¿Puede recordar cuánta gente se sintió escandalizada al ver a los
hombres con el pelo largo y pendientes por primera vez en la época contemporánea? Muchos intentaron hacer que se expulsara de los institutos y universidades a estos jóvenes. Los etiquetaron de afeminados.
Hoy en día esas mismas personas lucen cabellos largos hasta el hombro y ven partidos de fútbol con prototipos de masculinidad que llevan pendientes y pelo largo que les asoma por debajo del casco.
Las creencias cambian. Muchas de las creencias que defiende hoy las rechazará en los años venideros.
Por ejemplo, casi cada día recibo cartas de personas que me cuentan que cuando me oyeron por primera vez hablar de algunas de estas ideas hace dos décadas, pensaron que estaba fomentando el egoísmo, y que hoy las mismas ideas les resultan consoladoras. Por lo que a mí respecta, mis ideas sobre Dios y la espiritualidad han cambiado drásticamente desde mis tempranas épocas agnósticas de adolescencia y primera juventud.
Mis ideas sobre el bienestar social, la pena capital, la política y el
mal, han variado. Cuando era joven sólo creía con fuerte convicción.
No sabía, y siempre tenía alguna duda sobre mi posición con respecto a estos asuntos, en particular porque había adoptado a maestros espirituales cuyas ideas estaban en conflicto con las mías.
Esas cosas que usted ha tenido, permanecen a su lado aún hoy, a pesar de que ha pasado por una transformación física completa. Imagínese eso. Hoy se encuentra dentro de un cuerpo que no existía hace apenas una década. Todas las células de su ser han sido reemplazadas por células nuevas.
Usted tiene piernas, brazos y arterias nuevos, e incluso un cerebro nuevo. Las moléculas de su ser físico cambian de modo constante. Están siendo reemplazadas incluso mientras lee estas palabras. Millones de átomos llegan y se van, formando nuevas realidades físicas, aun a pesar de que esas realidades nuevas tengan relación con las viejas.
Esto es lo mejor: aunque usted no es el mismo cuerpo que hace
unos años, sus conocimientos han sido transferidos de su viejo cuerpo al nuevo: no física sino metafísicamente.
De niño sabía patinar sobre hielo, y todavía sé cómo hacerlo a pesar de que no lo he vuelto a hacer desde hace treinta años. El saber aún está conmigo, a pesar de que tengo piernas y pies nuevos, y un cerebro totalmente renovado.
Así que, como puede ver, cuando uno sabe algo en las células de su ser, este saber permanece a pesar de que el ser físico está pasando por un constante cambio. Usted es inmutable en el mundo interior, y por lo tanto lo es su saber.
Éstas son, pues, las cinco diferencias características entre lo que
uno cree y lo que sabe. Resulta obvio que la mayoría de nuestros conocimientos se encuentran en el dominio de lo físico y permanecen con nosotros mientras estamos en nuestro cuerpo. La característica que separa el saber de la creencia es la presencia de la duda. Las creencias y las dudas van juntas, mientras que a los conocimientos no les acompaña duda alguna.
Mi intención es ayudarle a sacar de su conciencia muchas de sus
viejas creencias. Pero lo que es aún más útil para la búsqueda de su yo espiritual, y que espero que aprenda, es transformar las que queden de meras creencias en saber.
Sus conocimientos no tienen por qué quedar limitados al dominio
de lo físico. Puede tener conocimientos también en el dominio de lo metafísico. Por ejemplo, puede conocer a sus guías —sus ángeles y la superior presencia—, en lugar de creer sólo en su existencia. Del mismo modo, todas las cualidades del yo espiritual, que se hallan incluidas en la parte tercera de este libro, están a su disposición para que las conozca en lugar de sólo creer en ellas.
Nisargadatta Maharaj, en / Am That {Yo soy eso), describe el proceso de la siguiente manera: «El mero conocimiento no basta; el conocedor debe ser conocido... Sin el conocimiento del conocedor no puede haber paz».
Ésta es una afirmación de alcance: conocer al conocedor. Constituye el tema del capítulo siguiente, pero resulta útil que conozca ahora la idea.
Hay un yo físico que posee el conocimiento, y hay lo conocido.
Pero lo más significativo es que hay un conocedor de lo conocido. Ésta es su verdadera identidad.
La paz que menciona Maharaj y el camino de la búsqueda espiritual quedan a su disposición cuando le guía esa verdadera identidad, que es lo más sublime de usted. Alcanzar esa paz y hallar el camino de la búsqueda espiritual implica abandonar las viejas creencias y cambiar a una nueva dimensión, donde el conocimiento sustituya a la creencia y donde la fe reemplace al miedo.
MIEDO Y DUDA
Hay un refrán (cuyo origen ignoro), que dice: «El miedo llamó a la puerta, y respondió la fe, y no había nadie». El miedo se origina en las dudas que tenemos de nuestra divinidad. El antídoto para el miedo es la fe.
Dentro de mí sé que no estoy solo, jamás. Sé que tengo a mi disposición la guía divina en todo momento. Este conocimiento hace que el miedo sea imposible. Tampoco usted está solo, y también dispone de guía omnipresente accesible a voluntad.
Cuando uno sabe de verdad que la suprema presencia está siempre a nuestro lado, la posibilidad de vivir tanto con la duda como con el miedo se evapora. Tiene que poseer la cualidad de ser un conocimiento. Entonces, el miedo se desvanece.
