sábado, 9 de abril de 2016

Libro Despertar La clave para volvernos más humanos (Julio Andres Pagano)-TERCER CAPITULO


Proyecto “Despertar”
Capitulo- 3
Si llegaste hasta esta parte del libro, significa que ya conocés cuá- les fueron los pasos más significativos que dieron origen a mi propio despertar.
Es cierto, al menos este tramo de mi camino, que comprende desde finales del 2001 hasta noviembre del 2007 no fue para nada convencional.
Entre el tiempo transcurrido en que escribí “La Búsqueda” y “El Encuentro”, también fui dando diversos pasos para intentar bajar al plano físico el proyecto “Despertar”.
En agosto del 2006 creé en internet un sitio que se llama www. proyecto–despertar. com. ar
Allí impulso un llamado a la co–creación para pode anclar en la dimensión física esta moderna unidad de conciencia que surgió de una manera tan atípica. ¿Por que digo que es un llamado a la co–creación? Porque a lo largo de estos años comprendí que lo que había recibido por medio de la visión, no fue más que los lineamientos generales para que muestre cómo sería esta moderna escuela de vida, que tiene la apariencia de un parque temático.
Por más que desarrollé algunas de las áreas, mi función es mostrar el bosquejo general, para que aquellos que resuenen con esa vibración sumen sus dones y talentos para hacerlo realidad. Las respuestas no residen en mí, sino en cada uno de los que decidan sumarse, de ahí que se trate de un proceso de co–creación.
La web también muestra una aldea multidisciplinaria, que tiene la misma esencia que el parque temático, pero a una escala más fácil de realizar.
Quienes ingresen al sitio podrán ver, además, un video explicativo que realicé para que se pueda comprender cómo sería “Despertar”. La web es visitada mensualmente desde más de cincuenta países.
La gente agradece la iniciativa, envía sus mejores intenciones para que se pueda realizar y muchos escriben para intentar sumarse.
Aún no se ha conformado un grupo de trabajo, ya todavía no han aparecido las empresas socialmente responsables dispuestas a financiar la estructura inicial.
En México, Chile, España y también en la Argentina, hay personas de gran corazón que me están ayudando a difundir el video explicativo y también se están moviendo para que, en sus respectivos países, “Despertar” pueda ser una realidad.
Lo mágico de todo esto es que en su gran mayoría son personas a las que sólo conozco por mail, pero sé que poseen el don de gente y muchas ganas de ayudar a humanizar la realidad. Si no te hubiese contado todas estas cosas y navegando por la web hubieses dado con el sitio, tal vez no hubieses sospechado la forma tan insólita en que surgió lo que allí muestro.
Cuando leo los comentarios de la gente, que en líneas generales sostienen que es un proyecto por demás razonable y necesario para impulsar cambios en bien de la humanidad, sonrío al recordar cómo nació “Despertar”. Por más que ahora pueda parecer que las cosas van encarrillándose de manera más coherente, la verdad es que “Despertar” sigue desplegándose con una “lógica inversa”, en el sentido que aún sigo dando pasos en el vacío. Sin embargo, cuando miro hacia atrás, veo cómo cada una de las cosas que fui haciendo encajan de manera envidiable. Es por eso que continúo avanzando más allá de la razón y confío, plenamente, en la guía de la existencia. Hay un orden subyacente que todo lo conduce de manera inteligente, sólo debemos tener fe en que las cosas acontecen para nuestro mayor bien, incluso aquellas que en un primer momento parecerían no ser favorables o incluso disgustarnos.
Puede que mientras te esté diciendo todo esto, aún en tu cabeza esté resonando el tema de los avistamientos, las ciudades intraterrenas o los seres de otras dimensiones, etc. No importa que no creas en esa realidad.
Lo que verdaderamente cuenta es que puedas darte el permiso interno de cambiar en función de aquello que sientas que te hace vibrar, porque más allá de lo que acontezca en el plano externo, lo verdaderamente significativo es aquello que acontece en nuestro interior.
