lunes, 6 de julio de 2020

TUS ZONAS SAGRADAS.- TERCERA PARTE: TRASCENDER LAS IDENTIDADES DEL EGO (parte 1)


La flor se desvanece por sí misma al crecer el fruto. Así se desvanecerá tu yo interior al crecer el divino dentro de ti
VlVEKENANDA

De la agitación a la paz.

"Todo lo que Dios quiere del hombre es un corazón en paz
Johann ECKHART"
Sé que puedo conectar mi mente con la mente divina y garantizarme la paz en cualquier momento.
La pregunta que más a menudo se me formula con respecto al papel del yo espiritual y el ego es: «¿Cómo sé si es mi ego o mi yo espiritual el que me llama en un determinado momento?». La tercera parte, que comienza con este capítulo, ha sido escrita para guiarle hasta la respuesta a esta pregunta.
En cualquier momento de su existencia usted escoge entre dos imágenes de sí mismo. Las opciones son la que le ofrece su alma o yo espiritual, la voz de Dios, y la que le ofrece el ego o la falsa idea de usted mismo. Decida cómo se ve a sí mismo y cómo ve también a los demás.
En esencia, acepta la imagen que su ego tiene de usted y de los demás, o bien la de su yo espiritual.
La primera respuesta a la pregunta antes planteada es: «Si le aporta una sensación de paz, entonces el que está en acción es su yo espiritual ». Su yo superior le impulsa siempre a resolver los conflictos con los que se encuentra, con el fin de que haya sitio en su vida para la serenidad y la armonía. Le insto a que preste muchísima atención a esos sentimientos.
La única paz de su mundo, de su vida personal, es la paz de Dios. Si está viviendo sumido en la agitación, peleándose de forma constante consigo mismo y sintiendo ansiedad, está permitiendo que el ego domine su vida. Si se siente sereno, el ego ha sido desbancado por su yo espiritual.
Pregúntese siempre: «¿Esto me traerá paz o agitación?». Si la respuesta es agitación, ya sea en sus pensamientos como en su mundo físico, debe examinar cómo y por qué está permitiendo que el ego domine su vida. Si la respuesta es paz, sabrá qué hacer y cómo pensar. Y sabe que su yo espiritual está trabajando en su beneficio.

TUS ZONAS SAGRADAS.- SEGUNDA PARTE ( 7) - LIBERA AL YO SUPERIOR DEL EGO (2ª parte)


. El ego es un demente. Mi definición de persona demente es alguien que cree que es algo que no es y que actúa en el mundo según esa creencia. Esto es precisamente lo que cree el ego. Y a todas horas intenta convencerle de que también lo crea usted.
La demencia persiste porque el ego teme a la muerte. Podríamos decir que el ego tiene la delirante creencia de que morirá si usted comienza a conocer su verdadero yo. A medida que esta locura se apodera de su vida, usted llega a identificarse con esa falsa idea de sí mismo. Sin darse cuenta se suma involuntariamente a la masa que también padece esa locura.
Tenga presente la siguiente cita del libro A Course in Miracles: «Este es un mundo demente, y no subestimes la extensión de dicha locura.
No existe aspecto alguno de tu percepción que no esté afectado». Sin embargo, el mundo está lleno de gente convencida de que el Espíritu Santo es algo separado de ellos. ¡Y se pasan la vida intentando convencer tambièn a otros de esta locura!
Toda la violencia humana es un reflejo de la creencia de que somos seres aislados. Si supiéramos que somos todos uno y que Dios está dentro de nosotros, sabríamos que cualquier daño infligido a otra persona es una violación de Dios. No seríamos capaces de comportarnos como lo hacemos los unos con los otros. Pero la demencia del ego nos ha convencido de nuestro aislamiento, de nuestra separación y nos ha alentado a llevar a término nuestras venganzas.

TUS ZONAS SAGRADAS.- SEGUNDA PARTE ( 7) - LIBERA AL YO SUPERIOR DEL EGO (1ª parte)


Yo no vengo a entreteneros con placeres mundanos 
sino a despertar
vuestras dormidas memorias inmortales
Paramahansa YOGANANDA

Sé que mi yo superior está siempre dispuesto a elevarme más allá del mundo que percibo con mis sentidos.
La pequeña palabra de tres letras «ego» ha tenido varios significados.
En el sistema freudiano, el ego, o el yo, es el aspecto consciente de la psique que decide entre los instintos básicos del ello y la moralidad del superyo. Una persona con un «problema de ego» se considera que está centrada en el yo. Se considera que es jactanciosa, egoísta, desdeñosa, vanidosa y en general desagradable El estereotipo suele ser varón. Existen muchas otras interpretaciones de la palabra «ego». Algunos lo consideran la parte inconsciente de nosotros mismos, principalmente dedicada al odio, la malicia y la destrucción. El ego se ha descrito también como algo que siempre está dentro de nosotros, controlando nuestra vida cotidiana, y que poco podemos hacer para cambiarlo. Otros definen al ego como el aspecto exclusivamente físico de nuestra realidad, como opuesto a la parte espiritual o superior que definimos como alma.
Cuando yo hablo de ego, no me refiero a ninguno de estos conceptos.

TUS ZONAS SAGRADAS.- ACALLAR EL DIÁLOGO INTERIOR (PARTE 2) Y ÚLTIMA


Tercer nivel: muy por debajo de la superficie
La piedrecilla está ahora muy por debajo de la superficie de su mente.
La charla disminuye y también lo hace la necesidad de analizar. Su mente ve el flujo de las cosas y cómo están todas conectadas entre sí.
Sintetizar equivale a reunir; analizar a separar.
A este nivel se acerca más a su naturaleza espiritual. Usted puede
sentir el flujo de la gratitud, el júbilo y la aceptación. Sabe que está conectado con toda la vida y se sirve de la mente para comprender su lugar en el estanque.
Cuando la «piedrecilla» llega a la síntesis, todavía se está usando la mente. Sin embargo, aquí uno ya no es víctima. Se ha aprendido a controlar los pensamientos que entran y salen.
En este nivel usted acepta que las personas son únicas y que no
puede entender cómo ni por qué todos actúan de la forma en que lo hacen, incluido usted mismo. Uno se encuentra flotando en un nivel más profundo de la conciencia. Sentirá el fluir divino a través de todo y todos. Uno se siente más en paz.
La piedrecilla cae cada vez más lentamente hacia el fondo. Usted comienza a conocer en profundidad quién es sin que la mente tenga que entenderlo. Hasta ahora, usted ha estado convencido de que la iluminación implicaba ser un explorador a la búsqueda de algo en concreto.
Ahora se da cuenta que no es así. Se entrega al hecho de no entender y comienza a experimentar la iluminación. Sabe que Dios está dentro y fuera de usted. La piedrecilla cae más al fondo, en el centro de su ser, deja atrás la fastidiosa charla, el análisis y la síntesis, y llega al cuarto nivel.
Cuarto nivel: quietud y éxtasis
Ahora está llegando al lugar en el que le embargará el júbilo de
acallar el diálogo interior. En este lugar, uno empieza a bloquear los pensamientos y es uno con la conciencia. Repara en el silencio de ésta. Al aquietarse su mente, el júbilo comienza a destellar en las profundidades del cuarto nivel. El júbilo es una señal de la presencia de Dios. El júbilo es un rasgo de la búsqueda espiritual particularmente digno de mención, porque su presencia confirma que ha encontrado su sendero. La sustancia básica de la vida es el júbilo, que surge del movimiento espontáneo del momento presente. Con esta espontaneidad llega el verse libre del egocentrismo y del enjuiciamiento de uno mismo y de los otros. Esta mente en calma flota en el mar del júbilo. Me encanta el siguiente pasaje del libro A Gift for All Mankind (Un regalo para toda la humanidad), de Tara Singh: «Creo que lo más esencial en la vida de uno es el silencio.