Cuando comience a librarse de los miedos, usted desarrollará una
especie de confianza que refleje su conciencia de su misión divina. Gabriel Saúl Helig, al escribir Tenderness Is Strength (La ternura es fuerza), describe cómo se disipa el miedo cuando la duda es desterrada: Todavía temblamos ante el Yo como niños ante la caída de la noche.
Sin embargo, una vez que nos hayamos atrevido a dar un paso hacia el interior del corazón, descubriremos que hemos entrado en un mundo donde la profundidad conduce a la luz, y que no hay final.
El miedo es nuestra prisión. Tenemos que erradicarlo mediante la
certeza de lo absurdo que es tener miedo de algo en este sistema inteligente del que formamos parte y que tiene infinita inteligencia en cada uno de sus elementos. Traer este simple conocimiento a la conciencia cuando experimente cualquier miedo, le ayudará a desterrar tanto el miedo como la duda.
Las cosas a las que con más frecuencia tememos pueden explicarse tras investigarlas. O bien puede erradicarse el miedo con una breve y sencilla afirmación. Yo he escogido la segunda forma, y abrigo la esperanza de dejarle pasmado con lo simple que es eliminar el miedo.
• Miedo a fracasar. ¡Líbrese de él! No puede fracasar en nada. Todo lo que hace produce un resultado. Lo que cuenta es lo que hace con los resultados. Etiquetarse como fracasado carece de sentido"
• Miedo a la desaprobación. ¡Líbrese de él! No necesita que los demás le digan si está bien o mal. Usted es una creación divina. Su sendero es único. Las opiniones de otros serán invariablemente juicios. Cuando uno sabe que está en una misión espiritual, se hace independiente de la opinión de los demás. Continúe adelante con su propósito.
• Miedo al sufrimiento. ¡Líbrese de él! Usted no puede sufrir cuando conoce su yo espiritual. Sólo sufre la persona que se imagina que es. Su júbilo es divino y también lo es su sufrimiento. Todo el dolor es parte del plan de Dios, que le otorgará sabiduría trascendental cuando deje de juzgarlo.
• Miedo al aislamiento. ¡Líbrese de él! Usted nunca puede estar solo. Cuando sepa esto, nunca se sentirá solo. Hay un gigantesco apoyo de amorosas almas que siguen un sendero similar. Reconózcalo. Acéptelo como verdad. Manténgase en su propósito y olvídese de que se siente aislado. Cuando lo haga, toda la guía y el amor que necesite le llegarán.
• Miedo a parecer tonto. ¡Líbrese de él! Cuando usted se afana siguiendo los pasos del yo superior, siempre tiene un propósito. El que otros le juzguen o no como un tonto es irrelevante.
• Miedo al éxito. ¡Líbrese de él! Reemplace el miedo por el conocimiento de que se merece prosperidad y abundancia. Tenga presente que cuando se halla en el camino de su búsqueda espiritual, aparecerán medidas externas de éxito. Su éxito, sin embargo, es una cuestión interior.
Es su sensación respecto a sí mismo, y desde luego no quiere tener miedo de sí mismo.
Éstos son los seis miedos que más interfieren en el camino de nuestro propósito divino. Tenga presente que posee las herramientas internas para transformar su vida, y el miedo habrá desaparecido antes de que pueda decir: «¡Me libero de él!».
Una de esas herramientas es el reconocer ante uno mismo el momento en que el miedo haga su aparición. Cuando advierta que siente miedo, por favor, asegúrese de dejar que penetre en su conciencia. Siéntalo. Nieguese a juzgarlo.
Tengo una amiga que se toma tiempo para mantener una conversación silenciosa con su miedo. Me dice que sólo esto hace que el miedo desaparezca, porque le da la bienvenida como a una vieja creencia que en otros tiempos constituyó una parte amada de ella misma. Otras veces, ella y el miedo se ponen de acuerdo en una nueva «definición» de él. Sienta el miedo y no permita que sus efectos tengan continuidad.
La primera vez que subí a un escenario para hablar ante varios miles de personas, olvidé mis notas; entonces, experimenté varias sensaciones de miedo. No reconocer la presencia de mi miedo lo habría mantenido allí, en el escenario, conmigo. Pero me entregué a mi miedo mientras me recordaba a mí mismo que no estaba solo. Salí al escenario con el miedo como compañero. Antes de que hubiesen pasado siquiera unos minutos, estaba absorto en mi misión y el miedo había desaparecido.
Al reconocer el temor y luego hacer, de todas maneras, eso a lo que le tenía miedo, le pone sobre aviso con respecto a esos pensamientos derrotistas. También da un paso gigantesco para desterrar la duda de su existencia.
El miedo y la duda son pautas. Aquello de lo que dude le causará
miedo. Lo que teme le provocará dudas sobre su capacidad para enfrentarse con ello. Como he mencionado unas páginas más atrás, el verdadero antídoto para la duda y el miedo es la fe.
El desarrollo de la fe como medio para eliminar el miedo de su vida es una lección espiritual suplementaria. A Course in Miracles ilustra maravillosamente este punto, haciendo hincapié en el conocimiento: Si supieras quién camina a tu lado por el sendero que has escogido, el miedo sería un imposible.
Continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario