El Encuentro
Capitulo- 2 (Cuarto Escrito)
Todo es cuestión de percepción.
Toda forma de ver es una forma de no ver, no lo olvides.
La percepción crea la realidad. Cada uno construye su propio mundo a partir de lo que puede o lo que quiere percibir.
Pero eso no implica que otra persona no pueda percibir algo más, o lo mismo, pero de un modo diferente. Generalmente negamos todo aquello que escapa a nuestra capacidad de comprensión o contradice la forma que tenemos de entender la vida, pero eso no significa que aquello a lo que nos resistimos no sea cierto.
La vista no tiene la capacidad de sentir, el olfato no puede ver, el oído no puede degustar, el tacto no puede escuchar y el gusto no puede oler, ¿acaso impide eso que todas esas realidades existan al mismo tiempo? ¿Verdad que no? ¿Por qué hago hincapié en esto de la percepción? Porque necesitamos ser lo suficientemente amplios de criterio, para no privarnos de la posibilidad de experimentar muchos aspectos enriquecedores de la vida, y sumar, de manera creativa, para que la humanidad siga evolucionando. Todos los puntos de vista son perfectamente válidos y respetables. Cada uno tiene el derecho a entender la vida como quiera, pero por el simple hecho de vivir en sociedad, tenemos que intentar buscar la forma de que los diferentes enfoques puedan complementarse, para evitar multiplicar los conflictos. ¿No logré hacerme entender? Entonces te contaré un breve cuento. Relata una historia que dos personas discutían porque había quedado una sola naranja. Gritaban tan fuerte que no se podían escuchar. Los dos estaban dispuestos a quedarse a toda costa con la fruta. No llegaron al extremo de los golpes porque, en ese instante, alguien se presentó, calmó los ánimos y le pidió a cada uno que le explicara para qué querían la naranja. Uno respondió que necesitaba su jugo. El otro, que sólo quería su cáscara.
Ambos vieron que sus necesidades eran complementarias y volvieron a sonreír. La falta de un diálogo sincero, de corazón a corazón, sumado a nuestra imposibilidad de sentir, nos está cerrando las puertas hacia una convivencia sana y pacífica.
La energía de cambio que proviene del espacio, con la Era de Acuario, potenciará los conflictos, aún más, si no comenzamos a abrirnos y nos damos el permiso interno de cambiar.
No es casual el caos que estamos presenciando. Los medios de comunicación nos muestran que los niveles de tensión van en franco aumento. Crímenes, guerras, atentados, desbordes mentales, hechos de violencia inexplicables, etc., están tiñendo de rojo la realidad. No digo esto para que te alarmes.
El caos es lo que da lugar al cambio, es lo que facilita que la transformación ocurra. Está en nosotros ayudar a que la transición sea lo menos traumática posible. Lograr comprender hacia dónde no está conduciendo el caos, nos permitirá contar con otros recursos para poder atravesar la tempestad.
No es casual que, a escala global, millones de seres humanos presientan que sus vidas deberían dar un vuelco para poder equilibrarse. Tampoco es casual que muchísimas personas no se animen a efectuar los cambios necesarios, por temor a que los demás se les rían en la cara, las tilden de locas o las marginen socialmente. Estamos recibiendo la energía de Acuario, pero aún la de la Era de Piscis no se ha retirado. Estamos con un píe en cada lado. Dar el salto es todo un desafío. Los que logran superar la instancia de los prejuicios sociales y los temores internos aún tienen que superar una barrera mayor, deben generar sus propios espacios. Las viejas estructuras del sistema, no encajan con sus nuevas formas de percibir la realidad. Ahí es donde se enciende el debate sobre si hay que salirse del sistema o cambiarlo desde dentro. En mi opinión, salirse del sistema equivale a renunciar ante un obstáculo. De todos modos, así lo quisiéramos, no podemos salirnos.
No hay espacios adónde ir. Somos pasajeros de un mismo barco. Así nos fuésemos a vivir a las montañas y llevásemos una vida ermitaña, eso no nos evitaría sufrir las consecuencias de la contaminación, una guerra nuclear o cualquiera de las calamidades que los ecologistas pronostican, de seguir viviendo a este ritmo decadente. Nada es bueno o malo en sí mismo, todo depende del uso que le demos. Contamos con un mundo que se ha convertido en una gran aldea interconectada.
