viernes, 21 de octubre de 2016
LIBRO LOS 50 PRINCIPIOS DEL MILAGRO (PRINCIPIOS DEL XXXI AL XXXV)
PRINCIPIO 31
Los milagros deben inspirar gratitud, no reverencia. Debes dar gracias a Dios por lo que realmente eres.
Los Hijos de Dios son santos, y los milagros honran su santidad, que ellos pueden ocultar, mas nunca perder.
Este es el mismo punto que presenté antes en relación con lo que dice Jesús de que no debemos sentir reverencia ante él. Debemos sentirnos agradecidos por el milagro debido a la curación y a la paz que nos ofrece, pero no debemos sentir reverencia por el mismo porque es algo que existe aquí en el mundo. Debemos reverenciar a la Fuente del milagro, que es Dios, pero no a los milagros en sí.
Este es otro planteamiento del principio de Expiación.
El ego enseña que la santidad de Cristo, la santidad de Lo que realmente somos, se ha perdido por causa de nuestro pecado.
El pecado ha cambiado la realidad del Cielo, ha cambiado la realidad de nuestra relación con Dios; nos ha convertido en miserables pecadores y ha convertido a Dios en un Dios vengativo y vengador.
Todo eso se ha tornado real. Pero todo lo que ha ocurrido es que nos hemos quedado dormidos y hemos cubierto nuestra santidad con velos de tinieblas.
Y ahora creemos que el sueño es realidad y que la realidad es sueño. La verdad acerca de nosotros, que es el hecho de que somos santos, puede esconderla nuestro ego, pero jamás se ha perdido.
El milagro nos muestra que el velo de la maldad es meramente una defensa contra nuestra santidad, un pedido de ayuda y de amor. Un curso en milagros es amoral con respecto a toda la cuestión de maldad o de obscuridad en el mundo, y de que hay que hacer cosas buenas o malas. Esto, por supuesto, no es lo mismo que decir que es inmoral. No contiene una moralidad porque la moralidad está relacionada con el juicio de la forma o conducta.
La "moralidad" del Curso es el deshacimiento de la culpa.
El Curso no está "en contra de" nada en el mundo; está "en contra de" la culpa.
P: ¿Qué tal el sentirse bien cuando uno se enoja?
R: Por supuesto que uno se siente bien cuando se enoja.
En ese instante cuando usted siente ira cree que por fin se ha liberado de la culpa. ¿Y cómo no va sentirse de maravilla por eso? Claro que sí, pero sólo hasta que la culpa surge de nuevo en su consciencia, fortalecida por el hecho de que ha atacado a alguien injustamente.
PRINCIPIO 32
Yo inspiro todos los milagros, que en realidad son intercesiones. Interceden en favor de tu santidad y santifican tus percepciones.
Al ubicarte más allá de las leyes físicas te elevan a la esfera del orden celestial. En ese orden tú eres perfecto. Obviamente, Jesús es muy claro en que él es la fuente de los milagros, y también en que esto es algo bueno.
Como dice la Lección 24 en el Libro de ejercicios, nosotros no conocemos nuestros mejores intereses, y menos aún los de alguien más, de modo que debemos preguntarle al que sí los conoce. Si tratamos de actuar por cuenta propia, tratamos de ser los inspiradores de los milagros, usurpando así el papel de Jesús, tal como hicimos una vez con Dios cuando nos separamos de Él.
La palabra "intercesiones" es deliberada aquí. Jesús no habla de la oración como usualmente la concebimos, o sobre la idea de que él intercede entre nosotros y Dios que es la opinión tradicional de que Dios estaba furioso con nosotros, así que necesitábamos a alguien que sirviera como intermediario y aplacara la ira de Dios.
El utiliza la palabra que tiene esas connotaciones pero, obviamente, la usa en forma distinta. La manera cómo él sí intercede es entre la santidad del Cristo que verdaderamente somos y el yo que creemos ser, al recordarnos el hecho de que somos santos y perfectos y que todo lo demás, ya sea que percibamos algo erróneo en nosotros o en alguien más, es meramente parte del sistema ilusorio del ego.
Al escoger un milagro, lo cual significa que elegimos escuchar la Voz de Dios en vez de la del ego, nuestras percepciones se vuelven santas.
Otro vocablo para percepción santa, que generalmente no se usa en el Curso, es "percepción verdadera," un sinónimo para "visión de Cristo." Es la manera en que percibimos cuando no hay culpa en nosotros.
Percibimos a través de los ojos del Espíritu Santo cuando ya no vemos a nadie separado de nosotros. Esto ocurre aun en el mundo de la percepción, que es este mundo.
Esto no quiere decir que negamos el cuerpo de alguien, sino que lo que sí negamos es que el cuerpo nos ha separado.
Por lo tanto, negamos todas las percepciones y pensamientos que reforzarían esta separación del ego. "Al ubicarte más allá de las leyes físicas te elevan a la esfera del orden celestial.
En ese orden tú eres perfecto." Esto es lo mismo que la idea de cómo el milagro trasciende las leyes del ego, las leyes físicas.
La culminación es que nos devuelve la consciencia de quiénes somos, que es espíritu.
Pero esta no es la meta del Curso, la cual es que estemos sin culpa en este mundo.
PRINCIPIO 33
Los milagros te honran porque eres digno de ser amado. Desvanecen las ilusiones que albergas acerca de ti mismo y perciben la luz en ti. De esta forma, al liberarte de tus pesadillas, expían tus errores.
Al liberar a tu mente de la prisión de tus ilusiones te restauran la cordura. Esta es otra expresión de la misma idea.
Los milagros desvanecen todas las ilusiones acerca del estar separados, de ser cuerpos, acerca de que las otras personas son cuerpos, y de que somos víctimas bien sea de nosotros mismos o de los demás.
Nos ayudan a reconocer que todos somos lo mismo, que todos estamos juntos en el mismo bote del mundo del ego, y que juntos abandonaremos este bote.
