domingo, 12 de julio de 2020

EL CODIGO JESÚS : Lección 6 - ELÉVATE POR ENCIMA DEL KARMA


El Karma es la ley de la condición somnolienta que se levanta a partir de la conciencia de los cuerpos separados y la percepción de las relaciones. Opera en la dimensión de la materialidad como causa y efecto, y sirve para mantener la ley y el orden en el mundo ilusorio.
Debes saber que en este mundo, la  consecuencia es la ley.

En la conciencia espiritual, sólo existen la Mente y la  manifestación como una en el Espíritu, sin la percepción de premio y castigo.
En la conciencia espiritual, el Espíritu como Causa se expresa a Sí Mismo como efecto en acción armónica, sin un concepto de justicia.
Vive en conciencia espiritual, y no temas las repercusiones.
La Biblia tiene mucho que decir acerca del karma, o causa y efecto, acción y reacción. “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis  perdonados; dad, y se os dará; medida buena, apretada, sacudida y rebosante será puesta en vuestro regazo. Porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Lucas 6:37-38). Hay muchos versículos más, pero éstos lo resumen mejor. Siempre cosechamos lo que sembramos.
He escrito en mis libros particularmente en The Angels Within [Los ángeles en nuestro interior] acerca de cómo trabajar con esta ley en vez de contra ella. “Todo lo que se necesita es disciplina y dedicación para aprender el arte antiguo del discernimiento. Discernir significa ser perceptivo,
astuto, discriminador y juicioso.

Significa estar constantemente consciente de tus  pensamientos, palabras y acciones; y pensar, hablar y actuar sólo desde el punto de partida de la inocuidad”.
Buen consejo, ¿pero cuántos de nosotros podemos realmente poner en práctica este concepto en nuestra vida diaria? Con un gran auto-control y máxima disciplina, podemos caminar de puntillas a través de los campos minados de nuestro mundo auto- proyectado siempre intentando hacer lo correcto y  podríamos también disfrutar el paseo en montaña rusa que nos ofrece la vida, emitiendo más “Ahs” que gritos. Pero ahora entendemos que no tenemos que someternos a nosotros mismos a esa experiencia excitante, pero aterradora. Podemos elevarnos por encima de todo el asunto.
La clave de esta lección parece estar en dónde estamos sembrando, lo que nos lleva de vuelta a ese pasaje en Gálatas 6:8:
“Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará la vida eterna”. En otras palabras, si lanzamos nuestras semillas nuestros pensamientos y palabras en el mundo material, poniendo nuestra fe sólo en el mundo de los efectos, el resultado será una cosecha mezclada de placer-dolor. Pero cuando sembramos en el Espíritu, dependiendo sólo de la actividad de Dios en nuestras vidas, nuestra mente consciente se está moviendo a la conciencia espiritual, donde sólo prevalece la armonía.
En una conciencia predominantemente material, estamos proyectando al mundo pensamientos de necesidad, y la necesidad siempre atrae más necesidad. El miedo se manifiesta como miedo; las acciones nocivas producen culpabilidad y un llamado al castigo en el intercambio kármico; una manipulación que acorte el camino para lograr una meta siempre traerá repercusiones. Cuando ponemos nuestra fe sólo en el mundo de los efectos, estamos buscando la experiencia de dualidad que, como veremos después, no es real en la Divina Conciencia. Sí, podemos lanzar buen pan a las aguas, y todo lo que demos nos será devuelto, pero mientras nuestra intención sea ser buenos simplemente para cosechar los beneficios de la ley kármica sin cambiar nuestro sistema de creencias estaremos en problemas. Es caminar en la cuerda floja con el ego en el control, y a veces esa traviesa, auto-creada forma de pensamiento se olvida de usar la red de seguridad.
Nos elevamos por encima de la ley kármica cuando nos volvemos hacia adentro, al amor de Dios que fluye dentro de nuestra conciencia como la satisfacción de cada necesidad, como la actividad total de nuestra vida. Y llegamos a ser tan conscientes del Espíritu, nuestro único Ser, que nuestra conciencia de una Presencia y Poder oscurece todo lo que esté en el plano material. Es cuando la actividad de Dios impacta como conciencia espiritual, y causa y efecto se vuelven Mente y manifestación sin retribución de lado alguno de la moneda.

De hecho, la moneda desaparece como dualidad.
“En la conciencia espiritual, sólo existen la Mente y la manifestación como una en el Espíritu, sin la percepción de premio y castigo.


