Maestría en Felicidad: Claves y enseñanzas para recorrer el camino de la vida plena (Chamalú)
CARTA-11
Ayer celebraron el nacimiento de un sobrino.
El vecino continúa sus diálogos mortuorios con el cáncer diagnosticado. El médico informa de un amotinamiento celular. Los parientes, por turnos, le visitan para expresarle lo que nunca le dijeron. Lleva enfermo el tiempo necesario como para que el resto de la familia reflexione sobre los contagiosos hábitos familiares. Nadie parece haberse dado cuenta.
Yo pedí se me exima de reuniones familiares, que por lo general son maratones de hipocresía donde se le da a cada uno la oportunidad de mentir honestamente.
La lluvia ha comenzado al inicio de esta carta, esta vez se trajo al viento para trasladar objetos livianos a cualquier parte.
El camino del vecino enfermo estaba alfombrado de tristeza; había vivido toda su vida preparándose para vivir, hasta que un diagnóstico a quemarropa le rompió la burbuja de autoengaño en que vivía. En mi caso, te confieso que pasé la mayor parte de mi tiempo formándome. Fue un viaje largo, porque buscar sabiduría no es ir a un sitio de comida rápida; implica renunciar a esa bulliciosa vida social por la que tanta gente renuncia a ser ella misma.
El mundo del protocolo social exige que cada uno aparente lo que no es, compre lo que no necesita y exprese lo que no siente.
Mi camino era otro. Ese día, compré un pasaje sin retorno a la vida, a ese país que tiene como capital la plenitud, y me lancé sin más garantía que la inseguridad galopante que presentía a mi lado. Mi casa era pequeña, mi vida en principio también; mis sueños no cabían en casa, de modo que tuve que marcharme.
Al principio solo miraba por la ventana. Con los años, ya entrada la adolescencia, montando mi bicicleta llegaba hasta el aeropuerto, involucrándome en despedidas nostálgicas y en bienvenidas desbordantes de alegría. «Un día podré tomar un avión», me dije a mí mismo, desde entonces viajé muchas veces en clase imaginaria, donde volar es gratis.
La vida es una aventura, lo sospeché desde antes, sobre todo por la noche, cuando te dejan en paz y puedes volar en cualquier dirección. Crecí sin ver televisión, un privilegio escaso en tiempos de dictadura de la imagen. Entonces, la imagen la ponía yo, fertilizando de esa manera mi creatividad. Te confieso también que me encantaba leer las biografías de grandes hombres y mujeres que legaron un precioso ejemplo a la humanidad.
Mi lectura era más que activa, me involucraba tanto con el personaje de la biografía, que llegaba a sentir lo que sentía, y por unas horas o días, actuaba como actuaría él, hasta que la próxima biografía desplazara a la anterior.
La vida no era gris como me contaron, ni tenía el perfil pálido, versión pesimista; no incluía tantos riesgos como me dijo el miedoso ni triunfar era imposible, según el que había fracasado. Tampoco era un valle de lágrimas, como insistía el infeliz, instándome a renunciar a la felicidad por imposible.
La vida, comencé a descubrir, tenía zonas oscuras, pero decoradas por majestuosas estrellas; incluía lágrimas que podían coexistir con la felicidad, fe vidente que añadía duda periódica, como control de calidad vivencial. La vida, comencé a descubrir, no es como la gente cree, sin embargo, comprendí oportunamente que había que aprender a vivirla. Entonces, dejé de inventar heridas, renuncié a tener antologías actualizadas de errores, puse de pie mi alma y tuve el valor de patear mis mejores temores, realizando una reingeniería existencial que encendió mi fuego, y el resto consistió en abandonar para siempre el papel de víctima, tomar las riendas de mi vida en mis manos y disfrutar de cada instante vivido. Entonces fui iniciado a la vida, donde es posible graduarse de emprendedor existencial.
Mi primera lección, que ahora quiero compartir contigo, es no temer a la derrota ni obsesionarse con el triunfo.
El éxito no es medible en términos cuantitativos, porque pertenece al territorio de lo cualitativo, por ello, no intentes medir tu éxito existencial con una cuenta bancaria. ¿Sabías que quienes más se suicidan son las personas adineradas? Ellos constataron que el dinero no genera felicidad ni amor ni paz ni libertad ni salud, y con la esperanza marchita, abreviaron su existencia sin darse cuenta que el suicidio es inviable para el espíritu.
Un buen comienzo es la disidencia, esa rebeldía lúcida que te convierte en la oveja negra del rebaño, que te arma del valor de ser tú mismo, para que, dotado de la mente abierta, te atrevas a explorar la vida y sus mágicas consecuencias. Descarta de tu vocabulario la palabra imposible, explora otros estilos de vida, constrúyete un perfil proactivo, la vida es breve y disfrutarla al máximo es deber existencial de toda persona que se respete.
