domingo, 25 de septiembre de 2016
De lo humano a lo divino (Capitulo 7º Aprendiendo a Ser Consciente)
Capítulo 7º APRENDIENDO A SER CONSCIENTE:
Poco a poco Paloma iba amándose un poco más, dando y recibiendo.
Hizo muchos viajes a América y cada uno le supuso un enriquecimiento personal, tanto espiritual como humano.
Conoció a mucha gente, pero desde la primera vez que puso los pies en Puerto Rico, sintió que estaba en su lugar ideal.
A partir de ese momento y siempre que se iba de Puerto Rico lloraba. La primera vez que fue tuvo que romper las cadenas que le impedían fluir y dejarse llevar.
Luego, con el tiempo, aprendió.
Todo empezó un día haciendo una meditación. Le dijeron: - Paloma debes ir a Puerto Rico a buscar a una señora con la que aprenderás muchas cosas. Su nombre es Salli.
Llama al padre Antonio y vete... Este mensaje se repitió durante tres meses. Aún no entendía que las cosas del Universo están todas planificadas. Es como un rompecabezas.
Cada pieza encaja en su lugar perfectamente en el tiempo adecuado.
Y esa primera visita a Puerto Rico formaba parte del rompecabezas.
Quizás, era la pieza más importante.
Con el padre Antonio existía desde hacía años un distanciamiento. Él quiso cortar el cordón que le ataba a Paloma. No quería sufrir más y lejos de ella pensó, “ojos que no ven, corazón que no siente”, y así estuvieron muchos años sin contacto alguno. Pero Paloma, cuando daba su amor a alguien lo daba para siempre y ella seguía acordándose de él y amándolo.
Así que, se atrevió a llamarlo por teléfono y pedirle si podía estar en la parroquia con él un tiempo.
No hubo inconveniente, claro está, cómo iba a haberlo después de todo lo que habían vivido juntos y del amor que los unía.
Paloma fue a Puerto Rico, hizo las paces con el padre Antonio y conoció a la señora anunciada por Ángel.
Era muy conocida, tenía un programa de radio por lo que le fue muy fácil encontrarla.
Las experiencias fueron únicas. Conoció a gente estupenda y recibió mucho amor. A partir de ese primer viaje, todos los años ella volvía y si no lo hacía era como si le faltara el oxígeno para seguir viviendo.
Aquella isla se convirtió en su paraíso terrenal. Deseaba vivir allí aunque sus apegos, sus hijos, amigos, casa y cosas materiales le impedían tomar esta decisión.
Pero el Universo se encargaría de ayudarla. Entre viaje y viaje seguía con el centro.
A él acudía un chico de 27 años aunque siempre había pensado que tenía treinta y tantos años. Juan, así se llamaba, se fijó en ella desde el primer momento. No era el único pues Paloma tenía un magnetismo especial y resultaba muy atractiva para los hombres y a ese magnetismo se le sumaba el papel que hacía de guía espiritual.
Ella había aprendido a transmitir su amor por todos los poros de la piel, ojos y manos. Abrazaba con amor puro. Pero la persona a la cual abrazaba debía responder a su transmisión energética, porque de lo contrario Paloma le decía: - ¡Oye, no te siento! Abrázame sin miedo. ¡No tengas miedo que no me voy a romper! Estos comentarios se unían a alguna palabrota propia de Andalucía, donde hasta en la TV dicen palabras mal sonantes, sin pudor, pues es su lenguaje habitual.
No importa de qué estado social sean, ricos o pobres, altos o bajos, todos los andaluces dicen palabrotas, y Paloma no podía ser menos.
En los momentos en los que ella quería tener los pies en tierra soltaba una.
Al principio podía chocar pero poco a poco se iban habituando a su manera de ser y se convertía en parte de su encanto personal.
Ella era capaz de hacer llorar con todo el amor que te transmitía y, de pronto, salía con una de las suyas.
Juan tenía problemas con su compañera y se lo contó a Paloma. Ella quiso intentar arreglar esta situación.
Un día él y su compañera acudieron y junto con un grupo de amigos del centro, se fueron a cenar. Desde el primer momento, Paloma se dio cuenta de que no había solución pues la relación de aquella pareja estaba rota.
Y así iba pasando el tiempo. Juan iba todos los días a ver a Paloma y participaba de todas las actividades. Un sábado por la mañana Paloma recibe una llamada de él. Ese día ella estaba muy nerviosa, no sabía lo que pasaba pero no conseguía controlarse.
Por eso cuando Juan la llama ella tenía sus defensas muy bajas. Había luchado toda la noche contra un sueño en el cual aparecían los dos y ella lo empujaba por una puerta diciéndole, “atrévete, sigue adelante”.
