sábado, 19 de noviembre de 2016

Libro Contando con tu Alma (Eric Rolf) LA MATRIZ DEL ALMA




LA MATRIZ DEL ALMA.
La matriz del alma es un instrumento revelador porque alinea claramente los acontecimientos importantes de nuestra vida. Para poder aprovechar todo su potencial, te recomendamos seguir las instrucciones que vienen a continuación. 
Vas a tener en cuenta, en cada año emocional, qué cosas importantes ocurrieron en tu vida. 
Cuando alinees todos esos acontecimientos con el número del año emocional en el que ocurrieron, vas a darte cuenta, aún si no supieras nada de numerología, que se han alineado de tal manera que no pueden ser una simple casualidad. 
Nuestra historia personal está marcada por esa serie de acontecimientos; entre ellos hay circunstancias concretas de la relación con nuestros padres, enfermedades o accidentes, episodios escolares, uniones, separaciones, trabajos, relaciones de pareja, nacimientos, muertes, cambios de dirección, nuevos intereses, éxitos y fracasos. 
Ampliando el contexto lo suficiente, podremos ver como se relacionan estos acontecimientos y cuál es su sentido global, para que podamos ser más conscientes de nuestro camino. 
Para realizar esta recopilación vamos a tener en cuenta especialmente el año en que ocurrieron esas cosas que vemos como agradables o desagradables y también momentos en que parece que cambia la vida o que hemos tenido suerte. 
Vamos a intentar definir nuestro camino partiendo de la historia de nuestra vida, pero vista de otra manera. 
Si miramos de donde venimos y cómo hemos llegado hasta aquí, quizá podamos tener una idea más concreta de donde vamos. Esto no significa que la vida se repita, porque no es así, no es un círculo cerrado sino una espiral, donde uno explora la misma cualidad pero a otro nivel, donde ocurren acontecimientos similares pero en un marco cada vez más amplio. 
Vamos a recoger todos esos hechos o circunstancias dispersas, aparentemente sin relación entre ellos, que hemos atribuido a la casualidad o a la buena o mala suerte y los vamos a unir buscando su conexión. 
INSTRUCCIONES 
El primer paso para llenar el cuadro es calcular el año emocional que viviste el primer año de tu vida. 
Se suma tu número del alma con el año de nacimiento. 
Es decir, si por ejemplo, tu número del alma es 2 y naciste en el año 1972, el año de tu nacimiento era, para ti, un año emocional 3 (2+1). 
Es decir, 2 (número del alma) + 1 (de la suma del año: 1+9+7+2=19;1+9=10; 1+0=1) 
Puedes dibujar una plantilla como la que aparece a continuación, debajo del rótulo "Matriz del Alma" , pero sin copiar los años, ya que deberás ajustarlos a tu año de nacimiento como aparece en el ejemplo, es decir, de la siguiente forma: 
Cuando has hallado el año emocional de tu nacimiento, vas a la fila de la matriz donde aparece ese número, en este ejemplo el 3, y pones, en el primer cuadrado pequeño de esa fila, tu año de nacimiento: 1972, y a partir de ese año, los siguientes hasta la actualidad. 
Cuando acabas la columna con el año que corresponde al número 9, sigues en la siguiente columna, con el siguiente año en la fila del número 1; y continuas rellenando la matriz hasta el final, como aparece en el ejemplo. 
Añade a la derecha, si te hace falta, las columnas necesarias hasta llegar al año actual y algunos más. 
El objeto de la matriz es alinear todos tus años emocionales. 
En el ejemplo, observamos que los años 1979, 1988, 1997 son años emocionales 1 para la persona del ejemplo, ó 1978, 1987, 1996 y 2005 son años 9 para esa persona. 
Ahora hay que “exprimir” la memoria para anotar, al lado de cada año, el o los acontecimientos más importantes que sucedieron en él. 
Lo ideal es anotar algo en cada año. 
Puede parecer un trabajo difícil, pero verás que en cuanto te pongas a recordar, un acontecimiento va tirando de otro como si tiraras de un hilo. 