En la conciencia espiritual, el Espíritu como Causa se expresa a Sí Mismo como efecto en acción armónica, sin un concepto de justicia “
Sólo existe la Mente-en-manifestación, una expresión en línea directa de la sustancia en forma y experiencia, que es siempre perfecta. No es una “idea” del Espíritu que se hace visible; es el Espíritu apareciendo como la forma Mente y manifestación como una. Y en este sentido, la “ilusión” se relaciona sólo con la naturaleza temporal de la forma como material-física, y no con las proyecciones del ego.
Una meditación
Me he movido de la ley kármica a la ley espiritual, y el Espíritu está ahora tomando mis decisiones por mí desde la más elevada  perspectiva.
Me siento dramáticamente diferente. Hay una gentileza combinada con una fortaleza interior, con un sentido más amplio de paz nacido del amor, y mi vida pertenece a un orden más elevado.
Ahora soy una influencia sanadora y  armonizante para todo aquel que encuentre en mi camino a través de la vida.

John Randolph Price

EL CODIGO JESÚS : Lección 5 - DEDÍCATE A LA VIDA ESPIRITUAL


No hay empresa más alta que la aspiración de vivir la vida espiritual, porque ése es tu estado natural.
Todo es Espíritu, Mente espiritual; no hay otro Yo, ninguna Presencia sino la Única, y no obstante la Verdad puede estar oculta en una masa de falsas creencias. A través del compromiso con la Luz de la Realidad, las percepciones erradas serán corregidas y la iluminación será inevitable.
La aspiración de llevar una vida espiritual, en el reino de la Causa es la empresa más alta porque es parte del proceso natural, mientras que una existencia centrada en el ego es anti-natural, una deserción de todo lo que es bueno,  verdadero y hermoso en la vida para proveer para nosotros mismos en el mundo de los efectos.
La decisión-a-favor-de-Dios debe ser inflexible; la determinación de vivir en y como el único Ser debe ser total. Y aunque esto pueda parecer una tarea casi imposible debido a nuestra  identificación con el mundo físico, el hecho es que nuestra más alta aspiración en la vida hará surgir al poder mismo del Espíritu; para reforzar el compromiso, hora por hora, día por día, según sea necesario.
Cuando comencé por primera vez a nadar en aguas espirituales, mi único pensamiento era cómo hacer algunos cambios en mi vida para atraer oportunidades profesionales más plenas, un ingreso mayor, y un estilo de vida más acorde con mi imaginación. No hay nada de malo en eso si se hace en la forma correcta. Verás, el Espíritu quiere que tengamos todos los beneficios materiales de una vida más abundante en todos los aspectos. La voluntad de Dios en acción a través del único Ser es la ley de la plenitud total y completa, con una mente en paz y un corazón gozoso como cimientos.
Cuando la manifestación viene de una profunda conciencia del Espíritu como la Presencia y la Ley con los pensamientos de nuestra Verdad de Ser registrados en el consciente nos movemos de “chorros” variables de abundancia a una  continua auto-suficiencia; de la salud física a la plenitud espiritual; de un trabajo orientado al ego a un éxito real. Por otra parte, las demostraciones que vienen de la conciencia de un efecto de ego temeroso no sólo traerán luz y oscuridad, sino que lo que se considera “bueno” no ofrecerá una satisfacción duradera.
Ahora, ¿qué significa exactamente vivir una vida espiritual? No quiere decir que tengamos que renunciar a nada en el mundo material. No; aunque podamos no ser de este mundo,  ciertamente estamos en él, así que hagamos nuestra experiencia aquí lo más grande y hermosa posible, lo cual sólo puede lograrse con el reconocimiento de nuestro único Yo como la mente, la ley y la actividad de nuestro ser.
“Todo es Espíritu, mente Espiritual; no hay otro Yo, ninguna Presencia sino la Única “.