Más adelante en el Curso hay una línea que dice "juntos alzaréis la mirada con fe o no la alzaréis en absoluto" (T-19.IV-D.12:8).
De modo que nadie abandonó el Cielo solo, y nadie regresa al Cielo solo. "De esta manera al liberarte de tus pesadillas, expían tus errores." Podríamos leer que esto significa que los milagros corrigen nuestros errores o deshacen nuestros errores al mostrarnos que hay otro sueño más allá de la pesadilla el cual corrige nuestras ilusiones -y este es "nuestro sueño feliz." "Al liberar a tu mente de la prisión de tus ilusiones te restauran la cordura." Nuestras mentes se liberan de las creencias ilusorias del mundo.
PRINCIPIO 34
Los milagros le devuelven a la mente su plenitud.
Al expiar su sensación de carencia establecen perfecta protección.
La fortaleza del espíritu no da cabida a intromisiones.
Debe entenderse que esto significa que los milagros le devuelven a la mente la consciencia de plenitud, porque la plenitud o la abundancia de Dios jamás se ha ido.
Todo lo que el milagro hace es descorrer el velo que el ego había tendido para ocultar de nosotros la abundancia de Quiénes somos en realidad.
Al expiar la falta (i.e., al corregir la falta) los milagros establecen la protección.
El ego nos enseña que carecemos de algo, lo que significa que somos vulnerables.
Esto quiere decir que tenemos que protegernos.
Lo que hace el milagro es mostrarnos que no hay escasez en nosotros, y por lo tanto no necesitamos protección alguna.
La protección del espíritu, pues, es simplemente la consciencia de la invulnerabilidad del espíritu.
Un hijo de Dios jamás puede ser perjudicado.
Esa es una de las interpretaciones más claras que podríamos concebir sobre el significado de la crucifixión. Eso fue lo que nos enseñó Jesús: a pesar de lo que el mundo percibió, a él no le sucedió nada.
Su cuerpo pudo haber sido atacado, pero él no pudo haber sido atacado. El se identificó con la perfecta protección del espíritu porque El sabía Quién era y, por lo tanto, no importaba lo que le hicieran a su cuerpo, bien fuera físicamente o psicológicamente.
Esa es la perfecta protección del espíritu. En ese punto, pues, nada puede estorbar al espíritu. Es como si hubiera un círculo de luz alrededor de nosotros con el cual nos identificamos, y cualquier oscuridad que el ego tratara de arrojarnos sencillamente desaparecería ante la luz.
Usted no puede introducir tinieblas en un lugar lleno de luz.
La oscuridad es la ausencia de luz, lo que realmente significa que la oscuridad no tiene cualidades propias.
El identificarnos con la luz de Cristo, que es Quiénes somos, es nuestra protección. Lo interesante es que algunas veces la gente trata de concretar eso de alguna forma al tratar de extender o manifestar un círculo de luz a su alrededor, o de irradiar luz o algo por el estilo. Todo lo que se logra con eso es hacer real al cuerpo y hacer real el peligro.
Por lo tanto, todo lo que usted tiene que hacer es conocer Quién es, y ese conocimiento y esa consciencia es la luz.
Usted no tiene que hacer nada. Una vez hace algo, eso se convierte en una defensa.
Usted no hace nada; sólo recuerda Quién es, y eso está más allá de todo que hacer.
PRINCIPIO 35
Los milagros son expresiones de amor, pero puede que no siempre tengan efectos observables. Esto es muy importante. Una de las trampas en las cuales cae la gente, como he dicho ya, bien sea que trabaje con Un curso en milagros o que siga cualquier otra forma de curación, es que quiere resultados.
Si no obtengo resultados, si su catarro no desaparece, si la herida no se sana, si este tumor no desaparece, entonces quiere decir que no soy un buen sanador.
Todo lo que ha ocurrido es que hemos caído en la misma trampa de hacer real el cuerpo.
Una de las advertencias principales que el Curso expresa consistentemente es: No hagan el error real. Un curso en milagros no cree en el pecado; pero si creyera, el pecado en contra del Curso sería hacer el error real.
Hacemos el error real cuando creemos que debemos hacer algo al respecto o en contra del error. Una vez creamos que hay un problema en el nivel del cuerpo que tiene que curarse, estamos entonces haciendo el error real.
Tratar de proyectar un círculo de luz alrededor de usted o alrededor de otra persona es un ejemplo de hacer el error real, porque entonces usted afirma que la luz tiene que proteger a esta persona o a mí mismo en contra de la oscuridad. Obviamente, pues, usted hace la oscuridad real.
Usted no tiene que luchar en contra de algo que es irreal.
Usted sólo lucha o se protege en contra de éste cuando cree que es real. La protección de que habla el Curso es la de nuestro sistema de pensamiento, lo cual quiere decir que corrijamos los pensamientos erróneos que tenemos.
P: Eso suena algo difícil. Mi pregunta es, ¿puede tener su bizcocho y comérselo también? Por ejemplo, si necesita una aspirina, si necesita ir tras un poquito de magia de vez en cuando...
R: No digo que no deba hacerlo. Todo lo que digo es: Haga lo que sea que lo haga sentirse mejor, pero no crea que eso hace lo que usted cree que hace. El Curso habla sobre la idea de traer las ilusiones a la verdad, la oscuridad a la luz.
El ego lo hace al revés. Trae la verdad a la ilusión.
La gente se sentirá tentada a tomar la verdad de este Curso, que es un sistema puro, y traerla a las ilusiones que todos abrigamos.
Hay ciertas cosas de las que no queremos desprendernos, así que si a usted le gustan los círculos de luz, entonces no quiere soltarlos. O si a usted le gusta clamar por espacios de estacionamiento, usted no quiere dejar de hacerlo.
Y no hay nada aquí que diga que usted no debe hacerlo.
Jesús no está allá arriba con un látigo. El sólo dice que eso no le va a dar lo que usted quiere, es todo.
Si usted quiere gratificarse en el camino, creo que está bien en tanto reconozca lo que hace. Eso es lo que importa.
