martes, 18 de octubre de 2016
Libro YO SOY TÚ LA MENTE NO DUAL-Capitulo 2 (Segundo Escrito)
LA COMPRENSIÓN Y LA TOMA DE CONCIENCIA-
Capitulo 2 (Segundo Escrito)
Sobre el Sueño En los sueños, los sentimientos y las sensaciones surgen exactamente igual que en la vigilia.
La mente no puede diferenciar los sueños que tenemos cuando dormimos y cuando estamos despiertos.
Para la mente todo es real, y esa realidad se refleja en nuestro cuerpo. Por eso, el Curso nos dice que nadie puede despertar de un sueño si no piensa que él es el soñador.
Lo que yo piense, lo que yo sienta con relación a un acontecimiento o a una relación… para mi mente eso es real.
Por tanto, hacer suposiciones no es una buena manera de elaborar proyectos ni de tomar decisiones.
Esa frase que dice “Nunca supongas nada de nadie; primero averigua y luego actúa” es un consejo maravilloso para no tomar decisiones de las que más tarde haya que arrepentirse.
Estamos soñando constantemente, cuando dormimos y en estado de vigilia, y no somos conscientes de que nuestros sueños siempre son el reflejo de unos programas inconscientes que proyectamos por doquier allí donde nos encontramos.
Dejar que fluya en tu mente la energía que lleva todo el conocimiento, todo el saber, todas las soluciones a tus problemas imaginarios te permite vivir en un estado para mí maravilloso llamado incertidumbre.
El estado de incertidumbre te permite vivir la vida, dejar que esta suceda a través de ti. Te permite tener plena conciencia de que todo tiene un sentido y un para qué.
El azar solo es una elucubración mental basada en la creencia de que todo está separado. En este estado permites que tu mente se aquiete, lo que significa no pensar en buscar soluciones, sino en dejar que se te provean. Este estado mental de incertidumbre te lleva a preguntarte: “¿Eres tú el hacedor?” Comprendes que hay algo que está experimentando y gestionando la experimentación de la experiencia en nosotros.
Hay una cita atribuida a Buda: “Los eventos suceden, las acciones se ejecutan, pero no hay un individuo que sea su hacedor”. Un curso de milagros nos lo dice claramente en el apartado “No tengo que hacer nada”. En él se nos recuerda la dificultad que tenemos para dejar de identificarnos con nuestro cuerpo. Se nos enseña que nunca se puede tener una experiencia del cuerpo ahora mismo; es su pasado y su futuro lo que hace que nos parezca real.
En este estado mental de incertidumbre, la mente se aquieta, se calma, y te permite convertirte en un observador de los acontecimientos.
Como no hay suposiciones, empiezas a ver las cosas como nunca antes las habías visto.
Todo está claro, todo se te muestra en la situación. Ves que los sucesos tienen una correlación y un sentido. Cada cosa está en su lugar, la experiencia se experimenta en todos y en cada uno.
Todo está relacionado en función de la apertura de la conciencia de los que están involucrados en la situación.
El Curso * nos dice que, en toda situación, cada uno hace el papel que le corresponde; nadie está allí por casualidad, por azar ni por mala suerte. “Toda situación que se perciba correctamente se convierte en una oportunidad para sanar al Hijo de Dios”
(T-19.I.2:1). Cuando empiezas a convencerte de que tú no eres el agente que ejecuta tus acciones, el sentido del yo empieza a desmoronarse. Empieza un proceso de desidentificación como entidad separada; este es el kilómetro cero del desmoronamiento del sentido del yo.
Que una situación sea dolorosa o placentera es consecuencia de un proceso mental llamado identificación. Cuando me identifico con alguien o algo, lo estoy haciendo mío, pues mi mente no-lineal es incapaz de separar el sujeto del objeto.
Para ella, todo está unido y tiene un significado.
Cuando observo una situación y me convierto en testigo de ella con una mente aquietada, puedo ver lo que realmente sucede.
Si me identifico mente lineal caigo en la trampa de la dualidad, y entonces aparecen en mi mente el sujeto bueno y malo.
En una mente en la que no hay identificación mente no-lineal nunca se percibe el dos, solo se ve el uno.
