jueves, 30 de junio de 2016

El libro de los secretos (Deepak Chopra) 5º-6º SECRETO (Tercer Escrito)


Dejar ir. 
Cómo elegir sin quedar atrapado. 
Aprovecha al máximo cada experiencia. 
No te obsesiones con decisiones correctas o incorrectas.  
No defiendas una imagen propia.  
Supera los riesgos. 
No tomes decisiones si tienes dudas.  
Ve las posibilidades en todo lo que pase.  
Encuentra la corriente. 
Aprovechar al máximo cada experiencia. 
Vivir plenamente se exalta por todas partes en la cultura popular. Basta encender la televisión para ser asaltados por mensajes como: “Es lo mejor que un hombre puede tener”, 
“Es como tener un ángel a tu lado”, “Cada movimiento es suave, cada palabra es la justa. 
No quiero perder ese sentimiento jamás” “Tú miras, ellos sonríen. Tú ganas, ellos se van a casa”. 
¿Qué se está vendiendo aquí? 
Una fantasía de placer sensual total, estatus social, atracción sexual, y la imagen de un triunfador. Por cierto, todas estas frases provienen del mismo comercial de rastrillos para afeitar, pero vivir plenamente es parte de casi todas las campañas publicitarias. Lo que no se menciona, sin embargo, es qué significa en realidad experimentar algo plenamente. 
En vez de buscar sobrecargas sensoriales que duren por siempre, descubrirás que las experiencias necesitan abordarse en el nivel del significado y la emoción. 
El significado es esencial. 
Si este momento te importa en verdad, lo vivirás plenamente. La emoción incorpora la dimensión de sintonía y participación: una experiencia que toca tu corazón hace que el significado sea mucho más personal. La sensación física pura, el estatus social, la  atracción sexual y el sentirse como un ganador son, en general, superficiales, razón por la cual las personas las ansían repetidamente. 
Si convives con atletas que han ganado cientos de juegos, o con solteros sexualmente activos que se han acostado con cientos de parejas, descubrirás rápidamente dos cosas: 
1) La cantidad no cuenta mucho; en el fondo, el atleta no suele sentirse como un ganador; el conquistador sexual no suele sentirse profundamente atractivo o valioso. 
2) Cada experiencia ofrece recompensas progresivamente menores; la emoción de ganar o seducir es cada vez menos excitante y dura menos. 
Experimentar plenamente éste o cualquier momento significa participar de manera total. 
Por ejemplo, conocer a una persona puede ser una experiencia totalmente efímera y sin sentido a menos que accedas a su mundo, encuentres algo que sea significativo en su vida e intercambies al menos un sentimiento sincero. 
La sintonía con otros es un flujo circular: tú te proyectas hacia las personas y las recibes cuando responden. 
Observa cuan pocas veces sucede esto. Te mantienes apartado y te aíslas; envías sólo las señales más superficiales y recibes poco o nada. El mismo círculo debe estar presente aun cuando no haya nadie más. 
Analiza la manera en que tres personas pueden contemplar la misma puesta de sol. La primera está obsesionada con un negocio y no repara siquiera en ella, aunque sus ojos están registrando los fotones que caen en su retina; la segunda piensa: “Bonita puesta de sol. No hemos tenido una así en mucho tiempo”; la tercera es un pintor que empieza inmediatamente un boceto del paisaje. 
Las diferencias entre las tres es que la primera persona no envió ni recibió nada; la segunda permitió que su conciencia recibiera la puesta de sol pero no pudo transmitir nada; su respuesta fue automática; la tercera fue la única que cerró el círculo: interiorizó la puesta de sol y la convirtió en una respuesta creativa que envió su conciencia hacia el mundo para dar algo. 
Si en verdad quieres experimentar plenamente la vida, debes cerrar el círculo. Decisiones correctas e incorrectas. 
Si te obsesionas por tomar la decisión correcta, estás asumiendo que el universo te recompensará por una cosa y te castigará por otra. Ésta es una asunción equivocada porque el universo es flexible: se adapta a todas tus decisiones. 
Correcto e incorrecto son sólo ideas. Inmediatamente escucho fuertes objeciones emocionales a esto. 
¿Qué hay del marido perfecto?
¿Qué hay del empleo perfecto? 
¿Qué hay del auto perfecto? 
