domingo, 26 de julio de 2020

EL CODIGO JESÚS : Lección 20- CONOCE LOS PELIGROS DEL ORGULLO ESPIRITUAL


El orgullo espiritual erige una pared en la única mente como una barrera para la luz de la sabiduría y el entendimiento.
La oscuridad prevalece entonces, y hay vulnerabilidad al conflicto y a la duplicidad, porque el orgullo conduce a la arrogancia y a la pretensión. Es auto-glorificación en su forma más baja. Para cumplir la meta de la vida, sirve a la
humildad mientras con resolución te aferras a la Verdad.
Cuando todo lo que sabemos espiritualmente no parece funcionar más, y nuestras vidas parecen estar al borde de la esterilidad, midamos el orgullo espiritual y veamos si la aguja se ha movido hacia el rojo. Puede ocurrir sin que nos demos cuenta, en particular cuando hemos estado elevándonos velozmente con esas demostraciones maestras del único poder creativo y pensamos que estamos en la cima del mundo. Siempre lo estamos, en Verdad, pero todo lo que se necesita es un poco de auto-glorificación para poner nuestro mundo de cabeza.


De hecho, estar espiritualmente orgulloso es ser egocéntrico el ego es quien nos tienta. No nos dejes caer en tentación. ¿Qué tentación? Sentimientos de superioridad, de santurronería, y juicio. “El orgullo espiritual erige una pared en la única mente como una barrera para la luz de la sabiduría y el entendimiento “. Donde antes había iluminación, incluso sólo un débil resplandor, ahora sólo existe la oscuridad de la confusión. Cuando la oscuridad prevalece, puede compararse con la noche oscura del alma. Y todo comienza cuando pensamos en nosotros mismos como sabedores de algo que los demás desconocen, o que tenemos el poder que otros todavía no han descubierto, o porque debido a nuestra búsqueda espiritual nos juzgamos a nosotros mismos como “buenos” un poco más rectos que nuestro vecino.
Jesús dijo: “Yo no puedo hacer nada por mí mismo” sin Dios yo soy nada. Y en Marcos 10:17, leemos: Al salir para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le
preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” Y Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios”
Sólo Dios es lo que somos, el único y verdadero Ser, pero cuando se deja sentir la influencia del ego, todo lo bueno sale por la ventana. No existe una “buena persona”. El único bueno es Dios siendo esa persona.
Jan y yo tuvimos tanto éxito al principio con los principios metafísicos, que pensamos que no había nada que no pudiéramos hacer, y teníamos razón. El poderoso Yo, el único Ser, puede hacerlo todo, y mientras más nos adentrábamos en esa Conciencia, mayor poder creativo liberábamos. Entonces el ego comenzó a sentirse amenazado y comenzó a abrirse paso calladamente en la mente para llevarse el crédito de todos esos logros maravillosos. Entra en escena el orgullo espiritual.
Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría. (Pr. 11:2).
Puedo recordar algunos comentarios que hice a mis socios de negocios que estaban teniendo problemas, generalmente en un tono de voz paternal de déjame-enseñarte-cómo. Esto fue en una agencia de publicidad allá por los sesentas yo era vicepresidente y mi consejo consistió primariamente en regañar a la gente por no utilizar el poder de sus mentes, con la sutil sugerencia de pensar como yo lo hacía.
EL Maestro Tibetano Djwhal Khul tiene esto que decir sobre la materia: “El glamour de la seguridad en uno mismo… es la creencia, en lenguaje llano, de que el discípulo considera que su punto de vista es completamente correcto. Nuevamente, esto alimenta el orgullo y tiende hacer que el discípulo sienta que es una autoridad e infalible. Es el paisaje de fondo del teólogo”.
Sí, yo predicaba mi doctrina metafísica  “lanzando mis perlas” ante gente que no sabía de qué rayos estaba hablando y a la que tampoco le importaba. Más tarde, como presidente de otra agencia, mandé un memo a los ejecutivos enalteciendo las virtudes de las afirmaciones y sugiriendo que usáramos nuestro poder interno para atraer a los clientes apropiados. Y el rumor en la oficina era que yo me había vuelto loco. Era cierto que con la nube de orgullo espiritual, yo había perdido algo
