En el mundo material debes estar en las condiciones que te mencioné, en pulcritud, soledad y recogimiento, a la luz de una vela blanca. En el Mundo Etérico, observa a los Blancos Sacerdotes que te rodean dentro de este Santuario.
Aquí también hay una Luz sobre un Altar. Esa Luz simboliza lo más sagrado de tu interior.
Ante ella, con las manos sobre tu corazón, de rodillas (si es que sientes estar ante Dios), respirando profunda y calmadamente unos instantes, poniendo tu Ser Interior en tus palabras, repite:
"JURO SERVIR A LA HUMANIDAD TODA MI VIDA, EN LA MEDIDA DE MI CAPACIDAD Y LIBRE VOLUNTAD. NO SERE CAUSA DE CONFLICTO, VIOLENCIA O SUFRIMIENTO PARA NADIE. EXALTARE LA CONCIENCIA DE PAZ, HERMANDAD, UNIDAD Y AMOR".
Ha llegado el Sumo Sacerdote. Está frente a ti. Tiene una radiante Espada en su mano. Con ella te da un suave golpe sobre un hombro.
Vas a ser declarado Caballero o Dama de la Hermandad Blanca, al servicio de Dios y de la Humanidad...
Eso ocurrirá al tercer golpe de Espada.
Vamos a la segunda parte del Juramento. Repite:
"JURO NO UTILIZAR EL PODER QUE RECIBA PARA HACER DAÑO. SI TAL COSA LLEGO A HACER, PIDO A DIOS QUE ME CORRIJA PARA QUE NO SEA YO UNA CAUSA DE DOLOR EN EL MUNDO".
Siente el segundo golpe de la Espada del Sumo Sacerdote, sobre tu otro hombro.
Respira profundo, como te indiqué. Pasemos a la parte final del Juramento.
"JURO NO REVELAR JAMAS A NADIE MI PERTENENCIA A LA HERMANDAD BLANCA Y NO REVELAR LOS CONOCIMIENTOS SECRETOS QUE SE ME ENTREGUEN A QUIEN NO SEA UNA PERSONA DECENTE".
Siente el tercer golpe de Espada, esta vez sobre tu cabeza. Si has hecho todo en la forma correcta y de corazón, estás declarado Miembro de la Hermandad Blanca. Todo un privilegio.
Mientras actúes como es debido contarás con la protección de esta Hermandad.
¡BIENVENIDO, HERMANO!
Ponte de pie y recibe el abrazo fraterno de quienes te rodeamos.
Antes de abandonar este Santuario, extingue la llama de la vela repitiendo estas palabras:
"SU LUZ RESPLANDECE DENTRO DE MI". Así sea.
Te dejo nuevamente con tu Guía. Hasta pronto.
Hola, venga un abrazo. Hermosa ceremonia, ¿verdad? Bien, ahora vamos más al interior de este Templo.
Recibirás Siete Lecciones de parte de un Venerable Maestro que es muy joven y que conoce bien la clase de mundo en que tú vives.
Hazle caso en todo. Este Venerable sabe que tú estás en el plano material por un lado y en el Etérico por otro lado; te conoce mejor que tú mismo. Vamos.
Nos veremos al final de tus Lecciones.
¡CHIIIIIRRRRRIIIIIUU !
Pasen, pasen. Bienvenidos. Ponte cómodo, hermano Aprendiz, siéntate a mi lado. Vamos a conversar.
Puedes retirarte, hermano Guía. Ah, ¿serías tan amable de traernos unos jugos de fruta y dos sandwiches de queso?...
Cuando no pongas esa cara de monarca ofendido podrás sentarte en este Sitial, hermano Guía...
¡CHIIIIIRRRRRIIIIIHC! ¡¡PLAM!!
(Ji,' ji)... Como verás, querido Aprendiz, incluso en estos Elevados Planos ataca el bichito del orgullo espiritual.
Pero te diré un secreto. ¿Sabías que quienes tienen ese defecto han superado bastantes otros defectos?
Justamente por eso los ataca el bichito que te mencioné.
Ese es el problema de este Guía; por eso no ha llegado a Venerable.
Pero todo es cosa de tiempo. No se puede evitar que las uvas maduren cuando les llega su tiempo...
¿Sabes? Me gustaría que cambiaras esa cara.
Esa que tienes ahora, entre carnero degollado y recluta en su primer día de servicio...
Suéltate, relájate.
Las cosas de Dios son muy hermosas, producen alegría y felicidad.
Pero tú has llegado aquí como res hacia el matadero...
Mientras andes con esa cara, no andas realmente en los Caminos de Dios, para que sepas.
Te daré un ejercicio para que te sueltes. Ponte de pie.
Ahora baila la Raspa, no, no, no. No digas nada. Baila, yo canto: bailar, bailar, bailar, ¡clap! la Raspa popular, ¡clap! bailar, bailar, bailar, eso, muy bien, clap, clap, clap... ¿Ves como tu cara ya cambió? Así me gusta. Siéntate ahora.
Así trabajan energías diferentes en tu conciencia, porque tu cuerpo es una expresión visible de tu conciencia...
Por supuesto que si cambia tu conciencia cambia tu cuerpo...
Bien, hermana o hermano que estás frente a mí.
Relájate, porque vamos a comenzar la Primera Lección de Magia Blanca.
ENRIQUE BARRIOS
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