No es necesario hacer toda la tabla de golpe, pero es bueno tenerla a mano, porque en unos días probablemente vas a recordar otros acontecimientos que te servirán para completar y ajustar la tabla. 
Otro consejo es que si no sabes exactamente el año en que ocurrió algo, lo anotes a lápiz, porque en cuanto vas llenando la tabla, unos acontecimientos encajan con otros y te ayudan a precisar más y más.




Lo más normal es que al rellenar esta matiz, hayas visto
relaciones y coincidencias que no te esperabas, cosas que
cualitativamente han ocurrido de forma repetida en el mismo
numero de año.

Por ejemplo, quizá que te hayas cambiado de casa en años 4, o te hayas emparejado o separado en año 2, o hayas vivido de cerca accidentes o enfermedades en años 8 y 9. 
Es posible que hayas notado, al ver esas coincidencias, que algo resuena dentro de ti, que parece que confirma que no son sólo casualidades fruto del azar. 
Eso que resuena o ese sentir podemos decir que es la expresión intuitiva de tu voz interior. 
Si observas este cuadro en un estado de silencio interior, sin intentar llegar a ninguna conclusión, te va a venir información. Probablemente te darás cuenta de cómo se relacionan unos acontecimientos con otros y le van dando sentido a tu vida. Cuando eso ocurra estarás escuchando a tu intuición que se manifiesta a través de tus sentidos interiores. 
Esta matriz te permitirá ver los acontecimientos de tu vida alineados por años emocionales formando ciclos concretos, para que puedas observar cómo ha funcionado tu vida y así alinearte con tu camino con la certeza de que vas a alguna parte. Entrando en detalle Puedes observar cómo al final de cada ciclo, en el año 9, termina lo viejo y en el año 1 empieza lo nuevo. 
El año 9 es para cerrar etapas, que se presentan en forma de despedidas y en año 1 entre el año 9 y 1, y aparecen nuevos intereses. 
En el año 8 puedes ir dándote cuenta de lo que se está terminando; una forma de alinearse en ese año es prepararse para soltarlo. Lo que no sueltas en año 9 la vida te lo va arrancar en los años siguientes. 
Cuanto más tardes en soltarlo, con más fuerza la vida lo va a arrancar y más sufrimiento provocará; la resistencia a soltar puede hacer entrar a la persona en depresiones si el proceso se prolonga durante algunos años. 
Está claro también que si no sueltas lo viejo, no hay espacio para lo nuevo y tarda más en llegar. 
Soltar algo no es darle una patada, es dejar de sostenerlo; la corriente de la vida se encarga de que se vaya sólo. 
Las palabras mágicas para la despedida son adiós y gracias. 
Si rechazas lo viejo, la vida lo volverá a traer en el próximo ciclo, para que recojas su regalo. 
La vida te lo trae o tú te lo atraes, es lo mismo; tu has elegido el camino y lo has elegido para aceptar, no para resistir. 
De forma práctica, puedes observar que nuevos intereses se presentan en año 1, aunque no llegues a materializarlos hasta años más tarde. No hace falta ser estricto con el calendario por si ajusta o no exactamente; el movimiento suele ser tan claro que sobran las explicaciones. 
En general, un indicador de la energía que circula cada año, es la información sobre años emocionales del capítulo anterior. Para conducirte un poco al principio de esta exploración personal, me gustaría que pusieras atención en uno cualquiera de los años emocionales de tu vida, de forma que tuvieras presente toda la serie de años del mismo año emocional, en el ejemplo, para un año emocional 4, exploraríamos los años 1973, 1982, 1991 y 2000. 
En esa serie de años, han pasado cosas diferentes y cosas parecidas; de la misma manera hay cosas que tu piensas que han salido "bien" y otras "mal", o que has tenido más o menos suerte. 
Vamos a intentar descubrir cuál es la manera en que a ti te funcionan las cosas, que sería como alinear "tu vela" en la dirección de tu viento. Vamos a poner atención en cómo has actuado, en lo que has hecho y lo que no has hecho en esos años que han salido "bien", ya que ese hacer o no hacer, sería una forma de funcionar que en ese año emocional te trae "éxito" o "suerte". 
