jueves, 28 de mayo de 2020

LIBRO DEL EGO.- CAPÍTULO 12: LA AUSENCIA DE EGO (PARTE 1)


Siempre nos habla de que hay que librarse del ego, pero ¿cómo puedo hacerlo si no sé distinguir entre el ego y mi verdadero carácter?
NO PUEDES librarte del ego. Es como la oscuridad: no puedes librarte de la oscuridad; solo puedes hacer la luz. En cuanto existe la luz, deja de existir la oscuridad.
Podría decirse que esa es la forma de librarse de la oscuridad, pero no hay que tomárselo en sentido literal. La oscuridad no existe; es la ausencia de luz. De ahí que no se pueda influir directamente sobre ella. Con la luz solo se pueden hacer dos cosas: o encenderla o apagarla. Si quieres oscuridad, apaga la luz; si no quieres oscuridad, enciende la luz. No se puede uno librar del ego.
La meditación se puede aprender. La meditación funciona como una luz, es luz.

LIBRO DEL EGO.- CAPÍTULO 11: EL AMOR (CAPÍTULO ENTERO)


¿POR QUÉ ME ASUSTA TANTO EL AMOR?

EL AMOR siempre provoca miedo porque el amor es la muerte, una muerte mayor que la muerte normal y corriente.
Con la muerte normal y corriente muere el cuerpo, pero eso no es la muerte. El cuerpo es como la ropa: cuando se estropea y se queda vieja la cambias por otra. No es la muerte, sino solo un cambio, como cambias de ropa de casa. Pero tú continúas, como continúa la mente... la misma mente antigua en cuerpos nuevos, el mismo vino añejo en botellas nuevas. Cambia la forma, pero no la mente. De modo que la muerte normal y corriente en realidad no es muerte; la verdadera muerte es el amor. El cuerpo no muere pero la mente sí, el cuerpo sigue siendo el mismo pero desaparece el ego.
Cuando amas, tienes que abandonar todos los conceptos que mantienes sobre ti mismo. Cuando amas, no puedes ser el ego, porque el ego no permite el amor, porque son polos opuestos. Si te decides por el ego no podrás decidirte por el amor. Si te decides por el amor tendrás que abandonar el ego, y de ahí viene el miedo.
Cuando te enamoras te atenaza un miedo más grande. Por eso ha desaparecido el amor de este mundo. Muy raramente se produce el fenómeno del amor.
Lo que llamáis amor es una falsa moneda; la habéis inventado porque resulta muy difícil vivir sin amor. Resulta tan difícil porque sin amor la vida no tiene sentido. Sin amor, no hay poesía en la vida. Sin amor, el árbol existe pero no florece. Sin amor, no puedes
bailar, no puedes alegrarte, no puedes sentir gratitud, no puedes orar.
Sin amor, los templos son casas normales y corrientes, pero con amor una casa normal y corriente se transfigura, se transforma en templo. Sin amor, te quedas en simples posibilidades, en gestos vacíos.
Con el amor te haces sólido, por primera vez en tu vida. Con el amor, empieza a surgir tu alma. El ego desaparece y surge el alma.
Como es imposible vivir sin amor, la humanidad se ha inventado un truco. La humanidad ha creado un truco, un recurso. Ese recurso consiste en vivir el falso amor, de modo que el ego continúe existiendo. No cambia nada, y puedes seguir jugando a estar enamorado, puedes seguir pensando que amas, puedes seguir convencido de que amas. Pero observa qué pasa con tu amor... ¿qué sacas en claro de ese amor? Nada sino tristeza, nada sino disgustos, nada sino peleas, violencia.

martes, 26 de mayo de 2020

LIBRO DEL EGO.- CAPÍTULO 10: LA MEDITACIÓN (2ª PARTE) y final del capítulo.


Traspasa la mente —y el camino para traspasar la mente es muy sencillo—, hazte observador de la mente, porque el observar separa inmediatamente de ti lo que observas. Estás viendo una película, y hay una cosa cierta: que tú no eres el actor. Estás observando la calle y la gente que pasa, y hay una cosa cierta: que tú te has quedado al margen, que no estás en la calle en medio de la gente. Observes lo que observes, no eres tú.
En cuanto empiezas a observar la mente, se produce una experiencia tremenda... el reconocimiento de que tú no eres la mente. Ese reconocimiento, «Yo no soy la mente» significa el comienzo de la no-mente. Has trascendido la muchedumbre, las
voces, el caos de la mente, te has trasladado a los silencios del corazón. Ahí está tu hogar, tu ser eterno. Ahí está tu existencia inmortal, esencial.

El arte de la meditación consiste en trascender la mente.

El arte de la meditación consiste en trascender la mente, y Oriente ha dedicado casi diez mil años, toda su inteligencia y su genio, a descubrir cómo trascender la mente y sus condicionamientos. Los esfuerzos de esos diez mil años han culminado en el refinamiento del método de la meditación.
En pocas palabras, la meditación significa observar la mente, presenciar la mente.
Si eres capaz de observar la mente, mirarla en silencio —sin justificar, sin valorar, sin condenar, sin juzgar a favor ni en contra, simplemente observarla como si no tuvieras nada que ver con ella... No es más que el tráfico que circula por la mente.
Quédate al margen y obsérvalo. Y el milagro de la meditación consiste en que, simplemente observándolo, desaparece poco a poco.
En el momento en que desaparece la mente, llegas a la última puerta, muy frágil, que no está contaminada por la sociedad: tu corazón. En realidad, tu corazón te ofrece inmediatamente una entrada. Nunca te evita, está casi siempre dispuesto a que entres
en él para abrirte la puerta que lleva al ser. El corazón es tu amigo.
La cabeza es tu enemiga. El cuerpo es tu enemigo, el corazón tu amigo, pero entre los dos se alza un enemigo como el Himalaya, una enorme montaña. Sin embargo, se puede superar con un método muy sencillo. Buda Gautama llamaba a este método
vipassana; el patanjali lo llamaba dhyan. Esta palabra sánscrita, dhyan, en China pasó a ch'an y a zen en Japón, pero es la misma palabra. En otros idiomas no existe un equivalente exacto de zen, dhyan o ch'an, y se utiliza arbitrariamente la palabra meditación.

Pero hay que recordar una cosa: que sea cual sea el significado que aparece en los diccionarios, no es el significado que yo le doy. Todos los diccionarios dicen que meditar significa pensar en algo. Siempre que le digo a una mente occidental: «Medita», la pregunta inmediata es: «¿Sobre qué?». Esto se debe a que en Occidente no se ha desarrollado la meditación hasta el punto que se han desarrollado el dhyan, el ch'an o el zen en Oriente.
La meditación significa sencillamente conciencia, no pensar en algo, concentrarse en algo o reflexionar sobre algo. La palabra que se utiliza en Occidente siempre se refiere a algo.
Como yo la concibo, la meditación significa sencillamente un estado de conciencia.
Es como un espejo... ¿Acaso un espejo intenta concentrarse en algo? Refleja cuanto se pone delante de él, pero le es indiferente. Le es absolutamente indiferente que ante él se ponga una mujer guapa, una mujer fea o nadie. El espejo es una fuente de reflejos; la meditación, una conciencia que refleja. Tú sencillamente reflejas lo que se pone delante de ti.

