lunes, 29 de febrero de 2016

EL LIBRO DE LA NADA OSHO



Capitulo III (Segundo Escrito)
LA VERDAD NO SE PUEDE BUSCAR
LA REALIDAD ESTÁ JUSTO AHI.
El LSD, la marihuana, la mezcalina o cualquier otra droga, solamente te producen un buen dormir, y al dormir bien, sueñas. Esos sueños están llenos de color, y tu vida es tan pobre y está tan llena de sufrimiento que prefieres vivir esos sueños a vivir en esta miserable vida. Preferirías (si esta fuera la única elección) vivir en un hermoso sueño antes que vivir en esta vida miserable.
Esta vida es como una pesadilla. Aunque lo único que te dé la droga sea un sueño luminoso, lleno de color, tridimensional, ¿por qué no tomarla? Porque ¿qué hay en esta vida? Y como la vida es tal caos prefieres los sueños. Las drogas, el alcohol, o cualquier otra clase de sustancia embriagadora, han sido usados siempre por la gente religiosa. Pero a través de ellos nunca se alcanza la realidad.
A través de ellos caes en un estupor, en un coma. Y en este coma puedes soñar. Y si has estado pensando mucho en Dios, puedes ver a Dios, porque puedes proyectar tus propios sueños. Los sueños se pueden guiar, dirigir. Si has estado pensando mucho en Cristo, entonces bajo la influencia de la droga se te aparecerá Cristo.
Es tu propia mente jugando contigo. Si has estado muy apegado a Krishna entonces ahí estará él, de pie, con la flauta en sus labios, bailando y cantando. Si un hindú, un devoto de Krishna, toma LSD, verá a Krishna, y un cristiano verá a Jesús, y un budista a Buda; pero eso tan sólo son proyecciones de la mente.
La realidad es triste, pero no persigas sueños, porque si eso es lo que quieres sólo hay una manera de hacerlo: ayudar a la consciencia a volverse inconsciente de nuevo. Una pequeña parte ha salido de la inconsciencia, y esa es la belleza del ser humano.
La agonía y el éxtasis de haberse convertido en una isla en medio de la inmensidad de la inconsciencia, pero esta es su belleza. Esta isla tiene que crecer más y más hasta convertirse en un continente.
A través de las drogas se sumergirá de nuevo bajo el agua, vivirás de nuevo como los animales, o como los árboles, que son hermosos en sí mismos, pero cuya forma de vida no es digna de ti porque de esta manera pierdes mucho. Y podrías haber alcanzado la realidad; esta isla podría haberse convertido en un continente.
Pero esto no ocurre solamente con las drogas; existen también otros medios sutiles para hacer que el consciente se vuelva inconsciente. Por ejemplo a través de la música, a través de cánticos. Si repites un mantra continuamente te dormirás, porque cualquier cosa monótona te llevará al coma. Existen medios sutiles, aparentemente diferentes a las drogas.
Se usan en todos los templos, en todas las iglesias; y en los templos y en las iglesias están en contra de las drogas, sin darse cuenta de lo que están haciendo. También allí se está usando una droga muy sutil, no tan burda como el LSD o la marihuana, pero aún así es una droga; porque al repetir una cierta palabra continuamente, te produce sueño, no puede producirte otra cosa. Te relajas. El mismo canturreo te produce un profundo aburrimiento.
Al repetir la misma palabra (ram, ram, ram) una y otra vez... ¿Qué otra cosa podría ocurrir? Porque la mente sola mente permanece atenta si ocurre algo nuevo, si no la mente se va a dormir. Si está ocurriendo algo nuevo, la mente está alerta. Si no ocurre nada nuevo, sólo ram, ram, ram, un canturreo, y sabes que va a seguir así infinitamente, la mente empieza a dormirse. Todas las madres lo saben. Cuando el niño no se duerme le repiten algún estribillo, muy simple, de dos o tres palabras, y lo repiten una y otra vez; una canción de cuna. Se convierte en un mantra, y el niño se duerme.
A la mente le ocurre lo mismo (no importa que seas un niño o un anciano), a la mente se la pone a dormir con canciones de cuna; pero el proceso es el mismo. Hay que parar el pensar, pero no volviéndose inconsciente. Hay que parar el pensar haciéndose más consciente, más alerta, más atento, dándose uno más cuenta, para que la energía que se pone en el pensar se mueva hacia ser consciente y surja en ti un testigo. Así que recuerda, no hay que parar el pensar a través de cánticos, sino convirtiéndose en un testigo del proceso del pensar; mirándolo, observándolo, siendo un observador en la distancia, siendo alguien que observa desde lo alto, desde la colina, mirando, viendo... Si miras y penetras profundamente en las palabras, empezarán a desaparecer.
Se formará un lapso, un intervalo. Las nubes desaparecerán y se verá el cielo azul. Entonces estarás alerta, sensible; no en coma.
Se disolverá más inconsciencia en la consciencia; tu llama crecerá, más alta, más viva, y podrás ver más, tocar más, oler más.
Y tus acciones desarrollarán una nueva cualidad, la cualidad de la divinidad. Cuando un buda te toca, su forma de tocar es diferente. Tú también tocas, también sientes algunas veces la diferencia. Tocas a un hombre de una forma casual, le das la mano pero él no está presente. Sientes que su mano está muerta, cerrada; te saluda con una mano muerta. Puedes sentir que te han dado la mano pero que no te la han dado; que ha sido algo diplomático. La mano no estaba viva, no tenía calor, no se encontraba y se fundía con la tuya. En cambio otras veces te dan la mano con amor, y entonces hay una fusión, la energía fluye a través de esa mano, es una apertura. A través de la mano el ser viene a encontrarse contigo. Es cálida, está viva, confía en ti.