TUS ZONAS SAGRADAS.- ACALLAR EL DIÁLOGO INTERIOR (PARTE 1)


Acallar el diálogo interior.
Vacíate de todo.
Deja que la mente descanse en paz.
Diez mil cosas suben y caen mientras
el Yo las observa regresar.
Crecen y florecen y luego regresan a su origen.
Regresar al origen es inmovilidad, que es el camino de la naturaleza.
El camino de la naturaleza es inmutable.
Conocer la constancia es sabiduría.
No conocer la constancia conduce al desastre.
Conociendo la constancia, la mente está abierta.
Con una mente abierta, tendrás abierto el corazón.
Al tener abierto el corazón actuarás admirablemente.
Al actuar admirablemente, alcanzarás lo divino.
Al ser divino, serás uno con Tao.
Ser uno con Tao es eterno.
Y aunque el cuerpo muere, el Tao nunca desaparecerá.
LAO-TZE
 
 
Cuando mas escucho, más profundo se hace el silencio.
Los especialistas estiman que nuestra mente tiene sesenta mil pensamientos cada día durante las horas de vigilia. Sesenta mil veces cada día, algo hace que un nuevo pensamiento penetre en nuestra conciencia y luego salga para dejar paso a otro.
El problema de esto no radica en la enormidad del número, sino en que hoy tendremos esencialmente los mismos sesenta mil pensamientos que tuvimos ayer y antes de ayer. Nuestro mundo interior es una frenética colmena de actividad con los mismos pensamientos que se repiten interminablemente.
A este frenesí interno yo lo llamo diálogo interior. Es un zumbar
omnipresente. La mayor parte de dicho diálogo interior es una suma de creencias que otras personas nos han transmitido. Esos pensamientos incluyen todas sus creencias sobre todo lo imaginable. No hay límites: la familia, las relaciones, el sexo, la política, la historia, el entorno, los delincuentes, Dios, todo. Los pensamientos llegan y se marchan, un día sí y otro también, en una repetitiva interacción de creencias.
Puede que recuerde lo que antes escribí acerca de las creencias. Expliqué que llevan en sí la duda porque las obtuvo de otras personas. Por lo tanto, su diálogo interior refuerza la duda. Duda respecto de uno mismo, de su capacidad para crear milagros, de su capacidad para las relaciones divinas, para curarse, para alcanzar prosperidad y, finalmente, duda sobre la capacidad para conocer el júbilo de la paz interior.
La forma de llegar a este lugar de paz interior, y en consecuencia
lograr la conciencia superior, es acallar el frenesí interno.
 
LA PAZ Y EL DIÁLOGO INTERIOR
 
El sabio chino Seng T'san nos legó la siguiente muestra de sabiduría: «Deja de hablar, deja de pensar, y no habrá nada que no puedas entender. Regresa a la raíz y hallarás significado. Mira al interior, y en un destello conquistarás lo aparente y la nada». Sólo nos aconseja que dejemos de hablar y dejemos de pensar. Ésta es la tercera clave para obtener la sensación de paz que forma parte de la búsqueda espiritual.
Quiero dejar claro que la paz no es la ausencia de conflictos. Siempre habrá conflictos porque siempre habrá otras personas que querrán que se comporte según sus dictados. Si tiene una arraigada percepción de usted mismo como un individuo único, siempre se le presentarán oportunidades para reforzar esa creencia. Los conflictos también se presentarán cuando consiga acallar su diálogo interno y aquietar su mente.
 
La paz no es la ausencia de conflicto. Paz es vivir la presencia de Dios. A medida que aprenda a acallar su diálogo interior y sentirse más en paz, comenzará a percibir la presencia de Dios en su vida. Esa paz la sentirá tanto en su cuerpo como en su mundo interior. Las creencias desaparecerán. Y su lugar lo ocupará el conocimiento.
Mientras me preparaba para escribir este libro, leí el Nuevo Testamento y me encontré con algo escrito por san Pablo, y que para mí resultó de una suprema importancia. En la epístola a los Filipenses 2, 5:6, escribió: Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo en Cristo Jesús, quien siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios.
La razón por la que esto tuvo tanto valor para mí es que el primer
discípulo de Jesús, san Pablo, acaba con la noción de Dios como ente separado del hombre. Me parece que rechaza la acusación de aquellos que creen que es blasfemia el hablar de Dios como parte de nosotros.
Cuando usted acalla el diálogo interno, se encuentra en contacto directo con la amante presencia de Dios. «Dejad que esta mente esté dentro de vosotros... Dios reside dentro de vosotros,»
Para saber dar este primer paso, la frase de Melville citada anteriormente resulta tan apropiada que la repetiré: «El silencio es la única voz de nuestro Dios». Pero este silencio sólo vale lo que traigamos al regresar de él. La capacidad para penetrar en el interior, conocer a Dios y traer de vuelta algo de valor en forma de conciencia superior es alcanzable sólo cuando uno acalla el diálogo interno. Lo que se trae de vuelta es la paz.
 
