domingo, 12 de julio de 2020

EL CODIGO JESÚS : Lección 4 - ENTIENDE LA INMORTALIDAD


No hubo nacimiento hasta que la muerte se hizo manifiesta; sin embargo, nunca naciste y
no puedes morir. Descarta todas esas ideas temerosas de tu mente, y sé libre para vivir plenamente ahora.
Eres un ser inmortal con una mente, para quien la percepción personal puede parecer limitada, pero no lo es; y un Cuerpo que parece sustancial, pero que no lo es.
En las primeras etapas de la vida individual en el planeta, no había necesidad de la reproducción, y lo que hoy conocemos como muerte no existía. Adoptábamos la forma que queríamos, y a través de una actividad mental, la fuerza electromagnética podía ser alterada y la estructura atómica reordenada para que la forma del cuerpo literalmente pudiera desaparecer. Podíamos ir y venir de un plano a otro cuando así lo deseáramos.
Este cambio-de-fuerza no es algo desconocido hoy en día. La literatura fenomenalista está llena de historias de gente que desaparece en el aire, desmaterializándose lentamente ante testigos, y
desvaneciéndose inexplicablemente. Está también el caso de Indridi Indridason, el nativo de Islandia:
“En 1905, varios de los principales científicos de Islandia decidieron investigar lo paranormal, y eligieron a Indridason como uno de sus sujetos... a veces, cuando estaba en un trance profundo, distintas partes de su cuerpo se desmaterializaban por completo. Bajo la mirada atónita de los científicos, un brazo o una mano desaparecía, sólo para volver a materializarse antes de que fuese despertado”.’
El autor e historiador William Bramley sugiere: “Nuestras percepciones físicas no detectan la naturaleza casi imaginaria de la materia, porque los sentidos físicos están diseñados para aceptar la ilusión de solidez causada por un movimiento extremadamente rápido de las partículas  atómicas... Si pudiéramos ver la materia como realmente es, veríamos el objeto más sólido como un pedazo de fina pelusa”. Obviamente, Indridason no aceptaba completamente la ilusión de solidez, al menos no mientras se hallaba en estado meditativo.
Con el tiempo, perdimos colectivamente no sólo la habilidad de desmaterializarnos, sino también el conocimiento de cómo adoptar una forma. Nuestra única alternativa para regresar a nuestra morada natural era a través de la eliminación del cuerpo. Así, en la antigua Lemuria, se concibió la primera enfermedad, de la cual dicen las Sabias Enseñanzas que fue “la gran liberadora”. También fue el comienzo de la producción de cuerpos a través de la fusión de las células para proporcionar una vía de entrada para las almas al llamado mundo material. Como le fue revelado a Jan, mi esposa, en la meditación, la imperfección de la forma física sólo comenzó después de que  comenzamos a fabricarla a través del proceso de gestación, que no era parte del esquema universal de las cosas.
Recuerda, el cuerpo es un reflejo de la conciencia; incluye tanto a las energías positivas como a las no calificadas de la entidad encarnada.
Aun así, la verdad es que nunca nacimos y no podemos morir. Un cuerpo físico puede ser reproducido a través de la unión de células masculinas y femeninas, y debemos valorarlo como nuestro vehículo para usarlo en este plano y repararlo cuando sea necesario a través de una elevación de la conciencia, que después discutiremos. Pero nosotros no somos ese cuerpo. Si alguna vez has tenido una experiencia extracorpórea o cercana a la muerte, lo sabes bien. Nuestros cuerpos reales son pura luz, energía esculpida.
¿Y la muerte? Es sólo la eliminación del sistema físico y la forma de obtener nuestra libertad de la trampa material percibida, con la continuidad de la vida de un reino al otro.
El ejemplo de Jesús: ¿Realmente murió en la cruz? ¿Pudo hacerlo? En los textos Nag Hammadi, considerados más antiguos que el Nuevo Testamento, el Apocalipsis de Pedro dice:
¿Qué estoy viendo, oh Señor? ¿Realmente eres tú a quien se llevan? ¿Y te aferras a mí? ¿Y están clavando los pies y manos de otro? ¿Quién es aquel que está encima de la cruz, que está alegre y riéndose? El Salvador me dijo: “Aquel a quien ves alegre y riéndose por encima de la cruz es el Jesús Vivo. Pero aquel en cuyas manos y pies están hundiendo los clavos es su parte carnal, que es el sustituto.”
Quizá esto fue escrito para enfatizar el hecho de que Jesús tenía completo control de la situación, y que no murió en la cruz. Esto fue apoyado más tarde por San Ireneo, Obispo de Lyon, quien escribió en Contra las herejías en 180 d.C., que: “por encima de la autoridad de los apóstoles mismos, Jesús vivió hasta una avanzada edad”.
Otra evidencia nos dice que Jesús no pudo haber muerto en la cruz porque era un ser espiritual, tal corno lo somos nosotros. Los actos de Juan, uno de los más famosos textos  gnósticos, explica que Jesús no era un ser humano; era más bien un ser espiritual que se adaptó a sí mismo de acuerdo con la percepción humana. En esta obra, se cita a Juan diciendo: “Les contaré otra gloria, hermanos; a veces cuando quise tocarlo, encontré un cuerpo material, sólido; pero otras veces cuando volví a
sentirlo, su sustancia era inmaterial e  incorpórea… como si no existiera en absoluto”. Juan agrega que buscaba cuidadosamente las huellas, pero que Jesús nunca dejó ninguna y tampoco parpadeaba nunca.
Si Jesús pudo o no morir no es relevante para el significado del drama de la crucifixión. En la cruz, Jesús demostró que la muerte no es real, y lo probó con la resurrección.

Con su  comprensión del Divino Yo, tenía completo dominio del cuerpo y el poder de curarlo al instante, y  después desmaterializarlo cuando fue tiempo de abandonar este plano. Y lo que él hizo, nosotros podemos hacerlo. Recuerda el Código: “¡Sé yo!” Yo soy como Jesús.
Jesús estaba totalmente consciente de todo lo que sucedió en la cruz y cuando abandonó su cuerpo físico, pudo liberar la más potente energía transformadora que hubiera entrado al plano terrenal hasta ese momento. El verdadero Átomo-Identidad de todos en el planeta fue activado, liberando así el Cristo en todos aquellos que seguirían la Luz. Regresando una vez más a su cuerpo sanado, nos mostró nuestra inmortalidad y permaneció con nosotros para enseñarnos la intrepidez, la plenitud y el amor incondicional. No es importante si estuvo en la tierra hasta una “edad avanzada”, porque está con nosotros ahora en espíritu, unido con nosotros en y como la Persona Completa que somos.
Pensamiento para el día:
Soy un ser espiritual y me he adaptado a mí mismo, a la energía del plano terrenal, pero nunca nací y nunca moriré, porque la vida de Dios es mi vida, inmortal, eterna, para siempre.


John Randolph Price

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