Por ejemplo, si en 1991, tenías la ilusión de hacer vacaciones pero te quedaste a realizar un trabajo, porque parecía que eso era lo que tocaba ese momento y, a través de algo o alguien relacionado con ese trabajo, tuviste la oportunidad más tarde de hacer unas vacaciones fantásticas, podríamos decir, que ocuparte de lo que tenías delante, es algo que a ti te funciona en año emocional 4. 
De igual forma, puedes descubrir que otras cosas que has hecho en esos años 4, no han funcionado, como por ejemplo insistir en una determinada dirección a pesar de los obstáculos. 
Esta es una manera muy práctica de ajustar adecuar o alinear tus intenciones y acciones con los vientos que están soplando en tu vida cada año, descubriendo lo que a ti te funciona y lo que no. Si descubres la forma de actuar que te lleva a donde quieres ir, podrás hacerlo más veces y dejar de hacer lo que te aleja de lo que quieres. 
Lo que vamos a ver ahora es una variante ampliada de la Matriz del Alma. 
Además de los acontecimientos, te recomendamos que anotes las relaciones que descubres entre ellos y tu forma de actuar ante ellos, por si varia o no, su resultado. 
Es decir, intentamos descubrir cómo lo hiciste para conseguir lo que querías, o lo que no querías. 
Lo importante aquí no es si lo querías o no, sino cómo lo hiciste y el resultado que obtuviste. 
Sólo cómo ejemplo puedes explorar si cuando actuaste con principios elevados fue mejor que cuando te moviste impulsado por el ego. 
Cada página representa un año emocional. 
Tener a la vista la página de tu año emocional actual o próximo, te va a dar las pistas y permitir hacer previsiones sobre lo que puede pasar en tu vida y también cómo puedes reaccionar ante ello, para poder vivirlo con plenitud. 
Años emocionales 1 
Años emocionales 2 
Años emocionales 3 
Años emocionales 4 
Años emocionales 5 
Años emocionales 6 
Años emocionales 7 
Años emocionales 8 
Años emocionales 9. 

TRABAJOS Y JUBILACIÓN
Los trabajos que realizamos son otra de las metáforas claras de nuestro camino. 
El trabajo es, en cierta manera, lo que aportamos a la sociedad y aunque nuestra aportación a la vida es mucho más amplia que nuestro “trabajo”, este es la metáfora oficial o social de nuestra ocupación o misión. 
Cuando aceptamos que tenemos un propósito en la vida, aceptamos también que lo estamos realizando desde que nacemos y, seamos o no conscientes de ello, no lo abandonamos en ningún momento. 
Toda nuestra vida es un aprendizaje y no hay nada que despreciar o desechar, nada queda fuera de nuestro camino. 
Es especialmente interesante explorar el primer trabajo que realizamos, el primero por el que nos pagaron, es decir, algo por lo que recibimos una retribución, aunque fuese de forma simbólica. Ese primer trabajo suele ser una buena metáfora de la ocupación, propósito o misión en la vida. 
Probablemente, a nivel superficial, si comparas tu primer trabajo con el actual, te parecerá que no tienen nada que ver. 
Si profundizas un poco y lo comparas con tus intereses para el futuro, o el tipo de trabajo que te gustaría hacer, la primera ocupación te puede dar pistas acerca de la forma en como puedes llevar a cabo el trabajo de tu vida. 
El primer trabajo es la primera metáfora de nuestra misión en la vida y a medida que evolucionamos lo realizamos de diferentes maneras, a otros niveles. 
Los siguientes trabajos que realizamos representan distintos aspectos del mismo camino. Los trabajos ocupaciones o hobbies de los padres también nos dan pistas sobre la forma en que nosotros hemos elegido para contribuir al mundo. 
Hay situaciones en las que pensamos que estamos haciendo nuestro trabajo por obligación, imposición y con sufrimiento. Es difícil en esa situación aceptarlo y verlo como una metáfora del propósito de vida, pero aún así, no nos estamos alejando de nuestro camino, aunque sí lo recorremos andando a oscuras y de espalda y en lugar de coger los regalos que nos ofrece, tropezamos con ellos. 
La jubilación Vamos a tratar la jubilación porque para correr la aventura del alma hay que jubilarse. 
La palabra jubilación deriva de júbilo que es gozo, pero el concepto lo solemos relacionar con tener cierta independencia económica y con disponer libremente del tiempo. Se trata de hacer las cosas por gusto y no por necesidad, o por que nos hayan sido impuestas. 
Cuando uno se jubila no se queda todo el día si hacer nada, en la cama o viendo televisión, sino que se permite hacer cosas simplemente por el hecho que le apetecen, que es, por fin, el único motivo por el que podríamos hacer todo. 
En cierta manera, siempre hemos hecho lo que hemos querido aunque esa elección la hemos justificado de muchas formas, a veces diciendo que no teníamos otra elección. 
Todos hemos pasado por circunstancias difíciles y hemos actuado de la mejor manera que sabíamos en ese momento, haciendo algo o permitiendo que ocurra algo por lo que aparenta la aceptación de lo inevitable. 
Aún en ese caso, hemos obrado por una especie de voluntad. Esas circunstancias, sean las que sean, están ahora en el pasado y sus causas aparentes, motivos y justificaciones ya no importan a nadie, quizá todos lo olvidaron excepto tú, que las sostienes para obtener algún beneficio. Pero, ¿cuál es ese beneficio? y más importante, ¿cuál es el coste de obtenerlo? Probablemente el coste es muy alto porque lo pagas en términos de tu libertad, y por supuesto, mucho mayor que el beneficio, que quizá sólo sea tener razón. 
De vuelta al presente, lo que podemos hacer ahora mismo es darnos cuenta de las justificaciones o excusas que nos contamos para no hacer lo que realmente nos apetece hacer. Puede que esas justificaciones las hayamos creado nosotros, aprendido o quizá nos las hayan enseñado; no importa de donde vengan porque ahora ya son nuestras. 
Más importante es darnos cuenta de que si nos contamos cada día la misma cosa, que puede ser una mentira, acabamos por creerla. Repetirse mucho algo es una forma de aprenderlo; el resultado de ese aprendizaje es haber enterrado una parte nuestra que reclamaba atención. 
Si hacemos las cosas por obligación, estamos reprimiendo una parte nuestra que quiere hacer otra cosa. Esa parte nos habla, quizá nos molesta o nos duele[13]; no nos gusta lo que nos dice porque nos recuerda constantemente lo que hemos venido a hacer aquí, en nuestro camino. 
A nadie le gusta reprimirse y si ése es el resultado de mirar a una parte nuestra que nos habla, pronto vamos a dejar de mirar allí. Rechazamos esa parte dejando de enviarle nuestra atención, nuestra luz y se vuelve oscura. No la queremos aceptar porque si lo hacemos, parece que hay cosas en nuestra vida que tienen que cambiar y nos asustan los cambios. 
El primer paso para aceptar esa parte, no es hacer cambios externos, sino simplemente escuchar y dar las gracias de corazón a lo que nos está diciendo. 
La jubilación es, en ese aspecto, la aceptación de uno mismo. Nos permitimos aceptar esa parte nuestra reprimida y darle salida a través de impulsos que vienen directamente del corazón. Esos impulsos nos empujan a hacer lo que nos apetece sin necesidad de justificarlo ni racional ni económicamente. 
