EL SENDERO DEL MAGO:LECCIÓN 14
Los magos no sufren ante una perdida porque sólo lo irreal puede perderse. Aun que perdamos todo, lo real seguirá existiendo.
En medio de los escombros de la devastación y el desastre, hay tesoros ocultos. Cuando busques entre las cenizas, mira bien. Como todos los niños, un día Arturo descubrió la muerte.
Tenía cuatro o cinco años cuando Merlín lo encontró acurrucado en el bosque mirando atentamente una pila de plumas grises, restos de lo que fuera una golondrina. “¿Qué le pasó?”, preguntó el niño. “Eso depende”, replicó Merlín. “¿De qué?”
“De la manera como veas las cosas. La mayoría de los mortales dirían que es un pájaro muerto. Cuando dicen ‘muerto’ se refieren a que su vida se ha destruido.
Sin embargo, los mortales más sabios miran más a fondo. Reconocen que la muerte no es más que una reorganización.
La materia de la cual estaba hecho el pájaro regresa a la tierra para mezclarse con los elementos que le dieron nacimiento”.
El muchacho caviló durante un momento. “¿Por qué me siento atemorizado al ver esto?” “A causa de la memoria.
Aunque lo sepas o no, te has formado ideas sobre la muerte desde que eras un bebé, y a medida que éstas se desenvuelven recuerdas el temor y el dolor asociados con esos recuerdos”.
El niño era muy joven para comprender lo que Merlín decía y, como la mayoría de los niños, dejó de formular las preguntas verdaderamente profundas.
Las explicaciones de Merlín le bastaron por varios años, hasta cuando se dio cuenta de que la muerte también podía sucederle a él y no solamente a los animales.
“Creo”, dijo Arturo cuando tenía doce años, “que cada vez le tendré más y más temor a la muerte”. Merlín asintió.
“A medida que tu experiencia del mundo sea mayor, los recuerdos te asaltarán con más y más fuerza. Pero hay algo más.
Los mortales le temen a la muerte porque sienten miedo de perder sus posesiones. Cuando ves un animal muerto, no puedes saber cuál es la parte de él que se ha ido.
Después del último aliento, el cuerpo pesa lo mismo; las células son las mismas. Lo único que falta es el aliento, y lo que sea que esté más allá de él.
“Pero los mortales tienen casas con cosas dentro de ellas.
Tienen familias y experiencias atesoradas.
La idea de perder todo eso les produce un temor enorme.
Pero te diré un secreto. Nada muere en el momento de la muerte. La muerte es un comienzo, no un final.
Cuando los mortales le tienen miedo, lo único que hacen es aferrarse a sus recuerdos.
Acepta el punto de vista del mago y abre tus brazos a todas las pérdidas, incluso a la pérdida última de la muerte”.
“Trataré de hacerlo”, dijo Arturo no muy convencido.
“Pero la verdad es que hay muchas cosas que no deseo perder”. “Entonces despréndete un poco de ellas y recuerda:
Todo aquello a lo cual te aferras está muerto, porque está en el pasado. Muere a todos los momentos y descubrirás la puerta hacia la vida eterna”.
Para Comprender la Lección.
En un mundo de cambio debe haber pérdidas y ganancias.
Aunque para el ego las ganancias son buenas y las pérdidas malas, para la naturaleza no hay diferencia.
Siempre que hay creación, es preciso que haya destrucción.
“A ustedes los mortales les encantaría abolir la muerte”, dijo Merlín, “sin pensar en que el mundo se apiñaría de personas, animales y plantas.
El bosque no tardaría en sucumbir bajo su propia fuerza vital, los mares rebosarían de criaturas luchando por espacio y aire, y la delicada hermosura del equilibrio de la naturaleza desaparecería”. El ciclo del nacimiento y la muerte se convierte en asunto de temor y lucha solamente en la medida en que se personaliza.
Tras toda una vida de lucha para evitar las pérdidas, para el ego la muerte es la derrota definitiva.
Para la mayoría de la gente, la muerte es demasiado abrumadora como para poder enfrentarla; es el tema que entierran en el subconsciente y niegan todos los días de la vida.
Otros deciden intelectualizar negación y convierten a la muerte en un misterio metafísico sobre el cual pueden reflexionar desde una distancia emocional segura.
Los magos dicen que es imposible conocer la muerte pero por una razón diferente: porque la experiencia normal, y con ella nuestra forma normal de saber, se suspenden en el momento de la muerte. La experiencia normal está orientada hacia aquello que podemos ver, oír, tocar, oler y degustar.
A esto se agregan el pensamiento y la emoción.
Morir significa desprenderse de los sentidos, dejar atrás el mundo material y dirigirse hacia una nueva forma de percepción.
“Si sólo supieras que yo ya estoy muerto”, dijo Merlín.
“Eso no me parece posible”, protestó Arturo.
“Para mí, estar vivo significa comer, beber, dormir y tener vivencias. ¿Acaso no haces tú todo eso, al igual que yo?”
Merlín sacudió la cabeza. «¿Por qué piensas que la vida y la muerte no pueden coexistir?
Al mismo tiempo que hago todas esas cosas que mencionas, también estoy en un estado de sabiduría, consciente de mi mismo simplemente como yo mismo, sin pensar jamás en nacer o morir. Descubrir ese estado es lo que la muerte nos permite hacer.
Si tienes la fortuna de descubrirlo oportunamente, antes de abandonar tu cuerpo, mucho mejor”.
«Tienes suerte de no tener que temer más a la muerte”, anotó Arturo. “Cierto, pero tomé una decisión que la mayoría de los mortales evitarían. Decidí perseguir a la muerte y abrazarla como a un ser querido, mientras que ustedes huyen constantemente de ella, como si fuera un demonio.
