martes, 26 de abril de 2016
LIBRO LOS 50 PRINCIPIOS DEL MILAGRO (XX-XXI
PRINCIPIO 20
Los milagros despiertan nuevamente la consciencia de que el espíritu, no el cuerpo, es el altar de la verdad.
Este reconocimiento es lo que le confiere al milagro su poder curativo. Ahí está, otra vez, la misma idea, de que la verdad y la santidad no se encuentran en el cuerpo, se encuentran en nuestras mentes.
Cuando nuestras mentes se sanen totalmente recordaremos que la verdad está en nuestra Identidad como espíritu.
Más adelante el Curso habla acerca del templo del Espíritu Santo como una relación (T-20.VI.5:1).
No se halla en el cuerpo; se halla en la relación.
El Espíritu Santo no puede estar en el cuerpo porque no hay cuerpo. Dios no ubicaría al Espíritu Santo en un lugar que no existe y donde no existe ningún problema. Los cuerpos no se enferman, ni se sanan. Sólo la mente puede estar enferma, y sólo la mente puede sanarse.
Dije antes que cuando la separación pareció ocurrir, Dios creó al Espíritu Santo. Ubicó al Espíritu Santo, a Quien se define también en el Curso como la respuesta de Dios y Su Voz, en el lugar donde se necesita (T- 5.I.5; T-5.II.2).
Donde se necesita al Espíritu Santo no es aquí en el mundo, porque el mundo no es el problema. El es necesario en nuestra mente. Es ahí donde radica el altar de la verdad. El cuerpo no es el templo del Espíritu Santo, el uso del cuerpo lo es, el cual se encuentra siempre en términos de una relación: el unirse en un propósito común. Para el Curso, el templo del Espíritu Santo, donde Este se manifiesta y donde se encuentra, es en una relación.
Hay un pasaje donde Jesús dice que él está presente en la relación santa (T- 19.IV-B.5:3; 8:3). Esto no significa que él no esté presente en una relación profana. Lo que quiere decir es que cuando estamos en una relación profana, que es lo que Un curso en milagros llama una "relación especial," una relación donde la culpa es la meta y la separación es el principio, entonces aquel que manifiesta el perdón y la unión se hace invisible para nosotros.
Si elegimos escuchar la voz de separación y culpa del ego, no vamos a oír la voz o a experimentar la presencia de aquel que representa la unión, el perdón, la cura.
No es que Jesús no esté presente en una relación especial, sino que su presencia se ha opacado.
Cuando él dice que está presente en la relación santa, quiere decir que cuando en verdad perdonemos y cambiemos el propósito de nuestra relación de la culpa del ego al perdón suyo, entonces sabremos que él permanece ahí.
Los velos de culpa que lo mantenían escondido desaparecen.
El dice en un lugar en el Curso: "No enseñes que morí en vano. Enseña más bien, que no morí, demostrando que vivo en ti" (T-11.VI.7:3-4). La forma de demostrar que Jesús vive y que está bien, y que sí hizo lo que dijo que hizo, es vivir de acuerdo con el mismo principio que él vivió: el principio del perdón o la trascendencia del cuerpo; al cambiar totalmente la percepción de sí mismo como víctima a la de verse unido a todos los demás, y practicarlo en las relaciones de nuestras vidas personales.
Es así como demostramos que él vive en nosotros.
En las palabras basadas en el Evangelio de Juan: "En esto conocerán que todos sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros" (Jn.13:35). La versión del Curso sobre eso sería: "Todos sabrán que sois mis discípulos si os perdonáis los unos a los otros." La idea cabal del milagro, repito, es cambiar del cuerpo y de tener toda nuestra atención centrada en el cuerpo, de vuelta a la mente. Es ahí donde radica el altar de la verdad, es ahí donde se encuentra Dios.
Este es el reconocimiento que conduce al poder sanador del milagro.
Lo que sana, pues, es comprender 1) donde radica el problema, o sea que éste no está en nuestro cuerpo sino en nuestra mente; y 2) comprender Quién es el Que sanará esa mente. Así que, no debemos centrar nuestra atención en la conducta, en lo externo, puesto que ese no es el criterio de bueno o malo, de enfermedad o de salud. Como dijera Hamlet "Nada hay bueno ni malo, si no lo hacemos así con el pensamiento" (II.ii). Lo importante son nuestros pensamientos (el contenido); no nuestras acciones (la forma).
PRINCIO 21
Los milagros son expresiones naturales de perdón.
Por medio de los milagros aceptas el perdón de Dios al extendérselo a otros.
He aquí la primera aseveración del Curso acerca del perdón. Como mencioné al principio, Dios no perdona.
Cuando Un curso en milagros habla del perdón de Dios, realmente se refiere al Amor de Dios. P: Yo creía que los milagros eran el perdón. R: Lo son. Es por eso que he dicho que todo es lo mismo: "milagro", "perdón", "curación", "Expiación." Son sólo palabras distintas para describir el mismo proceso. Realmente se podría dar una lista de palabras que dicen la misma cosa: "visión," "el mundo real", "el instante santo," "la relación santa," "salvación", "redención," "corrección," "el rostro de Cristo," "percepción verdadera." Todas son diferentes palabras que reflejan distintos aspectos del mismo proceso básico. Básicamente, el perdón, como lo define el Curso en otra parte, es perdonar al hermano por lo que no ha hecho (T-17.III.1:5; L-pII.1.1:1).
En otras palabras, usted se percata de que no le han hecho nada; todo se lo ha hecho usted a sí mismo.
Lo que ocurre con los milagros es que cambiamos del odio y ataque del ego al Amor del Espíritu Santo, el cual se convierte entonces en la extensión del Amor de Dios hacia nosotros, y luego hacia los demás a través de nosotros.
Esto es lo que el Curso quiere decir con perdón.
Es un ejemplo del pasaje que yo acabo de citar donde Jesús dice que demostramos que él no murió en vano al demostrar que él vive en nosotros, lo cual significa que vivimos de acuerdo con los mismos principios del perdón que él demostró.
Y mientras más hagamos lo que él dice, más entenderemos lo que él enseñó y más nos acercaremos a él.
Igualmente con el Curso, mientras más podamos practicar sus lecciones de deshacer la culpa a través del perdón, más capaces seremos de comprender lo que dice el texto. Y por supuesto, mientras más podamos entenderlo, más fácil resultará aplicarlo en nuestras vidas diarias. Es un proceso recíproco.
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