con la tristeza, pero su aspecto gris cambia el color de todo lo
que veo y yo escogí el arcoíris como cabellera y alas transparentes para sobrevolar
las oportunidades. Elegí también hacer de mi vida una fiesta de crecimiento y
creación, asechar a cada enseñanza camuflada, habitar todos los instantes posibles y
consumir el tiempo, convirtiendo en crecimiento ese flujo inevitable.
Elegí también compartir contigo estos mensajes, robándole historias a mi
memoria, tiempo a mi historia.
Volverás a verme en la próxima carta. Aún queda una
ráfaga de conocimientos para compartir, antes de que la brusca despedida haga crujir
el encuentro y la nostalgia se haga presente de cuerpo entero, como aquel día la
tristeza, antes de morir de inanición por fulminante indiferencia.
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CARTA-19
Al final de año la gente se da cuenta de que transcurrió un año, que precisa renovar
el calendario, que debemos celebrar el nuevo año y gastar en ello lo que sea
necesario.
La opinión pública condena a quien se abstrae de este ritual que se repite
mecánicamente cada doce meses.
El ambiente es festivo, pocos se dan cuenta de que en realidad consumieron un
año de su vida, que les queda un año menos para vivir, es decir, que cada año que
pasa estamos más cerca de la muerte; en verdad quería hablar un poco de la muerte
en la anterior carta, pero no fui capaz, ¿te diste cuenta, verdad?
La calle donde vivo es tranquila, está al norte, cerca de la montaña.
Una pirámide
natural, a manera de cúpula, decora su imponente silueta. De vez en cuando pasan
autos, nunca sabré a dónde se dirigen. Una mujer con abundante maquillaje espera un
taxi; hay gente que se pasa esperando que pase algo en su vida y solo se pasa su
vida. El tubo de escape del taxi que la recoge exhala oscuridad gaseosa, un aporte
más al calentamiento global, que a nadie parece importarle. Desde la ventanilla de
otro auto, pasa otra mujer sin ver, parece que la tristeza se apoderó de ella, quizá
también eligió ser infeliz, es decir, cumplir el libreto oficial, donde aprender a vivir
no es rentable y, por tanto, puede ser descartado.
Veo a una persona caminar de prisa, a otra que va a ninguna parte, pienso. El
domingo son las elecciones en mi país, la democracia en la actualidad fue hecha
prisionera de los medios de comunicación y de la tecnología que persuade y
manipula. Algunos candidatos van mintiendo casa por casa. En el ambiente
preelectoral todo es mentira.
Alguien estacionó su auto con las luces encendidas, le vi bajar con prisa, su vida
permanece apagada, la puerta del vecino se abre, parece sin vida, como la mayoría.
«La muerte comienza con la infelicidad», pienso. Veo a un vecino cruzar la calle, a un joven acudir al ritual pedagógico diario, a una anciana dar pasos lentos (¿cuántos
buenos recuerdos habrá acumulado en toda su vida?) Una botella, junto al árbol,
delata la cultura etílica que tienen muchos devotos en las nuevas generaciones; es
más fácil destruir, destruirse, amontonar los instantes, lanzarlos por la ventana,
acostumbrarse al absurdo, graduarse de escombro, apestar por infelicidad y tener un
buen estatus, todo al mismo tiempo.
En el país de la apariencia, importa lo que
pareces, no lo que eres. Un día constaté que hay muertos caminando por las calles.
¿Qué hacer ante semejante panorama? Un plan de vida puede ser la herramienta
que te permita organizar tu existencia y elevarla al nivel mínimo normal, es decir, a
la felicidad, con todos los efectos colaterales que ello implica. Quizá el primer paso
sea reconstruir la capacidad de soñar, majaderamente machacada y en muchos casos
suprimida. Los sueños son la cantera de donde provienen los objetivos; los sueños
son locos, son libres, son utópicos, sin embargo, soñarlos, imaginarlos, convivir con
ellos temporalmente y fabricar nuevos sueños, resulta altamente placentero e
imprescindible en una vida en la cual precisamos sentirnos intensamente vivos.
