lunes, 26 de septiembre de 2016
De lo humano a lo divino (Capitulo 12º (Aprendiendo a Vivir)
Capítulo 12º
APRENDIENDO A VIVIR
Paloma se abrió a recibir todos los regalos que el Universo tenía preparados para ella, pero lo que no sabía es que llegarían muy poco a poco y aún le quedaba por pasar muchas tristezas y derramar muchas lágrimas.
Tenía la seguridad de que no estaba sola.
Le podían fallar sus amigos y hasta su madre, pero los MAESTROS, sus ángeles, y PAPA DIOS nunca le fallarían y tenía la seguridad y la prueba de ello. Así con esa seguridad que da el estar convencido de la verdad empezó su nuevo caminar por un sendero hasta ese momento desconocido.
Se había quedado sin nada material, sus amigos habían desaparecido y su madre no le respondió, ni siquiera le preguntó cómo estaba o si necesitaba algo. A veces tenía la sensación que la gente no la veía. La miraban pero no la veían y realmente así era porque nadie era capaz de entrar dentro de ella y ver la soledad tan inmensa que sentía y lo sola que se encontraba.
Pasó varios meses sanando su cuerpo y sobre todo sanando su alma. No quería caer en la rabia ni en el rencor. Sabía que si lo hacía, su ex-compañero o, lo que es lo mismo, la energía negativa, ganaría la batalla y eso no lo podía permitir. Un día sintió que ya estaba lista para seguir su nuevo camino y pidió a PAPA DIOS la enviara antes de empezar su nueva misión a algún lugar especial para llenarse de nuevo de energía amorosa. Al día siguiente, desde Puerto Rico, recibe una llamada de un productor amigo suyo.
Hola Paloma, tengo una sorpresa para ti.
Me voy la semana que viene a Israel y he pensado que tú debes estar allí conmigo.
Mi equipo y yo vamos a grabar un documental sobre la vida de JESÚS y sería bueno que tú dieras tu versión y con tu gran sensibilidad pudieras aportar algo diferente.
Cuando Paloma escuchó aquellas palabras sintió cómo todo su ser vibraba.
Una oleada de energía le entró por el chakra coronario. En sólo veinticuatro horas le habían respondido a su petición. No sólo la mandaban a un lugar especial para llenarse de energía amorosa, sino que era el “lugar más especial” de todo el planeta. No había otro lugar para ella tan especial como ese. Aún, con el teléfono en la mano, miró al cielo y de su corazón salió una oleada de gratitud para PAPA DIOS sus Ángeles. Realmente en esos momentos era el mejor regalo que le podían dar.
Cuando colgó el teléfono las lágrimas le caían por sus mejillas, pero esta vez eran de felicidad. Dentro de la euforia que le supuso este regalo no dejó de darse cuenta que tenía poco tiempo y todo estaba por hacer. Sabía que su tiempo en España se había acabado. Tenía que dejar la casa alquilada y dejar arregladas todas las cosas que aún estaban a medias y sólo tenía una semana. El problema económico se solucionó. El amigo la volvió a llamar y le dijo que ella se comprara el pasaje de España a Israel y él le pagaría el de Israel a Puerto Rico.
Paloma salió de España con tres maletas, pero lo que realmente le pesaba era su dolor por dejar a sus hijos. No quiso derramar ni una lágrima pues tenía la esperanza de que las cosas económicas se solucionaran. Por otro lado, su corazón de madre lloraba por la separación de sus hijos. En esos momentos ella los necesitaba más que nunca.
Habían sido su fuerza y su motivación para seguir viviendo y ahora los dejaba para irse a vivir a un país que adoraba pero aún hablando el mismo lenguaje, había momentos que no se entendían. Y con esa carga emocional llegó a Israel. Ese país fue para Paloma como un bálsamo para sus heridas.
Fue como agua para el sediento. Se cargó con todo el amor del MAESTRO JESÚS.