Y mediante esa simple observación desaparece la mente. [Habréis oído hablar de milagros, pero este es el único milagro. Todos los demás son Cuentos.]
Jesús caminando sobre las aguas o transformando el agua en vino o devolviendo la vida a los muertos... son cuentos muy bonitos. Si se entienden simbólicamente tienen gran trascendencia, pero si nos empeñamos en que sean hechos históricos, es absurdo. Simbólicamente son hermosos. Simbólicamente, todo maestro devuelve la vida a los muertos. ¿Qué hago yo aquí? Sacar a la gente de la tumba. Y Jesús sacó a Lázaro de su tumba cuando solo llevaba muerto cuatro días. Yo he sacado de la tumba a personas que llevaban muertas años, toda la vida. Y como habían vivido tanto tiempo en la tumba se resistían a salir. Se resistían con todas sus fuerzas. «¿Qué haces? ¡Estamos en nuestra casa! Vivimos aquí en paz. ¡No nos molestes!»
Simbólicamente es cierto: todo maestro intenta darte nueva vida. Tal y como estás, no estás realmente vivo. Te limitas a vegetar. Si se interpretan los milagros como metáforas, poseen cierta belleza.
Recuerdo una extraña historia que los cristianos han suprimido de sus escrituras, pero que existe en la literatura sufí. Es sobre Jesús.

JESÚS VA A UNA CIUDAD Y CUANDO ENTRA EN ELLA VE A UN HOMBRE A QUIEN RECONOCE. Lo había visto antes. Estaba ciego y Jesús le había curado los ojos. Aquel hombre iba corriendo tras una prostituta. Jesús lo para y le pregunta.
—¿Te acuerdas de mí?
El hombre responde:
—Sí, me acuerdo de ti, y nunca te perdonaré. Cuando era ciego era feliz, porque nunca había visto la belleza. Tú me diste ojos. Pues dime una cosa: ¿qué voy a hacer con estos ojos? Estos ojos se sienten atraídos por las mujeres hermosas.
Jesús no daba crédito. Se quedó perplejo, horrorizado. «Yo pensaba que le había prestado un gran servicio a este hombre y resulta que está enfadado. Dice: "Antes de que me dieras ojos no pensaba en las mujeres, ni pensaba que hubiera prostitutas, pero cuando me diste ojos me destruiste".»
Jesús deja al hombre sin decirle nada; no tiene nada que decirle. Sigue caminando y encuentra a otro hombre tirado en el arroyo, diciendo cosas absurdas, completamente borracho. Jesús lo levanta y recuerda que le había dado piernas, pero él también se siente un poco hundido. Le pregunta al hombre:
—¿Me conoces?
El hombre responde:
—Sí, te conozco. Aunque estoy borracho, no puedo perdonarte. Fuiste tú quien destrozaste mi vida tranquila. Sin piernas no podía ir a ninguna parte. Yo era una persona pacífica: ni peleas, ni juego, nada de amigos, nada de bares. Tú me diste piernas, y desde entonces no he tenido un solo momento de paz, de silencio. Voy detrás de esto, detrás de aquello, y al final, cuando me canso, me emborracho. Y tú mismo puedes ver qué me está pasando. ¡Tú eres responsable de la situación en la que me encuentro! Tendrías que haberme advertido de que si tenía piernas surgirían todos estos problemas. No me avisaste. Me curaste sin pedirme permiso.

Jesús se asustó tanto que abandonó la ciudad. No fue a ningún otro sitio. Se dijo: «Quién sabe qué clase de personas voy a encontrarme». Pero al salir de la ciudad vio a un hombre que estaba intentando colgarse de un árbol. Le dijo:
—¡Espera! ¿Qué estás haciendo?
El hombre respondió:
—¡Otra vez tú! Yo estaba muerto y tú me obligaste a estar vivo otra vez. Ahora no tengo trabajo, mi mujer me ha dejado porque piensa que un hombre que ha muerto no puede resucitar, cree que soy un fantasma. No quiere verme nadie. Mis amigos no me reconocen. Cuando entro en la ciudad nadie me mira. A ver, ¿qué quieres que haga ahora? Ahora que iba a ahorcarme, ¡otra vez apareces! ¿Qué venganza te estás tomando conmigo? ¿Por qué no me dejas en paz? Ya no puedo ni ahorcarme. Antes estaba muerto y tú me resucitaste, y como me cuelgue volverás a resucitarme. ¡Estás tan empeñado en hacer milagros que ni siquiera te importa quiénes tienen que
soportar tus dichosos milagros!

ME ENCANTÓ ESTA HISTORIA. Deberían conocerla todos los cristianos. No existe sino un solo milagro, y ese milagro es la meditación que te aparta de la mente. El corazón siempre te da la bienvenida, siempre está dispuesto a abrirte las puertas, a guiarte hacia tu ser. Y el ser es la totalidad, el bienestar definitivo.

La meditación no es sino un medio

La meditación no es sino un medio para que tomes conciencia de tu verdadero ser, que no ha sido creado por ti, que no tiene que ser creado por ti, porque ya es tú.
Naces con él. ¡Tú eres ese ser! No hay que descubrirlo. Si no resulta posible, o si la sociedad no lo permite, y ninguna sociedad lo permite, porque el verdadero ser resulta peligroso, peligroso para las religiones oficiales, peligroso para el Estado, para las masas, para la tradición, porque cuando una persona conoce su verdadero ser se convierte en un individuo... Deja de formar parte de la psicología de las masas, ya no es supersticiosa, no pueden aprovecharse de ella, deja de ser un borrego, no acepta órdenes.
Esa persona vivirá según su luz, vivirá siguiendo los dictados de su interior. Su vida tendrá una belleza y una integridad prodigiosas.

LA MEDITACIÓN TE AYUDA A DESARROLLAR TUS FACULTADES INTUITIVAS.

Comprendes con toda claridad qué puede satisfacerte, qué va a ayudarte a alcanzar la plenitud. Y sea lo que sea, será diferente para cada persona, para cada individuo: tal es el significado de la palabra «individuo», porque cada persona es única. Y buscar e investigar para encontrar ese carácter único supone una gran aventura, una gran emoción.