Cuando un buda te toca, es absolutamente distinto, la cualidad ha cambiado. Porque siempre que la consciencia es total, absoluta, todas las acciones se vuelven totales. Cuando toca, todo su ser se convierte en tacto. No es ninguna otra cosa. Todo su ser está en el tacto, todo su ser fluye en él. No está en ningún otro lugar más que en el tacto. En ese momento él no es ni ojos ni oídos; en ese momento todo su ser se transforma en tacto. Se vuelve todo tacto, y te sentirás iluminado a través de su tacto; una energía se ha movido en ti. Si no estás preparado para ello puede que hasta te provoque una conmoción desagradable. Si estás preparado, entonces lo disfrutarás, te maravillará. Cuando un buda te mira, todo su ser se convierte en ojos. No puede ser de otra manera, porque no está dividido en su interior. Cuando miras, miras y a la vez haces muchas otras cosas. El pensar prosigue, y por eso estás dividido. Tus ojos no son totales. Cuando un buda te mira, sus ojos son totales. Son como un sol brillante. Te penetran, hacen un agujero en tu ser, van directamente a tu corazón. Si le dejas, nunca serás el mismo otra vez. O por el contrario, puedes permanecer cerrado y él no podrá penetrarte. Aunque te toque, tocará un cadáver; puedes quedarte cerrado. Cuando la consciencia está presente, y hay acción, la consciencia y la acción se vuelven una totalidad.

Ahora intenta comprender estas palabras, son muy hermosas. Negar la realidad de las cosas es no ver su realidad; afirmar el vacío de las cosas es no ver su realidad. Negar la realidad de las cosas... HA HABIDO Filósofos que han negado la realidad de las cosas. Fíjate bien, esto se puede hacer de dos maneras.
Hay una historia preciosa. Ocurrió una vez: Akbar, el gran emperador mongol, dibujó una línea en la pared y le dijo a sus sabios que sin tocarla la hicieran más corta. Se quedaron perplejos y pensaron: «¡Eso es imposible!». Entonces uno de sus sabios, Birbal, dibujó una línea más larga al lado de la otra, sin tocar la primera.
Y al dibujar la línea más larga, la otra se volvió más corta.
Si dibujas una línea más pequeña entonces la primera se volverá mayor. Así que hay dos maneras. Una es hacer tu ser más grande; entonces el mundo se va volviendo cada vez más pequeño..., y llega un momento en el que tu ser se convierte en la totalidad, en Brahma, y el mundo desaparece, deja de existir. Y la otra manera..., esa otra manera es simplemente una artimaña, es empezar a decir que el mundo es una ilusión, maya, que no existe, que no está ahí. Negar la realidad del mundo e ir convenciéndose de que no existe, de que no es, de que es irreal, de que es sueño. Así que te convences de que el mundo es un sueño; y entonces sientes que eres real, pero ese sentimiento no es verdadero. Es tan sólo una ilusión.
La filosofía siempre hace eso; dice que el mundo no es real. Consulta a los védicos. A Shankara le ocurrió de una forma. diferente. Shankara realizó su ser: se volvió infinito, entonces el mundo desapareció, porque no puede haber dos infinitos.
Si te vuelves infinito, el mundo desaparece, lo absorbes, porque dos infinitos juntos no son posibles, sólo puede haber un infinito. Shankara se convirtió en el infinito, Brahma, lo absoluto; entonces pudo decir que el mundo es ilusorio, y estaba en lo cierto.
Pero esto no era un argumento filosófico, era un sentimiento religioso. Él lo sintió así, sintió que el mundo no existía.
Pero entonces sus seguidores se hicieron con la canción y la han estado cantando durante mil años. Ellos dicen que el mundo es ilusorio, que es maya, que no existe. Que no está ahí, que sólo existe en apariencia. A través de la filosofía puedes llegar a creer que sí..., puedes ir descartando, puedes convencerte de que no existe, puedes tratar de encontrar pruebas y argumentos que demuestren que es ilusorio. Y puedes convencer a tu mente de ello, y tendrás un sentimiento, un falso sentimiento, de que te has convertido en Brahma. Tienes que convertirte en Brahma, entonces el mundo se vuelve ilusorio, no viceversa. ¿Cómo te vas a volver Brahma si el mundo se vuelve ilusorio? Y no puede volverse ilusorio porque es tan sólo un concepto; piensa en ello. Los védicos siguen diciendo que el mundo es ilusorio, pero obsérvalos. Si les tiras una piedra, se enfadarán, se pelearán contigo. El mundo no es una ilusión; lo que ellos tienen es sólo un concepto, una filosofía. Y los filósofos pueden ser muy astutos.
Ocurrió una vez que: Un seguidor de Nagarjuna... Nagarjuna fue uno de los más grandes místicos que ha tenido la India: se hizo consciente de su ser infinito, y el mundo se disolvió.
Entonces llegaron los seguidores, y los seguidores son siempre copias, están destinados a serlo; a no ser que traten de penetrar en la realidad de ellos mismos y no tomen las palabras de su maestro como dogma.
Las palabras del maestro simplemente inspiran, provocan, ayudan, pero no se deben tomar como dogma, si no se convertirán en una filosofía. Tienes que realizarlas.
Y cuando las realizas, sólo entonces puedes decir: «Sí, el maestro tenía razón». ¿Cómo puedes decirlo antes? Pero es fácil mover la cabeza filosóficamente: «Sí». Llegaron los seguidores y uno de ellos, un gran filósofo, un hombre de muchos argumentos, demostró de muchas maneras que el mundo no existe. Fue llamado por el rey del país pues su nombre había llegado hasta la corte, y cuando acudió, el rey le preguntó: «¿De verdad crees que el mundo es irreal? Piénsatelo bien, porque yo soy un hombre peligroso. Yo no soy un hombre de palabras, soy un hombre de acción. Y haré algo que probará que el mundo no es irreal. Así que piénsatelo dos veces».