Después de soñar tres días seguidos con él, lo tenía al otro lado del teléfono y con una voz encantadora le estaba diciendo: - Paloma, te amo, quiero compartir mi vida contigo... Paloma se echó a llorar, no quería más relaciones.
Por primera vez en su vida era feliz, no necesitaba hombre y menos uno que tenía compañera y además, era muy joven.
No le gustaban los hombres tan jóvenes pues ella necesitaba sentirse protegida y eso lo conseguía estando con hombres mayores que ella. Por eso, ella le dijo que no iba a vivir en España y no podía tener amarras.
Pero ella no lo conocía bien. No sabía que, como un buen Aries, era testarudo y no era fácil convencerlo de lo contrario.
Por la tarde cuando lo vio entrar por la puerta del centro supo que algo muy fuerte estaba a punto de pasar. Juan aparentemente era un chico con una cara de santo muy modoso, casi no hablaba en grupo y todo el mundo pensaba de él que era un buen chico, que atraía a las mujeres porque despertaba en ellas el instinto maternal. Tenía una aureola como de estar pidiendo a gritos ¡AMAME! y ¿quién rechaza ese grito? Cuando, con un aire que no admite duda, le dijo:
Paloma, vamos al salón que quiero hablar contigo. Y ella fue como un cordero al matadero, asustada, intuyendo lo que le venía después no era bueno para ella pero sin poder resistirse. ¿Qué te pasa? - dijo Paloma - ¿ocurre algo?
Siéntate aquí frente a mí, tengo que hablar contigo de algo muy importante.
Paloma se sentó en el suelo frente a él, en postura de loto, cruzando sus piernas y le miró a los ojos... -
Paloma, he dejado a mi compañera.
Le he dicho que estoy enamorado de ti y me ha echado a la calle. Yo quiero estar contigo toda mi vida, te amo... Paloma se levantó de un salto y con gran nerviosismo empezó a hablar.
No sabía lo que decía, no entendía esta nueva situación. Ella no había hecho algo para que esto pasara. Precisamente al darse cuenta de cómo Juan la miraba no le daba abrazos, ni siquiera se ponía a su lado.
Nunca se habían cogido de la mano y su relación había sido como la de cualquier otro. No era el tipo de hombre que le atraía y no se había fijado en él como hombre.
Entonces, ¿qué estaba pasando? Paloma le dijo que no lo amaba y no quería tener pareja, quería seguir como estaba hasta ese momento. Pero dentro de su nerviosismo estaba molesta con él porque se daba cuenta de que manejaba la situación a su antojo.
Ella no lo quería pero al mismo tiempo sentía que algo inevitable estaba a punto de suceder y no podía evitarlo. Siete años después encontró la respuesta.
Paloma, te quiero pedir un favor, ¿puedo dormir en el centro? Es que no tengo donde ir le dijo Juan. A esa solicitud ella no se podía negar, y se lo permitió.
Le había tocado la parte del corazón que aún no había trabajado. Se dejó llevar por la pena y no podía dejarlo en la calle.
Una cosa era acostarse con él y otra dejarlo en la calle. La pena por él hizo se nublara su sensibilidad, la cual le estaba advirtiendo del peligro que ese ser suponía para ella y abrió la primera puerta para que él se colara.
Y claro, él la aprovechó y a partir de ese momento Juan dormía en el suelo del centro. Su trabajo lo había descuidado. Casi no iba. Cada vez estaba más horas en el centro y como sabía de leyes y de papeles de despacho, algo desconocido para ella, fue haciéndose cada vez más imprescindible.
A los tres meses de estar durmiendo en el centro, Paloma se enfermó y él la llevó de emergencia al hospital.
Allí permaneció con ella y al traerla de regreso a su casa, con una voz que no admitía dudas, le dijo: - Yo no te dejo así como estás.
Voy a dormir en el sillón, al lado tuyo.
No te voy a dejar sola. Paloma lo agradeció y a partir de ese momento él no salió de su casa convirtiéndose en sus manos, sus ojos y sus pies. Se hizo imprescindible.
Dejó su trabajo anterior y a partir de ese momento él llevaba las cosas terrenales y Paloma las espirituales.
Se creó una asociación y luego una federación. Paloma y Juan se integraron al mundo de la medicina natural formando así una escuela.
La seriedad con que lo hacían y el nivel de enseñanza impartida fueron suficientes para ser reconocidos en su mundo.
Ya vivían juntos y a pesar de que Paloma no sentía atracción por él como hombre y no le gustaba, para nada, que fuera tan joven.
Fue cediendo terreno poco a poco.
Al principio, Juan decidía sobre pequeños detalles y luego fueron grandes decisiones sin contar con ella.
Un día Paloma llegó al centro y se quedó muy sorprendida. Había dos despachos y, por supuesto, el mejor era el de ella.
También descubrió que Juan se había adueñado de su despacho cambiando todas sus cosas al que era de ella y dejándole él más pequeño.
