lunes, 3 de agosto de 2015
LIBRO Desde el Otro Plano ((Paul Éluard) – Introducción
LIBRO Desde el Otro Plano ((Paul Éluard) – Introducción
Este escrito está dedicado a aquellos de mente abierta, capaces de cuestionarse hasta sus creencias más queridas, que estén dispuestos a descubrir sus condicionamientos y a, tal vez, tener otra visión de lo que siempre ha sido tomado por cierto, o de aquello que quieren que nos tomemos por cierto. Esta es la primera entrega y durante las próximas semanas, cada viernes, iré añadiendo un nuevo capítulo.
INTRODUCCIÓN
“Hay otros mundos… Pero están en éste” (Paul Éluard)
La sala era enorme, circular y abovedada, sus muros parecían hechos de luz sin un solo ángulo, allí donde se unían con el suelo lo hacían en una curva suave y en el centro, como si estuviese integrado en el conjunto, emergía lo que parecía una mesa circular, como si fuera una seta de ancho pie con sombrero muy plano.
Sobre ella se inclinaba ligeramente un ser luminoso, de un color azul profundo, al mismo tiempo que otros dos de aspecto semejante, pero uno con una tonalidad azul claro y otro amarilla, parecía que entraban a través de un espacio que se había abierto en la pared, hasta un momento antes sin apertura aparente, es como si el muro de luz se hubiese abierto como una cortina y se…
Pero, tal vez, debería ir hacia atrás y explicar como llegué hasta este lugar:
Llevaba unos días con gran inquietud y ansiedad, nada parecía salir a derechas, y aunque ya me debería haber acostumbrado por llevar mucho tiempo así, seguía sin resignarme y buscando una explicación o razón, por aquello de que para toda pregunta siempre hay una respuesta, aunque esta no fuese la esperada o agradable.
Por ello, decidí buscar un momento en que nada me interrumpiera para hacer una meditación lo más profunda posible. Me sentía inquieto, más de veinte años de práctica no te garantiza nada, así que intenté darme cierta calma poniendo una grabación con el sonido del mar, tratando de acompasar mi respiración con ella. Como otras mucha veces pensé que, tal vez, lo único eterno y que ha permanecido sin cambios desde el principio de los tiempos, desde hace miles de millones de años, es ese sonido. Los cielos y las estrellas han cambiado, la tierra ha cambiado, ya nada es igual, nada menos ese sonido…
Se hizo el vacío mucho antes de lo que esperaba y sentí como si algo me atrajera con fuerza, como si fuera succionado fuera de mi mismo… Me dejé ir por la sensación de profunda paz y sosiego, me confortaba el silencio y la serenidad que pertenecían a esa otra dimensión en la que tanto anhelas sumergirte, pero que tan pocas veces logras con total plenitud. Cuando apenas estaba empezando a disfrutar de esa sensación tan liberadora algo se interpuso en mi visión interior: Alguien estaba ahí y me observaba. Me había sobresaltado, así que respiré profundamente para volver al estado de relajación y tratar de ignorarlo, pero no desapareció.
No me gustan las apariciones en mis meditaciones o estados alterados de consciencia, si bastante tengo con intentar tratar con los vivos y saber si me dicen la verdad, no tengo el menor interés en tratar de hacer esas averiguaciones con estos, he tenido suficientes experiencias en mi y en otros para desconfiar y, además, tuve en su momento alguien que me previno sobre lo que no podías de forma alguna comprender, alguien mucho más capaz que la inmensa mayoría de los que, porque de vez en cuanto tienen algún acierto, se autodenominan videntes. Por eso intenté seguir adelante dejando eso atrás, fuera que fuese, pero no desaparecía, cada vez era más contundente su presencia, más clara, así que decidí averiguar si era un fantasma de mi mente u otra ocurrencia de mi subconsciente, de ese lugar de donde a todos nos nacen tantas cosas y que hay que tomarse con tanta precaución como las presencias foráneas:
− ¿Quién eres?
− Soy el que soy.
Vaya… Esto iba a ser divertido, estaba claro que mi subconsciente debía estar juguetón, eso o demasiados problemas que me distraen, pensé.
− Y yo soy el que soy, respondí con cierta ironía.
− La diferencia es que yo sé quién soy y tú no lo sabes.
Vaya, si no era mi subconsciente, lo cual ahora parecía más probable, debía ser un espíritu juguetón que iba de listo, razón de más para salir de la meditación, pero como tenía urgencia de comprender algunas cosas y de paz no quería abandonar tan pronto, además… Soy curioso.
− ¿Cuál es tu nombre?
− Mi nombre no debe ser pronunciado.
En este momento su imagen ya se había aclarado, era un ser luminoso, como de tres metros de altura según mi percepción del espacio y sin forma definida; no me producía miedo pero tampoco seguridad, era algo frío, indiferente.