Creíble o no, así fue cómo comencé a dar mis propios pasos para poder despertar. Esto no significa que vos tengas que atravesar por las mismas situaciones.
Cada uno tiene su propio camino que recorrer, de acuerdo con aquello que tu espíritu necesite experimentar a través de la materia.
De nada serviría que maquillara lo acontecido para evitar que socialmente se me juzgue. Los hechos se fueron dando tal cual te los conté. Mi conciencia está tranquila y mi corazón bien contento, porque aprendió a volar. ¿Suena muy loco todo lo narrado? En mi caso, loco me resulta la violencia y la degradación del hombre que reflejan las noticias a cada instante. Loco es ver cómo los políticos mienten para alcanzar puestos de poder.
Loco es que los conflictos armados sigan formando parte de nuestra realidad y que millones de personas mueran de hambre. Loco es no escuchar nuestra voz interior y dejar que nuestra vida esté a merced de los deseos de los otros. Esas son cosas locas para mí. Lo expuesto no es más que una forma de aprender de manera no tradicional, con el propósito de seguir evolucionando.
En su momento bromeé con que tal vez todo lo que estaba viviendo formaría parte de un libro. Ahora que esto es una realidad, y que de algún modo “Despertar” está comenzando a materializarse en el plano físico, sólo me resta tener fe en que llegará el momento en que nos encontraremos en el parque temático o en la aldea multidisciplinaria para seguir aprendiendo y disfrutar de la vida.

Mensajes para el alma
Cada uno de estos cuarenta y siete mensajes para el alma, que reflejan la esencia de “Despertar”, fueron escritos para vos. Confiá en lo que te digo. Las palabras son cofres mágicos que guardan diferentes frecuencias, que se activan dependiendo del corazón de quien las lea. Para escribir estos mensajes, invoqué la asistencia de todos aquellos seres de luz que quisieran ayudarme a poner en palabras vibraciones sutiles y con música de ángeles, de fondo, comencé a escuchar la voz de mi propio corazón. 
Por más que todos lean los mismos textos, lo que percibirán será distinto. Cada uno tiene su particular manera de activar las vibraciones que portan las palabras. Por eso es que te digo que estos mensajes te tienen, a vos, como único destinatario. 
Así que abrí tu corazón y dejá que las palabras lleguen hasta el centro de tu alma. Si lo que leés te resuena, no lo dudes ni un instante, estos mensajes vinieron a tu encuentro por amor. 
A modo de despedida, sólo quiero decirte que no desistas en seguir haciendo aquello que tu corazón te dicta. Confiá. 
El mundo necesita de tu invalorable aporte para que reine la armonía, la belleza y el encanto. Dejá a un lado los prejuicios. Volvete más humano. Florecé. Sonreí. Hacé realidad tus mejores sueños. Más allá de que puedas compartir, o no, todo lo que leíste, lo importante es que te des el permiso interno de extraer las enseñanzas claves de este texto. Por eso, si de algún modo te ayudé a que de ahora en más prestes atención a las señales, si de algún modo pude inspirarte para que escuche tu corazón o des crédito a las sincronicidades y la intuición, mi tarea estará cumplida. Te envío un abrazo, muy grande y fuerte, de corazón a corazón.
Una gota más
Unas tras otras, las gotas van cayendo. 
Nada parece transformarse. El goteo es casi imperceptible. 
El cansancio y la desolación dicen presente. El paisaje desértico de esperanzas crea la falsa ilusión de que nada va a cambiar. 
El vacío interior se agiganta. Las gotas siguen cayendo. Expanden su vibración. La mente sostiene que todo está perdido. El corazón no se deja engañar, escucha cómo las gotas continúan brotando y ríe de felicidad. Su sabiduría le anuncia que el río está emergiendo. Libere sus compuertas. Ayude a que el agua corra. Sume para que el río de la conciencia espiritual irrumpa y limpie el valle de lágrimas que embarra nuestros pies. 
Las gotas son todas aquellas cosas que nos ayudan a ser más humanos y nos permiten armonizar con la existencia. 
Los buenos actos son gotas. Las caricias son gotas. 