De los sueños extraeremos los objetivos, que básicamente son sueños con tren de
aterrizaje, es decir, viables y aplicables, con capacidad de implementación y
adecuados a realidades concretas. Los objetivos marcan el Norte, la perspectiva, el
rumbo que otorgaremos a nuestra vida, porque no es posible esperar una vida con
felicidad y sin objetivos.
Junto a ello, precisaremos dotarnos de principios y valores
compatibles con la perspectiva elegida. Los principios son las luces que iluminan el
camino, esos faros que en la oscuridad de las circunstancias existenciales,
impredecibles y dinámicas, nos iluminan la marcha, marcando referentes y límites, es
decir, las reglas de juego que marca el nivel ético que elegimos para vivir.
A todo ello es preciso añadir los medios adecuados, las actividades precisas, los
cómos compatibilizados con las metas propuestas, de manera que nuestro
movimiento energético actúe en un contexto de coherencia creciente.
Establecidos
los cuatro aspectos mencionados, solo será necesario enmarcar nuestro plan de vida
en un cronograma realista, un manejo de nuestro tiempo que establezca plazos, de
manera que esté claro lo que tenemos que hacer esta semana, este mes y este año.
Junto a ello, será preciso establecer un mecanismo de evaluación para medir nuestro
avance y constatar el cumplimiento de los objetivos planteados, además de los
medios utilizados, porque todo deberá estar regulado por los principios elegidos y
con el compromiso de crecer durante el proceso y disfrutar de todo el itinerario.
No importa la edad que tengas, debes saber que una vida bien planificada tiene
grandes beneficios, porque la vida es como una empresa, requiere de una buena
planeación, una buena gerencia, una buena estrategia para tener una gran ganancia,
esto es, felicidad duradera, amor permanente, libertad lúcida, paz interior y una
abundante salud.
Me gustaría preguntarte si vives enfocado en tus objetivos, si tienes tus principios
claros, si tus creencias no actúan como obstáculos para lograr tus metas, si tus
hábitos son compatibles con tus objetivos; si tienes la estrategia existencial precisa
para el momento en que te encuentras actualmente.
También es necesario que te asegures de tener metas inteligentes, maneras
creativas y todo articulado a tu misión.
El resto, convertir todo esto en tu estilo de
vida. También es cierto que no todo saldrá como tú planeas, entonces será preciso un
plan B, C, D, etc. Elaborar un plan de vida no te exime de prepararte para ser
experto en improvisar, en mantener tu centro en medio de la turbulencia. Ello incluye
también pensar y sentir (razón e intuición), posibilitando una sincronización
hemisférica que nos permita jugar con ventaja.
Te propongo planificar una vida innovadora, tener objetivos grandes pero
realistas, manejar tu vida como una empresa, pero con un alto nivel de espiritualidad
y un perfil artístico que te apasione, atravesar cada uno de tus días.
Recuerda que un error puede ser un paso adelante si sabes cómo reciclarlo, que la
felicidad se autogestiona, que caminar rumbo a la vida plena implica gerenciar
lúcidamente nuestra vida, y para ello te escribo estas cartas, que son claves
iniciáticas que en conjunto te brindan la posibilidad de vivir espectacularmente.
Te
propongo también considerarte tu propio gerente interior, ese que sabe manejar sus
procesos internos, que se asegura de dar cada día un paso hacia sus objetivos, que
sabe direccionar su energía rumbo a sus metas, usando intención más visualización.
Mira si el camino que tomaste coincide con tus objetivos; autoevaluarse
constantemente es fundamental, más nunca te desanimes cuando las cosas no salgan
como planeas.
Esta es la maestría en felicidad y tú, al concluir este curso, te
graduarás si apruebas la tesis de aplicar todo esto a tu vida, es decir, convirtiéndote
en gerente en felicidad, en experto en planeación estratégica de tu vida; tú podrás
ayudar a otros a recuperar su capacidad de soñar, esa será la mejor profesión, la más
buscada en el futuro cercano.