− Si quieres hablar conmigo me sería más fácil que adoptaras una figura más humana, alguien a quién pudiera verle el rostro.
Sin decir nada, tomó la figura de una persona muy querida que se había ido hacía muchos años. Empezó a hablarme y sentí la misma voz, la misma expresión del rostro, todo era esa persona:
− ¿Te acuerdas cuando…?
Y me recordó cosas de mi infancia que sólo eran conocidas de unas pocas, muy pocas personas o incluso sólo de ella… También me recordó otra conversación cuando yo era muy joven y hablábamos de la muerte, sólo ella y yo conocíamos esa conversación. En aquél entonces, lleno de las ideas y dogmas de todo lo que leía, intentaba convencerla y ella, con cara muy seria y moviendo la cabeza negando, sólo repetía frente a cada argumento:
− Ahí hay más de lo que queremos saber…
La misma vibración de duda, el mismo rostro con una expresión de temor incluso, temor que yo entonces no podía ni compartir ni comprender, a pesar de que tendría que haber sospechado que tenía buenas razones para ello… Me estaba emocionando cuando, de pronto, cambió y adoptó la imagen de un anciano venerable de barba blanca, y luego pasó a otro parecido, pero más seco con un turbante, siguió una mujer de rostro bondadoso con un manto azul y con una aura luminosa, luego un buda, después un monje shinto y así siguieron apareciendo distintas personas, incluso en un momento apareció la figura de lo que podía parecer un demonio de rostro sonriente, incluso hermoso a pesar de la desafiante mirada… Estaba jugando conmigo y me sentí incómodo, pero en cada una de esas figuras transmitían la paz o la fuerza que en el fondo necesitaba, se me hacía difícil substraerme a ellas.
− ¿Por qué tomaste la figura de ………. ?
− Porque quiero que entiendas bien, y comprendas perfectamente que si quisiera engañarte lo podría hacer, ni tú ni nadie podría saber distinguir la verdad de la mentira.
− ¿No me podría haber dado cuenta?
− Ninguno de vosotros habéis sido preparados para entender cómo moverse en otro plano que no sea el físico, lo que creéis podéis controlar es normalmente sólo una ilusión de la mente, de vuestra vanidad, necesidad de seguridades y control, de vuestro ego. Si os encontráis con cualquier entidad propia de este espacio, que no fuera fruto de vuestra imaginación, no sabrías ni qué hacer con ella. En este plano no entendéis la jerarquía de sus leyes y principios, no entendéis nada, sólo imagináis entender… ¿Qué figura eliges?
− Elige tú, aceptaré la figura que tú prefieras.
− Que así sea.
Pero no cambió, volvió a la imagen de luz sin forma, sexo, edad o nada que pudiera darme referencia alguna. En fin, pensé, tampoco te sirve aquí abajo ver los rostros de la gente, al final, te engañan igualmente si quieren, por lo menos este ser me ha demostrado que me podía engañar, bueno, lo había hecho en realidad.
− No sé quién eres, ni cómo eres… ¿Puedo saber qué quieres?
− Quiero que me acompañes para mostrarte algo.
A mi uno de estos ya no me lleva ni la vuelta de la esquina, pensé para mí, pero mi curiosidad fue más fuerte:
− ¿Qué es lo que quieres mostrarme?
− Lo que, tal vez, cambiará para siempre tu forma de ver el mundo.
Seguía desconfiando y me sentía molesto, era demasiado halagador que un ser luminoso quisiera mi atención, a otro perro con ese hueso, mi ego no necesita de seres luminosos que me reafirmen, necesito resolver otros problemas y otras cosas, pero de eso me sobra a mí y al mundo, así que tomé una respiración profunda e intenté una vez más eliminar esa imagen de mi mente, pero sin lograrlo, permanecía imperturbable.
− No te esfuerces, podemos terminar esto cuando tú quieras, yo te atraje hasta mí pero no voy a retenerte, sólo tienes que decirlo y nunca más volveré a molestarte.
− ¿Y tú, mostrándome eso que es tan importante, qué quieres?
− Nada, no quiero nada.
− No es cierto, todo el mundo quiere algo.
− Sí, tienes razón, pero no es nada de lo que tú me puedas dar. Tómatelo como si para mi fuera un experimento.
− ¿Y que gano yo con ello?
− Nada… O todo. Si quieres esa es la finalidad del experimento, averiguar si puedes ganar algo con ello.
− ¿Y qué quieres mostrarme?
− Quiero mostrarte los que gobiernan tu mundo y te gobiernan a ti, que sepas quienes son tus amos.