En diferentes momentos de mi vida, tanto el alcohol ramo otras
sustancias fueron parte de mi sendero vital. Mediante la meditación conseguí dejar el alcohol, y desde entonces no he vuelto a tocarlo. Pero con otras sustancias, creía que podía usarlas cuando quisiera para conseguir un efecto de recarga energética superior. Que tenía la capacidad de utilizarlas, disfrutar del incremento energético, y luego dejarlas durante largos períodos. Pero llegó un momento en el que me encontré recurriendo con mayor frecuencia a estas fuentes externas de energía.
Llegó el día en el que supe que estaba tomando decisiones estúpidas y vacías de todo contenido espiritual, y que ello se relacionaba con el hecho de que buscara la ayuda de esas sustancias adictívas.
Mi reto se convirtió en librarme de esa adicción. Intenté librarme
de ellas mediante la lectura, pero volví. Probé la acupuntura, los tratamientos con especialistas y las curas de hierbas. Pero volvía a caer. Estaba decidido a no continuar jugando con esas sustancias. Pero caía una y otra vez. Entonces tuve mi momento de iluminación.
A las 4.05 de una madrugada de un enero estaba meditando. En la quietud, en el silencio de esa meditación, el pensamiento de que nunca más recurriría a esa sustancia se hizo real. Fue mi primera vivencia de Dios. Se me «abrió el corazón», como dice Lao-tzu en la cita que da comienzo a este capítulo.
Toda la pantalla interna de mi conciencia se transformó en una brillante luminiscencia mientras oía una voz que decía: «Has intentado todo lo demás. ¿Por qué no intentarlo conmigo?». Nunca en mi vida he conocido una paz semejante, ni tal certidumbre de que Dios estaba dentro de mí y a mi alrededor. Me sentí abrumado por el júbilo.
Pensé que tal vez estaba muriéndome en ese momento, y no me importó porque el gozo lo abarcaba todo de modo absoluto. Podía ver mi cuerpo desde la distancia, como las personas que han descrito sus muertes.
Luego vi una ventana que era lo más transparente que haya tenido delante de los ojos. Era como si alguien hubiese limpiado el cristal con una milagrosa disolución que me permitía ver la eternidad.
Nunca había estado tan seguro de nada en toda mi existencia. Sentí que comprendía de verdad el significado de «Al tener abierto el corazón actuarás admirablemente. Al actuar admirablemente, alcanzarás lo divino». Supe que el deseo de buscar algo exterior a mi propia persona desaparecería de mi vida. Ninguna sustancia me había provocado jamás este tipo de éxtasis.
Escuché esa voz, sentí la presencia de Dios, y desde entonces no he experimentado el más leve deseo de volver a consumir ninguna sustancia análoga. Esto es lo que yo traje al regresar de mi silencio interior: la capacidad para librarme de una malsana adicción y el absoluto conocimiento de que «en vosotros este sentir que hubo en Cristo Jesús, quien siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios». Yo había alcanzado ese sentir.
Llegó a mí cuando hube acallado todo diálogo y renunciado a todos los otros métodos para expulsar a aquel monstruo malvado de mi vida.
Por esto puedo escribir con convicción que la paz interior no es lo único que usted obtendrá al acallar el diálogo interior. Tal vez lo más valioso es lo que traerá de vuelta de esa experiencia.
Lao-tzu continúa diciéndonos que «al ser divino, serás uno con Tao».
Tao es el nombre que él le da a Dios. Así pues, nos convertimos en uno con Dios al alcanzar la conciencia superior.
He discutido conmigo mismo sobre si incluir una historia tan personal como ésta en el presente libro. Es decir, mi ego discutió con mi yo. Gracias a mi yo espiritual supe que mi experiencia con las sustancias químicas implicaba también ayudar a otros a mirar a su interior, ayudarles a buscar la paz que yo experimenté.
Millones de personas están jugando con fuego cuando andan con
esas sustancias, que amenazan a nuestros hijos y la estructura de la vida. Eso está robándonos nuestra esencia espiritual y carcomiéndonos los huesos. Si al relatar mi historia, una sola persona adicta a cualquier sustancia y que sabe que ha perdido el control sobre ella decide acallar el torbellino interior y buscar ayuda en su amante presencia interior, habrá valido la pena.
No es necesario que cuente con el reto de abandonar alguna droga para encontrarle valor a la conciencia superior. Funciona del mismo modo para todo aquello que desee superar. Consiste en llegar al silencio y dejar que Dios se haga presente en usted. Llegar al silencio requiere un esfuerzo consciente. Puede resultar útil saber cómo funciona su mente.
 
LOS PASOS PARA ACALLAR EL DIÁLOGO INTERIOR
 
Como he comentado en el capítulo anterior, los pensamientos entran y salen de su mente durante todo el día, y usted puede observar esos pensamientos en lugar de identificarse con ellos. No obstante, ha de recordar que los pensamientos se originan en usted.
Con el fin de entender mi mente, me sirvo de la metáfora de un
estanque de profundidad ilimitada. No llamo «meditación» a esta metáfora ni al ejercicio derivado de la misma, porque hay incontables métodos de meditación. Prefiero pensar en ello como en una sencilla y eficaz manera de acallar el diálogo interior. En ese estanque hay cinco niveles.
 
Primer nivel: la superficie
 
En la superficie del estanque se encuentra toda la agitación. Es en la superficie donde el viento agitará el agua, caerá la lluvia y la henderá, las temperaturas frías helarán la superficie, y las temperaturas altas la devolverán a su estado líquido. Las tormentas harán que la superficie se muestre violenta. El tiempo plácido devolverá a la superficie a una calma lisa y cristalina. Las hojas y el polvo ensucian la superficie, la gente arroja piedras que perturban su calma, y todas las agitaciones son visibles.
La superficie de su mente es también el lugar en el que usted advierte todas las agitaciones. Éste es el que yo llamo nivel «de charla».
Es aquí donde multitudes de pensamientos se abaten de forma constante sobre la superficie de su mente.
La charla va de economía, fechas límite, salud, hijos, citas, listas de compra, jubilación, vacaciones, violencia en el Próximo Oriente, conflictos en el trabajo, relaciones sexuales, el libro que está leyendo, el tráfico, las reparaciones del coche, su jaqueca, la gripe de su madre, lo que tiene miedo de decirle a su jefe, la esposa o el marido del que usted es víctima... Podría llenar un millar de páginas con estos pensamientos fugaces. Ésta es la realidad de su vida mental. Muchas agitaciones zumban en la superficie de su mente, todas relacionadas con la vida cotidiana.
 