Te reitero, primero sueña en grande, a continuación asegúrate de ponerte metas
claras y aprender la manera de alcanzarlas sin estrés. Otorga a tu vida un gran
propósito social, sin olvidar que el corazón es tu propósito, la esencia es tu misión,
desde la cual se posibilita tu evolución. Enfoca tu vida rumbo a tus sueños, ten
cuidado para nunca confundir medios con fines y que lo urgente no te distraiga de lo
importante. Recuerda que tener metas y desafíos ayuda a vivir con calidad. Sueña y
visualiza tu futuro cada día.
Finalmente, quiero reiterarte la importancia de encontrarte para despertarte, si
aún no lo hiciste.
Cuando ello ocurra, revisa tus planes y adecúalos a la etapa en la
que te encuentras, asegurándote de transportar mucho optimismo y creatividad que,
puestos en acción, multiplicarán tu felicidad, porque en definitiva se trata de ser
felices, para que la felicidad apadrine todo lo demás.
Disfruta de la disciplina y la voluntad; nacemos incompletos, pero traemos la
semilla, que germinará cuando nos preparemos, cuando nos dotemos de un buen plan
de vida, después de todo es fácil ser feliz, cuando aprendemos a vivir. Ese es el
punto: afinar nuestro plan de vida, acostumbrarnos a planearlo todo y al interior de
los planes fluir e improvisar, desabrochar toda la espontaneidad y esa atroz
creatividad que convertirá los problemas en espacios para crecer y disfrutar.
Mi plan de vida no incluye estrellarme ni experimentar la infelicidad en
cualquiera de sus formatos. Te sugiero soñar más, planear mucho, disfrutar
intensamente, no aferrarte a planes ni resultados, realizarlos con pasión, creciendo y
aprendiendo de todo lo que te pase. Basta una nube para improvisar una lluvia, basta
un sol periférico para pintar un arcoíris, bastas tú para planear una vida espectacular
y regalártela 365 veces por año.
La trilogía que transformó muchas vidas se
compone de meditación, autoobservación y reflexión, creativamente constituidos en
estilo de vida. De esto quiero hablarte en la próxima carta. Estás invitado.
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CARTA-18
Anoche dejé de escribir temprano, abrí la ventana, dejé correr mis pensamientos,
sentí frío, apagué la luz, un sentimiento extraño invadió mi cuerpo. Recuerdo la
primera vez que fui a un cementerio, aún era niño y no comprendía por qué la gente
se moría. A veces pienso que la muerte es injusta. Tendría que uno vivir en función
de los méritos realizados. La gente que ayuda a los demás, que desarrolla su
conciencia, que maneja bien su energía, tendría que tener mayor tiempo de vida.
En cambio, quienes malgastan su vida, los que matan su tiempo, la gente que destruye su
salud y hace daño a los demás, tendría que vivir menos.
Intenté leer, pero no pude concentrarme; volví a recordar al amigo que hace poco
partió. Borges decía que la gente tiene la mala costumbre de morirse. Ignoro por qué
guardo en un recuadro especial de mi memoria este tema, el de la fugacidad. El
tiempo y su indetenible flujo siempre ha sido para mí motivo de sospechoso silencio.
En el fondo me desagrada la forma en que la vida va decolorándose con
independencia del cumplimiento de la misión que cada no trae.
Recuerdo que el otro día, mientras conducía, aparecí involuntariamente en un
cortejo fúnebre. Cuando me di cuenta, ya formaba parte de una caravana de autos,
poblados de luto por dentro.
Cuando por fin me aparté de ese desfile final, no
recordaba absolutamente nada, como si todos esos minutos hubieran pasado a un
universo paralelo y habitado otro tiempo.
Creo que es posible estar en dos sitios a la
vez.
Más tarde me sentí mejor. Contemplé el cielo, y pensar que algunas estrellas que
veo ya no existen, que solo percibo el reflejo de la luz que tuvieron y que se demora
años en llegar a la Tierra. «¿Dónde estaré dentro de un millón de años?», me
pregunto, se estremece mi cuerpo. Entonces me aferro al presente y a la urgencia de
vivir con la intensidad existencial digna de quien se sabe de paso y con el futuro incierto.