Los pensamientos positivos son gotas. Los abrazos, las palabras de aliento, los rostros felices… Gotas… Las acciones con conciencia, las oraciones, las meditaciones, la ayuda desinteresada, los gestos de sensibilidad… Gotas… 
El saber compartir, aprender a valorar, el respeto por uno mismo… Gotas… La fe, la humildad, la confianza, la esperanza, el amor… Gotas… 
Todas son gotas que reflejan una nueva humanidad. Son gotas que acrecientan y vivifican el río de la conciencia espiritual que está transformando la vibración del planeta. El futuro nace del presente. Nuestras decisiones de hoy co–crean nuestro mañana. Si en nuestra cotidianidad sólo sembramos discordia, odio, pesimismo, sufrimiento y frustración ¿qué cree que cosecharemos? Sus gotas, aunque parezcan simples, aunque las perciba insignificantes o débiles, hacen la diferencia. 
Son como semillas crísticas que aportan transformación. Irradian luz. Ayudan a que el futuro no se manifieste de manera desalmada. Fluir con esta corriente, que conduce al océano de la existencia, entraña desafíos que nos permiten crecer y nos impulsan a continuar evolucionando. 
Implica aventurarse en terrenos desconocidos. El río nos invita a desaprender para seguir aprendiendo, porque sólo lo que se vacía puede volver a llenarse. Sus piedras no son dificultades, sino oportunidades disfrazadas que nos ayudan a elevar.
¿Comprende lo que le estoy diciendo o simplemente piensa que se trata de palabras armónicamente entrelazadas para que puedan sonar bien? Sepa que las casualidades no existen. Si usted está leyendo esta nota es porque su espíritu necesitaba recordar. 
No permita que estas frases queden sólo en el plano mental. Tírese al agua. Arriésguese. Cuando se sumerja en este río de conciencia verá cómo las vivencias se transforman en maestras multidimensionales que le ayudarán a experimentar una realidad que transformará su vida. 
Existen innumerables formas de contribuir a que este incipiente caudal se torne aún más cristalino. Si nos animamos a reconocer nuestro lado más oscuro, si trascendemos nuestras limitaciones y transmutamos los miedos que nos mantienen cautivos ya estamos ayudando. Lo mismo si ponemos conciencia en cada uno de nuestros actos y desplegamos, sin reservas, nuestro potencial para materializar una realidad que esté acorde con lo más puro de nuestro ser. ¿Por qué se preocupa tanto? Haga lo que haga, los demás siempre hablarán. Recuerde que a este mundo vino solo y se irá del mismo modo. Absolutamente solo. 
Rompa la careta social, tírela. Deje que su ser interno lo guíe y lo instruya. Escuche la voz que emana desde el centro de su pecho. Siga sus consejos, son inmaculados. No importa que algunas personas se le rían en la cara y lo desacrediten. 
Muchos disfrazan de ese modo el temor que les provoca el cambio. No saben lo que hacen. El tiempo les mostrará quién terminó riendo último. Vamos… Anímese. Juegue. Suéltese. Disfrute. Recupere su inocencia. Mire a la vida con ojos nuevos. Explore su interior. Conózcase. Restablezca su vínculo con la naturaleza. Aliviane su mochila. Expanda su divinidad. Despierte. Redescubra su magia interna. Equilíbrese. 
Ayúdese a cambiar. Permítase soñar. Sáquele el polvo a sus talentos. Multiplique sus dones. Respete su sentir. Empiece a sanar. Viva. No se distraiga. Preste atención. Sienta cómo el río de la conciencia late con cada pensamiento de luz que recorre su cuerpo. El agua renueva y purifica. Inhale su perfume, es pulsión de vida. Observe con el corazón y comprobará que no existen las divisiones. El río se compone de millones y millones de gotas que danzan en la unidad, más allá de todo ego.
Transforme su desierto. No deje que sus gotas se esfumen bajo el sol abrasador de la indiferencia y el desgano. Viértalas en el río de la existencia. Cierre sus ojos y facilite que el murmullo de las aguas guíe sus pasos. Descubra que nunca puede encontrar afuera lo que siempre estuvo dentro. Sí, ya lo sabía, es cierto. Simplemente lo había olvidado. El río está en su interior. 
