domingo, 17 de mayo de 2020

EL LIBRO DEL EGO.- LOS IDEALES -SEGUNDA PARTE: (SEGUNDO ESCRITO)


MUCHAS PERSONAS TE HAN TORCIDO LA CABEZA, la mente, de muchas formas, según sus ideas de cómo deberías ser. No tenían mala intención. Tus padres te querían, tus profesores te querían, la sociedad quiere que seas alguien. Tenían buenas intenciones, pero escaso entendimiento. Olvidaron que no se puede convertir un macizo
de caléndulas en un rosal, ni viceversa.
Lo único que puedes hacer es contribuir a que las rosas sean más grandes, a que tengan más color y más fragancia. Puedes aportar todos los productos químicos necesarios para transformar el color y el perfume el abono, la tierra adecuada, el riego conveniente en los momentos oportunos, pero no conseguirás que el rosal de lotos.
Y si empiezas a decirle al rosal que tiene que dar flores de loto y desde luego, las flores de loto son preciosas y muy grandes, lo estarás condicionando de mala manera, algo que solo contribuirá a que el rosal jamás de lotos. Además, su energía se canalizará mal, de modo que ni siquiera dará rosas, porque ¿de dónde sacará la energía para producirlas? Y entonces no habrá ni lotos ni rosas, y naturalmente, el pobre arbusto se sentirá vacío, frustrado, yermo, indigno.


Y eso mismo les ocurre a los seres humanos. Con las mejores intenciones del mundo, todos quieren cambiar tu mente. En una sociedad mejor, con personas más comprensivas, nadie te cambiará. Todos te ayudarán a que seas tú mismo, y ser uno mismo es la mayor riqueza que se puede obtener en este mundo. Ser uno mismo
proporciona todo lo necesario para sentirse satisfecho, para que la vida tenga significado, para que sea importante. Por el simple hecho de ser tú mismo y de crecer de acuerdo con tu naturaleza se cumplirá tu destino.
Y es que el impulso no es nada malo por sí mismo, sino cuando se desvían los objetivos. Y has de tener cuidado para que no te manipule nadie, por buenas que sean sus intenciones. Tienes que mantenerte al margen de esas personas con buenas intenciones, de las buenas personas que no paran de aconsejarte que hagas esto o lo otro. Préstales atención y dales las gracias, porque no quieren hacerte ningún daño, pero al final lo que ocurre es que sí te hacen daño.
Solo debes hacerle caso a tu corazón: ese es tu único maestro.
En el viaje real de la vida, tu intuición es tu único maestro.
¿Te has fijado en la palabra «intuitivo»? Es como «tuitivo», solo que lo tuitivo es lo que ampara o defiende desde fuera, mientras que lo intuitivo viene de tu propia naturaleza, de dentro. Tu guía está dentro de ti, y con un poco de valor nunca te sentirás indigno. Quizá no llegues a ser presidente de un país, ni primer ministro, ni a
ser Henry Ford, pero ni falta que hace. Quizá llegues a ser un cantante fantástico, o un
pintor fantástico. Y al fin y al cabo, no importa lo que hagas... A lo mejor llegas a ser un gran zapatero.
ABRAHAM LINCOLN LLEGÓ A PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS... SU padre era zapatero, y en el Senado sentían cierta vergüenza de que el hijo de un zapatero fuera el responsable de los más ricos, de los de clase alta, que se creen superiores porque tienen más dinero, porque vienen de familias de abolengo. Todos los miembros del Senado estaban un poco avergonzados, irritados y enfadados; a nadie le hacía ninguna gracia que Lincoln fuera el presidente.
Un hombre muy arrogante, un burgués, se levantó y dijo lo siguiente antes de que
Lincoln pronunciara su primer discurso ante el Senado:
Señor Lincoln, antes de que comience quisiera recordarle que es usted hijo de un zapatero.
El Senado en pleno se echó a reír. Querían humillar a Lincoln. No podían derrotarlo, pero sí humillarlo. Claro está, no resulta fácil humillar a un hombre como Lincoln.
Lincoln replicó:
Le agradezco infinitamente que me haya  recordado a mi padre, que ha muerto.
Jamás olvidaré que me lo haya recordado, porque nunca seré tan buen presidente como
buen zapatero era mi padre. Se hizo un silencio sepulcral ante la actitud de Lincoln.

