Capitulo VII (Quinto Escrito)
TODOS LOS SUEÑOS DEBEN CESAR.
ESTOS DOS OJOS tienen que dormir porque son parte del cuerpo, y el cuerpo no tiene una energía eterna.
El cuerpo es un compuesto, no es una fuerza elemental.
En él se combinan muchas cosas. Es un mecanismo, un mecanismo biológico. Tiene que ser constantemente alimentado con energía: comida, agua, aire. Se crea la energía, se crea el combustible, y el cuerpo funciona; el cuerpo es un mecanismo. Tus ojos se cansarán porque todas las máquinas se cansan. Te sorprenderá saber que en los últimos años se ha hecho un gran descubrimiento:
se ha descubierto que las máquinas también tienen que descansar. ¡Las máquinas! Nunca te lo hubieras imaginado. Pero si conduces un automóvil durante veinte o treinta horas, el automóvil necesitará descansar. Te sorprenderá. ¿Por qué? Un coche no es una mente, un coche no es consciencia. ¿Por qué iba a necesitar descansar? Si todo funciona bien puedes continuar y continuar, sólo tienes que ir echándole combustible. Te equivocas. Ahora se han descubierto métodos para saber cuándo está cansado el automóvil. Y el automóvil está cansado porque todos los mecanismos están destinados a cansarse.
Si dejas que el automóvil descanse en el garaje durante unas horas, hay métodos que indicarán cuándo está listo para volver a moverse. Todos los mecanismos necesitan descansar.
No solamente tu cuerpo, todos los mecanismos necesitan descansar, luego vuelven a revivir.
La consciencia es lo único que no necesita descansar, porque no es un mecanismo. No necesita combustible. Es energía perpetua, es energía eterna, es energía sin causa. Siempre está ahí.
Por eso Sosan usa la palabra en singular: Si el ojo nunca duerme... Si no, habría dicho: «si los ojos». Está hablando del tercer ojo. Hasta cuando tu cuerpo duerme -¿te has fijado? (fíjate un poco, te darás cuenta)-, algo en ti se mantiene despierto. Aun cuando estés profundamente dormido, algo (puede que no tengas claro que es, pero un punto en algún lugar de ti) sigue siendo un testigo.
Por eso a la mañana siguiente puedes decir: «Esta noche he dormido estupendamente». Si realmente hubieras estado dormido, ¿quién lo habría notado? ¿Cómo ibas a saberlo, si estaba: profundamente dormido? ¿Quién lo ha estado observando para poder decir a la mañana siguiente que ha sido una noche profunda, maravillosa y sin sueños? Otros días dices que has pasado una mala noche: «He tenido tantos sueños que no he podido dormir». ¿Quién lo sabe? Alguien observa constantemente.
Es el tercer ojo que siempre está abierto; ni siquiera pestañea, nunca pestañea. No tiene párpados, nunca se cierra. Este tercer ojo es simplemente una cosa simbólica. El tercer ojo indica que en ti hay una visión eterna, una vigilancia eterna, un testigo eterno que nunca duerme. Y como nunca duerme, nunca sueña, porque soñar es parte del dormir. Este tercer ojo puede ver la verdad, porque no duerme y no sueña. Tienes que buscar dentro de ti ese lugar que nunca duerme. De eso se trata toda la búsqueda, todo el esfuerzo del buscador. La verdad no es algo que esté en el exterior.
La cuestión radica en encontrar o en cómo buscar dentro de ti ese lugar que nunca duerme, que nunca esta inconsciente, que siempre está despierto, alerta, consciente. Eso es el rayo de Dios en tu interior. Y una vez que encuentras el rayo de la constante observación, siguiéndolo puedes viajar hasta su mismo origen.
Y ese origen es Dios. Si puedes atrapar un rayo puedes llegar hasta el Sol, hasta su mismo origen. Sólo tienes que viajar esa distancia; eso se convierte en tu sendero, tu camino. Encontrando un testigo interno, has encontrado el camino. Entonces cada vez más y más y más y más, conviértete en esa consciencia.
