martes, 2 de mayo de 2017

El Libro de los Secretos (Osho) CAPITULO- VIII PRIMER ESCRITO (Aceptación Total y No División)


Capítulo 8 (PRIMER ESCRITO)
Aceptación Total y No División:
El Significado de la Pureza Tántrica
Pregunta ¿Qué es la pureza para el tantra?
Pregunta 1
Una de las cosas que se preguntan es: ¿Qué significa el tantra al hablar de la purificación de la mente, la pureza de la mente, como condición básica para seguir progresando?
Todo lo que corrientemente se da a entender cuando se habla de pureza no es lo que quiere decir el tantra. Normalmente, lo dividimos todo en malo y bueno. La división puede hacerse por cualquier razón.
Puede hacerse higiénicamente, moralmente o de cualquier otra manera, pero dividimos la vida en dos: bueno y malo.
Y normalmente, cuando decimos pureza queremos decir lo bueno: las cualidades «malas» no deberían permitirse y las cualidades «buenas» deberían estar presentes.


Pero para el tantra esta división de bueno y malo no tiene sentido. El tantra no mira la vida a través de ninguna dicotomía, ninguna dualidad, ninguna división. Entonces: «¿Qué es la pureza para el tantra?» es una pregunta muy relevante.
Si le preguntas a un santo, dirá que la ira es mala, que el sexo es malo, que la avaricia es mala.
Si le preguntas a Gurdjieff, dirá que la negatividad es mala, que cualquier emoción que sea negativa es mala, y que ser positivo es bueno. Si les preguntas a los jainas, a los budistas, a los hindúes, a los cristianos o a los mahometanos, puede que difieran en su definición de lo bueno y lo malo, pero tienen definiciones. Llaman malas a ciertas cosas y buenas a ciertas cosas.
De modo que no les resulta difícil definir la pureza.
Cualquier cosa que consideran buena es pura, cualquier cosa que consideran mala es impura.
Pero para el tantra es un profundo problema.
El tantra no hace divisiones superficiales entre lo bueno y lo malo. Entonces, ¿qué es la pureza? El tantra dice que dividir es impuro y que vivir en la no-división es pureza.
Así que, para el tantra, pureza significa inocencia: inocencia indiferenciada.
Hay un niño; lo llamas puro.
El niño se enfada, tiene avaricia, así que ¿por qué lo llamas puro? ¿Qué es puro en la infancia? ¡La inocencia! No hay ninguna división en la mente de un niño.
El niño no tiene conciencia de ninguna división en lo que es bueno y lo que es malo. Esa inconsciencia es la inocencia. Incluso si se enfada, no tiene ninguna intención de estar enfadado; es un acto puro y simple.
Sucede, y cuando la ira se va, se ha ido.
No queda nada de ella.
El niño vuelve a ser el mismo, como si nunca hubiera estado enfadado. La pureza no ha sido afectada; la pureza es la misma. De manera que el niño es puro porque no hay mente.
Cuanto más crezca la mente, más impuro se volverá el niño. Entonces la ira aparecerá como una cosa calculada, no espontáneamente.
Entonces, a veces el niño reprimirá la ira: si la situación no la permite. Y cuando la ira es reprimida, a veces será transferida a otra situación. Cuando en realidad no haya ninguna necesidad de enfadarse, se enfadará, porque la ira reprimida necesitará alguna salida. Entonces todo se volverá impuro, porque ha entrado la mente.
Un niño puede ser un ladrón a nuestros ojos, pero un niño, por sí mismo, nunca es un ladrón, porque el concepto mismo de que las cosas pertenecen a los individuos no existe en su mente.
Si coge tu reloj, tu dinero o cualquier cosa, para él no es un robo, porque la noción misma de que las cosas le pertenecen a alguien es inexistente. Su robo es puro, mientras que incluso tu no-robo es impuro: está la mente.
El tantra dice que cuando alguien se vuelve de nuevo como un niño, es puro.
Por supuesto, no es un niño: sólo como un niño.
Hay una diferencia y hay una semejanza.
La semejanza es la inocencia recuperada.
Alguien es de nuevo como un niño.