añadió: por lo que sé, mi padre hizo zapatos para su familia. Si le molestan o tienen algún problema, y aunque yo no soy gran cosa como zapatero, aprendí el oficio con mi padre desde la infancia, puedo solucionarlo. Y lo mismo les digo a todos los miembros del Senado. Si mi padre hizo los zapatos y necesitan algún arreglo, alguna mejora, siempre estaré a su disposición. Pero tienen que tener en cuenta una cosa: que no soy tan bueno como él. Él era un artista. Y se le cayeron las lágrimas al pensar en su padre.
DA IGUAL: ser presidente de tercera clase o zapatero de primera clase. Lo satisfactorio es disfrutar de lo que haces, poner todas tus energías en ello, no desear ser ninguna otra persona, sino desear ser lo que eres, y coincidir con naturaleza en que el papel que se te ha asignado en esta obra es e! papel adecuado, y que no estás dispuesto a cambiarlo ni con un presidente o un emperador. Ese es el auténtico poder, la auténtica riqueza.
Si todos llegamos a ser nosotros mismos, veremos la tierra entera llena de personas con poder, con fuerza, inteligencia, comprensión y satisfacción sin límites, con el gozo de haber llegado a casa.
La palabra «ideal» me parece repugnante
La palabra «ideal» me parece repugnante. Yo no tengo ideales. Los ideales te vuelven loco, son los ideales lo que han convertido este mundo en un inmenso manicomio.
El ideal significa que no eres lo que deberías ser. Te crea ansiedad, tensión, angustia. Te divide, te vuelve esquizofrénico. El ideal está en el futuro y tú estás aquí. ¿Y cómo puedes vivir a menos que seas el ideal? En primer lugar, sé el ideal, y después empieza a vivir, algo que nunca ocurre. No puede ocurrir por la naturaleza misma de
las cosas.
Los ideales son imposibles; por eso mismo son ideales. Te vuelven loco, te hacen perder la cabeza, y entonces sobreviene la repulsa, porque nunca llegas a alcanzar el ideal. Entonces surge el sentimiento de culpa. En realidad, eso es lo que hacen los sacerdotes y los políticos, crear el sentimiento de culpa. Para ello se valen de los ideales, un mecanismo muy sencillo. Ofrece un ideal y el sentimiento de culpa surgirá automáticamente.
Si te digo que dos ojos no son suficientes, necesitarás tres ojos, abrir tu tercer ojo.
Leerás a Lobsang Rampa, que dice que abras tu tercer ojo. Lo intentas por todos los medios, por aquí y por allá, cabeza abajo, con un mantra... y el tercer ojo no se abre.
Entonces empiezas a sentirte culpable, que si me falta algo, que si no soy como debería ser... Te deprimes, te frotas el tercer ojo, pero no se abre.
Cuidado con todas esas tonterías. Los dos ojos que poseemos son maravillosos, e incluso si solo tienes uno, es perfecto. Tienes que aceptarte como eres. Dios te ha hecho perfecto, no ha dejado nada incompleto en ti. Y si sientes que hay algo incompleto, forma parte de la perfección. Eres perfectamente imperfecto. Dios sabe, más que tú, que solo en la imperfección existe el desarrollo, que solo en la imperfección existe el fluir, que solo en la imperfección algo es posible. Si fueras perfecto estarías muerto, como una piedra. No ocurriría nada, nada podría ocurrir. Intenta comprender lo que te digo: también Dios es perfectamente imperfecto, porque si no, habría muerto hace mucho tiempo. No habría esperado a que Friedrich Nietzsche
declarase que «Dios ha muerto».
¿Qué haría Dios si fuera perfecto? No podría hacer nada, no tendría libertad para hacer. No podría crecer, ni tendría adonde ir.