Las tormentas de su vida se convierten en violencia en su mente.
Los vientos de su existencia crean agitaciones. Todo ello adopta la forma de pensamientos. La mente queda así por entero poblada de pensamientos relativos a su vida externa.
Este tipo de existencia resulta extenuante. Pero más que cansarle,
este nivel le impide experimentar la conciencia superior. Por desgracia, resulta probable que sea ésta la forma como se ha acostumbrado a utilizar su mente. Puede que incluso crea que la mente no es más que el receptáculo de todos estos pensamientos.
Y podría creer que no hay nada que hacer, que está condicionado
para utilizar la mente así tanto por educación como por genética. Hasta que explore otras posibilidades, podría creer que los pensamientos vienen y se van según su propia voluntad, y que en realidad no hay mucho que pueda hacer al respecto. Si su mente está así ocupada, pues que así sea.
Le insto a reconsiderar esa postura. Préstele atención tanto al cuidado del nivel de superficie de su mente, como a la profundidad y anchura de tu mente, igual que si fuera el responsable de mantener limpio un estanque. La imagen de la superficie de un estanque azotada con violencia por una tormenta no recoge todo lo que sucede en el estanque.
Algunos desperdicios que flotan en la superficie no lo degradan
por completo.
 
Segundo nivel: justo por debajo de la superficie
 
Las agitaciones de la superficie tienen muy poco impacto por debajo de ésta. Se puede continuar observando una tormenta desde debajo de la superficie, pero su presencia no se siente de la misma forma que cuando uno se encuentra en medio de ella.
Del mismo modo, cuando usted puede descender por debajo de su
mente, deja tras de sí el bullicio de la charla. Aquí, la constante entrada y salida de pensamientos la reemplaza una forma de pensamiento diferente. Usted tiene un mayor control sobre el proceso de sus pensamientos, aunque todavía se encuentra muy lejos del silencio.
No obstante, la actividad se encuentra ahora más concentrada. Si se queda quieto, descubre que sus pensamientos están ahora analizando.
Es aquí donde busca razones para todo. Desmenuza cada pensamiento e intenta descubrir por qué sucedió esto o falló aquello. Se establecen diálogos burlones con las personas de su vida que no le apoyan como usted juzga que deberían.
Justo por debajo de la superficie tiene lugar el análisis. Puede sorprenderse analizando algo y realizar un esfuerzo para dejar de hacerlo, pero en este nivel existe un análisis constante.
Piense en una piedrecilla arrojada a la superficie del estanque. Llega un momento en que empieza a hundirse camino del fondo. Ha atravesado el nivel de la charla y está pasando a través de la parte analítica que se encuentra justo debajo de la superficie. Adopte la postura del espectador que aprendió en el capítulo precedente. Contemple cómo cae la piedrecilla y observe los pensamientos analíticos.
El análisis es la actividad mental a la que estamos dedicados cuando, de modo automático, nos hacemos silenciosos comentarios sobre todas las personas y cosas. Esos comentarios silenciosos insisten en analizar su progreso o ausencia del mismo.
La dificultad reside en pensar que existe algo más aparte de este
momento y encontrar cómo llegar a la paz y el éxtasis. Ha de saber esperar.
Llegarán por sí mismas. No juzgue ni se sienta frustrado. Deje
que su mente analice, y tenga la seguridad de que antes o después la piedrecilla continuará camino hacia el júbilo. A medida que vaya cayendo, dejará tras de usted el análisis y llegará al tercer nivel.

 
CONTINUARÁ...
 

TUS ZONAS SAGRADAS.- SEGUNDA PARTE: LAS CUATRO CLAVES DE ACCESO A LA CONCIENCIA SUPERIOR."CULTIVAR LA CONDICIÓN DE ESPECTADOR" PARTE 4 y última


A menudo, este acto de observación dará como resultado la sensación de que el problema se ha disipado. Si eso ocurre, obsérvelo también desde la posición del observador comprensivo.
Yo practiqué este acto de observación cuando me lesioné y no podía jugar al tenis. Al principio reaccioné ante el dolor que sentía en el pie con frases como: «Esta lesión no me dejará hacer lo que quiero, y eso me fastidia». Me encontré con que, independientemente de lo que intentara, el dolor persistía y yo era incapaz de girar sobre el pie y, en consecuencia, tuve que interrumpir una actividad que me encantaba.
Luego adopté la postura del espectador. Ya no me vi a mí mismo
como alguien con una lesión. Atribuí el dolor sólo a mi cuerpo y no a mí. Presencié toda la situación y me limité a observarla. Observé amorosamente el dolor, la forma en que aparecía, mis sentimientos de frustración por él, el color de la hinchazón, todo. Pero me negué a pensar en él como mío. Era sólo el problema de mi cuerpo. El mismísimo día en que hice eso, todo el malestar desapareció.
Había concentrado mi atención en lo que ocurría, y me había distanciado de ello; y en lo que pareció unas pocas horas, ya no sentía el dolor y estaba jugando al tenis como si nunca hubiera tenido lesión alguna.

• Con el fin de conocer los beneficios que depara el observar, tendrá que desterrar la duda. Recuerde que le han enseñado a creer que su cuerpo es la esencia de su humanidad. Le han enseñado a abordar los problemas con sus recursos físicos e intelectuales, no con su yo espiritual.
Tenga presentes las palabras de Carlos Castaneda en El poder del silencio: «Lo que necesitamos hacer para permitir que la magia se apodere de nosotros es desterrar la duda de nuestra mente... Una vez desterrada la duda, cualquier cosa es posible».
Si no destierra la duda se encontrará con que sólo experimentará
frustración, lo cual le conducirá de nuevo a la duda, y entonces verá los frutos de la duda manifestarse en su vida.

• No se obsesione con la idea de tener éxito o fracasar en alcanzar la posición de espectador. Emprenda esta aventura con total desapego de los resultados. Sólo tenga presente que dentro de usted hay alguien que conoce. Uno que percibe. Un divino espíritu silencioso que es omnipresente en su vida. No pida nada más. No caiga en la tentación de evaluar sus progresos. Limítese a acoger en su vida a este nuevo fenómeno de observación como un regalo de su yo espiritual. Llegado el momento percibirá los resultados.

• Practique nuevas frases para el monólogo interno a fin de
reemplazar su antigua identificación con su cuerpo físico. «Yo soy el que posee el cuerpo.
No soy el cuerpo. No pueden alcanzarme si vienen con odio o enojo.
No puedo preocuparme cuando me niego a ser el que se preocupa y me limito a observar al que tiene esas preocupaciones.»
Estas frases del monólogo interno le mantendrán centrado en su
dominio espiritual. Descubrirá que muchas de las cosas por las que se preocupa o que experimenta de manera negativa comienzan a perder negatividad.