Un curso en milagros no dice que no debemos sentir ira.
Lo que dice es que no debemos justificar la ira. Ese es el error. Todo el mundo va a sentir ira porque tenemos egos. La idea es que cuando sintamos ira y molestia no la justifiquemos.
Eso es lo que dice Jesús en el Capítulo 3 cuando habla sobre la Expiación sin sacrificio (T- 3.I).
El dice que es en eso que se equivocó la gente.
Tuvo que invertir toda una manera de pensar para poder justificar la percepción equivocada de que Dios hizo que Su Propio Hijo sufriera. En otras palabras, la gente creó una teología que justificó la proyección de su propia culpa.
Pero cuando usted construye una teología, psicología, filosofía, una teoría económica, o lo que sea para justificar la proyección de su propio ego, va a tener dificultades.
No hay nada malo en tener círculos de luz alrededor de usted si eso es lo que lo hace sentirse mejor, pero cuando trata de hacerlos parte de este sistema de pensamiento, ahí es que comete el error.
Cuando usted habla en el Nivel Uno, todo parece muy difícil, porque ese es el nivel que no admite componendas.
Este dice que al final usted comprende que "lo falso es falso, y lo que es verdad jamás ha cambiado" (L-pII.10.1:1).
Todo en este mundo es falso y, por lo tanto, usted no debe poner ninguna inversión en él. Pero nadie que viva en el mundo del cuerpo, como todos nosotros, va a ser capaz de desprenderse totalmente de la inversión en el mundo.
Siempre habrá algunas cositas, por suerte sólo cositas, a las cuales nos apegamos. Ese es el Nivel Dos, el cual es un modo mucho más tierno de contemplar todo esto.
Lo que no admite componendas ni siquiera ahí es la idea de no hacer el error real, no intentar justificar las percepciones erróneas del ego. No hay nada malo en tener ataques de ego; todos vamos a tenerlos.
El error radica en tratar de decir, "Bien, esto es lo que el Curso dice realmente," o "Esto es lo que dice la Biblia," o "Esto es lo que Dios me dijo que debía hacer."
Es mucho mejor decir únicamente, "Bien, tuve un ataque de ego," o "A mi ego le agrada que tenga un círculo de luz a mi alrededor," o que le pida un espacio de estacionamiento al Espíritu Santo.
Eso está bien mientras no trate de decir que eso es lo que dice el Curso. Una vez lo haga, caerá en la misma trampa tal como ocurrió hace dos mil años, de tomar un mensaje que era radiantemente puro y cubrirlo rápidamente con velos de oscuridad y culpa de manera que termine convirtiéndose en una religión de odio, más bien que de amor.
P: Supongo que gratificarse a sí mismo bien sea tomando magia, tomando siestas, con placer sexual, o cualquier otra clase de complacencia esté bien, en tanto usted sepa que eso es lo que hace. Pero ¿acaso no hacemos el error real cada vez que nos complacemos?
R: Sí, en el Nivel Uno. Pero en nuestra experiencia aquí en el mundo del cuerpo (Nivel Dos), tal "complacencia" puede ser una forma de aprender suavemente que esto no es lo que en realidad queremos.
Pero tiene que tener cuidado de no engañarse a sí mismo, y de que no siga al ego más bien que al Espíritu Santo, y de no envolverse en algo que lo hiera a usted y a otras personas y que haga su culpa más fuerte aún.
Todo lo que diría el Curso es: Haga lo que sea que usted quiere hacer, pero no lo convierta en el Reino del Cielo.
No haga de ello el centro de su atención. Eso es todo. Lo que hacemos generalmente es convertirlo todo en la gran cosa.
P: Pero usted hace el error real cada vez que hace algo físico. R: ¡Por supuesto! No puede hacer nada al respecto. Pero lo empeora cuando trata de justificarlo.
Es mejor decir que todavía tengo este cuerpo y creo que tengo ciertas necesidades, y que hay ciertas cosas que me dan placer; hay ciertas cosas que quiero evitar porque me causan dolor. Mientras sea un cuerpo voy a tener esas cosas, pero eso no significa nada. Lo que tiene sentido es que perdone a esta persona que trabaja conmigo o que vive conmigo, y que realmente quiero que estas relaciones se sanen.
Todo lo demás es algo tonto. La idea es hacer lo que sea, pero no convertirlo en algo sensacional. De hecho, hay una línea casi al final de este capítulo que dice que "los impulsos físicos son impulsos milagrosos mal canalizados" (T-1.VII.1:3).
Esa es otra manera de decir que hacer real el cuerpo, bien sea que hablemos sobre sexualidad, enfermedad, ira o guerra, es una defensa en contra de lo que realmente somos. Específicamente, en términos de sexualidad, se refiere a la idea de que el unirse con la gente por medio del cuerpo no lo hará sentirse cómodo, porque la única unión posible se hace a través de la mente. En otras palabras, todos anhelamos regresar a casa con Dios porque ese es el centro de nuestro problema.
De algún modo sentimos que si nos acercamos a las personas bien sea que hablemos de acercarnos sexualmente o sólo físicamente, en alguna forma eso deshará la separación. Obviamente, no sucederá así porque el problema no tiene nada que ver con el cuerpo. Repito, es nuestro uso del cuerpo lo que constituye el error, el tratar de justificar o de espiritualizar algo que no tiene nada que ver con lo espiritual.
Es el uso de éste lo que es importante.
P: ¿Podría el Espíritu Santo estarle diciendo que esto no es lo correcto porque refuerza una carencia que usted cree que es real? En otras palabras, usted necesita este placer en este momento, así que al caer en el abismo de aceptarlo, refuerza la falta.
R: Sí, si mira esto desde un punto de vista muy práctico, creo que la clave es que si algo se convierte en una preocupación, como por ejemplo no puedo ser feliz a menos que me acueste con esta persona, no puedo ser feliz a menos que coma cierta clase de alimento, no puedo ser feliz a menos que obtenga cierto automóvil, y así sucesivamente, esa es una bandera roja.
