Te atormenta la idea del éxito. La idea del éxito es el mayor desastre que ha sufrido la humanidad, la idea de que hay que tener éxito. Y el éxito significa que hay que competir, que hay que luchar, no importa por qué medios, buenos o malos. Una vez que
alcanzas el éxito, todo está bien. Lo importante es lograrlo, y aunque lo alcances por malos medios, cuanto hayas hecho está bien. El éxito cambia la cualidad de todos tus actos, transforma los medios malos en buenos.
De modo que lo que se plantea es lo siguiente: ¿cómo triunfar? ¿Cómo llegar a lo más alto? Y naturalmente, muy pocas personas pueden llegar a lo más alto. Si todo el mundo intentara llegar al Everest, ¿cuántas personas podrían estar en la cima? No hay mucho espacio, y solo una persona puede estar allí cómodamente. Y los millones que también se esforzaban por lograrlo se sentirían fracasados; la desesperación se adueñaría de sus almas. Empezarían a sentirse mal.
La educación que os han dado, eso que llaman educación, es errónea, totalmente perniciosa. Vuestros colegios y universidades os corrompen. Crean la desdicha, son las fábricas de los infiernos, pero de una forma tan bonita que no os dais cuenta de lo que
ocurre. El mundo entero se ha convertido en un infierno debido a esa educación errónea. Cualquier educación basada en la idea de la ambición creará el infierno en la tierra. Ya lo ha logrado.
Todos sufren y se sienten inferiores. Es una situación verdaderamente extraña.
Nadie es inferior y nadie es superior, porque cada individuo es único, y no existe comparación posible. Tú eres tú, simplemente tú. No puedes ser nadie más, ni falta que hace. Y no necesitas hacerte famoso, no necesitas triunfar a ojos del mundo. Esas ideas son absurdas.
Lo único que necesitas es ser creativo, amar, tener conciencia, meditar... Si notas que la poesía empieza a surgir en tu interior, escríbela para ti mismo, para tu mujer, para tus hijos, tus amigos... y olvídate del asunto. Cántala, y si nadie la escucha, cántala a solas y disfrútala. Acércate a los árboles, que ellos la apreciarán y aplaudirán.
O habla con los animales, que te entenderán mucho mejor que los estúpidos seres humanos a quienes los conceptos erróneos de la vida llevan corrompiendo siglos y siglos.
La persona ambiciosa es un problema patológico
Me siento una persona muy especial, tan especial que quisiera ser normal y corriente. ¿Podría decir algo sobre esto, por favor?
Todo el mundo piensa lo mismo. En el fondo, todo el mundo sabe que es especial. Es una broma que Dios les gasta a los seres humanos. Cuando crea a una persona y la trae a la tierra, le susurra al oído: «Eres especial. Eres incomparable, única». Pero lo hace con todo el mundo, y en el fondo todo el mundo se lo cree, aunque la gente no lo dice con tanta claridad como tú, por miedo a que los demás se sientan ofendidos. Y como nadie va a quedar convencido, ¿qué sentido tiene decirlo? Si le dices a alguien: «Soy especial», no lo convencerás porque sabe que él es especial. ¿Cómo convencerlo? Sí, quizá alguien quede convencido, o al menos finja estarlo. Si trabaja en algo contigo, quizá te diga para hacerte la pelota: «Sí, eres especial, eres fantástico», pero en el fondo sabe que el negocio es el negocio.
Un fanfarrón le está contando a un amigo que tiene tres coches y un montón de cosas más. Cuando encima le dice que mantiene a dos amantes en Nueva York pero que ha dejado embarazada a su secretaria, increíblemente guapa y apasionada, y que tiene que llevarse en el viaje de negocios a Río de Janeiro, para los Carnavales, a la mecanógrafa, una rubia impresionante, quien lo escucha se pone a jadear de repente, se da un tirón a la corbata y sufre un ataque al corazón.
El fanfarrón interrumpe la historia, le da unas palmaditas en la espalda a la víctima y un vaso de agua y le pregunta solícito qué le ocurre.