Hay un niño desnudo: nadie siente la desnudez, porque un niño no es aún consciente del cuerpo.
Su desnudez tiene una cualidad diferente a tu desnudez.
Tú eres consciente del cuerpo.
El iniciado debe recuperar esta inocencia.
Mahavira está desnudo de nuevo.
Esa desnudez tiene de nuevo la misma cualidad de inocencia.
Ha olvidado su cuerpo; ya no es el cuerpo.
Pero hay también una diferencia, y la diferencia es grande: el niño es simplemente ignorante, de ahí la inocencia.
Pero el iniciado es sabio; ésa es la razón de su inocencia.
El niño tomará un día conciencia de su cuerpo y sentirá la desnudez. Intentará esconderse, se sentirá culpable, se avergonzará. Llegará a tomar conciencia.
De modo que su inocencia es una inocencia fruto de la ignorancia. El conocimiento la destruirá.
Ése es el significado de la historia bíblica de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso Terrenal. Estaban desnudos como niños.
No eran conscientes del cuerpo; no eran conscientes de la ira, la avaricia, la lujuria, el sexo o ninguna otra cosa.
Eran inconscientes. Eran como los niños, inocentes.
Pero Dios les había prohibido comer el fruto del árbol del conocimiento. El árbol del conocimiento estaba prohibido, pero ellos comieron, porque cualquier cosa prohibida se vuelve incitante. ¡Cualquier cosa prohibida se vuelve atractiva!
Vivían en un gran jardín con un número infinito de árboles, pero el árbol del conocimiento se volvió el más importante y significativo porque estaba prohibido.
En realidad, esta prohibición se convirtió en la atracción, la invitación. Estaban como magnetizados, hipnotizados por el árbol. No podían escaparse de él, tuvieron que comer.
Pero esta historia es bella, porque el árbol se llama «árbol del conocimiento». En el momento en que comieron el fruto del conocimiento dejaron de ser inocentes. Se volvieron conscientes; cayeron en la cuenta de que estaban desnudos.
Inmediatamente, Eva trató de ocultar su cuerpo.
Con la conciencia del cuerpo se volvieron conscientes de todo: la ira, la lujuria, la avaricia, todo. Se volvieron adultos, así que fueron expulsados del jardín.
De modo que en la Biblia el conocimiento es pecado.
Fueron expulsados del jardín, fueron castigados, a causa del conocimiento. A no ser que se vuelvan de nuevo como niños -inocentes, sin saber- no pueden entrar en el jardín.
Sólo pueden volver a entrar en el reino de Dios si cumplen la condición de volverse inocentes de nuevo.
Todo ello es simplemente la historia de la humanidad.
Todo niño es expulsado del jardín, no sólo Adán y Eva.
Todo niño vive su infancia en la inocencia, sin saber nada.
Es puro, pero esa pureza es de la ignorancia.
No puede durar.
A no ser que se convierta en una pureza de la sabiduría, no puedes contar con ella. Tendrá que irse; tarde o temprano tendrás que comer el fruto del conocimiento.
Cada niño tendrá que comer el fruto del conocimiento.
En el Paraíso Terrenal era fácil: había simplemente el árbol. Como sustituto del árbol nosotros tenemos escuelas, colegios y universidades.
Cada niño tendrá que pasar, tendrá que dejar de ser inocente, tendrá que perder su inocencia. El mundo mismo necesita conocimiento, la existencia misma necesita conocimiento.
No puedes existir en ella sin conocimiento.
Y en el momento en que llega el conocimiento, penetra la división. Empiezas a dividir entre lo que es bueno y lo que es malo.
Así es que para el tantra la división en bueno y malo es impureza. Antes de ella eres puro, después de ella eres puro; en ella eres impuro. Pero el conocimiento es un mal necesario, no te puedes escapar de él. Hay que pasar por él; forma parte de la vida.
Pero no es necesario quedarse siempre en él; puede ser transcendido. La trascendencia te hace puro e inocente de nuevo. Si las divisiones perdieran su significado, si el conocimiento que diferencia entre el bien y el mal dejara de existir, mirarías de nuevo el mundo desde una actitud inocente.
