Capitulo X ( Tercer Escrito)
NI AYER NI MAÑANA NI HOY
«VACÍO ACÁ» significa vacío dentro; «vacío allá» significa vacío fuera. Pero ¿puede haber dos vacíos? Es imposible. Dos vacíos no son posibles, porque ¿cómo vas a demarcarlos? Dos vacíos, por su propia naturaleza, se convertirán en uno. Interior y exterior es una división de la mente; cuando la mente desaparece esta división desaparece. Vacío acá, vacío allá... En realidad, decir acá y allá tampoco está bien, no es exactamente correcto.
Pero ese es el problema; nada puede ser exactamente correcto expuesto en palabras; las palabras distorsionan.
Sosan lo sabe, porque ahora no puede haber ni acá ni allá. Son viejas demarcaciones. Dentro y fuera son viejas demarcaciones y desaparecen junto con el lenguaje.
Ocurrió una vez: Un hombre fue a ver a Bokuju y le dijo: «Tengo prisa, no me será posible pasar mucho tiempo contigo. Pasaba por esta calle y pensé que estaría bien entrar y escuchar una palabra. Yo no necesito mucho. Simplemente di una palabra para indicarme la verdad, y yo la llevaré en mi corazón». Bokuju dijo: «No me fuerces, porque hasta una sola palabra es suficiente para hacer desaparecer la verdad. Y tengas prisa o no, no puedo decir nada. Solamente llévate esto: que has preguntado a Bokuju y el te contestó: "No puedo decir nada". Sólo recuerda esto». El hombre dijo: «No es mucho y no creo que me vaya a ayudar. Di algo, una sola palabra; no pido mucho». Bokuju dijo: «Hasta una palabra es suficiente para destruir el todo.
Simplemente mírame y llévame dentro de ti». Pero el hombre no pudo mirar porque es muy difícil (tú no sabes cómo mirar), de otra forma no hubiera habido necesidad de visitar a Bokuju.
No puedes mirar hacia delante. La punta de la nariz es la cosa más difícil de mirar. Hacia los lados está bien; vas a derecha e izquierda pero nunca hacia el centro. Por eso hay izquierdistas locos y derechistas locos, pero no puedes encontrar un hombre que esté en el medio, uno que no esté loco. Si te mueves hacia un extremo te vuelves loco, si permaneces en el centro te vuelves iluminado; pero nadie permanece en el centro. En el centro encuentras la realidad. Las palabras están condenadas a decir la mitad, una palabra no puede decir algo completo.
Si dices: «Dios existe», entonces también niegas: «Dios no existe»; y él es ambas cosas. Si dices: «La vida existe», niegas la muerte; y la vida también es muerte. Cualquier cosa que digas será la mitad, y una verdad a medias es más peligrosa que una mentira entera. Porque esa mitad lleva algo de fragancia de verdad y te puede engañar. Todas las sectas están basadas en verdades a medias, por eso son peligrosas. Todos los cultos son peligrosos porque están basados en medias verdades. De otra forma no es posible, porque un culto, un credo, una secta, tiene que estar necesariamente basado en palabras.
El budismo no está basado en Buda, está basado en lo que Buda dijo. Y lo que Buda dijo es la mitad, porque el todo no puede ser dicho. No hay nada que pueda hacerse respecto a esto. Si se intenta expresar el todo, entonces no se dice nada.
Si dices: «La vida es ambas: vida y muerte», ¿qué estás diciendo? Si dices: «Dios es ambos: Dios y Diablo», ¿qué estás diciendo? Estás hablando en paradojas, no tienes ninguna claridad, y la gente se creerá que te has vuelto loco. ¿Cómo va a ser Dios ambas cosas, bueno y malo? ¿Cómo va a ser la vida ambas cosas, vida y muerte? La muerte tiene que ser el opuesto a la vida. Vacío acá, vacío allá, y sin embargo, el Universo infinito está siempre delante de tus ojos. Infinitamente grande e infinitamente pequeño; no hay diferencia... Porque si algo es infinitamente grande y algo es infinitamente pequeño, no puede haber ninguna diferencia en cuanto a la cuestión de infinitud. Si vas hacia abajo, dividiendo, analizando, llegarás a lo infinitamente pequeño.
