AKHENATON: SU HIMNO AL DIOS ATÓN
AKHENATON
Amenhotep también había dejado este mundo. Pero previamente a su marcha, había instruido a Akhenaton en los misterios. El propio Faraón había estado en el Egipto secreto del interior de la esfinge. Conocía secretos que ningún mortal jamás pudiera haber soñado. Era un joven sabio.
El viejo maestro había entregado al joven Faraón la encomienda de crear la gran FRATERNIDAD DE LOS HIJOS DEL SOL. Tal era el designio de los “Señores de las Estrellas” y los años siguientes al fallecimiento de su padre y de su maestro, el espíritu de Akhenaton se vio redimensionado del conocimiento superior.
Amenhotep también había dejado este mundo. Pero previamente a su marcha, había instruido a Akhenaton en los misterios. El propio Faraón había estado en el Egipto secreto del interior de la esfinge. Conocía secretos que ningún mortal jamás pudiera haber soñado. Era un joven sabio.
El viejo maestro había entregado al joven Faraón la encomienda de crear la gran FRATERNIDAD DE LOS HIJOS DEL SOL. Tal era el designio de los “Señores de las Estrellas” y los años siguientes al fallecimiento de su padre y de su maestro, el espíritu de Akhenaton se vio redimensionado del conocimiento superior.
La más grande de las revoluciones espirituales de todos los tiempos se había puesto en marcha.
Desde todos los confines del Imperio, incluso de otros países fueron siendo despertados los espíritus de diversos seres a fin de crear la Gran FRATERNIDAD DE LOS HIJOS DEL SOL.
Finalmente Akhenatón logró formar setenta y dos hermanos, que fueron iniciados en los misterios. Una vez al año se reunían todos en la ceremonia de la “Recepción del espíritu de Ra”.
Luego en diversos grupos y en diversas ceremonias, se sucedían encuentros, donde se trabajaba en el conocimiento y en la iluminación.
Todos los hermanos de la FRATERNIDAD DE LOS HIJOS DEL SOL conocían que Dios no necesita de intermediarios. Que los dioses adorados por los hombres no eran sino representaciones más o menos próximas de otros hermanos más evolucionados que venían de las estrellas y que sembraron la vida sobre el planeta. Todos los hermanos de la Fraternidad sabían que DIOS ESTÁ EN TODOS Y TODO FORMA A DIOS, y a su vez que Dios es el “sin forma”.
Todos los hermanos se juramentaron por todas su reencarnaciones el no adorar a estatuas y no crear cultos, templos e iglesias que alejaran a Dios de la más íntima de sus moradas; es decir, el corazón humano. Todos sabían que adorar a un ser encarnado de carne y hueso era un gran pecado.
Cada uno de los setenta y dos había desarrollado diversas habilidades de precognición, profecía, telequinesia, desdoblamiento, pero se juramentaron para no mostrar estas habilidades en público, a fin de no crear seres sometidos al fenómeno y no a la esencia.
Todos los espíritus inmortales de la vieja Fraternidad grabaron en la esencia de su ser, el crear la Sinarquía de todos los hombres, de todas las razas, de todos los seres vivos del planeta.
Ellos mostraron y aún muestran a los hombres que Dios no necesita de intermediarios ni de templos, que basta el corazón humano y práctica de la virtud para vivir en la consciencia de Dios.
Hijos del Sol
http://www.helioesfera.es/
http://lasendahacialaluz.blogspot.com.es/
Desde todos los confines del Imperio, incluso de otros países fueron siendo despertados los espíritus de diversos seres a fin de crear la Gran FRATERNIDAD DE LOS HIJOS DEL SOL.
Finalmente Akhenatón logró formar setenta y dos hermanos, que fueron iniciados en los misterios. Una vez al año se reunían todos en la ceremonia de la “Recepción del espíritu de Ra”.
Luego en diversos grupos y en diversas ceremonias, se sucedían encuentros, donde se trabajaba en el conocimiento y en la iluminación.
Todos los hermanos de la FRATERNIDAD DE LOS HIJOS DEL SOL conocían que Dios no necesita de intermediarios. Que los dioses adorados por los hombres no eran sino representaciones más o menos próximas de otros hermanos más evolucionados que venían de las estrellas y que sembraron la vida sobre el planeta. Todos los hermanos de la Fraternidad sabían que DIOS ESTÁ EN TODOS Y TODO FORMA A DIOS, y a su vez que Dios es el “sin forma”.
Todos los hermanos se juramentaron por todas su reencarnaciones el no adorar a estatuas y no crear cultos, templos e iglesias que alejaran a Dios de la más íntima de sus moradas; es decir, el corazón humano. Todos sabían que adorar a un ser encarnado de carne y hueso era un gran pecado.
Cada uno de los setenta y dos había desarrollado diversas habilidades de precognición, profecía, telequinesia, desdoblamiento, pero se juramentaron para no mostrar estas habilidades en público, a fin de no crear seres sometidos al fenómeno y no a la esencia.
Todos los espíritus inmortales de la vieja Fraternidad grabaron en la esencia de su ser, el crear la Sinarquía de todos los hombres, de todas las razas, de todos los seres vivos del planeta.
Ellos mostraron y aún muestran a los hombres que Dios no necesita de intermediarios ni de templos, que basta el corazón humano y práctica de la virtud para vivir en la consciencia de Dios.
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