Jesús dice: «A no ser que os volváis como niños, no podéis entrar en mi reino de Dios.» A no ser que os volváis como niños...; ésta es la pureza del tantra.
Lao Tse dice: «Un centímetro de división, y el cielo y el infierno se separan.» La no-división es la mente del sabio: ¡ninguna división en absoluto!
Un sabio no sabe qué es bueno y qué es malo. Es como los niños, pero también diferente a ellos, porque ha conocido esta división. Ha pasado por esta división y la ha transcendido; ha ido más allá. Ha conocido la oscuridad y la luz, pero ahora ha ido más allá. Ahora ve la oscuridad como parte de la luz, y la luz como parte de la oscuridad; ahora no hay división.
La luz y la oscuridad se han vuelto una sola cosa: grados de un mismo fenómeno.
Ahora lo ve todo como grados de una misma cosa; independientemente de lo opuestos que sean, no son dos.
La vida y la muerte, el amor y el odio, lo bueno y lo malo, todo es parte de un fenómeno, una energía.
La diferencia es sólo de grado, y nunca se pueden dividir.
No se puede demarcar, determinar que «a partir de este punto hay división». No hay división. ¿Qué es bueno? ¿Qué es malo? ¿Desde dónde puedes definirlos y demarcarlos como separados? Son siempre uno. Son sólo grados diferentes de la misma cosa. Una vez que se sabe y se siente esto, tu mente se vuelve pura de nuevo. Ésta es la pureza a la que se refiere el tantra.
Así es que definiré la pureza tántrica como inocencia, no como lo que es bueno. Pero la inocencia puede ser ignorante: entonces es inútil. Tiene que ser perdida, tienes que ser expulsado de ella; de otra forma, no puedes madurar.
Dejar el conocimiento y trascender el conocimiento forman parte del proceso de maduración, forman parte de ser realmente adulto. Así que pasa por él, pero no te quedes ahí. ¡Avanza! ¡Sigue avanzando! Llega un día en que estás más allá de él.
Es por eso que la pureza tántrica es difícil de comprender y puede ser malentendida. ¡Es delicada! De modo que reconocer a un sabio tántrico es virtualmente imposible.
Los santos y sabios corrientes pueden ser reconocidos porque os siguen: vuestros estándares, vuestras definiciones, vuestra moralidad. Un sabio tántrico es incluso difícil de reconocer porque transciende todas las divisiones.
Así que, en realidad, en toda la historia del crecimiento humano no sabemos nada sobre los sabios tántricos.
No se menciona o se registra nada sobre ellos porque es muy difícil reconocerlos.
Confucio acudió a Lao Tsé.
La mente de Lao Tsé es la de un sabio tántricamente despierto. Nunca conoció la palabra «tantra»; la palabra no tiene sentido para él. Nunca supo nada acerca del tantra, pero todo lo que ha dicho es tantra. Confucio es representativo de nuestra mente, es representativo por antonomasia.
Piensa continuamente desde el punto de vista de lo bueno y lo malo, o lo que se debería hacer y lo que no se debería hacer.
Es un legalista: el mayor legalista jamás nacido.
Fue a ver a Lao Tsé, y le preguntó a Lao Tsé: «¿Qué es bueno? ¿Qué se debería hacer? ¿Qué es malo? Defínelo claramente.» Lao Tsé dijo: «Las definiciones crean un lío, porque definir significa dividir: esto es esto, y eso es eso.» Divides y dices que A es A y B es B... Has dividido. Dices que A no puede ser B; entonces has creado una división, una dicotomía, y la existencia es una.
A está siempre volviéndose B, A está siempre moviéndose hacia B.
La vida está siempre volviéndose la muerte, la vida está siempre moviéndose hacia la muerte, así que ¿cómo puedes definir?
La infancia está moviéndose hacia la juventud y la juventud está moviéndose hacia la vejez; la salud está moviéndose hacia la enfermedad y la enfermedad está moviéndose hacia la salud.
Así que ¿dónde las puedes demarcar como separadas?
La vida es un movimiento, y en el momento en que defines provocas un barullo, porque las definiciones estarán muertas, y la vida es un movimiento vivo.
De modo que las definiciones siempre son falsas.
Lao Tsé dijo: «Definir crea no-verdad, así que no definas.