FIN DEL CAPITULO

LIBRO DEL EGO.- CAPÍTULO 10: LA MEDITACIÓN (1ª PARTE)



LA AUSENCIA DE PENSAMIENTO ES MEDITACIÓN

LA AUSENCIA de pensamiento es meditación. Cuando no se piensa es cuando llegamos a conocer a quien está oculto por nuestros pensamientos. Cuando no hay nubes aparece el cielo azul, y también hay un cielo dentro de ti. Aparta las nubes de los
pensamientos para verlo, para conocerlo. Se puede hacer. Cuando la mente está en calma y no tiene pensamientos, en ese silencio, en esa profunda irreflexión, en la ausencia completa de pensamientos se ve la verdad.
¿Qué se puede hacer para conseguirlo? Hay que hacer una cosa muy sencilla, pero te resultará muy difícil porque te has vuelto muy complejo. Lo que es posible para un recién nacido a ti te resulta imposible. El niño se limita a mirar, sin pensar. Solamente ve. Y simplemente ver es maravilloso. En eso consiste el secreto, la llave que puede abrir la puerta de la verdad.
Yo os estoy viendo. Simplemente os estoy viendo. ¿Lo comprendéis? Solo os estoy viendo, sin pensar. Y entonces desciende sobre mí una calma insólita, un silencio palpable, y se ve todo y se oye todo pero nada perturba la calma en el interior. Dentro no hay ninguna reacción, no hay pensamientos. Solo existe darshan, «ver».

domingo, 24 de mayo de 2020

LIBRO DEL EGO.- CAPÍTULO 9: LA TERAPIA (4ª PARTE)


Alguien ha muerto, y su familia está triste; entonces puedes dar buenos consejos.
Puedes decir que el alma es inmortal, puedes decir que nada muere, que la vida es eterna. Pero ha muerto alguien a quien tú querías, que significaba algo para ti, que era alguien cercano, alguien íntimo, y ahora te das golpes de pecho, gritas y lloras. No puedes darte ese mismo consejo a ti mismo, que la vida es inmortal y que nadie muere.
Ahora te parece absurdo.
De modo que recuerda que al dar consejos a los demás puedes parecer un idiota.
Cuando le dices a alguien cuyo ser querido ha muerto que la vida es inmortal, pensará que eres imbécil. Le estás diciendo tonterías. Él sabe cómo se siente uno cuando se pierde a un ser querido. Ninguna filosofía lo consolará. Y sabe por qué dices eso: porque
no es tu problema. Puedes permitirte ser sensato; él no.
Con la meditación trasciendes tu ser normal. Surge un nuevo punto desde el que puedes observar las cosas de un modo distinto. Se crea el distanciamiento, los problemas siguen ahí, pero ahora están muy lejos, como si le ocurrieran a otra persona.
Ahora puedes darte buenos consejos a ti mismo, pero no hay necesidad de hacerlo. El propio distanciamiento te hará prudente.
De modo que la técnica de la meditación consiste en crear un distanciamiento entre los problemas y tú.

LIBRO DEL EGO.- CAPÍTULO 9: LA TERAPIA (3ª PARTE)


¿Podría hablar sobre la locura? He comprobado que los psiquiatras no saben nada de ella apesar de todos sus esfuerzos. Al parecer, hay dos tipos de locura. Usted ha hablado de la locura como un paso hacia la iluminación, y también ha dicho que la psicosis es una
forma grave de cobardía ante la realidad de la vida. No parece que todos los locos que aseguran ser Jesucristo hayan tenido una experiencia de Dios.

Hay dos clases de locura, pero la psiquiatría moderna solo es consciente de una, y como no es consciente de la otra, su comprensión de la locura es sesgada, errónea, imperfecta y además dañina.
La primera clase de locura que tienen en cuenta los psiquiatras es la que se sitúa por debajo de la mente racional. Cuando no puedes soportar las realidades, cuando resultan excesivas, cuando no puedes más, la locura es una forma de huir a tu propio mundo subjetivo, para olvidar las realidades. Creas tu propio mundo subjetivo, empiezas a vivir en una especie de mundo imaginario, empiezas a soñar incluso con los ojos abiertos, de modo que puedes evitar las realidades que te resultan excesivas, insoportables. Eso es una evasión; caes por debajo de la mente racional, vuelves a la mente animal, y eso significa caer en lo inconsciente.

LIBRO DEL EGO.- CAPÍTULO 9: LA TERAPIA (2ª PARTE)


¿Qué es la neurosis y cuál es su cura?

La neurosis nunca había alcanzado tal carácter de epidemia como en la actualidad.
Casi se está convirtiendo en un estado normal de la mente humana. Es algo que hayque comprender.
El pasado era más sano espiritualmente, por la sencilla razón de que no se introducían tantas cosas en la mente al mismo tiempo, de que no se sobrecargaba la mente. La mente actual está sobrecargada y lo que no se asimila produce neurosis. Es como si no parases de comer, de atracarte de comida. Lo que el cuerpo no digiere resulta pernicioso. Y lo que comes es menos importante que lo que ves y oyes. Con los ojos, con los oídos, con todos los sentidos, no paras de percibir miles de cosas, a cada momento. Y para asimilar no dispones de más tiempo. Es como estar sentado continuamente a la mesa, comiendo y sin parar de comer durante veinticuatro horas al
día.

miércoles, 20 de mayo de 2020

LIBRO DEL EGO.- 9 : LA TERAPIA (1ª PARTE)


¿Por qué abrazar es un instrumento terapéutico tan increíblemente eficaz? Antes pensaba que lo único que servía eran la claridad, el ingenio y el análisis, pero todo eso son tonterías en comparación con un abrazo [compartido].
EL SER HUMANO necesita que lo necesiten, eso constituye una de sus necesidades fundamentales. A menos que te muestren afecto, empiezas a morir, y a menos que sientas que eres importante para alguien, aunque solo sea una persona, tu vida carece de sentido. Por eso el amor es la mejor terapia.
El mundo necesita una terapia porque al mundo le falta amor.
En un mundo en el que realmente reinara el amor no se necesitaría ninguna terapia; el amor sería suficiente, más que suficiente. Abrazar es un simple gesto de amor, de calor, de afecto. La sensación de calor que transmite la otra persona derrite muchas enfermedades, derrite el ego, frío como el hielo, y te hace sentir de nuevo como un niño.
Los psicólogos son plenamente conscientes de que si a un niño no lo besan, no lo abrazan, le falta alimento. El cuerpo necesita comida tanto como el alma necesita amor.
Puedes cubrir todas las necesidades físicas de un niño, proporcionarle todas las comodidades físicas, pero si no lo abrazas no llegará a ser una persona totalmente sana.
En el fondo se sentirá triste, abandonado, sin afecto. Lo habrán atendido, pero no mimado.

Se ha observado que si no se abraza a un niño, empieza como a retroceder, incluso puede morir, aunque se le proporcione todo lo necesario. Se le han dispensado todos los cuidados corporales, pero no ha estado rodeado de cariño. Se ha quedado aislado, sin conexión con la existencia.
El amor constituye nuestra conexión, nuestras raíces.
Al igual que hay que respirar —porque para el cuerpo es esencial; si se deja de respirar, se deja de existir—, el amor es el aliento interno. El alma vive gracias al amor.
El análisis no sirve, ni el ingenio, ni la claridad, ni los conocimientos, ni la erudición.
Podrás saber todo lo que se puede saber sobre la terapia, ser un experto, pero si no conoces el arte del amor te quedarás en la superficie del milagro de la terapia.
En cuanto empiezas a sentir compasión del paciente, del que sufre, de cien casos, noventa personas sufren fundamentalmente porque no han sido amadas. Si empiezas a sentir la necesidad de amor del paciente y si puedes satisfacer esa necesidad, el paciente
experimentará una mejoría casi mágica.
No cabe duda de que el amor es el fenómeno más terapéutico.
A Freud le aterrorizaba tanto, tanto... Jamás se le habría ocurrido abrazar a un paciente; ni siquiera estaba dispuesto a mirarlo cara a cara, porque al escuchar sus miserias, sus pesadillas, podría haber empezado a sentir compasión, podrían habérsele humedecido los ojos, echarse a llorar o en un descuido incluso tomarle de la mano.
Le tenía tanto miedo a una relación afectuosa entre terapeuta y paciente que inventó la siguiente estratagema: el paciente tenía que estar tendido en el diván, y detrás se sentaba el psicoanalista, de modo que no se vieran cara a cara.
Y hay que recordar algo muy importante; que solo cuando nos miramos cara a cara crece el amor. Los animales no pueden desarrollar el amor porque hacen el amor sin mirarse, y así no pueden surgir ni la amistad ni la relación. En cuanto acaban con la relación sexual se van cada uno por su lado, sin ni siquiera un gracias, un adiós o un hasta luego. Los animales no han sido capaces de crear la amistad, la familia, la sociedad, por la sencilla razón de que cuando están haciendo el amor no se miran a los ojos, ni a la cara, como si el sexo para ellos fuera algo prácticamente mecánico. No existe ningún elemento humano en su relación sexual.