El hombre respondió: «No es cuestión de volvérmelo a pensar, lo he pensado millones de veces y estoy absolutamente convencido de que el mundo es irreal». Pero el filósofo no era consciente de lo que el rey iba a hacer. El rey tenía un elefante que estaba loco; mandó llevarlo al patio y allí mismo metieron al filósofo. Este comenzó a correr y a gritar perseguido por el elefante. El elefante le alcanzó.
Y en ese momento comenzó a suplicarle al rey: «¡Sálveme!. El elefante es real. ¡Retiro todo lo que he dicho!». Cuando fue salvado estaba temblando, sudando, lleno de moratones y sangrando por muchas partes. Cuando se recuperó de nuevo fue llamado ante el rey. El rey le preguntó: «¿Y ahora qué es lo que tienes que decir?».
Él contestó: «El mundo es irreal». El rey dijo: «¿Qué quieres decir? Cuando el elefante iba a matarte, dijiste que el mundo era real. ¿Y ahora cambias de opinión de nuevo?». El filósofo contestó:
«El elefante, el hombre, lo que dije: todo es irreal. El elefante, la locura del elefante, el hombre que ves delante de ti, el hombre que afirmó que el mundo era real: todo es irreal». El rey dijo: «Entonces mandaré traer de nuevo al elefante». Y el filósofo replicó: «Entonces volverá a ocurrir lo mismo otra vez: diré que es real. ¿Qué otra cosa puedo hacer?». La filosofía puede ser muy astuta. Puedes seguir engañándote a ti mismo y convencerte de que el mundo es irreal. ¿Pero qué necesidad hay de probar nada o de convencer a nadie?
La necesidad surge porque no sabes. Cuando sabes, no hay necesidad de convencer a nadie ni de discutir ni de demostrar nada. La filosofía es un sucedáneo del conocimiento. Si sabes, no hay ninguna necesidad de filosofar. Si no sabes, entonces sí hay necesidad, porque el conocimiento obtenido a través de la filosofía parece que fuera un verdadero conocimiento. No es cuestión de demostrar que el mundo es irreal.
Este sutra dice: Negar la realidad de las cosas es no ver su realidad...
Y su realidad es Dios, su realidad es la verdad. Ahí está el árbol. Si niegas su realidad niegas lo Divino en él, niegas la verdad en él.
El árbol es un hecho; un hecho es sólo lo que recubre la verdad.
El pájaro es otro hecho, pero la verdad es la misma. Algunas veces la verdad se presenta en forma de pájaro, otras en forma de árbol, otras en forma de roca, y otras en forma de hombre. Todas ellas son formas. Los hechos son formas, pero en cada hecho, si profundizas, está la verdad. Si niegas todas las formas, niegas el interior sin forma. Si dices que nada es real, entonces ¿cómo puede lo Divino, cómo puede Dios ser real? Si dices que este mundo es ilusorio, entonces ¿cómo va a ser real el creador de este mundo ilusorio? ¿Cómo puede un Dios real crear un mundo irreal? Es imposible, porque la realidad viene de la realidad; la irrealidad surge de la irrealidad. Un Dios real no puede crear un mundo irreal.
Y si el mundo es irreal, el creador también será irreal. Si niegas la factibilidad de las cosas, entonces niegas la verdad.
El sutra de Sosan dice: Negar la realidad de las cosas es no ver su realidad... Y esta realidad es verdad. ...afirmar el vacío de las cosas es no ver, de nuevo, su realidad. Y si dices que las cosas existen pero que están vacías, también esa es una postura filosófica; un poco mejor que la primera. La primera dice que el mundo entero es irreal, que no es, que no existe; que sólo existe en tu mente, y en ningún otro lugar; que es una proyección de tu mente, un pensamiento, que es como un sueño.
La otra filosofía, que es un poco mejor, dice que las cosas existen, pero que están vacías. Que no tienen ningún ser en ellas, que no tienen sustancia. Que están muertas, vacías por dentro. Que tan sólo son combinaciones; sin ningún ser. Que el árbol está ahí, pero sólo como una combinación; el árbol no tiene ser, no tiene atman. Si separas sus partes no quedará nada. Es como un mecanismo: si desmontas una máquina en piezas, no queda nada. Esto tampoco es verdad, porque el árbol existe como un ser, no como un compuesto. Hasta una roca tiene su propio ser. Cuando te vuelvas más sensible y observador verás que hasta una roca tiene sus estados de ánimo. Entonces cuando la roca esté feliz podrás sentir su felicidad, cuando esté infeliz podrás sentir su desdicha, y hasta cuando cante podrás sentir su canción. Pero tú necesitas muchísima sensibilidad porque, si ahora ni siquiera puedes escuchar la canción de un buda, ¿cómo vas a poder escuchar la canción de una roca? Estás ciego y sordo, eres insensible y lerdo. No eres consciente; tu consciencia es un fragmento tan pequeño que se agota en los hechos diarios, en la rutina diaria. Eres sólo lo suficientemente consciente para llegar a la oficina y regresar a casa sin tener ningún accidente en el camino; sólo esa cantidad de consciencia tienes. Pero no puedes sentir la roca, no puedes sentir el árbol. Ahora los científicos están descubriendo que los árboles tienen tal grado de sensibilidad que no te puedes ni imaginar. Los árboles le dan la bienvenida a la gente si esta es amistosa, y se cierran si es hostil. Si quien viene es el jardinero que va cortando y podando, los árboles se cierran. Aun antes de que él llegue..., en cuanto entra en el recinto, todo el jardín se cierra, porque viene el enemigo.