• En lugar de trabarse en confrontaciones con los demás, intente ser un observador.
Elévese por encima de la tentación de demostrar que alguien está equivocado, y en cambio obsérvese a sí mismo y a su «oponente».
Pronto verá la necedad de trabarse en esta confrontación que provoca ansiedad, y cambiará a una reacción más espiritual. Tenga presente la siguiente frase; sirve para desactivar las confrontaciones y mejorar las relaciones: «Cuando tienes la elección entre tener razón y ser amable, escoge siempre la amabilidad».
Oí esa frase mientras estaba observándome a mí mismo en medio
de la agitación por algo que mi esposa no entendía. Había estado tan ocupado en intentar demostrarle que estaba equivocada y convencerla de lo correcto de mi postura, que me sentía cada vez más angustiado.
Entonces me llegó la frase. Me ha resultado muy útil para desactivar situaciones como ésa.

• En un lugar tranquilo, observe sus pensamientos durante treinta minutos.
Limítese a acallar su mente y contemplar los pensamientos que van y vienen. Mientras hace esto, no deje de recordarse que los pensamientos no son usted.
Se encontrará con que un pensamiento aparece en su mente, y a los pocos instantes aflorará otro por completo opuesto. Advierta los pensamientos que llegan y luego obsérvelos al marchar. Esto resulta particularmente útil cuando uno se siente trastornado por algún hecho externo, como qué oferta de trabajo aceptar o si debe vender su casa.
Su atención se volverá hacia esos pensamientos que le proporcionen la solución. A menudo, lo que debe hacer se volverá claro como el cristal.
Habrá desterrado la duda y creado un saber, todo mediante el acto de observar desde un punto de vista distante.
Resulta inevitable que tenga que llevar a término tareas que sean
desagradables o que no tengan ni el más mínimo interés en absoluto.
En lugar de quejarse por lo injusto que es, o por ¡o aburrido que le resultan esos trabajos, recuerde que no es su cuerpo, sino el que es eterno e inmutable, y que tiene la posibilidad de no sentirse víctima.
Puede desprenderse del cuerpo, observarlo pasar por el tedio, y no garse a identificarse con él. Entonces se encontrará en la posición de observarse sin identificarse con el cuerpo. Este proceso de observación destierra de inmediato el enjuiciamiento de la actividad y le proporciona un estado de contento.
Yo solía aplicar esta técnica cuando trabajaba para una gran cadena de supermercados. Una de mis tareas consistía en descargar un remolque lleno de pesadas cajas. A menudo tenía que hacer el trabajo en solitario.
Era un trabajo aburrido, fatigoso. Entonces yo no sabía que lo que hacía para que fuera más llevadero era adoptar la posición del espectador, pero, al mirar ahora el pasado, veo que hacía eso.
Me observaba realizando todos los movimientos. Y las cajas ya no
pesaban. Yo no las levantaba. Contemplaba a mi cuerpo hacer el trabajo.
El tiempo pasaba volando y, antes de que tuviese siquiera ocasión de sentir aburrimiento o cansancio, el trabajo estaba acabado. Era capaz de transformarme y hacer esa tarea desde la perspectiva del observador.
He hablado con prisioneros que han usado esta técnica para soportar su condena, particularmente cuando se hallaban en condición de aislamiento.
Algunos son capaces de observar la totalidad de la experiencia en lugar de aferrarse a ella, y descubren que sus sentimientos de aislamiento desaparecen. De hecho, los que han sobrevivido a la tortura en campos de prisioneros, a menudo dicen que se negaron a pensar en sí mismos como los que estaban siendo torturados. Consiguieron abandonar sus cuerpos y contemplaron cómo se infligía la tortura, apartando asi el dolor de su conciencia.
En cualquier momento, en cualquier trabajo, puede encomendarle la tarea a su cuerpo, apartando de sí el cansancio, el aburrimiento o cualquier otro sentimiento.

•Intente la recapitulación. Puede recapitular su vida, hasta su nacimiento. si cree que puede ser útil. Este proceso implica imaginarse a las personas y los hechos que han formado parte de su vida.
Comience moviendo la cabeza de izquierda a derecha con mucha
lentitud mientras trae a la conciencia a las personas y los hechos. Mientras mueve la cabeza de un lado a otro con mucha lentitud, empieza a recobrar la energìa que ha perdido en esas circunstancias. Está recuperando la energìa que ha disipado.
ALGUNAS PERSONAS han pasado hasta dos años en este proceso de recuperación; cuando acabaron, se encontraron recargados de energía y  pudieron acceder a su nueva energía, para transportarse al interior, hacia nuevas dimensiones de realidad: nuevos mundos internos que desafiaban todo lo que hasta entonces habían creído posible.
La práctica de la recapitulación proporciona un cuadro más claro de la necesidad de que todo lo que sucedió en su existencia tuviera lugar de la forma precisa en que lo hizo. La recapitulación hace trizas la creencia de que la energía, una vez consumida, no se puede recuperar.

Usted puede acceder tanto a su cuerpo como a su cuerpo energético y conocer nuevos mundos. La recapitulación es una entrada a esos mundos.
Estas ideas de recuperación de energía, limpieza de energía e intercambio de energía entre las personas puede que le parezcan absurdas. De ser así, ello se debe a que ha llegado a confiar en sus cinco sentidos hasta tal punto que cualquier realidad extrasensorial le parece increíble.
Todo es energía en el universo. Usted no puede moverse sin influir en la energía. Usted es un conjunto de energía, y siempre lo ha sido. Vaya más allá de sus sentidos y experimente un nuevo tipo de energía que le pondrá en contacto con mundos que tal vez nunca ha imaginado. El proceso de recapitulación es algo increíble. Usted puede redistribuir su energía normal e intensificarla de tal modo que dé un salto espectacular hasta el mundo de lo inimaginable. Le recomiendo que lea el libro de Taisha Abelar, The Sorcerers' Crossing, para obtener una descripción detallada del proceso de recapitulación.

Aunque le resulte difícil alcanzar la posición de observador, lleve a la práctica algunas de estas ideas. Más que nada, la perspectiva del espectador le hace conocer su yo espiritual. Le hace compartir el gran secreto: usted no es sus problemas, ni sus frustraciones, ni siquiera su vida física. Es el que percibe todo esto.
No puede aferrar ni examinar ese glorioso aspecto de sí mismo porque reside en el yo invisible. Sin embargo, es el núcleo de su búsqueda espiritual.
Usted ha de conseguir que sea su yo espiritual quien gobierne su
vida. Necesita una experiencia más profunda y rica de la vida. Esta le será esquiva si no llega a conocer ese aspecto superior de sí mismo. El ser un espectador le iniciará en este conocimiento. Nisargadatta Maharaj afirma en / Am That: «Es la idea de que yo soy mi cuerpo la que resulta tan calamitosa. Te ciega por completo ante tu verdadera naturaleza.
Aunque sea por un momento, no pienses que eres el cuerpo. No te
des ningún nombre, ninguna forma. La realidad se encuentra en la oscuridad y el silencio».

