lunes, 24 de octubre de 2016
LIBRO LOS 50 PRINCIPIOS DEL MILAGRO (PRINCIPIOS DEL 36 AL 50 Y FINAL)
PRINCIPIO 36
Los milagros son ejemplos de recto pensar que armonizan tus percepciones con la verdad tal como Dios la creó.
Un poco más adelante, el Curso usa la palabra "mentalidad recta" (T-2.V.3:1), i.e., pensar en armonía con el Espíritu Santo más bien que con el ego.
El milagro no expresa la verdad de Dios directamente, pero se alinea con ésta o la refleja.
La verdad de Dios es que todos somos uno.
En este mundo, experimentamos la unidad al trascender todas las barreras de separación del ego: pensamientos de ira, ofensa, sacrificio, etc. Si bien la percepción verdadera no es la verdad, tampoco está en conflicto con ella.
Esto es igual que la idea que discutimos antes acerca del "reflejo de la santidad," o los "heraldos de la eternidad" (vea arriba, pág. 64).
Estos reflejos son la meta del Curso, pues son los efectos inevitables cuando deshagamos todas las barreras a la verdad. PRINCIPIO 37
Un milagro es una corrección que yo introduzco en el pensamiento falso. Actúa como un catalizador, disolviendo la percepción errónea y reorganizándola debidamente.
Esto te coloca bajo el principio de la Expiación, donde la percepción sana.
Hasta que esto no ocurra no podrás conocer el Orden Divino. "Percepción errónea" es percibir un problema en el mundo, externo a nosotros.
El milagro reorganiza la percepción porque la devuelve adonde realmente está el problema, en nuestras mentes.
Jesús es quien introduce el milagro.
Nuestra labor es sencillamente querer que él lo haga, pedir su ayuda para ver la situación como él la ve.
Esta es la percepción verdadera.
Jesús toma las falsas percepciones que nosotros hemos hecho reales la enfermedad, el conflicto, la guerra, etc.- y las invierte de modo que lo veamos todo del mismo modo: todo el mundo, incluyéndonos a nosotros mismos, está pidiendo ayuda.
Se escoge entonces el principio de la Expiación, que puede exponerse de nuevo como la negación de que la separación y la culpa son reales.
Otro término técnico que se usa consistentemente a través de Un curso en milagros es "conocimiento." Tal como lo usa el Curso, es sinónimo de Cielo. La contraparte del conocimiento, o lo opuesto al conocimiento, es la percepción, y casi siempre verán esos dos términos.
El conocimiento trasciende la dicotomía sujeto-objeto, la cual es inherente a la percepción.
Aun las "visiones santas" (como las que informan muchos místicos) son perceptuales y, por lo tanto, no duran.
El conocimiento es del espíritu, de Dios, y no puede lograrse en este mundo. En efecto, el Curso afirma muy claramente que el conocimiento no es la meta del Curso; la paz sí lo es (T-8.I.1:1-2). Se refiere aquí a la paz que se logra en este mundo cuando contemplamos a toda la humanidad unida con nosotros.
No hay culpa ni ataque.
PRINCIPIO 38
El Espíritu Santo es el mecanismo de los milagros.
El reconoce las creaciones de Dios así como tus ilusiones. Separa lo verdadero de lo falso mediante Su capacidad para percibir totalmente en vez de selectivamente.
Esto significa que el Espíritu Santo es un "bateador ambidextro" y, como dice el Curso más adelante,
"la única parte de la Santísima Trinidad que tiene una función simbólica" (T-5.I.4:1).
Esto quiere decir que El puede funcionar en un mundo de símbolos. No hay símbolos en el Cielo, únicamente en este mundo.
P: Si la separación es ilusoria, y el Espíritu Santo cobra existencia para resolver eso, ¿no es Él una ilusión?
R: No, porque lo creó Dios. No obstante es una buena pregunta. La respuesta del Curso es que cuando la separación se sane totalmente y ya no se necesite el Espíritu Santo, Este existirá aún porque Dios lo creó.
Y luego el Curso añade que El regresa al Cielo y bendice nuestras creaciones (T-5.I.5:7).
P: Pero parece como si a El lo hubiesen creado para resolver un problema que no existe.
R: Eso es correcto, y porque El fue creado por Dios, lo cual significa realmente que El es sólo una extensión de Dios, una vez Dios Lo crea, El no puede desaparecer.
Su función es ilusoria, puesto que consiste en corregir un problema que es inherentemente ilusorio, lo cual implica que esta función también tiene que ser una ilusión, como lo es la forma en la cual experimentamos el contenido de Su Amor.
P: Pero El es uno de nosotros...
R: No, El no es uno de nosotros. Nosotros somos parte de la Segunda Persona de la Trinidad -Cristo- y el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Trinidad.
En otro nivel, por supuesto, la Trinidad es Una.
Sin embargo, Un curso en milagros sí habla de Niveles de la Trinidad. Esto es más que una excelente distinción teológica.
Es importante corregir la idea de que la Voz del Espíritu Santo es la nuestra.
Esto es similar a la creencia de que nosotros somos Dios, que el Curso claramente plantea que no lo somos (T-7.I.1-3).
Creer que la Voz de Dios es la nuestra, por no decir que somos el Mismo Dios, es precisamente otra expresión de la creencia básica de la separación que en primer lugar nos metió en dificultades.
P: Usted utilizó otra clase de ejemplo. Dijo que Dios envió al Espíritu Santo al sueño; El no es parte del sueño, pero vino al mismo para hablarnos desde ahí.
R: La pregunta es aún, "¿Qué sucederá cuando termine el sueño? Es una de esas cosas que nadie puede entender en forma alguna. Yo sólo puedo decirle lo que Un curso en milagros dice al respecto. Pero la idea es que el Espíritu Santo tiene un pie en la realidad, en el Cielo, y otro en el sueño (si damos por sentado que El tiene dos pies).
El está en el sueño pero no es parte del mismo.
Está en nuestras mentes separadas y obra en ellas; no obstante, también está en contacto con la Mente de Cristo.
Es como un intermediario.
Dios, por supuesto, ni siquiera se ha enterado del sueño, o del mundo de la ilusión. Una analogía puede ser la de un padre que contempla a su hijo que duerme por la noche y lo ve cómo se revuelve en forma agitada, obviamente tiene una pesadilla.
El padre no sabe qué sueña el niño, puesto que todo ocurre fuera de la mente de aquel, pero sí sabe que el niño sufre y es claro que quiere aliviar el dolor de su hijo.
Dios se encuentra en una situación similar.
Por lo tanto, Se extiende a Sí Mismo hacia el sueño, y hasta la mente de Su Hijo que duerme. El "Espíritu Santo" es el nombre que Un curso en milagros le da a esa extensión, la Voz por Dios. Y en ese sueño El nos dice: "Hermano, escoge otra vez. Puedes contemplar tu sueño de manera diferente." Y así, El cierne lo que en verdad no llena nuestra necesidad; i.e., las relaciones especiales.
Nos ayuda a unificar nuestra percepción, a ver todas las cosas como lecciones que Dios quiere que aprendamos.
Eso es lo que quiere decir "El separa lo verdadero de lo falso," y "percibir totalmente en vez de selectivamente."
Ese fue el punto que presenté antes, que El ve todos los aspectos de una situación. Nosotros vemos una situación sólo en términos de nuestras necesidades específicas.
El reconoce todas las situaciones como oportunidades para sanar a todas las personas que estén involucradas.
P: El aspecto del Espíritu Santo que tiene un pie en un mundo, el Cielo, y otro pie en el mundo nuestro, el sueño ¿significa eso que El puede tener el conocimiento y la percepción simultáneamente?
R: Correcto.
P: ¿Qué quiere decir el Curso al enseñarnos que jamás estamos en el lugar equivocado en el momento equivocado?
R: Jamás podemos estar en el lugar equivocado en el momento equivocado porque siempre podemos aprender de todas las cosas.
El Espíritu Santo utiliza todas las situaciones y relaciones para enseñarnos la lección única de que la separación es irreal.
En un nivel más profundo, esa aseveración refleja la idea de que el guión ya está escrito. Ya hemos pasado por todo esto. Sólo estamos, como dice el Curso, repasando mentalmente lo que ya ocurrió (L-pI.158.4:5).
Y podemos repasar o re-experimentar lo que ya ocurrió bien sea a través de nuestra elección del ego o del Espíritu Santo. Por lo tanto, estar en el lugar correcto o el equivocado no tiene sentido. La forma cómo repasamos este lugar es lo que le da significado.
