SER UN BUDA, recibir la iluminación, es un fenómeno de lo más normal. Cuando digo «normal» me refiero a que así debe ser. Si parece algo extraordinario es por ti, porque pones muchos obstáculos... y te encanta ponerlos.
Primero pones los obstáculos y después intentas superarlos. Y te sientes eufórico.
En primer lugar, no existe ningún obstáculo, pero el ego no se sentirá a gusto; hay que crear un largo camino hasta el punto que estaba más próximo, el más íntimo. Y nunca habías pasado de largo.
De modo que no busques nada misterioso. Limítate a ser sencillo e inocente, y entonces la existencia entera se abrirá ante ti. No te volverás loco. Sonreirás ante lo absurdo de lo que tenías tan cerca pero no podías alcanzar, donde no había ninguna barrera. En cierto sentido, estaba dentro de ti. Resulta milagroso que no lo encontraras.
Si el vacío es real, todo lo que está allí, la realidad entera se abrirá ante ti. No es que ahora esté cerrada; está abierta. Eres tú quien está cerrado, y tu mente ocupada.
Cuando tu mente esté vacía, desocupada, te abrirás a esa realidad, y se producirá un encuentro. Entonces todo será hermoso, absolutamente normal.
Por eso se dice que quien lo ha conocido se vuelve completamente normal. Se hace uno con la realidad. Ir en pos de lo especial es como funciona el ego, y el funcionamiento del ego crea distancias entre lo real y tú.