Deja que toda tu energía entre en esa consciencia. Y cuanto más consciente te vas haciendo, menos sueñas..., menos..., menos...
Y llega un momento en el que, de repente, tú eres solamente el testigo, y la mente ha desaparecido. Toda la energía de la mente se ha disuelto en el tercer ojo. Los dos ojos han desaparecido, ahora eres sólo un testigo. Ese ser que atestigua es el lugar desde donde el mundo desaparece y lo Divino se revela.
Si el ojo nunca duerme, todos los sueños cesarán naturalmente.
Si la mente no hace discriminaciones, las diez mil cosas son como son: de la misma esencia. Y cuando tú eres uno... Recuerda, en este momento tú tienes dos ojos; hasta tu visión es dual.
Jesús dice a sus discípulos: «Cuando sólo tengas un ojo todo se pondrá en su sitio». En el cuerpo todo es dual: dos ojos, dos oídos, dos manos, dos piernas, dos riñones; todo es dual porque el cuerpo es una dualidad. Sólo hay una cosa en ti que no es dual, que es el ojo que atestigua. Este no es parte del cuerpo, porque en el cuerpo siempre hay dos. Todo es dual, dividido. El cuerpo existe como una polaridad entre dos. Hasta tus mentes son dos: el cerebro izquierdo y el cerebro derecho, y están divididos. Si se rompe el puente que los une, y es algo que ocurre a veces, surge la personalidad dividida.
Si por ejemplo, alguien se cae del tren y se rompe el puente que une la parte izquierda y la derecha del cerebro, entonces esa persona se convertirá en dos, entonces dejará de ser una. Unas veces será A, otras B y a veces ambas a la vez. Y no podrás entender lo que hace, lo que está ocurriendo. Estará dividido.
Las personas diestras desarrollan su cerebro izquierdo; las personas zurdas desarrollan su cerebro derecho. Así que si se obliga a una persona zurda a hacer las cosas con la mano derecha se le estarán creando dificultades innecesariamente, porque su cerebro izquierdo no está desarrollado en absoluto. Así que él escribirá... Inténtalo. Algunos de vosotros tenéis que ser zurdos por que el diez por ciento de las personas son zurdas, lo sepan o no. Debido a la dominación de los diestros en el mundo, debido a que son el noventa por ciento, constantemente se está obligando a muchos niños a escribir con la mano derecha. Sufren innecesariamente; toda su vida serán unos imbéciles sólo por haberles obligado.
No pueden competir con los diestros. Su cerebro izquierdo no funciona bien, así que si es el que usan tendrán dificultades.
Si eres una persona diestra, intenta escribir con la mano izquierda. Escribirás como un niño pequeño. ¿Por qué? Porque esta parte es como un niño pequeño, no está desarrollada. Hasta el cerebro está dividido, todo en el cuerpo está dividido. Lo único que es uno es el tercer ojo; el testigo. Él es uno. Si quieres ser uno en tu interior, busca el punto de la consciencia que observa. Al caminar, observa. Al comer, observa. Al irte a dormir, duérmete observando lo que ocurre. Tarde o temprano, un día, de repente, te darás cuenta de que el cuerpo se ha dormido pero tú todavía estás observando.
El cuerpo se está durmiendo, poco a poco, casi cayendo en una muerte, pero tú todavía estás observando. Entonces verás cómo los sueños de la mente se caen por sí solos, desaparecen.
Estás todavía observando; y de repente estás iluminado; has llegado al testigo. Al atestiguar, los sueños desaparecen; y con los sueños, todas las ilusiones, el maya. Y entonces ves que todo forma parte de la esencia única. Los árboles pueden ser diferentes en la forma, pero lo que no tiene forma en su interior es el uno. La roca es una con el árbol, el árbol es uno con la estrella, y la estrella es una contigo. Todo está unido. Ahora ves solamente formas, porque con la mente sólo se pueden ver formas. Con la no-mente puede verse lo que no tiene forma. Cuando ves lo que no tiene forma, el mundo entero es como un océano, y todas las formas son solamente olas.