Lograr esto se convierte en el Reino del Cielo, y la ausencia de ello se vuelve el infierno. Cuando cae en una trampa así, ésta es una bandera roja que le dice que usted está tratando muy tenazmente con relaciones especiales, no importa la forma.
Pero la idea es que no convierta en una gran cosa algo que no lo es.
Lo que es la gran cosa en este mundo es la culpa, y la respuesta para eso es el perdón. Eso es lo importante.
P: ¿Dice algo el Curso acerca de la resurrección del cuerpo?
R: ¿Cómo podría resucitarse el cuerpo si éste no muere?
Del mismo modo que el cuerpo no puede sanarse porque jamás estuvo enfermo, éste no puede resucitar de entre los muertos porque jamás murió.
Un curso en milagros sí habla mucho acerca de la resurrección. Recuerden, el cuerpo no hace nada. La mente sí hace.
La resurrección es el despertar del sueño de muerte.
Lo que ocurrió con Jesús fue que él despertó de la pesadilla del mundo en el que estamos todos nosotros. En nuestra percepción del mundo y ciertamente en la de la gente a su alrededor que no entendió de lo que él hablaba, Jesús resucitó de entre los muertos.
Ellos pudieron sentir su presencia. Por lo tanto, sumaron dos más dos y obtuvieron cinco, algo que todos hacemos muy bien. Jesús sí se les apareció en sus mentes, en la forma que ellos podían aceptarlo, lo que obviamente tenía que ser una forma que ellos identificaran con Jesús, la cual tenía que ser un cuerpo.
Pero su resurrección fue realmente un despertar de esta pesadilla, que es un sueño de muerte, de separación, ataque, agresión, etc. Pero, repito, la clave es que una vez usted dice que el cuerpo resucita, afirma que el cuerpo murió, lo cual quiere decir que usted considera que el cuerpo es real.
El testigo más poderoso de la realidad del mundo del ego es la muerte, porque ésta sostiene que el cuerpo vivió.
Si el cuerpo vivió, entonces el ego tiene que vivir y todo el sistema de pensamiento del ego tiene que ser cierto.
Lo que Jesús nos enseñó es que el cuerpo no muere, el cuerpo no resucita, el cuerpo no hace nada y, por eso, él permanece con nosotros a pesar de lo que le ocurrió a su cuerpo.
Hay una línea al final del Capítulo 15, escrita en la Navidad, que dice: "El Príncipe de la Paz nació para re-establecer la condición del amor, enseñando que la comunicación continúa sin interrupción aunque el cuerpo sea destruido, siempre y cuando no veas el cuerpo como el medio indispensable para la comunicación" (T- 15.XI.7:2).
P: ¿Quiere decir que él sólo tomó la forma? ¿Y qué hay de cuando él se le apareció a los apóstoles?
R: El "apareció" en la mente de las personas.
P: ¿Y a Tomás le dijeron que tocara su costado?
R: Yo no estoy seguro de cuánto de eso ocurrió en realidad.
El Evangelio de Juan, especialmente, se escribió en parte para combatir lo que creyeron que era una amenaza de los Gnósticos, quienes ya comenzaban a ser una amenaza real dentro del cristianismo.
Algunos Gnósticos enseñaron que Jesús no fue un cuerpo.
A éstos los llamaron "docetistas," un término derivado de una palabra griega que significa ilusión.
Lo que muestra ese incidente de los evangelios, supuestamente, es que Jesús tuvo un cuerpo porque Tomás lo tocó.
Estoy seguro de que muchos eruditos de las escrituras negarían que ese fue en realidad un hecho histórico.
Lo verían más bien en términos de la teología que enseñaba Juan de que Jesús estuvo en un cuerpo; y esa enseñanza iba específicamente dirigida contra los Gnósticos.
P: ¿Descarta usted las proyecciones astrales, entonces? Esto parece como una posible explicación de lo que la gente creyó ver.
R: ¿Qué si las descarto? No, esa es otra manera de verlo; pero aun así es del ego.
P: Como lo describieron atravesando paredes, apareciendo y reapareciendo, parecía...
R: Realmente hay que cuestionar todas las apariciones relacionadas con la resurrección que mencionan los evangelios. La mayoría de los eruditos de las escrituras sí lo hace.
Las apariciones de la resurrección en los cuatro evangelios se contradicen unas a otras. En datos básicos, como quién lo vio y cuándo, se contradicen. La opinión de consenso es que se obtiene una expresión de la teología que emergía de las distintas iglesias cristianas de aquel tiempo más bien que de cualquier hecho histórico.
Es por eso que intentar decir qué hizo Jesús o qué no hizo es muy difícil; nadie sabe en realidad lo que él hizo, en primer lugar. Hay muy poca historia en los evangelios, pero sí mucha teología y gente que re-leen en la historia lo que ellos quisieran que hubiera en ella.
Dicho sea de paso, el Curso no hace comentarios al respecto ni trata esos temas.
P: Santa Teresa tenía entrevistas con Jesús en la palma de su mano. Entiendo que sus visiones eran muy fuertemente perceptuales.
R: Correcto. Si usted trabaja con Un curso en milagros debe aceptar la premisa de que todo procede de lo que está en nuestras mentes. No hay nada fuera de nosotros.
Todo es una proyección de lo que está en nuestro interior, lo cual quiere decir entonces que usted puede proyectar lo que quiera. Los psicólogos han hecho esto por años y años con las pruebas proyectivas. La gente ve toda clase de cosas en los estímulos perceptuales que no tienen formas reconocibles específicas, como en las Pruebas Rorschach con manchas de tinta. Vemos lo que queremos ver, lo cual creo que no le resta nada al mensaje básico contenido en los evangelios.
De hecho, realmente el Curso hace ese mensaje de perdón muy, muy claro. Aún estamos discutiendo el Principio 35, que los "milagros puede que no siempre tengan efectos observables." Lo que es importante es el efecto que el milagro sí tiene, que es traerle paz al obrador de milagros.