Es una mente que no separa el día de la noche; es una mente que sabe que, sin uno, no existe el otro. No ve el dos, ve la expresión de lo mismo en distintos aspectos o situaciones. No hay efecto sin causa. Lo importante es colocar el efecto en el lugar adecuado, pues de ello se deriva la plena comprensión de todo cuanto sucede en nuestras vidas. “Cuando se disuelva tu individualidad no verás individuos en parte alguna, solo el funcionamiento que acaece en la Conciencia. Si lo pillas, es muy fácil de entender.
Si no, es de lo más dificil. Si se entiende bien, es muy profundo y muy simple. Lo que estoy diciendo no forma parte del conocimiento espiritual común”.
Creer que tus dolores y tus enfermedades están causados por el cuerpo te hace vivir una realidad en la que buscarás la solución fuera de ti. Creer que la causa de todo ello está en tu mente te hace vivir otra realidad que tú sí puedes cambiar.
Lo que te impide despertar es creer que tú no eres el soñador del sueño, que tú no eres la causa de todo cuanto te acontece; creer que naciste con un programa en blanco y que estás en un lugar y con una familia por casualidad. “Lo que les confiere realidad a los perniciosos sueños de odio, maldad, rencor, muerte, pecado, sufrimiento, dolor y pérdida es el hecho de compartirlos.
Si no se comparten, se perciben como algo sin sentido” (T- 28.V.2:1-2).
El milagro no hace nada, solo te devuelve la causa, y esto te permite liberar al cuerpo y dejar que se cure.
Por eso, sin saber muy bien por qué, solemos decir: “Esto ha sido un milagro”. Una mentalidad milagrosa es la que sabe a ciencia cierta que la causa de todo lo que te ocurre se halla en ti mismo: en tu mente consciente y, sobre todo, en tu mente inconsciente. Hacer actos cada vez más conscientes te permite llegar a un estado cercano al conocimiento. Este es el preludio del estado de despertar, que tiene lugar tanto en mendigos como en reyes, y está muy lejos de toda disciplina espiritual.
Los sucesos llamados milagros o milagrosos pertenecen al dominio de la mente no-lineal. Esta mente deja de culpar, de proyectar en los demás la causa de sus vicisitudes y de sus males. Esta mente vive en la comprensión, en la ausencia de miedo y de culpa. Es un estado de aceptación total. No hay un tú y un yo, solo la experiencia que se complementa, y a cuyo movimiento se le puede llamar el baile de Shiva.
La vida es una danza en la que los bailarines son atraídos por fuerzas complementarias que dan sentido a su existencia y a su proceso de despertar. Para ello, hay que destruir la dualidad.
Esto es lo que significa el baile de Shiva: es la danza cósmica de la divinidad en la dualidad, de la Consciencia en la conciencia, del Yo en el yo/tú, para volver a la plena conciencia del Yo.
El buscador espiritual
La espiritualidad es el aspecto de la psique humana que está abierto a más interpretaciones.
En muchas disciplinas supuestamente cientificas la espiritualidad es obviada con el peregrino argumento de que no es cientifica. Parece que todos, o casi todos, olvidan que desde el principio de los tiempos, en la antesala de lo humano, siempre se miraba al cielo.
Aquello que no se comprendía se le atribuía a alguna deidad, a algún poder superior.
Aquí se inició la búsqueda de lo trascendente, este ir más allá de las razones fisicas.
La ciencia —no sin motivo— busca explicaciones plausibles que demuestren que todo tiene una razón de ser, una causa. Perfecto. Entonces surge la pregunta: “¿Cuál es el inicio de Todo? ¿De dónde surge esta energía primigenia? ¿Por qué esta creencia desmesurada en un Ser o en un Poder que está presente por todas partes? ¿Acaso es ilícito pensar que el orden que percibimos, la inteligencia que apreciamos por doquier, tiene que surgir por el principio de inclusión lo grande contiene a lo pequeño de algo Superior, llamémosle Inteligencia, Consciencia o Divinidad?”. Ser un buscador espiritual es dejarse llevar por un irrefrenable pensamiento y sentimiento de pertenecer a este Todo.
Desde el principio de los tiempos, se han buscado caminos para intentar comunicarse y conectar con esta Sabiduría Suprema.
Las escrituras que denominamos sagradas están llenas de encuentros con ángeles, con seres superiores, divinidades, profetas que hacen de intermediarios entre aquí y allá todo ello, con la mejor intención, y nos ofrecen variedad infinita de temas, métodos, rituales, logias, religiones, etc.