No puedo evitarlo responde el hombre. Soy alérgico a las gilipolleces.
MÁS VALE MANTENER ESAS GILIPOLLECES EN SECRETO, porque la gente es alérgica, pero en cierto modo está bien que hayas sacado a la luz lo que piensas.
Si te consideras especial, tú mismo te buscarás la desdicha. Si te consideras superior a los demás, más inteligente que los demás, lograrás un ego muy fuerte. Y el ego es veneno, veneno puro.
Y cuanto más egoísta eres, más te duele, porque es una herida. Cuanto más egoísta, más separado de la vida. Te desligas de la vida; ya no sigues la corriente de la vida y te conviertes en una roca en mitad del río. Te vuelves frío como el hielo, pierdes todo el calor, todo el amor.
Una persona especial no puede amar, porque ¿dónde va a encontrar a otra persona especial?
ME HAN CONTADO LA HISTORIA de un hombre que permaneció soltero toda la vida, y cuando estaba moribundo, a la edad de noventa años, alguien le preguntó:
Has estado soltero toda la vida, pero nunca has explicado por qué. Ahora que vas a morir, por lo menos satisface nuestra curiosidad. Si guardas algún secreto, ahora puedes contarlo, porque te estás muriendo. Incluso si el secreto sale a la luz, ya no importa.
El moribundo respondió:
Sí, hay un secreto. No es que esté en contra del matrimonio, sino que buscaba a la mujer perfecta. Busqué por todas partes, y así se me pasó la vida.
Quien le había preguntado antes insistió:
Pero en esta tierra tan grande, con tantos millones de habitantes, la mitad son mujeres. ¿No encontraste ni a una sola mujer perfecta?
Una lágrima rodó por la mejilla del moribundo. Contestó:
Sí, encontré a una.
El otro hombre se quedó perplejo. Dijo:
Entonces ¿qué pasó? ¿Por qué no te casaste?
Y el anciano respondió:
Porque aquella mujer estaba buscando al marido perfecto.
TU VIDA RESULTARÁ MUY DIFÍCIL SI MANTIENES TALES IDEAS. Y sí, el ego es tan astuto, tan taimado, que puede ofrecerte este nuevo proyecto: «Eres especial. Hazte normal y corriente». Pero dentro de tu normalidad, sabrás que eres la persona más
extraordinaria del mundo. No hay nadie más normal que tú. Será el mismo juego, camuflado. Eso es lo que hacen los así llamados humildes. Dicen: «Soy la persona más humilde del mundo. No te llego a la suela de los zapatos». Pero no lo dicen de verdad. No
respondas: «Sí, lo sé», porque no te perdonarán jamás. Esperan que digas: «Eres la persona más humilde que he conocido, y la más virtuosa». Entonces se quedarán encantados, satisfechos. Es el ego ocultándose tras la humildad.
Así no puedes deshacerte del ego.
Me dices: «Me considero una persona muy especial, tan especial que me gustaría ser normal y corriente. ¿Podría decir algo sobre esto, por favor?».
Nadie es especial, o todo el mundo es especial. Nadie es normal y corriente, o todo el mundo es normal y corriente. Pienses lo que pienses de ti mismo, lo mismo debes pensar de los demás, y así quedará resuelto el problema. Tú eliges. Si prefieres la palabra
«especial», puedes pensar que lo eres, pero entonces también lo son todos los demás. Y no solamente las personas; también los árboles, los animales, las piedras... la existencia entera es especial, porque tú saliste de esa existencia y en ella te disolverás. Pero si te gusta la palabra «normal», que es muy bonita, más tranquila, entonces comprenderás que todo el mundo es normal, que la existencia en sí es normal.
Hay que recordar una cosa: pienses lo que pienses sobre ti, piensa lo mismo sobre los demás, y entonces desaparecerá el ego. El ego es el espejismo que se crea al pensar sobre ti mismo de una manera y de otra sobre los demás. Es un pensamiento doble, y si te deshaces de él, el ego muere sin más.
Continuará...
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