FINAL DEL CAPITULO

TUS ZONAS SAGRADAS.- SEGUNDA PARTE: LAS CUATRO CLAVES DE ACCESO A LA CONCIENCIA SUPERIOR. "CULTIVAR LA CONDICIÓN DE ESPECTADOR" PARTE 3


Observación de su energía vital
Todo en la vida es energía. Comprender el principio de la energía
es de una importancia vital para aprender a cultivar la condición de espectador.
Sus emociones son energía. La máquina de escribir que estoy
usando es energía. Cuando uno conoce a otra persona, se produce un intercambio de energía. Cada uno de los hechos de la vida implica intercambio de energía.

Cuando usted decida ser espectador de toda su vida, comenzará a
verla desde una perspectiva energética. Todos los conflictos en los que ha participado a lo largo de su existencia, de alguna forma le han extraído energía espiritual y le han dejado con energía letárgica.
Estos encuentros, desde la infancia, representan una energía almacenada que ha hecho que centrara su vida en su ego. Se ha identificado con los hechos y las personas que le han influido. Eso ha creado y alimentado la energía letárgica que le inhibe a la hora de conocer su yo espiritual.

TUS ZONAS SAGRADAS.- SEGUNDA PARTE: LAS CUATRO CLAVES DE ACCESO A LA CONCIENCIA SUPERIOR. "CULTIVAR LA CONDICIÓN DE ESPECTADOR" PARTE 2


CUATRO CATEGORÍAS DE OBSERVACIÓN

Con el fin de cultivar su condición de espectador, usted necesita
desarrollar sus poderes de observación respecto de sí mismo y del
mundo. Necesita aprender a observar sus reacciones, para superarlas.
Es ese «ir más allá» lo que constituye la parte esencial de la búsqueda espiritual. He dividido los diferentes tipos de observación en cuatro categorías.

Observación de su cuerpo

Este tipo de observación lo hemos practicado la mayoría de nosotros de una u otra forma. En general, permitimos a nuestro cuerpo que funcione sin interferencias. Somos conscientes de que existe el cuerpo y de que existe un «espíritu» que hace que funcione la máquina.
Desde la primera vez que se miró en un espejo y vio que su rostro
le devolvía la mirada, ha estado observando su cuerpo. El propietario u ocupante de su cuerpo es un ente misterioso.
Sin embargo, incluso como ocupante, a menudo se ha identificado con su cuerpo. A veces lo olvida y da por supuesto que usted es ese cuerpo. Pero, esencialmente, ha observado su cuerpo cuando realiza movimientos, y siendo consciente de que un yo invisible está en alguna parte del interior, observando.
A lo largo de su vida ha visto su cuerpo pasar por muchos cambios.
No obstante, dentro de usted siempre ha habido un yo inmutable. Todavía hay un niño pequeño, que se ve a sí mismo en unos términos que desafían el tiempo y los límites. Él sabe que no es ese cuerpo, al mismo tiempo le preocupa que su innegable conexión con él causará su muerte cuando el cuerpo muera.
Cuando se mira al espejo y ve una nueva arruga, la parte incorpórea de usted que ve la arruga no ha cambiado, a pesar de que la piel se pliegue. ¡Me veo pelos que me crecen en las orejas y en la nariz, y me pregunto por qué están ahí ahora y dónde han ido a parar los que solían crecerme en la cabeza! Pero por dentro soy el mismo. Cuando usted ve canas donde solía ver cabello moreno, sabe que el yo real no es canoso, y si piensa en el asunto, sabe que el yo real tampoco era moreno. Se ve manchas en la piel y sabe que alguna parte de usted mismo es inmaculada.
Desde que tiene memoria, ha estado observando esos fenómenos de su cuerpo. También es cierto que sabe que la entidad que realiza la observación está desligada por completo de lo que está observando.

TUS ZONAS SAGRADAS.- SEGUNDA PARTE: LAS CUATRO CLAVES DE ACCESO A LA CONCIENCIA SUPERIOR. "CULTIVAR LA CONDICIÓN DE ESPECTADOR" PARTE 1


Cultivar la condición de espectador
 
De la primera clave de acceso a la conciencia superior se habla también en la Biblia. (Deuteronomio, 30:14): «Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas».
Dejo el resto en sus manos. Sólo tiene que desterrar la duda.
En verdad, es la vida la que da vida... Mientras que tú, que te consideras un donador, no eres más que un testigo.
Kahlil GIBRAN.
 
Me doy cuenta de que siempre estoy en libertad para dejarme ir y
observarme.
Cultivar la condición de espectador es la segunda de las cuatro claves para acceder a la conciencia superior que le conducirá por el camino de la búsqueda espiritual. Hay muchos beneficios al asumir esta postura.
En el presente capítulo le pido que cambie la percepción de sí mismo y cultive un aspecto superior de usted: el de espectador comprensivo.
En lugar de pensar en sí mismo como un ser humano que tiene
pensamientos, sentimientos y hábitos, comience a salir de usted mismo.
Estoy señalándole el camino hacia un nuevo tipo de libertad en la
que usted será espectador de su vida y ya nunca volverá a danzar al ritmo que le marquen otros.
 
¿QUÉ SIGNIFICA SER EL ESPECTADOR?
 
Tómese un momento para reflexionar sobre cómo se ve a sí mismo.
Mientras lo hace, piense en lo que significa decir: «Estaba diciéndome a mí mismo que. . .». Descubrirá que la frase da a entender que usted es dos personas.
Una persona es el «yo» que estaba diciendo. La otra es el que recibía las palabras del que hablaba. El yo le hablaba al mí mismo, cosa que, cuando uno examina sus diálogos internos, se hace centenares de veces al día. Cuando se cultiva la condición de espectador uno se aparta tanto de la posición del yo como de la del mí mismo.
Aquí, desde un espacio invisible, ajeno a su cuerpo físico, el espectador se desprende de todas las emociones, sentimientos y comportamientos.
Desde ahí, el espectador observa amorosamente el acontecer de toda su vida.
Hace varios años traté un caso en el que la paciente sufría lo que
ella llamaba tristeza terminal. Estaba siempre deprimida. Describía sus sentimientos con frases como: «Todas las partes de mi ser están deprimidas. Estoy deprimida cada día, en todo momento. Me despierto deprimida y me voy a dormir deprimida. Al parecer no puedo librarme de esta terrible sensación de depresión».
Un día le formulé una pregunta que se convirtió en el punto de inflexión de su tristeza.
—Dígame —le pedí—, ¿ha estado advirtiendo esta depresión con
mayor frecuencia en las últimas semanas?
Ella respondió:
—Sí, he advertido que cada vez se expande más.
—Ahora piense con cuidado antes de responder —proseguí yo—.
¿La persona que advierte eso está deprimida? —Ella me pidió que repitiera la pregunta—. ¿La persona que advierte eso está deprimida?—repetí.
Quedó demasiado desconcertada como para responder. Pero por
primera vez fue capaz de contemplar que existía otro aspecto de ella misma aparte de la depresión.
Ese aspecto era la parte de ella misma que advertía la depresión.
Esta que la advertía era la testigo, la observadora, que no había sido atrapada por la depresión. Esa entidad invisible, sin fronteras, era su yo espiritual. Antes de aquella sesión, la mujer nunca había conocido esa parte de sí misma.
Pasé meses enseñándole a dejar de identificarse con los pensamientos y sentimientos deprimentes. Aprendió a desprenderse de ellos y observarlos desde la posición del espectador comprensivo, con independencia de sus pensamientos y de su cuerpo físico.
 