El activismo existencial al que aludimos incluye todo lo bueno, todo lo que te enseña y dinamiza tu crecimiento. Incluye también el especializarse en vivir el presente, aceptando los riesgos de una vida que no tiene más garantía que la evolución de la conciencia. Te confieso que nunca fui tan feliz como cuando estuve al borde del abismo, cuando las endorfinas se encontraban en el mismo circuito con la adrenalina y realizaban una mezcla alquímica precisa y preciosa, generando felicidades inéditas, solo aptas para quienes aman la vida con todas sus consecuencias. Es probable que al aprender a vivir desde la plenitud te tropieces y caigas, que esto ocurra varias veces, entonces tendrás que aprender a caer y a volverte especialista en caídas y otros errores, que en manos de un alquimista pueden ser pasos al éxito. Si te equivocas, aprende del error y sigue adelante. Jamás aceptes que alguien te desmotive, preserva tu fuerza, tu alerta sereno, date cuenta de las cosas antes de que ellas ocurran.
Cuando estés feliz y en tu centro, todo fluirá maravillosamente bien. Conéctate con tu mundo interior, que algunos llaman inconsciente; visita ese territorio usando el pasaporte del silencio meditativo y evitando ser prisionero de tu razón; elige hacer lo que te hace crecer y aquello que te da placer, en coherencia con tus principios y los objetivos que tienes en tu vida.
Sueña tu futuro, de esa manera lo irás construyendo.
Sueña en grande, deja los sueños pequeños para la gente que carece de emprendimiento existencial, para los que no se conocen ni confían en sí mismos.
Confía en que tú puedes ayudar a cambiar el mundo y comprométete de verdad en iniciativas solidarias, en especial en aquellas generadoras de conciencia y pensamiento crítico. ¿Sabías que la felicidad nos hace más eficientes, más atrevidos, más emprendedores? Me encanta la gente emprendedora, aquellas mujeres y hombres que se lanzan, conscientes de las consecuencias de esa decisión, porque simultáneamente tienen el hábito del autoservicio constante, de la evaluación permanente. Son personas lentas para decidir pero rápidas para actuar una vez tomada la decisión. Lucha por los resultados, pero no te aferres a ellos; identifica y separa lo principal de lo secundario, esto en definitiva es una maestría de la cual tú saldrás convertido en ingeniero en felicidad, es decir, en humano que sabe lo que tieneque ser y hacer para vivir una felicidad constante. Complementando lo anteriormente señalado, quiero decirte que seas curioso y aventurero, en el buen sentido del término; hazte amigo de la constancia, recuerda que si eres perseverante, lo que parecía imposible estará a tu alcance, nada más mira con atención si esa es la mejor manera de hacerlo.
Descarta caminos únicos, siempre hay otras maneras de llegar al mismo objetivo. Asegúrate de que cada día sea un paso rumbo a tus objetivos. Recuerda también que tú tienes el poder de elegir, entonces elige que tu vida sea tu principal proyecto, tu mejor empresa, tu mejor obra de arte.
Reinventa tu vida constantemente, haz una lista de todas las cosas que no quieres más, que interfieren en tu realización y, gradualmente, solo o con ayuda externa, elimínalas.
Preserva la solidaridad, porque nadie surge solo, todos necesitamos socios inteligentes y aliados estratégicos que vibren en nuestra misma frecuencia. El resto es caminar con seguridad, con alegría, con entusiasmo por los senderos de la vida, apasionándose desapegadamente, deshilachando lo convencional, preservando la serenidad en plena turbulencia, convirtiéndote en un manantial de buen ejemplo para quienes te conocen. Sumérgete a fondo en la vida, encarna lo que crees, repítete cuantas veces sea necesario lo que precisas recordar, dialoga con la vida y sus sorpresas con valor y creatividad.
Poderosa es la persona que se conoce, que sabe el valor del tiempo y su ferviente fugacidad. Lánzate, atraviesa el bosque del qué dirán y la opinión pública y llega hasta la desembocadura de tus mejores sueños; allá, justo al borde del abismo más profundo, crece la flor de la felicidad, de pétalos transparentes y roció constante; en ese intersticio entre la sorpresa y el vértigo te encontrarás en tu magnitud abrasadora, escalando hasta la cima de tu realización personal. Vuela al vacío del atrevimiento y continuemos este itinerario de complicidad iniciática.
Nuestra siguiente ruta es descubrir la misión, eso que tienes que ser y hacer para posibilitar tu evolución. Hasta la próxima.