No digas qué es bueno y qué es malo.» Así que Confucio dijo: «¿Qué estás diciendo? Entonces ¿cómo puede la gente ser dirigida y guiada? Entonces ¿cómo se les puede enseñar? ¿Cómo se les puede hacer morales y buenos?»
Lao Tsé dijo: «Cuando alguien trata de hacer bueno a otro, eso es un pecado para mí. ¿Quién eres tú para dirigir? ¿Quién eres tú para guiar? Y cuantos más guías hay, más confusión.
Deja a los demás en paz. ¿Quién eres tú?»
Este tipo de actitud parece peligrosa. ¡Lo es! La sociedad no puede basarse en semejantes actitudes.
Confucio sigue preguntando, y toda la cuestión es que Lao Tse dice: «La naturaleza es suficiente; no es necesaria ninguna moralidad.
La naturaleza es espontánea.
La naturaleza es suficiente; no son necesarias leyes y disciplinas impuestas. La inocencia es suficiente; no es necesaria ninguna moralidad.
La naturaleza es espontánea, la naturaleza es suficiente.
No son necesarias leyes impuestas y disciplinas.
La inocencia es suficiente. No es necesario el conocimiento.» Confucio volvió muy perturbado.
No pudo dormir durante noches.
Y sus discípulos le preguntaron: «Cuéntanos algo sobre el encuentro. ¿Qué sucedió?» Confucio respondió: «Él no es un hombre; es un peligro, un dragón. No es un hombre.
Nunca vayáis al sitio donde está.
Cuando oigáis hablar de Lao Tsé, huid de ese lugar.
Él perturbará completamente vuestra mente.»
Y eso es cierto, porque todo el tantra se ocupa de cómo trascender la mente. Está abocado a destruir la mente.
La mente vive con definiciones, leyes y disciplinas; la mente es un orden. Pero recuerda: el tantra no es desorden, y ése es un punto muy sutil que hay que comprender.
Confucio no pudo entender a Lao Tsé.
Cuando Confucio se fue, Lao Tsé se estuvo riendo y riendo, así que sus discípulos le preguntaron: «¿Por qué te ríes tanto? ¿Qué ha sucedido?» Se cuenta que Lao Tsé dijo: «La mente es tal barrera para la comprensión... Incluso la mente de un Confucio es una barrera.
No pudo comprenderme en absoluto, y todo lo que diga sobre mí será un malentendido.
Él piensa que va a crear orden en el mundo.
No se puede crear orden en el mundo.
El orden es inherente a él; siempre está ahí.
Cuando intentas crear orden, creas desorden.»
Lao Tsé dijo: «Pensará que estoy creando desorden, cuando en realidad es él quien está creando desorden.
Yo estoy en contra de todos los órdenes impuestos porque creo en una disciplina espontánea que llega y crece automáticamente.
No necesitas imponerla.»
El tantra mira a las cosas de esa manera.
Para el tantra, inocencia es espontaneidad, sahajata: ser uno mismo sin ninguna imposición, ser simplemente uno mismo, creciendo como un árbol.
No es árbol de tu jardín, sino el árbol de tu bosque, creciendo espontáneamente; sin ser guiado, porque toda guía es una mala guía. Para el tantra, toda guía es una mala guía.
Sin ser guiado, sin ser protegido, sin ser dirigido, sin ser motivado, sino simplemente creciendo.
La ley interna es suficiente; no es necesaria ninguna otra ley.
Y si necesitas alguna otra ley, eso sólo muestra que no conoces la ley interna, que has perdido el contacto con ella.
Así que lo auténtico no es algo impuesto.
Lo auténtico es recuperar de nuevo el equilibrio, ir de nuevo al centro, volver de nuevo a casa para que obtengas la verdadera ley interna.
Pero para la moralidad, para las religiones -las denominadas religiones-, el orden tiene que ser impuesto, el bien tiene que ser impuesto desde arriba, desde fuera.
Las religiones, las enseñanzas morales, los sacerdotes, los papas, todos ellos te consideran algo inherentemente malo: recuerda esto. No creen en la bondad del hombre; no creen en ninguna bondad interna.