La espiritualidad se ha convertido en descriptiva, en un hacer o no hacer, en un comer o no comer, en rituales más o menos dificultosos, en una variopinta liturgia que se ha de seguir para que uno pueda sentirse espiritual.
Esto nos ha llevado a la dualidad de que hay cosas que son espirituales y otras no. Aquí el ego se alegra y engorda como no nos podemos ni imaginar. En nuestra demencia, hemos hecho cruzadas santas, hemos invocado a nuestros dioses para que nos ayuden a vencer al enemigo, como si el enemigo no perteneciera a la misma Inteligencia Suprema.
Un mundo de locos dirigido por locos. Como se suele decir, “Ciegos conduciendo a otros ciegos”.
El Tú pregunta: ¿Ganar dinero no es espiritual? El Yo responde: La espiritualidad no es hacer o dejar de hacer.
No son las acciones las que te hacen vivir la espiritualidad.
Lo auténticamente espiritual es la intención con la que haces algo. Para responder a tu pregunta, te diré que ser espiritual con el dinero es ganarlo para tu familia, para tu comunidad, para tu empresa. La acción de ganar dinero siempre está dentro de un contexto. Esto es lo importante. No es lo mismo ganar dinero para crear abundancia en tu sociedad, que ganar dinero para tener más, o simplemente porque tienes miedo.
Ser espiritual es dar siendo consciente de que dando es como recibes; de que no hay nadie a quien dar, solo te puedes dar a ti mismo.
Cuando das para obtener, estás en la dualidad, en el miedo; entonces te quitas a ti mismo, porque tu intención es obtener. ¡Cuántas personas hacen cosas por miedo a perder el cariño de los demás! He visto abuelos que dan dinero a sus nietos porque creen que así se aseguran su cariño. »Un ejemplo maravilloso es el del creador de Facebook, Marc Zuckerberg, que ha hecho una donación del 99 % de sus acciones para obras sociales.
¿Dirías que esto no es espiritual? »Crear riqueza y bienestar es una maravillosa forma de expresar la espiritualidad; la especulación empobrece a las personas y las aliena.
Tu pregunta queda claramente respondida, querido tú.
La disciplina espiritual, por tanto, lleva implícito que hay que hacer algo para alcanzar algo. Creer en un camino es vivir en la dualidad, en el hacer, en la separación, en el dolor, en el sacrificio, en el destierro del Edén.
La espiritualidad que domina la mayoría de las mentes se basa en la creencia de que estamos desterrados por nuestros pecados. Para algunos, decir que somos uno con todo es un auténtico sacrilegio, y no dudarían en matarte si estuviera a su alcance y no estuviera penado por la ley.
Entonces empieza lo que David R. Hawkins llama hacer el circuito: leemos textos sagrados, visitamos a algún gurú, vamos a lugares energéticos, cambiamos de ropa, de comida, de religión, hacemos viajes espirituales a algún ashram, como yo los hice en su día… Y al final el maestro casi me saca a patadas, porque estaba olvidándome de quién soy proyectándome en él.
Se me había olvidado lo que me dijo: “Ve y enseña quién es el auténtico maestro”. No hay maestros; solamente un camino para expresar y vivir la espiritualidad. Tal como expone David R. Hawkins en su maravilloso libro Dejar ir, lo único que hacen todas estas prácticas y muchas otras es reforzar el yo, el ego espiritual. Esforzarse por ser espiritual alimenta la creencia de que hay que hacer algo para conseguir aquello que anhelamos, pero no sabemos muy bien qué. Aquí el ego espiritual compara constantemente, busca la manera de diferenciarse de los demás, haciendo más y más cosas que solo sirven para sentirse especial. Se habla de conseguir la iluminación, el dharma, el despertar, y casi nadie sabe de lo que está hablando ni lo que es realmente este proceso. El ego se disfraza de espiritual como una manera sutil de sobrevivir: de esta forma, puede seguir existiendo en la Eternidad.
Buscar la iluminación es la excusa para poder diferenciarse de los demás, y lleva al buscador espiritual a una manera más sutil de comparación, en la que puede decir al otro: “Es que todavía no estás preparado”. Es una forma de decir claramente que no estás a su nivel. Así el ego se cree mejor, superior, especial en este escenario de espiritualidad plenamente diferenciada por sus ritos, alimentos, poses, monumentos, dioses.
