Capitulo III (Tercer Escrito)
LA VERDAD NO SE PUEDE BUSCAR
PENSAR ES DIVAGAR.
En cuanto empiezas a pensar acerca de algo, inmediatamente has empezado a alejarte. Yo estoy aquí, tú puedes estar conmigo; pero si empiezas a pensar acerca de mí, te embarcas en un viaje sin fin, y cuanto más piensas más te alejas.
Pensar es una forma de huir de la realidad; te da una dirección interior, te proporciona un camino en tu mente, y tú lo sigues.
Un pensador nunca está aquí y ahora, nunca está en el presente, está siempre en algún otro lugar.
Un meditador está siempre aquí y ahora, y en ningún otro lugar. Por eso es que el pensar es el único obstáculo en la meditación. Tienes que hacerte consciente, y poco a poco, cuanto más consciente te vayas volviendo, más dejarás de cooperar con el pensar. Yo te traigo una rosa y tú empiezas a pensar.
En seguida la mente dice: «¿Qué hermosa es? ¡Nunca había visto una rosa como esta!» o «¡Yo ya había visto otras rosas tan hermosas como esa!», y así sigue y sigue. A tu mente hasta se le puede ocurrir preguntar: «¿Qué es la belleza?». Nadie lo sabe, nadie ha llegado a ninguna conclusión.
Uno de los filósofos ingleses más grandes de esta era, G. E. Moore, escribió un libro, Principia ethica, uno de los mejores tratados lógicos para definir qué es el bien. Y después de unas dos cientas o trescientas páginas de un compacto razonamiento lógico, dice que es difícil definir lo que es el bien.
Y al final acaba diciendo que es indefinible; pero todo eso después de doscientas o trescientas páginas de argumentos.
Una de las mentes más agudas, a pesar de intentarlo una y otra vez, de una y otra forma, llamando a una puerta y otra, llega a la conclusión de que el bien es indefinible; ¿por qué? Dice que el bien es simplemente una cualidad, como el color amarillo. ¿Cómo defines el color amarillo? ¿Qué dirías si alguien te preguntara?: «¿Qué es el amarillo?». Dirías: «El amarillo es el amarillo». ¿Cómo lo vas a definir? Una rosa es una rosa, es una rosa. ¿Cómo la vas a definir? Si dices que es hermosa, ¿acaso sabes qué es la belleza? ¿La ha definido alguien? No. Dicen que la belleza es indefinible.
Si la comparas con otras rosas... ¿sabes que todo es incomparable? ¿Cómo puedes compararla con otras rosas? Esta rosa es esta rosa; no es otra rosa. ¿A qué viene traer aquí otras rosas? Y cuando traes otras rosas, tu mente se abarrota; entonces tienes muchas cosas en la mente y estas se convertirán en un obstáculo, y la rosa no podrá llegar hasta ti. Y era algo real; podría haberte penetrado.
La rosa estaba lista para llamar a tu corazón, pero empezaste a pensar acerca de ella. Y para cuando estés de vuelta, la rosa ya no estará aquí, porque la rosa no esperará; se marchitará.
Ella tenía un mensaje que entregar, traía algo de lo desconocido. Pero este algo es muy delicado, no puede continuar estando ahí para siempre. Trajo algo del más allá; cada rosa lo trae.
Cada mañana llega, y llama a vuestra puerta, pero a vosotros os encuentra siempre pensando. A través de la rosa, algo de lo desconocido, de lo Divino, algo de más allá del tiempo, penetra en el tiempo. Pero si piensas, te lo pierdes, porque al pensar te alejas, en cuanto te has puesto a pensar ya te has ido.
El filósofo piensa acerca de la rosa. El poeta siente acerca de la rosa. Y si tuvieras que decidirte, decídete siempre por el poeta; esta más cerca de la realidad que el filósofo. Y un místico, ni piensa ni siente; simplemente está en presencia de la rosa. Porque sentir también es alejarse; no tanto como pensar, pero sentir también es irse, porque sentir es también una clase de actividad.
Un místico simplemente está en presencia de la rosa. Sin actividad, sin pensar, sin sentir; sin corazón ni cabeza. Simplemente está ahí con la rosa.
Los hindúes lo llaman satsang. Siempre que estés en presencia de un hombre que haya florecido (un buda, un Maestro), simplemente estate con él. No pienses, no sientas. Simplemente estate con él; simplemente con él, existe con él. Los hindúes lo llaman satsang: estar con la verdad. La palabra satsang quiere decir: estar en presencia de la verdad.
Una rosa está ahí; estate con ella. No crees ninguna actividad, sea burda o sutil. Pensar es una actividad más burda y sentir es una actividad más sutil. Pero sabes que el sentir puede desembocar en el pensar y el pensar puede convertirse en el sentir. Son convertibles, no están muy lejos lo uno de lo otro. El sentir es el pensar que está en camino, quizá la semilla, o más exactamente el germen; y el pensar es el árbol, pero el proceso no es diferente.