La muerte es muy sensible y, si la demonizan, permanece distante y se guarda sus secretos. De hecho, todo aquello que temes acerca de la muerte es reflejo de tu propia ignorancia.
Sencillamente temes lo que desconoces por completo”.
Para Vivir la Lección.
La muerte es un suceso definitivo, pero antes de ocurrir deja muchas otras pérdidas de menor cuantía.
Si nos tomáramos un momento para pensar en ello, veríamos el patrón de pérdida y ganancia que atraviesa toda nuestra vida. Cuando ocurren, las pérdidas parecen dolorosas, y el ego reacciona inevitablemente ante ellas deseando aferrarse.
Sin embargo, el paso de la infancia a la adolescencia es una pérdida desde un punto de vista pero una ganancia desde otro; contraer matrimonio representa la pérdida de la soltería y la ganancia de un compañero.
La pérdida y la ganancia son dos caras de la misma cosa.
Lo único que produce ganancia absoluta en la vida es la ganancia de la consciencia, que es de lo que se trata esta búsqueda.
¿Alguna vez se te ha ocurrido que no puedes perder nada, porque nunca tuviste nada en realidad?”, preguntó Merlín. “Lo único que has tenido realmente es a ti mismo.
Ese yo puede pasar un tiempo en una casa o en un empleo, en presencia de ciertas cosas o con cierta cantidad de dinero, pero con el tiempo todo eso cambia.
Entonces lo único que queda es un recuerdo, una imagen, un concepto. Ninguno de ellos es real; son invenciones de la mente. Los pensamientos son como los invitados: llegan y se van mientras tú permaneces.
Piensa en los objetos y en las posesiones de igual manera.
Todos van y vienen y sólo tú permaneces”.
La vida está llena de adversidades, grandes o pequeñas.
El ego se ha echado sobre los hombros la carga de proteger la vida. Nos defiende de la pérdida y el desastre y mantiene a raya el concepto de la muerte durante el mayor tiempo posible.
Pero el mago acoge toda pérdida o adversidad por las siguientes razones, las cuales podemos aplicar en nuestra vida: todo lo que existe en la creación está hecho de energía.
Una vez creada, cualquier forma de energía debe mantenerse durante cierto tiempo. Después de un período de estabilidad, la fuerza vital desea traer algo nuevo a escena.
A fin de hacerlo, es necesario disolver esos patrones viejos y desgastados.
Esta disolución ocurre en nombre de la vida, porque sólo la vida nos rodea. Sin embargo, el ego se aferra a ciertas formas de energía que no desea que se disuelvan jamás.
Una suma de dinero, una casa, una relación, un gobierno — a su manera, todas ellas son formas de energía a las cuales tratamos de proteger contra el paso del tiempo.
La gente lucha hasta la muerte, como dice el adagio, lo cual significa que está dispuesta a defender algo hasta cuando no quede otra alternativa que la disolución.
La verdad es que esas luchas son innecesarias.
No se puede luchar para que una rosa florezca.
No se puede luchar para que un embrión se convierta en bebé — sencillamente lo hace, siguiendo su propio ritmo.
Aunque el ego acepta fácilmente estos hechos acerca de la rosa y el bebé, no logra hacerlo con respecto al dinero, las casas, las relaciones y otras cosas a las cuales se apega.
Pero el mago reconoce que las mismas leyes universales lo gobiernan todo en la vida.
Después de todo, nuestro ego no tuvo que librar una batalla para traernos a este mundo. La lucha del ego es una forma de oposición a la vida, porque pretende imponer una vida artificial.
“La naturaleza retira las cosas por una buena razón y a su debido tiempo”, dijo Merlín. “Si deseas tener flores fuera de temporada, puedes bordar unas que duren para siempre.
Sin embargo, ¿quién podría decir que esas flores en realidad están vivas?” Asimismo, cada vez que sentimos la necesidad de controlar y luchar, de retener a las personas, al dinero o a las cosas cuando se van, estamos contrariando la fuerza universal que mantiene todo en equilibrio.
“Deberás aprender a confiar para poder renunciar al control.
Tu condicionamiento te lleva a desconfiar, porque ustedes los mortales desean desesperadamente creer que son inmunes a los ciclos de la naturaleza”, dijo en tono divertido Merlín.
“Aunque sus cuerpos nacen, envejecen y mueren, ustedes sueñan con dejar edificaciones y estatuas inmortales, una reputación y cofres atestados de riquezas.
Haz lo que desees, pero si quieres escapar del dolor y de la muerte, primero debes escapar del engaño que te hace creer que estás por encima de la naturaleza”.
Cuando logramos comenzar a ver las semillas de la oportunidad en los escombros del desastre, la confianza empieza a crecer.
La confianza viene por etapas. Primero debemos ver que las nociones del ego acerca de la pérdida son falsas.
“El dolor no es la verdad”, dijo Merlín. “Es aquello por lo cual los mortales pasan para encontrar la verdad”.
En segundo lugar, debemos buscar la otra cara del desastre o la pérdida, la semilla minúscula de lo nuevo que desea nacer. “Cuando busques entre las cenizas”, aconsejó Merlín, “mira bien”. En tercer lugar, debemos reemplazar los lamentos y las culpas por el conocimiento sosegado y seguro de que estamos protegidos en el plan de la naturaleza.
Lo que sea que hayamos perdido es temporal e irreal — debía marcharse, no porque la naturaleza sea cruel e indiferente, sino porque cada paso que damos hacia lo real es precioso.
Bajo esta nueva luz comenzaremos a ver que la pérdida y la ganancia son solamente una máscara. Debajo se encuentra la luz constante de lo eterno, la cual brilla a través de todo, tejiendo la unidad a partir del caos.
Deepak Chopra