PRINCIPIO 39
El milagro elimina el error porque el Espíritu Santo lo identifica como falso o irreal.
Esto es lo mismo que decir que al percibirse la luz la oscuridad desaparece automáticamente.
Es lo mismo que decir que El elimina el error, corrige errores, deshace errores, o expía por los errores.
El se da cuenta de que todos los errores son falsos o irreales.
No hay gradaciones en los errores. Uno por cero es lo mismo que cien o mil por cero. "Esto es lo mismo que decir que al percibir la luz la oscuridad desaparece automáticamente.
Una vez usted perciba y reconozca la verdad de quién es, los errores o la oscuridad del ego desaparecerán porque todo lo que los mantiene en su lugar son sus pensamientos acerca de ellos. Recuerden, no hay nada afuera que sea real.
Son sólo nuestros pensamientos los que hacen las cosas del mundo reales en nuestras mentes.
Y una vez las hemos hecho reales, el ego se vuelve real.
Y entonces no podemos pasarlo por alto. Como enseña el Curso, no puedes perdonar un pecado una vez lo has hecho real (T-30.VI.1-3). No podemos decir que el mundo es ilusorio y nada más que un salón de clases en el cual aprendemos esto mientras creamos que la oscuridad es realidad y que necesita curación y luz.
La luz no se necesita afuera porque afuera no hay nada.
Se necesita en nuestras mentes que creen en la oscuridad, y la oscuridad, por supuesto, no es otra cosa que nuestra propia culpa. Este principio también refleja la idea de que la luz y la oscuridad son estados mutuamente excluyentes.
Cuando usted enciende una luz en una habitación obscura, la oscuridad desaparece. Apaga la luz, y la oscuridad regresa.
Es así como podemos entender el "pecado" también.
Llame pecado a algo, y éste se ha vuelto real y ya no podrá verse como un pedido de ayuda. El pecado pide castigo; el pedido de ayuda o amor suplica ayuda y amor.
PRINCIPIO 40
El milagro reconoce que todo el mundo es tu hermano así como mi hermano también. Es una manera de percibir la marca universal de Dios. El error que el milagro corrige es el de creer que estamos separados.
Bien sea que estemos separados por nuestros cuerpos o por las cosas terribles que creemos que hace la gente, todo lo que hace el milagro es reflejar el hecho de que somos uno, y eso es lo que Jesús nos está recordando siempre -que todos somos uno con él. La "marca universal de Dios" será el compartir en la luz de Cristo.
P: Es algo así como un sistema inclusivo. No excluye a nadie.
R: No excluye a nadie. No podría ser la Filiación si excluyera a alguien.
PRINCIPIO 41
El contenido perceptual de los milagros es la integridad.
De ahí que puedan corregir o redimir la errada percepción de carencia. Una vez más repetimos lo mismo.
El principio básico del ego es el principio de escasez, que falta algo porque hemos excluido a Dios.
De ahí es que procede la culpa: del pensamiento de que hay una carencia, que hace al ego y, por lo tanto, al cuerpo real.
Vemos a la gente y a nosotros mismos carentes; el milagro refleja para nosotros la integridad que es nuestra verdadera Identidad. "Integridad" puede equipararse con abundancia, la negación del principio de escasez del ego. "Abundancia" no significa nada material, una asociación que se hace frecuentemente con lo que se llama Consciencia de Prosperidad.
En la Consciencia de Prosperidad, se piensa típicamente que la abundancia del espíritu puede traducirse en forma material: si pienso abundancia, recibiré abundancia.
No cabe duda de que nuestros pensamientos sí influyen en lo que nos rodea. Fue así que se hizo el mundo para empezar.
Pero eso no lo convierte en un principio espiritual.
Desde la perspectiva del Curso, ese es el error aquí.
Nuestras mentes sí afectan al mundo, pero esto es sólo una aseveración sobre el poder de la mente.
Es un fenómeno psíquico, no espiritual.
Lo que lo hace espiritual, como hemos visto, es entregarle ese poder al Espíritu Santo.
Sin Su ayuda y orientación simplemente continuaríamos escogiendo de acuerdo con las necesidades de nuestro ego, arraigándonos más aún en este mundo de ilusión.
Así que, el milagro no nos da cosas materiales.
El milagro sencillamente deshace las defensas que se fundamentaron en nuestra creencia en la escasez y la cual refuerza este principio de carencia.
Este proceso regresa nuestra mente a su original y vigente estado de ser uno con Dios, poseedores de todo lo que Dios nos otorgó en la creación: dicha, unidad, libertad, felicidad, etc. PRINCIPIO 42
Uno de los mayores beneficios que se deriva de los milagros es su poder para liberarte de tu falso sentido de aislamiento, privación y carencia.
Nosotros sentimos que estamos aislados de nuestro verdadero Ser o de Dios, y nos sentimos aislados unos de otros.
Una vez sentimos que estamos separados, proyectamos la culpa de ello sobre los demás y creemos que ellos nos privan de algo. De ahí es que proviene la carencia.
Privación es el planteamiento que afirma que usted me despoja de algo que yo quiero, o necesito, o soy.
Esta proyección niega el hecho de que fui yo mismo quien primero me privé de ello.
La escasez o carencia tiene que conducir a la privación puesto que la culpa (otra palabra para la idea de carencia) siempre tiene que proyectarse, una ley fundamental de la mente.
Es la proyección de la responsabilidad por haber escogido creer que nos falta algo. Yo no me hice esto lo hizo usted.
Como dice el Curso, "El secreto de la salvación no es sino éste: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo" (T-27.VIII.10:1).
PRINCIPIO 43
Los milagros surgen de un estado mental milagroso, o de un estado de estar listo para ellos. Más adelante, esto se llama "mentalidad recta" (T-2.V.3:1). En otras palabras, primero cambiamos nuestra mente del ego, la mente errada, a la manera de pensar del Espíritu Santo, que es la mente recta.
Eso es lo que constituye el milagro.
Renunciamos a la inversión en la manera de percibir del ego-ataque, separación, etc. -y en su lugar escogemos la del Espíritu Santo- perdón y unidad, al ver todas las cosas como oportunidades para aprender que estamos perdonados. PRINCIPIO 44
Los milagros son expresiones de una consciencia interna de Cristo y de haber aceptado Su Expiación. Podemos decir que el milagro nos une con alguien de quien nos hemos separado.
Esto refleja la idea de que somos uno en Cristo, y esto corrige el error de creer que estamos separados.
Aceptar la Expiación de Cristo es aceptar este principio de ser uno con El. Aquí vemos, una vez más, la idea de que el milagro es la expresión de Cristo, no la consciencia en sí.
Esto es lo mismo que discutimos antes -que el milagro es un reflejo de la verdad, no la verdad misma. Aún existe y tiene sentido sólo en el mundo de la ilusión.
PRINCIPIO 45
Un milagro nunca se pierde. Puede afectar a mucha gente que ni siquiera conoces, y producir cambios inimaginables en situaciones de las que ni siquiera eres consciente.
Esto es similar al Principio 35.
Piensen en el modelo del holograma donde todos estamos unidos, y todas las dimensiones de tiempo y espacio están presentes en una parte.
No hay manera de que jamás podamos juzgar el poder de lo que significa desprendernos de nuestros agravios o de soltar nuestras creencias en la separación.
"Cuando me curo no soy el único que se cura" (L-pI.137), como hemos visto ya. Esto puede tener efectos, no sólo en las personas físicamente aquí, sino en las personas que ya han muerto.
El tiempo no es lineal, y estamos unidos en una mente como en el holograma, sin considerar la particular dimensión de tiempo y espacio en la que creemos estar nosotros o los demás.
Repito, lo único que Un curso en milagros nos pide es que aceptemos la Expiación para nosotros mismos, lo que significa que pongamos de nuestra parte para que nuestra mente se cure de estos pensamientos. La extensión de ese milagro -Expiación o perdón- no es de nuestra incumbencia, porque nosotros no tenemos idea de lo que es verdaderamente útil.
Nuestra única responsabilidad -aceptar la Expiación para nosotros mismos- es escoger el perdón o el milagro.
P: ¿Qué hay con la oración intercesora? ¿Cómo se ajusta a esto?
R: No se ajusta, por lo menos en la manera corriente de pensar en ella. Primero, a Dios no hay que decirle lo que tiene que hacer; es sencillamente una locura pensar así.