lunes, 18 de mayo de 2020

LIBRO DEL EGO.- 8 : LA VIOLENCIA


NOSOTROS CREAMOS A TODOS LOS DICTADORES DEL MUNDO
 
NOSOTROS CREAMOS a todos los dictadores del mundo porque necesitamos que alguien nos diga lo que tenemos que hacer. Y existe una razón muy sutil para ello: cuando alguien te dice lo que tienes que hacer, no es tuya la responsabilidad de si está bien o mal. Te libra de toda responsabilidad; no tienes que pensar en ello, ni
preocuparte. Toda la responsabilidad recae sobre la persona que te ordena que hagas algo.
Las personas como Hitler, Stalin o Reagan no ocupan posiciones de poder solamente por sus cualidades. Están ahí porque millones de personas quieren que les digan lo que tienen que hacer, porque si nadie les da órdenes están perdidas. Nosotros creamos a los dictadores.
Hitler estaba medio loco, pero Alemania, una de las naciones más inteligentes del mundo, creadora de una gran tradición de filósofos, pensadores, teólogos de primera categoría... Incluso en el siglo XX Alemania ha dado al mundo personas como Martin Heidegger... Yo he estudiado a todos los filósofos, pero Heidegger posee tal genio, tal originalidad en sus enfoques de las cosas, completamente nuevos... Y sin embargo era seguidor de Hitler, lo apoyó. Me planteé cuál podría ser la razón y por qué toda una nación apoyó a aquel loco.

EL LIBRO DEL EGO.- 7: LA POLÍTICA


SE NOS HA PROGRAMADO PARA SER AMBICIOSOS
 
SE NOS HA PROGRAMADO para ser ambiciosos, y en eso consiste la política. No solo afecta al mundo de la política, sino que infecta tu vida, día a día. Hasta el niño pequeño sonríe a la madre, al padre, pero es una sonrisa fingida, falsa, sin profundidad. Siempre que sonríe, el niño sabe que tendrá una recompensa. Ya ha aprendido la primera norma del político; está todavía en la cuna y ya le habéis enseñado lo básico de la política.
 
Por política hay que entender...
 
Por política hay que entender otras cosas, no solo la política como tal. Cuando alguien se mete en un juego de poder, eso también es política. Da igual que esté relacionado con el Estado, el gobierno y asuntos parecidos...
Para mí, la palabra «política» abarca mucho más de lo que se suele pensar.
El hombre lleva intentando una estrategia política con la mujer durante toda la historia de la humanidad: que ella es inferior a él. Y la ha convencido. Existen razones para que la mujer esté indefensa y tenga que someterse a esta idea, tan absurda como fea. La mujer no es inferior al hombre, ni tampoco superior. Son dos categorías
humanas diferentes que no pueden compararse. La comparación misma es absurda, y si empezamos a comparar, surgirán los problemas.
¿Por qué se ha proclamado la inferioridad de la mujer en el mundo entero? Porque era la única manera de dominarla, de esclavizarla.
Resultaba más fácil. Si hubiera sido igual, habría habido problemas. Por eso se tenía que convencerla de que era inferior. Y las razones esgrimidas son las siguientes: tiene menos fuerza muscular y menor estatura; no ha escrito filosofía ni teología; no ha
fundado ninguna religión; no ha habido mujeres que destacaran en la música o la pintura. Todo eso demuestra que no tiene suficiente inteligencia, que no es intelectual, que no le interesan los asuntos más elevados de la vida, que sus intereses son muy limitados, que solo sirve para ser ama de casa.
Claro, si se plantea así la comparación, con tanta astucia, se convence fácilmente a la mujer de su inferioridad. También habría que comparar otras cosas. Una mujer puede dar a luz, mientras que un hombre no. Él es inferior; no puede ser madre. La naturaleza no le ha dado tal responsabilidad, sabiendo que es inferior. La responsabilidad recae sobre el superior, y la naturaleza no ha dotado de útero al hombre. En realidad, su función en la procreación no es más que la de una inyección, algo momentáneo.
La madre tiene que llevar en su vientre al niño durante nueve meses, con todos los inconvenientes. No resulta tarea fácil. Y después dar a luz... Eso supone casi experimentar la muerte. A continuación tiene que criar al niño durante años, y en épocas pasadas no paraba de tener hijos. ¿Qué tiempo le hemos dejado para dedicarse a la música, a la poesía, a la pintura? ¿Qué tiempo le hemos concedido? Estaba continuamente embarazada o cuidando de los hijos que había parido, y cuidándose de la casa para que el hombre se dedicara a asuntos más elevados.
 
Digo lo siguiente a cualquier hombre: intercambia el trabajo durante veinticuatro horas. Que ella pueda dedicarse a pensar, a crear poesía o música, y durante esas veinticuatro horas ocúpate tú de los hijos, de la cocina, de la casa. Entonces te darás cuenta de quién es superior. Veinticuatro horas serán suficientes para demostrarte que cuidar de tantos niños es como vivir en un manicomio.
Con un solo día de cocinar para la familia y los invitados comprenderás que en esas horas has vivido en un auténtico infierno y olvidarás la idea de tu superioridad, porque no tendrás ni un segundo para pensar en la teología, la filosofía o la religión.
Debes pensar en otros términos. Sí, la mujer tiene menos musculatura, porque durante millones de años no ha realizado el trabajo que desarrolla los músculos. Yo he estado con ciertos indígenas de la India, pueblos en los que la mujer es musculosa y el
hombre no. Eso significa que no es algo natural, sino histórico. Pero las mujeres llevan tanto tiempo sin realizar trabajos que requieren musculatura que, poco a poco han perdido de forma natural la capacidad para desarrollarla.
Pero también hay que considerar el asunto desde otros ángulos. La mujer tiene más resistencia que el hombre, un hecho comprobado médicamente. Las mujeres enferman con menos frecuencia que los hombres y viven más tiempo que ellos, unos cinco años más. Es una sociedad absurda la que ha decidido que el marido debería de
ser cuatro o cinco años mayor que la mujer, simplemente para demostrar que el hombre es más experimentado y así mantener intacta su superioridad. No está bien desde el punto de vista médico, porque la mujer vive cinco años más que el hombre. Desde el punto de vista médico, el marido debería ser cinco años más joven que la mujer, de modo que murieran al mismo tiempo o casi.
 
