Maestría en Felicidad: Claves y enseñanzas para recorrer el camino de la vida plena (Chamalú) Carta-4
Carta-4
Mis amigos tienen tapa en el rostro y piel de páginas, son muchos y constituyen una constelación de asesores que aderezan mi soledad, convertidos en una cantera de ideas.
El gato pasó la noche en la biblioteca, me mira desde lo alto, con antiguas enciclopedias se armó una suite libresca; observa y, al hacerlo, nada parece perturbar su atenta mirada, es su forma de vivir el presente, instalado totalmente en el momento, convertido en lo que hace; es un buen maestro del aquí y el ahora.
Recuerdo la primera vez que, en mi temprana adolescencia, pude comprar un libro, lo guardé como un tesoro.
Desde entonces han pasado tantos años, tantos libros, me pregunto cómo viviría si volviera a nacer, me acerco a la ventana de la calle, el ritual de todos los días en forma de transeúntes que caminan sin preguntarse.
Suena el teléfono, escucho a mi madre, ella sufre por si acaso, pronto serán robots los conductores y… también los pasajeros. Ayer me llamó el padre de la hija que sin aprender a vivir se lanzó a la vida y así le fue.
La mentira está de moda, el autoengaño es su peor versión. Vuelvo a lo mío, en este momento escribiré la carta numero cuatro. Me propuse la pregunta: «¿Cómo logré alcanzar la felicidad?» He dado conferencias por todo el mundo y la pregunta referida al cómo, a la manera, se repite con frecuencia.
Las preguntas predilectas son ágiles y aluden más al fondo del tema, porque las maneras pueden ser tantas como personas.
El cómo se fabrica, se inventa constantemente y tiene el sello de la personalidad de cada uno y el matiz de la coyuntura existencial del protagonista.
Lo primero que aprendí es a agradecer por todo lo que me pasa, después a descubrir que de cualquier situación es posible extraer una enseñanza, eso me permitió valorar la vida desde sus detalles más pequeños.
Por momentos llegué a sentir agradecimiento por poder pisar la tierra con mis pies, agradecer el color de la luna y el calor del sol paseándose por la geografía de mi piel, agradecer por el
territorio del crepúsculo que cada atardecer bañaba de colores el horizonte y las manos callosas del agricultor que siembra lo que apacigua mi hambre, de esa manera descubrí que lo más importante de la vida no incluye el tañido de campanas, porque la vida preserva un bajo perfil, transcurre casi desapercibida para quien no está atento, pero es abundante para quien la descubre. Aprendí que solo debo fijarme en los demás para aprender de ellos o ayudarles, que vivir se parece más al fluir del agua por el río, por un cause sembrado de piedras que la inteligencia del agua no percibe como obstáculos; aprendí que puedo confiar en mí y en mis sueños, que estos pueden ser mi próxima realidad a condición de soñarlos con fuerza, de soñarlos dormido y despierto, de considerarlos ya reales aunque permanezcan de momento en otro plano.
Aprendí que se trata de ser feliz a cada momento, con independencia de las circunstancias presentes, porque la felicidad, si proviene de afuera, no es verdadera.
Descubrí la importancia de implicarme totalmente en la vida y de esa manera multiplicar mi felicidad; me di cuenta de que la gente está mal preparada para vivir bien, que solo recibió entrenamiento para la infelicidad de la que te hablé en una carta anterior, que la vida se pone de colores cuando aprendemos a disfrutar en principio de lo que tenemos, en vez de quejarnos de lo que carecemos.
Ahora sé que la felicidad no consiste en tener muchas cosas sino en saber disfrutarlas con agradecimiento e inocencia.
En verdad la felicidad es un premio para quien se ha despertado. ¿Despertarse, dije?... ¿Qué es despertarse?... Despertar es fundar la esperanza y encontrarle gusto a todo, presentir que la vida es ir por el tiempo repartiendo magia. Despertarse es sentir la piel de la existencia y constatar que el milagro es posible, imprescindible, que somos compañeros del misterio y que la felicidad es la manera de descubrir la vida. Despertar es darse cuenta de que todo es uno y todo está vivo y por ello desatar reverencias e inaugurar ceremonias, porque la vida de quien se ha despertado es un ritual sagrado que se hilvana cada instante con hilos de otras realidades.
Quien ha despertado, cuando llega el final no muere, amanece
a otro día, prescindiendo del vehículo corporal que usó en este plano. Incrementa constantemente tu bienestar, empero debo advertirte de algo que caracteriza a este tiempo, a este modelo de civilización. Ha surgido en los últimos tiempos una cultura del bienestar light de corte narcisista que privilegia exclusivamente la apariencia, llegando al extremo de rendirle culto a la eterna juventud, recurriendo para ese banal objetivo a las cirugías y a otros procedimientos de moda.
Para ellos, mantenerse en forma es más importante que ser feliz, maquillarse el rostro es más importante que lograr la paz interior, tener o aparentar tener resulta más importante que ser o hacer un trabajo interior. Confunden dinero con felicidad, reemplazando el bienestar auténtico por placeres sintéticos, casi siempre provenientes de actividades recreativas o consumo de estimulantes. Ellos enfatizan en la dieta, pero no por razones de salud sino solo de apariencia, han hecho del individualismo su estilo de vida; consumen obsesivamente marcas, buscan la calidad en todo producto y servicio menos en la calidad de su vida, constituyendo segmentos de hedonismo frívolo en descontrol, lujo y derroche, llegando al extremo de convertir el placer en un fin en sí mismo, mientras simultáneamente renuncian al pensamiento crítico y a la lúcida rebeldía, a la lectura y a la solidaridad.
Se trata de una cultura de la pseudofelicidad frívola, desconectada de la problemática social y ecológica, que ha reducido su felicidad al nivel de placeres artificialmente inducidos, en un contexto de consumismo creciente.
Nada tenemos en común con esa propuesta y estilo de no vivir. Nosotros apuntamos a una felicidad que parte del autoconocimiento, que incorpora trabajo interior, una felicidad convertida en estilo de vida que incluye crecimiento constante y transformación.
Para nosotros, la felicidad es condición natural de existencia; la felicidad pertenece al ámbito de la magia, por ello es tan momentánea como la vida misma.
Cuando se trata de lograr la felicidad, no importa que sea difícil o parezca imposible, si estás seguro de que el camino elegido es ese, que nada ni nadie te detenga. Si te vistes de sueños, mejor aun; empero, nunca dejes de prepararte para lo que elegiste; es necesario que seas muy bueno en lo tuyo, porque en este tiempo hay abundante competencia, sin embargo, el éxito está reservado para quienes identificaron su misión, y luego de encontrar al interior de ella su profesión, aprendieron a disfrutar de todo lo que hacen y a crecer con todo lo que les pasa. Aprender a ser feliz es más importante y más prioritario que estudiar una carrera.
Recuerda, somos consecuencia de lo que elegimos, y vivir es elegir; recuerda también que eres único, que nadie más que tú sabe la verdadera historia tuya, por ello no esperes ser totalmente comprendido, eso es tan imposible como innecesario, sin embargo, tenlo claro: que puede impedirte ser feliz. Si además de tener tus objetivos claros y las maneras en constante mantenimiento vía autocrítica, ayudas a los demás, si alegras la vida de los otros, tu felicidad se habrá incrementado. Si eres feliz, usa al máximo tu inteligencia, entonces, tu propia lucidez y sensibilidad te harán comprender, una vez lograda la felicidad, que es tu deber contribuir a la felicidad de los demás. Lo hermoso de la vida es que la felicidad es un mundo exclusivo, diferente, soberano, es aceptar el flujo de la vida pero desde tus objetivos, es comprender que la felicidad no llega por casualidad. Quizá seamos insignificantes para el Universo, pero somos la expresión única de la vida y eso nos hace maravillosos. La vida es para buscar la felicidad y la felicidad para buscar la vida. En esta época, recuérdalo siempre, hay que estar preparados para todo, en especial para ser felices sin olvidar que la gente feliz, si bien busca constantemente la armonía, busca también sensaciones nuevas, porque vivir con felicidad se parece más a una aventura que a instalarse en una zona confortable donde lo único que pasa es el tiempo.
Estás vivo, pero no es suficiente: que desborde tu vida en toda dirección, que se amplíen tus límites, que se incendien los últimos temores y que tu soledad se pueble de colores, porque la felicidad nos gradúa de dioses explorando las posibilidades de la vida, mientras el fuego se consume y la eternidad transcurre, instante a instante.
Lograda la felicidad, su consecuencia inevitable es el amor, y quiero hablarte de él, de aspectos del amor que nunca fueron compartidos, y quiero entregártelos a ti. Presiento que quedarán en buenas manos.
Chamalú.
Continua.....
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