Es una serie de fantasías que ayudan a fragmentarnos en partes, en modelos, en soluciones, en caminos; en fin, una demencia. “La denominada autorrealización consiste en descubrir por ti mismo y para ti mismo que no hay ningún yo que descubrir”. “Cualquier cosa en este mundo que creas que es buena o valiosa, o que vale la pena luchar por ella, te puede hacer daño y lo hará. No porque tenga el poder de hacerlo, sino únicamente porque has negado que no es más que una ilusión, y le has otorgado realidad” (T-26.VI.1-2).
Una maravillosa oportunidad que nos da la vida para hacer este trabajo espiritual consiste en afrontar las catástrofes de la existencia siendo conscientes de que son experiencias del Ser en Sí Mismo a través de uno.
Esta es una oportunidad de oro, una oportunidad de transformación. Estas vivencias, por dolorosas que sean, nos abren a otros estados mentales que nos permiten ampliar nuestra conciencia, convirtiéndose así en las experiencias transformadoras que nos llevan a cambiar creencias y valores, a ver de otra manera el mundo que nos rodea.
Hagamos un paréntesis para reflexionar: En el día de ayer, 13/11/2015, la barbarie azotó una vez más a la humanidad.
En este caso, el escenario fue París, la flor de Europa.
Un atentado terrorista sembró el pánico, el miedo y la muerte en esta maravillosa ciudad que a todos nos pertenece un poco, y a mi mujer y a mí quizás un poco más. Nuestra hija está casada con un francés y vive allí. Están esperando una hija, nuestra nieta, que nacerá aproximadamente a mediados de diciembre.
El corazón me dolió, y me uní a la mente y al Ser de todos aquellos que estaban sufriendo este episodio de sus vidas.
No caí en la trampa del ego de dejarme llevar por la ira y la cólera. Toda experiencia nos pertenece a todos y a cada uno.
Todo tiene una causa y vivimos sus efectos. La intransigencia y el fanatismo que recae sobre cada uno de nosotros es la proyección de un estado de conciencia.
Esta es una magnífica oportunidad de pasar a la acción, de analizarnos a nosotros mismos: “¿Qué es lo que tenemos que cambiar para poder vivir en un mundo en paz?”.
Las cosas no suceden por casualidad.
Los enfrentamientos entre culturas, razas o religiones son el caldo de cultivo del ego. Creerse mejor o peor que alguien es la máxima del ego, que se apoya en la jerarquía de valores, en la creencia en la carencia, y por ello lucha para obtener.
Piensa que si él tiene, tú pierdes.
Es la lucha de la sin razón en la que se halla inmerso el mundo actual, que es muy pequeño. Hay países que se creen con derecho a imponer sus leyes y sus creencias, motivados por oscuros intereses económicos.
Vivimos en un mundo donde miles de millones de personas carecen de lo mínimo para alimentarse. Creamos sistemas desiguales, sistemas de sometimiento.
Con los movimientos desordenados del capital provocamos desplazamientos humanos que no se recuerdan en otros momentos de la historia.
Los estados se creen con derecho a intervenir en otras zonas o en otros países poniendo como excusa el orden y la libertad, cuando en realidad hay otros intereses.
Me deja anonadado lo corta que es nuestra memoria.
Solo recordamos lo que ocurrió ayer; nos olvidamos de lo que el primer mundo ha sembrado y sigue sembrando en todo el orbe. No entendemos por qué somos víctimas, pero permitimos genocidios con la excusa de que no nos competen, y cuando nos tocan de cerca queremos matar a todos los que nos causan daño. Trabajamos sobre los efectos y no sobre las causas. Ahora todos los países quieren acabar con la guerra que asola un país maravilloso que tuve la suerte de conocer a fondo porque nadie se siente seguro. Las preguntas siempre son las mismas: “¿Por qué se ha esperado hasta ahora para hacerlo? ¿Por qué después de tanto dolor, sufrimiento y muertes? ¿Tenemos realmente que sufrir para poder cambiar?”. Freud decía que arreglar cosas en el mundo no cambiará nada y, por lo tanto, no tiene ningún sentido hacerlo si no nos ocupamos de la causa subyacente.