Convertirse en espectador supone un acto de amor. Nos saca del
mundo de fronteras y formas y nos permite entrar en un espacio de amor puro.
Así pues, comience ahora a advertir realidades de su vida. Advierta lo plácido que se siente, o cuánta ansiedad tiene. Advierta su apariencia física. Cuánto pesa, lo en forma que se siente y el grado de fatiga. Advierta cuánto tiempo quiere pasar con su familia, en su trabajo, viajando, jugando y rezando. Déjese penetrar por todo lo suyo. ¡Sus uñas, sus hábitos de conducción, su jardín!
Ahora examine el número de veces que he usado la palabra «advierte». Recuerde que existe una actividad llamada advertir, y que incluye al que advierte y al que es advertido. Entonces, concéntrese en ser el que advierte y acostúmbrese a acudir a ese lugar de su conciencia durante su vida cotidiana.
  
¿POR QUÉ DARLE LA BIENVENIDA A LA CONDICIÓN DE ESPECTADOR?
 
«En mi mundo, nunca nada va mal.» Estas palabras fueron pronunciadas por Nisargadatta Maharaj en respuesta a una entrevistadora que, exasperada, le pidió a Maharaj que hablara de los problemas de su vida. Para mí, es la afirmación de mayor fuerza que haya oído jamás.
La tengo presente cada día de mi vida y he hecho colgar una reproducción de la misma en un lugar estratégico de mi despacho como recordatorio de su supremo valor.
La entrevistadora insistió en que Nisargadatta tenía que tener problemas como todos los otros seres humanos. Nisargadatta le dijo:
—Usted no tiene ningún problema, sólo su cuerpo tiene problemas...
En su mundo, nada perdura; en el mío, nada cambia.
¿Por qué diría este iluminado maestro que en su mundo nada iba
nunca mal? Yo creo que se debía a que estaba hablando desde la posición del espectador comprensivo.
Dentro de todos nosotros existe la dimensión eterna e inmutable de nuestro yo espiritual. Este es el yo invisible que le habla al yo físico. Es el pensador de los pensamientos. Este observador comprensivo no se revela con instrumentos científicos y no aparece en las autopsias.
Cuando uno es realmente capaz de creer en el dominio espiritual
del espectador, entonces nada va mal porque el mal no carece de sentido para el observador. Todo tiene su orden. Nada se cuestiona desde esa perspectiva. Es como vivir en el paraíso, donde están la eternidad y el alma, al tiempo que uno se encuentra en el cuerpo físico. Pero en este espacio, el cuerpo no es el centro de la existencia.
No estoy sugiriéndole que se retire y se deshaga de todas sus posesiones materiales con el fin de hallar esa clave para la conciencia superior, aunque, desde luego, es una posibilidad. En cambio, quiero que considere cómo estas palabras de «nunca nada va mal», de «no tener problemas» y de «vivir en el mundo de lo inmutable» pueden aplicarse a su despertar espiritual.
Hay muchísimo que aprender de estas ideas. Cultivar la condición de espectador le pondrá en el sendero donde su yo superior comienza a influir sobre su ego físico en lugar de que suceda lo contrario.
Como dice Maharaj: «Dedícale toda tu atención, examínalo con
amoroso cuidado, y descubrirás alturas y profundidades del ser con las que no has soñado, absorto como estás en la insignificante imagen de ti mismo». Estas palabras describen el poder y el valor de cultivar la condición de observador.
La manera de sentir y vivir nuestros apegos y sufrimientos puede
cambiarse cuando se aprende a acceder a la actitud del espectador. He aquí las principales ventajas cuando uno traba conocimiento con su observador comprensivo:
 
1. Cuando usted cultiva la condición de testigo comprensivo, adquiere conciencia de que es algo más que sus pensamientos, sentimientos y sensaciones cotidianos. Usted aprende que es mucho más que un cautivo del conjunto de creencias y comportamientos adquiridos que ha practicado a lo largo de su vida. Adquirirá una visión más amplia de quién es, y esta nueva percepción le conducirá a niveles de vida más elevados.
Le pondrá en contacto con su alma eterna. Al conocer ese yo espiritual, usted será capaz de elevarse a alturas que sus creencias anteriores le impedían ver.
En las relaciones, comenzará a trascender su ego y abandonará la necesidad de tener razón. La simple observación de sí mismo le revelará hasta qué punto son limitadoras las antiguas formas de ser. El espectador comprensivo abrirá la puerta a la comunión espiritual con los seres queridos.
El aprendizaje de cultivar la condición de espectador añadirá nuevas dimensiones a su vida, y le conducirá a una existencia más espiritual y jubilosa.
 
2. Cuando usted cultiva su condición de espectador comprensivo, adquiere conciencia de que usted es algo más que aquello que le molesta. Al cultivar la condición de observador, la verdad de «en mi mundo nunca nada va mal» se hace evidente.
Uno desarrolla un saber que trasciende lo que llamamos nuestros
problemas. El espectador no se identifica con ellos. Los ve como concernientes al cuerpo, y pueden ser resueltos sin desesperación. Distanciándose de ese modo, los problemas no pueden fijarse en su mundo interior.
Usted se volverá casi indiferente porque poseerá el conocimiento de que en ese mundo del cuerpo todo cambia, nada permanece igual. Los problemas también cambiarán. Llegarán y se marcharán. La frase «también esto pasará» adquiere un significado más personal y relevante.
Si aprende a ver las dificultades no como algo que se inscribe en su yo interno sino como manifestaciones pasajeras del mundo de lo físico, cultivará la condición de espectador en el sendero de su búsqueda espiritual.
 
