Proyecto “Despertar”
Capitulo- 3 (Septimo Escrito)
Mensajes para el alma
Capitulo- 3 (Septimo Escrito)
Mensajes para el alma
El corazón de la existencia
Cataratas de mensajes negativos alteran tu campo áurico.
Frases y más frases destructivas menoscaban tu vibración. Cuesta mantenerse equilibrado en medio de las contradicciones. La atmósfera está saturada de preocupación y desconsuelo.
¿Me podés escuchar? Necesito que silencies el ruido de tu mente. Quiero invitarte a que vayamos hacia dentro. Viajemos, juntos, hacia el corazón de la existencia. Tantos ruidos desarmónicos no sólo ensordecen, sino también distraen nuestra atención y nos bloquean, fue por eso que te pregunté si me podías escuchar.
Sin querer, nos vemos envueltos en oscilaciones anímicas que nos marean y conducen a estados de inconsciencia que creímos trascender. ¿Comprendés por qué te invito a que vayamos hacia dentro? Vamos a recordar. Aquí conversaremos en calma. ¿Cuánta diferencia, no? Esa bella y apacible luz, que nos está envolviendo con amor, es la misma que muy pronto se sentirá en la superficie de la Tierra, a medida que más personas conecten son su verdadera esencia y se expresen desde su centro, de manera unificada. Respiremos profundamente. Impregnemos nuestro ser con la energía sanadora del silencio que mora en esta profundidad. Dejemos que las tensiones se desvanezcan. Disfrutemos de esta paz. Prometeme que cada vez que me veas aturdido, por la desesperante confusión que impera en la periferia, me traerás hasta acá, sin dudarlo tan siquiera un instante. Nada se compara con este paraíso interno, por donde fluye el cautivante río de la conciencia. Acá me siento pleno, al igual que vos, por eso quiero darte las gracias por haberme acompañado. Seríamos más que egoístas si no hiciéramos el esfuerzo de ayudar a que otros ingresen, conscientemente, a disfrutar de esta sublime fre-cuencia. Sé que conocés muy bien este lugar inmaculado, pues es aquí donde nuestros espíritus se reúnen a celebrar y danzar de alegría. Este es el espacio que conecta todos los corazones, sin distinción, y sincroniza nuestro sentir. Cada uno lo llama del modo que más le resuena. A mí me gusta decirle… el corazón de la existencia.
Aplaudo tu actitud
Cada una de estas letras vibra. Tus ojos ven sólo palabras, tu corazón percibe amor. A medida que este mensaje recorra tu cuerpo, tu espíritu encenderá aún más su llama y multiplicará su luz. Este texto viene al encuentro de aquellos hombres y mujeres que tienen la fortaleza, la pujanza y el coraje de arriesgarse a dar pasos en el vacío, para forjar una humanidad más consciente. Gracias por tu invalorable entrega. Aplaudo tu actitud. Sé qué extenuante resuelta a veces la tarea, por eso cumplo mi inquebrantable promesa de volver una y mil veces para brindarte mi aliento. Un esfuerzo más, eso es tan sólo lo que falta para que caigan, estrepitosamente, los muros de una realidad deshumanizada, que fue construida con los ladrillos del egoísmo, el miedo y la insensibilidad. Redoblo mi confianza en tu tenaz labor. Vamos, así, con lo máximo de nuestra capacidad. A esta altura ya no importa el dolor, ni tampoco cuenta el cansancio. Expandí, aun con más bravura, la inconfundible vibración cristalina que proviene desde el centro de tu luminoso ser, para que las grietas se acrecienten y las fronteras se rompan en mil pedazos. Estamos destinados a la celebración de iluminar la oscuridad. Es tiempo de unidad. Es tiempo de amor. Es tiempo de paz. Se acerca la hora del gran despertar del espíritu del hombre. La libertad está abriendo sus alas, sabe que la espera el majestuoso vuelo de una era dorada, en donde las únicas lágrimas serán de felicidad. Falta poco, demasiado poco. Seguí firme, con más fe y decisión que nunca. Estas palabras anuncian que estás acompañado. Tu brillo es el sello que acredita que no es la primera vez que batallás con estos desafíos. Recordá… recordá. Quizá para otros seas un desquiciado, para mí sos un héroe.
Sé que podés sin mi ayuda. Vine porque necesitaba abrazarte, con toda mi alma. Y también decirte: aplaudo tu actitud.