Segundo, y aún más importante, como dije antes, una vez oramos por los demás, estamos diciendo que hay un problema allá afuera, y caemos de nuevo en la trampa del ego.
No rezamos por los demás, lo hacemos por nosotros mismos -que nuestras mentes, que creían que había una forma de oscuridad afuera, se sanen.
Las primeras secciones del Canto de la oración plantean esto muy claramente. En verdad oramos por ayuda para salirnos de en medio, de modo que el Espíritu Santo pueda extenderse a otras mentes a través de nosotros.
PRINCIPIO 46
El Espíritu Santo es el medio de comunicación más elevado.
Los milagros no entrañan ese tipo de comunicación, debido a que son medios temporales de comunicación.
Cuando retornes a la forma original de comunicación con Dios, por revelación directa, los milagros dejarán de ser necesarios. Esto refleja la idea de que el Espíritu Santo se comunica con nosotros desde Dios.
El es ese puente o mediador entre el Cielo y el infierno, o la realidad y el sueño. Esto, repito, es una diferencia entre el milagro y la revelación. "Cuando retornes a la forma original de comunicación con Dios por revelación directa, los milagros dejarán de ser necesarios."
Cuando terminemos nuestra asignación, hayamos recorrido nuestro camino, y hayamos perdonado a todo el que haya que perdonar, ya no necesitaremos al Espíritu Santo como el eslabón que nos una con Dios porque ya no hay ninguna mente separada que necesite unirse con Dios.
Entonces habremos recobrado la consciencia de perfecta unidad con El. La meta del milagro no es Dios sino el cambio de percepción que hace expedito el camino hacia El.
Esa es la función del Espíritu Santo. El milagro tiene sentido únicamente en el mundo separado.
PRINCIPIO 47
El milagro es un recurso de aprendizaje que reduce la necesidad del tiempo. Establece un intervalo temporal fuera de lo normal que no está sujeto a las leyes usuales del tiempo.
En ese sentido es intemporal.
Permítanme repasar algo que dije antes, y luego lo aplicaremos a este principio.
La necesidad que todos compartimos es la de utilizar el tiempo para que nos ayude a entender que el tiempo no existe, y para que nos ayude a salir de esta alfombra (vea gráfica en la pág. 55). Digamos que tenemos un problema masivo de ego con cierta gente específica en torno a ciertos asuntos específicos, que nos tomaría un período de tiempo tremendamente largo para abandonar esta alfombra.
El milagro nos eleva sobre el mundo del tiempo.
Por medio de escoger perdonar este enorme trozo de culpa, nos transporta y luego nos deposita en el tiempo nuevamente. "Establece un intervalo temporal fuera de lo normal." Digamos, por ejemplo, que este intervalo de tiempo dentro de las leyes del mundo sería de mil años.
Al alzarnos sobre el mundo del tiempo, transportarnos y luego lanzarnos de nuevo, ahorraremos esos mil años, y así se ha abolido todo ese intervalo de tiempo. Esa es la idea de ahorrar tiempo. Permítanme repetir lo que dije antes.
Una relación muy difícil -una que nos produce una cantidad tremenda de ira, dolor, resentimiento, culpa, ansiedad, etc.- se convierte entonces en un medio muy poderoso, si se lo permitimos, para perforar un trozo enorme de esta culpa.
Pues es esta culpa profundamente reprimida lo que ha salido a la superficie por medio de la relación. Si leen el primer párrafo en la página 6 del texto (T-1.II.6), verán este proceso claramente discutido.
Es un excelente resumen en una cápsula de mucho de lo que hemos hablado hoy. Helen se quejó una vez a Jesús: "¿Qué pasa que mi vida es tan difícil?"
A cualquier otra persona, la vida de ella no le habría parecido difícil. Externamente, ella no tenía una vida difícil, pero internamente, era muy dolorosa para ella.
Ella se quejaba de esto, y como respuesta, él le presentó la imagen de una montaña.
La interpretación de ella y la explicación de Jesús sobre la imagen fue: "Tú caminas a través de la montaña.
Sería mucho más fácil, en términos de que requiere menos esfuerzo, si subieras la montaña y bajaras por el otro lado, pero te tomaría mucho, mucho más tiempo.
Al atravesar la montaña, que es mucho más difícil, ahorrarás tiempo. Atravesar la montaña es atravesar situaciones muy difíciles y dolorosas, que en el curso habitual de los acontecimientos te hubieran tomado muchas, muchas vidas, que es el subir la montaña y descender por el lado opuesto."
Un curso en milagros se propone ahorrar tiempo al lograr que más y más personas permitan que sus mentes se sanen más rápidamente de modo que el plan de Expiación pueda acelerarse, para que la gente logre la paz más rápidamente.
Es por eso que para mucha gente, cuando comienzan a trabajar con el Curso, parece que las cosas empeoran.
No es porque Dios los esté castigando. Es porque el Espíritu Santo ha tomado en serio su pedido. Le dicen al Espíritu Santo: "Quiero aprender más rápidamente." Por eso es que le adjudican a Goethe haber dicho: "Esté siempre atento a lo que pide porque puede ser que lo obtenga."
Es así como obra el milagro. En este sentido, es intemporal porque deshace el tiempo. Ocurre aún dentro de la dimensión del tiempo, pero abole o colapsa el tiempo.
El punto crucial es entender lo que hace el milagro, y esto jamás puede recalcarse lo suficiente -de hecho, si ustedes se van hoy con esa única idea y nada más, habrán obtenido muchísimo- el milagro es el medio que utiliza el Espíritu Santo para enseñarnos que no somos víctimas del mundo.
Nuestros problemas no son lo que otros o el mundo nos hacen, sino más bien lo que nosotros creemos habernos hecho a nosotros mismos.
Permítanme repetir una línea que yo cito frecuentemente: "Cuídate de la tentación de percibirte a ti mismo como que se te está tratando injustamente" (T-26.X.4:1).
Yo puedo ser injustamente tratado sólo por mí mismo, y por eso ya he sido perdonado. Esta es la esencia del currículo de Un curso en milagros.
PRINCIPIO 48
El milagro es el único recurso que tienes a tu inmediata disposición para controlar el tiempo. Sólo la revelación lo trasciende al no tener absolutamente nada que ver con el tiempo. Repito, la revelación nos une directamente con Dios; el milagro, a través del deshacimiento de las creencias en la separación que radican en nuestra mente, nos une los unos con los otros.
La revelación no es una corrección -eso es el milagro- pero nos ayuda a recordar que éste no es el mundo real.
La experiencia reveladora refuerza aquello que es verdadero, y así, sirve como un poderoso recordatorio cuando sentimos la tentación de creer en la realidad de lo que es falso.
P: ¿Cree el Curso que podemos tener la revelación mientras somos cuerpos todavía?
R: Sí, dice que la revelación será breve, efímera, temporaria. La gente va a tener experiencias en las cuales tienen una sensación directa de la Presencia de Dios, donde por un instante el mundo entero desaparece del todo.
Un curso en milagros diría que esto es posible pero, repito, no es la meta y ciertamente no forma parte alguna de su teoría. Realmente no se menciona más después del Capítulo 1. PRINCIPIO 49
El milagro no distingue entre diferentes grados de percepción errónea. Es un recurso para sanar la percepción que es eficaz independientemente del grado o dirección del error. En eso radica su verdadera imparcialidad.
Esta es sólo una reafirmación del primer principio "no hay grados de dificultad en los milagros." Es una elaboración de la misma idea, que el milagro corrige el error, sin importar lo que parezca que es, no importa que parezca una expresión amorosa, o una expresión abominable, no importa que parezca una expresión cósmica o sólo una expresión puramente individual. No importa, porque los errores son todos lo mismo.
No es el cuerpo lo que se sana con el milagro, sino nuestras percepciones de los demás, muy especialmente nuestra percepción equivocada de que otros nos convierten en sus víctimas.
Por el contrario, ellos son nuestros hermanos y hermanas.
Si los acusamos de victimarnos, es sólo porque primero nos hemos acusado a nosotros mismos de victimar a otros.
Como dice la Lección 134, siempre que nos sintamos tentados a acusar a alguien o a algo, primero debemos detenernos y preguntarnos: "¿Me acusaría a mí mismo de eso?" (L-pI.134.9:3).
Este es uno de los temas centrales de Un curso en milagros.
Es una de esas líneas que resumen todo el mensaje del Curso. Somos víctimas únicamente de nuestros pensamientos. Esto significa que podemos cambiarlos y no ser prisioneros de los demás. Por lo tanto, no hemos victimado a nadie, a fin de cuentas ni siquiera a Dios, y esto deshace el sistema de pensamiento del ego en su totalidad.