De hecho, cuando vuelva mi mente hacia Jesús y no vea que alguien ataca o es atacado, me sentiré en paz. Lo que ocurra después de eso es entre Jesús y la otra persona.
He cumplido mi parte. El regalo de mi paz es otorgado a esa otra persona, aun cuando él o ella no lo acepte.
Esto significaría que el milagro puede que no tenga efectos observables. Hay una serie de preguntas en el manual para el maestro que trata sobre la curación y plantea el mismo asunto. Una de las preguntas es, "¿Debe repetirse la curación?" (M-7). Esta tiene que ver con una situación en la cual alguien parece no haber sanado.
El punto es que si usted cree que alguien no se ha curado, está haciendo el cuerpo real porque busca algo en el nivel del cuerpo.
Otra área hacia la cual se apunta aquí se cubre en una lección que dice: "Cuando me curo, no soy el único que se cura" (L-pI.137).
Puesto que todas las mentes están unidas y son una dentro de este holograma, cuando mi mente se cure y extienda mi paz, o la paz se extienda a través de mí, ésta tocará a todas las demás mentes, de cuya mayoría yo no tengo consciencia.
Como no existe la realidad del tiempo como una expresión lineal, o como tiempo en sí, entonces esta curación puede ocurrir a través de todas las dimensiones temporales. Obviamente, nosotros no tenemos consciencia alguna de esto. Nuestra única labor, repito, es permitir que nuestra mente individual se sane. Lo que ocurra después es de la sola incumbencia del Espíritu Santo.
Kenneth Wapnick
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/
LIBRO LOS 50 PRINCIPIOS DEL MILAGRO (PRINCIPIOS DEL XXIV AL XXX)
PRINCIPIO 24
Los milagros te capacitan para curar a los enfermos y resucitar a los muertos porque tanto la enfermedad como la muerte son invenciones tuyas, y, por lo tanto, las puedes abolir.
Tú mismo eres un milagro, capaz de crear a semejanza de tu Creador. Todo lo demás no es más que tu propia pesadilla y no existe. Sólo las creaciones de luz son reales.
Una de las señales que dice la Biblia que usaba la gente, para saber que Jesús era el Mesías, era que él sanaba a los enfermos y resucitaba a los muertos.
Pero, obviamente, la Biblia no enseña que nosotros mismos hicimos la enfermedad y la muerte. De esto fue que hablamos antes. La mente lo fabricó todo en este mundo.
Un curso en milagros realmente plantea esto en el sentido global cósmico de hacer el universo físico completo.
Para nuestros propósitos aquí, se refiere a que nosotros hicimos el cuerpo y las leyes del mismo, lo que significa que hicimos la enfermedad e hicimos las leyes de la muerte.
Puesto que las hicimos, podemos cambiarlas.
El Espíritu Santo no sana el cuerpo porque El no lo enfermó. Lo que hace el Espíritu Santo es sanar la culpa en nuestras mentes que enfermó al cuerpo al ayudarnos a cambiar de pensamiento acerca de esa culpa que elegimos.
Esta es una distinción muy importante que debemos recordar, de modo que no caigamos en la trampa de pedir la ayuda del Espíritu Santo para algo en el mundo material.
Todo lo que hace eso, repito, es hacer real al mundo, del mismo modo que usted no debe pedirle un área de estacionamiento al Espíritu Santo.
Esa es una de las favoritas de la gente que trabaja con el Curso. P: Pero cuando usted usa su mente para proyectar cosas como esa, eso no necesariamente es pedirle al Espíritu Santo. Eso es utilizar su mente.
R: Hay una diferencia entre lo psíquico y lo espiritual.
Lo psíquico es algo que hacemos con nuestras mentes; lo espiritual es algo que hacemos con la mente de El.
Hay una gran diferencia entre los dos.
Podemos impresionarnos mucho con las cosas psíquicas de las cuales todos somos capaces.
Encontrar lugares de estacionamiento puede ser una de ellas. Pero atribuirle eso al Espíritu Santo es un error, porque El no hace cosas en el mundo; El hace cosas en nuestras mentes.
No hay mundo. Creer que el Espíritu Santo opera en el mundo es hacerlo a El tan demente como estamos nosotros: hacer que El vea un problema donde no existe.
El problema no es que usted necesite un lugar de estacionamiento; el problema es su preocupación sobre la necesidad de un área de estacionamiento.
Usted le dice a El que necesita un lugar para estacionarse.
La mejor oración sería pedirle ayuda para aliviar la necesidad de usted encontrar ese lugar de estacionamiento.
¿Cómo sabe usted dónde se supone que debe estacionarse?
A lo mejor debe estacionarse tres cuadras más lejos del lugar donde usted cree que debe hacerlo, debido a razones que usted desconoce. Tal vez, deba estacionarse tres cuadras más lejos, porque en el camino desde donde su carro esté estacionado hasta donde se supone que usted vaya, va a encontrarse con alguien que usted debe conocer y que de otro modo jamás conocería.
En otras palabras, es una manera muy sutil de controlar al Espíritu Santo y de decirle lo que usted necesita, y a menudo le pedimos ayuda para estas cosas con las cuales creemos que ahorramos tiempo, pero tal vez ahorremos aún más tiempo con esa caminata de tres cuadras y con las experiencias que tengamos las cuales nos capacitarían para ahorrar tiempo en el camino de nuestra Expiación.
P: Estoy recibiendo un doble mensaje aquí. Por una parte le escucho decir que no importa si usted proyecta un lugar de estacionamiento o lo que sea en tanto no se lo atribuya al Espíritu Santo. Pero ahora dice lo contrario, que es no proyecte lugares de estacionamiento ni cosa por el estilo, todas están en la mente.
R: Exacto, estoy diciendo las dos cosas. Digo que lo mejor es no utilizar la magia, pero la mayoría de nosotros no está lista para eso todo el tiempo. Lo mejor sería preguntarle al Espíritu Santo: "¿Qué debo hacer?" en vez de proyectar el estacionamiento.