Nuestro compromiso de vivir la vida espiritual debe comenzar reconociendo al único poder, el poder interior, sin conceder poder alguno a los efectos del mundo exterior. Debe haber una renuncia a las viejas formas de pensamiento, con una confianza total en la Presencia interior para todo. Es mantener enfocada nuestra mente en nuestro Dios-Ser, el único Ser, con intenso amor y gratitud. Y “las percepciones erradas serán corregidas y la iluminación será  inevitable”. Es mantener nuestras manos fuera de este mundo y permitir que las manos de Dios nos muestren la Realidad detrás de la ilusión de escasez y limitaciones. Es un abandono total a la voluntad de Dios.
“En cada momento del día estaba Jesús consciente del Padre. Lo miraba en las nubes y en las sombras de las nubes que pasaban sobre la tierra. Veía la cara del Padre reflejada en los quietos estanques... y a menudo cerraba Sus ojos para mirar directamente a los Ojos Sagrados.
“La noche Le hablaba con la voz del Padre; y en la soledad escuchaba al ángel del Señor, que Lo llamaba. Y cuando descansaba para dormir, Él escuchaba el murmullo de los cielos en Sus sueños “.
Vivir la vida espiritual no sólo es reconocer la Divina Presencia en nosotros mismos, sino en todos. Es considerar a cada persona como su Divina Identidad, independientemente de la situación. Y debe haber un programa diario de meditación sobre la Verdad hasta que sintamos que la Verdad entra y llena nuestros corazones. Es una vida contemplativa de comunión con el Espíritu, a un grado tal que realmente nos convirtamos en el Espíritu-en-acción.
Recuerda, es nuestra conciencia-de-la-Conciencia lo que abre la puerta al trabajo que debemos realizar. Aquello de lo cual somos conscientes está siempre en expresión, eternamente manifestando nuestras  convicciones acerca de nosotros mismos, de Dios y de la vida. Y cuando nuestro  conocimiento consciente está en la vibración espiritual, como opuesta a la desarmonía del
ego, lo que se manifiesta en el mundo visible es la Realidad del Espíritu y no la proyección de una ilusión.
Reflexiona sobre estos pensamientos:
En este día hago el compromiso de fortalecer mi conciencia, entendimiento y conocimiento de Dios, mi único Ser. Haré esto a través de amar al Espíritu con toda mi mente, mi corazón y mi alma. Hago esto ahora con la plenitud de mí ser.
Reconozco la Presencia dentro de mí como el único poder en acción en mi vida y en mis asuntos. No hay otra. 

La omnipotencia, de dentro hacia fuera, reina suprema en mi vida.
Mientras más consciente estoy del Espíritu, más llena el Espíritu mi conciencia.

Enfoco mi mente en la Verdad que YO SOY y abro la puerta, y toda sensación de separación se disuelve al darme cuenta de mi unicidad con mi Divina Realidad. La única Luz del amor, la
paz y la comprensión Se establece en mi corazón, y siento la Divina Llama de mi Ser,

Sagrado iluminando todo mi ser.
A partir de este momento, dedico mi vida a la Verdad. Mi compromiso es completo y está sustentado por la voluntad de Dios.