Por una parte, el hombre tiene que ser cuatro o cinco años mayor que la mujer, y por otra parte, a la mujer no se le permite que vuelva casarse otra vez, en la mayoría de las culturas y las sociedades. Recientemente ha empezado a permitírsele, pero solo
en los países desarrollados. Como no se le permite volver a casarse vivirá al menos diez años de viudedad. Eso es una insensatez desde el punto de vista médico; hay un error aritmético. ¿Por qué obligar a una mujer a ser viuda durante diez años? Habría sido mejor que la mujer hubiera tenido cinco años más que el marido, que el hombre hubiera sido cinco años más joven que la mujer. Con eso se habría arreglado el asunto. Habrían muerto casi al mismo tiempo, y no habría ni viudos ni viudas ni todos los problemas derivados de esa situación.
Si nos paramos a pensar que una mujer vive cinco años más que un hombre, ¿quién es superior? Si la mujer enferma con menos frecuencia, si tiene más resistencia, ¿quién es superior? El porcentaje de suicidios de mujeres es un cincuenta por ciento
inferior al de hombres. Lo mismo ocurre con el porcentaje de casos de locura: un cincuenta por ciento menor en las mujeres. Pero nunca se han tenido en cuenta estos hechos. ¿Por qué?
¿Por qué se suicidan el doble de hombres que de mujeres? Da la impresión de que los hombres no tienen paciencia con la vida. Son demasiado impacientes, tienen demasiados deseos, demasiadas expectativas, y cuando las cosas no les salen bien quieren acabar con todo. Se frustran con mucha rapidez. Eso es signo de debilidad: no tienen el valor de enfrentarse a los problemas de la vida. El suicidio es una cobardía, escapar de los problemas en lugar de resolverlos.
 
La mujer tiene más problemas: los suyos propios y los que le crea el hombre. Tiene problemas por partida doble, y sin embargo los afronta con valor. Pero todos dicen que es más débil. ¿Por qué se vuelven locos el doble de hombres que de mujeres?
Eso demuestra que su intelecto no es muy fuerte, que se le puede ir la cabeza a la primera de cambio.
¿Entonces por qué tanto empeño en la inferioridad de la mujer? Cuestión de política, de juego de poder.
 
Usted dice muchas veces que los políticos y los sacerdotes explotan y engañan a la gente, que se aprovechan de ella, como si pertenecieran a otra raza, como si fueran extraterrestres que se han impuesto a nosotros. Por el contrario, yo opino que los políticos y los sacerdotes salen de entre nosotros, y por eso somos responsables de sus actos. Quejarse de ellos es como quejarnos de nosotros mismos. ¿Es que no hay un político o un sacerdote oculto en cada uno de nosotros? ¿Podría decir algo al respecto, por favor?
 
Desde luego que los políticos y los sacerdotes no son extraterrestres; nacen y crecen entre nosotros. También nosotros tenemos el mismo deseo de poder, la misma ambición de ser más santos, más piadosos que los demás, pero en cuanto a esos deseos
y ambiciones, ellos son quienes más éxito tienen.
Y desde luego que nosotros somos responsables, pero es un círculo vicioso, porque no somos nosotros los únicos responsables. Los políticos y los sacerdotes que triunfan inculcan en las nuevas generaciones esas mismas ambiciones. Construyen la sociedad,
influyen en la mentalidad de todos, condicionándola. También ellos son responsables, y más que la gente normal y corriente, porque esas personas normales y corrientes son las víctimas de todas las ideas que se les imponen.
Un niño llega al mundo sin ninguna ambición, sin deseo de poder, sin la idea de que es mejor, más santo, superior. Naturalmente, él no puede ser responsable de nada.
Quienes lo echan a perder son quienes lo educan: los padres, la sociedad, el sistema educativo, los políticos, los sacerdotes... toda esa tropa. Y cuando le llegue el turno, también él echará a perder a otros... Es un círculo vicioso, pero ¿dónde romperlo?
Culpo a sacerdotes y políticos porque es ahí donde puede romperse el círculo vicioso. Culpar a los niños recién llegados al mundo no serviría de nada, como tampoco serviría de nada culpar a las masas, porque ya están programadas y explotadas. Sufren, son desdichadas pero no hay nada que las despierte; están profundamente dormidas.
Nuestras críticas deberían centrarse en quienes ostentan el poder, porque únicamente ellos pueden contaminar a las generaciones futuras. Si pudiéramos impedir que actuaran así, surgiría un nuevo ser humano.
 
Yo sé que todo el mundo es responsable, que pase lo que pase, de una forma u otra, todo el mundo tiene algo que ver en el asunto, pero lo importante para mí es a quién atacar, para evitar ese círculo vicioso en la nueva generación. La humanidad lleva siglos dándole vueltas a lo mismo, y por eso no culpo a las masas, ni a ti en concreto. Sí culpo a quienes ahora ocupan cierta posición y si pudieran relajarse un poco, olvidarse un poco de sus intereses y fijarse en esa humanidad sufriente... podría producirse una
transformación y romperse el círculo vicioso. Por eso me cebo en los políticos y los sacerdotes.
Sé que todo el mundo es responsable, pero no todo el mundo tiene el poder suficiente para romper el círculo vicioso. Por eso ataco constantemente a sacerdotes y políticos. Y resulta que ahora me tienen miedo; a lo mejor nunca le habían tenido miedo a nadie. No me quieren en ningún país del mundo. Los sacerdotes están detrás de los políticos que dictan las leyes y las normas, y quieren prohibir mi entrada en sus países.
Nuestra comuna de Estados Unidos fue destruida por los políticos, pero tras los políticos estaban los cristianos fundamentalistas, el grupo más ortodoxo de sacerdotes cristianos. Ronald Reagan, por ejemplo, es cristiano fundamentalista. Y ser cristiano fundamentalista significa ser ortodoxo hasta la médula. Reagan está convencido de que todas y cada una de las palabras de la Biblia son sagradas, pronunciadas por el mismísimo Dios. Y tanto los políticos como los sacerdotes son muy vulnerables: no tienen dónde apoyarse. Un buen golpe, y adiós. Y entonces la sociedad empezará a saber en qué consiste la libertad.
 