Chamalú
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/
Ayer celebraron el nacimiento de un sobrino.
El vecino continúa sus diálogos mortuorios con el cáncer diagnosticado. El médico informa de un amotinamiento celular. Los parientes, por turnos, le visitan para expresarle lo que nunca le dijeron. Lleva enfermo el tiempo necesario como para que el resto de la familia reflexione sobre los contagiosos hábitos familiares. Nadie parece haberse dado cuenta.
Yo pedí se me exima de reuniones familiares, que por lo general son maratones de hipocresía donde se le da a cada uno la oportunidad de mentir honestamente.
La lluvia ha comenzado al inicio de esta carta, esta vez se trajo al viento para trasladar objetos livianos a cualquier parte.
El camino del vecino enfermo estaba alfombrado de tristeza; había vivido toda su vida preparándose para vivir, hasta que un diagnóstico a quemarropa le rompió la burbuja de autoengaño en que vivía. En mi caso, te confieso que pasé la mayor parte de mi tiempo formándome. Fue un viaje largo, porque buscar sabiduría no es ir a un sitio de comida rápida; implica renunciar a esa bulliciosa vida social por la que tanta gente renuncia a ser ella misma.
El mundo del protocolo social exige que cada uno aparente lo que no es, compre lo que no necesita y exprese lo que no siente.
Mi camino era otro. Ese día, compré un pasaje sin retorno a la vida, a ese país que tiene como capital la plenitud, y me lancé sin más garantía que la inseguridad galopante que presentía a mi lado. Mi casa era pequeña, mi vida en principio también; mis sueños no cabían en casa, de modo que tuve que marcharme.
Al principio solo miraba por la ventana. Con los años, ya entrada la adolescencia, montando mi bicicleta llegaba hasta el aeropuerto, involucrándome en despedidas nostálgicas y en bienvenidas desbordantes de alegría. «Un día podré tomar un avión», me dije a mí mismo, desde entonces viajé muchas veces en clase imaginaria, donde volar es gratis.
La vida es una aventura, lo sospeché desde antes, sobre todo por la noche, cuando te dejan en paz y puedes volar en cualquier dirección. Crecí sin ver televisión, un privilegio escaso en tiempos de dictadura de la imagen. Entonces, la imagen la ponía yo, fertilizando de esa manera mi creatividad. Te confieso también que me encantaba leer las biografías de grandes hombres y mujeres que legaron un precioso ejemplo a la humanidad.
Mi lectura era más que activa, me involucraba tanto con el personaje de la biografía, que llegaba a sentir lo que sentía, y por unas horas o días, actuaba como actuaría él, hasta que la próxima biografía desplazara a la anterior.
La vida no era gris como me contaron, ni tenía el perfil pálido, versión pesimista; no incluía tantos riesgos como me dijo el miedoso ni triunfar era imposible, según el que había fracasado. Tampoco era un valle de lágrimas, como insistía el infeliz, instándome a renunciar a la felicidad por imposible.
La vida, comencé a descubrir, tenía zonas oscuras, pero decoradas por majestuosas estrellas; incluía lágrimas que podían coexistir con la felicidad, fe vidente que añadía duda periódica, como control de calidad vivencial. La vida, comencé a descubrir, no es como la gente cree, sin embargo, comprendí oportunamente que había que aprender a vivirla. Entonces, dejé de inventar heridas, renuncié a tener antologías actualizadas de errores, puse de pie mi alma y tuve el valor de patear mis mejores temores, realizando una reingeniería existencial que encendió mi fuego, y el resto consistió en abandonar para siempre el papel de víctima, tomar las riendas de mi vida en mis manos y disfrutar de cada instante vivido. Entonces fui iniciado a la vida, donde es posible graduarse de emprendedor existencial.
Mi primera lección, que ahora quiero compartir contigo, es no temer a la derrota ni obsesionarse con el triunfo.
El éxito no es medible en términos cuantitativos, porque pertenece al territorio de lo cualitativo, por ello, no intentes medir tu éxito existencial con una cuenta bancaria. ¿Sabías que quienes más se suicidan son las personas adineradas? Ellos constataron que el dinero no genera felicidad ni amor ni paz ni libertad ni salud, y con la esperanza marchita, abreviaron su existencia sin darse cuenta que el suicidio es inviable para el espíritu.
Un buen comienzo es la disidencia, esa rebeldía lúcida que te convierte en la oveja negra del rebaño, que te arma del valor de ser tú mismo, para que, dotado de la mente abierta, te atrevas a explorar la vida y sus mágicas consecuencias. Descarta de tu vocabulario la palabra imposible, explora otros estilos de vida, constrúyete un perfil proactivo, la vida es breve y disfrutarla al máximo es deber existencial de toda persona que se respete.