Paloma sintió la necesidad de plasmar en un papel todo lo que en esos momentos sentía: VIAJE A ISRAEL Cuando llegué a Israel, mi vida y mi fe estaban en plena crisis.
Dicen, que todo ser humano tiene que pasar por la pasión, crucifixión y muerte.
Yo me encontraba espiritualmente en el monte de los Olivos pidiendo a DIOS que apartara de mí ese Cáliz tan amargo de la duda, de la falta de fuerzas para seguir adelante, de la soledad y de la tristeza.
Sabía de mi misión y me asustaba seguir adelante. Escogí el papel de víctima y al hacerlo mi alegría desapareció.
Esa alegría que en muchos momentos de mi vida me había librado del caos. Pero ahora en esta noche oscura del alma ya no me acompañaba, estaba sola y como el MAESTRO JESÚS clamé al cielo pidiendo ayuda. ¡DIOS Mío, aparta de mí este cáliz y dame las fuerzas y alegría para poder seguir adelante! Y PAPA DIOS me escuchó, y para darme fuerzas me mandó a Israel.
Y aquí, en esta bendita tierra empecé a sentir de nuevo la energía de mi MAESTRO JESÚS. En cada paso, en cada esquina estaba ÉL, y me dejé envolver y acariciar por su Amor.
Al hacerlo el escudo protector que había creado para no llorar se derrumbo, y en un punto del camino, siguiendo los pasos de JESÚS, el dique se desbordó. Todas las lágrimas reprimidas, amarguras y tristeza salieron a flote. En ese momento crucial en el que se estaba realizando la PASION Y MUERTE de mi SER sentí al MAESTRO JESÚS decirme: ¡Mi niña, no sigas caminando con mi cruz, déjala aquí! Yo no la cargué hace 2000 años para que los humanos la sigan cargando ahora.
Vive con alegría, pues sin ella no llegarás a DIOS. Dile al pueblo de Israel, que es la representación del mundo, que sean como niños, puros, inocentes y alegres. ¡Esa fue mi enseñanza entonces, ahora y siempre...! ¡GRACIAS AMADO JESÚS, POR LA VIDA Y POR LAS COSAS HERMOSAS QUE ME HAS DADO!
Y así llena nuevamente del Amor del Maestro llegó a Puerto Rico ilusionada con su nueva vida, pero también maltrecha y débil emocionalmente.
Tenía que empezar a vivir a sus 50 años, sin gente querida a su alrededor, sola, sin apoyo económico y sin alguien que la respaldara.
Era un ave libre, sin amarras de ningún tipo, tuvo que aprender a pedir favores, algo que la ponía enferma y la humillaba.
El ave se sintió prisionera en una cárcel sin poder tener mucha libertad para hacer lo que realmente le apetecía. La cárcel era todo un país. No importaba lo grande que fuera la cárcel no podía moverse de ese lugar y eso le daba la sensación de estar prisionera sin tener más posibilidades de elección.
Los primeros meses fueron los más duros de su vida. Buscaba constantemente motivación para seguir viviendo pero parecía que el Universo no se lo ponía fácil.
Su alma estaba herida mortalmente y aunque ella sonreía por fuera e intentaba estar alegre, por dentro se estaba muriendo. Ella lo sabía y pedía socorro, pero nadie la escuchaba, estaban demasiado pendientes de sus cosas personales para preocuparse u ocuparse de un ser humano que buscaba desesperadamente puntos de apoyo para poder seguir adelante.
A todo esto, Paloma añadía la preocupación de que en cualquier momento pudiera caer enferma.
Ella sabía que cuando durante un tiempo prolongado hay desarmonía el cuerpo pasa factura y podía caer enferma.
Eso la angustiaba aún más y a su mente le venían constantemente las mismas preguntas. ¡Dios Mío! ¿Y si caigo enferma, quién me va a cuidar, y con qué dinero voy a vivir si no puedo trabajar?
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