martes, 14 de junio de 2016

LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) carta-10





Maestría en Felicidad: Claves y enseñanzas para recorrer el camino de la vida plena (Chamalú) Carta-10


La tranquilidad no duró mucho, el progreso progresa solo con independencia de la vida y su calidad. 
Aún existe en mi memoria el bosque donde crecí corriendo tras mariposas y coleccionando las blancas flores de un cactus, que se preparaba durante varias semanas para desplegar todo su esplendor un día, un solo día, esa fue mi primera lección para vivir el presente, único escenario donde ocurre la vida y sus milagros. 
Quedé con ella en reunirme más tarde, no somos amigos íntimos, pero hemos entrelazado una profunda amistad. 
Verla me recuerda otro tiempo, su ropa deja escapar caudales de erotismo mal disimulado. 
Pedí un té de hierbas, ella una cerveza, abandonó el protocolo, desató sus lágrimas, por un momento pensé que yo era la persona equivocada. En pleno pensamiento, un niño, inaugurando sus primeros pasos, terminó en sus piernas, manchando las medias que pigmentaban su piel del color deseado. 
Creí haber visto a ese niño en un sueño pasado; quizá la vida es solo un sueño que soñamos, quizá nos enseñan todo menos lo único que tendríamos que saber: aprender a vivir. Alguien dijo, ese día, al salir del restaurante donde dialogaba con mi amiga: «El mundo se está calentando». Al despedirme de ella, esa frase quedó conmigo. ¿El mundo se calienta por iniciativa propia? Parece erróneo hablar así. Millones de chimeneas y escapes, miles de contaminantes enviados a la atmósfera. 
Hace mucho que no me había sentido tan intranquilo, en verdad, estamos serruchando la rama en la que estamos sentados como humanidad. Recuerdo un viaje en el que quedé conmocionado al dialogar con un científico octogenario que llevaba cincuenta años midiendo unos glaciares en Alaska. 
Su retroceso le preocupaba inmensamente. 
Él miraba con temor el futuro, sentía el olor a destrucción que se avecinaba si los estilos de vida contemporáneos no se
modificaban drásticamente. 
Recuerdo cuando viajé por África, cientos de kilómetros de erosión, contexto óptimo para hambrunas, incrementadas por la cíclica aparición de plagas. Todo esto denuncia un paradigma antiecológico, antisaludable y antihumano. Vivir sin aprender a vivir, siembra muerte y patrocina holocaustos. 
Vivir sin reverencia hacia la Madre Tierra significa quedar huérfanos de su energía protectora, sanadora y purificadora. Comencemos aceptando que somos hijos de la Tierra, que ella es simultáneamente nuestra casa y nuestra madre, que la vida no está detenida en el tiempo ni colgada en el vacío, que dependemos de ella para permanecer en este plano. 
Danzan los rayos, se multiplican los desastres naturales, el holocausto parece ser para algunos la terapia necesaria, mientras el presente permanece desolado y el futuro teme morir envenenado. Y mientras el río fluye entubado hasta morir intoxicado, mientras la selva se convierte en un lejano recuerdo, mientras muchas especies animales se extinguen, la salud se arrastra por el suelo sin comprender esa extraña ecuación que concluye destruyendo toda forma de vida sobre la Tierra.
¿Te imaginas continuar destruyendo el único lugar que tenemos para vivir? Contemplo el otoño, crece mi incertidumbre, evoco el paisaje donde crecí, aparecen encarnizados recuerdos, tendré que sobrevivir al ecocidio, hablo conmigo mismo, me parece casi insoportable la ausencia del pájaro que con su canto cada mañana inaugura mi día. 
Me produce un extraño dolor el punto de irremediable destrucción al que estamos llegando con fervor. Me recuesto sobre la tierra, entonces aparece el abuelo, el primer anciano de sabiduría que conocí y mientras degustamos uvas sembradas por él mismo, revisamos sus mejores enseñanzas. 
Deja que tus pies entren en contacto directo con la piel de la Madre Tierra. Esa práctica simple puede mejorar la circulación sanguínea y con ello la oxigenación y purificación del cuerpo. Caminar descalzo es poderosa práctica sanadora, al igual que la respiración consciente, que te permite darte cuenta de que estás vivo, que eres parte de un ecosistema que posee inteligencia propia para autorregularse, a condición de que no se le interfiera. ¿Ya abrazaste un árbol? ¿Te sentaste a sus pies, apoyando tu árbol vertebral al tronco, posibilitando de esa manera un momento energizador poderoso? El conocimiento que posibilita el reencuentro del hombre con la sabiduría ancestral requiere salir de la niebla de la ignorancia inducida. 
Mientras te escribo esta carta, comienza la lluvia; si el clima lo permite, cúrate del miedo al qué dirán, vive con la intensidad de quien sabe que está de paso y danza bajo la lluvia. No se trata de un baño higiénico, no se trata de hacer algo en el nivel visible, sino de una purificación energética, invisible a los ojos; se trata de ampliar la libertad y sentir nítidamente el sabor del saber, la fragancia de la vida. 
Cuando arde la ignorancia, que es totalmente combustible, se rehabilita la felicidad y la posibilidad de ser tú mismo, pero tu mejor versión. Toda persona que se respete deberá reencontrarse con la vida en todas sus expresiones. 
Desde la ventana del presente podrá ver que habitar esta existencia incluye un constante diálogo con el mundo mineral, vegetal y animal, océano de energía donde un día fuimos arrojados, para explorar en todas sus posibilidades esa aventura llamada vida, escenario natural para otorgar continuidad a la historia evolucionaria de la que somos parte. 
El mundo mineral vive su propio tiempo. Su lento metabolismo simula ausencia de vida. Sucede que las piedras pueden curarte y la tierra hablarte, que la materia, como sombra de la energía que es, porta y transporta viejas novedades. 
Ellas viven más tiempo que nosotros; acostúmbrate a aprender de su silencio y que su voluntad pétrea inspire en ti una racha de iniciativa pedagógica. Aprender de las montañas y de la Madre Tierra, convierte a la vida en una escuela. Las raíces, que un día dialogarán con nuestros minerales, son otra aula donde podemos aprender mensajes de otros tiempos, cuentos que son ciertos pero no en esta realidad. La personalidad de los árboles, su extensa salud, su memoria laminada, su esencia convertida en enseñanza, son valiosa compañía. Desde el presente que te corresponde, acostúmbrate a vivir en la pedagogía de la Madre Tierra, permanece cerca al único planeta que tienes para habitar, camina con reverencia, atento para que tus pasos no devengan en agravio ni tu estilo de vida en agresión. Desentierra tu sensibilidad y reencuéntrate también con el mundo animal, que es parte de la familia grande, esa red de energía protectora que no admite protocolos metafísicos: conectarse con el mundo vegetal y animal solo requiere de una alta dosis de inocencia. La salud es otra beneficiaria directa del contacto con la naturaleza. 
Pierde el miedo, descarta el prejuicio, camina descalzo, baila bajo la lluvia, saborea amaneceres, colecciona arcoíris, usa el pasaporte de la humildad y la credencial de la reverencia, y cuando profundices la experiencia, acumulando un profundo silencio, viaja hasta el corazón de la Madre Tierra y constata que ella eres tú, que todo es uno y todo está vivo. 
Participa en la vida sin dejar de contemplarla, enarbola lo sagrado que inaugura lo mágico, instala tus otros cuerpos en el edificio multidimensional de esta existencia. Es curvo el planeta y está bordado en el exterior con hilos del tiempo que nos hablan de la eternidad. La vida es una cinta mágica que nos conecta al paraíso, que es un estado superior de conciencia. 
Cada planta, cada animal, cada piedra, son un mensaje para el alma despierta y la conciencia sensible. En cada parte de la naturaleza está escrito un secreto que tu espíritu un día tendrá que develar. Permanecer cerca de la Madre Tierra, escuchar su canto, recibir su terapia, sintonizar el silencio, inaugurar el ritual, son pasos necesarios para descubrir nuestro propósito en la Tierra. La felicidad será la consecuencia de haber iniciado esta sagrada caminata. La próxima carta retorna a lo humano y a la necesidad que tiene cada persona de aprender a triunfar en la vida. El emprendedor existencial será el eje temático que nos reunirá en la próxima cita, a la cual no precisas ser invitado.
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LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) carta-9ª