Este principio del milagro es parte central de la enseñanza del Curso. Una vez creemos que en el mundo hay ciertas cosas que son mejores o peores que otras, caemos en la trampa.
Esa sería, pues, una trampa igual a la de hablar de la resurrección del cuerpo.
Esta es una manera sutil de hacer el cuerpo real y de convertir el cuerpo en el centro de atención. El cuerpo puede ser utilizado por el Espíritu Santo o por Jesús como un recurso para trasmitir Su mensaje. Fue así como nos llegó el Curso.
Pero la idea no es que el cuerpo sea real. Es sólo que el mismo sirve un propósito útil.
Una lección del libro de ejercicios la cual vale la pena examinar es la Lección 184, que habla sobre los diversos nombres que el mundo ha utilizado para sustituir el Nombre de Dios.
Todos estos nombres son símbolos.
Pero luego la última mitad de la lección explica que no tendría sentido que se nos pidiera vivir en este mundo, asumir la función de enseñar, y que aún así trascendiéramos todos los nombres del mundo. Explica cómo el Espíritu Santo utiliza los símbolos de este mundo para llevar Su mensaje y cómo el patrón básico es proceder desde la luz que conozcamos como la realidad, de vuelta a la oscuridad de este mundo, de modo que traigamos un mensaje distinto al mundo -en otras palabras, estar en el mundo y no ser parte del mismo.
Así que, Un curso en milagros no se opone al uso de los símbolos de este mundo- todo lo contrario.
Sólo dice que esos son símbolos, y jamás debemos perder de vista ese hecho ni la verdad que está más allá del símbolo.
No olviden la sección que ya mencionamos, Más allá de todo símbolo (T-27.III). Pero recuerden, el Curso no le dice que salte de un extremo de la alfombra al otro, porque hacerlo podría ocasionarle un estado de pánico.
Vaya despacio, paso a paso.
P: El Curso habla sobre la experiencia de todos de sentirse fuera del cuerpo en algún momento. ¿Cree usted que esto se refiere a las experiencias de abandonar el cuerpo?
R: No, creo que no. Realmente el texto no lo expone así.
Habla de una experiencia de estar más allá del cuerpo (T-18.VI.11).
Eso podría incluir las experiencias de salirse del cuerpo, pero realmente de lo que habla aquí en ese contexto es de la experiencia de unirse con alguien más allá del cuerpo, bien sea que usted se una con una hermosa pintura, una hermosa experiencia con una pieza musical, o unirse con una persona aunque sólo sea por un instante, o identificarse con alguna idea en la cual usted se sienta unido con algo más allá del cuerpo. Ahora, eso podría incluir las experiencias de salirse del cuerpo que tiene alguna gente, pero no creo que se limite a eso. PRINCIPIO 50
El milagro compara lo que tú has hecho con la creación, aceptando como cierto lo que concuerda con ella, y rechazando como falso lo que no.
He aquí la diferencia entre "fabricación" y "creación."
El milagro compara lo que hemos hecho, el mundo, con la creación. Esto es similar a lo que se expresa en el Principio 38. Hay ciertas cosas que hacemos en este mundo que están en armonía con la creación, tales como unirnos con la gente.
Esto no es creación pero concuerda con ella porque sigue el principio de unidad y de unión.
Cualquier cosa que hagamos que nos una con los demás desde el punto de vista del Espíritu Santo es la verdad.
No es la verdad en el Nivel del Cielo, pero sí es la verdad porque refleja la verdad del Cielo.
Si no armoniza con ese principio de unidad, lo cual significa que nos estamos separando de los demás, entonces es falsa.
Esta es una forma de reconocer o de ver la distinción entre los dos niveles sobre los cuales les hablé.
En el Nivel Uno, la verdad es únicamente del espíritu, lo que Dios creó. Todo lo demás es falsedad.
En el Nivel Dos, la verdad es lo que el Espíritu Santo puede utilizar para enseñarnos lo que es verdadero, y falsedad es lo que nos enseñará que el ego es verdadero.
En el Nivel Dos, la verdad es cualquier cosa que esté en armonía con la Voluntad del Espíritu Santo, lo cual es cualquier cosa que nos una con alguien.
La falsedad es lo que continuaría separándonos de los demás.
Si usted ve a alguien a punto de atacar a otra persona, en el Nivel Uno, todo lo que ve es ilusión.
En el Nivel Dos, la ilusión sería que esta persona es malvada y pecaminosa y está a punto de atacar. Esa es la percepción de la mentalidad equivocada. En el Nivel Dos, la verdad es que esa persona que parece estar atacando, en realidad está pidiendo ayuda.
Usted no niega lo que ven sus ojos, sólo cambia su interpretación.
Ese es el asunto crucial. Usted cambia su interpretación.
Ve el aparente ataque como un pedido de auxilio. Esa es la visión que tuvo Jesús en la cruz. El no negó lo que hizo la gente. El negó lo que hubiera dicho el ego que estaba haciendo la gente. El negó que la gente fuera malvada, perversa y que lo estuviera asesinando. Más bien, él vio que ellos pedían la ayuda y el amor que no creían merecer. Ese es el cambio de la falsa percepción del ego a la verdadera percepción del Espíritu Santo, y de esto es que trata este principio.
P: ¿Podría decir algo acerca del instante santo?
R: El "instante santo," como muchos términos en el Curso, se usa de dos maneras distintas. Una sería una expresión más individualizada, que es que el instante santo es cualquier instante en que escogemos un milagro en vez de una ofensa, escogemos unirnos en vez de separarnos.
Por ejemplo, hay alguien con quien usted está furioso, y de pronto es capaz de cambiar de percepción y pedir ayuda.
Ese es un instante santo. Se define como el intervalo de tiempo en el cual se expresa el milagro.
Pero luego, hay otras referencias donde "instante santo" se refiere al fin del tiempo, así como un instante santo grande en que nos desprendemos totalmente del cuerpo, en que reafirmamos nuestra identificación con el espíritu y regresamos a casa.
La palabra se usa de ambas formas, tanto en un sentido más amplio como en uno más individual.
Y recuerden que para escoger el instante santo sólo se requiere a uno, no necesariamente a las dos personas en una relación. Siempre es hermoso cuando los dos están de acuerdo, pero no es necesario para que ocurra la curación.
Así pues, si bien se necesitan dos personas para que ocurra un desacuerdo o una discusión, sólo una es necesaria para el perdón.
Ambas son perdonadas de su creencia en la realidad de la separación cuando una recuerda que él o ella no está separada de la otra.
P: ¿Dice el Curso que una vez usted experimenta un instante santo regresará y jamás se sentirá igual? ¿O es que yo lo estoy interpretando así?
R: Enseña que una vez usted ha aceptado totalmente la verdad de este sistema de pensamiento, jamás mirará al mundo del mismo modo. La experiencia de la mayoría de nosotros es que jamás la acepta totalmente. Podemos aceptarla en una ocasión específica o por un período de tiempo específico, y luego volvemos de pronto a las andadas.
P: ¿Pero usted podría permanecer aquí?
R: Si El se lo pidiera. No estoy seguro de que usted querría lo contrario, pero si usted ha hecho todo su trabajo, ha hecho lo que vino a hacer, y El le pidiera que se quedara por un tiempo, pues por supuesto que usted diría que sí, ¿cierto?
P: También hay una sección que se refiere específicamente a eso: ¿Es posible llegar a Dios directamente? (M-26).
Dice que hay quienes han llegado a Dios directamente y luego han retenido esa consciencia en este mundo.
Huelga decir, que éstos son pocos, pero básicamente es la misma idea. Es posible, pero muy raro.
R: Sí, para la mayoría de nosotros, queda mucho trabajo por hacer.
P: ¿Puede hacerse esto en una vida?
R: En principio, sí. Puesto que el mundo entero y nuestra experiencia aquí en el cuerpo es todo un sueño, entonces todo lo que se necesita que hagamos es despertar del sueño y éste desaparece.
Esa sería la perspectiva del Nivel Uno.
Sin embargo, en el Nivel Dos, en el mundo donde creemos estar, el grado de miedo que nos arraiga aquí -el miedo a que Dios nos destruya si abandonamos nuestro escondite, que es el cuerpo es tan extremo, que necesitamos un proceso más suave para despertar, como frecuentemente afirma el Curso (T-27.VII.13:4-5).