Digo que no hay nada erróneo en eso, salvo que yo no creo que le ahorrará el tiempo que pedirle al Espíritu Santo sí le ahorraría en términos de trabajar con su culpa.
Más adelante, como veremos, el Principio 38 habla de cómo el Espíritu Santo percibe globalmente, que sería otra manera de decir que El percibe la situación en su totalidad.
Nosotros generalmente percibimos una cosa específica, una necesidad específica en algún punto. Yo no quiero caminar diez cuadras o diez minutos o esto o aquello. Quiero estar a tiempo en esta cita; no quiero quedar atrapado en el tránsito.
Nosotros lo vemos de manera muy limitada en nuestra experiencia. El lo ve en un plano mucho más amplio, y es por eso que mientras más receptivos estemos, más rápidamente podemos aprender Sus lecciones y sanarnos.
P: Cuando yo comencé a usar el Curso, solía pedirle al Espíritu Santo una miríada de cosas, y ahora mi sentir es que Su única función es realmente enseñarme a perdonar.
Ya ni siquiera le pido otras cosas; sólo continúo pidiéndole que me ayude a estar menos resistente a ser una persona indulgente y amorosa. Esa es la única forma en que yo veo la función del Espíritu Santo. No creo que El esté aquí para decirme dónde debo estar y qué debo hacer. No sé si tengo razón o si estoy equivocada, pero...
R: Esa es toda la idea. Lo que usted pide si se encuentra en una situación específica que le produce ansiedad, es ayuda para no sentirse ansioso, más bien que pedir que la situación se resuelva en la forma que usted necesita.
P: A la luz de lo que usted dijo acerca de la enfermedad, me pregunto cómo es que uno se enferma. ¿qué es lo que hace que nos pongamos saludables de nuevo?
R: Usted se enferma al proyectar sobre su cuerpo la culpa que está en su mente, el perdón lo regresa a la salud. Si a usted le da un catarro, lo que tiene que hacer, después de tomar aspirinas o pastillas para el catarro o lo que sea, es pedir ayuda para perdonar a quienquiera que no haya perdonado. Si no le viene nadie a la mente, comience donde esté.
P: Pero sabemos eso porque estamos aquí escuchándolo a usted. ¿Qué tal aquellos que no lo saben? ¿Cómo se curan?
R: Al cambiar de pensamiento a través del perdón o utilizando alguna forma de magia. La magia funciona; no cabe duda al respecto. Pero eso no le va a aliviar la causa subyacente del catarro, o de la enfermedad que sea.
La mayoría de la gente en el mundo se pasa resolviendo problemas en este nivel, uno tras otro.
Como dije antes, nos estamos volviendo más y más sofisticados en la solución de nuestros problemas, lo cual significa que el ego se está tornando más y más sofisticado en la fabricación de los mismos.
Y esto jamás termina. Lo único que termina todo el ciclo es perdonar. Es por eso que hoy día aún estamos peleando las mismas guerras que peleábamos hace siglos y milenios.
P: Así que usted dice que hay que concentrarse en la causa, no en el efecto.
R: Correcto. La causa sería siempre algún aspecto de la culpa. "Tú mismo eres un milagro, capaz de crear a semejanza de tu Creador." Obviamente, cuando dice tú eres un "milagro", "milagro" se usa en un contexto muy diferente del que estamos hablando. Somos capaces de crear a semejanza de nuestro Creador. Eso es creación.
Extendemos nuestro Ser espiritual, como Cristo, tal como Dios extendió Su Ser espiritual al crearnos. Recuerden, la creación no es posible en este mundo.
"Todo lo demás no es más que tu propia pesadilla y no existe. Sólo las creaciones de luz son reales." Ese es un planteamiento muy claro de la distinción entre la verdad y la ilusión en el Nivel Uno.
Crear a semejanza de Dios, lo cual pertenece al nivel del espíritu, es la única verdad; no existe nada más en este mundo. Parece que sí, pero todo lo demás es sólo un mal sueño.
En el momento que nos separamos de Dios, nos quedamos dormidos. Todo lo que ocurrió después, toda esta alfombra de tiempo, el mundo completo de la evolución, no es nada más que un mal sueño. Permítanme mencionarles, porque no aparece en los principios, que la meta de Un curso en milagros no es despertarnos del sueño.
La meta es convertir la pesadilla en un sueño feliz.
En el sueño feliz, aún vivimos en este mundo de ilusión, el mundo de cuerpos separados, pero sin proyectar más culpa sobre el mismo.
Vivimos en ese mundo con lo que se llama "percepción verdadera." Es lo que el Curso califica como "mundo real": es un mundo totalmente libre de pecado en nuestras mentes.
Esa es la meta del Curso.
Luego dice que Dios Mismo da el último paso, y eso es lo que finalmente nos despierta del sueño en su totalidad (T-11.VIII.15:5).
Pero el centro de interés de Un curso en milagros es ayudarnos a vivir en este mundo, que es el mundo del cuerpo, pero sin proyecciones de culpa.
PRINCIPIO 25
Los milagros son parte de una cadena eslabonada de perdón que, una vez completa, es la Expiación. La Expiación opera todo el tiempo y en todas las dimensiones del tiempo.
Este es el primer planteamiento sobre la Expiación. Permítanme decir unas palabras sobre qué es la Expiación, tal como el Curso utiliza la palabra.
La palabra "Expiación" es básicamente un sinónimo de la palabra "corrección," y es el término que emplea el Curso para referirse al plan general que surgió con el Espíritu Santo para deshacer el error de creer que estamos separados.
El Espíritu Santo fue ubicado en nuestras mentes por Dios, y nos reúne con el Padre que creímos haber abandonado.
El Espíritu Santo es el eslabón entre nosotros y Dios, por consiguiente deshace la separación, al corregir el error.
Así que, podríamos decir que el Espíritu Santo es realmente la expresión del principio de Expiación, que es que el separarnos de Dios jamás ocurrió en verdad.
La palabra "Expiación" es el vocablo del Curso para el plan completo de despertar al Hijo de Dios de su sueño de que se separó. La palabra se usa también en un sentido más limitado para describir el plan de Expiación individual que cada uno de nosotros tiene que completar.
El Curso dice que nuestra única responsabilidad es aceptar la Expiación para nosotros mismos (T-2.V.5:1).
Eso quiere decir que debemos aceptar la negación de la realidad de que nos separamos, y la irrealidad de la culpa en las relaciones y situaciones específicas que confrontamos. Expiación, pues, tiene significado en un nivel individual, que es nuestro propio camino particular.
En otras palabras, esta alfombra del tiempo está hecha de miles y millones de hilitos, y cada hilo representa la vida individual que llamamos nuestra.
Cada uno de nosotros tiene que deshacer las creencias que contiene cada hilo, eso es la Expiación.
Cuando el último Hijo de Dios haya completado su plan, el plan total de la Expiación estará completo. Así es como se usa la palabra. Tiene un significado específico en el contexto del Curso en términos del propósito de utilizando el lenguaje y la terminología cristiana en una forma distinta.
El cristianismo ha enseñado que la Expiación se logra únicamente a través del sacrificio y del sufrimiento.
Hay una sección muy poderosa al principio del Capítulo 3 que se llama Expiación sin sacrificio (T-3.I), que trata específicamente de la Crucifixión de Jesús y habla sobre cómo el propósito de la misma no fue expiar el pecado por medio del sufrimiento, el sacrificio y la muerte.
Esa es una creencia que procede de la culpa de la gente.
La verdadera Expiación es corregir esa creencia errónea a través del reconocimiento de que el cuerpo no es real, que el pecado no es real, y que todo es un mal sueño.
Repito, la palabra Expiación es sinónimo de corrección. Básicamente, por medio de la elección del milagro realmente escogemos perdonar, y mientras más lo hagamos, más capaces seremos de extender este perdón a los demás.
Cuando se complete todo ese proceso o cadena, eso será la Expiación. Esta es una imagen que usa el Curso en otros pasajes. Habla de cómo una fuerte cadena de "Expiación" se suelda cada vez que escogemos un milagro (T-1.III.9:2).
Hay una sección que se titula El círculo de la Expiación (T-14.V) que contiene la misma idea.
Es un círculo en constante expansión; atraemos a más y más personas hacia el plan de la Expiación por medio de nuestro perdón hacia ellos. "La Expiación opera todo el tiempo y en todas las dimensiones del tiempo.
" La frase "todas las dimensiones del tiempo," refleja la idea del holograma, que mencioné antes (vea pág. 55-56).
Se puede entender en términos de otra aseveración que dice que detrás de cada hermano habrá miles (T-27.V.10:4).
Al perdonarlo a usted, perdono también a toda la gente en mi vida, o en otras vidas, que han representado el mismo problema. Todas las mentes están unidas.
Si yo tengo un problema, digamos que un problema de autoridad, entonces detrás de usted como ejemplo específico de eso, estaría toda la gente en mi vida con quien he tenido ese mismo problema.
De modo que la Expiación corrige y sana todos los aspectos del mismo asunto, aun cuando no estemos conscientes de ello. Repito, "Expiación" se refiere tanto al nivel individual como al colectivo.
PRINCIPIO 26
Los milagros representan tu liberación del miedo. "Expiar" significa "des-hacer." Deshacer el miedo es un aspecto esencial del poder expiatorio de los milagros.
Mirar con los ojos del ego es lo mismo que mirar con los ojos del miedo. Jamás trataríamos de atacar a los demás si no les temiéramos. Al escoger al Espíritu Santo en vez de escoger al ego, en verdad escogemos el amor en vez del miedo. "Expiar" significa "deshacer," que es otra palabra para "corrección." Básicamente, cuando expiamos nuestro pecado, deshacemos la creencia en el mismo. No lo hacemos real y luego tratamos de deshacerlo, que desde luego es la forma cómo el mundo -tanto el mundo teológico como el psicológico, etc.- generalmente procede.
Hay dos secciones, La irrealidad del pecado (T-19.III) y El pecado en contraposición al error (T-19.II), que indican que usted niega la realidad del pecado al considerarlo como un error.
Como dice el Curso: Los pecados se castigan, los errores se corrigen. Esto no significa que usted niegue lo que ve.
Usted no niega lo que lee en los periódicos o lo que la gente ha hecho. Lo que hace es cambiar su interpretación del pecado, que es siempre una proyección de nuestra propia creencia en el mismo, por un error que hay que corregir, que es tan nuestro como de la otra persona. Repito una vez más, los pecados son castigados por el ego, los errores son corregidos por el Espíritu Santo. Y, así, se deshacen.
PRINCIPIO 27
Un milagro es una bendición universal de Dios a todos mis hermanos por mediación mía. Perdonar es el privilegio de los perdonados. Esta es la primera vez que la persona de Jesús aparece en el Curso. El milagro tiene su fuente en Dios y se expresa a través de Jesús. Jesús, por ser la manifestación del Espíritu Santo, trae el Amor de Dios a otras personas por mediación nuestra, y de ese modo salva el abismo entre nosotros y Dios. Eso es lo que hace el milagro.
Y, a medida que perdonamos, somos perdonados, que en realidad quiere decir que aceptamos el Amor de Dios.
Por supuesto, mientras más aceptemos el perdón, más querremos perdonar a los demás. Es un proceso recíproco. Siempre es importante recordar que los milagros los hace Jesús, no los hacemos nosotros. Nuestra labor es únicamente limpiar nuestras mentes de aquello que interfiera de modo que él pueda extender su amor a través de nosotros.
PRINCIPIO 28
Los milagros son una manera de ganar liberación del miedo.
La revelación produce un estado en el que el miedo ya ha sido abolido.