Creen que eres malo, que a no ser que se te enseñe a ser bueno, no puedes ser bueno; a no ser que se fuerce la bondad desde fuera, no hay ninguna posibilidad de que salga de dentro.
Así es que para los sacerdotes, para la gente religiosa, para los moralistas, eres naturalmente malo.
La bondad va a ser una disciplina impuesta desde fuera.
Eres un caos y ellos tienen que traer el orden; ellos traerán el orden. Y han convertido el mundo entero en un embrollo, una confusión, un manicomio, porque han estado ordenando durante siglos y siglos, disciplinando durante siglos y siglos.
Han enseñado tanto que los enseñados se han vuelto locos.
El tantra cree en tu bondad interna; recuerda esta diferencia.
El tantra dice que todo el mundo nace bueno, que la bondad es tu naturaleza. ¡Es cierto! ¡Ya eres bueno! Necesitas un crecimiento natural, no necesitas ninguna imposición; por eso nada se considera malo.
Si surge la ira, si surge el sexo, si surge la avaricia, el tantra dice que también son buenos.
Lo único que falta es que no estás centrado en ti mismo; por eso no puedes usarlos. La ira no es mala. En realidad, el problema es que no estás dentro; por eso la ira crea estragos.
Si estás presente dentro, la ira se vuelve energía sana, la ira se vuelve salud. La ira es transformada en energía, se vuelve buena. Todo lo que hay es bueno. El tantra cree en la bondad inherente de todo. Todo es sagrado, nada es profano y nada es malo.
Para el tantra no hay diablo, sólo existencia divina.
Las religiones no pueden existir sin el diablo.
Necesitan un Dios y necesitan también un diablo.
Así que no te confundas si sólo ves a Dios en sus templos.
Justo detrás de Dios se oculta el diablo, porque ninguna religión puede existir sin el diablo. Algo tiene que ser condenado, algo tiene que ser combatido, algo tiene que ser destruido.
La totalidad no se acepta, sólo la parte.
Esto es muy básico.
No eres aceptado totalmente por ninguna religión, sólo parcialmente. Las religiones dicen: «Aceptamos tu amor, pero no tu odio. Destruye el odio.»
Y esto es un problema muy profundo, porque cuando destruyes el odio completamente, el amor también es destruido: porque no son dos.
Las religiones dicen: «Aceptamos tu silencio, pero no aceptamos tu ira.» Destruye la ira, y tu vitalidad será destruida.
Entonces serás silencioso, pero no serás un hombre vivo: tan sólo un hombre muerto. Ese silencio no es vida, es sólo muerte.
Las religiones siempre te dividen en dos: el malo y el divino. Aceptan lo divino y están en contra del mal: el mal tiene que ser destruido. De modo que si alguien las sigue realmente, llegará a la conclusión de que en el momento en que destruyes al diablo, Dios es destruido. Pero nadie las sigue realmente: nadie las puede seguir, porque la enseñanza misma es absurda.
Así que ¿qué está haciendo todo el mundo? Todos están simplemente dando el pego. Por eso hay tanta hipocresía.
Esa hipocresía ha sido creada por la religión.
No puedes hacer lo que están enseñando, así que te vuelves hipócrita. Si les sigues, morirás; si no les sigues, te sentirás culpable de que eres irreligioso. Así que ¿qué hacer?
La astuta mente hace una componenda.
Se muestra conforme de boquilla, diciendo: «Os estoy siguiendo», pero sigue haciendo todo lo que quiere hacer.
Continúas con tu ira, continúas con tu sexo, continúas con tu avaricia, pero sigues diciendo que la avaricia es mala, que la ira es mala, que el sexo es malo: que es pecado. Esto es hipocresía. El mundo entero se ha vuelto hipócrita, nadie es honesto.
A no ser que desaparezcan estas religiones divisorias, nadie puede ser honesto. Esto parecerá contradictorio, porque todas las religiones están predicando que hay que ser honesto, pero son las primeras piedras de toda deshonestidad. Os hacen deshonestos; como os predican cosas imposibles, que no podéis hacer, os volvéis hipócritas.
Continua....
http://caminandohacialasendadelaluz.blogspot.com.es/

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