Gracias a profundas investigaciones, un científico llegó a la conclusión de que los árboles no sólo notan tus acciones, sino hasta tus pensamientos. Estaba trabajando en un experimento con una planta a la que habían conectado, mediante unos cables, a unos instrumentos sensibles a sus reacciones interiores. Y pensó: «¿Qué le pasará a la planta si la parto por la mitad?». La aguja del instrumento comenzó a oscilar frenéticamente; la planta había sentido el pensamiento. Entonces hizo muchos otros experimentos. No había llegado a cortar la planta, no la había dañado; ¡tan sólo tuvo la idea! Y siempre que expresaba esa idea la aguja volvía a indicar que la planta estaba muy preocupada y enfadada.
Y no solamente eso, sino que además, al cortar una planta, las plantas vecinas mostraban tristeza, preocupación, ira, ansiedad. Ahora existen instrumentos que pueden mostrar lo que ocurre en el interior de una planta, y tarde o temprano llegará a haber instrumentos que mostrarán lo que ocurre en el interior de una roca. Todo está vivo, nada está vacío. Todo está lleno de consciencia, diferentes tipos de consciencia; es por eso que no puedes penetrar en ellas. Es difícil debido a los diferentes lenguajes de la consciencia. Un árbol tiene un tipo de consciencia y una roca otro totalmente diferente. Es difícil comunicarse con ellos porque nuestros lenguajes son diferentes, pero si te vuelves más atento, más consciente, si no tienes la mente llena de pensamientos, entonces te podrás acercar incluso a una roca. Nada está vacío; todo tiene un ser propio.
Los hindúes siempre han sido conscientes de que todo tiene un Dios en su interior. Es por eso que ellos pueden adorar a un río, o venerar a un árbol, porque dicen que el Dios del árbol, el Dios del río, el Dios de la roca esta ahí... El mundo entero está lleno de Dios; nada está vacío. Cuando dices que las cosas están vacías, no ves, de nuevo, su realidad. Pero ¿por qué los filósofos tratan de demostrar que las cosas no son, o que están vacías? Lo intentan, porque si se pudiera demostrar que las cosas están vacías, eso probaría que tú estás lleno; en comparación tú estarás más lleno. Si todo a tu alrededor está vacío, te sentirás lleno. Pero este camino es falso. ¡Llénate! Esta argucia relativa no te será de ninguna ayuda. Cuando te llenes de amor, de consciencia, de meditación, entonces no verás que el mundo está vacío. De hecho, es debido a que tú estás vacío, que todo te parece vacío. Todo te parece vacío porque miras con ojos vacíos; te proyectas en las cosas. Si no tienes amor, entonces verás que no hay amor en el mundo. Si tienes un corazón que late con amor, sentirás el latido en todos los sitios, en todo lo que te rodea: en la brisa que pasa a través de los árboles, en el río que fluye hacia el océano. ¡Sentirás amor en todas las cosas! Serás capaz de sentirlo. Sólo puedes sentir aquello que tienes; no se puede sentir otra cosa. La filosofía es un truco para sentir de forma relativa.
Y todos somos víctimas de esto, porque todos somos expertos en esta clase de argucias. Por eso si alguien dice que tu vecino es una mala persona, que es inmoral, tú inmediatamente lo crees, porque si es maligno e inmoral, enseguida te conviertes en una persona buena y moral. Cuando alguien dice que tu vecino es un santo, una persona virtuosa y moral, no puedes creértelo. Dirás: «¡Demuéstramelo! ¿Qué pruebas tienes? ¿En qué te basas? Yo le conozco bien, es mi vecino. Y no es así en absoluto». ¿Por qué? En cuanto alguien dice algo en contra de otro, le crees inmediatamente, ni siquiera lo dudas. Por eso se cotillea tanto. Pero en cuanto alguien dice algo a favor de otro, inmediatamente te pones en guardia. ¿Por qué? Porque si él es tan bueno, inmediatamente tú te vuelves malo. Si él es un santo, ¿qué eres tú? Eres un imbécil. Si alguien es santo tú eres un pecador. Puede que no seas consciente de este juego, pero así es como funciona.
Hay dos caminos: o te vuelves un santo, o demuestras que todo el mundo es pecador. La filosofía va creando ese juego. Lo que sea que quieras ser, se lo niegas al mundo. Pero eso no va a servir de nada. Así no vas a engañar a nadie, sólo a ti mismo. Este sutra de Sosan dice:
Negar la realidad de las cosas es no ver su realidad; afirmar el vacío de las cosas es no ver, de nuevo, su realidad. Cuanto más hablas y piensas acerca de ello, más te alejas de la verdad.

EL LIBRO DE LA NADA OSHO



Capitulo III
LA VERDAD NO SE PUEDE BUSCAR
LA REALIDAD ESTÁ JUSTO AHI.
Siempre esperando cerca de tu corazón, cerca de tus ojos, cerca de tus manos. Puedes tocarla, puedes sentirla, puedes vivirla, pero no puedes «pensarla». Se puede ver, se puede sentir, se puede tocar; pero no se puede «pensar». Intenta entender la naturaleza del pensamiento. El pensamiento siempre es acerca de, nunca es directo. Puedes ver la realidad, pero si piensas en ella tendrá que ser acerca de y ese «acerca de» es la trampa, porque cuando piensas acerca de algo ya te has alejado de ello. «Acerca de» quiere decir indirectamente. «Acerca de» quiere decir que no verás la flor aquí y ahora, que pensarás acerca de ella, y ese «acerca de» se convertirá en una barrera. A través de este «acerca de» nunca llegarás a esta flor. Ver es algo directo, tocar es algo directo; pero pensar es algo indirecto. Es por eso que el pensar no toca la realidad.
Un amante puede conocer la realidad, hasta un bailarín puede conocerla, un cantante puede sentirla, pero un pensador sigue sin tocarla.
He oído acerca de un filósofo judío. Era un campesino ordinario pero muy filosófico. Se llamaba Yossel. Pensaba acerca de todo, como suelen hacer los filósofos. Le era muy difícil hacer nada porque el pensar llenaba todo su tiempo, y cuando por fin estaba listo ya había pasado la oportunidad. Una vez fue al mercado de una aldea cercana para vender su trigo. Le dijo a su esposa:
«En cuanto haya vendido el trigo, te mandaré un telegrama». Vendió el trigo obteniendo una gran ganancia, y luego fue a mandar el telegrama; entró en la oficina de correos, rellenó el impreso de envío y empezó a pensar en qué poner. Escribió:
«Trigo vendido provechosamente. Llego mañana. Amor y besos, Yossel». Entonces empezó a reflexionar y pensó: «Mi esposa se va a creer que me he vuelto loco. ¿Por qué "provechosamente"? ¿Acaso vendería el trigo con pérdidas?». Así que tachó la palabra "provechosamente". Entonces se preocupó más aún porque, si había cometido un error con una palabra, puede que hubiera cometido otros errores. Así que volvió a leerlo todo parándose a pensar en cada palabra. Y pensó: «¿Por qué poner: "Llego mañana"? ¿Acaso voy a regresar el mes que viene? ¿El año que viene? Ella ya sabe que voy a regresar tan pronto como haya vendido el trigo».
Así que tachó las palabras "llego mañana". Más tarde pensó:
«Mi esposa también sabe que he venido a vender el trigo, ¿entonces para que escribir: "Trigo vendido"? Y también tachó eso. Entonces se echó a reír y dijo: «Le estoy escribiendo a mi propia esposa, ¿para qué le voy a poner "amor y besos"? ¿Acaso le estoy escribiendo a la esposa de otro? ¿Acaso es su cumpleaños o algo por estilo?».
Y también tachó eso. Ya sólo quedaba su nombre: Yossel.
Y se dijo a sí mismo: «¿Yossel, te has vuelto loco? Tu mujer ya sabe tu nombre». Así que rompió el telegrama, contento de haberse ahorrado un dinerillo y algunas palabras sin sentido.
Pero así es como son las cosas: si vas pensando «acerca de», te pierdes la vida entera; poco a poco vas tachándolo todo. Y al final hasta tú acabas tachado; no solamente quedan tachadas las palabras, sino que al final hasta tú quedas tachado.
El pensar se convierte en humo; todo se vuelve humo y se acaba. Hacer algo se vuelve imposible; ni siquiera puedes mandar un telegrama. La acción se vuelve imposible porque es algo directo, y el pensar es algo indirecto. Nunca se encuentran.
Este es el problema que hay en el mundo. La gente que piensa, nunca actúa; y los que no piensan, actúan. El mundo es un caos.
Los estúpidos continúan actuando porque nunca piensan, se meten de cabeza en todo. Los Hitlers, los Napoleones, los Maos, siempre están haciendo cosas, y la gente sabia, los llamados pensadores (Aristóteles, o Kant, o Hegel), siempre están pensando y nunca hacen nada. El problema para un hombre que busca la realidad es cómo parar el círculo vicioso del pensar y aun así ser consciente. Porque los estúpidos tampoco piensan, pero no son conscientes.
Sé consciente; la energía que va al pensar tiene que volverse consciencia. La consciencia que se mueve en un círculo vicioso al pensar tiene que conservarse, tiene que purificarse.
El pensar tiene que parar, el girar de la consciencia tiene que parar, pero la consciencia no. La consciencia tiene que cristalizarse y la acción tiene que permanecer, la acción no debe parar. Al unir la consciencia y la acción inmediatamente alcanzas la realidad.
Y no sólo tú, sino que crearás una situación en la que otros también podrán encontrar la realidad. Te convertirás en el ambiente, en el clima alrededor del cual las cosas empezarán a ocurrir.
Esto es lo que ocurrió con Buda, con Sosan, con Chuang Tzu. Recuerda: la acción es buena; el pensar es un círculo vicioso, nunca te lleva a ninguna parte. Así que hay que dejar de pensar pero no de actuar. Hay gente que continuará pensando; dejará de hacer.
Eso es lo que ocurre cuando una persona renuncia a la vida, se va a la selva, a los Himalayas. Renuncia a la acción, no al pensar. Renuncia al mundo en el que se necesita la acción. Renuncia a la propia realidad, porque es a través de la acción que te pones en contacto con la realidad. Ver es una acción, moverse es una acción, danzar es una acción, pintar es una acción. Cuando haces cualquier cosa, sea lo que sea, te pones en contacto con la realidad. Tienes que volverte cada vez más sensible en tu hacer.
No hay que renunciar a la acción; la acción tiene que estar totalmente presente, porque ese es el puente a través del cual tú te mueves en la realidad y la realidad se mueve en ti.
Intenta comprenderlo, porque esto es algo muy básico; básico para mí: renuncia al pensar, no renuncies a la acción. Hay gente que piensa y piensa, hay gente que renuncia a actuar. ¿Pero qué van a hacer en los Himalayas? Allí toda la energía, al no ser usada en la acción, se irá al pensamiento. Se harán grandes filósofos. Pero la filosofía es una tierra de tontos; se vive en palabras, no en realidades.
