sábado, 1 de agosto de 2015

Un viaje sin retorno: CAPITULO 1.- RUMBO A JERUSALÉN


-¡Qué callada vas, Raquel! Habla algo, mujer, en estos momentos soy capaz de soportar uno de tus chistes.
-Perdona, Marga, pero es la primera vez que monto en un avión y…
-¡Y estás asustada!, ¿no…? , pues como yo, y además con esta tormenta el avión no hace mas que subir y bajar y vibrar ¡que mareo!
-No Marga, no es miedo… es que me siento rara. Tengo sensaciones y vibraciones desconocidas para mí, y a la vez me siento extremadamente relajada.
-¡Vamos, hablando en cristiano… que estás amorfa perdida!
-Tienes razón, Marga, perdona, no he sido muy considerada contigo. Soy una pésima compañera de viaje.
-No te disculpes, Raquel, estamos las dos igual, así que podríamos hablar de nuestras cositas y así nos distraeríamos mutuamente. Oye, ¿a quien se le ocurrió la idea de venir a Israel, porque no lo tengo muy claro?
-A Felipe.
-Pues podía haber elegido mejor, porque ¿qué tiene este lugar de especial? No creo que sea el sitio más adecuado para divertirnos. Es el viaje de fin de carrera y hemos estado los cinco muchos años soñando con este momento.
-Marga, que sea el mejor o el peor, ahora no lo podemos saber. Ya hablaremos dentro de unos días. Además…, Felipe lanzó la idea, pero fuimos todos nosotros los que la reafirmamos. Así que él no es el responsable de nada.
-Si, pero ¿no te has preguntado en ningún momento Raquel el por qué Felipe tuvo esa brillante idea?
-Pues supongo que le gustará este lugar.
-¿Gustarle a Felipe un sitio donde no haya ovnis y extraterrestres que investigar…? ¿Desde cuando?
-Reconozco que a mí también me extrañó cuando lo propuso.
-Así que… no tienes ni la más remota idea…
-Pues no. ¿Acaso tu sabes algo Marga? ¿Es un secreto… o me puedo enterar yo?