Permita que el agua corra. Derrumbe sus compuertas. No tema. Abra su corazón de par en par. Deje que el agua penetre y lave sus heridas. Renazca. La existencia, agradecida: una gota más.
Continuara.....

Libro Despertar La clave para volvernos más humanos (Julio Andres Pagano)-SEGUNDO CAPITULO


El Encuentro
Capitulo- 2 (Quinto Escrito)
Así terminó el encuentro
Cuenta la historia que todos los lectores quedaron desorientados al llegar a la última página, porque en realidad se trataba de un día gris y lluvioso. Sólo vieron salir corriendo por la vida al autor del libro, quien felizmente saltaba, en cada charco, como si fuese un verdadero desquiciado. Un niño, que miraba por la ventana, comprendió y sonrió: el encuentro fue interno. (*) Consideraciones sobre “El Encuentro”:
En relación con este capítulo, quiero contarte que de manera frecuente sigo viajando a Uspallata a visitar a Emilio para seguir aprendiendo. Su enorme humanidad e impecabilidad en su modo de proceder, hace que uno disfrute de sus enseñanzas. 
El es un gran maestro que hace casi una década alcanzó el estado de iluminación. En julio del 2007 fui con unos amigos a visitarlo. Hacía mucho frío, e incluso nevó. Estuvimos siete días aprendiendo diferentes cosas, tales como: estar atentos a los sueños para recibir mensajes, volvernos conscientes sobre cómo nuestras formas pensamientos co–crean realidades, elevar la vibración para evitar que todo se concentre en el segundo chacra (el sexual), etc. Emilio sostiene que todos los que pasan por su lugar es porque, de uno u otro modo, tienen algo que trascender con respecto al padre. 
Así que otras de las cosas que hicimos fue una ceremonia de perdón y gracias. Lo mágico de esa jornada fue que, luego de la meditación (que incluyó el rezo del rosario y algunos mantras), Emilio nos dijo que fuésemos hasta la puerta de entrada de la casa, porque había una nave. Nuestros corazones se aceleraron por la noticia. 
Al abrir la puerta, no podíamos creer lo que estábamos viendo. Sobre la Cordillera de los Andes había una nave enorme, que comenzó a moverse mientras cambiaba la coloración de sus luces. A la distancia era un tanto difícil poder precisar su tamaño, pero su presencia era imponente. 
Parecía tener varias aberturas pequeñas en su parte media, como si fuesen ventanas. Fue muy impactante. 
Todos nos emocionamos muchísimos. Cantábamos, al tiempo que las luces de la nave cambiaban de color y se movían en forma rítmica. Al cabo de unos minutos la nave desapareció. 
Seguimos cantando una canción que habla sobre el espíritu de Dios y enseguida volvió a aparecer. 
Tras moverse y cambiar las luces de un extremo al otro, todas sus luminarias se convirtieron en una sola gran luz roja. 
Emilio nos pidió que entráramos a la casa. 
Nadie quería ingresar porque la nave seguía sobre la montaña, pero le hicimos caso. Nos explicó que esa nave prácticamente no aparece, porque es la nave que lleva la energía del Padre. “Cuando una nave de ese tipo se presenta, todos los que la ven reciben una determinada frecuencia que les cambia el viaje (en el sentido de transformar tu vida)”. 
También nos dijo que a través de la luz roja nos estaban indicando que debíamos permanecer alertas. 
En sus sueños, Emilio recibió que faltaba muy poco para que los grandes cambios, a escala global, se sucedan. Es por eso que nos pidió que tratemos de actuar conscientemente, centrados en el corazón. También nos contó que últimamente veía que por las noches algunos ángeles bajaban a la Tierra, cosa que no ocurría desde hace mucho tiempo. La experiencia de observar esa gran nave fue muy fuerte. El hecho de poder verla, del modo en que la vimos, no sólo confirma la existencia de seres de razas más evolucionadas, sino también da un marco de credibilidad a los mensajes que muchos canalizadores están recibiendo.