Y en todas las olas ondea el océano; el uno. De momento, todo es múltiple. No es que las cosas sean múltiples, son así porque tú estás dividido en tu interior. Por eso parecen ser múltiples.
Es exactamente igual que cuando rompes un espejo: se parte en muchos fragmentos. En cada fragmento se refleja tu cara, y ves muchas caras. Tú estás ahí, eres uno, pero el espejo está roto; ves muchas caras.
He oído una vieja historia: Un rey construyó un palacio. Todo el palacio estaba construido con pequeños espejos, millones de espejos. Entrabas en el palacio y te veías a ti mismo reflejado en un millón de formas, millones de rostros a tu alrededor. Tú eres uno, pero los espejos son muchos.
Una vez ocurrió que un perro entró en el palacio y se encontró en un gran problema, porque miraba y se asustaba. Comenzó a ladrar y todos los millones de perros a su alrededor comenzaron a ladrar. El perro pensó: «No tengo escapatoria. No se trata de un solo enemigo: ¡hay millones de perros y todos ellos peligrosos!». Tratando de defenderse saltó sobre ellos. Se estrelló contra la pared y se mató. Esto es lo que te ha ocurrido a ti, esto es lo que le está ocurriendo a todo el mundo. La verdad es una, pero la mente tiene muchos fragmentos. Todo queda dividido y entonces te asustas (hay enemigos por todas partes. Entonces ladras, empiezas a luchar, te pones agresivo, intentas defenderte) innecesariamente, porque nadie te está atacando. Te vuelves paranoico.
Estrellas tu ser contra tu propia ilusión y te matas.
Vives en sufrimiento, mueres en sufrimiento. Hazte uno en tu interior y de repente todo se vuelve uno en lo exterior.
El Universo es como tú eres; si tú estás dividido, el Universo está dividido; si tu no estás dividido, el Universo no está dividido. ...
Las diez mil cosas son como son: de la misma esencia. Entender el misterio de la única esencia es liberarse de todos los enredos. Cuando todas las cosas se ven por igual, se alcanza la esencia intemporal del Ser. Ninguna comparación o analogía es posible en este estado sin causas ni relaciones.
POR ESO no se puede decir nada acerca de esta suprema iluminación; porque es una, y las palabras son para la dualidad. Puedes decir algo, pero lo que sea que digas no será correcto porque estará en un nivel diferente, en una dimensión diferente.
Se acercaban las Navidades y un magnate, un hombre muy rico, preguntó a su hijo: «¿Qué te gustaría que te regalase por Navidad, qué quieres?». El niño contestó: «Un hermanito». El magnate dijo: «Pero no tengo suficiente tiempo para eso. Sólo quedan dos semanas». A lo que el niño contestó: «¿Y qué? Pues pon más hombres a trabajar en ello».
Él siempre había oído que si había que terminar un trabajo, había que poner más hombres a trabajar. «Así que, ¿qué problema hay? ¿No puedes poner más gente a trabajar?» Y es muy difícil decirle a un niño que lo que está diciendo no tiene sentido; él está siendo absolutamente lógico. Esa es la situación. Tú conoces el mundo de lo múltiple. El niño conoce el mundo de los trabajos en torno a la casa, pues está ocurriendo todos los días. Y un padre rico siempre está poniendo muchos hombres a la tarea y acabándolo todo deprisa. Él conoce este lenguaje pero no conoce el misterio de cómo nacen los niños. «¡Pon más hombres a trabajar en ello!»
Está siendo lógico y es difícil hacerle entender a no ser que crezca, que crezca en comprensión. Tú conoces el lenguaje de la dualidad, el lenguaje de este mundo. Es imposible decirte nada acerca de la única esencia. Lo que sea que se diga será mal entendido, será mal interpretado; a no ser que crezcas. Ese es el problema.