Dentro del mundo ilusorio del tiempo, este proceso tomará mucho, mucho tiempo, como también dice el Curso en otro lugar (T-2.VIII.2:5).
El Curso afirma, como mencioné antes, que si podemos perdonar a una persona totalmente, los habremos perdonado a todos. Esta es la misma clase de planteamiento.
Nuestra experiencia, sin embargo, es que necesitamos perdonar a mucha gente, y a la misma persona una y otra vez.
A nuestra culpa, en efecto, se le sacan astillas, en vez de hacerla desaparecer en un enorme trozo. Por eso es importante, si uno trabaja con el Curso como su camino, tenerle un respeto saludable al ego.
Un peligro en el cual cae mucha gente es el de creer que podemos deshacernos del ego en un dos por tres.
Todo lo que sucede es que la gente niega al ego en vez de mirarlo y cambiar de pensamiento sobre el mismo.
Así, muchos eligen pasar por alto los pasajes más difíciles del material que tratan sobre las relaciones especiales y dicen que el Curso es sobre el amor, punto.
El Curso no es acerca del amor; es acerca de la culpa.
Al reconocer nuestra culpa nos capacitamos para desprendernos de la misma; entonces el Amor de Dios aflora a nuestra consciencia. Pero no podemos saltar pasos.
Esta es una ventaja importante de ser psicólogo: tener este respeto saludable por el ego, y entender cuán profundamente arraigados estamos todos en su dinámica.
Un curso en milagros dice, como hemos visto, que cuando nos acercamos al fundamento del ego, cuando comenzamos a escuchar al Espíritu Santo más que al ego, éste se venga y se torna vicioso (vea arriba, pág. 82).
El Curso quiere decirnos esto literalmente.
La meta del ego es el asesinato, dice el Curso (T-23.III.1:5), y también eso nos lo dice literalmente.
Ignorar estas referencias es no comprender el corazón del Curso. Y, es además pasar por alto el papel específico de Jesús y del Espíritu Santo de ayudarnos durante estos períodos de inestabilidad, como se refiere el Curso en un lugar a este proceso (M-4.1.7:1).
Necesitamos la ayuda de Ellos para que tomen nuestra mano, y nos conduzcan, cuando la perversidad del ego se torne abrumadora.
Entonces podemos comenzar a experimentar la naturaleza ilusoria de nuestra culpa y miedo, el "aparente terror" al que se refiere el Curso (T-18.IX.3:7), y a conocer el Amor de Dios que sí nos sostiene verdaderamente.
P: El cuerpo, el ego, la identificación con el ego como uno mismo estoy confundido. ¿Puede discutir eso?.
R: Esencialmente, Un curso en milagros habla mucho, especialmente en los capítulos iniciales, acerca de la ecuación ego-cuerpo. Siempre estamos equiparándonos con el cuerpo. Una cosa que es útil tener presente es que el ego es más que el cuerpo.
Después que el cuerpo muere, el ego todavía permanece. Recuerden que el ego es un sistema de pensamiento que se fundamenta en la culpa.
El cuerpo es sencillamente la encarnación del ego; el pensamiento del ego que toma forma, o el pensamiento de separación que toma forma.
El cuerpo es simplemente un instrumento de aprendizaje. Puede reforzar las enseñanzas del ego o puede reforzar las enseñanzas del Espíritu Santo, las cuales al fin y al cabo quieren enseñarnos que no somos un cuerpo.
Venimos a este mundo a aprender ciertas lecciones.
Venimos a este mundo con un gran exceso de equipaje, nuestras maletas repletas de toda clase de ropa sucia: nuestra culpa, miedos, etc. Lo que sea que no descarguemos mientras permanezcamos aquí, cualquier culpa que no liberemos o perdonemos, nos la llevaremos con nosotros cuando mueran nuestros cuerpos.
El nombre del juego es, básicamente, deshacernos de cuanta ropa sucia sea posible en otras palabras, soltar tanta culpa como podamos. Lo que no soltemos permanece con nosotros. Repito una vez más, Un curso en milagros no trata específicamente todo el asunto de vidas pasadas o reencarnación, pero sí lo implica, y creo que por consiguiente pretende enseñarnos que lo que no perdonemos o soltemos nos lo llevamos con nosotros, luego regresamos nuevamente.
Hay un pasaje muy hermoso y conmovedor que habla sobre el descorrer del velo final, el último obstáculo a la paz, que dice: estás aquí ante este velo final, es ahí donde eliges hacerle frente al obstáculo o seguir vagando sin rumbo, sólo para tener que regresar y elegir de nuevo (T-19.IV-D.10:8).
Esto afirma que usted tiene la alternativa de enfrentarse a esto ahora, o vagar para regresar en la forma que tome la lección, para aprender la misma. Lo que no se haya sanado, nos lo llevamos; el ego sobrevive después que el cuerpo muere.
El ego es más que el cuerpo, y nosotros sólo elegimos cuándo lo deseamos -esta es nuestra elección- regresar al mundo del cuerpo de modo que podamos penetrar cualesquiera partes de este holograma que no hayamos penetrado.
Esta es en realidad una idea inconcebible para nuestra mente. Sólo porque creamos que estamos en esta particular dimensión de tiempo y espacio en el estado de Nueva York en 1985, no significa que en otro aspecto de nuestra mente no estemos en la antigua Grecia o en Palestina o en otro lugar a 300 años de diferencia.
Todo lo que esto significa es que estamos sintonizados con cierta parte del televisor en nuestra mente, y lo que sea que estamos sintonizando lo hacemos real. Lo que lo hace tan inconcebible es la creencia de que el tiempo es lineal. No es lineal.
Y ciertamente, algunos de los físicos cuánticos nos enseñan la misma cosa. La linealidad del tiempo es sólo parte del mismo truco del ego para convencernos de que la culpa del pasado es real y que se proyecta al futuro en términos del miedo, y de que es nuestra realidad.
P: Quiero volver a la resurrección del cuerpo. Ese es un artículo de fe en la Iglesia Católica. ¿Dice el Curso que ese artículo de fe en particular está equivocado?
R: Sí, lo está. Otro artículo de fe de la Iglesia Católica dice que Dios creó el mundo, y que nos creó a Su imagen y semejanza.
El Curso diría que todo esto es parte del mismo sistema.
Desde el punto de vista de la Iglesia Católica, Un curso en milagros está equivocado.
Por eso creo que uno de los verdaderos beneficios del Curso es que es tan claro en que no es el único camino. Dice en un lugar que "una teología universal es imposible" (C-in.2:5).
Tiene que ser imposible porque se trata de formas, símbolos y lenguaje, y ninguno comparte todas las mismas formas, símbolos y lenguajes.
Dice, sin embargo, que "una experiencia universal no sólo es posible sino necesaria" (C-in.2:5).
Para alcanzar esa experiencia universal el Espíritu Santo tiene que utilizar diferentes teologías, y las teologías van a estar en pugna. Pero, si usted busca dificultades las va a encontrar, y encontrará conflicto.
P: Yo sí tengo conflicto con la idea de que Dios no está en el mundo. Tiene que ver con la influencia de Teilhard de Chardin y cómo se espiritualiza la materia -todos somos uno, y no podemos separar el cuerpo y el espíritu. Creo que estoy encontrando mucho significado en eso, y entonces el Curso dice otra cosa.
R: Entiendo. Es un sistema diferente.
Mucha gente, y Teilhard ciertamente se encuentra entre ella, dice que usted puede unificar mente, cuerpo y espíritu, esa clase de idea holística.
Ese no sería el enfoque del Curso porque el cuerpo no existe fuera de la mente. El Curso realmente tiene un sistema conceptual distinto. Yo ofrecí un taller recientemente, y alguien trajo a colación el ejemplo de la Madre Teresa.
Ella obviamente parece estar guiada por Jesús, quien la guía en una forma totalmente distinta de la forma que ha guiado al Curso.
La pregunta era, "¿Cómo yo reconciliaría eso?" Contesté que él le da diferentes mensajes en diferentes formas que funcionan para gente diferente. Yo he tenido la dicha de encontrarme con ella en varias ocasiones, y creo que es dirigida por Jesús.
Creo que es una dama muy santa, dentro del contexto que eso significa para nosotros, y creo que el suyo es un camino totalmente distinto al Curso: el suyo es un camino de sufrimiento, sacrificio, y que sigue las enseñanzas de la Iglesia Católica Romana tradicional.
Pero el mundo la necesita a ella y necesita lo que ella hace, del mismo modo que necesita el Curso.
