Amanece. Muchos aún duermen. Recuerdo a mi padre subiendo las escaleras, lo veo marchándose, solo le miro, la mayoría se va antes de la vejez. Un día en África, sentí intensa indignación por tanta injustica; la recuerdo a ella, piel morena, ojos felinos, fragancia de juventud y ninguna esperanza.
Recuerdo esa terraza en Hong Kong, ella esperaba a alguien mientras yo observaba la ciudad desde aquella elevada azotea.
Se integró al paisaje, mi soledad estaba distraída con su presencia, hasta que llego él; creo que se amaban, mi soledad de inmediato miró en otra dirección; saqué un pañuelo, no, no estaba llorando, solo que mi nostalgia se había acostado en el suelo. El edificio de al lado está vacío, como el vecino que cada tarde, a la hora vespertina, saca de paseo a su depresión, camuflada en un perrito atado a su mano.
Acabo de encontrar una foto de mi cumpleaños veintinueve, cuando alguien me dio como regalo un viaje en barco a Marruecos. Eran tiempos en los cuales merodeaba por Europa, inventariando individualismos y presenciando maratones de egoísmo. Una noche, casi veinte personas sucesivamente me negaron hospedaje. Eran ecologistas, y algunos eran diputados verdes. Entonces comprendí que la ecología que no es vivencial es solo estrategia falaz. Esa noche tuve que dormir en un parque vecino, donde estaba permitido dormir, siempre y cuando lo hicieras sentado. Mi barba renueva su color, que comenzó a cambiar hace un par de años, y cree que no me doy cuenta, que sigo siendo el mismo. Busco un chocolate, me acerco a la ventana, me siento libre, no soportaría una vida sin libertad, pienso. He viajado por todo el mundo, conozco bosques de ceguera y montañas de soberbia, océanos de indiferencia y centros comerciales donde se vende absolutamente todo lo que no necesitamos. Soy libre. «¿Para qué ser libre?», me pregunté con frecuencia. Para empaparme de vida, para ser yo mismo, pero en mi mejor versión; para tejer mis días con los hilos de la esperanza, para espiritualizar lo mundano y elevar a categoría de sagrado mi cuerpo y sus instantes. Soy libre para correr hacia mi horizonte predilecto, purgado de adicciones y dependencias, fluyendo como el agua, subiendo como el humo, llenándome de luz como la luna, orillando la plenitud como el ferviente aprendiz. No prometo nada, solo vivir con pasión y desapego, quizá la libertad sea mi apego secreto. He conocido personas que buscan ser libres, pero no saben para qué; jóvenes que en nombre de la libertad se llenan de cadenas, mujeres que confunden vida con celda confortable, en nombre de la institución matrimonial; he presenciado a las nuevas generaciones, cayendo en manos de las adicciones, frecuentando bares donde ponen en remojo sus neuronas, adolescentes que ya saben cómo hacerse daño, niños que aprendieron a aburrirse. La libertad es el terreno donde crece el árbol de la autenticidad, es la posibilidad de ser tú mismo, desde ese trabajo interior que solo tú podrás realizar. ¿Eres libre? ¿Te sientes libre? Conozco gente atrapada incluso en lo que ama. La libertad comienza con ese trabajo interior, que no es otra cosa que conocerse, y ello ocurre cuando comienzas a observarte.
Al conocerte podrás darte cuenta de lo que precisas cambiar y de aquello que puede actuar como tu fortaleza. Recuerda entronizar a tu conciencia como la máxima autoridad, de esa manera podrás resistir con facilidad los embates del entorno, siempre entrometido. Todos tenemos algún familiar que quiere que hagamos lo que hizo, lo que no hizo; todos conocemos gente dispuesta a aconsejarnos sin escucharnos, sin conocernos, sin darse cuenta que cada uno es una historia única e irrepetible.
En verdad es mi libertad la que quiere hablar con la tuya, decirle, por ejemplo: «Haz lo que sientas que tienes que hacer; si aprendiste a amar, esa es la mejor garantía». Si tienes un plan de vida, con objetivos claros y maneras cuidadosamente elegidas, adelante, recuerda que la gente libre es aquella que decide tomar las riendas de su vida, porque la libertad tiene como apellido responsabilidad. Si estás dispuesto a ser libre, deberás crecer con todo lo que te pasa, esto es, estar preparado para todo, en un contexto de coherencia creciente. Entrégate a todo lo que te toque hacer, apasiónate desapegadamente, sin perder de vista las creencias que influyen en tu vida, sin descartar modificarlas si en algún momento ellas se convierten en una interferencia.
Aquello en lo que crees, puedes cambiarlo siempre que sea necesario; son los objetivos los que deben ser mantenidos hasta lograrse y, a veces, descartarse, y los principios, como cimientos de una vida digna, rara vez deben modificarse.
