Meditando sobre esta lección, se me recordó una vez más que si tememos a algo en este mundo, estamos creyendo en dos poderes, uno bueno y el otro malo. Por ejemplo, cerramos nuestros autos y hogares porque creemos en el poder del robo y del daño físico. Mucha gente porta armas para auto-protegerse, creyendo en el “mal” que acecha en las calles, creando así las Condiciones para experimentarlo y probar que la depravación existe, cuando no es otra cosa que una ilusión proyectada por el ego.
¿Pero qué hay de la energía no calificada de la conciencia colectiva que representa el miedo, la ira y el odio? Es cierto que la gente que funciona principalmente con base en el ego atraerá esa energía oscura, pero recuerda que sólo es una forma de pensamiento que nosotros hemos creado. No provino de Dios; por lo tanto, no hay realidad en ella. Cuando retiramos nuestra creencia en esta proyección del ego como poder, sabiendo que no hay poder aparte de Dios, se marchita y muere.
Uno de los más reconfortantes y fortalecedores pasajes de la Biblia se encuentra en Isaías 43:5: “No temas, porque yo estoy contigo”. Yo estoy contigo. La Omnipotencia está a tu alrededor como un escudo de seguridad. La Omnisciencia está contigo como una guía protectora. ¿Qué hay que temer?
Recuerdo la noche en que estaba a punto de caminar por una senda de ardientes carbones encendidos en una ceremonia de andar por el fuego. Una mujer nativa americana nos pidió a cada uno que nombráramos nuestros más importantes temores que habláramos de ello y los trajéramos a la luz para que su oscuridad pudiera ser disuelta. Cuando me di cuenta de que realmente no había nada que temer, pude sentirme a mí mismo volviéndome más fuerte, más en sintonía con el Espíritu interior, y cuando anduve por el fuego, sólo sentí un ligero calor.
¿Cuáles son tus peores temores? Nómbralos. Exponlos, y después nota cuán insignificantes se ven en la luz. El miedo no puede existir cuando se enfrenta a la Realidad. Como A Course In Miracles [Un curso sobre milagros] lo menciona: “No hay nada que temer... La conciencia de que no hay nada que temer muestra que en alguna parte de tu mente, aunque no necesariamente en un sitio que hayas reconocido aún, has recordado a Dios, y has dejado que Su fortaleza tome el sitio de tu debilidad. En el instante en que estés dispuesto a hacer esto, de veras no habrá nada que temer”.
El Salmo 91 es una meditación ideal para ayudarte a reemplazar el miedo con confianza. Reflexiona sobre estos pasajes, poniendo todo tu sentimiento:
El que habita en el lugar secreto del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.
Diré yo del Señor, Él es mi refugio y mi fortaleza; mi Dios, en quien confiaré.
Él te librará del lazo del cazador y de la peste destructora.
Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; su verdad será su escudo y su adarga.
No temerás el terror nocturno; ni a una lanza que vuele de día; Ni pestilencia que ande en la oscuridad; ni mortandad que en medio del día destruya.
Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará.
La promesa, la certeza absoluta está aquí, pero recuerda la condición: habitar en el lugar secreto del Altísimo, que no es otro sino la conciencia espiritual la conciencia, la comprensión y el conocimiento de nuestra Verdad de Ser, el Dios-Ser YO SOY
En High Mysticism (Misticismo elevado), Emma Curtis Hopkins escribe:
1. Enfrentándote con resolución, no hay maldad en mi camino.
2. Enfrentándote con resolución, no hay problema con sus leyes.
3. Enfrentándote con resolución, no hay pérdida, ni carencia, ni ausencia, ni deprivación.
4. Enfrentándote con resolución, no hay nada que temer, porque no habrá poder que dañe.
5. Enfrentándote con resolución, no habrá pecado, ni enfermedad, ni muerte.
Allá por los setentas, produje una serie de documentales para el Departamento de Energía de los Estados Unidos, y cuando se terminaron los videos, fui llevado en un jet privado para mostrárselos a los miembros de un comité de especialistas. De camino al aeropuerto, me puse extremadamente inquieto. Mi estómago estaba revuelto y mis nervios a punto de estallar. Lo atribuí a una sensación de malestar con respecto a la posible reacción del comité a mi trabajo, pero sin saberlo yo en ese momento, Jan estaba sintiendo la misma pesada tensión en casa. El Espíritu presionaba para manifestarse.
