lunes, 6 de julio de 2020

SEGUNDA PARTE: LAS CUATRO CLAVES DE ACCESO A LA CONCIENCIA SUPERIOR. /DESTIERRE LA DUDA/ ( 4ª PARTE)


CÓMO DESTERRAR LA DUDA

En los apartados siguientes encontrará algunas sugerencias para extirpar la duda de su alma. Tenga presente que la duda no sólo inhibe su búsqueda, sino que también puede ser una fuerza destructiva en su existencia cotidiana.

• Tome la decisión de que va a encontrarse con el Dios invisible en su interior. Esto significa estar dispuesto a pasar tiempo en el silencio de su ser. Busque la oportunidad para guardar silencio y escuchar. No haga nada más, pero repita esto cada día. (El capítulo sexto le proporcionará algunas formas concretas de acallar el diálogo interno.)
Al apartar los pensamientos y deleitarse en el silencio, sentirá la
energía de la presencia superior fluyendo a través de usted. Proporciónese un momento divino para hacer una afirmación silenciosa de que se encuentra con Dios.
No sienta que tiene que compartir su experiencia ni convencer a
otros de que ha sentido a Dios en su interior. Limítese a reparar en cómo cambia de una creencia a un saber cuando la pizca de duda que albergaba desaparece.

• Permita que el momento de revelación esté libre de cualquier critica o duda. Andrew Cohén lo expresa de la siguiente forma, en su libro Enlightment Is a Secret (La iluminación es un secreto):
Cuando se produce una profunda revelación, se ha de adoptar una actitud muy seria respecto de la propia vida. En el instante en que reconoce que está viendo la verdad tal cual es, tiene que darse cuenta de la trascendencia de lo que está siéndole revelado. Si no es traicionada ni una sola vez, su confianza en esa revelación sólo puede aumentar. Cuando más fuerte sea la confianza, más profunda será su sabiduría. Pero si ante esa revelación se permite entregarse innecesariamente a la duda, comienza a descender por un camino incierto y al hacerlo su confianza se verá minada.

• Tenga siempre presente que la duda la origina su ego. La duda no forma parte de su yo espiritual. Con esta conciencia puede aprender a observar su duda en lugar de atesorarla.
Usted está esforzándose por conocer al conocedor, y el conocedor es su invisible yo superior. Use su capacidad para distanciarse de la duda y haga que penetre en su mundo interior. Luego observe cómo la duda le obliga a actuar de una manera predeterminada y limitada. Este acto de observación hará por sí mismo que la duda se disipe.

• Cuando la duda aflora en su interior y la reconoce, tiene que estar dispuesto a decir «no, ya no permitiré que estos pensamientos entren en mi vida».
Muchas personas y pensamientos intentarán apartarle de su búsqueda espiritual. Debe estar dispuesto a considerarlos sus pruebas y aceptar el consejo que les damos a nuestros hijos con respecto a las drogas: «¡Simplemente di no!».

• ¿Duda de su capacidad para conocer a Dios? Puede que no tenga ninguna duda sobre la existencia de una realidad absoluta llamada Dios, pero puede que dude de su capacidad para conocer en plenitud a esa parte superior de usted mismo. De ser así, le sugiero que reexamine su lógica.
La duda de uno mismo podría ser una excusa para evitar cambiar.
Si no tiene ninguna duda sobre la existencia de Dios, entonces ha llegado al dominio del saber. Al reconocer que sabe de forma incuestionable que existe un poder superior, ha desterrado las dudas internas. Si luego se da cuenta de que este poder superior está en todas las cosas, no puede dudar de que está en su interior.
Si está vivo, entonces usted tiene la fuerza vital de Dios dentro. Es
tan sencillo como eso: el hecho de que esté vivo confirma la existencia de la conciencia más elevada dentro de usted.

• Comience por cambiar el vocabulario que usa para describirse y para describir sus expectativas. En lugar de usar palabras que reflejen sus dudas, cambie las palabras para indicar su saber y su fe.
Deténgase cuando use palabras y frases como «tal vez», «posiblemente», «si Dios quiere», «si tengo suerte», «quizá», «nunca se sabe»...
Comience a usar palabras y frases como «desde luego», «por supuesto», «para conseguirlo», «sé que puedo hacerlo»...
Cuando utilice palabras y frases que demuestren ausencia de duda, conducirá su vida de la misma manera. Sus actos seguirán los pasos de sus palabras, y sus palabras derivarán de lo que es su mundo interior.
Cambie sus palabras aunque todavía no las diga en serio, porque llegado el momento se convertirán en su realidad.
Los amigos y la familia sugirieron que no sería capaz de sentarme a escribir durante dos meses para acabar el borrador de este libro, porque no había escrito en varios años. Yo me limité a responder con una frase como «confío en que seré capaz de hacerlo. No estoy solo y se me proporcionará la guía y ayuda que necesito».