Él siempre enfatizaba que el inconsciente es irracional y no respeta las leyes del mundo. Cualquier decisión que tomemos para cambiar el mundo no funcionará realmente mientras no vayamos a buscar la causa subyacente que está en nuestras mentes. Si nos creemos mejores que los demás, que la gente que hace cosas malas, estamos en la misma demencia de ellos; mejor dicho, en la demencia del ego. Por eso la historia se repite una y otra vez. Aplicamos las mismas soluciones a los mismos problemas, soluciones que se alimentan de la separación, de la creencia en una jerarquía de valores que, a su vez, están alimentados por la creencia de que nuestras mentes están separadas.
Ser espiritual no tiene que ver con la forma, no es una conducta, es una experiencia del Ser a través de Él Mismo en Sí Mismo, experimentándose como dos.
Es verse a Sí Mismo en el espejo de Sí Mismo. La orientación profunda de la experiencia de la dualidad lleva a verse a Sí Mismo en una pluralidad de manifestación infinita para experimentar la Grandeza del Todo y de cada uno de los que conforman este Todo. Para saber que Soy, me proyecto en una pluralidad de Mí Mismo a fin de poder experimentarme y tomar plena Consciencia.
Cuando despierto, sé que todo lo que me rodea soy Yo, y que el teórico Tú también soy Yo en otra manifestación. Yo soy el que roba y el robado; yo soy el santo y el pecador; yo soy el deseo y el castigo; yo soy lo femenino y lo masculino; el que juzga y el juzgado; el maestro y el alumno; el padre y el hijo.
La mente se libera porque reconoce: “Nadie me está haciendo esto a mí, sino que soy yo quien me lo estoy haciendo a mí mismo” (T-28.II.12:5). Se podría decir que hay dos despertares: El primero sería el despertar en el sueño. Sigues soñando que tienes una entidad a la que llamas yo y le pones un nombre.
A este proceso UCDM le llama estar en el mundo real.
Los personajes siguen estando en su lugar, pero ahora tu percepción ha cambiado, pues te ves a ti mismo en ellos.
El segundo, y en este caso no hablo desde el yo Enric, sería la muerte de la individualidad. El yo muere.
Tienes plena conciencia de que ese yo es algo vacío, alimentado por una conciencia que, al conectarse plenamente con la Consciencia, desparece.
Un ejemplo sería la muerte del yo en la película Lucy, cuando entrega toda la información en un pendrive.
Cuando le preguntan “¿Dónde estás?”, responde: “En todas partes”. En su libro 2+2=5, el doctor Kenneth Wapnick dice 10 : “Recordemos siempre que el amor es Unidad.
Incluso si encabezamos una sublevación política, podemos hacerlo amorosamente si no convertimos en malvadas a aquellas personas contra quienes nos estamos sublevando”.
Reflexión: siempre tendemos a proyectar el odio y la culpa inconscientes hacia el exterior. El fanatismo de toda índole refleja este juicio interno.
El Curso nos dice: “Lo único que necesitas hacer es ver el problema tal como es y no de la manera que lo has urdido” (T-27.VII.2:2).
El YO Una sola conciencia la Consciencia fluye a través de toda esta infinidad de formas, y lo que sucede en cada una de ellas, incluyendo la mía, carece en verdad de relevancia.
Hay que cooperar de todo corazón con lo inevitable.
Uno se da cuenta de que este yo, este Enric, no existe, es la expresión de una ínfima parte de una Energía que se expresa a sí misma en Sí Misma. Ya no existe la necesidad de controlar, de hacer planes, de tomar decisiones.
Todo es una concatenación de sucesos que siguen una línea de pensamientos, como un hilo de Ariadna que conduce sin remedio a un final que cada cual cree que es real.
Este final es el fin de la experiencia, pues la Consciencia, una vez se experimenta en infinidad de posibilidades, retorna a su seno a medida que esas partes de Sí Misma despiertan, dejando de creer que ellas crean la experiencia para Comprender que no son parte de algo, sino un todo en vibración con un Todo.
Llegado este momento, esta llama de Consciencia se pregunta: “¿Debo seguir en el mundo de la experiencia?”. La respuesta es que no puedes elegir estar o no estar. Tienes que comprender que este despertar forma parte de la experiencia misma, de la experiencia de Todos.