Todos estamos habituados a actuar como clientes con las personas, los empleos y los autos: queremos el mejor rendimiento por nuestro dinero. Pero en realidad, las decisiones que calificamos correctas e incorrectas son arbitrarias. 
El marido perfecto es uno entre cientos o miles de hombres con quienes podrías compartir una vida satisfactoria. 
El mejor empleo es imposible de definir, pues resulta bueno o malo según decenas de factores que entran en juego después de elegirlo. (¿Quién sabe de antemano cómo son los colegas, cuál es el clima corporativo, si tendrás la idea correcta en el momento indicado?) 
Y el mejor auto puede verse involucrado en un accidente dos días después de comprarlo. El universo no tiene un programa definido. Una vez que tomas cualquier decisión, él opera alrededor de esa decisión. No hay correcto o incorrecto, sólo una serie de posibilidades que pueden cambiar con cada pensamiento, sentimiento y acción que experimentes. 
Si esto suena demasiado místico, considera de nuevo tu cuerpo. Todos los signos vitales importantes —temperatura corporal. Frecuencia cardiaca, consumo de oxígeno, nivel hormonal, actividad cerebral, etcétera— cambian en el momento en que decides hacer algo. 
El metabolismo de un corredor no puede ser tan lento como el de alguien que está leyendo, porque sin un consumo mayor de aire y una frecuencia cardiaca más alta, el corredor se sofocaría y sufriría un colapso o espasmos musculares. 
Las decisiones son señales que indican a tu cuerpo, mente y entorno que se muevan en determinada dirección. 
Puede suceder que después te sientas insatisfecho con la dirección elegida, pero obsesionarse con las decisiones correctas o incorrectas es lo mismo que no seguir ninguna. 
No olvides que tú eres el elector: eres mucho más que cualquier decisión individual que hayas tomado o tomes en el futuro Defender una imagen propia. 
A lo largo de los años has construido una imagen idealizada que llamas “yo” y defiendes. Esta imagen incluye todas las cosas que deseas te conciernan. De ella están desterrados todos los aspectos vergonzosos, culpables y amenazantes que ponen en peligro tu confianza en ti. 
Pero esos mismo aspectos que intentas rechazar regresan como las voces más insistentes, más exigentes de tu cabeza. 
Ese destierro da lugar al caos de tu diálogo interno y por tanto, tu ideal se erosiona aun cuando haces todo lo posible por verte bien y sentirte bien contigo mismo. 
Para sentirte en verdad bien contigo mismo, renuncia a tu imagen propia. Inmediatamente te sentirás más abierto, permeable y relajado. 
Vale la pena recordar un comentario sorprendente del renombrado maestro espiritual hindú Nisargadatta Maharaj: “Si te observas, sólo tienes un yo cuando tienes problemas” 
Si esto te parece increíble, imagina que vas caminando por un vecindario en una zona peligrosa de la ciudad. A tu alrededor hay personas cuya mirada te pone nervioso. El sonido de acentos extraños te recuerda que eres diferente a ellas y sientes peligro. La percepción de amenaza provoca que te batas en retirada; te apartas y constriñes. 
Esta táctica abre una brecha aún mayor entre tú y lo que temes. Pero esa retirada al yo aislado y constreñido no te protege de nada. Es imaginaria. Y al aumentar la brecha impides que ocurra lo único que podría servirte: la expansión a una sensación mayor de tranquilidad. 
Maharaj sostiene que lo que llamamos “yo” es una contracción alrededor de un núcleo vacío, cuando en realidad fuimos hechos para ser libres y expansivos en nuestra conciencia. 
Se dedica mucho tiempo en la autoayuda a convertir una mala imagen propia en buena. 
Aunque esto suena razonable, todas las imágenes propias tienen el mismo inconveniente: te recuerdan quién fuiste, no quién eres. La idea misma del yo está cimentada en recuerdos, y esos recuerdos no son tú. SÍ te liberas de tu imagen propia, serás libre de elegir como si fuera la primera vez. 
La imagen propia mantiene la realidad a raya, particularmente en el nivel emocional. Muchas personas no admiten lo que en realidad sienten. Su imagen propia les dicta que, por ejemplo, estar enojados o mostrar ansiedad no es permisible. 
Estos sentimientos no se ajustan a “el tipo de persona que quiero ser”. Ciertas emociones parecen demasiado peligrosas para conformar tu propia imagen ideal, por lo cual adoptas un disfraz que las excluye. La ira y el temor reprimidos pertenecen a esta categoría, pero también la alegría inmensa, el éxtasis y la espontaneidad despreocupada. 
