MEJOR QUE PUEDA.
A lo largo de nuestras vidas oímos: «No te preocupes por lo bien
que lo hagas, siempre que lo hagas lo mejor que puedas». Examine esta idea, y puede que saque una conclusión diferente.
La verdad es que no tiene que hacerlo lo mejor que pueda. De hecho, «lo mejor que puede» es algo que nunca se suele medir, ni siquiera saber.
Esta idea puede llevarle a extremos enfermizos.
Esta idea es incompatible con la superación. Significa que uno tiene que ir hasta el máximo cada vez que se hace algo.
Cuando uno se libra del dogma de tener que actuar a un determinado nivel, también se libra de la necesidad del ego de que le juzguen mejor que otro. Le irán mejor las cosas si se limita a hacer y disfrutar, y a estar dispuesto a aprender.
Hacer las cosas lo mejor que uno puede implica enormes tensiones y presiones. Uno se mide de acuerdo con un modelo que le han impuesto sus bien intencionados educadores y mentores. No hay paz en hacer las cosas lo mejor que uno puede, sólo hay lucha constante para adquirir el distintivo «del mejor».
Tener que juzgarse constantemente según las metas de logro impuestas desde el exterior es poner la vida bajo control de esos factores externos. Usted no puede conocerse a sí mismo cuando las demandas del ego son sus constantes compañeros.
Su yo espiritual sólo quiere que esté en paz, que sienta alegría interna y que tenga un propósito. Cuando uno se aplica «lo mejor que pueda» le entrega el control de su vida al ego.
El camino de la búsqueda sagrada es convertirse en una persona
sensata, lo cual es diferente de luchar para hacer las cosas lo mejor que pueda. El antiguo libro de Tao-te Ching comenta qué es ser una persona sensata:
Los cinco colores pueden cegar, los cinco tonos, ensordecer; los cinco sabores, empalagar; la carrera, la caza, pueden volver locos a los hombres y su botín no brindarles ninguna paz.
Por lo tanto, el hombre sensato prefiere el ojo interno al externo.
El yo interno no tiene ningún ideal de perfección en el obrar; se limita a escuchar y saber, y se dedica a sus actividades de forma decidida, sin preocuparse por cómo salgan las cosas. Cuando uno llega a conocer el propósito de su vida, se halla en el proceso de llegar a ser espiritual, y esto no puede medirse con fórmulas mundanas como «lo mejor que pueda» o «lo mejor de todo».
Sugerencias para librarse de la creencia de que tiene que hacer las cosas lo mejor que pueda imponerse a sí y a sus hijos la creencia de que hay que hacer las cosas lo mejor posible. Realice tareas que parezcan fluir de sus impulsos.
Pero apártese de la necesidad de juzgar sus esfuerzos.
• Mientras esté meditando, fórmese una imagen de sí mismo capaz de hacer cualquier cosa. Permanezca con esta imagen y olvídese de los resultados. Fíjese en lo tranquilo que se siente cuando no está siendo puesto a prueba, cuando se permite simplemente ser. Compórtese así en todas sus tareas diarias.
Descubrirá que su forma de hacer las cosas mejorará, y se sentirá
más lleno de energía. Esto se debe a que está disfrutando del momento en lugar de pensar en lo bien que está haciéndolo.
• Haga el esfuerzo de elogiar a otros sin fijarse en el resultado. Ellos le agradecerán el interés y el que no les diga que tienen que hacer las cosas lo mejor que puedan.
Se encontrará con que hay algunas cosas en las que quiere sobresalir.
En esas actividades será más diligente. Pero en todos los otros aspectos de su vida, limítese a querer hacer. No tiene por qué dar el mejor paseo a pie o en bicicleta de toda su vida, ni jugar el mejor partido de fútbol.
He corrido siete maratones y ni una sola vez lo he hecho lo mejor
que podía. De haberlo hecho, habría obtenido tiempos cada vez mejores.
Pero esa presión habría evitado que corriera y yo corro para liberar tensiones y no para generarlas.
Si me hubiese forzado a hacerlo lo mejor que podía, ahora no podría decir que he corrido siete maratones. Ese tipo de presión elimina muchísimos de los placeres de la existencias.
DÉCIMA CREENCIA: LOS SUEÑOS NO SON LA REALIDAD
A la mayoría nos enseñaron a creen en dos realidades diferentes.
Una es nuestra realidad divina, la otra nuestra realidad onírica.
En esta fórmula, cuando dormimos, estamos en un mundo irreal.
Consideramos los sueños un ejercicio mental. Todas las cosas que creamos durante esas horas de sueño se consideran irreales. La conciencia de vigilia se considera la real, y la conciencia onírica la irreal. Le sugiero que reconsidere esa creencia.
Imagine que sus sueños son aspectos diferentes de la misma realidad, y que contienen orientaciones en su búsqueda espiritual. Comience por entender que éste es básicamente un mundo de energía, y sólo en segundo lugar un mundo de objetos materiales.
Para conocer su yo espiritual es necesario que perciba la energía.
Y eso lo puede hacer en sueños. Toda su percepción cambia entonces de los objetos concretos a las formas energéticas. Cuando esto forma parte de su realidad, su estado onírico se convierte en algo que comparte con otros seres con los cuales tiene afinidad espiritual.