Eso me sonó a sociedades secretas y poderes ocultos, a gobiernos en la sombra, a conspiración… Hay tanto sobre ello que eso ya no puede inmutarme, ¿qué interés podría tener conocer los nombre de quienes están detrás de la fachada que nos presentan si no podía hacer nada para cambiar mi vida? En ese sentido sería mucho más útil que me diera los números de algún gordo de la lotería o algo parecido, al final, como decía Alejandro Dumas en el Conde de Montecristo, la única libertad a la que puede aspirar un ser humano en este mundo es la libertad que le da el dinero. ¿Qué utilidad podría tener saber más sobre conspiraciones, que discutir más aún con los pocos amigos conformistas, o que querían conformar a otros, que me iban quedando?
− No es sólo es ser amo de tu vida física, es también ser amo de tu vida espiritual.
Había adivinado lo que pensaba, entonces debía ser sólo una imagen viva de mi subconsciente.
− Deja que te muestre lo que quiero mostrarte y decide si eso es cosa de tu subconsciente, si tu subconsciente es capaz de imaginar algo parecido.
− Bien, ¿qué quieres que conozca?
No había terminado de decir eso que fue como si una niebla que nos rodeaba, y de la que no había sido consciente hasta ese momento, se difuminara. Reconocí inmediatamente donde estaba, lo había visto antes en regresiones, eran los espacios de luz, de entrevidas. No era un lugar que me gustara por muy agradable que resultara, sabía que había ahí mucho más de lo que a los más despiertos agradaría, como me habían dicho hacía muchos años sin comprenderlo entonces: Ahí hay más de lo que queremos saber… No me sentí confortable porque ya había tenido experiencias con los seres de luz de estos lugares y los resultados no habían sido los esperados, muchas cosas no son lo que aparentan a pesar de la enorme paz que emanan. De alguna forma notó mi resistencia:
− No temas, yo no soy de este lugar, y estando conmigo ninguno de los que aquí están pueden verte, oírte o sentirte.
Llevaba mucho tiempo preguntándome que eran en realidad estos lugares, así que no dudé en preguntar:
− ¿Qué es este lugar en realidad?
− Es lo que entendéis como el paraíso o el nombre que según cada religión o creencia le queréis dar, pero en realidad es la última esfera de la prisión que es vuestro mundo, más allá de ella está la libertad, pero salvo unos pocos, muy pocos y escasos, el resto os quedáis siempre en él, sin trascenderlo, porque es la continuación de lo que en vuestro mundo buscáis.
− ¿La continuación de…?
− ¿Qué espera la inmensa mayoría…? Un lugar donde disfrutar de los placeres terrenales, o un lugar donde dejar de sufrir y seguir viviendo igual que antes pero sin problemas, o un lugar de espera para volver a vivir en un futuro en el mundo, o un lugar donde sin esfuerzo obtener el conocimiento, la comprensión y la sabiduría que no fueron capaces de querer alcanzar el vida, porque era mucho más confortable vivir una mentira que afrontar la verdad… Tenéis tantos deseos por vivir que lo más lógico era crear un espacio a la medida de vuestros deseos, bueno, la verdad es que vosotros mismos lo sostenéis con la energía de esos deseos, al igual que sostenéis el mundo en el que vivís.
− Entonces no es el paraíso.
− Al contrario, para la mayoría lo es, pero averiguarás tú mismo lo que es, aunque debes saber algo más: Los seres que gobiernan este plano tienen un acuerdo de hace millones de años con la raza que gobierna a nivel físico vuestro mundo, los llaman sus Aliados, aunque otros los conocen como los Destructores, es una alianza que llamaríamos simbiótica, donde cada uno obtiene del otro algo que necesita. Lo que de ahora en adelante vaya a suceder te explicará mucho más sobre todo ello que lo que yo pueda decir.
− ¿Sabes lo que va a suceder?
− Podría… ¿Pero quién te dice que vaya a suceder y no haya sucedido ya…? Sígueme y no temas, recuerda que no te pueden ver, escuchar o sentir, pero tú podrás ver, escuchar y sentir todo lo que ellos vean, escuchen o, incluso, sientan. Podrás estar dentro de cada uno de los seres que observes y conocer sus más íntimos pensamientos, pero no intentes volver aquí sin mí, jamás volvería a ser así.
Así, sin saber cómo, nos encontramos en la sala de la que hablaba al principio.
− El ser en el centro de la sala se llama Amfas, dentro de este espacio es alguien muy poderoso e importante, el que entra Arakik y el que le sigue Aganan. Esos son sus colores naturales, los que entre ellos no se pueden ocultar y que, según crecen en conocimiento y poder, van tornándose más profundos y oscuros. Sin embargo, para mostrarse a los que llamaban receptáculos de almas, vosotros los humanos, lo mejor es siempre tornarse del color más simple: El blanco, como mucho un amarillo dorado.
− ¿Cómo tú?
− Así es, como yo, pon atención y déjate llevar, no cuestiones, no te resistas ni temas, sólo experimenta, es importante.
Fuente: Vuelo a la Libertad
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