Los milagros son, por lo tanto, un medio, y la revelación, un fin. Obviamente, no significa "ganar;" es realmente una manera de lograr liberarse del miedo.
Se establece una distinción entre la revelación y el milagro. Cuando tenemos una revelación, no existe absolutamente ningún miedo en nosotros. Algo en nosotros ha efectuado un cambio total, y nos abrimos totalmente a Dios.
Sin embargo, eso no dura. Si durara, no estaríamos aquí.
Las revelaciones son temporarias, y luego volvemos a cualesquiera asuntos del ego que estén presentes aún.
P: ¿Son esos instantes santos?
R: Bueno, sería como un instante santo pleno.
PRINCIPIO 29
Los milagros alaban a Dios a través de ti. Lo alaban al honrar a Sus creaciones, afirmando así la perfección de las mismas. Curan porque niegan la identificación con el cuerpo y afirman la identificación con el espíritu.
Una de las ideas judeo-cristianas es que debemos alabar a Dios. Ciertamente, muchos de los salmos contienen ese aspecto. Evidentemente, sin embargo, Dios no necesita que nosotros lo alabemos. El no tiene un ego que requiera que la gente lo alabe (T-4.VII.6:1-3).
La forma en que el milagro alaba a Dios es simplemente reflejando Su Ser y Su Amor global, no con palabras ni con acciones. Una de las formas en que el amor especial se distingue del amor verdadero es que el amor especial es siempre un fenómeno exclusivo. Siempre excluye a cierta gente.
El Amor de Dios es global; El no hace excepciones.
Como dice la Biblia, Dios no tiene favoritos.
Los milagros alaban este Amor de Dios al unir a todas las personas en nuestra mente. "Lo alaban al honrar a Sus creaciones, afirmando así la perfección de las mismas.
" El milagro es un cambio en el percibir a alguien como imperfecto, ya sea que veamos a esa persona como un cuerpo imperfecto porque él o ella esté físicamente enfermo, o que veamos a esa persona imperfecta porque la hemos juzgado como pecadora.
Cambiamos entonces de esa percepción a la percepción del Espíritu Santo que mira más allá del error hacia la verdad, mira más allá de la oscuridad del ego hacia la luz de Cristo que brilla en esa persona. "Curan porque niegan la identificación con el cuerpo y afirman la identificación con el espíritu."
Esta idea es igual a la que expone el Principio 17.
Curan porque se mueven de la identificación con el cuerpo que no es el problema, a la identificación con el espíritu.
Es el espíritu el que constituye la fuente de la respuesta.
Y al identificarnos con Aquello que somos realmente, reconocemos que todo lo demás es simplemente una defensa en contra de esta verdad.
P: ¿Puede usted hacer eso y no reconocer dónde están ellos mental o físicamente? En otras palabras, negar lo que usted ve y querer contemplar la perfección de la persona.
R: Hay una manera de mirar que plantea el Curso, la cual es como una doble visión. Usted no niega lo que ven sus ojos; no niega que alguien sufra dolor físico o que alguien tenga una necesidad o lo que sea. Pero al mismo tiempo, usted también se percata de que lo que ve es un pedido de ayuda.
Eso es lo que Un curso en milagros llama el Juicio del Espíritu Santo (T-12.I): que la enfermedad y el dolor o la ira y el ataque, lo que sea que haya hecho la persona, es realmente un pedido de ayuda y una expresión de que esa persona está identificada con su ego.
P: En una situación específica, ¿cuánto debo soportar?
R: Usted le dice al Espíritu Santo o a Jesús o a quienquiera que usted sienta que le habla: ¿Qué quieres que haga? Si usted cree que empieza a sentirse perturbado por el problema de la persona, en cualquier nivel que sea, antes de pedirle a El qué debe hacer, debe pedirle ayuda para sanar su percepción.
Eso es lo que quiere decir con "la única oración que tiene sentido es la del perdón" (T-3.V.6:3).
Usted le pide primero que lo ayude a cambiar de la manera de mirar del ego a la manera de mirar de Él, y luego dice: "¿Qué quieres que haga? ¿Cuál sería mi más amorosa forma de actuar en este momento?" Y entonces lo lleva a cabo.
Primero usted trata de percatarse de su propia interferencia. Repito, bien sea que la enfermedad de alguien suscite mucha compasión en usted, culpa, dolor, agravio, o que las características del comportamiento de alguien le causen mucha ira -es por eso que usted pide ayuda.
Y entonces dice: "¿Qué sería lo más amoroso que puedo hacer? ¿Qué quieres que haga?" Cualesquiera palabras que quiera usar están bien, pero ciertamente usted no niega lo que ve.
Esto no es un curso de negación. De hecho, el texto dice, en un pasaje que leí antes, que es casi imposible negar la experiencia física en este mundo.
No sugiere que lo hagamos, porque la línea siguiente dice que ésta es una forma de negación particularmente inútil (T-2.IV 3:8-11).
PRINCIPIO 30
Dado que los milagros reconocen el espíritu, ajustan los niveles de percepción y los muestran en su debido lugar. Esto sitúa al espíritu en el centro, desde donde puede comunicarse directamente.
El Principio 30 es lo mismo que el Principio 23.
Básicamente, el milagro nos muestra que el problema no radica en el cuerpo -radica en la mente. Es el problema de la culpa, y nuestra culpa es una defensa en contra del amor que realmente somos. Por lo tanto, el verdadero centro de nuestro ser no es el ego. No es la culpa; es el espíritu.
El Curso nos enseña que el percibir es una interpretación, no un hecho (T.11.IV.2:5-6; T-21.V.1:7).
Vemos lo que queremos ver o lo que necesitamos ver -como escuchar o ver agua en un desierto. No podemos cambiar al mundo, pero podemos cambiar cómo mirar al mismo. Sustituimos la culpa de nuestros egos, que hemos hecho real, por la realidad de nuestra Identidad como espíritu, la cual el Espíritu Santo nos recuerda constantemente.
Kenneth Wapnick
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/
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