Maestría en Felicidad: Claves y enseñanzas para recorrer el camino de la vida plena (Chamalú) Carta-9


Carta-9
Esta noche, después de varios intervalos de silencio, el parpadeo de la oscuridad y un persistente maullido constituyeron el contexto de esta carta. 
Exhalé con lentitud, mi tiempo siempre esta ahí, pero no es el mismo. 
Se enlentece cuando hay peligro, se acelera cuando disfruto; es una red transparente que se tejió en varios espacios. 
La vida descansa en su regazo, el silencio, callado como siempre, parece esperar sin prisa que el transeúnte de esta experiencia, aunque sea por un momento, abandone sus cavilaciones y le sintonice. 
Meditar es detener la ciudad y, simultáneamente, mutilar el ruido, dar un portazo en la cara al estrés, desconectar las alarmas para dejar de estar al ataque o a la defensiva. 
No más supervivencia. Comienza a saborear la vida desde el sabor que otorga el silencio. 
La vida se ha detenido, algún pensamiento periférico se mueve en su rebeldía, se encienden más luces en la ciudad, bailan las sombras con el paso de los autos, desde la ventana vecina percibo la silueta de una persona que permanece hipnotizada ante una falsa ventana de luz azulada. 
No puedo comprender cómo tanta gente amobló su infelicidad y se acostumbró a vivir mal. Estaba allí el egoísmo cuando observé con atención al vecino. 
La envidia, procedente de un pariente, también estaba presente. La soberbia había construido al lado un castillo desde el cual observaba a todos, viéndolos pequeños. 
Intenté comprender por qué la vida había llegado a tal nivel de inhumanidad. No recuerdo haber visto últimamente al amor caminando por las calles del presente. 
Se notaba también la ausencia de la felicidad, en cambio, las menudencias que fabrican malestares abundaban por todas partes. Avanza la noche, el gato se aproxima, salta a la silla, su motor permanece encendido, contemplo mi agenda, encuentro la hora marcada para mi meditación. 
Comenzar el día meditando es una excelente decisión que garantiza la purificación de hoy. Habiendo cerrado el círculo del día que concluyó, extraída la enseñanza en la reflexión previa al descanso, la meditación matinal otorga el contexto ideal para elegir el día que queremos, más aun si visualizamos lo anhelado y le otorgamos categoría de real, incluso antes de que sea tangible. 
Como militante de una espiritualidad existencial, quiero compartir contigo mi enfoque de la meditación. 
Mucho se ha hablado al respecto. Desde Oriente, nos han inundado con explicaciones rimbombantes de lo que es la meditación, volviéndola inalcanzable, reservada para iluminados. Parafraseando a Lao Tze, podríamos decir que meditación que pueda ser definida no es meditación. 
No intentaré definir la meditación, no es necesario, quizá solo baste con comprender la importancia de su práctica diaria. Meditar para nosotros es convertirse en lo que haces. 
Si contemplas el mar, cómodamente sentado en la arena, tu meditación habrá comenzado cuando, abolida la separación entre el observador y lo observado, comienzas a saborear la unicidad. Suprimida la dicotomía, el resto es esa unidad superior a la que solo se accede desde otro nivel de conciencia, que emerge de un contexto meditativo. 
Si quieres aprender a meditar, primero olvida todo lo que escuchaste al respecto, porque explicar la meditación equivale a explicar el sabor de la sed. Comienza a meditar haciendo algo que amas. Podrías cantar o danzar, hacer el amor o nadar. Elegida la actividad meditativa, desconecta toda posible interferencia, apaga el computador y el teléfono, asegúrate de no ser interrumpido y a continuación limítate a hacer lo que decidiste hacer, hacerlo por el placer de hacerlo. 
Cuando juega un niño, no juega en broma, se convierte en lo que hace, inaugurando de esa manera sus primeras experiencias meditativas. Por ello, cuando se interrumpe su juego, se altera un nivel vibratorio, se le obliga quizá bruscamente a abandonar el presente, porque meditar es eso: vivir intensamente, profundamente, el presente. 
Redefinida la meditación, esta vuelve a estar al alcance de todos. Meditar es reinstalar lo sagrado en lo cotidiano, es ver la vida con otros ojos, hasta lo espiritual pasa a convertirse en algo diferente, así mismo la vida, el cuerpo y los demás, que se convierten en algo supremo. 
Meditar es instalarse mágicamente en el presente y, desde él, en la vida, abordada desde un alerta sereno, es decir, se puede vivir meditando, entonces descubrirás que la vida es una fiesta de aprendizaje y celebración.
Hay tantas formas de meditar como personas. 
Descarta las técnicas, conocerlas, incluso ser experto en algunas técnicas meditativas, no significa que sepas meditar. 
Encuentra tu manera de entrar en silencio, de convertirte en viajero de tu espacio interior. 
Cuando uno se implica profundamente en algo, se convierte en eso, entonces el resto deja de importar, por lo menos en ese momento, eso es meditación. 
Con frecuencia me preguntan qué siento cuando medito. Intentaré describirte lo que es para mi un momento meditativo, reiterándote la importancia de que encuentres tu estilo de meditar. Cuando medito, siento que mi alma se llena de luz, que camino por calles blancas, que el amor en forma de torbellino, de tornado, hace girar mis cuerpos energéticos hasta disolverlos y convertirlos en universo mismo. 
Siento que mis átomos se visten de colores, que la preocupación por lo cotidiano se duerme, que las flores del jardín de mi corazón florecen con pétalos transparentes, que las estrellas curiosas asoman a la hora vespertina, a la misma hora en que amanece la noche y se encienden las hogueras que desnudan los altares corporales y los gradúan de sagrados. 
Cuando medito, siento que todas las velas titilan en mi interior y las olas del mar se vuelven fosforescentes, que el silencio anuncia buenas nuevas y que la eternidad me abraza, me envuelve en láminas mágicas. Siento que mis pupilas devienen en cascadas de luz y que las campanas de las otras realidades me dan la bienvenida. 
Cuando medito, percibo cómo los instantes se entrelazan con hilos de seda cósmica y el silencio, convertido en rigurosa niebla, da la bienvenida a los abuelos invisibles, que me visitan por un instante sin tiempo y me entregan polvo de las estrellas, mensajes de otros tiempos y lágrimas color arcoíris, para cuando me visite la incomprensión. 
No sé si puedo poner palabras a eso que se siente cuando te arrodillas humildemente al fondo de ti mismo y desde tu corazón confiesas tu amor a la vida. 
Después de haber vivido de tantas maneras, de haber tenido miles de aprendices, quiero decirte lo que me enseñó la vida: quien no aprende a meditar, tendrá muy difícil su existencia, porque nunca llegará a conocerse profundamente, ni tendrá la capacidad de autogobernarse. 
Meditar es vivir con profundidad, es reactivar la intuición y recuperar la sensibilidad, es atravesar el infierno de la infelicidad y la ignorancia e instalarse en el paraíso, es una vacuna contra la depresión y el contexto más recomendable para inaugurar felicidades y otros despertares.
Meditar te purifica y armoniza, te facilita la fusión de lo sagrado con lo mundano, encaminando tu vida a una espiritualidad natural, donde percibirás que todo es uno y todo está vivo. Entonces, cada instante será percibido como lo que realmente es: gotas de eternidad esperando ser descubiertas. Mientras aún camino por la vida, quise compartir contigo mis más profundas sensaciones sobre la meditación. 
Mi objetivo: motivarte a entablar una profunda amistad con la meditación, que no es otra cosa que una posibilidad de tu alma para completar su historia evolucionaria, razón fundamental de tu paso por la Tierra. 
Quiero que a partir de hoy veas a la meditación como un estado alcanzable, accesible a las manos reverentes y a los pies humildes. 
Quiero proponerte en esta carta que inventes nuevas formas de meditar, que experimentes diferentes modalidades, que te enamores del silencio y te regales instantes luminosos, fruto del estar absorto, contemplando la vida y sus sorpresas. 
¿Quieres continuar caminando a mi lado? Nuestra próxima escala es la Madre Tierra y los secretos que los abuelos sabían, para beneficiarse de energía purificadora. Hasta pronto.
Chamalú.
Continua...
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LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) carta-8ª