Muchas veces se acercan personas a preguntarme. Sus preguntas son relevantes, pero no las puedo contestar porque la respuesta sólo puede ser posible cuando ellos crezcan. Pero ellos piensan: «Preguntas y tiene que haber una respuesta, automáticamente». Piensan: «Con preguntar, con formular la pregunta es suficiente; ¡ahora dame la respuesta». Pero hay respuestas que sólo te pueden ser dadas cuando crezcas.
El problema es el siguiente: cuando creces no hay necesidad de contestarlas, simplemente las entiendes.
¿Habrá alguna necesidad de explicarle al niño cuando crezca que lo que dijo era una tontería? Se reirá y dirá: «Sí, entiendo.
No es cuestión de poner más hombres a trabajar. No se trata de un trabajo». Cuando creces, entiendes; pero preguntáis cuando sois como niños. Y creéis que vuestra pregunta es correcta y que hay que darle una respuesta. No se te puede decir nada de la verdad, y todo lo que se dice es siempre aproximado. Y recuerda, no existe cosa tal como la verdad aproximada. O es verdad o no es verdad. Por eso lo que sea que se diga no tendrá sentido. Cuando sepas te reirás.
Pero no hay otra forma, no se puede hacer otra cosa. Así que todas las enseñanzas de Sosan, de Buda o de quien sea son sólo para atraerte hacia un crecimiento. Lo que dicen no es muy importante. Si te interesas y empiezas a crecer y a moverte en una dimensión acerca de la que no sabes nada, han dado en el clavo.
Entender el misterio de la única esencia es liberarse de todos los enredos. Cuando todas las cosas se ven por igual, se alcanza la esencia intemporal del Ser. Ninguna comparación o analogía es posible en este estado sin causas ni relaciones. No hay causa para lo supremo, porque ¿de dónde va a salir la causa? Lo supremo es el todo. Lo supremo no está relacionado, porque ¿con quién se va a relacionar? Está solo. ¿Qué hacer entonces? ¿Qué decir? Si algo está relacionado, se puede decir algo acerca de ello; si algo tiene causa, entonces se puede decir algo acerca de ello, porque participan al menos dos. El lenguaje es posible si hay dos. Si sólo hay uno, el lenguaje se vuelve absolutamente absurdo. ¿Qué hacer con este uno sin causa? Sólo se puede hacer una cosa: encontrar en el interior algo que no tenga causa. Encuentra algo en ti que sea uno y estarás en el camino correcto. No te preocupes por las filosofías, no entres en argumentaciones de un tipo u otro.
Hay millones de argumentos, y cada argumento se convierte en un enredo, cada filosofía se convierte en una nueva prisión.
No te preocupes por las filosofías, las doctrinas o las escrituras. Haz simplemente una cosa: encuentra en tu interior algo que no tenga causa, encuentra en tu interior algo que sea uno (y eso es lo mismo, porque el uno es lo único que puede existir sin causa).
Y una vez que encuentras en tu interior un pequeño vislumbre de lo que no tiene causa, del uno, has encontrado el sendero.
Ahora la meta no está muy lejos. Ahora no necesitas hacer nada. Ahora la meta te atrae como la gravedad; ahora eres atraído hacia ello como si fuera un imán. Ahora has entrado en el campo de acción del imán. Sólo tienes que hacer una cosa: entrar en ello. Entonces el centro te atraerá, entonces no se necesita ningún esfuerzo. El único esfuerzo es cómo ponerte en contacto con tu propia energía vital. Ese contacto se ha perdido, está roto.
Estás muy cerca, pero en estar muy cerca también hay una distancia. Un pequeño giro, una mirada atrás y las cosas empiezan a cambiar. Cuando ocurra te reirás: «¿Por qué era tan difícil?».