John Randolph Price

EL CODIGO JESÚS : Lección 4 - ENTIENDE LA INMORTALIDAD


No hubo nacimiento hasta que la muerte se hizo manifiesta; sin embargo, nunca naciste y
no puedes morir. Descarta todas esas ideas temerosas de tu mente, y sé libre para vivir plenamente ahora.
Eres un ser inmortal con una mente, para quien la percepción personal puede parecer limitada, pero no lo es; y un Cuerpo que parece sustancial, pero que no lo es.
En las primeras etapas de la vida individual en el planeta, no había necesidad de la reproducción, y lo que hoy conocemos como muerte no existía. Adoptábamos la forma que queríamos, y a través de una actividad mental, la fuerza electromagnética podía ser alterada y la estructura atómica reordenada para que la forma del cuerpo literalmente pudiera desaparecer. Podíamos ir y venir de un plano a otro cuando así lo deseáramos.
Este cambio-de-fuerza no es algo desconocido hoy en día. La literatura fenomenalista está llena de historias de gente que desaparece en el aire, desmaterializándose lentamente ante testigos, y
desvaneciéndose inexplicablemente. Está también el caso de Indridi Indridason, el nativo de Islandia:
“En 1905, varios de los principales científicos de Islandia decidieron investigar lo paranormal, y eligieron a Indridason como uno de sus sujetos... a veces, cuando estaba en un trance profundo, distintas partes de su cuerpo se desmaterializaban por completo. Bajo la mirada atónita de los científicos, un brazo o una mano desaparecía, sólo para volver a materializarse antes de que fuese despertado”.’
El autor e historiador William Bramley sugiere: “Nuestras percepciones físicas no detectan la naturaleza casi imaginaria de la materia, porque los sentidos físicos están diseñados para aceptar la ilusión de solidez causada por un movimiento extremadamente rápido de las partículas  atómicas... Si pudiéramos ver la materia como realmente es, veríamos el objeto más sólido como un pedazo de fina pelusa”. Obviamente, Indridason no aceptaba completamente la ilusión de solidez, al menos no mientras se hallaba en estado meditativo.
Con el tiempo, perdimos colectivamente no sólo la habilidad de desmaterializarnos, sino también el conocimiento de cómo adoptar una forma. Nuestra única alternativa para regresar a nuestra morada natural era a través de la eliminación del cuerpo. Así, en la antigua Lemuria, se concibió la primera enfermedad, de la cual dicen las Sabias Enseñanzas que fue “la gran liberadora”. También fue el comienzo de la producción de cuerpos a través de la fusión de las células para proporcionar una vía de entrada para las almas al llamado mundo material. Como le fue revelado a Jan, mi esposa, en la meditación, la imperfección de la forma física sólo comenzó después de que  comenzamos a fabricarla a través del proceso de gestación, que no era parte del esquema universal de las cosas.
Recuerda, el cuerpo es un reflejo de la conciencia; incluye tanto a las energías positivas como a las no calificadas de la entidad encarnada.
Aun así, la verdad es que nunca nacimos y no podemos morir. Un cuerpo físico puede ser reproducido a través de la unión de células masculinas y femeninas, y debemos valorarlo como nuestro vehículo para usarlo en este plano y repararlo cuando sea necesario a través de una elevación de la conciencia, que después discutiremos. Pero nosotros no somos ese cuerpo. Si alguna vez has tenido una experiencia extracorpórea o cercana a la muerte, lo sabes bien. Nuestros cuerpos reales son pura luz, energía esculpida.
¿Y la muerte? Es sólo la eliminación del sistema físico y la forma de obtener nuestra libertad de la trampa material percibida, con la continuidad de la vida de un reino al otro.
El ejemplo de Jesús: ¿Realmente murió en la cruz? ¿Pudo hacerlo? En los textos Nag Hammadi, considerados más antiguos que el Nuevo Testamento, el Apocalipsis de Pedro dice:
¿Qué estoy viendo, oh Señor? ¿Realmente eres tú a quien se llevan? ¿Y te aferras a mí? ¿Y están clavando los pies y manos de otro? ¿Quién es aquel que está encima de la cruz, que está alegre y riéndose? El Salvador me dijo: “Aquel a quien ves alegre y riéndose por encima de la cruz es el Jesús Vivo. Pero aquel en cuyas manos y pies están hundiendo los clavos es su parte carnal, que es el sustituto.”
Quizá esto fue escrito para enfatizar el hecho de que Jesús tenía completo control de la situación, y que no murió en la cruz. Esto fue apoyado más tarde por San Ireneo, Obispo de Lyon, quien escribió en Contra las herejías en 180 d.C., que: “por encima de la autoridad de los apóstoles mismos, Jesús vivió hasta una avanzada edad”.
Otra evidencia nos dice que Jesús no pudo haber muerto en la cruz porque era un ser espiritual, tal corno lo somos nosotros. Los actos de Juan, uno de los más famosos textos  gnósticos, explica que Jesús no era un ser humano; era más bien un ser espiritual que se adaptó a sí mismo de acuerdo con la percepción humana. En esta obra, se cita a Juan diciendo: “Les contaré otra gloria, hermanos; a veces cuando quise tocarlo, encontré un cuerpo material, sólido; pero otras veces cuando volví a
sentirlo, su sustancia era inmaterial e  incorpórea… como si no existiera en absoluto”. Juan agrega que buscaba cuidadosamente las huellas, pero que Jesús nunca dejó ninguna y tampoco parpadeaba nunca.
Si Jesús pudo o no morir no es relevante para el significado del drama de la crucifixión. En la cruz, Jesús demostró que la muerte no es real, y lo probó con la resurrección.

Con su  comprensión del Divino Yo, tenía completo dominio del cuerpo y el poder de curarlo al instante, y  después desmaterializarlo cuando fue tiempo de abandonar este plano. Y lo que él hizo, nosotros podemos hacerlo. Recuerda el Código: “¡Sé yo!” Yo soy como Jesús.
Jesús estaba totalmente consciente de todo lo que sucedió en la cruz y cuando abandonó su cuerpo físico, pudo liberar la más potente energía transformadora que hubiera entrado al plano terrenal hasta ese momento. El verdadero Átomo-Identidad de todos en el planeta fue activado, liberando así el Cristo en todos aquellos que seguirían la Luz. Regresando una vez más a su cuerpo sanado, nos mostró nuestra inmortalidad y permaneció con nosotros para enseñarnos la intrepidez, la plenitud y el amor incondicional. No es importante si estuvo en la tierra hasta una “edad avanzada”, porque está con nosotros ahora en espíritu, unido con nosotros en y como la Persona Completa que somos.
Pensamiento para el día:
Soy un ser espiritual y me he adaptado a mí mismo, a la energía del plano terrenal, pero nunca nací y nunca moriré, porque la vida de Dios es mi vida, inmortal, eterna, para siempre.


John Randolph Price
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