Emilio nos dijo que no nos diría el nombre completo de la nave, por si alguno recibía algún mensaje: “Solo les diré que su nombre comienza con Alfa”. No pude con mi genio y le dije que la nave se llamaba “alfajor”. 
Eso me permitió reír y comenzar a distenderme. 
Una vez más, al regresara Olavarría, sentí que mi realidad se había fragmentando. 
Nuevamente había tenido una manifestación, contundente, de que no estamos solos en el universo. Las cosas habían ido de menor a mayor desde el primer viaje en el 2001, cuando mi vida cambió a partir de la inesperada visión que terminó dando origen al proyecto “Despertar”. Reconozco que con el pasar de los días, me costó asimilar lo que viví en Uspallata. 
Me sentí muy extraño. Era como si, de algún modo, hubiese perdido la inocencia. Recapitulando lo sucedido con una de las personas que me había acompañado a lo de Emilio, le dije: 
“Esto es como cuando ves que son tus viejos quienes ponen los regalos junto al árbol de navidad. Por más que intentes creer lo contrario, ya no hay vuelta atrás. Internamente algo se rompe”. En septiembre nuevamente me subí a un colectivo de línea para ir a visitar a mi amigo el chamán. Un deseo interno inexplicable me llevó de nuevo hacia Mendoza. 
Cuando me faltaban 300 kilómetros para llegar, sentí una presión en la frente, a la altura del tercer ojo. Cerré los ojos y sentí: “Nave Alfa–Centauro. Miércoles 19, a las 20 horas, en el Tunduqueral. Solo”. Confieso que recibir ese mensaje me causó temor. 
No soy de las personas a las que le agrade andar caminando en medio de la oscuridad y mucho menos en una zona que no estaba habitada, para ir al encuentro de quién sabe qué cosa. 
Intenté desacreditar lo que había recibido, atribuyéndoselo a juegos de mi mente. De todos modos, volví a cerrar los ojos y mentalmente le pedí a Emilio que me diera una señal. 
Al instante sonó mi celular, era mi madre: “¿En qué nave vas?”, me preguntó sonriendo, ya que siempre me carga con que vivo muy volado. Sólo atiné a respirar bien profundo. Le conté que estaba en el micro, así que quedé en llamarla ni bien llegara a la próxima estación. Mi cabeza iba a mil. Intenté imaginar cómo podría ser el encuentro y mi cuerpo se estremecía. 
Por más que lo intentaba, no podía desviar mi mente del mensaje. De nuevo, como al comienzo de los viajes canalizados, me reproché lo que estaba haciendo. Cuando llegué a lo de Emilio y le conté lo sucedido, me miró a los ojos y me dijo: 
“Ese es el nombre de la nave que viste la vez anterior. Se llama Alfa–Centauro, y los encuentros se hacen así, uno debe ir solo”. No sabía qué decir. De todos modos, aún faltaban siete días para la fecha que había recibido. Aproveché mi estadía para seguir aprendiendo. El acontecer diario nos permitió vivenciar de qué manera las personas se roban la energía unas a otras, incluso en los sueños. Comprendimos la importancia de hacer que nuestra energía suba del segundo al cuarto chacra, para poder movernos desde el corazón. Todo fue bien hasta que llegó el miércoles 19 de septiembre. Esa era la fecha en que tenía que ir al supuesto encuentro. A partir del mediodía el viento comenzó a soplar como nunca. Las hojas se arremolinaban y todo, cuando estaba en el suelo, parecía cobrar vida. 
Luego de almorzar decidí comenzar a caminar en dirección al cerro Tunduqueral, quedaba a un ahora de marcha. Preferí ir con luz para ver bien el terreno y esperar en el lugar indicado a que se cumpliera la hora que me habían transmitido. 
El viento parecía soplar con más intensidad que nunca. 