La persona que crees ser, la persona que se identifica con el cuerpo, no es más que una ilusión psicológica.
No existe un Enric; es solo una proyección, un estado de conciencia, no la Consciencia misma.
La conciencia se identifica con todo lo que cree ser: deseos, pensamientos, objetos, personas, nacionalidades, etc.
Todo aquello de lo que uno es consciente no es el Yo.
Por eso hay que dejar de identificarse con todo lo que nos rodea y con el cuerpo. Estás aquí, en este momento, en esta vivencia, en esta experiencia, simplemente para trascenderla y liberarte, para hacerte Consciente, para que todas las partes de este Todo despierten de este mundo de dolor, sufrimiento, enfermedad y muerte.
Al final, uno descubre que todo lo que actualmente considera como sí mismo incluyendo el ego y la mente no es Consciencia, es sencillamente conciencia de uno mismo en diferentes cosas.
Lo que es real no muere. Lo que no es real nunca vivió.
Cuando sabes que la muerte le sucede al cuerpo y no a ti, simplemente observas tu cuerpo decaer como si fuera una prenda de ropa usada. Lo que tú realmente eres es atemporal y se encuentra más allá de la vida y de la muerte.
El cuerpo vivirá lo que sea necesario. No es importante que viva mucho. El Tú: Entonces, ¿el miedo a la muerte? Es cierto que el binomio cuerpo/mente está experimentando dolor y sufrimiento en el proceso de vivir la vida. Envejecer conlleva los achaques propios del deterioro del cuerpo gracias a la entropía, y ciertamente pueden provocar miedo.
Morir con dolor, abandonado, en soledad, obviamente puede inspirar miedo. La experimentación de la muerte no existe, pues el Ser que eres no puede morir.
Lo que muere es la experimentación en este mundo, y según la conciencia que haya desarrollado este yo experimentará otras realidades allí donde la Consciencia decida experimentarse a Sí Misma. El estado de Comprensión El estado de Comprensión es un saber. No es conocimiento, no se puede expresar con palabras porque es una forma de ver lo que te rodea.
El observador ya no decide con su pensamiento, simplemente atestigua. Lo hace con un instrumento increíblemente poderoso, una mente liberada del apego y del deseo, una mente que solamente puede ver y percibir que todo está intrínsecamente unido. Es una mente que no juzga, que sabe que todo lo que ve es la expresión de distintos niveles de despertares, de distintos estados de conciencia, que se atraen unos a otros para vivir ciertas experiencias de dolor acumuladas durante eones de culpabilidad inconsciente, para así poder liberarla.
La cosa Enric sabe que lo que expresa no es suyo. También sabe que lo que cree comprender no es la Verdad, y que lo que ve está muy lejos de la auténtica Visión.
Que su ver es un percibir, una proyección de sus apegos, de sus verdades, de sus programas, de su estado mental. Se ha dado cuenta de que su percepción está muy influenciada por su estado emocional, y de que estas emociones que son el vehículo de la mente, que dirigen la mente misma no permiten resolver los problemas. Comprender nos lleva a un estado de quietud mental, a no buscar, a saber que aquello que necesitamos saber se nos dará en el momento preciso, porque todo es Consciencia expresándose al mismo tiempo en diferentes estados mentales.
El estado de Comprensión está muy lejos del lenguaje, de la emoción, del pensamiento y hasta de la experiencia.
Uno no puede definir el Amor, solamente puede vivirlo y expresarlo.
Tenemos una pequeña parte de Consciencia manifestándose en nuestra conciencia.
Venimos a este mundo con programas aprendidos, con identificaciones creadas que compartimos con todos.
Y como somos muchos por no decir todos los que nos vemos sometidos a esta experiencia, creemos que nuestras verdades son eso, verdad.
Hay una verdad que todos deberíamos aceptar: por muchos que sean los que piensen igual y por muchos que sean los que crean la misma cosa, esto no hace que sea verdad. Cuando uno llega a un estado de Comprensión, no hace falta preguntarle nada, porque sencillamente no sabrá contestar.
Es un estado que lleva a la acción, un hacer sin hacer, pues no es una voluntad separada la que hace, sino una fuerza que actúa a través de uno.
Las cosas, los eventos, las experiencias simplemente suceden para ser vistas, integradas, comprendidas y después soltadas.