Aún quiero hacer tantas cosas. Hacer, por ejemplo, más poesía y que ella me
trasforme. Quiero vivir en la dimensión poética de la existencia, ascender la palabra
hasta la azotea de la magia, ahondar en el instante hasta descubrir la eternidad,
reintegrarme en lo universal sin perder mi identidad y, en la intimidad de cada día,
recuperar el asombro y reconstruir la inocencia, desechar lo innecesario y vestir el
poncho de la humildad.
Quiero reintegrarme al Universo, encarnar la pureza, llevar mi insatisfacción al
laboratorio donde se fabrican sueños, forjar silencios y dejar mensajes grabados,
junto con música, no sé si serán despedida o celebración de la vida. Quiero
abandonarme a la intuición y envolverme de trascendencia, quiero apostar de nuevo
por la rebeldía y que mi insumisión continúe siendo una amenaza para todos los que
insisten en permanecer dormidos. Adolezco de la imperiosa necesidad de contribuir
al despertar del otro y hablarle de lo inconmensurable, de la utopía y de la belleza
de lo sagrado. Quiero continuar cincelando el despertar del buscador sincero, de
aquel que está en la capacidad de recoger el verso y convertirlo en vida nueva.
Soy consciente de mi fugacidad y ello me compromete a no dejar pasar un día en
vano.
Estoy consciente de que soy tiempo que se marcha, que hoy puede ser el día
más hermoso de mi vida, porque solo existe hoy. Abandonar el presente es suprema
irresponsabilidad existencial, solo apta para dormidos.
Valora tu tiempo, es decir, no postergues: el tiempo tiene la costumbre de no
esperar jamás; no ates cabos, ata instantes, madruga, comienza el día con una ducha
fría y una dosis inicial de meditación, limítate a vivir el presente con la pasión y
desapego que corresponde a quienes saben que no tendrán otra oportunidad.
Aléjate
de la gente negativa, su presencia se traduce en pérdida de tiempo, recuerda que EL
TIEMPO ES VIDA, quizá para algunos sea dinero, pero para nosotros es vida, es decir,
lo único y más valioso que tenemos.
Conviértete en lo que haces, por ejemplo, nunca interrumpas un diálogo por una
llamada telefónica; hay excepciones y urgencias, sin embargo, al margen de ello, es
bueno respetar tu presente y no fragmentarlo dispersándote; tampoco pierdas el
tiempo en chismes o leyendo libros basura, que actualmente abundan. Presta especial
atención a los que roban tu tiempo, tenlos bien identificados para evitarlos, practica
rigurosa puntualidad.
Llega tranquilo antes y disfrutando del itinerario, recuerda que ser puntual es respetar el tiempo del otro.
Ten cuidado con lo fácil y rápido, con lo barato que no necesitas. Recuerda
también que el dinero que obtuviste trabajando es el precio del pedazo de vida que
entregaste por ello, por eso no puedes gastarlo comprando lo que no necesitas. Hay
personas que por tomar los atajos terminan llegando más rápido al lugar equivocado.
Todo tiene su ritmo, encuéntralo, todo tiene su tiempo.
No te robes la oportunidad de
contemplar el cielo estrellado antes de dormir, de escuchar el canto de los pájaros al
despertar o degustar el bufet cromático a la hora vespertina.
Vivir el presente con la intensidad que requiere cada situación es vivir con
inteligencia. No te sobrecargues, delega, aprende a priorizar. Vivir el presente es dar
la bienvenida a la felicidad que solo se manifiesta en él. Recuerda que estamos de
paso, entonces disfrutar la vida es un deber existencial. Si solo tenemos una breve
existencia, tenemos que vivirla con placer.
Tampoco olvides que nada es definitivo,
excepto el cambio, que ser feliz es vivir conscientes del paso del tiempo, sobre la
base del darte cuenta que estás vivo, ese es un buen punto de partida y que no
importe qué edad tengas, ninguna edad es un problema para nada.