Te liberas del control de la propia imagen cuando:  
Sientes lo que sientes. 

Las cosas dejan de ofenderte. 
Dejas de evaluar cómo te hace ver una situación. 
No excluyes personas a las que te sientes superior o inferior. Dejas de preocuparte de lo que piensen de ti los demás.  
Dejas de obsesionarte por el dinero, el estatus o las pertenencias. 
Dejas de sentir la necesidad de defender tus opiniones. 
Superar los riesgos. 
Mientras el futuro siga siendo impredecible, toda decisión implica algún nivel de riesgo. Por lo menos, ésa es la historia aceptada universalmente. Se nos dice que ciertos alimentos nos ponen en riesgo de sufrir ataques al corazón y cáncer, por ejemplo, y lo más lógico es cuantificar el riesgo y mantenernos cerca de los números más bajos. 
Pero la vida no puede cuantificarse. Por cada estudio que demuestra un hecho cuantificable sobre las cardiopatías (por ejemplo, que las personas que beben un litro de leche al día son 50 por ciento menos propensos a sufrir ataques al corazón severos), hay otro estudio que demuestra que el estrés eleva el riesgo de sufrir cardiopatías sólo si la persona es susceptible a él (hay quienes lo disfrutan). El riesgo es mecánico. 
Supone que no hay inteligencia detrás de las situaciones, sólo un cierto número de factores que producen cierto resultado. 
Tú puedes superar los riesgos si sabes que hay inteligencia infinita operando en la dimensión oculta de tu vida. 
En el nivel de esta inteligencia, tus elecciones siempre están respaldadas. El propósito de evaluar los riesgos sería ver si tu línea de acción es razonable; el análisis de los riesgos no debe desestimar los factores más importantes, evaluados en el nivel de la conciencia profunda; 
¿Siento que esta elección es adecuada para mí? 
¿Me interesa lo que conduce a esta elección? 
¿Me agradan las personas implicadas? 
‰¿Esta decisión es buena para mi familia en conjunto?
¿Esta decisión es apropiada en esta etapa de mi vida? 
¿Me siento justificado moralmente para tomar esta decisión? ¿Esta decisión me ayudará a crecer? 
¿Tendré oportunidad de ser más creativo y sentirme inspirado por lo que estoy a punto de hacer? 
Cuando estas cosas salen mal las elecciones no resultan. 
Los riesgos pueden ser pertinentes pero no decisivos. 
Quienes pueden evaluar sus elecciones en el nivel profundo de la conciencia se alinean con la inteligencia infinita, y por tanto tienen más posibilidades de éxito que quienes hacen muchos cálculos. En caso de duda. Es difícil dejar ir cuando no sabes sí tomaste la decisión correcta. La duda persiste y nos ata al pasado. Muchas relaciones terminan en divorcio debido a la falta de compromiso, pero esa falta de compromiso no se desarrolló con el tiempo; estaba presente desde el principio y nunca se resolvió. 
Es importante no tomar decisiones fundamentales si tienes dudas. 
El universo favorece las acciones cuando han comenzado. 
Esto significa que al tomar una dirección, pones en marcha un mecanismo que es muy difícil revertir. ¿Puede una mujer casada sentirse soltera simplemente porque así lo desea? ¿Puedes sentir que no eres hijo de tus padres simplemente porque crees que sería mejor tener otros? En ambos casos, los lazos con una situación, una vez dada, son fuertes. 
Sin embargo, cuando tienes dudas, detienes momentáneamente al universo: no favorece ninguna dirección en particular. 
Esta pausa tiene un aspecto bueno y otro malo. 
El bueno es que te das espacio para tomar conciencia de más cosas, y con más conciencia, el futuro puede ofrecerte nuevas razones para actuar de una u otra manera. 
El aspecto malo es que la inercia no es productiva: sin elecciones no puedes crecer ni evolucionar. 
Si las dudas persisten, debes liberarte del estancamiento. 
La mayoría de las personas lo alcanza zambulléndose en la siguiente elección, viviendo la vida al azar: “Esto no funcionó. Lo mejor será que haga otra cosa, no importa qué”. 