P: ¿El plan de Expiación es para todos los caminos?
R: Sí, Un curso en milagros es parte del plan de Expiación. No es el plan.
Kenneth Wapnick
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/
viernes, 21 de octubre de 2016
LIBRO LOS 50 PRINCIPIOS DEL MILAGRO (PRINCIPIOS DEL XXXI AL XXXV)
PRINCIPIO 31
Los milagros deben inspirar gratitud, no reverencia. Debes dar gracias a Dios por lo que realmente eres.
Los Hijos de Dios son santos, y los milagros honran su santidad, que ellos pueden ocultar, mas nunca perder.
Este es el mismo punto que presenté antes en relación con lo que dice Jesús de que no debemos sentir reverencia ante él. Debemos sentirnos agradecidos por el milagro debido a la curación y a la paz que nos ofrece, pero no debemos sentir reverencia por el mismo porque es algo que existe aquí en el mundo. Debemos reverenciar a la Fuente del milagro, que es Dios, pero no a los milagros en sí.
Este es otro planteamiento del principio de Expiación.
El ego enseña que la santidad de Cristo, la santidad de Lo que realmente somos, se ha perdido por causa de nuestro pecado.
El pecado ha cambiado la realidad del Cielo, ha cambiado la realidad de nuestra relación con Dios; nos ha convertido en miserables pecadores y ha convertido a Dios en un Dios vengativo y vengador.
Todo eso se ha tornado real. Pero todo lo que ha ocurrido es que nos hemos quedado dormidos y hemos cubierto nuestra santidad con velos de tinieblas.
Y ahora creemos que el sueño es realidad y que la realidad es sueño. La verdad acerca de nosotros, que es el hecho de que somos santos, puede esconderla nuestro ego, pero jamás se ha perdido.
El milagro nos muestra que el velo de la maldad es meramente una defensa contra nuestra santidad, un pedido de ayuda y de amor. Un curso en milagros es amoral con respecto a toda la cuestión de maldad o de obscuridad en el mundo, y de que hay que hacer cosas buenas o malas. Esto, por supuesto, no es lo mismo que decir que es inmoral. No contiene una moralidad porque la moralidad está relacionada con el juicio de la forma o conducta.
La "moralidad" del Curso es el deshacimiento de la culpa.
El Curso no está "en contra de" nada en el mundo; está "en contra de" la culpa.
P: ¿Qué tal el sentirse bien cuando uno se enoja?
R: Por supuesto que uno se siente bien cuando se enoja.
En ese instante cuando usted siente ira cree que por fin se ha liberado de la culpa. ¿Y cómo no va sentirse de maravilla por eso? Claro que sí, pero sólo hasta que la culpa surge de nuevo en su consciencia, fortalecida por el hecho de que ha atacado a alguien injustamente.
PRINCIPIO 32
Yo inspiro todos los milagros, que en realidad son intercesiones. Interceden en favor de tu santidad y santifican tus percepciones.
Al ubicarte más allá de las leyes físicas te elevan a la esfera del orden celestial. En ese orden tú eres perfecto. Obviamente, Jesús es muy claro en que él es la fuente de los milagros, y también en que esto es algo bueno.
Como dice la Lección 24 en el Libro de ejercicios, nosotros no conocemos nuestros mejores intereses, y menos aún los de alguien más, de modo que debemos preguntarle al que sí los conoce. Si tratamos de actuar por cuenta propia, tratamos de ser los inspiradores de los milagros, usurpando así el papel de Jesús, tal como hicimos una vez con Dios cuando nos separamos de Él.
La palabra "intercesiones" es deliberada aquí. Jesús no habla de la oración como usualmente la concebimos, o sobre la idea de que él intercede entre nosotros y Dios que es la opinión tradicional de que Dios estaba furioso con nosotros, así que necesitábamos a alguien que sirviera como intermediario y aplacara la ira de Dios.
El utiliza la palabra que tiene esas connotaciones pero, obviamente, la usa en forma distinta. La manera cómo él sí intercede es entre la santidad del Cristo que verdaderamente somos y el yo que creemos ser, al recordarnos el hecho de que somos santos y perfectos y que todo lo demás, ya sea que percibamos algo erróneo en nosotros o en alguien más, es meramente parte del sistema ilusorio del ego.
Al escoger un milagro, lo cual significa que elegimos escuchar la Voz de Dios en vez de la del ego, nuestras percepciones se vuelven santas.
Otro vocablo para percepción santa, que generalmente no se usa en el Curso, es "percepción verdadera," un sinónimo para "visión de Cristo." Es la manera en que percibimos cuando no hay culpa en nosotros.
Percibimos a través de los ojos del Espíritu Santo cuando ya no vemos a nadie separado de nosotros. Esto ocurre aun en el mundo de la percepción, que es este mundo.
Esto no quiere decir que negamos el cuerpo de alguien, sino que lo que sí negamos es que el cuerpo nos ha separado.
Por lo tanto, negamos todas las percepciones y pensamientos que reforzarían esta separación del ego. "Al ubicarte más allá de las leyes físicas te elevan a la esfera del orden celestial.
En ese orden tú eres perfecto." Esto es lo mismo que la idea de cómo el milagro trasciende las leyes del ego, las leyes físicas.
La culminación es que nos devuelve la consciencia de quiénes somos, que es espíritu.
Pero esta no es la meta del Curso, la cual es que estemos sin culpa en este mundo.
PRINCIPIO 33
Los milagros te honran porque eres digno de ser amado. Desvanecen las ilusiones que albergas acerca de ti mismo y perciben la luz en ti. De esta forma, al liberarte de tus pesadillas, expían tus errores.
Al liberar a tu mente de la prisión de tus ilusiones te restauran la cordura. Esta es otra expresión de la misma idea.
Los milagros desvanecen todas las ilusiones acerca del estar separados, de ser cuerpos, acerca de que las otras personas son cuerpos, y de que somos víctimas bien sea de nosotros mismos o de los demás.
Nos ayudan a reconocer que todos somos lo mismo, que todos estamos juntos en el mismo bote del mundo del ego, y que juntos abandonaremos este bote.
Más adelante en el Curso hay una línea que dice "juntos alzaréis la mirada con fe o no la alzaréis en absoluto" (T-19.IV-D.12:8).
De modo que nadie abandonó el Cielo solo, y nadie regresa al Cielo solo. "De esta manera al liberarte de tus pesadillas, expían tus errores." Podríamos leer que esto significa que los milagros corrigen nuestros errores o deshacen nuestros errores al mostrarnos que hay otro sueño más allá de la pesadilla el cual corrige nuestras ilusiones -y este es "nuestro sueño feliz." "Al liberar a tu mente de la prisión de tus ilusiones te restauran la cordura." Nuestras mentes se liberan de las creencias ilusorias del mundo.
PRINCIPIO 34
Los milagros le devuelven a la mente su plenitud.
Al expiar su sensación de carencia establecen perfecta protección.
La fortaleza del espíritu no da cabida a intromisiones.
Debe entenderse que esto significa que los milagros le devuelven a la mente la consciencia de plenitud, porque la plenitud o la abundancia de Dios jamás se ha ido.
Todo lo que el milagro hace es descorrer el velo que el ego había tendido para ocultar de nosotros la abundancia de Quiénes somos en realidad.
Al expiar la falta (i.e., al corregir la falta) los milagros establecen la protección.
El ego nos enseña que carecemos de algo, lo que significa que somos vulnerables.
Esto quiere decir que tenemos que protegernos.
Lo que hace el milagro es mostrarnos que no hay escasez en nosotros, y por lo tanto no necesitamos protección alguna.
La protección del espíritu, pues, es simplemente la consciencia de la invulnerabilidad del espíritu.
Un hijo de Dios jamás puede ser perjudicado.
Esa es una de las interpretaciones más claras que podríamos concebir sobre el significado de la crucifixión. Eso fue lo que nos enseñó Jesús: a pesar de lo que el mundo percibió, a él no le sucedió nada.
Su cuerpo pudo haber sido atacado, pero él no pudo haber sido atacado. El se identificó con la perfecta protección del espíritu porque El sabía Quién era y, por lo tanto, no importaba lo que le hicieran a su cuerpo, bien fuera físicamente o psicológicamente.
Esa es la perfecta protección del espíritu. En ese punto, pues, nada puede estorbar al espíritu. Es como si hubiera un círculo de luz alrededor de nosotros con el cual nos identificamos, y cualquier oscuridad que el ego tratara de arrojarnos sencillamente desaparecería ante la luz.
