12º Y ÚLTIMO TRABAJO DE HERCULES: Capturar la roja Manada de Gerión.
1.-: El Maestro, desde su lugar de paz, habló a Hércules:
- Estás ahora ante del último Portal. Queda un trabajo para que
el círculo se complete y alcances la liberación. Ve a ese oscuro lugar
llamado Eritia, donde la Gran Ilusión está entronizada: donde
Gerión, el monstruo de tres cabezas, tres cuerpos y seis manos, es
señor y rey y retiene ilegalmente una manada de bueyes rojizos.
Debes conducir esa manada desde Eritia hasta nuestra Ciudad
Sagrada. Cuidado con Euritión, el pastor, y con su perro de dos
cabezas, Ortro.
Hizo una pausa y agregó lentamente:
- Puedo hacerte una advertencia: Invoca la ayuda de Helios.
2.- El hijo del hombre, que era también hijo de Dios, partió a
través del Duodécimo Portal. Iba en busca de Gerión.
Dentro de un templo, Hércules hizo ofrendas a Helios, el dios del
fuego en el sol. Meditó durante siete días, y entonces le fue concedido
un favor: Un cáliz de oro descendió desde lo alto hasta sus pies. Y él
supo, en lo íntimo de sí mismo, que aquel brillante objeto le permitiría
cruzar los mares para llegar a la región de Eritia.
Y así fue. Dentro de la segura protección del cáliz de oro,
navegó a través de agitados mares hasta que llegó a Eritia y
desembarcó en una playa de aquel lejano país. No mucho después,
llegó a la pradera donde la rojiza manada pastaba. La cuidaban el
pastor Euritión y Ortro, el perro de dos cabezas.
Cuando Hércules se aproximó, el perro se adelantó veloz como
una flecha hacia el desconocido y se abalanzó, gruñendo, sobre él,
dando feroces dentelladas con sus colmillos al descubierto. Pero
Hércules con un golpe certero y decisivo de su garrote, lo derribó.
Entonces, Euritión, temeroso del bravo guerrero que tenía
delante, le suplicó que le perdonara la vida. Y Hércules se lo
concedió. Y, conduciendo a la manda rojiza delante de él, se dirigió
hacia la Ciudad Santa.
No había ido muy lejos cuando percibió tras él una distante nube
de polvo que rápidamente se agrandaba. Suponiendo que el monstruo
Gerión venía en furiosa persecución, se volvió para enfrentarse al
enemigo.. Soplando fuego y llamas por sus tres cabezas a la vez, el
monstruo se encontró con él. Gerión y Hércules estaban frente a
frente.
Gerión arrojó a Hércules una lanza muy bien dirigida pero,
inclinándose ágilmente a un lado, Hércules esquivó el venablo mortal.
Luego, tenso su arco, disparó una flecha que parecía incendiar el
aire cuando la soltó, y golpeó al monstruo de lleno en su costado. Con
tan gran ímpetu la había disparado, que atravesó los tres cuerpos del
feroz Gerión. Con un agudo y desesperante gemido, el monstruo se
inclinó y después cayó, para no levantarse nunca más. Entonces,
Hércules condujo el ganado colorado hacia la Ciudad Santa,
3.- El viaje de regreso resultó mucho más accidentado que el de
ida. Tuvo, primero, que matar tantos monstruos en Libia que, para
conmemorarlo, se erigieron luego las "Columnas de Hércules", que
separan la Libia o África del Norte, de Europa y que no son otras que
la roca de Gibraltar y la de Ceuta. Luego, tuvo que atravesar España,
la Galia, Italia, Sicilia y Grecia. En Liguria fue atacado por los
belicosos indígenas. Eran tantos que Hércules agotó sus flechas e
incluso las piedras a su alcance, así que pidió auxilio a Zeus, su padre,
y éste envió contra sus enemigos una lluvia de pedernales, que acabó
con ellos. Luego, los ladrones Alebión y Derkinos, hijos de Poseidón,
intentaron quitarle el rebaño. Hércules los mató. Al llegar a Calabria,
uno de los toros se escapó y cruzó a nado el estrecho entre Italia y
Sicilia. Hércules dejó el resto del rebaño al cuidado de Hefaistos y
corrió tras el descarriado. Después de matar a Etix, rey de los elimes,
que quiso quedarse con él, lo hizo regresar con los demás. Llegados a
Grecia, fueron los toros atacados por un enjambre de tábanos,
enviados, lógicamente, por Hera, que los enloqueció y dispersó.
Hércules reunió a los que pudo y los otros se hicieron salvajes por las
llanuras de Scitia. Y, por fin, entregó los toros a Euristeo, que los
sacrificó a Hera.
.
Aunque fatigado por este exigente trabajo, Hércules finalmente
regresó. El Maestro esperaba su llegada.