Por lo general, las personas que eligen de manera arbitraria (incursionando imprudentemente por la casa vecina, el próximo empleo, la siguiente relación que se presenta) resultan ser calculadoras en exceso. Pasan tanto tiempo evaluando los riesgos, analizando pros y contras, y valorando las peores situaciones posibles, que ninguna elección parece correcta y la frustración los impulsa a terminar en el punto muerto. Irónicamente, estos saltos irracionales a veces funcionan. 
El universo tiene más cosas guardadas para nosotros de las que podemos predecir, y las malas elecciones con frecuencia se resuelven favorablemente porque nuestras aspiraciones ocultas saben a dónde vamos. 
Aun así, la duda resulta destructiva para esa cualidad que la conciencia intenta llevar a ti: el conocimiento. 
En un nivel profundo, tú eres el conocedor de la realidad. 
La duda es síntoma de que no te has vinculado con tu conocedor interno. Normalmente significa que te estás dejando fuera de ti mismo cuando debes hacer una elección. Tu decisión estará basada en factores externos. 
Para la mayoría de las personas, los factores externos más fuertes se reducen a lo que otras piensan, porque adaptarse es el camino de la menor resistencia. Pero adaptarse es como asumir la inercia. La aceptación social es el menor común denominador del yo: es tú como unidad social en vez de tú como persona única. 
Descubre quién eres en realidad; que adaptarte sea lo último que pienses. Ello ocurrirá o no ocurrirá, pero en cualquier caso ya no tendrás más dudas sobre ti.
No existe una fórmula para eliminar las dudas porque el encuentro con el conocedor interior es una tarea personal. Debes comprometerte a expandir tu conciencia. 
No dudes de esto. Si miras hacia dentro y sigues el camino que lleva a tu inteligencia interna, el conocedor estará ahí esperándote. 
Ver las posibilidades. 
Sería mucho más fácil dejar ir los resultados si cada elección resultara bien. ¿Y por qué no debiera ser así? En la realidad única no hay oportunidades malgastadas, sólo nuevas oportunidades. Pero a la personalidad centrada en el ego le gusta que las cosas estén conectadas. Llegar en segundo lugar hoy es mejor que haber llegado en tercer lugar ayer, y mañana quiero llegar en primero. 
Esta clase de pensamiento lineal refleja una concepción burda del progreso. 
El crecimiento real ocurre en muchas dimensiones. 
Lo que te ocurre puede influir en tu manera de pensar, sentir, relacionarte con los demás, comportarte en una situación determinada, adaptarte al entorno, percibir el futuro o a ti mismo. Todas estas dimensiones deben evolucionar para que tú lo hagas. Intenta ver las posibilidades en todo lo que ocurra. 
Sí no consigues lo que esperabas o deseabas, pregúntate; “¿Hacia dónde debo ver?” Esta actitud resulta muy liberadora. En una dimensión u otra, todos los sucesos de la vida se resuelven en una de dos cosas: o son buenos para ti, o plantean lo que necesitas ver para crear el bien en ti. 
En la evolución ganas de todas maneras, aseveración que proviene no de un optimismo ciego sino de lo que, de nuevo, observamos en el cuerpo. Todo lo que ocurre dentro de una célula es parte de su operación saludable o una señal de que se debe rectificar. 
La energía no se gasta al azar ni caprichosamente sólo para ver qué ocurre. La vida también se corrige a sí misma de este modo. Como elector puedes actuar por capricho; puedes seguir caminos arbitrarios o irracionales. 
Pero la maquinaría subyacente de la conciencia no se altera. Ella sigue obedeciendo los mismos principios;  
Adaptarse a tus deseos.
Mantener todo en equilibrio.  
Armonizar tu vida individual con la vida del cosmos. 
Hacerte consciente de lo que haces. 
Mostrarte las consecuencias de tus actos. 
Hacer tu vida tan real como sea posible. 
Como tienes libre albedrío, puedes ignorar estos principios por completo. Todos lo hacemos en un momento u otro. Pero no puedes alterarlos. La vida depende de ellos. Son la base de la existencia, aunque tus deseos vayan o vengan, y la base de la existencia es inmutable. Una vez que asimilas esta verdad, puedes alinearte con cualquier posibilidad que se cruce en tu camino, confiando en que la ganancia segura es la actitud que la vida ha mostrado durante billones de años. 
Encontrar la corriente de la alegría. 