La Comprensión que se expresa con palabras y pensamientos, como en el caso de todo lo escrito aquí, es dual, y por tanto no puede ser la Verdad. Son flechas que dirigen tu mente en una dirección, que te permiten reordenar tus pensamientos, darles coherencia, en un mundo donde cada polaridad tiene su complementario.
La Comprensión equilibra estas polaridades, no dice que una sea mejor que la otra. Sencillamente se da cuenta de que cuando miramos un paisaje, las sombras son fundamentales para poder percibir sus formas y sus fondos. Llegará un momento en el que aprenderás que no hay nada que tú puedas hacer para alcanzar un objetivovo, un deseo, o algo que quieres que suceda. Comprenderás que has vivido en la ilusión de que haces algo para que suceda algo, y quizás lo consigas después de muchos esfuerzos, pero al final te preguntarás: “¿Es esto lo que quería? ¿Es esto lo que realmente deseaba?”. En este momento, puedes darte la oportunidad de soltar, de dejar ir, para que la vida se experimente a través de ti y en todo lo que te rodea.
Te dejarás llevar por un mar de energía que sabe perfectamente cuál es tu lugar en este mundo de ilusión que muchos creen real. Sencillamente estarás despertando a un estado de comprensión que te liberará de los apegos que te hacían sufrir.
Sabrás que todo es efimero, que todo es intrascendente y que la propia muerte del cuerpo es una suerte de experiencia para poder liberarnos de este pesado y sufrido sueño que es la vida, y que creemos que es Vida. Quién despierta del sueño Si solo existe la Consciencia expresándose a Sí Misma en Sí Misma en todo lo que vemos y soñamos, entonces, ¿quién es el que sueña, si el soñador que creemos ser no existe como tal?
Si no existe el otro, si no existe el tú, si solamente es la Consciencia expresándose en infinidad de particulas de conciencia, entonces, en realidad, ¿alguien o algo sueña?
La posible respuesta sería: la conciencia es la pequeña parte de la Consciencia que cree estar separada y, al creerlo, crea la separación.
Pero como la separación es imposible, su realidad es el sueño, y de aquí surge la entidad que se alimenta de esta creencia: el ego. Por eso el despertar no es un hacer, es un deshacer, es una desidentificación, es un desaprender, es un convertirse en observador/atestiguador de una realidad virtual que la mente vive por no decir sufre al identificarse con el cuerpo/mente, que en mi caso se llama Enric.
En la medida en que esta conciencia aumenta por la simple razón de que cada vez se hace más Consciente, irá desapareciendo el apego a las cosas del mundo para convertirse en una experiencia de vivir en armonía con todos y con todo.
Dicho de otro modo, la Consciencia, que por definición está despierta, se está observando a Sí Misma en un estado de sueño. Se ve a Sí Misma viviendo la experiencia de No-Ser, lo cual le permite SER. Por todo ello, puedo deducir que es la Consciencia la que decide despertarse a Sí Misma del estado onírico en el que está viviendo. Conclusión: el sueño en el que creo estar viviendo terminará en un momento mediante lo que muchos llaman la Gracia.
Nadie puede despertarse por sí mismo, porque este último paso lo da la Consciencia Misma. Para favorecer este paso es de vital importancia saber lo que nos dice el Curso:
“Tú no puedes despertarte a ti mismo.
No obstante, puedes permitir que se te despierte.
Puedes pasar por alto los sueños de tu hermano.
Puedes perdonarle sus ilusiones tan perfectamente, que él se convierta en el que te salva de tus sueños” (29.III.3:2-5).
Se nos enseña que, ya que vivimos en el mundo de la dualidad, esto nos permite vernos a nosotros mismos en el otro, y todo aquello que perdonemos nos lo estamos perdonando a nosotros mismos. Por eso cobra pleno sentido la frase del Curso que dice: “Mediante tu regalo de libertad te liberas tú”.
Todo lo que haces al otro te lo haces a ti mismo.
Tus juicios recaen sobre ti, porque el otro eres tú.
Tú nunca estás con nadie, siempre estás contigo mismo a través del otro que llamas tú.
Al final, no hay unos pocos que despiertan y muchos otros que están dormidos. Es la Consciencia viviendo diferentes estados, a los que llamamos estar dormido o despierto.
Nada más. El Ojo que todo lo ve, lo que ve, lo ve a través de tus ojos.