Maestría en Felicidad: Claves y enseñanzas para recorrer el camino de la vida plena (Chamalú) Carta-8




Carta-8
Suena el teléfono, es ella, me dice que se va de viaje, agradecí su presencia, agradezco su ausencia.
Era dulce y tempestuosa, su pelo, cuidadosamente desarreglado, hablaba de su personalidad volcánica.
Solía vestir pantalones con botas hasta la rodilla y una capa transparente de timidez, estratégicamente acomodada a cada circunstancia. Con ella aprendí muchas cosas, en especial a valorar mi tiempo en soledad.
Hoy el cielo amaneció nublado, la lluvia parece estar pendiente de las nubes, la vida transcurre con insoportable normalidad. En este preciso momento, mientras alguien reza, otro hace el amor, uno se muere de cáncer o infarto, nace un niño, mientras hierve la olla que alimentará a quien otro día, más adelante, alimentará las raíces.
La vida es un brusco regalo que no adjunta un manual de funcionamiento. Por eso, tanta gente se imagina que está viviendo, cuando en realidad solo sobrevive miserablemente. Hoy comencé el día nostálgico, extrañando algo que no existe: un mundo donde la gente sea feliz y solidaria, una humanidad donde los niños aprendan el lenguaje de los árboles y las abuelas nos enseñen a dialogar con las estrellas, que pronto visitarán personalmente. Me abro paso entre la nostalgia, me observo, me siento, estoy solo. Si aprendemos a estar solos, ese tiempo se traduce de calidad de vida, porque nos induce a transitar senderos de autoconocimiento que nos forma y transforma y nos enamora de la vida, y con ello, accedemos a las claves de la magia, suprema cita que nos otorga las llaves de lo multidimensional, que también habitamos de otra manera. Te confieso que ya escribí decenas de libros, sin embargo, estas cartas que se originan en mi corazón, donde el crepúsculo tiene el color de la eternidad, me mueven y conmueven.
Por momentos los recuerdos me golpean; una parte mía, un par de pétalos quizá, se notan cansados, un instante solloza, un puñado de silencio tiene los bordes quemados por tanto pensamiento. Decido continuar escribiendo estas cartas, quizá transcribiendo mi sentir profundo, distribuyendo enseñanzas entre quienes descubrieron que trabajarse es la mejor inversión existencial posible.
Es probable que estas cartas te proporcionen más claves que todos mis libros anteriores, lo que pasa es que ahora permanezco sigiloso, vigilando atentamente que mi vida no pase en vano. Un primer aprendizaje fundamental se refiere a saber disfrutar la soledad, sin llenarla de recreación frívola ni hacer pedazos el silencio. En ese contexto, podrás escuchar la voz de tu conciencia, desgarrador llamado de atención en algunos casos. Hay tanta gente que actúa como su peor enemigo.
Si tu soledad quieres elevar a un nivel superior, el primer paso es no temerle. Estar solo en el fondo es estar con uno mismo. Aprovecha estos momentos para relajar tu cuerpo, para entrar en meditación (en la próxima carta te enseñaré mi forma de meditar, simple y profunda y al alcance de todos), para abrir espacios de reflexión donde puedas escuchar tu cuerpo, tu voz interior, observarte minuciosamente y, al conocerte, amarte y gradualmente aprender a manejar tu energía.
Al conocerte podrás transformarte y con ello crecer y recuperar tu sensibilidad y la comprensión de tu misión.
Vivir es un proceso maravilloso, desde que caminamos por el sendero del autoconocimiento. Al conocerte, podrás amarte y al amar, tu transformación y crecimiento serán un placer. Conocerte a ti mismo te ayudará a ser feliz.
Conocerte también te proporcionará la posibilidad de fortalecer tu imperturbabilidad, aprendiendo a mantenerte en tu centro, esa vibración, esa actitud donde eres poderoso.
Desde tu centro, acceder a tu poder será natural y eso te revestirá de una gran capacidad de autogobierno que será la base que te posibilitará la soberanía existencial, contexto en el cual, de la mano de la coherencia, podrás convertir el cumplimiento de tu misión en un estilo de vida.
Fundamental que puedas comprender la importancia de darte tiempo para ti, de tener en tu agenda una cita periódica y puntual contigo mismo. En ese proceso de estar contigo, irás cultivando la posibilidad de ir liberando todo tu potencial, lo mejor de ti, además de permitirte ser tú mismo.
Te propongo también, en este contexto, inaugurar un diario dionisíaco, es decir, un registro cotidiano de lo mejor del día, de tus mejores aprendizajes y en especial de tus momentos felices. Recuerda que la felicidad es una franja en la que puedes oscilar sin interrumpirla.
El pensamiento es amigo íntimo de la emoción, que luego estalla en la acción, un tridente al que hay que prestar atención. Recuerda que no somos dioses ni bestias, lo humano es una posibilidad para todo lo que tú quieras, sin embargo, precisas decidir, tomar posición, posibilitar el diálogo de tu razón con tu intuición, sin aspirar a que se entiendan completamente. Recuerda también que la felicidad tiene su propia lógica, que no precisas comprender todo ni explicar a nadie lo que estás haciendo, sin embargo, no dejes de autoevaluarte, hazlo periódicamente sin olvidar que lo que la gente ve es su propia interpretación. Los encuentros que tengas contigo mismo son el contexto ideal para atreverte a repensar tu vida, a realizar un inventario personal, identificando las prioridades.
Presta atención a lo urgente, que muchas veces termina boicoteando lo importante. Observa cómo manejas tu tiempo, pregúntate en principio para qué vives, de esa manera tendrás a flor de piel la visión de tu misión, ese es el norte, el rumbo hacia el cual se enfoca tu vida. Rodéate de gente inteligente, de personas de las cuales puedas aprender y continuar creciendo. Evita generar complejo de superioridad o de inferioridad, es más, evita compararte. Aprecia todo lo que esté bien hecho, reconoce los méritos ajenos y cuando seas crítico hazlo desde el corazón. Asegúrate de que los pensamientos negativos duren poco. Tus tiempos de soledad también puedes usarlos para leer libros inspiradores, para hacer lo que amas, para profundizar en el proceso reflexivo y en ese contexto reinterpretar tu pasado, hasta sentirte a gusto con él.
La soledad te permite estar contigo, ir al fondo de ti mismo, abrir tus ojos internos, desplegar tu alerta sereno, arder los miedos, desatar dependencias, abrir la pulpa de la vida y constatar que lo más sabroso de la existencia está reservado para quienes se despiertan. Ellos quieren vernos dormidos, con las alas marchitas y el corazón confundido, con el tiempo desgastado y el entusiasmo derribado.
Para evitar eso, nunca digas que no tienes tiempo para ti, porque en él germina la comprensión de quién eres, de lo que tienes que ser y hacer. En ese contexto, y luego de darte cuenta, eliminarás todas las creencias que te impidan ser tú mismo. Poco a poco aprenderás a reconocer las otras voces, que también resuenan en tu interior, y poco a poco aprenderás a conocerte, a disfrutar de la soledad y la compañía, a aceptar lo que no puedes cambiar y a transformar lo que se puede modificar. ¿Cuál es el contenido principal de tu vida? ¿En qué gastas principalmente tu energía?
Recuerda que una vez convertida la reflexión en hábito, deberás ser más lento para decidir y más rápido para identificar oportunidades. Por las noches, antes de dormir, podrás tener una cita reflexiva, enfocando tu reflexión en una breve evaluación de lo que aprendiste en el día.
Cada día es un paso adelante, cada día significa más crecimiento, cada día mejores decisiones, y, por supuesto, la felicidad de sentirse vivo, porque la felicidad comienza con el reencuentro con uno mismo.
No soy de los que esperan que pase algo en su vida. Me gusta ver crecer los árboles y la conciencia, atrapar cada momento y viajar al interior de mí mismo, encantarme con las sorpresas de la vida, llegar a casa, saber que alguien me espera (aunque no siempre), escuchar mi música predilecta, contemplar el horizonte, guardar el sabor de los mejores instantes, desatar nuevas ocurrencias, quebrar nuevamente alguna prohibición, sentirme vivo, selvático, estremecerme con una buena o mala noticia, acercarme a lo imposible, tener tiempo para lo que amo. Me gusta coleccionar hamacas y encender chimeneas, quedar atrapado en un sueño y saborear una fruta encendida por el sol. Estar conmigo es para mí una buena compañía; estar contigo mismo inaugura un tiempo sagrado, reservado para quienes se atreven a recibirse, mientras transitan la vida como camino de autoconocimiento y estudian la maestría en felicidad, donde nos graduamos de seres humanos. Si complementas el estar contigo con la práctica meditativa, encontrarás el pasaporte al paraíso. De eso quiero hablarte en la próxima carta.
Chamalú
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LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) carta-7ª