El amor desaparece, sólo queda la palabra «amor».
Dios desaparece; porque él estaba en los campos, en el mercado, en el mundo, y ahora tan sólo queda la palabra «Dios». Las acciones desaparecen y sólo quedan los conceptos. Tu cabeza se convierte en todo tu ser. Evítalo. Nunca renuncies a la acción, renuncia solamente al pensar. Pero si renuncias al pensar cabe la posibilidad de que te vuelvas inconsciente o de que te conviertas en un estúpido. Puede que empieces a hacer cualquier cosa, puesto que ahora no sabes qué hacer y tampoco piensas. Puedes volverte loco. Uno tiene que renunciar a pensar, pero no tiene que hacerse menos consciente, más inconsciente. Al contrario, tienes que hacerte más consciente. En esto consiste todo el arte de la meditación: en cómo estar totalmente en la acción, cómo renunciar al pensar, cómo convertir en consciencia la energía que se empleaba en pensar.
Va a ser algo muy delicado y sutil, porque si das un sólo paso en falso caerás en la ignorancia infinita. ES FÁCIL dejar de pensar, pero entonces te dormirás. Esto es lo que ocurre cada día en los momentos de sueño profundo: renuncias, dejas de pensar, pero entonces dejas de estar presente, abandonas la consciencia.
Tu consciencia se ha identificado enormemente con el pensar, así que siempre que dejas de pensar caes en coma. Y ese es el problema. Uno tiene que dejar de pensar y al mismo tiempo no caer en coma, porque el coma no te llevará a la realidad. Al volverte inconsciente no vas a la realidad, simple mente te duermes: el consciente se ha disuelto en el inconsciente. Y tiene que ocurrir justo lo contrario: el inconsciente tiene que disolverse en el consciente. Si el consciente cae en el inconsciente, tú caes en un coma, y si el inconsciente penetra en el consciente y se convierte en el propio consciente, te iluminas, te conviertes en un buda, en un «Sosan». Y es muy fácil ayudar a la consciencia a que caiga en la inconsciencia, porque la consciencia es una parte muy pequeña. Una décima parte de tu ser es consciente, y las nueve partes restantes son inconscientes.
Sólo una pequeña parte se ha vuelto consciente, y hasta esa parte está siempre oscilando. Puede caer en cualquier momento, es muy fácil. Así es como ocurre cuando te intoxicas: tomas alcohol, y la consciencia cae en la inconsciencia. De ahí la atracción hacia el alcohol a través de todos los tiempos y en toda clase de climas y países. Esto es lo que ocurre cuando tomas cualquier droga: la consciencia cae en la inconsciencia. Es hermoso porque se deja de pensar. Dormir es hermoso, tienes muchos sueños. Y si eres un buen soñador entonces la droga te dará hermosos sueños; fantásticos, más coloridos que cualquier otro sueño, más luminosos. Te vas al paraíso, al mundo de los sueños, pero no vas a la realidad.

EL LIBRO DE LA NADA OSHO



Capitulo II (Tercer  Escrito)
EL CAMINO ES PERFECTO
NO TRATES DE SER PASIVO:
Porque el esfuerzo es parte de la actividad. Nadie puede tratar de ser pasivo. ¿Entonces qué hacer? Sé totalmente activo, así es como llega la pasividad.
Le sigue como una sombra, ha de seguirle. Piensa perfectamente y así llegará el no-pensar. No puedes dejar de pensar. No se puede dejar nada que esté incompleto, sólo puede dejarse lo perfecto. De hecho, lo perfecto se deja a sí mismo automáticamente.
Sé activo; la propia actividad crea la situación en la que la pasividad ocurre. Si has estado activo durante todo el día, totalmente activo en cualquier cosa que hayas estado haciendo... Cavando un hoyo en el jardín, o trabajando en una fábrica o en una tienda, o enseñando en una escuela; lo que sea que estés haciendo hazlo totalmente, y cuando caiga la tarde y se ponga el sol, una pasividad descenderá sobre ti. Esa pasividad es hermosa, tan hermosa como la actividad. ¡No hay nada que elegir! Ambas cosas son hermosas, y ambas se necesitan. No trates de ser pasivo. ¿Cómo puedes tratar de ser pasivo? Puedes sentarte como un buda, pero esa pasividad será sólo superficial.
En el fondo estarás intranquilo, hirviendo, como un volcán; en cualquier momento puedes entrar en erupción. Puedes forzar al cuerpo a sentarse en silencio; ¿pero cómo vas a forzar al ser? El ser es y es y es. Es por eso que no puedes dejar de pensar. La gente se sienta en zazen durante años, durante veinte, veinticinco años, seis horas seguidas cada día, tan sólo para tratar de silenciar la mente, y continúa esforzándose y esforzándose. De ahí mi énfasis en las meditaciones activas. Son un equilibrio.
Primero sé activo, tan totalmente que la pasividad le siga automáticamente. Cuando has estado activo y se ha movido toda la energía, quieres descansar. Si no has estado activo, ¿cómo va a llegar el reposo? La lógica dirá algo absolutamente distinto. La lógica dirá: «Reposa durante todo el día, y así podrás descansar maravillosamente por la noche».
Mulla Nasrudin fue a ver a su médico. Entró tosiendo. El médico le dijo: «¿Todavía tosiendo? Pero parece que la tos suena mejor». Nasrudin dijo: «Normal, me he pasado toda la noche practicando».
Si reposas durante todo el día, no esperes tener sueño por la noche. El reposo no te traerá más descanso; por el contrario lo que trae es actividad. Entonces, al tumbarte en la cama, empezarás a pensar y a moverte de un lado a otro.