Usted no puede introducir tinieblas en un lugar lleno de luz.
La oscuridad es la ausencia de luz, lo que realmente significa que la oscuridad no tiene cualidades propias.
El identificarnos con la luz de Cristo, que es Quiénes somos, es nuestra protección. Lo interesante es que algunas veces la gente trata de concretar eso de alguna forma al tratar de extender o manifestar un círculo de luz a su alrededor, o de irradiar luz o algo por el estilo. Todo lo que se logra con eso es hacer real al cuerpo y hacer real el peligro.
Por lo tanto, todo lo que usted tiene que hacer es conocer Quién es, y ese conocimiento y esa consciencia es la luz.
Usted no tiene que hacer nada. Una vez hace algo, eso se convierte en una defensa.
Usted no hace nada; sólo recuerda Quién es, y eso está más allá de todo que hacer.
PRINCIPIO 35
Los milagros son expresiones de amor, pero puede que no siempre tengan efectos observables. Esto es muy importante. Una de las trampas en las cuales cae la gente, como he dicho ya, bien sea que trabaje con Un curso en milagros o que siga cualquier otra forma de curación, es que quiere resultados.
Si no obtengo resultados, si su catarro no desaparece, si la herida no se sana, si este tumor no desaparece, entonces quiere decir que no soy un buen sanador.
Todo lo que ha ocurrido es que hemos caído en la misma trampa de hacer real el cuerpo.
Una de las advertencias principales que el Curso expresa consistentemente es: No hagan el error real. Un curso en milagros no cree en el pecado; pero si creyera, el pecado en contra del Curso sería hacer el error real.
Hacemos el error real cuando creemos que debemos hacer algo al respecto o en contra del error. Una vez creamos que hay un problema en el nivel del cuerpo que tiene que curarse, estamos entonces haciendo el error real.
Tratar de proyectar un círculo de luz alrededor de usted o alrededor de otra persona es un ejemplo de hacer el error real, porque entonces usted afirma que la luz tiene que proteger a esta persona o a mí mismo en contra de la oscuridad. Obviamente, pues, usted hace la oscuridad real.
Usted no tiene que luchar en contra de algo que es irreal.
Usted sólo lucha o se protege en contra de éste cuando cree que es real. La protección de que habla el Curso es la de nuestro sistema de pensamiento, lo cual quiere decir que corrijamos los pensamientos erróneos que tenemos.
P: Eso suena algo difícil. Mi pregunta es, ¿puede tener su bizcocho y comérselo también? Por ejemplo, si necesita una aspirina, si necesita ir tras un poquito de magia de vez en cuando...
R: No digo que no deba hacerlo. Todo lo que digo es: Haga lo que sea que lo haga sentirse mejor, pero no crea que eso hace lo que usted cree que hace. El Curso habla sobre la idea de traer las ilusiones a la verdad, la oscuridad a la luz.
El ego lo hace al revés. Trae la verdad a la ilusión.
La gente se sentirá tentada a tomar la verdad de este Curso, que es un sistema puro, y traerla a las ilusiones que todos abrigamos.
Hay ciertas cosas de las que no queremos desprendernos, así que si a usted le gustan los círculos de luz, entonces no quiere soltarlos. O si a usted le gusta clamar por espacios de estacionamiento, usted no quiere dejar de hacerlo.
Y no hay nada aquí que diga que usted no debe hacerlo.
Jesús no está allá arriba con un látigo. El sólo dice que eso no le va a dar lo que usted quiere, es todo.
Si usted quiere gratificarse en el camino, creo que está bien en tanto reconozca lo que hace. Eso es lo que importa.
Un curso en milagros no dice que no debemos sentir ira.
Lo que dice es que no debemos justificar la ira. Ese es el error. Todo el mundo va a sentir ira porque tenemos egos. La idea es que cuando sintamos ira y molestia no la justifiquemos.
Eso es lo que dice Jesús en el Capítulo 3 cuando habla sobre la Expiación sin sacrificio (T- 3.I).
El dice que es en eso que se equivocó la gente.
Tuvo que invertir toda una manera de pensar para poder justificar la percepción equivocada de que Dios hizo que Su Propio Hijo sufriera. En otras palabras, la gente creó una teología que justificó la proyección de su propia culpa.
Pero cuando usted construye una teología, psicología, filosofía, una teoría económica, o lo que sea para justificar la proyección de su propio ego, va a tener dificultades.
No hay nada malo en tener círculos de luz alrededor de usted si eso es lo que lo hace sentirse mejor, pero cuando trata de hacerlos parte de este sistema de pensamiento, ahí es que comete el error.
Cuando usted habla en el Nivel Uno, todo parece muy difícil, porque ese es el nivel que no admite componendas.
Este dice que al final usted comprende que "lo falso es falso, y lo que es verdad jamás ha cambiado" (L-pII.10.1:1).
Todo en este mundo es falso y, por lo tanto, usted no debe poner ninguna inversión en él. Pero nadie que viva en el mundo del cuerpo, como todos nosotros, va a ser capaz de desprenderse totalmente de la inversión en el mundo.
Siempre habrá algunas cositas, por suerte sólo cositas, a las cuales nos apegamos. Ese es el Nivel Dos, el cual es un modo mucho más tierno de contemplar todo esto.
Lo que no admite componendas ni siquiera ahí es la idea de no hacer el error real, no intentar justificar las percepciones erróneas del ego. No hay nada malo en tener ataques de ego; todos vamos a tenerlos.
El error radica en tratar de decir, "Bien, esto es lo que el Curso dice realmente," o "Esto es lo que dice la Biblia," o "Esto es lo que Dios me dijo que debía hacer."
Es mucho mejor decir únicamente, "Bien, tuve un ataque de ego," o "A mi ego le agrada que tenga un círculo de luz a mi alrededor," o que le pida un espacio de estacionamiento al Espíritu Santo.
Eso está bien mientras no trate de decir que eso es lo que dice el Curso. Una vez lo haga, caerá en la misma trampa tal como ocurrió hace dos mil años, de tomar un mensaje que era radiantemente puro y cubrirlo rápidamente con velos de oscuridad y culpa de manera que termine convirtiéndose en una religión de odio, más bien que de amor.
P: Supongo que gratificarse a sí mismo bien sea tomando magia, tomando siestas, con placer sexual, o cualquier otra clase de complacencia esté bien, en tanto usted sepa que eso es lo que hace. Pero ¿acaso no hacemos el error real cada vez que nos complacemos?
R: Sí, en el Nivel Uno. Pero en nuestra experiencia aquí en el mundo del cuerpo (Nivel Dos), tal "complacencia" puede ser una forma de aprender suavemente que esto no es lo que en realidad queremos.
Pero tiene que tener cuidado de no engañarse a sí mismo, y de que no siga al ego más bien que al Espíritu Santo, y de no envolverse en algo que lo hiera a usted y a otras personas y que haga su culpa más fuerte aún.
Todo lo que diría el Curso es: Haga lo que sea que usted quiere hacer, pero no lo convierta en el Reino del Cielo.
No haga de ello el centro de su atención. Eso es todo. Lo que hacemos generalmente es convertirlo todo en la gran cosa.
P: Pero usted hace el error real cada vez que hace algo físico. R: ¡Por supuesto! No puede hacer nada al respecto. Pero lo empeora cuando trata de justificarlo.
Es mejor decir que todavía tengo este cuerpo y creo que tengo ciertas necesidades, y que hay ciertas cosas que me dan placer; hay ciertas cosas que quiero evitar porque me causan dolor. Mientras sea un cuerpo voy a tener esas cosas, pero eso no significa nada. Lo que tiene sentido es que perdone a esta persona que trabaja conmigo o que vive conmigo, y que realmente quiero que estas relaciones se sanen.
Todo lo demás es algo tonto. La idea es hacer lo que sea, pero no convertirlo en algo sensacional. De hecho, hay una línea casi al final de este capítulo que dice que "los impulsos físicos son impulsos milagrosos mal canalizados" (T-1.VII.1:3).
Esa es otra manera de decir que hacer real el cuerpo, bien sea que hablemos sobre sexualidad, enfermedad, ira o guerra, es una defensa en contra de lo que realmente somos. Específicamente, en términos de sexualidad, se refiere a la idea de que el unirse con la gente por medio del cuerpo no lo hará sentirse cómodo, porque la única unión posible se hace a través de la mente. En otras palabras, todos anhelamos regresar a casa con Dios porque ese es el centro de nuestro problema.