Maestría en Felicidad: Claves y enseñanzas para recorrer el camino de la vida plena (Chamalú) Carta-7



Carta-7
Hablarte de la salud es para mí un tema de especial significación. 
De pequeño, fui desahuciado por la medicina oficial, que pronosticó mi muerte inevitable. 
Fue mi bisabuela, una indígena quechua, analfabeta y portadora de los conocimientos ancestrales, quien me devolvió la salud y la vida. 
El primero de mis cuatro hermanos en morirse tenía que ser yo. Sin embargo, me negué a ese veredicto y comencé a estudiar mi cuerpo y todo lo que se relaciona con la salud, hasta convertirme en experto y poder manejarla a voluntad, eso que otros consideran involuntario o consecuencia de un caprichoso destino. Ya se habían levantado preparativos para mi funeral, parecía que solo faltaba un escalón para dar el paso definitivo, ese momento en que todo se torna blanco, borroso o luminoso, circunstancia suprema donde comienza un viaje programado del que nadie provee noticias anticipadas. 
Durante mi adolescencia, atravesé otra crisis existencial. 
Vi a mi espíritu confundirse y a mi mente desequilibrarse. Entonces comprendí que algo que no sabía controlar estaba sucediéndome. Tenía quince años y podía observar que era incapaz de modificar el curso de los acontecimientos. 
Pasé por la consulta psiquiátrica, consumí un fármaco que borraba todos los detalles y me conducía a una somnolencia química. Solo recuerdo que no recuerdo. Me movía en cámara lenta y sentía una tormenta interna estrellándose contra mi ignorancia juvenil. 
Pasé por esa etapa como el tren que atraviesa un túnel. 
Al concluir ese proceso, tenía sed de aprendizaje y enjambres de preguntas revoloteando en mi cabeza. Un poco de miedo, en el fondo, se escurría por las grietas formadas por las dudas. «¿Será que me estoy despertando, o esto es la antesala de la locura?», me pregunté con insistencia. El silencio correcto vino sin prisa para iluminar mis instantes. No recuerdo cuándo se levantó el telón de la confusión. 
Una certeza comenzó a germinar en el jardín de mi corazón: el contacto con la Madre Tierra es fundamental, desintoxica y da energía, justo lo que necesitaba al inicio de un camino que duraría, solamente, toda la vida. 
Mantenerse en contacto con la naturaleza no significa renunciar al trabajo que tenemos, ni abandonar la ciudad donde vivimos; se trata más bien de tener la actitud mental abierta que nos permita introducir en nuestra vida un conjunto de cambios que se traduzcan luego en calidad de vida. 
Se trata, no de regresar al pasado ni de volverse indígena, sino de tomar una decisión a favor de nuestra salud y, en el fondo, de nuestra vida misma, de la calidad de nuestra vida, que nos muestra rápidamente, al acercamos a la naturaleza, que sí se puede vivir mejor, que no es normal la enfermedad ni la infelicidad, que es posible vivir disfrutando y manteniendo indefinidamente la salud, que lo necesario tan solo consiste en realizar algunos cambios y, desde el lugar donde vivimos, reorganizar nuestra vida de tal manera que su calidad se convierta en una prioridad. 
Un secreto fundamental en todo este proceso es revisar nuestras prioridades, es decir, mirar cuánto tiempo asignamos a cada cosa que hacemos, ver cuáles realmente son las que nos consumen más tiempo y valorar su importancia real. 
Muchas veces creemos erróneamente que lo que realizamos es importante, cuando en verdad aquello no es más que un mito, incapaz de sostenerse ante el más mínimo análisis. 
Revisemos todo aquello que realizamos cada día con el elemental objetivo de darnos tiempo, porque si no tenemos tiempo, nada será posible. 
Quizá el primer paso de todo proceso de transformación sea recuperar nuestro tiempo, que equivale a recuperar nuestra vida. Personalmente, admiro a la gente que es capaz de afirmar: «Tengo tiempo”. En cambio, me generan tristeza las personas que dicen con frecuencia: «No tengo tiempo». 
Si no tenemos tiempo para vivir y realizar los cambios necesarios para mejorar la calidad de nuestra vida, ya estamos muertos, aunque no estemos en el cementerio. 
La recuperación de nuestro tiempo nos permitirá la maravillosa posibilidad de empezar a realizar lo que más amamos, de poder estar con más frecuencia con la gente con la que mejor nos sentimos, de poder viajar a tantos lugares hermosos que tiene el planeta y con todo ello a redescubrir que la vida es un regalo maravilloso para disfrutar. 
Y todo esto es ya parte fundamental de la terapia, de esa nueva terapia que no requiere de consultorio ni de medicamentos, porque trabaja modificando nuestro estilo de pensar, sentir y vivir. Con ello cambian nuestras relaciones, nuestras prioridades, nuestra calidad e intensidad existencial. 
Se trata, en definitiva, de refundar nuestra existencia, teniendo como eje cotidiano, donde sea que nos encontremos, la calidad de nuestra vida, constituida por salud y felicidad. 
Podemos estar varios días sin comer, algunos días sin beber, pero sin respirar apenas duramos unos instantes. 
Esto marca la importancia de la respiración, la cual no debería ser algo exclusivamente automático. Respirar conscientemente, aunque sea algunos minutos al día, llenar los pulmones totalmente después de haber vaciado su contenido completamente, primero a la parte inferior de los pulmones y luego, sin exhalar, subir ese mismo aire a la parte superior, un par de veces, subir y bajar y volver a subir y recién en la segunda bajada exhalar, actúa como un masaje interior que nos permite tomar mejor la energía que precisamos. 
La respiración abdominal o diafragmática es además relajante, imprescindible en tiempos de estrés como los actuales. 
Para quienes viven en las ciudades es necesario, por lo menos una o dos veces a la semana, salir a los bosques, a los parques, a las montañas o adonde haya naturaleza para oxigenarse, tomar baños de aire combinados con ejercicios adecuados a la edad que se tenga y, si el clima y las circunstancias lo permiten, con muy poca ropa, de manera que nuestra piel pueda entrar en contacto directo y energizador con el océano atmosférico en el cual estamos sumergidos como peces con ropa. 
Otro elemento fundamental para conservar la salud es el agua, el agua interna y externamente concebida. Los baños con agua fría son estimulantes de la circulación, deberán ser breves y mejor comenzando por los pies. 
