Capitulo VII (Segundo Escrito)
TODOS LOS SUEÑOS DEBEN CESAR.
SI REALMENTE quieres llegar a conocer la verdad, las escrituras no te servirán de nada. Tampoco te servirá de nada irte a los Himalayas. Sólo hay una cosa que te puede ayudar: empezar a ver las cosas sin la mente.
Cuando mires a una flor, no permitas que la mente diga nada. Sólo mírala. Será difícil debido a tu viejo hábito de interpretar.
Siempre estás interpretando, y las interpretaciones difieren. Las interpretaciones dependen de la mente. Mulla Nasrudin estaba en el juzgado porque había solicitado el divorcio. Le dijo al juez: «Esto ya se ha vuelto imposible. Cada día cuando vuelvo a casa me encuentro que mi esposa está ocultando a un hombre u otro en el armario».
Hasta el juez se asombró y le preguntó: «¿Todos los días?». Nasrudin contestó: «¡Todos los días! Y ni siquiera con el mismo hombre; cada día un hombre diferente». Sólo para consolar a Nasrudin el juez dijo: «Debes de sentirte muy humillado.
Vuelves a casa cansado y pensando que tu mujer estará esperando para recibirte y darte la bienvenida amorosamente, y al volver cada día te encuentras con un hombre diferente escondido en el armario. Eso no está nada bien». Nasrudin dijo: «Sí, me molesta mucho; porque nunca encuentro sitio para colgar mi ropa».
Cómo interpretas las cosas depende de la mente. Entonces Nasrudin abandonó a su mujer y huyó.
Le cogieron y de nuevo le llevaron ante el juez. El juez dijo: «Nasrudin, has abandonado a tu esposa, eso no está bien, eres un desertor y mereces un castigo por ello». Nasrudin dijo: «¡Espere! Antes de tomar ninguna decisión tiene que ver a mi esposa. Cuando la haya visto no se le ocurrirá decir que soy un desertor. En todo caso dirá: "¡Nasrudin, eres un cobarde!". Y eso sí lo acepto. Yo no soy ningún desertor, simplemente un cobarde.
Pero antes tiene usted que conocer a mi mujer».
Cómo ves las cosas depende de ti, no de las cosas.
A no ser que llegues a un punto en el que abandones la mente interpretativa y veas directamente, inmediatamente, la mente es tu mediador.
Te trae las cosas distorsionadas, te trae las cosas mezcladas con interpretaciones. No son puras. Así que la única forma de alcanzar la verdad es cómo aprender a que tu visión sea inmediata, cómo abandonar la ayuda de la mente... Esta gestión de la mente es el problema, porque la mente sólo puede crear sueños. Y puede crear sueños maravillosos que pueden emocionarte. Y a través de esa emoción el sueño empieza a parecer la realidad.
Si te emocionas demasiado, estás intoxicado, ya no estás en tus sentidos; lo que ves entonces es una proyección tuya. Y hay tantos mundos como mentes, porque cada mente vive en su propio mundo. Puedes reírte de la estupidez de los demás, pero hasta que no empieces a reírte de la tuya propia no serás capaz de convertirte en un hombre de Tao, el hombre natural, el hombre de la verdad. Entonces, ¿qué hay que hacer? Inténtalo con pequeñas cosas: no hagas intervenir la mente respecto a ellas. Cuando mires a una flor, simplemente mira.
No digas: «¡Qué hermosa! ¡Qué horrible!». ¡No digas nada! No pongas palabras, no verbalices. Simplemente mira.
La mente se sentirá incómoda, intranquila. La mente quisiera decir algo. Simplemente dile a la mente: «¡Estate en silencio! Déjame ver. Sólo voy a mirar». Al principio será difícil, pero comienza con cosas en las cuales no estés muy involucrado. Será difícil mirar a tu mujer sin poner palabras. Estás muy involucrado, demasiado enganchado emocionalmente. Enfadado o enamorado, pero demasiado involucrado.