Cuando abordé el avión, traté de liberar los sentimientos y concentrarme en la Presencia. Jan también lo hizo. Salió y se sentó en el patio, buscando dentro de sí para sintonizarse mejor con el Espíritu porque sintió, intuitivamente, que algo iba a ocurrirle a ese avión.
Tenía razón. En tres ocasiones distintas, estuvimos a punto de estrellarnos. La primera fue una casi
colisión en el aire con otro avión, a medio camino de nuestro destino. Después, cuando estábamos a punto de aterrizar, el jet tuvo que elevarse otra vez para evitar golpear a un helicóptero que descendió abruptamente en la pista. Y finalmente, de regreso a Houston, tuvimos que deslizarnos fuera de la pista para evitar a otro avión que estaba aterrizando detrás de nosotros.
Cuando volví a casa esa noche, dije: “Querida, no vas a creer lo que sucedió hoy”. Y le conté los
detalles. Ella sólo sonrió Y dijo: “Ya sé” y a su vez me contó sobre la advertencia que había
recibido y lo que había hecho al respecto: “Enfrentándote con resolución, no hay nada que temer porque no habrá poder que dañe. Si hubiéramos podido elevarnos lo suficiente en la conciencia, el viaje hubiera transcurrido sin los posibles peligros, pero incluso una acción aprensiva de busca dentro-y-toca- la-Presencia resultó en un venturoso regreso a casa.
Nuevamente, la conciencia espiritual es la clave, y con cada paso que damos en la escalera de Jacob subimos más alto en el reino de la Realidad, donde nadie puede tocarnos, excepto Dios. Pero hagamos aquí una pausa y recordémonos a nosotros mismos que el Dios que es nuestro anillo de protección no es algo aislado de nosotros, sino que realmente es nuestra Conciencia no la baja naturaleza del ego, que es sólo una falsa creencia, sino la Única Naturaleza que existe como Yo. Tenemos que quitar la división y ver solamente la única Realidad.
No estamos tratando de movernos del daño a la seguridad, de la imperfección a la perfección, de la oscuridad a la luz. ¡No! Nosotros somos esa seguridad, esa perfección, esa luz, y es algo que
debemos entender. Sólo existe la plenitud de Dios en expresión como cada uno de nosotros, como el poderoso Yo. Yo soy como Jesús.
Jesús, como Ser Representativo, dijo a la apariencia del mal:
“Vete de aquí”. Y cuando se desató una gran tormenta, él “increpó a los vientos y al mar; y entonces se hizo una gran calma”. Él dijo: “Todo el poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra”. Estaba hablando como el Ser Completo que somos cuando encarnamos el poder total del único Ser.
En nuestra conciencia espiritual, veamos sólo la Verdad, la Plenitud solitaria de nuestro Ser, donde nada malo, perverso, dañino o perjudicial existe. La actividad de Dios conciencia espiritual es el único poder en acción. No existe otro poder, y dejemos que todas las creencias en lo contrario sean arrancadas de raíz y disueltas ahora. Dios es nuestro espíritu, nuestra alma, nuestra mente, nuestro todo. Así que, ¿qué hay que temer? ¡Nada! Es éste un universo benevolente, un mundo de armonía y buena voluntad, así que dejemos de proyectar ignorancia y falsas creencias en la pantalla de la vida.
La lección en este paso enfatiza que “todo el poder está dentro de ti como una guía protectora, y alrededor de ti como un escudo de seguridad’ Es tu conciencia de quién y qué eres la que dibuja la guía protectora y el escudo de seguridad. En Angel Energy [Energía Angélica], reporté numerosos casos de dichos anillos de protección, en que la gente fue “salvada” de choques automovilísticos, tormentas y accidentes por voces invisibles ‘manos ocultas. ¿Por qué y cómo? Éstas fueron personas
que estaba en el camino espiritual, y que habían comprendido hasta cierto grado su divina identidad, y habían entrado en el anillo de protección.
Volvámonos conscientemente uno con ese anillo y...
“Sigue adelante con una sensación de fuerza, sabiendo que el poder de tu alma… y el
aura protectora que rodea a la obra de Cristo son algo en lo que siempre se puede confiar”.
John Randolph Price
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