Si se quiere mejorar la circulación sanguínea, es recomendable hacer baños alternos, es decir combinando frío/caliente, que pueden ser parciales, solo en los pies. Por ejemplo, sumergir durante tres minutos los pies en agua caliente y medio minuto en agua fría. Así durante unos veinte minutos todos los días, hasta que la circulación sanguínea de los pies, cuya salud se expresa en el calor de los mismos. Es posible y recomendable hacer esto con todo el cuerpo, aunque sea de vez en cuando, para lo cual resulta excelente visitar sitios con aguas termales donde también haya agua fría, para sumergirse quince o veinte minutos en la caliente y nadar cinco minutos en la fría, y repetir el ciclo varias veces. Estas son indicaciones con carácter preventivo, es decir pensando en personas sanas; quienes tengan problemas de salud o tengan una edad muy avanzada, pueden practicar estas enseñanzas tomando en cuenta su estado, es decir, con indicación personalizada, con asesoramiento especializado, el cual es más difícil de obtener mediante un libro.
Mientras escribo estas líneas voy bebiendo en ayunas un agua mineral natural de un pueblo de Hungría. Beber agua al levantarse, a una temperatura que nos resulte agradable, o una infusión o té de hierbas medicinales, resulta altamente recomendable. El resto del día bebe agua en cantidades no menores a dos litros, mejor separado de las comidas y que sea agua mineral natural o agua filtrada. Está claro que quienes quieran conservar su salud, deberán descartar cualquier otro tipo de bebida, más aun las que tienen colorantes, saborizantes y azúcar, además de abundante publicidad. 
A mayor publicidad, peor resultan para la salud. 
La alimentación de cada día resulta fundamental si nuestro objetivo es permanecer sanos. No es posible comer cualquier cosa que venden como alimento y esperar estar sanos. 
La mayoría de los restaurantes son los lugares donde comienza la persona a perder su salud, básicamente porque los alimentos están preparados en función del lucro y no de la generación de salud. Nada mejor que comer en casa, donde los alimentos son preparados con amor, elegidos por su calidad al comprarlos y compartirlos con alguien, si no vivimos solos, con quien tenemos conexiones afectivas que multiplican nuestra felicidad, porque todo esto es importante para una salud gestionada cada día a partir de nuestros actos. 
Uno de nuestros objetivos es que cada uno de nuestros alumnos, de nuestros lectores, sea un especialista en salud, al menos en su salud, para que luego, si así lo desea, pueda compartir este conocimiento con otros o simplemente dar ejemplo, buen ejemplo, en medio de una multitud que vive y bebe el mal ejemplo generalizado. Imagínate, hemos llegado al punto de pensar que estar enfermos es lo normal. Cuando mencionamos la importancia de la alimentación nos referimos a la necesidad de conocer nuestro cuerpo. 
Todos los cuerpos nacen con determinada vitalidad, la cual se va modificando con el paso del tiempo. Cada uno con su estilo de vida fue administrando, de diferente forma, esa vitalidad heredada, de manera que ahora, a la edad actual, se encuentra de un modo específico, distinto al de hace años, y también diferente a cómo estará más adelante. Este momento actual es lo que denomino coyuntura. Este momento y esta situación solo serán válidos por ahora, porque la vida es movimiento y vamos cambiando, o, si prefieres, envejeciendo, pero también ganando en conocimiento. A mayor conocimiento, mejor calidad de vida. Por ello insisto en la importancia de darse cuenta, de estar informados, de adquirir conocimiento y que este sea parte de nuestra vida, traducido en un estilo de vida inteligente. 
En este sentido, nuestra dieta, la de cada día, deberá tomar en cuenta nuestro estado de salud actual, nuestra edad, nuestra actividad diaria, porque no puede comer la misma cantidad quien realiza mucha actividad física que alguien que trabaja todo el día sentado, que va al trabajo sentado y que al llegar a casa se sienta, cuando no está acostado. 
Algunos recomiendan incluso adecuar la dieta al tipo de sangre que tenemos, en fin, la dieta también tiene que escuchar al cuerpo, ver qué alimentos nos sientan mejor, ver las combinaciones que no es recomendable realizar, etc. 
No existe una dieta buena para todo el mundo, la mejor dieta siempre será personalizada y eso lo puede hacer un especialista en el tema o cada uno, informándose adecuadamente y conociendo su cuerpo. En realidad, cada uno tendría que saber todo lo que necesita su cuerpo para evitar darle productos que luego, quizá a mediano plazo, se conviertan en generadores de enfermedad. En verdad, alimentarse es solo cuestión de supervivencia, es la administración de los equilibrios, preservando con lucidez el justo medio, evitando los extremos en casi todas las situaciones. Ningún exceso, ninguna carencia. Es recomendable, simultáneamente, aprender a escuchar el cuerpo, habituándose a la meditación y al contacto con la Madre Tierra. 
Resulta innecesario decir que están completamente descartados el alcohol, el cigarrillo y toda forma de droga, incluso las farmacéuticas, salvo excepciones de auténtica emergencia. Descarta también el resentimiento que contamina, el estrés que desgasta la energía, la insatisfacción crónica que podría traducirse en comer más de lo necesario y luego en obesidad y todo lo que ella apadrina. Haz lo que puedas hacer disfrutando. Esas son claves fundamentales para regalarse una salud duradera, ya sabes, sin salud, nada tiene sentido, incluso el éxito y la prosperidad resultan un fracaso, si el precio que pagas por ellos es tu salud. 
Emergen con frecuencia recuerdos de tanta gente conocida, que un día dejó de estar viva por haber descuidado su salud. 
Es feroz la enfermedad para quien se descuida, y obstinado el desequilibrio de quien no tomó la precaución de aprender a gestionar para sí una salud duradera. Es importante saber que la enfermedad no es causada por un microbio que se ensaña contra ti, sino consecuencia de no haber aprendido el arte sagrado de vivir. Quien se tragó el cuento oficial de vivir para trabajar y consumir, será testigo del naufragio de su existencia, mientras los dolores, leves al principio, se agrandarán, convirtiendo al cuerpo en escombro. 
Aun no comprendo cómo la especie más inteligente del planeta puede albergar en su vida pájaros negros que en desventurado vuelo fabricarán un destino innecesario. 
Que tu hora de partir sea cuando hayas cumplido tu misión. Que tu alma emigre oportunamente, sin la prisa impuesta por la negligencia ni la brevedad obligada por los errores, actualmente aceptados por ser practicados por la mayoría. ¿Quieres una salud duradera? Es posible tenerla si aprendes a convertir la oruga en mariposa y a levantar vuelo y ascender hasta la altura de la vida plena, donde el milagro de estar vivo se convierte en salud y felicidad. 
Quiero que bebas la sensación oceánica que habla el idioma del éxtasis y nos hace degustar el bufet de la unicidad, territorio soberano de la eternidad que nos espera. El siguiente itinerario te llevará a transitar el sendero del autoconocimiento. ¿Quieres acompañarme?
Chamalú.
Continuara....
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LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) carta-6ª