Hacía demasiado frío. “¿Qué estoy haciendo?”, me preguntaba a cada instante. Sabía que a las 20 horas el Sol se pondría y los siete kilómetros que estaba recorriendo debería transitarlo a oscuras. Las botellas de plástico y las latas tiradas al costado del camino, generaban ruidos que en la noche cobrarían otra dimensión si dejaba que mi fantasía se despertara. Cantaba, rezaba, hacía todo lo posible para tratar de no pensar.
Al llegar al Tunduqueral había un cuidador. A juzgar por todo el tiempo que estuvo hablándome, se notaba que llevaba varias horas sin compañía. Si bien sus relatos sobre la historia del lugar me resultaron interesantes, todo cambió cuando comenzó a decirme que no era extraño ver por la noche a espíritus o luces malas en ese lugar. “¿Quién me lo mandó?”, pensé, mientras notaba que mis piernas comenzaban a debilitarse. 
Faltaban cuarenta minutos para que el reloj marcara las 20 horas, el cuidador se fue. Quedé solo. Mientras veía cómo el Sol se ocultaba detrás de la cordillera, noté que mi celular no tenía señal. El viento era aún más frío y seguía soplando sin disminuir su fuerza. Siempre que uno reprime algo, no hace más que potenciarlo. Por más que hice todo lo posible para evitarlo, el miedo comenzó a aflorar a través de mis pensamientos. 
Tomar conciencia de que estaba solo, incomunicado y prácticamente de noche, aceleró mi respiración. “¿Qué voy a hacer si se me aparece una nave y algún ser se me presenta? 
¿Qué garantías tengo de que no me pasará nada?”. 
Uno tras otros los pensamientos negativos fueron adueñándose de mi interior. Faltaban quince minutos para la hora señalada. Mi corazón se aceleró. No toleré la tensión y dije en voz alta, mirando al cielo: “Tengo miedo, no estoy preparado para un encuentro estando solo”. Pedí disculpas por mi limitación y comencé a caminar rumbo a lo de Emilio. 
Miraba para todos lados. A poco de empezar a caminar, una potente luz se veía a la distancia. Me saqué el gorro para intentar escuchar si era un auto. El viento soplaba tan fuerte que no se escuchaba ruido de motor alguno. Me resigné, ya no podía hacer nada. Estaba en medio de un descampado. 
No podía huir en ninguna dirección. Sólo me quedé mirando la luz que avanzaba. Cuando comprobé que se trataba de una camioneta, respiré aliviado y me reí de mi propia estupidez. Cuando le conté a Emilio lo que me pasó, me dijo que había sido una lástima que no me hubiese animado a quedarme hasta la hora indicada. “No creo que hubiese bajado algún ser, quizás sólo se te iba a presentar una nave para que la vieras”, me explicó.
De todos modos, al ver mi cara de preocupación por la oportunidad desperdiciada, me dijo: “No te aflijas, a mí me pasó lo mismo la primera vez, la diferencia estuvo en que cuando fui a cumplir con el mensaje recibido me quedé dentro de la bolsa de dormir y no salí hasta que amaneció”. 
Su sonrisa bonachona hizo que me quedara más tranquilo, aunque supuse que tal vez inventó esa historia para que no me sintiera tan mal. Lamenté lo sucedido. Dejé que mi mente –a través de los miedos– se adueñara de la situación, en vez de que sea mi corazón quien me guíe. Este hecho me sirvió para darme cuenta que aún debo trabajar internamente para trascender mis limitaciones. Al momento de escribir este libro, ese fue el último viaje que hice a Uspallata. Desde planos superiores, a Emilio le anunciaron que ya cumplió su contrato en esta dimensión física, por tal motivo sólo está a la espera del momento de partir, mientras disfruta de sus últimos días celebrándolos. 
Es por eso que, muy amablemente me solicitó: “No me mandes más gente, nosotros estamos ahora en otro viaje, queremos seguir disfrutando de la luz”.
Continuara....

Libro Despertar La clave para volvernos más humanos (Julio Andres Pagano)


El Encuentro
Capitulo- 2 (Cuarto Escrito)
Todo es cuestión de percepción.
Toda forma de ver es una forma de no ver, no lo olvides. 
La percepción crea la realidad. Cada uno construye su propio mundo a partir de lo que puede o lo que quiere percibir. 
Pero eso no implica que otra persona no pueda percibir algo más, o lo mismo, pero de un modo diferente. Generalmente negamos todo aquello que escapa a nuestra capacidad de comprensión o contradice la forma que tenemos de entender la vida, pero eso no significa que aquello a lo que nos resistimos no sea cierto.
La vista no tiene la capacidad de sentir, el olfato no puede ver, el oído no puede degustar, el tacto no puede escuchar y el gusto no puede oler, ¿acaso impide eso que todas esas realidades existan al mismo tiempo? ¿Verdad que no? ¿Por qué hago hincapié en esto de la percepción? Porque necesitamos ser lo suficientemente amplios de criterio, para no privarnos de la posibilidad de experimentar muchos aspectos enriquecedores de la vida, y sumar, de manera creativa, para que la humanidad siga evolucionando. Todos los puntos de vista son perfectamente válidos y respetables. Cada uno tiene el derecho a entender la vida como quiera, pero por el simple hecho de vivir en sociedad, tenemos que intentar buscar la forma de que los diferentes enfoques puedan complementarse, para evitar multiplicar los conflictos. ¿No logré hacerme entender? Entonces te contaré un breve cuento. Relata una historia que dos personas discutían porque había quedado una sola naranja. Gritaban tan fuerte que no se podían escuchar. Los dos estaban dispuestos a quedarse a toda costa con la fruta. No llegaron al extremo de los golpes porque, en ese instante, alguien se presentó, calmó los ánimos y le pidió a cada uno que le explicara para qué querían la naranja. Uno respondió que necesitaba su jugo. El otro, que sólo quería su cáscara. 
Ambos vieron que sus necesidades eran complementarias y volvieron a sonreír. La falta de un diálogo sincero, de corazón a corazón, sumado a nuestra imposibilidad de sentir, nos está cerrando las puertas hacia una convivencia sana y pacífica.
 La energía de cambio que proviene del espacio, con la Era de Acuario, potenciará los conflictos, aún más, si no comenzamos a abrirnos y nos damos el permiso interno de cambiar. 
No es casual el caos que estamos presenciando. Los medios de comunicación nos muestran que los niveles de tensión van en franco aumento. Crímenes, guerras, atentados, desbordes mentales, hechos de violencia inexplicables, etc., están tiñendo de rojo la realidad. No digo esto para que te alarmes. 
El caos es lo que da lugar al cambio, es lo que facilita que la transformación ocurra. Está en nosotros ayudar a que la transición sea lo menos traumática posible. Lograr comprender hacia dónde no está conduciendo el caos, nos permitirá contar con otros recursos para poder atravesar la tempestad. 
No es casual que, a escala global, millones de seres humanos presientan que sus vidas deberían dar un vuelco para poder equilibrarse. Tampoco es casual que muchísimas personas no se animen a efectuar los cambios necesarios, por temor a que los demás se les rían en la cara, las tilden de locas o las marginen socialmente. Estamos recibiendo la energía de Acuario, pero aún la de la Era de Piscis no se ha retirado. Estamos con un píe en cada lado. Dar el salto es todo un desafío. Los que logran superar la instancia de los prejuicios sociales y los temores internos aún tienen que superar una barrera mayor, deben generar sus propios espacios. Las viejas estructuras del sistema, no encajan con sus nuevas formas de percibir la realidad. Ahí es donde se enciende el debate sobre si hay que salirse del sistema o cambiarlo desde dentro. En mi opinión, salirse del sistema equivale a renunciar ante un obstáculo. De todos modos, así lo quisiéramos, no podemos salirnos.
No hay espacios adónde ir. Somos pasajeros de un mismo barco. Así nos fuésemos a vivir a las montañas y llevásemos una vida ermitaña, eso no nos evitaría sufrir las consecuencias de la contaminación, una guerra nuclear o cualquiera de las calamidades que los ecologistas pronostican, de seguir viviendo a este ritmo decadente. Nada es bueno o malo en sí mismo, todo depende del uso que le demos. Contamos con un mundo que se ha convertido en una gran aldea interconectada. 