Podemos criar a los hijos de una forma más humana, sin condicionamientos, con inteligencia, para que sean capaces de ver la tierra como un todo, sin cristianos, hindúes, musulmanes, sin indios, chinos ni estadounidenses. Las naciones y las religiones son creación de los sacerdotes y los políticos. En cuanto desaparezcan ellos, también desaparecerán las religiones y las naciones.
Y un mundo libre de religiones y de naciones será un mundo humano, sin guerras, sin luchas innecesarias por cosas que nadie ha visto...
Qué absurdo que las personas lleven miles de años matándose entre sí en nombre de Dios... Nadie lo ha visto, nadie tiene pruebas. Y encima, ni siquiera sienten vergüenza, porque si lo miras directamente a los ojos, nadie se lo ha planteado jamás...
Sin embargo, emprenden cruzadas, yihads, guerras de religión, y destruyen a cuantos no creen en su dogma, porque su dogma es divino y todos los demás son creación del diablo.
Intentan servir a la humanidad matando a las personas. Su intención consiste en liberar a esas personas de las garras del diablo, pero lo más curioso es que toda religión piensa que las demás religiones son creaciones del diablo, y por eso continúa la lucha.
Los políticos libran una guerra tras otra... ¿Para qué? La tierra no tiene fronteras, pero ellos idean mapas y delimitan fronteras.
 
UNO DE MIS PROFESORES ERA UN HOMBRE MUY INTELIGENTE. Un día nos trajo a clase unos trozos de cartón. Había cortado el mapamundi en trocitos; los puso sobre la mesa y nos dijo: «A ver quién puede ordenarlo». Lo intentaron muchos alumnos, pero no lo consiguieron.
Al ver que a todos los demás no les salía bien y que no conseguían ensamblar el mapamundi, miró una pieza por el revés. Dio la vuelta a todas las demás y descubrió la figura de un hombre. La ordenó, algo que le resultó muy fácil, y así encontró la clave. Por un lado estaba ordenado el hombre y por el otro el mundo.
Quizá ocurra lo mismo con el mundo real... Si podemos ordenar al hombre, también quedará ordenado el mundo. Si logramos que el hombre esté en silencio, en paz, con amor, desaparecerán las naciones, desaparecerán las guerras y los políticos sucios. Y hay que recordar que toda política es sucia; no hay ninguna limpia.
Pero hemos de atacar a quienes ostentan el poder. Atacar a la persona normal y corriente no servirá de nada, porque no tiene poder; es una víctima. Incluso si la cambiamos, no supondrá un gran cambio. Pero si destruimos la conspiración entre religión y política, entre sacerdotes y políticos, se producirá un gran cambio, una revolución, la única revolución necesaria y que aún no ha tenido lugar.
 
¿Qué opina de la política?
 
¿Tengo que opinar? Pues la maldigo. Es la gran calamidad que nos ha hecho vivir siglos de sufrimiento. La política es absolutamente innecesaria, pero los políticos no consentirán que realmente lo sea porque entonces perderían sus presidencias, sus Casas Blancas, sus Kremlins...
La política no es necesaria, es algo totalmente anticuado. Se necesitaba porque las naciones no paraban de luchar entre sí. Ha habido cinco mil guerras en tres mil años.
Si disolviéramos las fronteras —que solo existen en el mapa, no en la tierra—, ¿a quién le interesaría la política? Desde luego, habría un gobierno mundial, pero solo tendría un carácter funcional. No supondría el menor prestigio, porque no existiría competencia para acceder a él. Si eres presidente del gobierno mundial, ¿qué? No eres más importante que los demás.
Un gobierno funcional es como la red de ferrocarriles. ¿A quién le importa quién dirige la red de ferrocarriles? Si el servicio de Correos funciona bien, ¿a quién le importa quién sea el director?
Las naciones tienen que desaparecer, y con ellas desaparecerá la política. Se suicidará. Lo que quedará será una organización funcional para hacerse cargo de las cosas, que podrá ser rotatorio, como el Rotary Club, en el que a veces el presidente es un negro, otras veces una mujer, otras veces un chino, otras un ruso, otras un
estadounidense... pero continúa girando, como una rueda.
Quizá una persona no debería ostentar el puesto más de seis meses, porque más tiempo resultaría peligroso. De modo que seis meses de presidente y después se acabó. Y que no eligieran a nadie más. Es simple torpeza mental elegir una y otra vez al mismo presidente. ¿No veis la torpeza mental? ¿Es que no hay personas inteligentes? ¿Es que solo tenéis un vejestorio para que siga una y otra vez?
Tampoco se necesitarían los partidos políticos en ese mundo. Los individuos deberían decidir individualmente. No se necesitan los partidos políticos, porque solo contribuyen a la destrucción de la democracia. Aunque la gente dice que la democracia no puede existir sin los partidos políticos, yo os digo que la democracia no puede existir con los partidos políticos, porque tienen sus propios intereses.
 
Cada individuo es libre de presentarse a cualquier cargo o de votar a quien le parezca conveniente, y quien salga elegido puede ser mucho más sensato que cualquier presidente o primer ministro. Entonces, como solo va a ocupar ese puesto durante seis meses, no puede perder el tiempo inaugurando esta universidad y la otra, o ese puente y el otro, o esa carretera; no puede perder el tiempo en absurdas inauguraciones. Y el Parlamento se limita a discutir sobre asuntos absurdos, como si dispusieran de todo el tiempo del mundo. Para aprobar una simple ley necesitan años y años.
Una persona que solo vaya a mantenerse en ese cargo seis meses no puede permitirse semejantes estupideces. Se rodeará de asesores científicos, de expertos en diferentes campos. Por ejemplo: en el terreno de la economía buscará a los mejores cerebros de la economía para que lo asesoren. No dispone de mucho tiempo. No puede apoyarse en políticos de tercera clase que solo conocen el arte de la mentira y nada más. Si tiene que tomar decisiones sobre la educación, pedirá consejo a los grandes especialistas en educación del mundo entero. Pero ahora ocurren cosas tan extrañas...

Os doy una fórmula: un solo mundo.
 
 

EL LIBRO DEL EGO.- 6: EL PODER (SEGUNDA PARTE)


AURANGZEIB, UNO DE LOS EMPERADORES MUSULMANES DE LA INDIA, ardía en deseos de que su padre muriera o de que se hiciera viejo para sucederlo. Lo encarceló y ocupó el trono imperial. Su padre había trabajado mucho durante toda su vida, y al verse mano sobre mano en la celda envió un recado a su hijo: «Al menos reúne a treinta niños para que les enseñe el Corán».
Lo que comentó Aurangzeib ante sus cortesanos resulta muy significativo. Dijo:
«Ese viejo no quiere perder su poder. Ya no es el emperador, pero con treinta discípulos para enseñarles el Corán volverá a ejercer su poder sobre esos niños».

Según los psicólogos, las personas que tienen miedo de competir en la vida y de adquirir poder eligen una vía más sencilla: ser maestros de escuela. A los niños pequeños se les puede pegar, acosar... Es ilegal, pero en este país sigue ocurriendo.
Precisamente el otro día leí un informe sobre tres casos que se han encontrado... pero el gobierno oculta los hechos. Por fin se ha reconocido, porque ya resultaba excesivo, que los maestros han dado tales golpes a los niños que algunos se han quedado sordos de por vida.
Un chico... Su propio padre lo encadenó. Estuvo encadenado durante casi diez años a una columna de la casa. Prácticamente se convirtió en un animal. No podía ponerse de pie y solo se movía a cuatro patas. Además, como lo obligaron a vivir en medio de la oscuridad, perdió la vista.
Incluso los padres ejercen su poder, como los profesores, los maridos, las esposas. Da igual en qué situación te encuentres.