En la vida, constantemente estarás en situación de quedar enganchado a algo o a alguien. Permanece atento, siempre dispuesto a soltar cadenas, dependencias; sentirse libre le da un sabor increíble a la vida. Autorregula tu libertad, llévala hasta niveles de soberanía existencial, recuerda que se puede aprender a usar cada vez con más excelencia, que puedes aprender a vivir cada vez mejor y llegar al punto máximo de intensidad existencial, contexto en el que puedes direccionar tu energía con creciente lucidez y ponerla al servicio de tu crecimiento, mientras disfrutas de la vida y sus sorpresas. Necesitarás desafíos grandes para volar cada vez más alto, adversidades para hacerte fuerte, enfrentar problemas para desarrollar tus capacidades y ejercer tu poder. Cuando te encuentres en situaciones difíciles, identifica la emoción predominante en cada situación, al punto de elegir cómo quieres manejarte en cada caso. No te propongo ninguna forma de represión, solo conciencia, darte cuenta, respirar profundo, reciclar emociones inadecuadas o canalizarlas adecuadamente. Eso es trabajo interior, ser soberano y gobernante de lo que sientes, usando en cada situación la emoción precisa.
La gente libre hace lo que ama y, cuando es necesario hacer algo diferente, aprende a amar lo que le toca hacer. De esta manera, aprende a ser cada vez más libre, más auténtico, más tú mismo, pintando de colores el viaje de la vida, donde vivir es elegir y ello debería incluir la elección de amistades inteligentes y libres como tú. Recuerda, la gente libre se da tiempo para sí misma, pero a veces olvídate del tiempo y limítate a hacer lo que estás haciendo, convertido en lo que haces. Date tiempo para estar con los que amas, camina con la mente abierta a casi todo, abraza si así lo sientes, acaricia, expresa lo que transporta tu corazón; explora sin temor, la vida es una maravillosa aventura reservada para libres; apodérate de tu vida sin olvidar que el hombre libre es aquel que es dueño de sí mismo. Recuerda también que solo quien es feliz y vibra desde el amor es libre de verdad. ¿Sabías que el tiempo libre requiere gente libre? ¿Que el tiempo libre requiere una buena preparación para saber usarlo adecuadamente? ¿Que el tan buscado tiempo libre se ha convertido en un tiempo de autodestrucción? Vivimos en una sociedad llena de necesidades innecesarias y simultáneamente con necesidades insatisfechas, atenazada por el miedo al qué dirán, al fracaso y al rechazo; sometida a la resignación, porque la información reemplazó a la sabiduría, el confort a la felicidad, el trabajo a la misión. La gente de este tiempo vive anestesiada por la creciente oferta de distracciones, en un contexto donde lo recreativo ha pasado a llenar el vacío del sinsentido.
En una situación como esta, te pido conservar tu libertad, es decir, asume la responsabilidad de vivir bien. Ignora el desorden llamado infelicidad, es un mal ejemplo que no precisas seguir; escucha el silencio más que los consejos de quienes nunca aprendieron a vivir; la voz de tu conciencia, una vez apagadas las otras voces, será un asesor valioso. Sucede que para desplegarse, la libertad precisa de la responsabilidad que proviene del crecimiento, el cual emana del trabajo interior.
La libertad se dispersa poderosamente cuando está adecuadamente mezclada con felicidad y amor; su espuma es duradera cuando el fuego del conocimiento la mantiene viva.
La libertad sabe dar la bienvenida a las sorpresas y siempre dispone de un plan B, entonces, casi nunca pierde su centro, ella sabe el poder que posee cuando está en la actitud adecuada, de la manera precisa, haciendo lo que tiene que hacer.
La libertad se impulsa con el combustible del conocimiento. Cabalga tranquila, sabe cuál es su Norte, por ello avanza indetenible sin distraerse con el simplismo ni perder tiempo en lo que no tiene sentido. La libertad usa riguroso traje transparente, no tiene nada que ocultar, tiene la forma de la circunstancia en la que se encuentra, palpita con la intensidad de quien sabe que por sus venas circula la plenitud y que sus huellas irradian una música parecida a la felicidad. Vivir con libertad se convierte en una de las actividades más placenteras; es tener permiso para producir milagros, es horadar el tiempo y encontrar en lo profundo de cada instante la eternidad, es acceder a la médula de la vida y germinar semillas de plenitud.
Las entrañas de la libertad son luminosas, sus alas saben de imposibles y están preñadas de otras realidades, su mirada se alimenta de luz y transporta múltiples sueños, solo interrumpidos por rituales donde se maneja la energía, colocándola al servicio de la evolución. Ser libre es la mejor manera de iluminar el camino del amor, la mejor semilla para cultivar, en el terreno de la felicidad, la más hermosa invitación a ser tú mismo y, desde ti, a desplegar tus alas y disolverte en el orden cósmico, la casa grande donde nos esperan. Te invito a ser libre definitivamente y también a compartir conmigo un diálogo sobre el tiempo, el presente y la muerte, en la próxima carta. Te confieso que el próximo secreto alude a mi reflexión predilecta, y será una alegría compartirla contigo.
Chamalú.
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/
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