El momento de la jubilación es como si nos diéramos el permiso para soltar esa parte. A veces ha permanecido tanto tiempo dormida que cuesta despertarla. Si cuando nos jubilamos, que es cuando se supone que ya no hacemos las cosas por obligación, no tenemos ganas de hacer esas cosas que siempre nos hubiera gustado hacer, estamos en la puerta de una crisis. Quizá nos contemos una nueva excusa como por ejemplo “ya es demasiado tarde”. Entonces quizá nos sintamos también decepcionados por otros aspectos de nuestra vida, sin encontrar el sentido a lo que estamos viviendo. Nos hemos acostumbrado a levantarnos por la mañana y a ir a trabajar en algo que no nos gusta. No lo queremos pensarlo mucho porque eso nos hace plantearnos cosas; quizá sólo de vez en cuando imaginamos, como en un sueño, lo que haríamos si pudiéramos. Recapitulemos, si nos pasamos la vida pensando lo felices que seríamos si no tuviéramos que hacer esto o aquello, como por ejemplo si no tuviéramos que ir a trabajar todos los días; si nos sentimos como si nos faltara algo y eso que nos falta parece que nos impide ser felices..., …, …, …Será bueno que entremos en crisis. La mejor parte de la crisis es que tocamos fondo, porque es entonces cuando estamos llegando a la base, el mejor lugar para construir algo diferente. Es posible que algunos tengamos suerte y por fin dejemos de hacer lo que no nos gusta para hacer otra cosa. En ese momento también puede suceder algo bastante curioso, y es que ¡sigamos sin ser felices! Otra vez en crisis… En algún momento de la vida, -si no lo hemos hecho ya, el mejor momento es ahora debemos darnos la oportunidad de hacer lo que realmente nos apetece, porque si nos quedamos pensando en el “si yo pudiera…”, no vamos a descubrir algo muy importante: No nos falta nada. Este descubrimiento es una vivencia personal transformadora y no sirve que te la cuenten, hay que vivirla. El obstáculo que hay que salvar para aceptar esa vivencia, es la propia mente, porque nunca está satisfecha, siempre quiere más. No hay que escuchar a la mente, sino al corazón porque, para él, el presente es suficiente; no conoce los límites del tiempo y del espacio y lo que siente es mucho más que suficiente, es TODO. Sólo hay que escuchar; no hay que hacer nada que no te apetezca. Cuando hablas de obligación no está hablando el corazón, esta hablando mente, con sus razones y justificaciones; las razones ya no nos interesan. El corazón no hace nada por obligación, lo hace por amor, por gozo: Jubilarse es hacer caso al corazón. 
EL LUJO DE LA JUBILACIÓN 
Quizá creas que no puedes permitirte ciertos lujos. Para mi sólo hay un lujo que no puedes permitirte, que es hacer las cosas por obligación. 
De esa manera estás entregando lo más valioso que tienes, tu atención y energía, para crear algo que no te gusta. 
Nunca es demasiado tarde para que hagamos lo que realmente nos apetece. Quizá parezca que no es un buen momento, que las circunstancias sean diferentes, pero debemos darnos la oportunidad de que la vida nos sorprenda, sin poner límites. Que no lo hayas hecho antes no significa que no lo puedas hacer ahora. De hecho, el único momento es ahora. ¿A quién no le gustaría jubilarse? Para profundizar en cómo nos relacionamos cada uno con nuestra jubilación, la exploraremos a través del número del alma. Así veremos las cosas o los chistes-de humor negro-qué nos contamos al respecto. Quizá exageramos, pero muy poco. 1. Lo ve muy lejos porque se siente joven y le parece que eso de jubilarse es para las personas mayores. 
Si le preguntas sobre ello dirá que algún día le gustaría jubilarse pero todavía falta mucho. También piensa que le costará mucho y que es muy difícil. Va siempre hacia lo nuevo y le parece que eso de jubilarse es como hacerse viejo y quedarse parado, ¡que horror!. 2. Al 2 no se le ha ocurrido jubilarse. Puede ver como otros se jubilan y decir “¿¡y yo qué! ¡yo cuando!!?” Aunque nunca se lo llega a plantear realmente en serio, está demasiado ocupado ayudando a otro a jubilarse. Siempre está apoyando al otro y aunque a veces se cansa, le parece que no tiene más remedio que seguir haciéndolo. 
El 2 no piensa en su propia jubilación, piensa en la del otro, la suya siempre irá después. 
Ya se siente satisfecho si puede conseguir que el otro se jubile. 3. El 3, que no sabía nada de jubilación, cuando se da cuenta de que existe algo para vivir sin trabajar, la quiere asaltar, robar. Dice: “¡Como se despiste la jubilación me la quedo!”. 