La ciencia ha llegado a lo infinitamente pequeño, al electrón. Ahora todo ha desaparecido, no se puede decir nada. El electrón no ha sido visto, nadie puede verle. Entonces, ¿por qué dicen que el electrón existe? La física casi se ha convertido en metafísica; lo que dice la física, lo que dicen los físicos, parece casi filosófico, místico; dicen: «No podemos ver el electrón, solamente podemos observar las consecuencias.
Podemos ver los efectos pero no la causa.
Deducimos que el electrón tiene que existir porque, si el electrón no existe, ¿cómo van a existir los efectos?». Esto es lo que los místicos han estado diciendo siempre. Dicen: «No podemos ver a Dios pero podemos ver esta creación. Dios es la causa y esta creación es el efecto. No podemos ver a Dios pero podemos ver la creación; él tiene que estar ahí, si no ¿cómo es posible esta creación?».
Si oyes mi voz y no puedes verme, tendrás que deducir que estoy en algún sitio, si no, ¿cómo vas a escuchar mi voz? Se ve la causa pero no el efecto. La ciencia ha llegado a lo infinitamente pequeño, y lo pequeño ha desaparecido por completo; porque se ha ido haciendo tan pequeño, tan pequeño, tan pequeño, tan sutil, que ahora no puedes atraparlo. La religión alcanza a lo infinitamente grande.
Se vuelve tan grande, tan grande, tan enorme, que no puedes ver sus límites. Se vuelve tan grande que no puedes abarcarlo, no te puedes aferrar a ello, no puedes demarcarlo. Lo infinitamente pequeño no puede verse, se vuelve invisible; y lo infinitamente grande tampoco puede verse, también se vuelve invisible.
Entonces Sosan dice una cosa preciosa: ambos son iguales porque ambos son infinitos. Y en lo infinito, el que sea grande o pequeño no supone diferencia: son iguales.
Infinitamente grande e infinitamente pequeño; no hay diferencia, porque las definiciones han desaparecido y no se ven límites.
Lo mismo pasa con el Ser y el no-Ser. Cuando estás completamente vacío, sin ningún ego, sin nadie dentro de la casa, ¿estás siendo o nosiendo? ¿Eres o no eres? No se puede decir nada.
La gente le solía preguntar a Buda una y otra vez: «¿Qué pasa cuando uno se convierte en un buda? ¿Es o no es? ¿Existe el alma o no? ¿Qué ocurrirá cuando Buda deje el cuerpo? ¿Dónde estará? ¿Estará en alguna parte o no?».
Y Buda decía: «No preguntes esas cuestiones. Simplemente conviértete en un buda y ve por ti mismo, porque lo que sea que yo diga no será correcto». Él siempre evitó la tentación de contestar a tales cuestiones. No malgastes el tiempo con dudas y argumentos que no tienen nada que ver con esto. La realidad no depende de tus argumentos. Que demuestres esta o aquella teoría es irrelevante; la realidad está ahí. Estaba ahí antes que tú, estará ahí después de ti. No depende de tu mente; al contrario, tu mente depende de ella.
No necesita ninguna prueba que la demuestre o la rebata. Existe por sí misma. No puedes demostrarla, no puedes rebatirla. Pero la gente sigue discutiendo si Dios existe o no. Cada año se publican miles de libros que tratan el tema de si Dios existe o no. ¡Cuánta estupidez! Están los que dicen que sí y lo demuestran, y están los que dicen que no y lo demuestran; ambos están en el mismo barco, el barco de las pruebas, los argumentos, la lógica. Y si hay un Dios, se tiene que estar riendo. ¿Necesita él tus argumentos? ¿Qué estás diciendo? Estás diciendo que el que Dios exista depende de que tú lo demuestres o no. No importa lo que hagas (lo demuestres o lo rebatas), ¿acaso crees que su existencia depende de tus argumentos? La existencia existe sin los argumentos de nadie.