El corazón y la cabeza no están muy alejados entre sí.
Las cosas comienzan en el corazón e, inmediatamente, antes de que te hayas dado cuenta, han alcanzado la cabeza. Solamente estando con..., y entonces todo se revela, entonces se abren todas las puertas.
No hay preguntas ni respuestas. Simplemente te has hecho uno con la realidad. Piensas, y te separas. Sientes, y no te separas tanto pero te separas: juntos pero todavía separados.
Ni pensando ni sintiendo, sólo siendo, y de pronto tú ya no estás ahí y el mundo ya no está ahí.
El Uno, Brahma, se revela. Tú y el mundo, ambos os habéis hecho uno. Lo infinito está ahí, lo que no tiene forma está ahí; y esa es la verdad.
La verdad no es una conclusión filosófica, es una experiencia existencial. No es ni pensamiento ni sentimiento, es existencial; estás con ella con todo tu ser.
Cuando una gota de agua cae al océano, caiga con la cabeza, caiga con el corazón o caiga totalmente, caerá totalmente; corazón, cabeza, todo; bueno, malo, todo; santo, pecador, todo.
¡Cae completamente! Ni los santos pueden conocer lo Divino, porque son demasiado buenos y su bondad se convierte en un obstáculo; ni los pecadores, porque ellos piensan que son muy malos y su maldad se convierte en un obstáculo. El que no es ni santo ni pecador, ni esto ni aquello, el que no elige, el que no proclama que «soy esto o soy aquello», el que simplemente está en la presencia, sólo ese puede conocer lo Divino.
Y no tienes que irte a los Himalayas, te puedes quedar junto a una piedra y ocurrirá: ¡no necesitas ir a ningún templo!
Te puedes quedar junto a un árbol y ocurrirá. Ni siquiera necesitas acercarte al árbol: te puedes quedar simplemente contigo mismo y ocurrirá; porque lo Divino está en todos los sitios. Cada átomo vibra con ello, cada átomo lo celebra. Está en todas las cosas. Cuanto más hablas y piensas acerca de ello, más te alejas de la verdad. Deja de hablar y de pensar, y no habrá nada que no puedas saber.
NO-PENSAR ES LA PUERTA. Sin-palabras es la entrada. Simplemente es el camino. ¿Cómo lograrlo? ¿Qué harás para conseguirlo? Solamente escuchar no va a servir de ayuda, porque la mente es muy astuta. La mente se pondrá a pensar acerca de ello, acerca de lo que Sosan está diciendo; la mente empezará a pensar y a desarrollar teorías al respecto.
La mente dirá: «Sí, es verdad». Y te habrás alejado. La mente dirá: «No, eso es muy difícil, es imposible. ¿Cómo puedes dejar de pensar?», y te habrás alejado. Si escuchas a la mente nunca estarás cerca de la verdad. Si escuchas a la mente estarás siempre de viaje. He oído una historia acerca de una mujer filósofa, una pensadora; había escrito muchos libros y era bien conocida. Un día, de repente, anunció a todos sus amigos que se iba a casar. Nunca antes se había oído ni un rumor acerca de sus relaciones amorosas, porque los que piensan no aman. A nadie se le había ocurrido jamás que pudiera casarse, así que todos se quedaron muy sorprendidos. Preguntaron: «¿Quién es él?». Ella dijo el nombre, lo cual les sorprendió aún más, y le volvieron a preguntar: «¿Pero qué es lo que ves en ese hombre?». Él era un hombre corriente..., y ella era una mujer muy famosa.
Era profesora de universidad, había escrito muchos libros, y su nombre era conocido en todo el país. «¿Te vas a casar con ese hombre? ¿Pero por qué?, ¿qué ves en él?». Ella respondió:
«Algo maravilloso: que es viajante de comercio. Y nunca estará en casa, siempre estará de viaje». Los pensadores se casan siempre con viajantes de comercio.
«Él nunca estará en casa y yo estaré libre para pensar y hacer mis cosas». Casarse con la mente es casarse con un vendedor, con un Viajante de comercio: siempre está de viaje. Y debido a esta mente que siempre está de viaje nunca puedes estar en contacto con lo real. Comes pero no te das cuenta. Te pierdes el sabor, el gusto, el olor. Simplemente ingieres cosas. ¡Es desagradable!. ¿Pero por qué no te das cuenta? Porque la mente sigue pensando; mientras comes estás pensando en mil cosas.
Rinzai dice: «Cuando como sólo como, y cuando duermo sólo duermo».
Alguien replicó: «Pero en eso no hay nada de especial, todo el mundo lo hace».
Rinzai se río y dijo: «Si todo el mundo lo hace, entonces todo el mundo está iluminado, todo el mundo es un buda».