-Raquel, Felipe no dio explicaciones, pero yo le conozco muy bien y se que tiene una razón muy especial. El especialista en psiquiatría es él, pero aunque yo me dedique al sinsorgo mundo de la moda, según vosotros, soy muy buena observadora.
-¿Y qué has observado, si se puede saber?
-Felipe siente por ti algo muy especial, lo mismo que tu hacia él.
-¿Qué Felipe y yo nos queremos… que estamos enamorados…a esa conclusión has llegado…? Pues vaya observadora de pacotilla. Esta vez te has equivocado, Marga.
-Yo no he dicho nada de enamoramientos ni de parejita, Raquel. Os queréis y es a es una realidad que se palpa, pero de una forma muy especial. Digamos que es un tema en el que no debo entrar, quizá porque ni yo misma lo entiendo a pesar de que os conozco a los dos muy bien. Algo muy fuerte os une a los dos, y me atrevería a decir que ninguno de vosotros alcanzáis a imaginar. Que conste que yo tampoco lo sé, aunque me gustaría mucho saberlo.
-Vamos, Marga… no desvaríes. Se habrá enterado de que esta zona es interesante por algún motivo especial relacionado con el tema, y a todos nos gusta meter la nariz en sus investigaciones, ¿no…? ¿O es que tú, Marga, no estás de acuerdo?
-¿Yo…? Vamos, querida, no me ofendas. Todavía estoy cuerda aunque tenga fama de todo lo contrario. Los locos del cosmos sois vosotros.
-Entonces, ¿por qué has venido con nosotros? Has desechado la oportunidad de irte con tus tíos y tu primo al Caribe a pasar el verano en un lujoso hotel, y sin embargo, elegiste venir aquí sabiendo que ibas a pasar calor y a alojarte en una tienda de campaña en pleno desierto. ¿A eso le llamas estar cuerda?
-Estoy en mi sano juicio, Raquel, pero locamente enamorada de Juancho. No soportaba la idea de estar tanto tiempo sin él. Le amo.
-¡Por fin has confesado…!
-¿Es que tu ya lo sabías?
-Lo sabemos todos, Marga, incluso el propio Juancho.
-¿Qué Juancho lo sabe? ¿Pero… como?
-Lo disimulas muy mal, Marga. Si Juancho te rehúye siempre es porque te tiene miedo. Eres impulsiva, posesiva y agobiante. Juancho te quiere mucho, y eres su chica bonita, pero tienes que darle un poco más de margen, de libertad. Se tu misma, más normal. Cuida ahora más la amistad entre los dos y dale tiempo al tiempo, Marga. Que él se sienta relajado y a gusto a tu lado, ¿entiendes lo que te quiero decir?
-Si, tienes razón, Raquel, pero es que le amo tanto… tengo miedo de perderle y por eso actúo así.
-Marga, créeme… Juancho te ama. Pero dale tiempo a que te lo demuestre.
-Bueno,  y volviendo a la conversación de antes, ¿sabes algo sobre el por qué Felipe quiso venir aquí?
-Ya te he dicho, Raquel, que él no dio explicaciones, pero ha habido muchas ocasiones en las que hemos hablado los dos sobre ti, y creo que se por dónde va la cosa.
-Pues como no me expliques… ¡no me entero de nada!
-Bueno, creo que si te comento algo no desvelaré ningún secreto ni traicionaré la confianza de Felipe, pero por si acaso, no le digas que hemos hablado de esto.
-Muy bien…de acuerdo, pero empieza ya.
-Felipe está un poco desconcertado y dolido contigo porque está seguro de que le ocultas algo importante, y más aún cuando él podría ayudarte mejor que nadie. Además de ser un buen psicólogo y psiquiatra es tu mejor amigo y te conoce muy bien. Si nosotros te hemos notado cambiada de tres años para acá… imagínate él.
-¿En qué me notáis distinta?
-Estás alterada, cuando siempre has sido tranquila; te aíslas de todo y de todos cuando siempre has querido estar en todos los pasteles de las fiestas; estás colgada y echando raíces en algún lugar, que seguro no es este planeta. Además… con lo habladora que eras antes y lo introvertida y solitaria que eres ahora… Pero hay una cosa que a Felipe le trae de cabeza: sin venir a cuento, te ha dado por Jerusalén, cuando la verdad es que desde que te conozco has sentido un cierto desagrado por todo lo relacionado con esta zona y el Antiguo Testamento. Incluso el mismo detalle de la Estrella de David… cuando estuvo de moda el llevar esos colgantes y yo te regalé uno, lo despreciaste argumentando que no te gustaba nada ese símbolo, y ahora, cuando lo ves, te estremeces e incluso me atrevería a decir que te emocionas. Quizá tu no te des cuenta, pero esos detalles que te estoy contando son una nimiedad al lado de los que Felipe ha observado en ti estos últimos años. Por eso ha querido venir aquí. Creo que con la esperanza de enterarse de algo y de que tu  saques a la luz lo que tengas en tu cabecita o en algún rincón más recóndito de tu psiquis.
-Y claro… os habéis puesto los cuatro de acuerdo… ¿no?
-Te repito, Raquel, que ninguno lo sabe excepto él. Si yo lo intuyo es porque mi trabajo me ha costado y porque soy tu mejor amiga.
-Lo que me faltaba ahora. Si ya estaba preocupada y nerviosa por este viaje, el sentirme ahora vigilada por vosotros dos no me va a ayudar mucho.
-La verdad es que ya me estoy arrepintiendo de haber venido. Vosotros disfrutáis con este tipo de temas. Nos conocemos todos desde que teníamos cinco añitos… ¿te acuerdas, Raquel…?¡qué veraneos más maravillosos pasamos en aquel campamento…! ¡Hasta que llegó aquel fatídico día de Agosto…!