El activismo existencial al que aludimos incluye todo lo bueno, todo lo que te enseña y dinamiza tu crecimiento. Incluye también el especializarse en vivir el presente, aceptando los riesgos de una vida que no tiene más garantía que la evolución de la conciencia. Te confieso que nunca fui tan feliz como cuando estuve al borde del abismo, cuando las endorfinas se encontraban en el mismo circuito con la adrenalina y realizaban una mezcla alquímica precisa y preciosa, generando felicidades inéditas, solo aptas para quienes aman la vida con todas sus consecuencias. Es probable que al aprender a vivir desde la plenitud te tropieces y caigas, que esto ocurra varias veces, entonces tendrás que aprender a caer y a volverte especialista en caídas y otros errores, que en manos de un alquimista pueden ser pasos al éxito. Si te equivocas, aprende del error y sigue adelante. Jamás aceptes que alguien te desmotive, preserva tu fuerza, tu alerta sereno, date cuenta de las cosas antes de que ellas ocurran.
Cuando estés feliz y en tu centro, todo fluirá maravillosamente bien. Conéctate con tu mundo interior, que algunos llaman inconsciente; visita ese territorio usando el pasaporte del silencio meditativo y evitando ser prisionero de tu razón; elige hacer lo que te hace crecer y aquello que te da placer, en coherencia con tus principios y los objetivos que tienes en tu vida.
Sueña tu futuro, de esa manera lo irás construyendo.
Sueña en grande, deja los sueños pequeños para la gente que carece de emprendimiento existencial, para los que no se conocen ni confían en sí mismos.
Confía en que tú puedes ayudar a cambiar el mundo y comprométete de verdad en iniciativas solidarias, en especial en aquellas generadoras de conciencia y pensamiento crítico. ¿Sabías que la felicidad nos hace más eficientes, más atrevidos, más emprendedores? Me encanta la gente emprendedora, aquellas mujeres y hombres que se lanzan, conscientes de las consecuencias de esa decisión, porque simultáneamente tienen el hábito del autoservicio constante, de la evaluación permanente. Son personas lentas para decidir pero rápidas para actuar una vez tomada la decisión. Lucha por los resultados, pero no te aferres a ellos; identifica y separa lo principal de lo secundario, esto en definitiva es una maestría de la cual tú saldrás convertido en ingeniero en felicidad, es decir, en humano que sabe lo que tieneque ser y hacer para vivir una felicidad constante. Complementando lo anteriormente señalado, quiero decirte que seas curioso y aventurero, en el buen sentido del término; hazte amigo de la constancia, recuerda que si eres perseverante, lo que parecía imposible estará a tu alcance, nada más mira con atención si esa es la mejor manera de hacerlo.
Descarta caminos únicos, siempre hay otras maneras de llegar al mismo objetivo. Asegúrate de que cada día sea un paso rumbo a tus objetivos. Recuerda también que tú tienes el poder de elegir, entonces elige que tu vida sea tu principal proyecto, tu mejor empresa, tu mejor obra de arte.
Reinventa tu vida constantemente, haz una lista de todas las cosas que no quieres más, que interfieren en tu realización y, gradualmente, solo o con ayuda externa, elimínalas.
Preserva la solidaridad, porque nadie surge solo, todos necesitamos socios inteligentes y aliados estratégicos que vibren en nuestra misma frecuencia. El resto es caminar con seguridad, con alegría, con entusiasmo por los senderos de la vida, apasionándose desapegadamente, deshilachando lo convencional, preservando la serenidad en plena turbulencia, convirtiéndote en un manantial de buen ejemplo para quienes te conocen. Sumérgete a fondo en la vida, encarna lo que crees, repítete cuantas veces sea necesario lo que precisas recordar, dialoga con la vida y sus sorpresas con valor y creatividad.
Poderosa es la persona que se conoce, que sabe el valor del tiempo y su ferviente fugacidad. Lánzate, atraviesa el bosque del qué dirán y la opinión pública y llega hasta la desembocadura de tus mejores sueños; allá, justo al borde del abismo más profundo, crece la flor de la felicidad, de pétalos transparentes y roció constante; en ese intersticio entre la sorpresa y el vértigo te encontrarás en tu magnitud abrasadora, escalando hasta la cima de tu realización personal. Vuela al vacío del atrevimiento y continuemos este itinerario de complicidad iniciática.
Nuestra siguiente ruta es descubrir la misión, eso que tienes que ser y hacer para posibilitar tu evolución. Hasta la próxima.
Chamalú
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/
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