3. Cuando usted cultiva su condición de espectador comprensivo, emprende una acción que puede disipar los problemas. En un punto anterior de este libro escribí brevemente acerca de la mecánica de la creación. La misma explicación es aplicable al cultivo de la condición de espectador.
Como breve recapitulación, he aquí dos frases que resumen el libro de Nick Herbert, Quantum Reality (Realidad cuántica): «No existe realidad en ausencia de observación. La observación crea la realidad». Por lo tanto, el acto de ser espectador —por sí solo, sin ninguna otra actividad que interfiera— creará su realidad.
Cuando usted presencia con actitud comprensiva, benevolente, los hechos problemáticos de su vida, manteniendo su atención en ello de una forma que ayuda a adoptar resoluciones, eso es lo que ocurre. El plantearse un problema a la manera del testigo crea la energía necesaria para avanzar. A mí me resulta muy satisfactorio hacer que los problemas se desvanezcan de mi vida mediante este proceso de observación.
 
Por ejemplo, en el pasado me ponía muy ansioso ante la presión de una fecha límite de entrega para acabar un escrito. La ansiedad se manifestaba en forma de malestar estomacal, fatiga, sensaciones de inquietud y malestar físico general.
Cuando aprendí a ser espectador descubrí que podía cerrar los ojos y negarme a identificarme con «el problema». Continuaba formando parte de mi cuerpo, pero estaba separado de mí. Al observarme a mí mismo en ese estado, comprensivamente despegado de mi cuerpo, pude notar que los síntomas de la ansiedad se disipaban. Me encontré con que me sentía calmo y confiado.
Cuando la urgencia de fecha límite volvía a entrar en mi mente, el malestar regresaba, pero era diferente. Ahora yo no era el pensamiento sino el observador del pensamiento. De modo gradual, el pensamiento desaparecía y era reemplazado por una sensación de calma.
Tras treinta minutos de ser espectador, observando cómo los pensamientos llegaban y se marchaban, y vuelta a empezar, toda la escena se disolvió. Abandoné literalmente mi ser. Entonces descubrí que era capaz de sentarme y escribir en lugar de estar apresado por las ideas derivadas de la fecha límite que imponían mi cuerpo y mi mente.
El acto de observar como testigo desde una perspectiva objetiva
creó una nueva energía dentro de mí. La energía disolvió el problema y me permitió funcionar a un nivel más saludable y productivo.
 
4. Cuando usted cultiva su condición de espectador comprensivo, lleva paza su vida. No sólo se pone en contacto con la parte espiritual de su ser, sino que también permite que la paz y armonía de esa presencia gloriosa sea una experiencia básica en su vida cotidiana.
Stephen Wolinsky lo describe de la siguiente forma en su libro
Quantum Consciousness (Conciencia cuántica): «Si puedo comenzar a observar, a ser testigo de mis reacciones, me sentiré más libre y en paz. Mediante la identificación y fusión con un pensamiento o sentimiento me impido a mí mismo ser el observador y me convierto en la experiencia misma».
La capacidad para adoptar el punto de vista del espectador significa permitirle a nuestro yo superior observar de una forma que no comporte la formulación de juicios. Cuando puede observar su ego, usted ya no es su ego.
Su ego retrocede cuando su yo espiritual está más íntimamente
integrado en su ser. Descubrirá que esta nueva paz le llevará por las tareas de su mundo material con una mayor eficacia y productividad.
 
5. Cuando usted cultiva su condición de espectador comprensivo, da el primer paso hacia la liberación. Cuando comienza a alejarse y observar, ya no está controlado por los hechos físicos de su vida.
Por ejemplo, cuando experimente enojo, dé un paso atrás y obsérvelo durante unos instantes. Advertirá que queda casi de inmediato liberado del dolor asociado al enojo. Los acontecimientos continuarán sucediendo, pero usted ya no será el que se identifique con esos hechos.
Ser capaz de observar los acontecimientos, incluidos los de su propio cuerpo, le libera de tener que experimentar el dolor que en otra época creyó que era la única opción. Mi esposa y yo hemos criado ocho hijos; si no hubiéramos mantenido la actitud del espectador, muchas veces podríamos habernos sentido muy turbados y desdichados.
Con una actitud de observador, podemos dar un paso atrás y contemplar nuestros pensamientos y sentimientos, así como los que tienen nuestros hijos. Sabemos que nos liberaremos si podemos desprendernos de vez en cuando del caótico mundo físico de nuestra numerosa familia. Desde el espacio del espectador comprensivo que no se identifica con el problema, el problema desaparece.
La solución proviene de nuestra habilidad y voluntad de confiar en que podemos ofrecer consejo y guía, sin identificarnos como padres fracasados o como padres perfectos.
El acto de observar nos libera. Y también le liberará a usted cuando cultive su condición de espectador.
 
6. Cuando usted cultiva su condición de espectador comprensivo, entra en contacto con Dios. Gracias al acto de cultivar la condición de espectador he llegado a conocer a Dios con más claridad. El acto de observación es lo máximo que he sido capaz de hacer para acercarme a la verdadera experimentación de otra dimensión, dimensión no estorbada por las limitaciones del mundo material.
Es una experiencia extracorpórea, en la que se ve el cuerpo y los
pensamientos sin identificarse con ellos. Una práctica regular de la observación hará que pueda apreciar el comentario de Carl Sandburg: «Algo me originó y no tenía origen; algo me pondrá fin y no tiene fin».
Desde la posición de espectador, usted sabe que no es sólo eso que ve.
Hay una realidad espiritual disponible cuando se separa de su yo
material. La conexión con el plano superior de sí mismo la establece sólo desde esa posición.
La energía divina que tiene en su interior le envuelve en amor y paz mientras observa los pensamientos, sentimientos y sensaciones de su cuerpo. Este proceso de cultivar la condición de espectador es el proceso de conocer la verdad que anunció san Mateo: «. .. para Dios, todo es posible » (San Mateo, 19:26). Ahora, dígame si se puede decir algo más.
Usted sabe que todo no es posible en el reino de lo físico; por lo tanto, Dios viene a ser esa parte de usted que está más allá de lo material.
Mediante la condición de espectador puede conseguir que esto sea su realidad.
Así pues, he aquí los seis beneficios que obtendrá al alcanzar la


condición de espectador. Paulatinamente usted emergerá como un ser que sabe que existe fuera de sus pensamientos, emociones y sensaciones físicas, y por lo tanto éstos no desempeñarán el importante papel que han estado representando.
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