Estaría simplemente estancado. Ni siquiera
podría suicidarse, porque cuando eres perfecto no haces cosas así.
Acéptate tal y como eres.
A mí no me interesa una sociedad ideal, no me interesa en absoluto. Tampoco me interesan los individuos ideales. Vamos, que el idealismo no me interesa lo más mínimo.
Y para mí la sociedad no existe, solo los  individuos. La sociedad no es sino una estructura funcional, utilitaria. No puedes encontrarte con la sociedad. ¿Te has encontrado alguna vez con la sociedad? ¿Te has encontrado alguna vez con la
humanidad? ¿Te has encontrado con el cristianismo, el hinduismo, el islam? No; solo
podemos encontrarnos con el individuo, con el individuo concreto.
Pero mucha gente ha pensado en mejorar la sociedad, en construir una sociedad ideal, y esas personas han resultado ser un desastre, una calamidad. Gracias a su sociedad ideal han destruido el respeto de las personas hacia sí mismas y han despertado el sentimiento de culpa en todo el mundo.
Todo el mundo se siente culpable, nadie parece sentirse feliz tal y como es. Se puede provocar el sentimiento de culpa por cualquier cosa, y una vez creado ese sentimiento, te haces poderoso. La persona que provoca en ti el sentimiento de culpa adquiere poder sobre ti hay que recordar esta estrategia, porque solo esa persona
puede redimirte. Entonces tienes que recurrir a ella. Al principio, el sacerdote provoca el
sentimiento de culpa, y tienes que ir a la iglesia, a confesarte, a decir: «He cometido un pecado», y entonces el sacerdote te perdona en nombre de Dios. Crea la culpa en nombre de Dios, eso en primer lugar, y después te perdona en nombre de Dios.
Fíjate en lo siguiente:
A Calvin lo sorprendió su madre cometiendo un pecado mortal, y lo obligaron a confesarse inmediatamente.
Padre, he estado toqueteándome dijo Calvin.
¿Por qué has hecho semejante cosa? preguntó el cura, muy enfadado.
Es que no tenía nada mejor que hacer respondió Calvin.
Cuatro padrenuestros y cinco avemarías de penitencia.
La madre de Calvin volvió a pillarlo una semana más tarde, y una vez más el chico tuvo que ir a confesarse.
Padre, he estado toqueteándome.
¿Y por qué lo has hecho?
Es que no tenía nada mejor que hacer respondió Calvin.
Diez padrenuestros y cinco avemarías de penitencia.
A la semana siguiente, la madre de Calvin volvió a sorprenderlo.
Ya estás volviendo dijo. Y llévale esta tarta de chocolate al padre.
Mientras esperaba en una larga cola, Calvin se comió toda la tarta y en el confesionario dijo:
Padre, mi mamá me había dado una tarta de chocolate para usted, pero mientras esperaba me la he comido entera.
¿Por qué has hecho eso? preguntó el cura.
Es que no tenía nada mejor que hacer.
¿Y por qué no te has toqueteado un poquito?
AL SACERDOTE NO LE IMPORTA LO QUE HAGAS; tiene sus propios intereses, su tarta de chocolate. ¡Y a ti, que te zurzan! Haz lo que te dé la gana, pero ¿dónde está la tarta?
Ellos crean la culpa y después te perdonan en nombre de Dios. Te convierten en pecador y después te dicen: «Ven a Cristo, el salvador».
No hay nadie que pueda salvarte, porque para empezar, no has cometido ningún pecado. No necesitas que te salven.
Yo no tengo el menor interés en una sociedad ideal, y te pido que abandones ese sueño, un sueño que ha originado tantas pesadillas. Hemos de recordar que en la actualidad no puede ocurrir nada con la política. La política ha muerto. Votes a quien votes, ya sea de derechas o de izquierdas, hazlo sin ilusiones. Hay que renunciar a la idea de que un sistema, ningún sistema, puede salvar a nadie. Ningún sistema será la salvación, ni el comunismo, ni el fascismo ni el gandhismo. Ninguna sociedad puede
salvarte, como ninguna sociedad puede ser ideal. Y no existe ningún salvador: ni Jesucristo, ni Krisna ni Rama. Has de olvidarte de esas tonterías sobre la culpa y el pecado que llevas a cuestas.
Pon toda tu energía en bailar y festejar la vida, y entonces sí serás ideal, aquí y ahora, y no tendrás que convertirte en algo ideal.
La ideología como tal ha perdido su veracidad. En realidad, nunca existió y, además, ha desaparecido la capacidad de persuasión. Quedan muy pocas mentes serias que sigan
creyendo que se pueda lograr una nueva utopía mediante la ingeniería social.
Vivimos en la época de la libertad, absoluta. Hemos alcanzado la mayoría de edad.
La humanidad ya no es infantil; ha madurado. Vivimos en una época muy socrática, porque la gente se plantea todas las cuestiones importantes de la vida.

No empieces a ansiar y a anhelar un ideal, una idea, una perfección en el futuro.
Olvídate de los ideales y vive aquí y ahora.


OSHO

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