En ningún momento utilicé una sola palabra o frase que indicara
duda alguna, aunque existiera algún cuestionamiento interno. Pronuncié esas palabras, dirigidas al exterior, empecé a escribir y, en efecto, la magia estuvo allí para prestarme ayuda divina.
Las palabras y frases que emplea le sugieren a su yo físico cuál es
exactamente el rumbo que ese yo físico va a emprender. Tenga cuidado con lo que dice, y cuando hable hágalo con convicción y fe.

• Cuando encuentre que en su vida surgen cosas que tienden a
reforzar sus dudas, apártese de los viejos hábitos de pensamiento. He aquí algunos ejemplos de viejas expresiones que podría tratar de cambiar: «¿Lo ves?, ya sabía yo que eso era sólo un montón de palabrería; a Dios, en realidad, no le importo». «Este es un mundo cruel y hay que aceptarlo.»
Examine la siguiente lista de declaraciones en busca de nuevas formas de expresarse:

• Si mi júbilo es divino y yo confío en un poder superior cuando las cosas van bien, entonces mi sufrimiento también tiene que ser divino.

• Me negaré a juzgarlo y en cambio sabré que de alguna manera
que no entiendo en este momento, conoceré el porqué de que eso haya sucedido.

• Confiaré en Dios y en la energía que está en todas las cosas, y sabré que también esto está de acuerdo con el orden divino aunque en este momento no me guste.

• Sé que el alma es eterna y que todas las formas pasarán, así que, ¿por qué debería cuestionarlo cuando ocurre?

• Lloraré a la persona que ha muerto, pero no cuestionaré por qué él [o ella} ha regresado con Dios.

• El ahora, o treinta años a partir de ahora, son un punto diminuto en la eternidad.
Este tipo de afirmaciones le ayudarán a desterrar la duda y a dejar de juzgar los caminos del universo. Tenga presente que su júbilo es divino, su sufrimiento es divino.

• Haga una lista de las creencias a las cuales todavía se aferra y que no le sirven. Verlas por escrito le ayudará a identificar lo absurdo que es permanecer arraigado en las creencias de otros.
Al examinar sus creencias, fíjese en cuántas comienzan por «debería» y «no debería». Este tipo de frases fueron su primera formación y puede que aún ocupen un espacio tan grande dentro de usted que no le dejen espacio para nuevos conocimientos.
Busque frases como: Debería prestar atención a lo que piensan sus vecinos. Debería enfadarse cuando la gente le trata mal. Debería odiar a sus enemigos. No debería estar en desacuerdo con otros. No debería ser feliz cuando otras personas de su entorno sufren. Debería sentirse culpable de su éxito cuando otros tienen tan poco. No debería olvidarse de lo que siempre creyó su padre.
Hay una larga lista de «debería» que le impiden alcanzar el júbilo
de la vida espiritual. Esas creencias deben reemplazarse por conocimientos que provengan de su propia experiencia.

• Reeduque su mente. Su mundo interior, su mente, es como una
grabación que suena de forma constante. El sonido de la mente puede hacerse tan intenso como para que usted cree imágenes de desastre que se confundan con su realidad.
En The Mistery of the Mind (El misterio de la mente), Swami Muktananda cuenta lo absurdas que pueden volverse nuestras creencias y cómo pueden en realidad gobernar el mundo, sin tener ninguna base en la realidad. He aquí uno de sus ejemplos:
Había una vez un trabajador pobre llamado Sheikh Mahmoud. Un día, su patrón le dio un pote de arcilla lleno de nata liquida y le dijo que lo llevara a la población más próxima.
—Si lo haces —le dijo el patrón—, te daré dos rupias. Si dejas caer el pote, tendrás que pagar la nata.
Sheikh Mahmoud se colocó el pote sobre la cabeza y emprendió el
camino. Mientras caminaba, comenzó a pensar: «Voy a tener dos rupias. ¿Qué haré con ellas?». En esa época todo era muy barato. Por una rupia, uno podía comprar veinticinco pollos. Sheikh Mahmoud se dijo: «Eso es, compraré pollos. Se multiplicarán, y pronto tendré cien pollos, quinientos pollos, mil pollos, diez mil pollos. Entonces venderé todos los pollos y compraré cabras. Tendré cabras y ovejas y una granja grande.
Las cabras y ovejas se multiplicarán, y cuando las venda compraré mercancías.
Me convertiré en un gran mercader. Luego me casaré y tendré
una casa. Acudiré a una oficina y regresaré a casa para almorzar. Tendré un cocinero muy bueno que preparará platos deliciosos. Pero si el cocinero no tiene la comida a punto, me enfadaré y lo abofetearé. Después de todo, seré un gran mercader». 

