domingo, 26 de julio de 2020

EL CODIGO JESÚS : Lección 17- ENTIENDE LA VOLUNTAD DE DIOS


La Voluntad es la urgencia dinámica de crear, el propósito y la inspiración detrás de todas las cosas.
Es singular, no alta y baja, un poder aplicado universal e individualmente como fuerza para el bien.
La voluntad de Dios y la tuya son una en la conciencia espiritual.
La frase “hágase tu voluntad” en el Padrenuestro es para muchos una declaración de renuncia, la descalificación de Un poder de hacer algo que puede no ser lo que teníamos en mente. Es como si estuviéramos diciendo: “Como no puedo tener lo que quiero en la vida, creo que tendré que conformarme con lo que Dios quiera”. Y en algunos casos, hay un atisbo de temor ahí. Después de todo, fuimos educados a creer que Dios nos castiga por nuestros pecados, y que la voluntad de Dios debe contener alguna forma de sufrimiento y sacrificio para nosotros. No es de extrañarse que mucha gente viva en un estado de aprensión, futilidad y fatalismo.


Y está también el otro lado de la moneda. Se nos ha dicho que tengamos cuidado con lo que pedimos, porque podríamos obtenerlo. En otras palabras: “Se hará mi voluntad”. A Course In Miracles [Un curso sobre milagros] lo pone de este modo:
El hecho mismo de que la Voluntad de Dios, que es lo que eres, sea percibida como aterradora, demuestra que tienes miedo de lo que eres. No es, entonces, la Voluntad de Dios lo que te causa
temor, sino la tuya... No pides sólo aquello que deseas. Esto es porque tienes miedo de que podrías recibirlo, y lo recibirás.
Pero ahora vemos que hay sólo una voluntad, ¿y cómo podría ser de otra manera? El universo completo del Ser Cósmico individualizó su conciencia como el Ser de cada uno de nosotros, y nada fue dejado fuera de este proceso de individualización. Nosotros somos la voluntad de Dios. “Yo y Dios somos uno; todo lo que Dios es, yo soy”.
Esta lección me ayudó a entender que los ardientes deseos de mi corazón nacidos del amor representaban la única voluntad común, presionando sobre mi conciencia para expresarse. La voluntad de Dios es paz y dicha, plenitud radiante y bienestar, éxito creativo y prosperidad abundante, buenas relaciones y armonía. ¿No. es ésa, también, nuestra voluntad? Sólo hay una voluntad.
Cuando escribía mi interpretación de esta lección, recibí la Carta Quarterly de la Primavera de 1998 escrita para los suscriptores por mi buen amigo, autor y maestro espiritual Walter Starcke. Aquí hay un fragmento de una sección intitulada “Acerca de la plegaria que exige”:
Llega un momento en que después de días de luchar para voltear las cosas en nuestra Alta Conciencia, después de liberarnos de todo juicio, de perdonar todo y a todos los involucrados, si la piedra en el camino no ha sido retirada, ha llegado el tiempo de exigir que lo sea. Si realmente creemos que somos Uno con Dios, entonces el hecho de que esperemos siempre por Dios, de ser siempre pacientes, de volvernos siempre hacia Dios, como si no tuviéramos nada que opinar en el asunto, tiene que terminar de manera fortuita. La pasividad puede ser una forma de duda. La exigencia afirma la unicidad.
Llega un momento en que la plegaria de petición es una negación de nuestro clamor de ser Uno con Dios. La plegaria de petición conlleva siempre una insinuación de temor, permanece siempre como un reconocimiento de la dualidad. En un punto, la plegaria de petición puede ser como programar la computadora, pero para obtener resultados la computadora tiene que ser encendida mediante la exigencia.
Ciertamente, si estás funcionando con base en el ego, y si no has agotado todos los otros medios, la condición que no ha sido satisfecha no amerita que exijas. Pero llega un momento en que debes afirmar tu unión exigiendo que la situación se rompa, tenga lugar la curación o se haga presente la clarificación.
Amor y exigencia. Ama a Dios afirmando que Dios es el único poder, y después exigiendo que ese poder, esa omnipotencia, lo haga por su asociación, porque tú estás tomando tu responsabilidad por ser co-creador con Dios.
Tu plegaria no debería ser “hágase tu voluntad”, como si hubiera una pregunta o una duda, como si algo aparte de ti tuviera que ser llamado. Debería ser: “Se hace tu voluntad, porque yo lo afirmo, porque yo lo exijo”.
Como este libro representa los pasos a la conciencia espiritual, démonos cuenta de la importancia del Código en este paso en particular. Yo soy como Jesús. Él dijo, en Juan 11:41-42, justo antes de que Lázaro se levantara: “Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes...”
Esto fue el reconocimiento de la unicidad de alma y Espíritu, de la única Mente y la sola voluntad, sabiendo que incluso antes de que el llamado fuera hecho, la respuesta, el poder, fue dado. Tu voluntad se hace porque yo la invoco. Y la invocación aquí fue que Lázaro se levantara de entre los muertos.
Aun cuando no hayamos logrado semejantes milagros todavía, estoy seguro de que podemos mirar hacia atrás en nuestras vidas a esos momentos en que dijimos la palabra de que el orden divino fuera establecido, o que una piedra fuera quitada del camino. No estábamos pidiéndole a Dios que hiciera algo que no estuviera hecho ya. No, estábamos tomando una acción que causó un cambio en nuestra conciencia, que nos puso otra vez en alineación con la única voluntad.
Recuerdo un tiempo allá en los setentas cuando todo parecía ser un enredijo, y yo envié un llamado para ser liberado de eso. Esta exigencia rompió la garra del ego, y la respuesta llegó rápidamente cuando se presentó una oportunidad de mudarme a otra ciudad y ocupar un puesto ejecutivo en una nueva firma, lo que con el tiempo condujo a la formación de la Fundación Quartus Y a la escritura de mi primer libro: The Superbeings [Los Súper Seres]. La única voluntad-en-acción produjo armonía en medio del caos.
Determinarás asimismo una cosa, y te será firme, y sobre tus caminos resplandecerá la luz”. (Job 22:28)
Jesús preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” (Mr. 10:51) En la interacción entre él y el hombre ciego, ¿podemos ver que lo mismo pasa entre nuestra conciencia y el Ser Divino interior? ¿Qué quieres? Decreta que sean retirados todos los bloqueos a la conciencia, y avanza como la voluntad de Dios para curar, multiplicar las provisiones, y elevar todo en la vida al estándar divino. ¡Sé como Jesús!
“Cuando llega la luz y tú has dicho: ‘la voluntad de Dios es mía verás tal belleza que sabrás que no es de ti. A partir de tu alegría crearás belleza en Su nombre, porque tu dicha no puede ser más contenida que la Suya.
Un tratamiento espiritual usando el poder de la voluntad Es mi voluntad que todo obstáculo a una vida plena y completa sea retirado.
Si hay una falsa creencia en la escasez, decreto que sea disuelta ahora.
Si hay una mentira que se manifiesta como una enfermedad, que la Verdad la remplace ahora.
Si existe un patrón de error por juzgar a otros y se está expresando como relaciones tensas, exijo que sea eliminado ahora.
Si un mal pensamiento ha resultado en fracaso, es mi voluntad que todos los pensamientos semejantes sean corregidos ahora.
Estay listo y dispuesto a vivir una vida rica, plena, amorosa y exitosa, que me corresponde por derecho divino.
¡La voluntad de Dios es mía!

John Randolph Price

1 comentario:

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