Estas pequeñas cosas se fueron acumulando y llegó un momento en el que sintió como si el centro no le perteneciera.
Su misión con él había acabado.
No sabía quién era el culpable, si él, quien poco a poco y despacio pero sin pausa la había despojado del lugar que ocupaba como directora y de ser su guía espiritual.
Ella se daba cuenta pero, había discutido mucho cuando estaba casada y, no estaba dispuesta a hacerlo otra vez.
Por otra parte, estaba tan cansada de arrastrar toda su vida el carro que ya era hora de que alguien cargara con él. También en su vida personal diaria él se comportaba muy bien, la mimaba, le compraba cosas, de vez en cuando llegaba con unos ramos preciosos de flores, hacía la cena y se repartían los trabajos de la casa, en fin, eran una pareja que a mucha gente le despertaba envidia porque él siempre estaba besándola, acariciándola, le decía constantemente que la amaba y que era su vida. Mucha gente en más de una ocasión le escuchó decir que él estaba en la tierra sólo para cuidarla.
Esa era su misión y si no la tenía porque ella se fuera antes que él su vida no tendría sentido y se iría detrás de ella. Estas cosas no le gustaban a Paloma, quien agradecía sus atenciones pero había algo que no le gustaba de él. Sabía que le ocultaba algo aunque quizás no quiso verlo.
Se sentía atrapada en la malla de la araña y este en cualquier momento podía comérsela. Esa era la sensación que ella sentía respecto a Juan.
También, por primera vez, tenía a alguien que la amaba, cuidaba, respetaba y mimaba.
Por otra parte, él la conocía muy bien y sabía que era libre como un pájaro y nada ni nadie la podía tener encadenada.
Ella por sí sola podía encadenarse pero no se lo permitía a nadie más. Él lo sabía y aceptaba el juego, de tal forma que ella se levantaba un día y sentía que tenía que ir a Puerto Rico y, a los dos días, se iba sola. Para Paloma el irse de vez en cuando era como llenarse de nuevas energías capaces de ayudarla a proseguir su camino. Desde el primer momento confió en él y puso su casa, dinero y todas sus pertenencias en sus manos.
Era lógico que fuera así.
Un hombre el cual decía que si no podía estar con ella se mataría, ¿cómo no iba a confiar en él? El tiempo seguía pasando y Paloma le daba día a día lo mejor de ella.
Pero a pesar de que lo amaba como ser humano, nunca lo sintió como su pareja ni estaba enamorada de él.
A pesar de estar haciendo ese papel.
Por primera vez en su vida tenía a alguien que se ocupaba de ella en todo.
Se hizo imprescindible.
Ella se acostumbró a él, aunque dentro de su corazón había un hálito de tristeza. ¿Por qué?, se preguntaba ella.
Ángel, ¿por qué siento este vacío dentro de mi corazón? El despierta en mi todo lo mejor que tengo, como la ternura y el amor desinteresado. Siempre pienso más en él que en mí misma. Entonces, ¿por qué este vació? ¿Por qué siento que me oculta algo?
Pero sobre todo, no entiendo que si él me saca los sentimientos más hermosos, ¿por qué en los momentos en que me siento mejor o cuando debo de estar más armonizada él hace o dice algo que me desarmoniza? A veces siento como si estuviese siendo dirigido por algún ser negativo para sacarme del camino o, por lo menos, para que caiga enferma. ¿Por qué estas contradicciones en su comportamiento? A veces parece un ángel y otras un demonio.
Querida niña, no has perdido tu sensibilidad. Cada vez lo eres más, aunque las necesidades o deseos humanos a veces os impiden que captéis los mensajes que os envía el Universo.
Eso forma parte de vuestro aprendizaje.
No puedo responder a tus preguntas, pero habrá un tiempo en el que tú sola responderás a todas las preguntas porque las respuestas las tienes dentro de ti.
Sólo tienes que prestar atención a tu corazón ya que él nunca te engañará.
No permitas que nada ni nadie te saque de tu armonía. Eso es un trabajo muy duro especialmente en estos momentos por los que pasa la raza humana. Las energías que están entrando en el planeta son tan fuertes y aceleradas que muchos humanos, incluso los Trabajadores de la Luz, se están desquiciando y están perdiendo la cabeza.
Confunden la realidad con la fantasía y a esta mezcla tan peligrosa añaden sus deseos personales.
Ya tenemos la mezcla perfecta para que un humano pierda la noción de su realidad.
Este peligro quizás en estos momentos está en el puesto número uno, por lo que muchos Trabajadores de la Luz se alejan del camino.
Se alejan de la Luz y de la Verdad.
Por eso, Paloma, quiero advertirte de ello y te pido que siempre estés con los pies en la tierra. Siempre vive el presente minuto a minuto porque hay mucha gente que se pone metas y nunca llegarán a alcanzarlas porque se olvidan de vivir el presente y para llegar a la meta tienes que recorrer todo el camino.