Cuando pensó en abofetear al cocinero, alzó el brazo. En cuanto hizo esto, el pote de nata cayó al suelo.
Así que la nata no llegó a la otra población. Mahmoud no obtuvo
sus dos rupias. No compró pollos. No compró cabras y ovejas. No se casó. No tuvo una casa. No trabajò en una oficina. No abofeteó a nadie.
Se sentó y se cogió la cabeza entre las manos. Pasado un rato volvió a presentarse ante su patrón y confesó:
—Amo, he derramado la nata.
El patrón contestó:
—¿Cómo has podido hacer algo semejante? ¡Has perdido mis ganancias de la semana!
—Oh, amo —dijo Mahmoud—, tú has perdido las ganancias de la semana, ¡pero yo he perdido mis pollos, mis cabras, mi casa, mi esposa, mi oficina y mi cocinero!
No pierda lo que no tiene sólo porque no ha aprendido a disciplinar su mente y desterrar esas incesantes dudas que crea en sus fantasías.

• Regrese a los sentimientos que están presentes en su interior y refuerzan las imágenes que crea en su mente. Por ejemplo, si realmente le encantaría alcanzar prosperidad, pero tiene dudas sobre su capacidad para conseguirlo, primero fórmese una imagen de sí mismo en la abundancia.
Luego vaya más allá de la imagen y pregúntese: «¿Cómo me sentiría si alcanzara esa prosperidad que he imaginado?». Es probable que piense que se sentirá algo así como contento, satisfecho, agradecido, feliz o eufórico. Éstas son expresiones de sentimientos que puede generar mediante sus pensamientos.
Una vez que pueda llegar a las sensaciones que hay tras sus deseos y sepa que tiene la capacidad para crear esos sentimientos mediante su fe y la disciplina de sus pensamientos, se dará cuenta de que la necesidad de cualquier otra cosa para sentirse afortunado es sólo una creencia y algo que carece de autenticidad. Haga este ejercicio con todo lo que desee alcanzar en su vida. Primero imagine y después observe el sentimiento resultante. Luego trabaje para generar ese sentimiento y sentirá que sus dudas se disipan.

• Tenga siempre presente que la duda es una experiencia mental. Si quiere que un pensamiento se disipe, puede rechazarlo. Del mismo modo que en cualquier momento puede negarse a tener un pensamiento desagradable, porque usted domina esos pensamientos, puede erradicarse la duda cuando aparece.
Dígase a sí mismo, como si fuera dos personas (el que habla y el
que escucha): «Tengo esta duda porque he permitido que la persuasión de otros se convierta en mis propias creencias. Ahora pensaré por mí mismo y sabré que no tengo por qué vivir con la duda».

• El amor es el más cierto antídoto para el miedo y la duda. Cuando siente amor incondicional por sí mismo, como creación divina que está aquí con un propósito, se despoja de todas las dudas y miedos con respecto a usted mismo y su lugar en el mundo. Por lo tanto, cuando experimente un momento de miedo y duda, dése una porción de amor y recuerde que es una creación divina.
A medida que se dé amor a sí mismo, eso será lo que usted podrá
dar. Y también es verdad que cuanto más amor contiene uno, menos espacio hay para el miedo y la duda.
El destierro de la duda de su vida siempre le pondrá en contacto con un poder misterioso que antes había estado velado. Le insto a que abandone las dudas que le inocularon, y deje entrar un nuevo conocimiento.

El famoso Toro Sentado describió este poder con las siguientes palabras:
Contemplad, hermanos míos, la primavera ha llegado; ¡la Tierra ha recibido el abrazo del Sol y pronto veremos el resultado de ese amor!

Cada semilla ha despertado y también toda la vida animal. A través de este misterioso poder también nosotros tenemos nuestro ser.
Fíjese en que Toro Sentado se refiere al poder del amor. Ese amor
que se encuentra dentro de todas las cosas está tambien dentro de usted.
Expulse la duda fuera de su conciencia y déle la bienvenida al saber que ha sido tema de este capítulo.


FIN DE ESTE CAPITULO

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