-¿Fatídico, por qué, Marga?
-Porque desde entonces me siento como una extraña entre vosotros. Aquel incidente os cambió por completo, y eso que yo pasé por la misma experiencia que vosotros, no lo entiendo.
-Marga, aquella tarde estuvimos  los cinco perdidos siete horas y ninguno recordaba después lo que había sucedido. Cuando nos encontraron dormidos debajo de aquél árbol, hablábamos en voz alta de cosas que no tenían sentido. Al despertar cada uno de nosotros contó una historia diferente, como si hubiésemos tenido sueños distintos en una plácida siesta.
-¿Plácida siesta de siete horas? Yo no me quedé tan tranquila como vosotros, pues aquello me traumatizó un poco, pero eso fue todo. Luego, yo he sido normal, la de siempre. Aquello pasó. Fue una experiencia más, incomprensible, sí… pero una más. Sin embargo vosotros, conforme os ibais haciendo mayores, os fuisteis introduciendo cada vez más en el mundo de los ovnis, de los contactos extraterrestres. Ibais a la caza del alienígena como si de ello dependiera vuestra propia existencia. Sin ir más lejos, Felipe, si ha terminado psiquiatría ha sido de milagro. Para él no hay nada más importante que la investigación de esas cosas y encima… ha tenido y tiene el apoyo incondicional de Juancho y de Patricio.
-Menos mal que a mí no me has incluido en este grupo de fanáticos, jajaja.
-¡Pero si tu eres la más peligrosa, Raquel! Quizás tú no te des cuenta, pero eres la que arrastra a los demás.
-¡Anda ya… Marga…! Precisamente han sido ellos los que me han tomado siempre a pitorreo. Hubo momentos en los que recordaba cosas de aquella experiencia, y me intranquilizaban porque no las entendía. Quien mejor que mis amigos podrían comprenderme y ayudarme… pero sí… sí…¡que estaba loca y que ya empezaba a desvariar! Esa fue la única respuesta y ayuda que recibí. Es cierto que os oculto algo. Al final recordé lo que pasó en esas siete horas, y ha sido tan impactante que todavía no he reaccionado. Tenía verdadera y angustiosa necesidad de hablar con alguien, pero visto el panorama… creí más oportuno callar.
-Y Jerusalén… ¿tiene algo que ver con esa experiencia?
-Si, Marga…Todos nosotros estuvimos aquí hace doce años, en una tarde de Agosto.
-No te habrá resultado nada fácil… te habrás sentido muy sola… ¿Pero por qué no has intentado ponerte en contacto con personas de este país o de otros que hayan pasado por experiencias similares?
-Claro que he buscado… pero no he encontrado más que farsantes y aprovechados, con egos descontrolados, que intentan vivir y engordarse emocionalmente a costa del tema.
-Igual no has buscado lo suficiente, porque el mundo está lleno de contactados, periodistas, políticos, científicos… que aseguran haber hablado con extraterrestres y ser depositarios de mensajes muy importantes para la humanidad. Es cierto que hay mucho farsante, pero alguien de ley habrá todavía, ¿no…?
-Sí, Marga, tienes razón, alguno habrá… ¿pero cómo distinguirlo de los demás?
-¡Madre mía, vaya pareja que hacéis tu y Felipe! Cada uno a su estilo, pero estáis igual de locos los dos, y perdona… Raquel, por lo de “loco”, es mi forma de hablar. Y cambiando de tema, ¿sabes dónde nos vamos a hospedar?
-¿Todavía no te has enterado, Marga? Pero si fuiste tú quien llamó para reservar las plazas…
-Si, claro, pero no me acuerdo del Hotel.
-Y tanto que no te acuerdas… es que no vamos a un hotel, sino a un campamento abierto.
-¿Y eso que es…?
-Un campamento internacional. Son muchos los que vienen aquí de peregrinación, sobre todo en verano, y los hoteles y hostales se llenan rápidamente… a parte de que son muy caros.
-¿Y para esto me he traído yo todo este equipaje?
-¿Me quieres decir, Marga, que te has traído?
-Pues creo que tres vestidos de noche, el último equipo de tenis que me regaló el tío Eduard, aquellos zapatos de charol rojo que tanta manía les cogiste y…
-No sigas, por favor… que me lo imagino. ¿Me quieres decir, querida, qué vas a hacer en un campamento, en medio del desierto, con vestidos de terciopelo y cola, zapatos de aguja y vestida a lo Santana dando raquetazos a los captus?
-Yo no tengo la culpa. A mí nadie me dijo nada.
-Lo que pasa, Marga, es que estás siempre en el Olimpo de la Pasarela, y no te enteras de nada.
-¿Qué hago yo ahora? No he traído la tarjeta de crédito.
-Yo me he traído la mochila llena de pantalones vaqueros y de camisas. Creo que me eché también dos pares de playeras. Compartiremos la ropa.
-Va a ser algo difícil, querida, porque… ¡qué mas quisieras tener tu mi línea…!
-¡Pero serás desgraciada…! ¡A que te doy un guantazo!
-¡Caray… chica, que ha sido una broma, vaya genio que tienes!


En ese momento la azafata llamó la atención de los viajeros del vuelo 533 de Iberia. Estaban sobrevolando Jerusalén, y en unos instantes iban a tomar tierra en Tel-Avit, en el aeropuerto de Ben-Gurion.

-Empieza la aventura, Raquel.
-Marga… me temo que los ángeles de la guarda o los guías van a tener mucho trabajo con nosotros. Van a saber lo que es “sudar a gota gorda”.

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