- Bienvenido, Hijo de Dios que es también hijo del hombre. - ,
saludó así al guerrero que regresaba. - La joya de la inmortalidad es
tuya. Con estos doce trabajos has superado lo humano y ganado lo
divino. Has llegado al hogar, para no dejarlo más. En el firmamento
estrellado será inscrito tu nombre, un símbolo para los luchadores
hijos de los hombres, de su destino inmortal. Terminados los trabajos
humanos, tus tareas cósmicas empiezan.
.
4.- Pensemos en Hércules como en un Salvador del Mundo. Ha
tenido una visión de algo que ha de hacer. Ve a la humanidad poseída
por un monstruo, un hombre de tres cuerpos, símbolo de un ser
humano con sus tres vehículos, mental, emocional y físico unidos.
Ese monstruo humano de tres cabezas representa la fuerza
egoísta concentrada por el hombre y que le ataca en todos los
aspectos: moral, mental y físico. Las masas humanas están
representadas por el rebaño rojo, dominado por ese monstruo de tres
cabezas.
El pastor que cuida el rebaño, del que Hércules se compadeció y
cuya vida perdonó, representa la mente. Por eso fue respetado, porque
no se puede concebir ningún ser humano encarnado que no necesite
usar la mente como intérprete de la energía espiritual.
El perro de dos cabezas es la Ley Convencional del Viejo Orden,
guiada por el egoísmo, conocida como “ortodoxa”, y que ha de ser
sustituida por la Nueva Ley, inspirada por el amor. Porque la Ley
ortodoxa, como el perro, posee un doble aspecto: es, a la vez, buena y
mala, pues nunca beneficia a todos, sino que contenta a unos y daña a
otros. El trabajo del Nuevo Día consiste en separar ambos aspectos.
Por una parte, hay que eliminar lo que no es ya útil y entorpece y, por
otra, hay que conservar lo que hay de aprovechable.
Hércules, el dios Sol, representa la ley cósmica que
finalmente extrae el bien del mal y el orden del caos.
El destino de la humanidad como conjunto está representado por
el hecho de que, al regresar a casa, Hércules coloca el rebaño en un
recipiente de oro, que le ha dado el dios del Sol, Helios.
Fijémonos en que al guardián del ganado, Ortro (el aspecto
forma), se le dio muerte, pero el pastor y el ganado fueron
introducidos en la copa de oro y elevados hasta el cielo. Aquí tenemos
representado el Santo Grial; y así se realizó el trabajo. El Salvador del
Mundo había cumplido su función; había elevado a la humanidad. Y
eso es, precisamente, lo que hizo Cristo.
Se habla, a veces, del fracaso del Cristianismo. Pero no hay
fracaso por parte del Gran Plan. Tal vez lentitud, pero, ¿sabemos cuán
desastroso sería si la evolución fuera demasiado rápida, cuán peligroso
si la gente fuera sobreestimulada antes de estar preparada para ello?
Todos los Maestros conocen los peligros de la sobreestimulación, los
desastres que ocurren cuando una persona hace ciertos contactos antes
de que su mecanismo esté suficientemente puesto a punto. Los
Salvadores del Mundo tienen que trabajar lentamente, pues el
tiempo no significa nada para ellos.
5.- El signo de Piscis gobierna los pies y de ahí la idea de
hollar o pisar el Sendero y alcanzar la meta que ha sido la
fundamental revelación espiritual de la era de Piscis.
Piscis es también el signo de la muerte, en varios aspectos. A
veces será la muerte del cuerpo, o puede ser que una vieja teoría
llegará a su fin; que una amistad indeseable cesará; que la devoción a
alguna forma religiosa del pensamiento que se ha sostenido, terminará
y surgirá una nueva y colocará sus pies sobre un nuevo sendero.
Piscis es el signo de la muerte para la personalidad.
Recordemos aquella exclamación, tan mal traducida y peor
interpretada, de la Crucifixión . “Padre, ¿por qué me has
abandonado?”, que no es sino la reclamación de la personalidad al
espíritu, que la está abandonando para siempre, tras milenios de
convivencia. Si nosotros pudiéramos abandonar la idea de los velos de
la personalidad, estaríamos dispuestos a abandonar la personalidad.
También significa la muerte de un Salvador del Mundo, pues es el
signo de la crucifixión y marca el fin de un ciclo zodiacal.
6.- Hay tres signos de salvación en el Zodíaco:
a.- Leo, de donde la palabra sale para el ser humano, “labra tu
propia salvación". Así tenemos en Leo al hombre decidido a
mantenerse erguido sobre sus propios pies, que se hace orgulloso y
dogmático. Pero eso es necesario para la salvación porque, sólo
sometiendo a prueba su equipo, llegará al punto donde aparece una
perspectiva más amplia.
b.- El segundo signo de salvación es Sagitario, el signo del
servicio y el silencio, donde el hombre dogmático, cansado de hablar
de sí mismo y de abrirse camino, se pierde de vista a sí mismo en la
meta y sirve silenciosamente.
c.- Y, por fin, llegamos al tercer signo de salvación, Piscis, el de
los Salvadores del Mundo.