Llegado el momento, incluso podemos ser conscientes de que estamos soñando. Esto se denomina sueño lúcido. En el sueño lúcido uno puede controlar sus sueños y ser capaz de soñar despierto. Mediante el sueño se perciben otras dimensiones de la realidad, negadas por nuestra formación.
No estoy escribiendo sobre la interpretación de los sueños. Estoy
hablando de conocer su vida onírica y ser consciente de que experimenta otras dimensiones de la realidad mientras duerme, las cuales también estarán disponibles en los momentos de vigilia.
Sus sueños son creaciones del mismo cuerpo y el mismo cerebro,
como el resto de su mundo de percepciones. Todo le pertenece; cada noche no estrena un cerebro nuevo y experimenta una nueva realidad.
Todas las cosas que usted es capaz de saber y de las que es capaz de convencerse en sueños, pueden ser experimentadas en todos los momentos de su vida diurna. Todas las cosas. Sí, es una afirmación radical, pero le hará conocer el poder de su cuerpo energético.
Entra en su mundo de sueños con una completa ausencia de duda sobre lo que puede experimentar. Con esa ausencia de duda no hay ningún límite. Cuando despierta a lo que llama su conciencia de vigilia, continúa teniendo el mismo cuerpo, el mismo cerebro y los mismos sentidos, pero ha aparecido la duda.
Yo creo que los sueños no revelan cosas acerca de uno, sino que son uno mismo. Son reales y pueden resultar muy eficaces en ayudarle a conocer su yo espiritual.
Sugerencias para librarse de la incredulidad ante los sueños.
• Cuando se vaya a dormir, ínstese a ser consciente de que está entrando en un estado onírico. Tener presente esto constituye el primer paso hacia una mayor conciencia durante los sueños. Cuando esté quedándose dormido, tome nota mental de que está a punto de entrar en el estado de los sueños y que le complace ser consciente de ello.
• Haga un esfuerzo, antes de quedarse dormido, para ver conscientemente elementos del sueño que se avecina. Ordénese tomar nota de un objeto, una habitación o un lugar concreto mientras esté en el sueño. Penetre en todos los detalles que pueda respecto del objeto mientras esté soñando.
Si se trata de una lámpara, por ejemplo, acérquela más a usted con el poder de la mente. Examine el color, la forma, y la intensidad de la luz.
Necesita establecer contacto con su cuerpo energético, ese cuerpo de energía que coexiste en todo momento con su cuerpo físico. Mediante el examen del contenido de sus sueños podrá acceder a esa energía superior.
Se demostrará a sí mismo que la energía mental es un fenómeno
que puede manejar, con práctica y esfuerzo. Llegado el momento, será capaz de acceder a esta energía en todos los momentos de su vida.
Su cuerpo energético tiene apariencia pero no masa. Familiarícese con esa manifestación de su energía y tenga presente que puede transportarle a cualquier parte del universo. Suena extraño, pero está dentro de usted hacer que esto ocurra. Primero en sus sueños, y luego despierto.
• Mire si puede ir de un sueño a otro, y luego regresar al primero. Mientras esté quedándose dormido, adquiera primero conciencia de su inminente estado; luego, mientras esté soñando, sea consciente de que está soñando, y cambie a otro sueño. Tras años de experimentar, he sido capaz de hacerlo sólo de modo ocasional. Pero pruébelo. Le proporcionará práctica para la última clave de acceso a la conciencia superior: cultiva la condición de espectador. (Esto se comenta con detalle en el capítulo quinto.)
• Haga un intento de observarse mientras sueña. Carlos Castaneda llama a esto la tercera puerta de los sueños. En El arte de soñar, escribe: «La tercera puerta de los sueños se alcanza cuando te encuentras en un sueño, contemplando a alguien que sueña. Y ese alguien resulta ser tu propia persona».
Éste es un estado de conciencia superior en el cual el yo físico es
observado por el yo energético, y usted es consciente de que sucede. Es consciente a la vez de que sueña y de que se observa soñando.
Implica un cambio radical respecto de lo que le han contado sobre los sueños; es un mundo nuevo, un mundo que le permite convertirse en un soñador dormido y en un soñador despierto; y comenzar a impregnar su vida de vigilia con la magia de la conciencia soñadora.
• Adquiera conciencia de sus sueños y vea si puede tener sueños lúcidos, cada noche. Cuando despierte en medio de la noche, repare en el contexto y los objetos de sus sueños, y luego vuelva a entrar en ellos.
En este reino de sueños y conciencia de vigilia vas a llegar a conocer la existencia de la energía superior del universo.
Esto concluye mi lista de diez de las más erróneas creencias que le han enseñado. Despojarse del pasado es una sencilla cuestión de cambiar su forma de pensar sin ningún enojo ni culpa respecto de lo que le enseñaron a creer. Todas las cosas a las que ha sido expuesto eran por designio divino. Todas las pruebas que le han puesto en la vida eran parte del camino que emprendió cuando escogió viajar de la nada al aquí y ahora.
Dé las gracias por todos ellos, y agradezca que esté preparado para superar esas creencias. Este libro está en sus manos gracias a la misma providencia divina que guía su búsqueda espiritual. Y tenga presente que cualquier creencia a la que se aferre y que ya no le sirva, es una intrusa en su vida. Déjela marchar.
Ahora ha llegado el momento de empezar a reconocer las cuatro
claves de acceso a la conciencia superior. Son el tema de los cuatro capítulos siguientes.
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