¿Y ahora qué?
Cuando los caminos se truncan, cuando las respuestas no llegan, cuando las predicciones fallan, cuando la vida parece marchitarse y carecer de sentido, una pregunta retumba, implacablemente, en todo nuestro ser: ¿Y ahora qué? No pierdas la calma, eterno peregrino. Nuevos aprendizajes acuden a tu encuentro. Abrí tu corazón. Date el permiso de asimilar las ense- ñanzas. No existen los errores. Sos movilizado, con suma maestría, para que no te duermas y fluyas con la existencia.
Todo sucede en el momento exacto y del modo que más se ajusta a nuestro crecimiento personal. La sincronía es perfecta.
Si miramos a través de nuestros deseos, expectativas o ilusiones, puede que los resultados parezcan negativos, crueles o injustos. Ese es un problema que atañe a la personalidad. El espíritu no juega al pobre de mí, simplemente agradece la sabiduría de vida que contiene cada experiencia. Podemos llorar y maldecir, podemos lamentarnos y creernos desgraciados. Nadie puede quitarnos el derecho a sentirnos víctimas y estamparnos contra el pozo de la amargura y la desesperanza. Las enseñanzas son pacientes. Saben que llegaron a nuestras vidas movilizadas por el amor y el ferviente impulso de ayudarnos a crecer, para que trascendamos las barreras de la ignorancia. Está en nosotros ver más allá de lo aparente. Tenemos la habilidad de resignificar la realidad y leer entre líneas. Podemos elevarnos o dar vueltas en espirales descendentes. La elección es interna. El camino del dolor y el del amor enseñan por igual, la diferencia está en la sangre que se derrama.
Llegó el instante de comenzar a movernos de manera consciente. Debemos fluir, en vez de resistir. Nuevas puertas se abrirán si dejamos de sentirnos desdichados y aprendemos las lecciones. Nuestra vida ganará en profundidad. Elegimos despertar. Nacimos, en nuestro libre albedrío, a una dimensión más sutil y encantadora. Sólo debemos recordar que siempre es más fácil comprender las enseñanzas si abrimos nuestro corazón hacia la luz. Aunque pueda parecerte extraño, este mensaje te pertenece. Me lo entregaste, donde no llegan las ataduras del tiempo, cuando jugamos a que vivíamos en la Tierra y te pregunté, abrumado por los problemas, sin aparente solución: ¿Y ahora qué? Guardé tu respuesta en mi alma. Intuí que si pasábamos por la experiencia física, podríamos necesitarla para volver a sonreír y continuar disfrutando.
Necesito tu ayuda.
Miralas bien. Sentilas. Puede que parezcan palabras. Son ondas de consciencia, que adoptan formas de letras para que tus ojos las reconozcan. Entre espacio y espacio, también hay impulsos de energía, pura, para que tu ser se expanda e ilumine. Vine en tu búsqueda porque sé de lo que sos capaz. Necesito tu ayuda. Mejor que hablar es accionar. Acompañame, ya lo hicimos otras veces. Despleguemos nuestras alas, al compás del viento. Volemos así, bien alto. Que tu luz sirva de guía para aquellos que ahora contemplan el cielo, en busca de una señal.
Advertí cómo transmutan aquellos ojos tristes. Vamos bien. Tu sonrisa les imprimió un atrayente resplandor, lleno de vida y encanto. No te detengas, sigamos. ¿Ves esas manchas oscuras? Son áreas de inconsciencia. Así se ven los campos vibratorios que ayudamos a sostener cuando la negatividad nos impregna. Estos son los espacios, densos, que oxidan el corazón, para impedirle que se abra y reconozca la degradación y el desequilibrio al que se expone al hombre, de manera sistemática.
Intuiste bien. Este es el sitio donde esparciremos nuestras semillas de luz, para ayudar a que florezca el discernimiento y prospere la esperanza. Antes de soltarlas imprimiles tus mejores intenciones. Que tu alma las recubra con su fe. Proyectales, también, tu ferviente confianza en un mundo más humano y armónico, donde vivamos celebrando y vibremos en el amor. Disfruté de nuestro vuelo. Me siento pleno. Mi espíritu sabe que este recuerdo permanecerá, imborrable, en mi memoria. Qué importa si no llegamos a ver los frutos. Nos sobra con la ardiente certeza de saber que, a nuestro modo, sumamos para humanizar la realidad. Te dejo, en este cálido y fuerte abrazo, mi agradecimiento más sincero. Sé que siempre estarás a mi lado, cada vez que venga y te diga…”necesito tu ayuda”.