Cuando estés comiendo; simplemente come, estate en ello.
Cuando camines; simplemente camina, estate ahí. No te adelantes, no te vayas aquí y allí. La mente siempre se adelanta o se atrasa. estate en el momento.
Al principio te será muy difícil permanecer en el momento.
Y a veces el momento puede que no sea muy feliz.
Te enfadas, y entonces la mente empieza a pensar en arrepentirse o trata de hacer algo para que no vuelva a ocurrir. A veces estás triste; y enciendes la radio o el televisor, o te pones a leer un libro, porque no te gusta estar triste. Quieres distraer la mente.
Y debido a que los momentos infelices son más numerosos que los felices, esto se convierte en un hábito constante. Y una vez que el hábito se ha fijado, aún cuando llega la felicidad, no estás en casa. Estás en algún otro sitio. Toma una determinación: cualquier cosa que venga... tristeza, ira, depresión o infelicidad; sea lo que sea, estate con ella. Y de repente te sorprenderás de que si permaneces con la tristeza, la tristeza se transforma en algo hermoso, la tristeza se vuelve algo profundo.
Si permaneces con la ira, no pensando en ella sino estando con ella, la ira se transforma: se vuelve perdón.
Si permaneces con el sexo, el sexo toma una cualidad diferente: se convierte en amor. Si empiezas a vivir en el momento verás que tu ser es un milagro, que tiene magia en sí mismo.
La felicidad se volverá más profunda. Normalmente tu felicidad es muy superficial. En lo más profundo de ti cargas con millones de cosas, la felicidad sólo ocurre en la superficie. Si permaneces con ella, se volverá más y más profunda. Si comienzas a vivir con ella, todo se transformará porque aportarás una nueva cualidad de ser, de consciencia, de presencia.
No luches contra la tristeza ni persigas la felicidad, porque eso es alejarte, perderte. ¿Te has dado cuenta?: si te vas de vacaciones a los Himalayas o a Suiza, y durante meses has estado planeando llegar allí, en el mismo instante en que llegas, tu mente empieza a planear el momento de regresar, cómo regresar a casa. ¡Observa! Durante meses planeas cómo llegar y cuando llegas, o aun antes de llegar, cuando estás de camino, tu mente ya ha empezado a pensar en volver: en cómo volver. Cada una de tus llegadas es el principio de una salida. Y nunca estás ahí porque eres incapaz de estar ahí. De nuevo en casa volverás a pensar. A la vuelta empezarás a pensar acerca de lo que ocurrió en los Himalayas, y repasarás las maravillosas experiencias que tuviste allí; pero cuando estabas allí, no estabas realmente allí. Es como si lo hubieras leído, como si alguien te lo hubiera contado. Buscas en la memoria como si la memoria funcionara por sí misma, tomando fotografías y convirtiéndose en un álbum. De vuelta en casa abrirás el álbum y lo mirarás, y le contarás a los amigos: «¡Ha sido maravilloso!».
Y empezarás a planear otra vez cómo ir a los Himalayas el próximo año. La mente no está nunca donde estás tú: la consciencia está siempre donde estás tú. Ve abandonando más y más la mente y el darle vueltas a la mente, y hazte más y más consciente y atento. Tráete a ti mismo al momento. Al principio será difícil.
Porque debido al hábito, la mente se irá una y otra vez. Tráela de vuelta. ¡No hay necesidad de luchar! Simplemente dile que vuelva, dile: «Ven». De nuevo se irá..., en unos segundos ya no estará ahí. Dile de nuevo que vuelva. Y poco a poco, cuando empieces a disfrutar de este momento (el eterno presente, el único tiempo que existe, la única vida que hay), cuanto más empieces a disfrutarlo, más presente estará la mente en ello. Y menos se irá. Entonces se produce una sintonización. De repente estás aquí, en casa, y la realidad se desvela. La realidad siempre ha estado ahí, tú eres el que no estaba ahí. No es la verdad lo que hay que buscar, sino que eres tú el que tiene que volver a casa.
Volver a las raíces es encontrar el significado, pero perseguir apariencias es alejarse del origen.
En el momento de la iluminación interior se transcienden las apariencias y el vacío. A los cambios que parecen ocurrir en el mundo vacío los llamamos reales solamente debido a nuestra ignorancia.
No busques la verdad; tan sólo deja de mantener opiniones.
No permanezcas en el estado de dualidad; evita cuidadosamente esas búsquedas. Si queda rastro de esto o aquello, de lo correcto o lo incorrecto, la esencia de la Mente se perderá en la confusión. Aunque todas las dualidades proceden del Uno, no te apegues ni siquiera a este Uno. Cuando la mente existe imperturbable en el Camino, nada en el mundo puede ofender; y cuando ya nada puede ofender, deja de existir tal como era antes. Cuando no surgen pensamientos discriminatorios, la mente de antaño deja de existir.
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