¿Qué harías si solo tuvieras un año de vida? La respuesta que des a esta pregunta
es fundamental para organizar bien el manejo de tu tiempo, porque aquello que harías
si solo te quedara un año de vida, en realidad es lo que deberías hacer siempre,
porque no sabes cuándo será tu último año, recuerda que la mayoría de la gente
muere a cualquier edad menos de anciana. Los momentos sin felicidad son tiempo
perdido. Es verdad que la vida es corta, pero te aseguro que la felicidad y su
inmensidad caben en ella.
Quien se da cuenta que va a morir y no busca el sentido de su vida, no invierte en
aprender a vivir ni despliega todo su potencial, está en un grave problema. Es que no
vivir el presente intensamente, es decir, creciendo y disfrutando, ayudando y
amando, se parece a una lamentable enfermedad mental. Cuánta gente, recién en la
etapa final de su vida, cuando la mitad de su cuerpo le duele y la otra mitad ya no le
funciona, recién comienza a darse cuenta que la vida era otra cosa, que el tiempo
pasa y no vuelve, que las oportunidades tienen la mala costumbre de no perdonar al
que no las identifica a tiempo y en represalia deciden no regresar. Y al darse cuenta
de que se les agotó el tiempo y transcurrió casi toda su vida sin que hayan liberado
su potencial ni descubierto su misión, caen presa del remordimiento, planteándose lo
que harían si la vida comenzara de nuevo. No esperes llegar a esa situación, si bien nunca es demasiado tarde para aprender a vivir, es mejor hacerlo cuanto antes,
cuando aún tu vehículo corporal no te impida hacer lo que amas.
Para quien vivió bien, la muerte será solo el amanecer de otro día, el nacimiento a
otra vida. Es que partir diciendo y sintiendo la misión cumplida, es un placer
inexpresable.
Haber aprendido a vivir implica también haber aprendido a tener
buenas relaciones con la muerte, porque habremos vivido dejando huellas
inspiradoras y recordando que somos parte de algo más grande. En esta perspectiva
quiero decirte: nunca te detengas mientras estés vivo, ya sabes que el tiempo no
espera, recuerda que en cuestión de tiempo no tendrás una segunda oportunidad,
porque cada día es por única y última vez, que la vida se nos va, como el agua de las
manos, que no podemos evitar el paso del tiempo, pero es posible, convertir ese
flujo en crecimiento.
En la carta anterior te dije que la vida quiere liberarse; en esta te hablé de la
fugacidad, de cómo un día las brasas de tu presente se convertirán en cenizas y tú en
recuerdo. Alguna mejilla húmeda, que también se llevará el olvido, definitiva
morada, eventualmente visitada por la memoria.
Un infinito horizonte nos espera, es la llanura eterna de la cual tenemos pocas
noticias; solo sabemos que el rocío asciende y que las sombras tienen luz, que las
flores son transparentes y que retumba el silencio. Que el presente está
desparramado por todas partes, porque en ese nuevo tiempo no habrá pasado ni
futuro, ni huella ni cordura, entonces algunos recién comprenderán que en la Tierra,
al no aprender a vivir, lucharon en una trinchera equivocada, que se dedicaron a
acumular cosas que no pudieron trasladar a su definitiva morada, que se enredaron
con ilusiones y se crucificaron a la infelicidad, siguiendo los consejos de quienes, en
su ceguera, solo sabían obedecer o mandar.
Tranquilo, si estás leyendo esta carta, aun estás a tiempo. Podrías comenzar
declarándote feliz y, a continuación, con la urgencia existencial requerida, aprender
a vivir y desde ese puerto conducir el barco de tu vida, por la vastedad de un océano
lleno de enseñanzas, pero reservado a quienes decidieron despertar su alma y
embriagarse de vida. Esto requiere un plan. Te comparto en la carta próxima mi
manera de planificar mi vida.
Hasta la próxima.
Chamalú
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