Todo es muy simple “Nada real puede ser amenazado.
Nada irreal existe. En esto radica la paz de Dios.” Un curso de milagros (Introducción 2:2-4) No hay nadie aquí, el mundo no existe. El cuerpo parece existir, pero no existe ni por un instante. Tú no eres un cuerpo y jamás lo has sido. Veamos lo que dice UCDM sobre el cuerpo: “El cuerpo no puede proporcionarte ni paz ni desasosiego, ni alegría ni dolor. Es un medio, no un fin.
De por sí no tiene ningún propósito, sino solo el que se le atribuye” (T-19.IV.B.10:4-6).
“Atribuir la responsabilidad de lo que ves a aquello que no puede ver, y culparlo por los sonidos que te disgustan cuando no puede oír, es ciertamente una perspectiva absurda” (T-28.VI.2:1).
“Si ves a tu hermano como a un cuerpo, habrás dado lugar a una condición en la que unirse a él es imposible” (T-19.I.4:3).
“No hay ni un solo instante en el que el cuerpo exista en absoluto.
Es siempre algo que se recuerda o se prevé, pero nunca se puede tener una experiencia de él ahora mismo. Solo su pasado y su futuro hacen que parezca real” (T-18.VII.3:1-3).
“El cuerpo es algo externo a ti, y solo da la impresión de rodearte, de aislarte de los demás y de mantenerte separado de ellos y a ellos de ti.
Pero el cuerpo no existe. No hay ninguna barrera entre Dios y Su Hijo, y Su Hijo no puede estar separado de Sí Mismo, salvo en ilusiones” (T-18.VI.9:1-3).
El héroe del sueño es el cuerpo: “El sueño del mundo adopta innumerables formas porque el cuerpo intenta probar de muchas maneras que es autónomo y real.
Se engalana a sí mismo con objetos que ha comprado con discos de metal o con tiras de papel moneda que el mundo considera reales y de gran valor.
Trabaja para adquirirlos, haciendo cosas que no tienen sentido, y luego los despilfarra intercambiándolos por cosas que ni necesita ni quiere. Contrata a otros cuerpos para que lo protejan y para coleccionar más cosas sin sentido que él pueda llamar suyas. Busca otros cuerpos especiales que puedan compartir sus sueños. A veces sueña que es un conquistador de cuerpos más débiles que él. Pero en algunas fases del sueño, él es el esclavo de otros cuerpos que quieren hacerle sufrir y torturarlo” (T-27.VIII.2).
Lo que alimenta la ilusión de la separación y todas las ilusiones es la creencia de que tú no tienes nada que ver con todo lo que te ocurre, con las causas que percibes como responsables de tu dolor y de tu sufrimiento. Aquí, en este mundo dual, solamente hay una apariencia de cuerpo y una conciencia que anida en él. Esta conciencia, como vengo explicando, es una parte de la Consciencia que se proyecta en un mundo de ilusión, con unas leyes que lo gobiernan para vivir una experiencia de separación, y así poder reafirmarse a Sí Misma cuando se reúna consigo Misma. No hay nada aquí que exista por sí mismo. Basta con observar todo lo que te rodea, la increíble armonía y equilibrio que lo mantiene todo unido.
Cuando uno de los habitantes de este mundo produce un desequilibrio, sea en un sentido o en otro, todo el sistema se tiene que reajustar. Hasta en el mismo mundo dual, el mundo de la separación, es evidente que todo está intrínsecamente unido.
Hay que vivir en el mundo con esta conciencia. No hay nada que tengas que hacer para lograr algo; no hay nada que debas llegar a ser, que debas purificar. Vive con profundo respeto hacia todo lo que te rodea, con la conciencia de que no hay nada externo a ti porque tú formas parte intrínseca de este Todo.
No hay nada que puedas hacer a los demás que no te hagas a ti mismo. Quizá no veas las consecuencias de tus actos porque estas se manifiestan en el tiempo; la creencia en el tiempo es la gran trampa del ego para mantenerte en este mundo.
En la medida que tu conciencia se vaya abriendo a esta nueva manera de ver y entender las cosas, en esa misma medida la relación causa/efecto se irá reduciendo en el tiempo; verás las causas de los efectos que estás viviendo. ¡¡Felicítate!!
3* Un curso de milagros.
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/
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