No necesita de ningún testigo, no hay ningún juicio que lo vaya a decidir. ¿Cómo vas a juzgar? ¿Y quién es el juez? Siempre ha habido argumentos; durante millones de vidas la gente ha estado argumentando esto o aquello.
Hay ateos que siguen argumentando y nadie puede convencerlos. Creyentes y ateos, ambos argumentan, y ningún argumento demuestra tener la solución final; el problema sigue siendo el mismo.
Sosan dice que toda clase de argumentos son irrelevantes: ambos, creyentes y ateos (ambos; a favor y en contra), están haciendo una estupidez, porque la realidad está ahí. No necesita de ninguna prueba. Ya está ahí, siempre ha estado ahí y siempre estará.
La verdad quiere decir: aquello que es. Argumentando, simplemente malgastas la energía y el tiempo. Mejor disfruta de la realidad. Mejor, fúndete con ella. Mejor, deléitate en ella. ¡Mejor, vívela!. Si vives, empiezas a emanar a tu alrededor el aroma de la realidad.
Si vives y te deleitas en ello, algo de la inmensidad, algo de lo infinito, empieza a ser expresado a través de tu existencia finita. Poco a poco se disuelven tus fronteras, poco a poco te vas disolviendo. La gota cae al océano y se convierte en el océano.
No desperdicies el tiempo en argumentar. Los filósofos son tontos, y tontos más peligrosos que los tontos ordinarios porque los tontos ordinarios simplemente son tontos y los filósofos se creen sabios. ¿Y siguen! Fíjate en Hegel o en Kant: se pasan toda la vida argumentando y nunca llegan a ninguna parte.
Ocurrió una vez: Una muchacha se declaró a Immanuel Kant; quería casarse con él. Él dijo: «De acuerdo, me lo pensaré». Un pensador, un gran pensador, un gran lógico, ¿cómo va a dar el paso? Aunque se trate de amor, primero tiene que pensar en ello.
Y se dice que pensó, pensó y pensó. Sopesó todos los pros y los contras (porque hay gente que está en contra del amor y gente que está a favor del amor, hay gente que está en contra del matrimonio y gente que está a favor del matrimonio; es algo que ya ha sido discutido).
Así que recogió toda la información acerca del matrimonio y del amor, a favor y en contra.
Se dice que reunió trescientos argumentos tanto a favor como en contra del matrimonio. Estaba muy confuso. ¿Qué hacer? ¿Cómo decidirse? Entonces repasó y repasó, y al fin pudo encontrar un argumento más a favor del matrimonio. Y el argumento era el siguiente: que si hay una posibilidad entre dos alternativas que parecen equilibradas, entonces elige siempre la alternativa que te proporcione más experiencia. Casarse o no casarse (cuando todos los argumentos están equilibrados): el no estar casado ya lo conocía porque era soltero. Entonces era mejor casarse, porque por lo menos era algo nuevo. Cuando todos los argumentos están equilibrados, ¿cómo decidirse entonces? Así que cásate y conoce el matrimonio por la experiencia que supone. Así que fue y llamó a la puerta de la muchacha. El padre abrió la puerta e Immanuel Kant dijo: «Me he decidido. ¿Dónde está su hija?». El padre contestó: «Ya es demasiado tarde; ella ya tiene tres hijos».
Porque habían pasado veinte años, y las mujeres no son tan tontas como para esperar tanto tiempo. Ellas siempre son más sabias, más sabias instintivamente. Por eso no hay grandes filósofas. Ellas no son tan tontas; son más instintivas, intuitivas, están más cerca de la naturaleza, más interesadas en vivir que en argumentar.