EL LIBRO DEL EGO.- 6: EL PODER (PRIMERA PARTE)


Toda la vida me han fascinado el poder, y el respeto que conlleva, pero ahora me parece algo limitado, muy reducido. Sin embargo, tengo la sensación de que existe un poder más auténtico, que no depende de otras personas ni de sus reacciones, sino que es algo que existe en mi interior. ¿Podría hablar sobre la atracción que siento hacia esto, por favor?
TU PREGUNTA requiere un examen muy profundo, porque puedo decir sí y también no. No voy a decir sí; hay mayores posibilidades de que diga no, y voy a explicarte las razones.
Así es como la mente juega con todos vosotros. Dices: «Toda la vida me han fascinado el poder, y el respeto que conlleva». Eres muy sincero al reconocerlo. Muchas personas con ansias de poder ni siquiera se dan cuenta de ello; su deseo de poder es prácticamente inconsciente. Los demás sí lo ven, pero ellos no.
El deseo de poder es la peor enfermedad que padece el ser humano en el mundo entero, y todos los sistemas educativos, todas las religiones, todas las culturas y sociedades fomentan esa enfermedad.
Toda persona quiere que su hijo sea el hombre más importante del mundo. No hay más que oír hablar a las madres sobre sus hijos, como si todas hubieran parido a Alejandro Magno, Iván el Terrible, Stalin, Ronald Reagan. Hay millones de personas empeñadas en conseguir poder, y hay que entender que este terrible impulso surge de un vacío en el interior de la persona.
La persona sin deseo de poder es una persona satisfecha, feliz, tranquila, contenta con lo que es. Su ser mismo expresa una inmensa gratitud hacia la existencia; no tiene nada más que pedir. Le han dado lo que le han dado, sin haberlo pedido. Es un simple regalo de la abundancia de la naturaleza.
Y son dos caminos completamente distintos: el uno es el deseo de poder; el otro es el deseo de disolverse.
Me dices: «Pero ahora me parece algo limitado, muy reducido...». No es solo limitado y reducido, sino enfermizo y feo. La sola idea de ejercer poder sobre los demás significa arrebatarles su dignidad, destruir su individualidad, obligarlos a ser esclavos.
Solo una mente sucia y fea puede hacer semejante cosa. Y lo que planteas sigue así: «Sin embargo, tengo la sensación de que existe un poder más auténtico, que no depende de otras personas ni de sus reacciones, sino que es algo que existe en mi interior». Hay algo de verdad en tus palabras, pero no es tu experiencia.
Sin duda existe un poder que no tiene nada que ver con el dominio sobre los demás, pero el poder de una flor al abrir sus pétalos... ¿Te has fijado en ese poder, en esa maravilla? ¿Te has fijado en el poder de una noche estrellada? Sin que domine a nadie. ¿Te has fijado en el poder de una hojita minúscula danzando al sol o en medio de la lluvia? ¿En su belleza, en su grandeza, en su júbilo? No tiene nada que ver con nadie; ni siquiera necesita que nadie la vea.
Esa es la verdadera independencia, lo que te lleva a la raíz de tu ser, de donde brota la vida a cada momento, pero no debería llamarse poder a ese poder, porque crea confusión.
El poder se ejerce sobre alguien, algo que incluso las personas de gran inteligencia no han sabido comprender. En la India hay una religión, el jainismo. La palabra jaina significa «el conquistador». El significado original coincidía sin duda con lo que tú dices: el poder que brota en tu interior como una flor abre sus pétalos y desprende su fragancia. Pero yo he estudiado en profundidad la tradición del jainismo. Cuando llaman a un hombre «conquistador», también dicen que se ha conquistado a sí mismo. Siempre hay que conquistar a alguien.
Cambiaron el nombre de Mahavira, que se llamaba Vardhamana. Mahavira significa «el gran conquistador», el hombre grande, victorioso, pero si se reduce a sencillos términos psicológicos, la idea misma de que Mahavira se conquistara a sí mismo significa que podía estar desnudo en plena lluvia, con frío, que podía pasar hambre en aras del ayuno durante meses enteros. En doce años de disciplina y preparación, solo comió durante un año y pasó hambre durante once. No continuamente; un mes pasaba hambre y un día comía; pasaba hambre dos meses y dos días comía, pero en el transcurso de doce años en total comió el equivalente a un año. Infligió torturas a su cuerpo durante once años.
Se necesita una gran agudeza para comprender que no existe ninguna diferencia entre torturar a otros o a ti mismo, salvo que los otros pueden defenderse. Al menos existe esa posibilidad. Si empiezas a torturarte a ti mismo, nadie puede defenderte.
Puedes hacer lo que quieras con tu propio cuerpo, pero eso es sencillamente masoquismo. Desde mi punto de vista, eso no te llevará a encontrar las raíces de tu ser interior.
Por consiguiente, no me gusta llamarlo poder, porque esa palabra está contaminada.
Me gustaría llamarlo paz, amor, compasión... La palabra da igual, pero el poder siempre ha estado en manos de personas violentas, con otros o consigo mismos. Yo pienso que quienes son violentos con otros son más naturales y que quienes son violentos consigo mismos tienen un problema psicótico. Sin embargo, quienes se han
torturado a sí mismos son vuestros santos. Lo único que han aportado al mundo es la disciplina para torturarse a uno mismo.
Algunos santones dormían en un lecho de clavos, y todavía los hay. Se ven en Varanasi. Puede resultar muy teatral, pero es feo y debe condenarse. No hay que respetar a esas personas. Son criminales, porque cometen un crimen con un cuerpo y ni siquiera pueden ir a juicio.
De modo que hay que entender muy bien la segunda parte, porque si no, tu primer deseo, la fascinación por el poder, volverá a presentarse con un disfraz diferente, y empezarás a hacer esfuerzos para ejercer poder sobre ti mismo. Me parece que eso es lo que ocurre.
Dices: «... un poder que no depende de otras personas ni de sus reacciones, sino que es algo que existe en mi interior». El hecho mismo de que menciones a otras personas y sus reacciones supone que no piensas de una manera muy distinta. En primer lugar, quieres que la gente te muestre respeto, y para ello tienes que ser un
hombre importante, un conquistador del mundo, un premio Nobel o cualquier otra estupidez. Pero no todo el mundo puede ser Alejandro Magno, ni ganar un Nobel, ni ser más importante que los demás en uno u otro sentido.
Y aquí cambia la cosa: verte en una situación en la que no es posible, o en la que quizá la competición sea excesiva y te aplasten, porque hay personas mucho más importantes, mucho más peligrosas, y entonces es mejor retirarse e intentar encontrar un poder sin relación alguna con otras personas, independiente de otras personas.
Incluso esa conexión me lleva a deducir que vas a iniciar el mismo viaje. Al principio querías dominar a los demás y ahora quieres dominarte a ti mismo. Eso es lo que llaman disciplina.

EL LIBRO DEL EGO.- LA IDENTIFICACION



Identificarse con algo que tú no eres: así se forma el ego.
 