Mira cosas que sean neutras: una roca, una flor, un árbol, la salida del sol, un pájaro volando, una nube flotando en el cielo. Mira solamente las cosas con las que no estés muy involucrado, con las que puedas permanecer desligado, con las que puedas permanecer indiferente. Comienza con cosas neutrales, y sólo cuando lo hayas conseguido muévete hacia situaciones cargadas emocionalmente.
La gente empieza por situaciones cargadas; y fracasa, porque es casi imposible. A tu mujer, o la amas o la odias; no hay término medio. Si amas estás loco y si odias estás loco; de ambas formas vendrán las palabras. Es casi imposible no dejar que vengan, muy difícil, debido a la práctica constante de hablar.
Una mañana fui a casa de Mulla Nasrudin.
Estaban tomando té cuando llegué. Su mujer le decía: «Querido, anoche mientras dormías decías cosas muy desagradables sobre mí». Nasrudin me miró y dijo: «¿Quién ha dicho que yo estaba dormido? No puedo decir nada cuando estoy despierto, por eso fingía estar dormido». Dormido o despierto, cuando estás muy involucrado emocionalmente es difícil dejar la mente a un lado. La mente intervendrá. Así que, primero, observa las situaciones que no estén cargadas.
Cuando tengas el sentimiento de que puedes mirar a ciertas cosas sin que interfiera la mente, entonces inténtalo con relaciones cargadas emocionalmente.
Poco a poco, uno se va haciendo eficiente. Es como nadar: al principio tienes miedo, piensas que no vas a sobrevivir. Y has estado funcionando durante tanto tiempo con la mente que no puedes creer que puedas existir sin ella ni por un solo instante. ¡Pero inténtalo! Y cuanto más vas dejando de lado la mente, más luz llega a ti, porque cuando no hay sueños las puertas se abren, las ventanas se abren, el cielo llega hasta ti y el sol se levanta y llega hasta tu mismo corazón; su luz llega hasta ti.
Cuanto más y más te vas vaciando de sueños, más y más te vas llenando de la verdad. Y si dejas de soñar cuando estás despierto, poco a poco, también dejarás de soñar mientras duermes, porque solamente puede existir como círculo continuo. Si el círculo se rompe por alguna parte, poco a poco, todo el edificio se desmoronará. Si le quitas un ladrillo, todo el edificio ya está en camino de convertirse en una ruina. Si durante el día puedes mirar las cosas sin soñar, entonces durante la noche tendrás cada vez menos sueños, porque tu noche no es otra cosa que el reflejo de tu día, una continuidad del mismo. Cuando el día es diferente, la noche es diferente.
Cuando estás despierto..., y por «despierto» se entiende que no estás soñando, no sólo que tengas los ojos abiertos... Jesús solía decir a sus discípulos: «¡Permaneced despiertos!». ¿Acaso estaban siempre durmiendo, constantemente?, porque cada día les repetía: «¡Permaneced despiertos!». Buda les enseñaba a sus discípulos cada día: «¡Estad despiertos!». ¿Por qué? Ellos tenían los ojos abiertos, tan abiertos como los vuestros y sin embargo Buda y Jesús decían constantemente: «¡Estad despiertos!».
Lo que ellos querían decir es: «¡No soñéis, simplemente estad presentes aquí! ¡No os vayáis a ningún otro sitio!». Si os vais a los recuerdos, al pasado, soñáis; si os vais al futuro, a la imaginación, soñáis. Estad aquí y ahora; sólo entonces no estaréis soñando.
En el presente no hay sueño. En el presente no hay mente. En el presente tú estás ahí y la verdad está ahí. Entonces no hay espacio entre la verdad y tú; porque ambos son verdad, no hay división. Tú te disuelves en la verdad y la verdad se disuelve en ti. Tú te conviertes en Brahma y Brahma se convierte en ti. El soñar crea una barrera a tu alrededor, invisible pero muy sutil, muy poderosa.
Ahora, intenta entrar en este sutra. Actividad y descanso derivan de la ilusión; en la iluminación no hay agrado ni desagrado.
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