Por eso, a los ojos de los hombres, las mujeres siempre están ocupadas en cosas sin importancia, no en grandes problemas sino en cosas sin ninguna importancia: vestidos, adornos.
Pero fíjate: les interesan cosas sin importancia porque la vida consiste en pequeñas cosas. Los grandes problemas están sólo en la mente, no en la vida. Que tú decidas si Dios existe o no, no importa en absoluto. Tienes que comer dos veces al día, te tienes que abrigar cuando hace frío y tienes que ponerte a la sombra cuando hace calor. Que tú decidas si Dios existe o no, da lo mismo.
La vida consiste en pequeñas cosas.
Y si la vida consiste en pequeñas cosas entonces las cosas pequeñas no son tan pequeñas, porque si la vida consiste en ellas, son vitales. No malgastes el tiempo con dudas y argumentos que no tienen nada que ver con esto. Una cosa, todas las cosas: van juntas y entremezcladas, sin distinción. Vivir en esta comprensión es no estar inquieto a causa de la no perfección. Vivir en esta fe es el camino hacia la no-dualidad, porque lo no-dual es uno con la mente que confía.
UNAS PALABRAS MUY, MUY SIGNIFICATIVAS, y más significativas si puedes leer entre líneas. Una cosa, todas las cosas: van juntas y entremezcladas... La vida es una unidad orgánica.
Nada está dividido, todo es uno. Si crees que está dividida, las divisiones son impuestas por la mente. De otra forma todas las cosas se entremezclan, se funden, se disuelven entre sí.
Está ocurriendo todo el tiempo. No te das cuenta porque te has vuelto completamente ciego a causa de las palabras. Tú comes una fruta: la fruta se convierte en tu sangre. El árbol se ha mezclado contigo, la frontera ha desaparecido. Y esta fruta puede haber estado en la sangre de mucha gente, de muchos animales, de muchas plantas, de muchas piedras. Esta energía que es la fruta siempre ha estado en la existencia; fundiéndose, disolviéndose, emergiendo, yendo de esto a lo otro, cruzando todas las fronteras. Simplemente observa cualquier fenómeno. La fruta en el árbol, ¿qué está haciendo? Los científicos dicen que está haciendo un milagro. Está transformando la tierra, está transformando los rayos del sol, está transformando el agua. Es un milagro, porque tú no puedes comer tierra, tú no puedes comerte los rayos del sol directamente. Esta fruta, una manzana, está haciendo un milagro. Está transformándolo todo y haciendo que tú puedas absorberlo y se convierta en tu sangre. Y esta energía se ha estado moviendo, siempre ha estado ahí. La totalidad de la energía permanece igual, porque no hay ningún otro lugar adonde ir, así que la energía no puede aumentar ni disminuir.
Al Universo no se le puede añadir ni restar nada. ¿Dónde lo vas a llevar? El todo permanece igual. Un día la fruta estaba en la tierra, no te la podías comer. La fruta estaba en el sol, la vitamina D estaba en el sol. Ahora la fruta la ha absorbido, ahora la tierra se ha transformado; ¡está ocurriendo un milagro! ¿Por qué ir a los magos para ver un milagro? Está ocurriendo delante de ti: el polvo se transforma en comida deliciosa. Luego te la comes tú, se convierte en tu sangre. La sangre está constantemente produciendo, crea semen. Nace una semilla, y esta semilla se convierte en un niño. Ahora la fruta, la manzana, está en el niño. ¿Dónde están las fronteras? El árbol se integra en ti, el sol se integra en el árbol, el océano se integra en el árbol, tú te integras en el niño, y así sigue y sigue... Todas las cosas están en movimiento. El aliento que está en ti, un poco más tarde, estará en mí. Y el aliento es vida, así que tu vida y mi vida no pueden ser diferentes porque yo respiro el mismo aire que tú. Yo exhalo y tú lo inhalas; tú exhalas, yo lo inhalo.
