Debes saber que en este mundo, la consecuencia es la ley.
En la conciencia espiritual, sólo existen la Mente y la manifestación como una en el Espíritu, sin la percepción de premio y castigo.
En la conciencia espiritual, el Espíritu como Causa se expresa a Sí Mismo como efecto en acción armónica, sin un concepto de justicia.
Vive en conciencia espiritual, y no temas las repercusiones.
La Biblia tiene mucho que decir acerca del karma, o causa y efecto, acción y reacción. “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará; medida buena, apretada, sacudida y rebosante será puesta en vuestro regazo. Porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Lucas 6:37-38). Hay muchos versículos más, pero éstos lo resumen mejor. Siempre cosechamos lo que sembramos.
He escrito en mis libros particularmente en The Angels Within [Los ángeles en nuestro interior] acerca de cómo trabajar con esta ley en vez de contra ella. “Todo lo que se necesita es disciplina y dedicación para aprender el arte antiguo del discernimiento. Discernir significa ser perceptivo,
astuto, discriminador y juicioso.
Significa estar constantemente consciente de tus pensamientos, palabras y acciones; y pensar, hablar y actuar sólo desde el punto de partida de la inocuidad”.
Buen consejo, ¿pero cuántos de nosotros podemos realmente poner en práctica este concepto en nuestra vida diaria? Con un gran auto-control y máxima disciplina, podemos caminar de puntillas a través de los campos minados de nuestro mundo auto- proyectado siempre intentando hacer lo correcto y podríamos también disfrutar el paseo en montaña rusa que nos ofrece la vida, emitiendo más “Ahs” que gritos. Pero ahora entendemos que no tenemos que someternos a nosotros mismos a esa experiencia excitante, pero aterradora. Podemos elevarnos por encima de todo el asunto.
La clave de esta lección parece estar en dónde estamos sembrando, lo que nos lleva de vuelta a ese pasaje en Gálatas 6:8:
“Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará la vida eterna”. En otras palabras, si lanzamos nuestras semillas nuestros pensamientos y palabras en el mundo material, poniendo nuestra fe sólo en el mundo de los efectos, el resultado será una cosecha mezclada de placer-dolor. Pero cuando sembramos en el Espíritu, dependiendo sólo de la actividad de Dios en nuestras vidas, nuestra mente consciente se está moviendo a la conciencia espiritual, donde sólo prevalece la armonía.
En una conciencia predominantemente material, estamos proyectando al mundo pensamientos de necesidad, y la necesidad siempre atrae más necesidad. El miedo se manifiesta como miedo; las acciones nocivas producen culpabilidad y un llamado al castigo en el intercambio kármico; una manipulación que acorte el camino para lograr una meta siempre traerá repercusiones. Cuando ponemos nuestra fe sólo en el mundo de los efectos, estamos buscando la experiencia de dualidad que, como veremos después, no es real en la Divina Conciencia. Sí, podemos lanzar buen pan a las aguas, y todo lo que demos nos será devuelto, pero mientras nuestra intención sea ser buenos simplemente para cosechar los beneficios de la ley kármica sin cambiar nuestro sistema de creencias estaremos en problemas. Es caminar en la cuerda floja con el ego en el control, y a veces esa traviesa, auto-creada forma de pensamiento se olvida de usar la red de seguridad.
Nos elevamos por encima de la ley kármica cuando nos volvemos hacia adentro, al amor de Dios que fluye dentro de nuestra conciencia como la satisfacción de cada necesidad, como la actividad total de nuestra vida. Y llegamos a ser tan conscientes del Espíritu, nuestro único Ser, que nuestra conciencia de una Presencia y Poder oscurece todo lo que esté en el plano material. Es cuando la actividad de Dios impacta como conciencia espiritual, y causa y efecto se vuelven Mente y manifestación sin retribución de lado alguno de la moneda.
De hecho, la moneda desaparece como dualidad.
“En la conciencia espiritual, sólo existen la Mente y la manifestación como una en el Espíritu, sin la percepción de premio y castigo.
En la conciencia espiritual, el Espíritu como Causa se expresa a Sí Mismo como efecto en acción armónica, sin un concepto de justicia “
Sólo existe la Mente-en-manifestación, una expresión en línea directa de la sustancia en forma y experiencia, que es siempre perfecta. No es una “idea” del Espíritu que se hace visible; es el Espíritu apareciendo como la forma Mente y manifestación como una. Y en este sentido, la “ilusión” se relaciona sólo con la naturaleza temporal de la forma como material-física, y no con las proyecciones del ego.
Una meditación
Me he movido de la ley kármica a la ley espiritual, y el Espíritu está ahora tomando mis decisiones por mí desde la más elevada perspectiva.
Me siento dramáticamente diferente. Hay una gentileza combinada con una fortaleza interior, con un sentido más amplio de paz nacido del amor, y mi vida pertenece a un orden más elevado.
Ahora soy una influencia sanadora y armonizante para todo aquel que encuentre en mi camino a través de la vida.
John Randolph Price
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