pasadas de experiencias, todo lo cual te hace indispensable para el proceso cósmico. No imites a otros ni pugnes por ser alguien que no eres. Valora la distintiva contribución que viniste a hacer a este mundo.
Conoce tu valía. Sé tú mismo.
Pienso en los hombres y mujeres que vienen a las reuniones de Quartus y examinan la pieza del rompecabezas cósmico que cada uno lleva en su auto-identidad. Y tú, que lees este libro: ¿has
considerado que eres diferente a cualquier otra persona en todo el mundo, incluyendo ambos lados del velo? Con todas tus aventuras, empresas, viajes y experiencias en el papel de todos los tipos de personajes en el escenario de muchas vidas, nadie ha tenido la misma clase de “condimento” universal que tú.
En una muy mística experiencia en la luz, voces audibles de seres invisibles dijeron a mi madre que Jan y yo habíamos andado por muchas tierras, habíamos sido expuestos a una gran variedad de culturas, hablado distintos idiomas y experimentado sufrimiento y dicha, desesperación y esperanza, fracaso y éxito todo el espectro de emociones y resistencia humanas para poder llegar adonde estamos ahora y preparamos para nuestra tarea actual. Lo mismo puede decirse de ti. Viniste a esta vida con tu pieza del rompecabezas, y este mundo no estaría completo sin ti y sin tu contribución a todo el proceso cósmico. No hay nadie como tú en ninguna parte. Y en el esquema de Dios, eso es perfecto, porque tú puedes utilizar tu propia llave única para abrir la cerradura que te fue asignada justo antes de esta encarnación. Sí, tienes una misión, y sólo puedes cumplirla siendo tú mismo.
“La auto-imagen debe ser la conciencia de su Condición de Ser Sagrado”y estamos profundizando dicha conciencia a través de estos pasos “sin embargo tu singularidad como Individuo proviene de muchas vidas pasadas de experiencias “. Durante eones, hemos pulido nuestra conciencia para incluir talentos y habilidades, nuestros particulares puntos de vista sobre la vida, y nuestra propia forma de expresarnos a nosotros mismos. Hemos elegido una gran variedad de energías planetarias
para encamar, cada vez con un signo solar (expresión de la personalidad), un ascendente (el propósito del Espíritu) y una luna (que representa nuestro pasado) diferentes. No hay forma de decir cuántas veces hemos pasado por todo el zodiaco, lo que significa que nos hemos sometido a una vasta combinación de energías condicionantes.
Y después considera el hecho de que elegimos a nuestros padres en cada encarnación o consentimos en que ellos desempeñen ese papel, lo que nos sujeta a sus campos de energía y a las fuerzas gobernantes que están en juego en sus conciencias. No es de asombrarse que no haya dos de nosotros que sean iguales.
Tú dices: “pero si soy sólo yo”. Ése es el punto. ¡Tú eres tú! Y aunque quizá no sepas en este momento el significado exacto de ese hilo tuyo que ha sido tejido en la tela universal, y de qué
manera contribuye al reino, puedes estar seguro de que el Espíritu sí lo sabe.
Tendrás la oportunidad de cumplir tu misión, y no hay misiones grandes o pequeñas, así que no pienses en términos de insignificancia.
¿No es éste realmente el corazón del Código? Como escribí en la Introducción:
Lo que dice, en esencia, es: “Yo fui un ser físico, tuve personalidad, utilicé mi mente y expresé mis sentimientos todo en conjunción con el Espíritu de Dios, que son todos ustedes. Así que alcancé fuertes como una persona completa, sin disculparse por usar una capa de piel o por ser la suma total de sus experiencias. El mundo los necesita tal y como ustedes son, y sus falsas creencias serán corregidas cuando se lleven a ustedes mismos como seres completos a la conciencia espiritual”.
No tratemos de ser algo o alguien que no somos. Yo soy yo y tú eres tú, y con cada paso que damos hacia la conciencia espiritual, los pensamientos erróneos son calcinados. Mientras tanto, nos aceptamos a nosotros mismos tal como somos en este momento. Yo sé que no soy la misma persona que era hace un año, o quizá incluso hace un mes.
Siempre estamos creciendo, creciendo, y hasta que lleguemos a nuestro Destino, seamos sólo nosotros mismos.
Las entrevistas usualmente comienzan con: “Háblame de ti mismo”. Y generalmente tratamos de cubrir el terreno positivo encender sólo las luces altas y de mantener oculta esa parte de nosotros que pueda parecer poco convencional, extraña o excéntrica. Incluso en nuestras interacciones con la gente, podemos tratar de mostrar sólo nuestro lado “bueno” mientras intuimos cuál podría ser su interpretación del bien y del mal.
Pero recuerda...
Eres conciencia; por lo tanto, tienes una personalidad, como yo, que es una expresión de tu originalidad. No la niegues ni la condenes, o el mundo perderá un sabor particular en la gran
miscelánea de la vida.
Todo vuelve al concepto de ser sinceros con nosotros mismos, y a no tratar siempre de complacer a otros adhiriéndonos a sus rígidas expectativas. Jan y yo hemos sido bendecidos con amigos que son un poco excéntricos y juegan sus coloridos papeles totalmente en carácter. Son ridículamente teatrales, deliciosamente terrenales, salvajemente imaginativos en sus perspectivas de vida.
Amamos su integridad porque son siempre quienes son.
Y finalmente: “Conoce tu valía. Sé tú mismo”. Saber lo que vales y ser tú mismo van de la mano. En Living a Life of Joy [Vivir una vida de alegría], escribí: “Reconozco mi verdadera valía y no deseo ser alguien distinto a quien soy. Dios no está completo sin mí, lo que quiere decir que quien soy es la parte más importante del universo en el punto donde estoy. Medito profundamente sobre esto para entenderlo mejor”.
La valía está compuesta de tres atributos vitales. El primero es la inocencia que significa no tener culpa ni culpabilidad.
El segundo es la humildad, y el tercero es la reverencia por la vida y por todo lo que ésta involucra. Unidos en la conciencia, estos tres atributos nos llevan a un estado de valía.
Una meditación
Dios se expresa a Sí Mismo como yo, y yo vivo eternamente en Dios, con Dios, como el Espíritu de Dios. La plenitud de la Deidad habita en mí y se expresa a través de mí como
toda cosa buena y perfecta. Soy un canal para el cambio positivo en este mundo.
Reconozco mi valor como un ser individual viviendo en la tierra en este momento. Como la valía misma de Dios, soy parte del Gran Plan de la creación continua, y mi contribución
a este mundo es vitalmente importante en el esquema divino.
Equilibrado, poderoso y tranquilo, hago mi parte con amor y alegría. Estoy abierto, receptivo y sin culpa a la acción correcta, y dedicado a mi propósito en la vida. Todo lo que hago está lleno de valor y de significado. Soy merecedor porque yo sé quién soy.
John Randolph Price
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