Viniste a transformar la realidad.
Percibo una sublime luz, que enciende y aviva otras luces. Veo un noble corazón, que abre más y más corazones.
Contemplo innumerables manos que se unen, alzan y celebran. Escucho palabras de aliento, que movilizan el alma. Siento cómo el amor crece y se agiganta. Aunque no divise tu rostro, sé que sos vos, eterno amigo, que intensamente estás trabajando para cumplir con tu misión. No detengas tu marcha. Viniste a transformar la realidad. Tenemos un acuerdo álmico de ayudarnos a recordar el sentido de este viaje. Sin embargo estas palabras exceden nuestro bello compromiso. Te escribo porque me siento honrado de presenciar cómo tu espíritu, al igual que el de muchos otros, libera su encanto para convertir la apatía y el desgano en campos de fe y esperanza. Río porque la tristeza llora al verte llegar, sabe que se queda sin trabajo. Disfruto de tu manera simple y efectiva de emitir vibraciones luminosas, que encandilan y extinguen la pesadez de las sombras. Sé que tu tarea es desgastante. Comprendo que estás expuesto a la violencia de quienes buscan marchitar todas las flores. No te preocupes, el cultivo crece bajo la custodia de los reinos cristalinos. Nada, ni nadie, impedirá el total florecimiento de la luz. La magia existe. No te das una idea lo increíble que se ven los coloridos entramados de consciencia que, entre todos, estamos ayudando a co–crear. Prometo traerte hasta este lugar, soñado, que encontré en la ladera de una montaña. Quiero que lo sepas, en este preciso instante hay una abeja que se posa sobre tu nombre. Reconoce que sos una flor, muy especial, que contiene el dulce néctar de los corazones que son puros. Hasta que nos volvamos a ver, te abrazo a la distancia con la luz que te añora desde el centro de mi pecho. Dejo que estas palabras te lleguen, donde quiera que te encuentres, por obra y gracia de la sincronicidad. Continuá brillando con el mismo coraje y la decisión de siempre. Lo sabés, sin embargo, todo tu ser se electriza cuando alguien te lo recuerda: viniste a transformar la realidad.
Gracias por Ser
Orientado por señales sutiles, caminás por donde no hay huellas, en medio de un intenso proceso de transformación que te eleva e ilumina. Te movés fuera de la lógica. Vas forjando tu propio destino. Das pasos en el vacío, confiando en tu corazón. Continuá así. El reencuentro está próximo, lo sabés. Tu cristal interior brilla intensamente. Tu aporte suma. Gracias por Ser. Puede que no te comprendan e incluso te critiquen, pero eso no significa que estés equivocado. Te guía la inmensa sabiduría del espíritu, eso es lo que verdaderamente cuenta. Internamente sabés que, pese a los contratiempos y las dificultades, te movés en la dirección correcta. Este mensaje, que hoy llega a tus manos, es una clara señal de reconocimiento. Tu luz puede verse desde lejos, ahuyentando la inconsciencia. De vez en cuando olvidamos que a veces elegimos trabajar en soledad, como prueba de nuestro compromiso para ayudar a restablecer un reino de amor, sin limitaciones. Ese marco, de aparente desconexión, fue necesario para que aprendamos a confiar en nosotros mismos. Debíamos pulir nuestras gemas. Fue así que decidimos recorrer senderos que, si bien parecerían diferentes, contienen las mismas enseñanzas implícitas. ¿Acaso, entre otras cualidades, no tuviste que desarrollar la tolerancia, la constancia, la paciencia, y un firme espíritu de superación basado en la fe?
Sé que, íntimamente, siempre supiste que no estabas solo. La intuición te alentaba a que avanzaras, sobreponiéndote a las limitaciones, mientras tus ojos miraban en dirección a las estrellas tratando de recordar. Has recorrido un largo e intenso trayecto, pleno de vivencias aleccionadoras. Puede que a aún tengas altibajos y te sientas cansado, pero ya nada te hará desistir. Tu destino es la grandeza de la luz. No hace falta que lo manifiestes, la expresión vivaz de tus ojos es por demás evidente. Reconocés que se acerca el instante en que volveremos a gozar de la unidad. El entramado se consolida, mágicamente late. Emerge un nuevo horizonte, más humano, más esplendoroso y más consciente. Puedo sentir tu alegría interna desbordar. Tu alma lo reconoce y me pidió que te lo diga: por haber despertado, en medio de un entorno adverso, sos una pieza clave. Gracias por Ser.