Tu corazón y mi corazón no pueden ser muy diferentes. Están respirando y latiendo en el mismo océano de vitalidad. Yo llamo a este «mi aliento», pero en el momento que lo he dicho, ya no es mío; se ha trasladado, se ha cambiado de casa, ahora es el aliento de otra persona. Lo que tú llamas tu vida no es tu vida. No es de nadie; o es de todos. Cuando alguien mira la realidad ve que el todo es una unidad orgánica. El sol está trabajando para ti, las estrellas están trabajando para ti. Todas las personas del mundo están trabajando para ti, y tú estás trabajando para ellas. Te morirás y los gusanos se comerán tu cuerpo, te convertirás en su comida.
Te estás preparando, madurando, para morir, para convertirte en la comida de otros. Y tiene que ser así; porque tú has hecho de muchas cosas tu comida y, finalmente, te has convertido en su comida. Todas las cosas son alimento para algún otro.
Es una cadena..., y tú quieres aferrarte a la vida. También la manzana, también ella quiere aferrarse a la vida; y el trigo, también el trigo quiere seguir siendo él mismo. Pero entonces la vida cesaría. La vida vive a través de la muerte. Tú mueres aquí, y alguien llega a la vida allá; yo espiro, y alguien inspira. Es como una inhalación y exhalación rítmica, es vida y muerte. La vida es la inhalación; la muerte, la exhalación. Cuando estés maduro caerás a la tierra. Los gusanos te comerán y las aves de rapiña vendrán y disfrutarán de ti. Tú has disfrutado de muchos alimentos: ahora es el turno de que disfruten de ti. Todo se funde, se encuentra, se disuelve. Entonces ¿por qué preocuparse? Eso va a ocurrir, ya está ocurriendo. Sólo existe el todo, las individualidades son falsas.
Sólo existe lo supremo; todo lo demás son tan sólo olas que vienen y van. Cuando uno ve la realidad justo delante de sus ojos, de repente no hay ningún problema, ninguna ansiedad, porque el todo sigue viviendo independientemente de que tú vivas o no. Entonces tu muerte no es un problema. Vivirás en el todo de millones de maneras. Algunas veces serás una fruta... Ese es el significado del concepto hindú de millones de yonis. Algunas veces has sido un animal, otras un insecto, otras un árbol y otras una piedra; y la vida sigue. Así que, en cierto sentido, tú no eres nadie, pero en otro sentido eres todo el mundo. En un sentido estás vacío, pero en otro sentido estás lleno. En un sentido no eres, y en otro sentido eres el todo; porque no estás separado. La separación produce ansiedad.
Si estás ansioso y angustiado, significa que piensas que estás separado.
Te estás creando problemas a ti mismo innecesariamente. No hay necesidad, por que el todo sigue viviendo; el todo nunca muere, no puede morir. Sólo las partes mueren, pero la muerte no es realmente una muerte, es un renacimiento.
Mueres aquí y naces allí. Una cosa, todas las cosas: van juntas y entremezcladas, sin distinción. Vivir en esta comprensión es no estar inquieto a causa de la no perfección. ¿Entonces por qué preocuparse por la perfección? También esa es una meta egótica. Esto es muy profundo, muy difícil de entender, porque hasta la gente religiosa trata de ser perfecta. ¿Pero quién eres tú para ser perfecto? Sólo el todo puede ser perfecto, tú nunca puedes ser perfecto. ¿Como podrías ser perfecto? Hasta un buda tiene que caer enfermo, tiene que morir. ¡Tú no puedes ser perfecto! La propia idea de la perfección es una voladura del ego. El todo ya es perfecto, no necesitas preocuparte por él; y en el todo, tú también eres perfecto.
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