Por lo tanto, si logramos cambiar nuestra percepción y redireccionamos nuestros esfuerzos, hacia alternativas que despierten la conciencia y abran nuestros corazones, podremos utilizar el poder de esa interconexión para revertir los pronósticos más negativos. ¿Te parece algo imposible? 
Con fe, constancia, esfuerzo y actitud, todo se puede. 
Algunos optan por mirar el vaso medio vacío. Otros lo ven lleno, pero sólo hasta la mitad. En mi caso, lo observo completamente lleno. Sé que la parte que algunos dicen ver vacía, está repleta de aire. Todo es cuestión de percepción. 
Excusas para no cambiar.
No creas que no te comprendo. De todos modos, me gustaría que te escuches cuando hablás. Si no es tu familia, es tu entorno, tus amigos, la sociedad, etc., etc., etc. Vas rotando los nombres, los personajes, las historias, pero siempre la culpa está afuera. 
Son los otros los que no te dejan cambiar, los que te traban o te ponen palos en la rueda. ¿Prestaste atención a ese detalle? 
El cambio debe partir desde dentro. Solamente vos sabés cuál es modo que mejor se ajusta a tu ritmo evolutivo. 
Nadie puede mover tus pies. A lo sumo pueden inspirarte a que los muevas. No importa si es real o inventada la forma que busques para impulsar tus pasos. Lo importante es que te muevas, que salgas de la inconsciencia. Sí, lo digo muy en serio. Para la mente no hay diferencia entre algo real o inventado. 
Con que vos lo creas, es más que suficiente. ¿Sabés qué es lo que hago para moverme en un entorno adverso? Simplemente juego. Resignifico las cosas. Busco enseñanzas implícitas. Veo todo lo que se me presenta, como una forma de ayudarme a que trascienda mis limitaciones. 
En mi singular forma de ver la vida, todo lo que podría considerarse como resistencia para el cambio, lo veo como el escenario que co–creé para demostrarme si realmente estaba dispuesto a transformarme. 
Si pese a la adversidad que encuentro soy capaz de dar pasos, en consonancia con mi sentir, eso significa que realmente estoy convencido de la dirección en que me muevo. Si voy por la calle y veo a un señor en silla de ruedas, sé que es un maestro enseñándome a sobreponerme a una dificultad. 
Si alguien viene y me trata mal, veo a un maestro enseñándome la tolerancia. Si debo esperar en la cola de un banco, sé que me están invitando a desarrollar la paciencia. Así voy jugando. ¡Claro que a veces estallo y me enojo! También tengo mis baches de inconsciencia. De todos modos cuando caigo en la cuenta de que me enojé, agradezco que me muestren que aún me falta un largo camino. Así voy por la vida, jugando. ¿Sabés una cosa? 
Con esto de intentar co–crear nuevos espacios para ayudar a transformar la realidad, es posible que, en más de una oportunidad, te encuentres con personas que te digan: “Avísenme cuando esté hecho, así me sumo”. 
Pareciera que no se dan cuenta que en el mismo hacer está la transformación. Lo importante son los desafíos y los problemas que la realización misma presenta. Materializarlos es sólo la excusa para que nos animemos a cambiar. Hemos hablando suficiente, ¿no te parece? A modo de despedida, si no te enojas, me gustaría hacerte una breve sugerencia. Ahora, cuando te vayas, tratá de no parar al primero que se te cruce por la calle para intentar explicarle que la muerte no existe, que deje de llevar una vida mecánica, hablarle sobre la nueva era, el cambio del sistema, la espiritualidad, las otras dimensiones y todo eso, porque, en el mejor de los casos, lograrás que te recomiende un buen psiquiatra. Gracias, de todo corazón, por tu tiempo y tu buena compañía. Llevaré siempre este abrazo, en lo profundo de mi alma, como recuerdo de este encuentro. No te preocupes, son lágrimas de felicidad las que corren por mi rostro. Siempre me emociono cuando veo salir el Sol.
Continuara....
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