Hijo de la Luz.
Quiero verte de pie y con el rostro bien alto, resplandeciente.
El universo aguarda que manifiestes todo tu potencial. Tu núcleo porta el fuego del espíritu. Quebrá el maleficio. Trascendé los pensamientos negativos, que te perturban y acorralan. Recobrá tu fortaleza interior. Sos libre. El viento clama que abras tus alas. Una omnipresente frecuencia te abraza y vivifica. Escuchá la voz de tu corazón. Sos más que un simple cuerpo. Sos hijo de la luz. Percibís la vibración. Se te eriza la piel. Tu espíritu implora que escuches este mensaje. Me pediste que te lo recuerde cuando llegara el momento preciso: encarnaste para manifestar, a través de tus dones y talentos, espacios de amor y consciencia que le devuelvan al hombre su dignidad. Tu misión es nivelar hacia arriba, centrado en tu esencia. Viniste a que la Tierra recupere la magia y el encanto. La luz te convoca. Levantá tus brazos bien alto, que otros reaccionen al ver tus manos orientadas hacia el Sol. Es necesario acrecentar el caudal de confianza en que el cambio es posible y necesario. Permanecé atento. Tus puntos más sensibles pueden ser tocados, de manera sutil, de modo que te sea muy difícil reconocer que el objetivo es ponerte de rodillas, para que no alientes a que otros despierten. Cuanto más se acercan los tiempos de definiciones, más caótico se vuelve el entorno a través de la confusión y la desesperanza.
Que la envidia, el resentimiento, la violencia, la tristeza y el desgano no te atrapen. Se fiel a tu naturaleza interna. No dejes que cierren tu corazón. Mantenelo siempre abierto y vibrante, es la puerta hacia un mundo más humano. Respirá bien profundo. Liberá la pesadez. Dejá que tu alma se recargue de optimismo y que tu cuerpo recupere la armonía. Nunca olvides que estás acompañado. Sentí lo que sucede… Una energía amorosa y cristalina desciende y te envuelve, dulcemente, porque te ama. Antes de despedirse te susurra al oído, de manera clara y sincera: “Tenelo siempre presente, sos hijo de la Luz”.
Volá bien alto.
Parece inevitable. El péndulo de nuestro ánimo oscila. Cuesta mantenerse centrado. Un subibaja de emociones, contrapuestas, pone a prueba nuestra constancia y determinación. No te entregues, es el paso necesario para alcanzar el equilibrio. Alumbrá con valentía. Sos la letra viva que ayuda a escribir la historia dorada. Tu pasión potencia el retorno hacia un mundo sin fisuras. Volá bien alto.
Puede que aún no tomes dimensión de tu invalorable tarea. En verdad te digo que cada cosa que hacés, centrado en tu corazón, ilumina, y no sabés cuánto. El poder de tu esplendor radica en tu manera simple de Ser. Cada vez que avivás la fe, cada vez que infundís esperanza y hacés que otros sintonicen con lo mejor de sí, una nueva página resplandece. Está próximo el tiempo en que podrás abrir el libro que reflejará cómo se produjo la gran transformación. Allí te verás, junto con numerosas almas audaces, desterrando la inconsciencia para ayudar a desembarcar una era fascinante, donde los hombres se abrazarán en la unidad del amor. Ese día habrá fiesta y la música calará muy hondo. Los corazones estarán abiertos. Desadormecé tu memoria ancestral. Los límites no existen. Sólo hay que animarse a soñar despierto y estar dispuesto a volar, con lo máximo de nuestra destreza, para llevar a la Tierra a que se funda con el cielo. Vinimos a religar. Somos activadores del cambio que ya se vibra. Nuestra naturaleza es incondicional a la pureza de la luz. Las ventanas de tus ojos dieron paso a estas palabras, que van directo al centro de tu esencia luminosa. Allí aguardarán el momento indicado para insuflarte aliento. Ya lo sabés, de ahora en más, si en algún momento advertís que tus fuerzas tambalean, un breve mensaje vendrá a tu encuentro con la inconfundible familiaridad de mi voz: “vamos, volá bien alto”.
Continuara....
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