Mi imaginación quedó cautivada por un episodio de las aventuras de Carlos Castañeda, cuando su maestro Don Juan lo envía con una bruja que tiene la capacidad de adoptar la percepción de cualquier criatura. 
La bruja permite a Castañeda sentirse exactamente como una lombriz de tierra. ¿Qué percibe él? Enorme excitación y poder. En vez de ser la minúscula criatura ciega que la lombriz parece a ojos humanos. Castañeda se siente como una excavadora que aparta cada grano de tierra como si se tratara de una roca: es imponente y poderoso. En vez de parecerle un trabajo pesado, la excavación es motivo de euforia, la euforia de alguien que puede mover montañas con su cuerpo. 
En tu vida hay una corriente de alegría igualmente elemental e inamovible. Una lombriz nada más se conoce a sí misma, por lo que no puede desviarse de la corriente de la alegría. 
Tú puedes dispersar tu conciencia en cualquier dirección, y con ello, distraerte de la corriente. No podrás dejar ir tu imagen ni tu mente inquieta hasta que sientas, sin lugar a dudas, una alegría palpable en ti mismo. 
El renombrado maestro espiritual J. Krishnamurti comentó de pasada algo que me resultó conmovedor. 
Las personas no se dan cuenta, dijo, de cuan importante es despertar cada mañana con una canción en el corazón. 
Cuando leí eso, hice una prueba. Pedí en mi interior escuchar la canción, y durante algunas semanas, sin otra participación de mi voluntad, percibí una canción; era lo primero que venía a mi mente cuando despertaba.
Pero también sé que Krishnamurti hablaba metafóricamente: la canción significa alegría en la existencia, una alegría independiente de buenas o malas elecciones. Pedirte esto a ti mismo es lo más fácil y lo más difícil. Pero no permitas que pase de largo, no importa cuan compleja se haga tu vida. Mantén ante ti la visión de liberar tu mente, y cuando lo logres, serás acogido por una corriente de felicidad. 

CAMBIA TU REALIDAD PARA ALBERGAR 
EL SEXTO SECRETO
El sexto secreto trata sobre la vida sin elecciones. 
Como todos tomamos nuestras decisiones muy en serio, adoptar esta actitud requiere un cambio importante. 
Puedes empezar hoy con un sencillo ejercicio. 
Siéntate unos minutos y evalúa algunas de las elecciones más importantes hechas a lo largo de los años. 
Toma una hoja de papel y traza dos columnas encabezadas así: “Buena elección” y “Mala elección”. 
En cada columna escribe al menos cinco elecciones relacionadas con los momentos que consideres más memorables y decisivos de tu vida hasta ahora. Probablemente empezarás con los momentos decisivos que compartimos casi todas las personas (la relación importante que se vino abajo, el empleo que rechazaste o que no obtuviste, la decisión de elegir una profesión), pero asegúrate de incluir elecciones privadas que sólo tú conoces (la pelea de la que huiste, la persona que no te atreviste a confrontar, el momento de valor cuando venciste un temor profundo). Cuando tengas tu lista, piensa en una cosa buena que haya resultado de malas elecciones y una cosa mala que haya resultado de elecciones buenas. 
Este ejercicio permite desechar etiquetas y entrar en contacto con la flexibilidad real de la vida. 
Si prestas atención, comprobarás que no sólo una sino muchas cosas buenas resultaron de malas decisiones, mientras que muchas cosas malas están enmarañadas en decisiones buenas. Por ejemplo, puedes tener un empleo maravilloso pero estar involucrado en una relación terrible en el trabajo, o haber chocado tu auto mientras te dirigías a él. Puedes estar feliz de ser madre pero saber que ello restringe drásticamente tu libertad personal. Puedes ser soltero y estar muy satisfecho de todo lo obtenido por ti mismo, pero también te has perdido del crecimiento que resulta de estar casado con alguien a quien amas profundamente. 
Ninguna de las decisiones que has tomado te lleva en línea recta adonde estás ahora. Echaste un vistazo a algunos caminos y avanzaste algunos pasos antes de dar marcha atrás. 
Seguiste algunos caminos sin salida y otros que se perdieron luego de muchas intersecciones. En última instancia, todos están conectados con los demás. Libérate de la idea de que tu vida consiste en elecciones buenas y malas que conducen tu destino en línea recta. Tu vida es producto de tu conciencia. Toda elección deriva de esto, así como todo paso hacia el crecimiento. 
 Deepak Chopra.
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/


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