7.- Existe en la naturaleza el reino humano y, por encima de él,
hay otros reinos: el espiritual y el cósmico; y, por debajo de él, los
reinos animal, vegetal y mineral.
El trabajo de los inteligentes hijos de Dios es actuar como
transmisores, a través de la mente, de la energía espiritual, que salvará
y vitalizará a todos los reinos inferiores de la naturaleza.
En cada país se puede encontrar a los que saben (no a los que
dicen que saben). Pero hay un grupo de seres humanos, integrados
ahora, sobre quienes está colocada la carga de guiar a la humanidad.
Están iniciando y diseminando movimientos que tienen en sí la
nueva vibración; están diciendo cosas que son universales en su
carácter; están enunciando principios que son cósmicos; son
inclusivos, no exclusivos; no les importa qué terminología use un
hombre; insisten en que el hombre debe guardar su propia concepción
de la verdad para sí mismo, y no la debe imponer a nadie más; se
reconocen mutuamente y, dondequiera que se encuentren, hablan un
idioma universal, demuestran la luz universal, son servidores y no
tienen interés en ellos mismos.
El mensaje que les llega desde lo interno está expresado en las
palabras simbólicas, "Lo que yo te digo en la oscuridad, háblalo tú en
la luz". A cada uno se le dirá una cosa diferente según la necesidad de
la gente que lo rodea, para entregar un mensaje de luz. Por lo tanto,
ellos no están atados por dogmas o doctrinas, porque tienen la
palabra que les ha llegado en la oscuridad, la que han labrado
para sí en la lucha y el esfuerzo de sus propios espíritus.
Encuentran la necesidad de su prójimo, y de ellos es el mensaje de
Cristo. "Un nuevo mandamiento os doy: que os améis unos a otros
como yo os he amado". Pero ese amor de Cristo no es un sentimiento.
El amor que Cristo proclamó es una comprensión inteligente y
una apreciación de la necesidad del individuo.
Un nuevo mandamiento os doy puede ser resumido como
"inclusividad", el signo característico de la Nueva Era, el espíritu
universal, la identificación, la unidad con todos nuestros semejantes.
Eso es amor y él nos mantendrá ocupados; no tendremos tiempo para
hablar del amor, estaremos ocupados haciendo cosas, grandes cosas y
pequeñas cosas, cosas sin importancia y cosas importantes.
¿Cómo nos prepararemos para llenar ese requerimiento, para
poseer esas características que automáticamente nos colocan dentro
del grupo de servidores del mundo?
a) Sea cual fuere nuestro deber, hagámoslo.
b) Cultivemos la recta actitud interior y estemos abiertos de par
en par a todos nuestros semejantes.
c) Aprendamos a meditar, y aprendamos verdaderamente a
meditar.
La meditación, cuando es correctamente llevada a cabo, es un
arduo trabajo mental, pues significa orientar la mente en dirección al
espíritu, y nosotros aún no podemos hacerlo. Significa que, cuando
hayamos aprendido a enfocar la mente en el espíritu, debemos
sostenerla firmemente allí y, cuando hayamos aprendido a hacer eso,
debemos aprender a escuchar en la mente lo que el espíritu nos está
diciendo, y eso aún no podemos hacerlo.
d) Luego, debemos aprender a recibir lo que el espíritu nos ha
dicho, y formar con ello palabras y frases y volcarlo al cerebro que
está esperando. Eso es la meditación, y es siguiendo ese proceso como
llegaremos a ser Servidores del Mundo, pues entonces seremos la
fuerza de lo que hayamos llevado a cabo. Automáticamente, nos
encontraremos protegidos por ese Gran Uno cuya misión es levantar a
la humanidad de la oscuridad a la luz, de lo irreal a lo real.
Terminaré esta conferencia con un poema de mi autoría, que
resume lo que debe ser, a mi modo de ver, el paso por el Sendero para
llegar a convertirnos, como Hércules, en verdaderos Salvadores del
Mundo:
HASTA QUE…
por Francisco-Manuel Nácher
Hasta que no te olvides de ti mismo
y dediques tu vida a los demás,
no avanzarás un paso en tu camino
y tu marcha será sólo hacia atrás.
Hasta que tus dolores no lo sean
y tus problemas no te agobien más
y te agobien, en cambio, los ajenos,
no sabrás, de verdad, adónde vas.
Hasta que tu ilusión más acuciante
no sea la de servir a los demás
y ayudarles a descubrir en ellos
la Luz de Dios, que en su interior está,
no estarás dando el fruto que debieras
y tu vida sentido no tendrá.
Francisco Manuel Nácher.
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