IDENTIFICARSE CON algo que tú no eres: así se forma el ego. El ego significa identificarse con algo que tú no eres. Seas lo que seas, no necesitas identificación. No hace falta que te identifiques con ello, puesto que ya lo eres.
De modo que cuando se da una identificación, es con algo, con algo que tú no eres.
Te puedes identificar con el cuerpo, con la mente, pero desde el mismo momento en que te identificas, te pierdes. En eso consiste el ego, y así es como se forma y como cristaliza el ego. Siempre que afirmas el «yo» se produce una identificación con algo, con un
nombre, una forma, con un cuerpo, con un pasado, una mente, unos pensamientos, unos recuerdos. Se produce una profunda identificación, y solo entonces puedes afirmar el «yo». Si no te identificas con ninguna otra cosa y sigues siendo tú mismo, no puedes decir «yo». Ese «yo» simplemente desaparece.
 
«Yo» significa identidad.
 
La identidad constituye la base de toda esclavitud: identifícate y estarás encarcelado.
La identidad se convertirá en tu cárcel. No te identifiques, sigue siendo tú mismo, y así encontrarás la libertad. En eso consiste el cautiverio: el ego es el cautiverio, y la ausencia de ego la libertad. Y ese ego no es sino identificarse con algo que tú no eres.
Pongamos un ejemplo. Todo el mundo se identifica con su nombre, pero todo el mundo nace sin nombre. Después el nombre adquiere tanta importancia que hay quienes son capaces de morir por él.
¿Qué es un nombre? En cuanto te identificas, adquiere gran importancia. Sin embargo, todas las personas nacen sin nombre, innombradas. Lo mismo ocurre con la forma; todo el mundo se identifica con su propia forma. Todos los días te pones ante el
espejo, ¿y qué ves? ¿A ti mismo? No. Ningún espejo puede reflejarte a ti tal y como eres, sino solo la forma con la que te identificas. Pero la estupidez de la mente humana alcanza tal grado que la forma cambia constantemente, día a día, y nunca te
desilusionas.
¿Cuál era tu forma cuando eras pequeño? ¿Cuál era tu forma cuando estabas en el seno materno? ¿Cuál era tu forma cuando solo estabas en la semilla de tus padres? Si te presentaran una fotografía, ¿reconocerías el feto en el vientre de tu madre? ¿Lo reconocerías y dirías: «Ese soy yo»? No, pero debes haberte identificado con él mucho antes... Después viniste al mundo, y si pudiera reproducirse tu primer llanto, ¿lo reconocerías y dirías: «Es mi llanto?». No, pero era tuyo, y debes haberte identificado con él.
 
Si se le pudiera enseñar un álbum a un moribundo... Una forma en continuo cambio... Sí, hay una continuidad, pero cada momento es un cambio... El cuerpo cambia cada siete años, por completo; nada sigue igual, ni una sola célula. Y, sin embargo, pensamos: «Esta es mi forma, esto soy yo». Y la conciencia carece de forma. La forma es algo externo que cambia sin cesar, como nos cambiamos de ropa.
Esa identificación es el ego. Si no te identificas con nada —ni con un nombre, ni con una forma, con nada—, ¿dónde está el ego entonces? Entonces eres, pero al mismo tiempo no eres. Entonces eres con absoluta pureza, pero sin ego. Por eso Buda llamaba al yo no-yo, lo llamaba anatta, anatma. Decía: «Como no existe el ego, ni siquiera puedes llamarte atma. No puedes decir "yo", porque el "yo" no existe. Solamente hay pura existencia». Esa pura existencia es la libertad.
 
A veces me asusto de verdad cuando surgen las facetas oscuras de mi mente. Me resulta muy difícil aceptar que son el polo opuesto de las facetas luminosas, y me siento sucio, culpable e indigno. Quiero enfrentarme a todas las facetas de mi mente y aceptarlas, porque usted ha dicho en muchas ocasiones que la aceptación es la condición para trascender la mente. ¿Podría hablar sobre la aceptación, por favor?
 
Lo que hay que comprender en primer lugar es que tú no eres la mente, ni el lado oscuro ni el luminoso. Si te identificas con la parte hermosa, te resultará imposible desidentificarte de la parte fea, porque son las dos caras de la misma moneda. O la tomas en su totalidad, o la dejas en su totalidad, pero no puedes dividirla.
Y toda la angustia del ser humano se reduce a que quiere elegir lo que parece hermoso, luminoso; quiere quedarse con el contorno plateado y dejar a un lado la nube oscura, sin comprender que el contorno plateado no puede existir sin la nube oscura. La nube oscura es el fondo, necesaria para que resalte el plateado.
 
Elegir equivale a angustiarse.
 
Elegir equivale a crearse problemas. No elegir significa lo siguiente: que la mente está ahí, con su lado oscuro y su lado
luminoso. Pues muy bien, ¿y qué? ¿Qué tiene que ver contigo? ¿Por qué tendrías que preocuparte por semejante cosa?
En cuanto dejas de elegir, desaparecen todas las preocupaciones. Se acepta plenamente que así tiene que ser la mente, que así es la naturaleza de la mente y que no es problema tuyo, porque tú no eres la mente. Si tú fueras la mente, no habría ningún problema. ¿Quién elegiría y quién pensaría en trascender entonces? ¿Y quién
intentaría aceptar y comprender la aceptación?
Tú eres alguien distinto, completamente distinto. Solo eres un testigo; nada más.
Pero eres un observador que se identifica con cualquier cosa que le resulte agradable y se olvida de que lo desagradable acecha detrás como una sombra. No te preocupa el lado agradable, sino que disfrutas de él. El problema surge cuando se reafirma el polo
opuesto; entonces te desgarras.
Pero tú mismo iniciaste el conflicto. Al abandonar tu posición de simple testigo, te identificaste. El relato bíblico de la caída es pura ficción, pero esta es la verdadera caída: abandonar de la posición de testigo, identificarse con algo y dejar de atestiguar.
Inténtalo de vez en cuando, deja que la mente sea lo que es. Recuerda que tú no eres ella. Entonces te llevarás una gran sorpresa. Como estás menos identificado, la mente empieza a ejercer menos poder, porque su poder surge de tu identificación y te
chupa la sangre, pero cuando empiezas a mantener las distancias la mente empieza a reducirse.
Cuando dejes de identificarte por completo con la mente, aunque solo sea unos momentos, tendrás la revelación: que la mente sencillamente muere, deja de existir.
 
Antes estaba llena, antes actuaba sin cesar —un día sí y otro también, durante el sueño y la vigilia—, y de repente desaparece. Miras a tu alrededor y ves el vacío, la nada.
Y junto con la mente desaparece la personalidad y solo queda cierta conciencia, carente de un «yo». Como mucho se podría hablar de algo parecido a «una presencia», pero sin «el yo». O para ser más exactos, se trata de «ser», porque en el «soy» queda todavía una sombra del «yo». En el momento en que se sabe que es «ser», se vuelve universal.
Con la desaparición de la mente desaparece la personalidad, y muchas otras cosas que considerabas tan importantes y que tanto te preocupaban. Intentabas resolverlas y cada día se volvían más complicadas; todo suponía un problema, era motivo de angustia y no parecías encontrar una salida.
Voy a recordarte el relato «El ganso está fuera», sobre la mente y el «esismo».
 
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