Te pasarás la noche haciendo ejercicio. Y si fuerzas al cuerpo a reposar, entonces la mente tendrá que sustituirlo y tendrás pesadillas. No.
Un hombre sabio se equilibra y sabe que la vida se equilibra a sí misma.
Si haces una cosa (pero totalmente sin que quede nada por hacer, habiendo disfrutado de la actividad con toda la energía) entonces el descanso es automático, le sigue. Y cuando disfrutas del descanso le sigue la actividad, porque cuando reposas recuperas energía, te rejuveneces. Todo el cuerpo se llena, rebosa energía. Ahora tienes que compartirla de nuevo, tienes que liberarla con actividad. Y luego te volverás a llenar de nuevo. Es como las nubes: tienen que dejar caer la lluvia y luego se volverán a cargar; el océano está ahí para cargarlas. Tienen que descargarse, llover, y de nuevo volverse a cargar. El río tiene que descargarse en el océano y de nuevo se volverá a cargar. Cuanto más se descargue, más se llenará.
Sosan dice: «Sé totalmente activo, sólo así serás capaz de ser totalmente pasivo».
Entonces los dos extremos se encuentran y se alcanza un equilibrio sutil.
Este sutil equilibrio es sanyaktva, este sutil equilibrio es la tranquilidad.
Este sutil equilibrio es la paz más elevada que pueda existir, la cima, el clímax, el crescendo, porque cuando dos cosas se equilibran (el exterior y el interior, la actividad y la pasividad) de repente transciendes ambas.
Cuando ambas se equilibran, tú ya no eres ni esto ni aquello. De repente eres una tercera fuerza: el observador, el testigo. Pero no puedes luchar por conseguirlo. Cuando tratas de parar la actividad para alcanzar la pasividad, el propio esfuerzo te llena de actividad.
Mientras estés en un extremo o en el otro, nunca conocerás la Unidad. ¡Transciende los extremos! No seas ni un hombre mundano ni lo que llaman un hombre espiritual. No seas creyente ni seas ateo. No te vuelvas loco con las riquezas del mundo externo ni te obsesiones con la tranquilidad interior. Equilíbrate; el equilibrio debe ser la motivación.
Aquellos que no viven en el Camino único fracasan en ambas: actividad y pasividad, afirmación y negación.
Y ESTE ES EL RESULTADO: aquellos que eligen los extremos fracasan en ambos, porque si continúas siendo activo y activo, sin permitir la pasividad, ¿cómo te vas a revitalizar? Te acabarás volviendo un caparazón vacío, impotente, inútil, estéril. Eso es lo que les ocurre a los llamados triunfadores en el mundo, a los políticos, a los Presidentes, a los Primeros Ministros.
Para cuando han llegado a tener éxito, ya lo han perdido todo, ya no están ahí. Han triunfado, pero en el camino se han vendido a sí mismos; ya no son ellos mismos. Y lo mismo les ocurre a los que eligen lo interior, los introvertidos. Cuando llegan a su interior, sólo encuentran un caos a su alrededor. Si eliges un extremo, fracasarás en ambos. Si no eliges, triunfarás en ambos.
El equilibrio triunfa, el extremo fracasa.
A este equilibrio Buda lo llama el camino del medio, majihím níkaya, y Confucio lo llama el camino dorado. Permanece en el medio. Este es el oficio, el arte más elevado: estar justo en el medio, sin elegir, sin irse a la izquierda ni a la derecha. No seas ni de derechas ni de izquierdas; quédate justo en el medio. Si estás exactamente en el medio transciendes el mundo.
Entonces ya no eres ni un hombre ni una mujer. Eso es lo que Jesús dice. Entonces ya ni eres un ser materialista ni un ser espiritual. Entonces ya ni estás vivo ni estarás muerto. Ni esto ni aquello; el puente ha sido cruzado. Has alcanzado la meta. Y la meta no está en algún lugar en el futuro, está aquí entre los dos extremos. Ni odio ni amor... Recuerda, siempre que te encuentres con dos extremos, no elijas.
Trata de encontrar un equilibrio entre ambos. Al principio, debido al hábito, será difícil.
Ocurrió una vez que: Mulla Nasrudin estaba enfermo y fue hospitalizado.
Al rato alguien llamó a la puerta y entró una mujer de aspecto enérgico.
Ella dijo: «Soy su médico. Desnúdese, he venido a examinarle». Mulla preguntó: «¿Del todo?». La doctora contestó: «Sí, del todo». Así que se desnudó. La mujer lo examinó. Y luego le dijo: «Ya puede usted acostarse. ¿Tiene alguna pregunta que hacer?». Mulla Nasrudin contestó: «Sólo una: ¿por qué se ha molestado en llamar a la puerta?».
La mujer respondió: «La fuerza de la costumbre». Los viejos hábitos persisten hasta en tus gestos. Los hábitos son fáciles de mantener porque no necesitas ser consciente de ellos; se mantienen por sí solos. Ser consciente es difícil, porque para ti nunca ha sido un hábito.
Eliges fácilmente; condenas y aprecias fácilmente; rechazas y aceptas con mucha facilidad. Dices: «Esto está bien, o esto está mal», con demasiada facilidad, porque se ha convertido en un hábito a través de miles de vidas; siempre has estado eligiendo. Es un fenómeno mecánico.
Sin ninguna consciencia, en el momento en que ves algo, ya lo has juzgado y decidido. Ves una flor y dices: «Es hermosa», o: «No es hermosa». Inmediatamente entra el juicio (con la percepción, entra el juicio) entonces nunca serás capaz de permanecer en el medio.