Por lo tanto, si logramos cambiar nuestra percepción y redireccionamos nuestros esfuerzos, hacia alternativas que despierten la conciencia y abran nuestros corazones, podremos utilizar el poder de esa interconexión para revertir los pronósticos más negativos. ¿Te parece algo imposible?
Con fe, constancia, esfuerzo y actitud, todo se puede.
Algunos optan por mirar el vaso medio vacío. Otros lo ven lleno, pero sólo hasta la mitad. En mi caso, lo observo completamente lleno. Sé que la parte que algunos dicen ver vacía, está repleta de aire. Todo es cuestión de percepción.
Excusas para no cambiar.
No creas que no te comprendo. De todos modos, me gustaría que te escuches cuando hablás. Si no es tu familia, es tu entorno, tus amigos, la sociedad, etc., etc., etc. Vas rotando los nombres, los personajes, las historias, pero siempre la culpa está afuera.
Son los otros los que no te dejan cambiar, los que te traban o te ponen palos en la rueda. ¿Prestaste atención a ese detalle?
El cambio debe partir desde dentro. Solamente vos sabés cuál es modo que mejor se ajusta a tu ritmo evolutivo.
Nadie puede mover tus pies. A lo sumo pueden inspirarte a que los muevas. No importa si es real o inventada la forma que busques para impulsar tus pasos. Lo importante es que te muevas, que salgas de la inconsciencia. Sí, lo digo muy en serio. Para la mente no hay diferencia entre algo real o inventado.
Con que vos lo creas, es más que suficiente. ¿Sabés qué es lo que hago para moverme en un entorno adverso? Simplemente juego. Resignifico las cosas. Busco enseñanzas implícitas. Veo todo lo que se me presenta, como una forma de ayudarme a que trascienda mis limitaciones.
En mi singular forma de ver la vida, todo lo que podría considerarse como resistencia para el cambio, lo veo como el escenario que co–creé para demostrarme si realmente estaba dispuesto a transformarme.
Si pese a la adversidad que encuentro soy capaz de dar pasos, en consonancia con mi sentir, eso significa que realmente estoy convencido de la dirección en que me muevo. Si voy por la calle y veo a un señor en silla de ruedas, sé que es un maestro enseñándome a sobreponerme a una dificultad.
Si alguien viene y me trata mal, veo a un maestro enseñándome la tolerancia. Si debo esperar en la cola de un banco, sé que me están invitando a desarrollar la paciencia. Así voy jugando. ¡Claro que a veces estallo y me enojo! También tengo mis baches de inconsciencia. De todos modos cuando caigo en la cuenta de que me enojé, agradezco que me muestren que aún me falta un largo camino. Así voy por la vida, jugando. ¿Sabés una cosa?
Con esto de intentar co–crear nuevos espacios para ayudar a transformar la realidad, es posible que, en más de una oportunidad, te encuentres con personas que te digan: “Avísenme cuando esté hecho, así me sumo”.
Pareciera que no se dan cuenta que en el mismo hacer está la transformación. Lo importante son los desafíos y los problemas que la realización misma presenta. Materializarlos es sólo la excusa para que nos animemos a cambiar. Hemos hablando suficiente, ¿no te parece? A modo de despedida, si no te enojas, me gustaría hacerte una breve sugerencia. Ahora, cuando te vayas, tratá de no parar al primero que se te cruce por la calle para intentar explicarle que la muerte no existe, que deje de llevar una vida mecánica, hablarle sobre la nueva era, el cambio del sistema, la espiritualidad, las otras dimensiones y todo eso, porque, en el mejor de los casos, lograrás que te recomiende un buen psiquiatra. Gracias, de todo corazón, por tu tiempo y tu buena compañía. Llevaré siempre este abrazo, en lo profundo de mi alma, como recuerdo de este encuentro. No te preocupes, son lágrimas de felicidad las que corren por mi rostro. Siempre me emociono cuando veo salir el Sol.
Continuara....
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