Desde luego, eso de organizarse para ahorrar para la jubilación, lo lleva muy mal, y lo de trabajar duro para el día de mañana, peor: 
El 3 trabaja por obligación, así que la única alternativa que se le ocurre, aparte que le toque la lotería, es atrapar la jubilación en un descuido. Se queda escondido, agachado un rato a ver si pasa, pero no suele pasar; entonces pasa cualquier otra cosa que le llama completamente la atención y ya se olvida de jubilarse. 4. 
El 4 lo intenta paso a paso, poco a poco: ahorrando, un plan de pensiones, unos trabajillos extras, pero de golpe le aparecen obstáculos que le aparentan insalvables. El mayor problema del camino de la tortuga es que es lento; si va mirando como se incrementa su cuenta en el plan de pensiones, se desanima, porque va muy despacio, le parece que todos van más deprisa que él y que a ese ritmo no se podrá jubilar nunca. 
El 4 es impaciente y cuanto más lo es, más obstáculos le aparecen. Cuando ha ahorrado un poco, tiene que gastárselo todo en arreglar algo que se le ha roto… 5. 
El 5 trabaja mucho, tiene un montón de cosas que hacer. Su estrategia no es muy buena porque se cree que cuando termine todo lo que tiene que hacer se podrá jubilar. 
Cree que si trabaja mucho, algún día tendrá bastante para dejar de trabajar. El fallo de su estrategia es que se olvida de algo básico, que es: donde se echa el agua crece la planta. 
Así que cuanto más trabaja, más y más trabajo le sale y nunca se termina. Y si nunca se termina el trabajo, ¿como va uno a jubilarse…?” Además es un poco inseguro, y le asusta pensar que puede llegar un día en que no tenga suficiente para sus cosillas… 6. 
Al 6 la jubilación le cae mal, es demasiado responsable para plantearse dejar de trabajar. Eso es para los vagos, los que no les gusta hacer su trabajo. Hay tantas cosas que hacer, que pensar en la jubilación es más que una irresponsabilidad, ¡Es una negligencia! El 6 es de los que mueren con las botas puestas. La gracia es que el 6 lo podría conseguir con bastante facilidad: es un número con suerte, las cosas le salen bien, aunque le gusta sentirse que él ha hecho algo al respecto, que se lo merece, que no ha sido sólo un golpe de suerte. Al 6 le gusta ganarse la vida y no hace falta. La vida es el premio, es un regalo, un don. 7. 
El 7 cree que debe más listo que los obstáculos que le impiden jubilarse. Es como una competición, uno contra uno o contra todos: “El 7 contra todos los obstáculos para jubilarse”. El caso es que él puede ganar porque tiene un buen plan. 
El 7 es inteligente, conoce las reglas y las excepciones, o sea, las trampas. El problema es que nunca podrá relajarse y estar tranquilo, porque cree que tiene que seguir vigilando todo. Nunca se acaba de creer que ha ganado, así que algún día puede perder; se podrá jubilar, pero le va a costar disfrutar de la jubilación porque está vigilando. Se le olvida que precisamente en el disfrutar está la gracia. 8. 
Al principio al 8 le frena un poco el tema de la jubilación. 
Sabe que tiene el poder para hacerlo y si lo piensa mucho, va a tener que proponérselo, y si se lo propone, lo va a tener que hacer… y claro, tendrá que asumir un riesgo: Eso no es nada cómodo, porque le asusta perder. Cuando por fin se lanza y se jubila, ya no quiere ni oír hablar del tema, a no ser para alimentar su ego. “Eso de jubilarse es para los pobres, -dice- los que tienen que trabajar. Yo soy rico y a los ricos no les hace falta jubilarse para disponer del tiempo como quieran…” 9. 
El 9 puede entender que la vida es el premio. 
Él se puede jubilar sin dinero, porque se da cuenta que no se trata de dinero. El único problema que puede tener para jubilarse es querer hacerlo. Como insista en ser práctico y en tener un plan para jubilarse, va a tener problemas, porque un 9 ya tendría que estar por encima de eso; la vida nunca le tiene lástima, no le perdona sus tonterías. El 9 ya está jubilado, sólo tiene que darse cuenta y luego desapegarse de todo, hasta de eso. 
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/

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