De algún modo sentimos que si nos acercamos a las personas bien sea que hablemos de acercarnos sexualmente o sólo físicamente, en alguna forma eso deshará la separación. Obviamente, no sucederá así porque el problema no tiene nada que ver con el cuerpo. Repito, es nuestro uso del cuerpo lo que constituye el error, el tratar de justificar o de espiritualizar algo que no tiene nada que ver con lo espiritual.
Es el uso de éste lo que es importante.
P: ¿Podría el Espíritu Santo estarle diciendo que esto no es lo correcto porque refuerza una carencia que usted cree que es real? En otras palabras, usted necesita este placer en este momento, así que al caer en el abismo de aceptarlo, refuerza la falta.
R: Sí, si mira esto desde un punto de vista muy práctico, creo que la clave es que si algo se convierte en una preocupación, como por ejemplo no puedo ser feliz a menos que me acueste con esta persona, no puedo ser feliz a menos que coma cierta clase de alimento, no puedo ser feliz a menos que obtenga cierto automóvil, y así sucesivamente, esa es una bandera roja.
Lograr esto se convierte en el Reino del Cielo, y la ausencia de ello se vuelve el infierno. Cuando cae en una trampa así, ésta es una bandera roja que le dice que usted está tratando muy tenazmente con relaciones especiales, no importa la forma.
Pero la idea es que no convierta en una gran cosa algo que no lo es.
Lo que es la gran cosa en este mundo es la culpa, y la respuesta para eso es el perdón. Eso es lo importante.
P: ¿Dice algo el Curso acerca de la resurrección del cuerpo?
R: ¿Cómo podría resucitarse el cuerpo si éste no muere?
Del mismo modo que el cuerpo no puede sanarse porque jamás estuvo enfermo, éste no puede resucitar de entre los muertos porque jamás murió.
Un curso en milagros sí habla mucho acerca de la resurrección. Recuerden, el cuerpo no hace nada. La mente sí hace.
La resurrección es el despertar del sueño de muerte.
Lo que ocurrió con Jesús fue que él despertó de la pesadilla del mundo en el que estamos todos nosotros. En nuestra percepción del mundo y ciertamente en la de la gente a su alrededor que no entendió de lo que él hablaba, Jesús resucitó de entre los muertos.
Ellos pudieron sentir su presencia. Por lo tanto, sumaron dos más dos y obtuvieron cinco, algo que todos hacemos muy bien. Jesús sí se les apareció en sus mentes, en la forma que ellos podían aceptarlo, lo que obviamente tenía que ser una forma que ellos identificaran con Jesús, la cual tenía que ser un cuerpo.
Pero su resurrección fue realmente un despertar de esta pesadilla, que es un sueño de muerte, de separación, ataque, agresión, etc. Pero, repito, la clave es que una vez usted dice que el cuerpo resucita, afirma que el cuerpo murió, lo cual quiere decir que usted considera que el cuerpo es real.
El testigo más poderoso de la realidad del mundo del ego es la muerte, porque ésta sostiene que el cuerpo vivió.
Si el cuerpo vivió, entonces el ego tiene que vivir y todo el sistema de pensamiento del ego tiene que ser cierto.
Lo que Jesús nos enseñó es que el cuerpo no muere, el cuerpo no resucita, el cuerpo no hace nada y, por eso, él permanece con nosotros a pesar de lo que le ocurrió a su cuerpo.
Hay una línea al final del Capítulo 15, escrita en la Navidad, que dice: "El Príncipe de la Paz nació para re-establecer la condición del amor, enseñando que la comunicación continúa sin interrupción aunque el cuerpo sea destruido, siempre y cuando no veas el cuerpo como el medio indispensable para la comunicación" (T- 15.XI.7:2).
P: ¿Quiere decir que él sólo tomó la forma? ¿Y qué hay de cuando él se le apareció a los apóstoles?
R: El "apareció" en la mente de las personas.
P: ¿Y a Tomás le dijeron que tocara su costado?
R: Yo no estoy seguro de cuánto de eso ocurrió en realidad.
El Evangelio de Juan, especialmente, se escribió en parte para combatir lo que creyeron que era una amenaza de los Gnósticos, quienes ya comenzaban a ser una amenaza real dentro del cristianismo.
Algunos Gnósticos enseñaron que Jesús no fue un cuerpo.
A éstos los llamaron "docetistas," un término derivado de una palabra griega que significa ilusión.
Lo que muestra ese incidente de los evangelios, supuestamente, es que Jesús tuvo un cuerpo porque Tomás lo tocó.
Estoy seguro de que muchos eruditos de las escrituras negarían que ese fue en realidad un hecho histórico.
Lo verían más bien en términos de la teología que enseñaba Juan de que Jesús estuvo en un cuerpo; y esa enseñanza iba específicamente dirigida contra los Gnósticos.
P: ¿Descarta usted las proyecciones astrales, entonces? Esto parece como una posible explicación de lo que la gente creyó ver.
R: ¿Qué si las descarto? No, esa es otra manera de verlo; pero aun así es del ego.
P: Como lo describieron atravesando paredes, apareciendo y reapareciendo, parecía...
R: Realmente hay que cuestionar todas las apariciones relacionadas con la resurrección que mencionan los evangelios. La mayoría de los eruditos de las escrituras sí lo hace.
Las apariciones de la resurrección en los cuatro evangelios se contradicen unas a otras. En datos básicos, como quién lo vio y cuándo, se contradicen. La opinión de consenso es que se obtiene una expresión de la teología que emergía de las distintas iglesias cristianas de aquel tiempo más bien que de cualquier hecho histórico.
Es por eso que intentar decir qué hizo Jesús o qué no hizo es muy difícil; nadie sabe en realidad lo que él hizo, en primer lugar. Hay muy poca historia en los evangelios, pero sí mucha teología y gente que re-leen en la historia lo que ellos quisieran que hubiera en ella.
Dicho sea de paso, el Curso no hace comentarios al respecto ni trata esos temas.
P: Santa Teresa tenía entrevistas con Jesús en la palma de su mano. Entiendo que sus visiones eran muy fuertemente perceptuales.
R: Correcto. Si usted trabaja con Un curso en milagros debe aceptar la premisa de que todo procede de lo que está en nuestras mentes. No hay nada fuera de nosotros.
Todo es una proyección de lo que está en nuestro interior, lo cual quiere decir entonces que usted puede proyectar lo que quiera. Los psicólogos han hecho esto por años y años con las pruebas proyectivas. La gente ve toda clase de cosas en los estímulos perceptuales que no tienen formas reconocibles específicas, como en las Pruebas Rorschach con manchas de tinta. Vemos lo que queremos ver, lo cual creo que no le resta nada al mensaje básico contenido en los evangelios.
De hecho, realmente el Curso hace ese mensaje de perdón muy, muy claro. Aún estamos discutiendo el Principio 35, que los "milagros puede que no siempre tengan efectos observables." Lo que es importante es el efecto que el milagro sí tiene, que es traerle paz al obrador de milagros.
De hecho, cuando vuelva mi mente hacia Jesús y no vea que alguien ataca o es atacado, me sentiré en paz. Lo que ocurra después de eso es entre Jesús y la otra persona.
He cumplido mi parte. El regalo de mi paz es otorgado a esa otra persona, aun cuando él o ella no lo acepte.
Esto significaría que el milagro puede que no tenga efectos observables. Hay una serie de preguntas en el manual para el maestro que trata sobre la curación y plantea el mismo asunto. Una de las preguntas es, "¿Debe repetirse la curación?" (M-7). Esta tiene que ver con una situación en la cual alguien parece no haber sanado.
El punto es que si usted cree que alguien no se ha curado, está haciendo el cuerpo real porque busca algo en el nivel del cuerpo.
Otra área hacia la cual se apunta aquí se cubre en una lección que dice: "Cuando me curo, no soy el único que se cura" (L-pI.137).
Puesto que todas las mentes están unidas y son una dentro de este holograma, cuando mi mente se cure y extienda mi paz, o la paz se extienda a través de mí, ésta tocará a todas las demás mentes, de cuya mayoría yo no tengo consciencia.
Como no existe la realidad del tiempo como una expresión lineal, o como tiempo en sí, entonces esta curación puede ocurrir a través de todas las dimensiones temporales. Obviamente, nosotros no tenemos consciencia alguna de esto. Nuestra única labor, repito, es permitir que nuestra mente individual se sane. Lo que ocurra después es de la sola incumbencia del Espíritu Santo.
Kenneth Wapnick
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