Maestría en Felicidad: Claves y enseñanzas para recorrer el camino de la vida plena (Chamalú) Carta-6



Carta-6
Sin salud, nada tiene sentido.
Respiro profundo, me siento vivo, agradezco el regalo de un nuevo día; escucho una melodía que me agrada. «Sin letra estaría mejor», pienso.
La gente se aglomera, todos van en la misma dirección; escucho motores, bocinas, murmullos inentendibles, un camión se detiene sin apagar el motor, una mujer lleva tres niños a la escuela, va de prisa, ignora que el futuro de ellos está en otra parte. Es extraño, casi nadie se cuestiona las cosas, casi nadie se pregunta, sospecho nuevamente: la ignorancia es alimentada desde afuera. Increíble, nos regalan un breve intervalo entre dos eternidades y nos lo contaminan, abreviando aún más ese paso fugaz llamado vida. Hoy quiero referirme a la salud, requisito para estar en este plano, usando el vehículo corporal que nos dieron. Me sorprende lo poco valorada que está la salud. La vida quedará derrotada si no aprende el humano a conservar su salud; su energía permanecerá machacada, la muerte es el escarmiento para quien no aprendió a administrar bien y oportunamente su salud.
La salud es la esperanza celular navegando en un contexto de armonía; es la bodega visible del espíritu, envuelta con la sensibilidad que nos autoriza el placer, en conexión con la mente, libre de cadenas; la salud es el síntoma de haber aprendido a vivir, hilvanando lo invisible con lo sensorial; es la trasparencia corporal, traducida en brillo llamado felicidad; es la sinfonía que nuestros átomos deciden recrear para sincronizarse con el orden cósmico; es la ecuación perfecta que posibilita un funcionamiento armónico entre lo espiritual, lo mental, lo emocional, lo físico, lo social y la dimensión ecológica donde habita la Madre Tierra.
La felicidad no es posible ni tiene sentido el éxito si no hemos tenido la capacidad, la habilidad para mantenernos sanos, de manera que el primer aprendizaje que requerimos todos, y con urgencia, es conocer el antiguo arte de conservar la salud. Ignorar este elemental conocimiento podría ser motivo para transitar un camino equivocado, incluso durante toda la vida. Aún recuerdo las muchas veces que recurrieron a mí personas de diferente nacionalidad y edad, generalmente en excelente posición financiera, que nos ofrecían incluso todo lo que tenían, a cambio de devolverles la salud. Lamentablemente, la mayoría de ellos tomaron conciencia demasiado tarde, porque todo tiene un tiempo, un punto de no retorno, de manera que cuando ya es demasiado tarde, la propia vitalidad del individuo determina la imposibilidad del retorno a la salud.
Este quizá sea el primer secreto que todos deben saber, que sin salud, nada tiene sentido. Un segundo secreto radica en que, en muchos casos en los que la propia medicina oficial diagnostica las enfermedades como incurables, son curables bajo otros métodos. Resulta que, viendo el mismo problema desde otro punto de vista, nos permitimos contar con herramientas diferentes y con ello las posibilidades de retorno a la salud regresan inmediatamente. Podemos afirmar entonces que, luego de estar viviendo durante miles de años sobre la Tierra, el ser humano ha desarrollado diversos conocimientos para enfrentar sus problemas diarios; el retorno de la salud se ha practicado en distintas épocas y civilizaciones, de formas diversas y a menudo muy creativas.
En los últimos tiempos, como consecuencia de la occidentalización del mundo entero, se tiende a pensar solo de una manera. En este sentido se nos quiere hacer creer en respuestas únicas, y cuando ellas fracasan, convencernos de la resignación, de la enfermedad y hasta de la muerte, que son actualmente, rentables mercancías que generan ingentes ganancias. Cada problema y, en este caso, cada enfermedad, puede ser comprendida y superada la mayoría de las veces de muchas y variadas formas o con combinaciones de técnicas y conocimientos de diversa procedencia.
Otro secreto que es urgente difundir es el carácter psicosomático del ser humano. Esto recientemente lo admite la ciencia, sin embargo, nuestros abuelos lo saben y practican desde hace mucho tiempo. Psicosomático significa que algunas enfermedades, incluso varias de ellas muy peligrosas, pueden ser creadas o agravadas por la mente humana.
Y no se trata solamente de creer o no en la situación; somos una entidad muy compleja, no somos solo lo que se ve.
Disponemos además de un campo de energía que nos envuelve, que nos atraviesa y que en realidad es lo que somos: un campo electromagnético que dispone a su vez de distintos tipos de vibraciones que en realidad constituyen una indivisible unidad, de manera que podemos pensar que muchas enfermedades en realidad se gestan y empiezan en nuestro campo energético, en el cual pasan incluso una gestación más o menos prolongada, para recién en una segunda fase, quizá cuando el problema ya está grave, comenzar a somatizarse, es decir a instalarse en el cuerpo. Existe la tendencia a pensar que cuando aparece en el cuerpo, empieza la enfermedad, lo cual es un error.
La aparición en el cuerpo de un desequilibrio puede revelar, en muchos casos, su ingreso a niveles avanzados del problema, y esta situación contribuir a que la enfermedad tenga fama de incurable. Muchos problemas llamados incurables son totalmente superables, con la condición de que actuemos a tiempo y con un abordaje integral. Está claro que algunas enfermedades pueden comenzar en la mente, la cual, de momento, podemos asociar como ese conjunto de cuerpos energéticos que nos rodea y penetra.
Es bueno saber que la materia, como se presenta a nuestros ojos, no existe, porque lo que hay es energía en forma de ondas o partículas. Quizá por ello nuestros abuelos indígenas comenzaban muchas sesiones de sanación con una ceremonia de desagravio a la Madre Tierra, esto consistía en hacer las paces con el entorno, al cual habíamos agredido con nuestra imprudencia, porque enfermarse es romper el equilibrio de la naturaleza. Que las enfermedades pueden tener un carácter psicosomático significa también que nuestras creencias, nuestros miedos pueden influir, y mucho, en el desarrollo de un problema de salud.
Hemos conocido personas que se fabricaron una enfermedad o que la agravaron profundamente en poco tiempo.
Es suficiente temer enfermarse para que nuestra salud se resienta; es probable que muchas enfermedades se compliquen si estamos pesimistas; es seguro que nuestras defensas estarán más débiles al deprimirnos o entristecernos.
Todo esto antiguamente se tomaba como absurdas creencias populares, pero ahora la propia ciencia las acepta y advierte sobre la importancia de la actitud mental adecuada.
Sin embargo, no todas son malas noticias, así como nuestra actitud mental puede enfermarnos, también puede contribuir a nuestra recuperación. Recuperar la alegría y las ganas de vivir, enseñan los abuelos, es la mitad de la curación.
Obviamente, en el ínterin se tendrá que haber comprendido el mensaje de la enfermedad y realizado en nuestra vida los cambios que requiera la situación.
De manera que estamos en condiciones de afirmar que con una actitud mental adecuada, es posible mantener más tiempo la salud y recuperarla en caso de enfermedad.
Esto significa que la alegría, las ganas de vivir, el optimismo, la capacidad de disfrutar y el que nuestra vida tenga sentido, son componentes fundamentales de la conservación y recuperación de la salud y la felicidad.
Otro secreto que no debemos olvidar es que gran parte de las enfermedades revelan un estilo de vida inadecuado, asociado a su vez a actitudes equivocadas, a prioridades mal planteadas, a necesidades innecesarias y en definitiva a no conocer el sagrado arte de mantenerse sano. Esta situación nos compromete con la necesidad de plantearnos los cambios necesarios, es decir, no es posible recuperar la salud sin realizar en nuestra vida los cambios que la situación imponga.
El camino de la recuperación de la salud a menudo exige que renunciemos a determinadas creencias, porque si ellas nos enferman, modificarlas es un asunto de prioritaria importancia.
De igual manera, si se trata de hábitos antisaludables, de pensamientos inadecuados y de una actitud errónea ante la vida. No es posible recuperar la salud sin efectuar en nuestra vida las transformaciones necesarias.
Es importante no olvidar que la supresión de síntomas, el que deje de doler y molestar el cuerpo, no equivale a tener salud. En resumen, en esta carta dedicada a la salud podría decirte que salud y felicidad son sinónimos. Come sano, orgánico, disfrutando, sin excesos ni carencias; trata a tu cuerpo como lo único que tienes para vivir. Recuerda que los dolores y otros malestares son los gritos del cue

cuerpo que no fue oído en su lenguaje inicial. Quiero decirte también que la salud podría mejorar con el paso del tiempo, sin embargo, para ello, tu estilo de vida deberá mantenerte activo física y mentalmente, buscando equilibrios entre acción y relax, entre adentro y afuera. ¿Sabías que la gente infeliz tiene más infartos? ¿Que la felicidad estabiliza la presión y baja el colesterol? ¿Que solo debes comer cuando realmente tienes hambre, sin descuidar nunca la conexión entre tu cuerpo y tu mente? 
Antes de despedirme quiero decirte: come sano, pero sin obsesionarte; ten disciplina, pero sin rigidez; emerge en tu vida como una persona lúcida, inteligente, responsable a todo nivel, en especial con tu salud; cuida tu cuerpo, sin dejar de disfrutarlo; el río de la salud requiere del cause de la lúcida sensibilidad para desplazarse mágicamente por esta vida.
Tu cuerpo sabe lo que necesita, entonces no dejes de hablar con él. Descarta las modas, las dietas, las creencias sin fundamento. Diseña para ti un estilo de vida donde tu salud sea una prioridad. Deja a tu cuerpo salvaje, que siga teniendo sed de agua, ganas de danzar, nostalgia por la naturaleza y una interminable alegría surcando tu cuerpo. 
Salud es la gota pura del orden cósmico invitándonos a defender la fiesta de la vida, a la cual fuimos invitados en cuerpo y alma. En la próxima carta, quiero compartir más claves contigo. La salud es tan importante y, sin embargo, aún camina tambaleándose con sobredosis de ignorancia.
Chamalú.
Continua....

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LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) carta-5ª

Maestría en Felicidad: Claves y enseñanzas para recorrer el camino de la vida plena (Chamalú) Carta-5



Carta-5
Deja que el amor se haga cargo de tu vida», dije al comenzar la conferencia ese día.
Entonces, poniéndose de pie, ella preguntó: «Chamalú, qué es el amor?» El amor es la energía más poderosa, la vibración más hermosa, es besar a la vida en la boca, interminablemente, es recordar solo buenos momentos, es cambiarle el nombre a todo y ver colores en todas partes.
Es llenar la vida de sueños, pintarlos de colores, habitar castillos en el aire, luego de ponerles los cimientos del realismo. Amar es ver lluvias de flores, coleccionar pétalos e ir por el mundo repartiendo la sonrisa de las flores, es olvidar las ofensas, clausurar a la víctima y al verdugo y reemplazarlos por el lúcido que navega aguas diversas.
Amar es desatar todos los miedos y que se extravíen, es añadir locura a la cordura, es tomar por la cintura a la sorpresa y que te presente a la inseguridad, para hacer las pases y nunca más en el futuro buscar la utópica seguridad.
El amor me permite pasear a mi crecimiento por las calles del presente. Soy el que te dio el abrazo, el hombre que caminó hasta ti para decirte: «Es hora de vivir»; el que desgarrara tu soberbia y cruzará el umbral de los buenas modales.
Es que no puedes morirte sin haber aprendido el sagrado arte de amar. Quien no ama, no sabe lo que se pierde.
Entonces concluimos que el amor es la puerta al paraíso, es el perfume de las huellas de quien va despierto por la vida. ¿Sabías que la vida te ama?... Pero para hablar su lenguaje profundo, precisas ser tan feliz que el amor germine en ti y florezca en forma de miradas, de sonrisas y palabras.
La plaga del sinsentido se fumiga con amor. Te aclaro que el amor es transparente, por ello mucha gente se confunde y elige los señuelos. Cuánta gente cree que duerme con el amor y en verdad se acuesta con el autoengaño, que suele estar en buen estado físico para ser más persuasivo. Lo primero que aprendí es que el amor exige una condición antes de presentarse: que seamos felices. Lo primero que viene a mi memoria cuando escribo sobre el amor, es que este es inefable, lo sientes y tu energía te delata inmediatamente. Hoy amanecí sereno.
Al levantarme, guardé un poco de silencio para usarlo cuando me desplace por la ciudad. Anoche había un sonido persistente. Al detenerme descubrí la causa de ese detalle sonoro: era una preocupación reciente vinculada a lo financiero.
De este tema quiero hablarte en otra carta. Quiero contarte también que a veces el ajetreo de pensamientos me recuerda al tráfico de las grandes ciudades y sus interminables diálogos de neumáticos con asfalto, estrés con velocidad, semáforos cansados con policías exhalando agotamiento existencial. Recuerdo gente trabajando en la alcantarilla, reventados por el frío o golpeados por el calor, sudorosos o tiritando.
¿Esa es la vida? ¿Quién decidió que la vida era eso? Me rebelo por un momento, no podemos permitir que nos roben la mejor etapa de la vida, que es hoy día, me digo a mi mismo.
Una pregunta me rodea con insistencia… «Chamalú, aun no comprendo qué es el amor». Su color es como el de la eternidad, que se presenta a la hora vespertina y desde las alturas nos recuerda que la vida es mucho más de lo que nos contaron.
El amor es lo que da sentido a la vida. Quizá suene extraño, pero me encanta la idea de estar vivo, de saborear la felicidad y permitir que el amor se haga cargo de mi vida.
Haz lo que amas, repito y repito con frecuencia, y compleméntalo amando lo que te toca hacer, entonces el amor será tu nuevo ropaje y te vestirá de presencia plena.
«¿Qué debo hacer para amar?», me preguntan con frecuencia, «Instalarse en la dimensión de la felicidad donde germina el amor», respondo. ¿Sabías que el amor nace después de haber descartado al miedo, que por antihigiénico no tiene pisada dentro la vida de quien se respeta a sí mismo?
Para ello es necesario también conocerse, trabajarse y aprender a renunciar y en especial a amar, porque no se puede amar sin haber aprendido a amar. Vivir es crecer y crecer es amar, amar es perdonar y rápidamente olvidar, para no contaminar el presente con nada de lo que ya fue.
El amor verdadero tiene apellido: AMOR INCONDICIONAL, por eso cuando sale a la calle no espera nada. No se cansa de dar porque no da según merecimientos de los demás, da porque dar, es decir amar, es su manera de vivir.
El amor es un apasionado por la vida, pero al mismo tiempo es experto en desapegos, para preservar su libertad que le permite volar. La felicidad se enamora del amor que se enamora de la libertad, que se enamora de la paz y todos, todos viven enamorados de la vida.
Solo podemos amar cuando estamos hipnotizados por la felicidad, en ese estado también podemos dejarnos amar sin prejuicio. Amar es admirar, es sorprenderse, es entregarse, es vivir al máximo, sacarle chispas al instante. No te mueras sin haber amado intensamente, sin haber auscultado todos los rincones del territorio del amor, sin haber desgranado todo tu potencial afectivo, sin haber desplegado a lo ancho de todo tu horizonte vivencial lo mejor de tu potencial interior.
Amar es dejarse llevar por el viento de las circunstancias, sabiendo cuál es nuestro Norte; es jugar con los problemas, tenderse sobre ellos, invitarles a bailar, guardar por un momento la cordura, debidamente doblada para evitar arrugas innecesarias, y soltar tu enloquecida alegría, para después arrullar a la serenidad y volver a escuchar el gemido del silencio mientras recuerdas los momentos vividos aún ardiendo y la felicidad arreglándose el pelo, para recibir al próximo instante. El amor está más allá de toda regla, porque permanece regulado por la conciencia que da las últimas instrucciones en cada situación. Desde el amor, tenemos permiso para todo, por ejemplo, critica, pero critica con amor. El amor actúa como organizador existencial porque en el fondo, es el que da sentido a la vida y con ello incrementa la posibilidad de comprender la misión que traes, garantizando la evolución. Todo esto, obviamente no son solo palabras, precisan convertirse en estilo de vida. En esta perspectiva, te pido que profundices en tu capacidad de amarte, sin olvidar que si amas, te amarán más. Te sugiero amar la vida y sus sorpresas, hacer especialmente lo que amas, entonces, no será necesario tomar vacaciones. Adicionalmente, cuando te amas, sanas heridas emocionales, algunas incluso desconocidas para ti; cuando te amas, ya no hay motivos para sufrir, pase lo que pase.
Sé amoroso y compasivo, pon pasión en todo lo que hagas, sin dejar muy lejos la vigilancia del desapego, un buen guardaespaldas que preserva la libertad, que a su vez garantiza la autenticidad. Vivir es aprender a crecer, en este sentido, cambia lo que no te gusta de ti, pero cambia desde el amor. Para vivir bien, no necesitas una religión, necesitas saber amar y para ello haber aprendido a ser feliz y quizá antes de ello saber estar solo.
En ese contexto de autoconocimiento, aprenderás a conocerte a tal punto que terminarás volviéndote experto en manejar tus emociones, simultáneamente, aprenderás a desmantelar tu armadura de miedo, represión y rigidez.
Todos venimos de una larga historia tribal, en nuestros genes está la memoria ancestral de cuando vivíamos en comunidad, cuando nos protegíamos juntos, cuando lográbamos sobrevivir gracias al trabajo colectivo. Actualmente, igual que en la remota prehistoria, necesitamos reunirnos, sentirnos parte de algo más grande, necesitamos contar lo que nos pasa, dar y recibir afecto. Durante los últimos tiempos la familia cumplió ese rol reemplazando el de la desaparecida tribu, sin embargo, vivimos tiempos de gran crisis conyugal, presenciamos la desintegración de cada vez más familias, quedando huérfanos de afecto. De la tradición polinesia aprendimos que el déficit de afecto equivale a la desnutrición y terminamos enfermándonos. Ante este panorama, te propongo constituir tu red de afecto y confianza, esa tribu invisible pero real constituida por seres que amas y en los que confías. No importa la cantidad que sea, pero el saberse extrañado, amado, el saber que cuentas con un hombro donde apoyarte y administrar la humedad de la nostalgia, garantiza la preservación de la felicidad, de la cual depende nuestra capacidad de amar. Sin demora, constituye tu red de afecto y confianza y que tus pupilas contemplen tu soledad acompañada, quizá no en lo geográfico sino en lo vibratorio. Es bueno que la confianza duerma tranquila, que la nostalgia solloce en paz, que tengamos el contexto adecuado para esparcir nuestra felicidad y que en el jardín de tu corazón cultives ininterrumpidamente las flores del amor, de pétalos transparentes y fragancia luminosa. Amar es, sin duda, la mejor manera de vivir, es guardar la luna llena en el estanque del jardín de tu corazón e ir por la vida dejando huellas de luz. ¿Sabías que la luz es la sombra del amor? Nos reencontramos si quieres en la próxima carta, donde quiero poner sobre el papel lo que aprendí de los sabios ausentes, para no enfermarse y administrar con éxito una salud duradera.
Chamalú.
Continua...
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