la profunda conciencia de la Presencia interior y la pérdida atraes a la pérdida. Comenzamos a perder clientes y finalmente tuvimos que vender la agencia.
Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu. (Pr. 16:18).
Comencé de nuevo desde el principio, no sólo a ganarme la vida, sino a entender de qué trataba realmente la vida espiritual. Y fui conducido a estudiar el verdadero significado de la humildad.
Incluso cuando volví a subir la montaña, hubo momentos en que el ego se movió a una posición dominante, pero al menos ahora  conocía su cara y podía ver el efecto inmediato. En una ocasión, después de sentirme bastante complacido por algo, mi tobillo se inflamó a dos veces su tamaño sin torcedura ni esguince, sólo una hinchazón que correspondía a mi forma de pensar. Ese fue más o menos el momento en que decidí ser el Señor Manso, tirar en la dirección opuesta. Y puedo decirte que esto tampoco funciona, porque sales de ahí sintiéndote  inseguro de ti mismo con respecto a todo.
El camino medio.
Existe un camino medio, una senda entre la auto-glorificación y la débil servidumbre. “Para cumplir la meta de la vida, sirve a la humildad mientras con resolución te aferras a la Verdad”. Yo analicé la humildad en mi libro Living a Life of Joy [Vivir una vida de alegría]:
Muchos de nosotros equiparamos la humildad con la debilidad, mientras que lo opuesto es lo verdadero. Sólo mira a los antónimos de la humildad: orgullo, arrogancia, grosería, vanidad, pretensión, pomposidad y alarde. Una persona que es conocida por estas características es realmente débil.
La verdadera humildad significa estar abierto y receptivo a nuevas ideas. Es no ser pretencioso. Es la conciencia del consentimiento, una disposición a que nos muestren el elevado camino a través de una rendición del (ego). Con humildad, nuestra verdadera valía comienza a brillar como el sol de
mediodía. Sin ella, puede establecerse una forma de rigidez, que se vuelve otra experiencia que trabajar.
A medida que transitamos por el camino medio, lo hacemos con mente y corazón abiertos, sabiendo que la sabiduría y el entendimiento que tenemos y que seguirá aumentando aún más proviene de la Mente de Dios y no de la arrogancia del ego. Estamos centrados en el Espíritu y ahí encontramos nuestra fortaleza. No dependemos del mundo externo para nuestro propio bien; vemos todo para el bien de todos; entendemos la voluntad de Dios; y sabemos que el Espíritu nunca nos abandonará. Cuando es necesario mantener nuestras bocas cerradas, lo hacemos, y cuando es apropiado que digamos nuestra verdad, sabremos que es la Verdad misma la que habla, y no tendremos miedo de expresamos.
En el camino medio, somos sinceros con nuestros Seres, el gran y único Ser que somos. “Es fácil distinguir la grandeza de la grandiosidad, porque el amor se devuelve, y el orgullo no. El orgullo no producirá milagros, y por lo tanto te privará de ser testigo de tu realidad” A Course In Miracles [Un curso sobre milagros] y tiene razón. La Auto-confianza total se basa en el amor en donde no hay orgullo, y realmente produce milagros.
Para afirmar nuestra posición en este peldaño de la escalera, trabajemos con este tratamiento meditativo:
Acepto, a partir de este momento, hacer todo lo que pueda para mantener mi mente en la Presencia que YO SOY, para sentir el amor y la dicha, para tener amorosos pensamientos hacia todos, y para actuar siempre a partir de un sentido de dirección
interior.
Para lograr esto, nuevamente libero todos los miedos, resentimiento, condenación y falta de perdón. Rindo todas las equivocaciones pasadas y los errores de juicio, y me vacío de
todo falso orgullo y emociones egocéntricas.
Todo aquello que hay en mi conciencia que pueda sujetarme, lo lanzo ahora sobré el Cristo interior para que sea disuelto. Elijo ahora vivir bajo la gracia, en conciencia espiritual. Y veo y sé que esta conciencia es la influencia armonizadora perfecta en todas
las relaciones, el ajuste perfecto en todas las situaciones, la liberación perfecta de todos los enredos, la plenitud perfecta en mi vida.
Ahora sigo adelante con fe, poniendo mi confianza en Cristo como mi conciencia, y viviendo cada momento con un corazón rebosante de gratitud, amor y dicha.


John Randolph Price

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