Pero si no ocurre es difícil. ¿Por qué la gente como Sosan sigue diciendo que puede ocurrir ahora mismo, de una vez, inmediatamente? Intenta encontrar en tu interior algo que no tenga causa. ¿Cómo puedes hacerlo? Inténtalo conmigo; encuentra algo que permanezca inmutable en tu interior.
Te levantas por la mañana, trabajas todo el día (millones de ocupaciones, reuniones, relaciones). Todo cambia, muchos estados de ánimo vienen y van; a veces te sientes enfadado y a veces feliz, a veces triste y a veces alegre, a veces positivo y a veces negativo. Todo cambia; como el tiempo, todo cambia.
Por el día estás despierto y por la noche te vas a dormir. Por el día piensas y por la noche sueñas. Todo continúa como un flujo. Encuentra algo en todo este flujo que permanezca igual...: eso es atestiguar. Por la noche observas los sueños: los sueños cambian, pero el testigo, el atestiguar, permanece igual. Por el día observas los estado de ánimo: la tristeza, la ira, la felicidad. Los estados de ánimo cambian, pero el atestiguar sigue igual.
Si estás sano, atestiguas la salud; si estás enfermo, atestiguas la enfermedad. Si eres rico, atestiguas la riqueza; si eres pobre, atestiguas la pobreza. (Una cosa permanece siempre igual, el atestiguar. Y todo lo demás tiene una causa. El atestiguar no tiene causa. Alguien dice algo, te elogia y te sientes feliz: existe una causa. Viene un amigo y te sientes feliz: existe una causa. El tiempo no es bueno y te sientes triste y deprimido: existe una causa.
El tiempo es soleado y te sientes bien, energético, activo: existe una causa. Si durante el día no has comido, por la noche sueñas que comes cosas deliciosas: existe una causa. Observa las cosas que te ocurren. ¿Tienen una causa? Si la tienen, no te preocupes mucho por ellas; pertenecen al mundo de las ilusiones. Estás en busca de lo que no tiene causa. Descubrirás que el atestiguar es lo único que no tiene causa; nadie lo causa.
Por eso los Budas dicen que un Maestro sólo puede mostrarte el camino. No puede causar ninguna transformación, porque todo consiste en buscar lo que no tiene causa, así que ¿cómo va a causarlo un Maestro? Nadie puede causarlo. Solamente puede mostrarte el camino; tú eres quien tiene que andarlo. Ningún Buda puede transformarte. Si un buda pudiera transformarte, esa transformación también sería parte del mundo ilusorio, porque de nuevo tú tendrías una causa. Si vienes a mí y te sientes feliz, ese sentimiento tiene una causa. Si te alejas de mí y te sientes infeliz, ese sentimiento tiene una causa.
Sólo observa: la felicidad, la infelicidad, la tristeza, la alegría..., vienen y van, son mendigos a tu alrededor. El atestiguar permanece como el mismísimo centro, sin causa, inmutable, uno.
Encuentra eso dentro de ti y todo se vuelve claro. Cuando estás claro en tu interior, todo es transparente. La verdad está por todas partes, solamente tienes que volverte uno. Considera inmóvil el movimiento y en movimiento lo inmóvil, y ambos, estado de movimiento y estado de reposo, desaparecen.
Cuando tales dualidades dejan de existir la propia Unidad no puede existir. Ninguna ley o descripción es aplicable a esta finalidad suprema. Para la mente unificada, en armonía con el Camino, cesan todos los esfuerzos enfocados hacia uno mismo. Las dudas y las vacilaciones se desvanecen, y vivir en la fe verdadera se vuelve posible. De un solo golpe somos liberados del cautiverio; nada se aferra a nosotros y nosotros no nos aferramos a nada. Todo está vacío, claro, autoiluminado, sin el empleo del poder de la mente. Aquí, el pensamiento, el sentimiento, el conocimiento y la imaginación no tienen ningún valor.
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