Eso ocurre cuando te olvidas de VIVIR EL MOMENTO PRESENTE, en depositar tu mente y con ello tu energía en el presente, en el aquí y ahora.
Ese es el primer paso que te puede llevar a tu meta. El segundo paso es no ponerte una meta imposible de alcanzar.
Por ejemplo, a ti no te gusta hacer deporte, ¿verdad? - No para nada -dijo Paloma- poniendo cara de horror sólo ante la idea de tener que hacerlo. - No te preocupes que no te voy a pedir que lo hagas si tú no quieres, pero lo voy a utilizar como ejemplo.
Pues bien, a ti no te gusta pero imagínate que te pusieras por meta llegar a conseguir una marca olímpica, podría ser en natación.
¿Crees que esa meta la podrías lograr si tan siquiera te gusta nadar? ¿No crees que sería ilógico, incoherente y poco inteligente que te propongas esa meta? ¿No sería más sencillo que tu meta fuese simplemente hacer todo lo posible porque te guste nadar y, después, que lo hagas de vez en cuando porque es bueno para tu salud? Mira Paloma, muchos seres han fallado porque se han puesto metas imposibles de alcanzar. No cometas ese error tú también. Alcanza tus metas diariamente, una a una, que por simples que sean van formando parte de esa herencia espiritual con la que te presentarás ante Papá Dios. Tu meta, en este momento, es sanar tu cuerpo contaminado por tantos años de cigarrillos. Cuida tu alimentación ya que si sigues comiendo cadáveres, en cadáver te convertirás.
No comas más carnes putrefactas, purifica tu cuerpo, bebe mucha agua y cuida tus pensamientos que son motivo de desarmonía y enfermedad.
En lo que pienses y como pienses, en ello te convertirás. Mientras Paloma escuchaba todo esto se sentía el ser más agradecido del Universo por tener esa ayuda extra.
Pero ella sentía que tenía una gran responsabilidad. No podía fallar, no podía cometer error alguno, no podía alejarse del camino de la Luz y no podía perder tiempo. Más que nada esto último la martirizaba y la desarmonizaba porque cuando pensaba en todas las cosas que quería hacer y el tiempo se le iba acabando se sentía muy mal y no se daba cuenta de que estaba cometiendo el error de pensar en el futuro y no en el presente.
Su angustia se fue incrementando cuando se dio cuenta, a los tres años de tener el centro y dirigir a 40 personas, ya no era imprescindible y el hecho de que ella dirigiera las meditaciones hacía que los demás estuvieran muy cómodos. Y entonces se cuestionó... - ¿Realmente he hecho algo positivo por estas personas? ¿Les ha servido de algo, en sus vidas, el hecho de venir aquí a meditar, a hablar y a discutir sobre cualquier tema? La respuesta que se dio a sí misma fue, ¡no! Estas personas seguían con sus odios, rabia, celos, injusticias y con sus enfados hacia sus maridos e hijos. O sea, sus vidas no habían cambiado.
Pero se dio cuenta que su vida sí había cambiado. Se había ido enriqueciendo en los tres años que llevaba con el centro y, mientras creía estar enseñando, era ella quien aprendía. Este descubrimiento la hizo entrar en una tristeza sin llegar a la depresión.
Sintió que el mundo creado por ella se venía al suelo. Comenzó a ir al centro sólo los jueves, cuando se reunían y, el resto de la semana era Juan quien se encargaba de todo.
Pensó que quizás él tuviera la culpa de su desapego, de esa sensación de que su tiempo en el centro había acabado y ya no le pertenecía. Pero, ¿cómo era posible, con tanto amor como había puesto en ese proyecto? Desde que Juan llegó a su vida fue como si su energía se la chupara y siempre se sentía cansada.
Empezó a tener problemas de hipertensión y, después de hacerse todo tipo de pruebas, nunca se supo a que se debió, pues su cuerpo estaba sano. La gente del centro empezó a criticar a Juan y creerle autor de todos los males de Paloma. Empezaron a darse cuenta de que Paloma no los escuchaba. Sentían que lo elegía a él en vez de a ellos y así ella se fue quedando sola. Al final, se quedó con un grupo muy reducido. Se sentía tan cansada de su lucha con el mundo que prefería quedarse en la casa y dedicar su tiempo a escribir libros de sus vivencias.
Pensaba que por lo menos su sufrimiento le serviría de ayuda a otros que estuvieran en sus mismas o parecidas circunstancias.
Una mañana se levantó con la idea de que no sólo el centro ya no significaba lo mismo para ella sino que su vida en la ciudad que la acogió a los 12 años, ya había acabado al igual que su cometido con esas personas y la realidad que había vivido hasta ese día.
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario