miércoles, 7 de septiembre de 2016
LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) Carta-31
CARTA-31
El sol ya está lo bastante alto como para erradicar el frío esta mañana, sin embargo, en el otoño de mi pueblo, una nube es suficiente para anticipar el invierno.
Me espera luego, en un rato, la última carta.
Me pregunto si habrá valido la pena o la alegría, el tiempo que invertí en escribirte.
Luego saldré a la calle, donde nadie me espera, preguntaré por ella, mientras en la palma de mi mano, unas monedas pagarán el trasporte público que abordo. Recuerdo cuando me hospedé en el hotel de siete estrellas en Dubái, donde el lujo realizaba constantes emboscadas y ese precario hospedaje al norte de África, donde la pobreza caminaba de cuerpo entero por las calles sin asfaltar del presente, siempre presente con esa fisonomía.
En la parada del autobús en La Habana, varios bailaban para aderezar la espera; el traqueteo del jeep en Kenia, viajando a la frontera con Tanzania, era tan intenso, que recorrimos cincuenta kilómetros en medio día.
Una joven me pidió un día: «Llévame contigo»; la madre asintió en silencio, el pedido era imposible de cumplir; en ese pueblo, muchos no tenían documento ni sabían su edad.
Al salir a la calle, encontré un mundo donde nadie comparte, se estremeció mi alma; hay sombras con ropa, caminando a ninguna parte y optimismos aplanados; él peina canas y tristeza, ella transporta en la espalda indignación.
Casi nunca me han visto hablar conmigo mismo.
Son conversaciones como con otra persona, a veces discrepo conmigo. «Podrías ser millonario», me dice una voz interna, otra responde de inmediato: «Prefiero la sabiduría».
Vivir bien incluye lo que uno quiera, incluso dinero.
Jamás he contado nada de mi vida; estas cartas son un primer intento, sé que podría ser malinterpretado, pagaré el precio, quiero compartir mis secretos.
Es posible que luego escriba otra maestría, amor y sexualidad son temas solicitados; hoy veré a una persona que conozco hace cuarenta años, ella inspiró mis primeros poemas, le comentaré que ahora vivo poéticamente, descolgaré algunos recuerdos. Recuerdo ese parque, con dos adolescentes que no sabían nada, que solo eran víctimas del amor, del que nadie les había hablado. Al final aprendí a disfrutar, quiero hablarte de eso hoy. «Disfruto, luego existo», está tallado en una de las primeras casas ecológicas de Janajpacha, el ashram chamánico que construimos en la década del noventa, cuando transportaba toda la rebeldía y detestaba a la gente que no se atrevía.
Ahora solo, no los soporto. Desde entonces, he cincelado mi vida, he aprendido a surfear el oleaje de los imprevistos; he descartado el pudor verbal y renunciado a disimular mi insatisfacción. Escucho la música que me gusta, me tomo en serio el humor, aprendí que la mejor manera de crecer es disfrutando, ver lo positivo en todo y otorgar la importancia que merece al placer.
El placer es legítimo al interior de la felicidad, fuera de ella, es simplemente un engendro de autoengaño hedonista.
En verdad, placer sin conciencia, es mentira piadosa.
El placer es el principio y el fin de la vida, decía Epicuro. La vida es un pretexto para evolucionar… disfrutando.
Intenta disfrutar de todo, hasta de lo que nadie logra disfrutar, por ejemplo, disfruta de enfrentar los problemas, lucha por tus sueños, pero lucha disfrutando.
Disfruta el camino, es más importante que la meta, disfruta de ti sin olvidar que, para disfrutar, debes primero aprender a ser feliz, porque la felicidad es el primer deber de quien está despierto. Retrocedamos un poco, la felicidad es consecuencia de haberse despertado, posibilitando la germinación de la semilla del amor, que dejará en libertad tu libertad, generando una profunda paz y una salud duradera.
La felicidad y el placer no se excluyen mutuamente, pero solo pueden reencontrarse en las profundidades de una vida lúcida, de crecimiento y sabiduría, incluso, podríamos decir, la vida es un pretexto para evolucionar disfrutando, eso es felicidad.
En el fondo, la felicidad nos prepara para cumplir nuestra misión. Estoy consciente de que el placer tiene mala fama, en especial en el mundo espiritual.
Ante ello, levanto mi voz en defensa del placer, porque el placer es una forma de la felicidad, es una tonalidad fugaz al interior del color constante de la felicidad.
Que te quede claro que el placer es una estrella fugaz al interior del esplendor de la noche de la felicidad.
De manera especial quiero recordarte que la vida es un viaje maravilloso y sagrado, donde te propongo disfrutar de todo lo que hagas, de todo lo que te pase; disfruta del presente, del pasado y del futuro, disfruta las pequeñas cosas, disfruta más y de todo, pero no olvides que al disfrutar se aprende.
El placer de hacerlo, es el primer salario, sin él, ni abundante dinero será suficiente. Que te quede claro que la felicidad incluye placeres, pero el placer por sí solo, no genera felicidad.
Es preciso que la felicidad esté presente, para que el placer sea sublime. Una clave fundamental: encontrar el placer en las actividades sencillas, en las cosas simples de la vida, de esta manera podrás instalar tu vida en la zona de la felicidad.
El río del tiempo es indetenible, pienso, si no aprendemos a nadar hasta su orilla meditativa y contemplarlo activa y placenteramente, la vida habrá pasado en vano.
Si quieres vivir bien, permanece atento al presente, porque lo más auténtico es este momento; la inspiración y el disfrute requieren del terreno, de no estar ocupado ni pre-ocupado.
Siempre ten tiempo para amar, para aprender y disfrutar, recuerda que el tiempo verdadero es el que existe fuera del reloj y que la intuición, herramienta fundamental en este proceso, es el instinto evolucionado.
Finalmente quiero decirte que no es suficiente ser lo que eres, enfócate en lo que puedes llegar a ser.
La gente que recuerdo feliz, los que disfrutan la vida, ocupan por las mañanas las sillas principales de mi memoria, son recuerdos que me inspiran; la gente sabia, especializada en tomar buenas decisiones, está instalada por la tarde; por la noche, me encuentro con aquellos que hicieron algo grande en su vida, aunque después se dejaron seducir por lo convencional. Pronto dejaré de escribir, agarraré estas cartas y las lanzaré al viento.
Si llegaron a tus manos, no fue casual, mira cuánta gente vive en el planeta y justo te llegaron a ti. Desde hace días, cuando me senté a escribir la primera carta, aparecieron muchas ideas, abundantes recuerdos y la sombra de las experiencias vividas en una vida donde la vida fue mi anfitriona.
Estas cartas se fueron poblando de enseñanzas, incluso algunos secretos, más de los que pensaba, aparecieron y se entremezclaron en el bosque de palabras que traje para ti.
En conjunto podría decir que son un informe de mi alma, para tu alma, una campanada con sabor a silencio, unas naranjas maduras que, desde su árbol, licuaron los rayos solares para dejarlos en tus manos.
Me pregunto qué harás con ellas, son una especie de testamento cósmico para terrestres con aspiración celestial. Es incierto el futuro de la humanidad si la gente no aprende a ser feliz.
Por todas partes veo lágrimas innecesarias y acciones oscuras que multiplican el sufrimiento; me conmueve la infelicidad por ignorancia, el desperdiciar la vida, simplemente por no haber aprendido oportunamente el sagrado arte de vivir.
Atardece en mi vida, es tiempo de compartir.
Con este sentimiento, te entrego estas cartas, podrías hacer con ellas lo que muchos hacen, archivarlas como un libro más o lo que hace esa selecta minoría de gente lúcida que inaugura en su vida una galería de arte, donde las colecciona y expone, no para que otros vean, sino porque comprendieron que la mejor infelicidad es aquella que arde, que el mejor miedo es aquel depositado en el inodoro, que la acción más errónea es postergar y, al comprenderlo, acumular ganas para un día de estos, si aún no lo hiciste, declararte feliz y formar parte de esa nueva humanidad, compuesta por mujeres y hombres felices.
La tribu de la felicidad regresó para humanizar la humanidad y en la parcela de los nuevos tiempos, sembrar las semillas de la esperanza. ¿Te das cuenta?, esto es algo más que un puñado de cartas, es una oportunidad evolucionaria, es una invitación a la vida plena, es la entrada a la fiesta de tu vida.
Presiento que entendiste la propuesta. Te invito a compartir la última entrega, es una carta en la cual quiero despedirme, recordándote la magia de la vida.
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/
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