Alguien que fue a ver a Chuang Tzu le comentó, refiriéndose a un hombre del pueblo: «Es un pecador, un hombre realmente malo, un ladrón»; y le criticó en muchos sentidos Chuang Tzu le escuchó y luego dijo: «Pero toca la flauta maravillosamente».
Luego llegó un segundo hombre (el primero estaba todavía allí sentado) y le dijo refiriéndose al mismo hombre: «Es un excelente flautista». Chuang Tzu dijo: «Pero es un ladrón». Ambos estaban presentes, así que exclamaron: «¿Qué quieres decir?». Chuang Tzu dijo: «Sólo estaba equilibrando la cosa un poco; y además ¿quién soy yo para juzgar a nadie? Ese hombre es un ladrón y un buen flautista. Para mí no hay ni rechazo ni aceptación.
Yo no hago ninguna elección. Él es lo que es. ¿Quién soy yo para juzgar o elegir un extremo u otro? Para mí no es ni bueno ni malo. Él es él mismo y sólo a él le concierne. ¿Quién soy yo para decir nada? Si digo algo es tan sólo para equilibraos a vosotros dos». Es difícil no elegir, pero inténtalo; en todo... Cuando sientas odio, trata de irte al medio. Cuando sientas amor, trata de irte al medio. Lo que sea que sientas intenta irte al medio. Y te sorprenderás de que hay  un punto entre cada dos extremos donde ambos dejan de ser; donde no sientes odio ni sientes amor. Esto es lo que Buda llama upeksha, indiferencia. Indiferencia no es la palabra adecuada. Upeksha quiere decir: un punto tan en el medio que no eres ni esto ni aquello.
No puedes decir «Amo», ni «Odio». Sencillamente no puedes decir nada, estás simplemente en el medio. No te identificas. Ocurre una transcendencia, y esa transcendencia es el florecimiento. Esa es la madurez que hay que alcanzar, la meta. Negar la realidad de las cosas es no ver su realidad; afirmar el vacío de las cosas es no ver su realidad. Cuanto más hablas y piensas acerca de ello, más te alejas de la verdad. Deja de hablar y de pensar, y no habrá nada que no puedas saber.

sábado, 20 de febrero de 2016

EL LIBRO DE LA NADA OSHO





Capitulo II (Segundo Escrito)
EL CAMINO ES PERFECTO.
UNAS CUANTAS COSAS.
Pero el proceso es el mismo: no puedes forzar el amor.
Si lo fuerzas, pierde toda su belleza, todo se vuelve mecánico. Irás a través de todo el ritual, pero no ocurrirá nada. No habrá éxtasis; será algo que haya que hacer y acabar. 
Nunca llegará hasta tu centro, nunca sacudirá tus cimientos, nunca se convertirá en una danza interna. No será una vibración de tu ser, tan sólo será un acto superficial. Recuerda, no se puede forzar el amor, ni tampoco la meditación.
Deshazte de todos tus conocimientos, porque sólo te son necesarios cuando tienes que hacer algo. Pero cuando no tienes que hacer nada, ¿qué conocimientos se necesitan? No se necesita conocimiento alguno. Sólo se necesita una sensación, una especie de truco: cómo desaparecer, cómo dejar de ser. Y cuando digo «cómo» no me refiero a técnicamente, cuando digo «cómo» no me refiero a que tengas que conocer la técnica. Simplemente tienes que buscar esa sensación. Voy a sugerirte dos cosas que te serán de ayuda. Una es dormir: intenta descubrir cómo ocurre el dormir, cómo entras en el sueño. Puede que tengas algún ritual, pero este ritual no causa el sueño, sólo lo ayuda. Todo el mundo tiene algún ritual. Los niños pequeños tienen sus rituales, alguna postura en particular. Cada niño tiene su propia postura.
Puede que se meta el dedo en la boca... Eso no le causa el sueño, pero le ayuda; ese niño va encontrando su propio ritual. Pero si imitaras a ese niño no te dormirías. 
Lo mismo ocurre con todas las técnicas de meditación; todo el mundo encuentra su propio ritual. El ritual te ayuda porque te da un determinado ambiente: apagas la luz, quemas cierto tipo de incienso en la habitación, usas algún cojín en particular, de cierta altura y suavidad; usas alguna esterilla especial, adoptas cierta postura... Todo eso ayuda, pero no es la causa. Si otra persona lo sigue, puede que hasta se convierta en un obstáculo para ella. Uno tiene que encontrar su propio ritual. Un ritual es simplemente algo que sirve para ayudarte a estar más a gusto y poder esperar. Y cuando estás a gusto y esperas, ocurre. Dios llega a ti exactamente igual que el sueño, Dios llega a ti exactamente igual que el amor. No puedes desearlo, no puedes forzarlo. Toda tu vida se ha convertido en un problema porque te has hecho experto en cómo hacer cosas. Te has vuelto muy eficiente con las cosas mecánicas porque son cosas que pueden hacerse, pero te has vuelto absolutamente inútil para las cosas humanas, porque esas cosas no se pueden aprender, no se pueden hacer técnicamente; porque no puedes hacerte experto en ellas. Cuando lo que haya que hacer sea algo mecánico, puede haber un lugar donde puedas aprender a hacerlo, pero la consciencia no se puede formar. Y tú vas buscando gurús, vas tras esto o aquello, para encontrar alguna técnica, algún mantra con que iluminarte... No hay ningún mantra que te pueda iluminar. Sosan dice que tendrás que ser más compasivo; este es el único mantra: menos voluntad y más fluidez, menos esfuerzo y más relajación; menos hacer desde el consciente y más nadar en el inconsciente. Ahora trata de entender el sutra: Cuando no se entiende el significado profundo de las cosas, se perturba en vano la paz esencial de la mente. SI ENTIENDES, habrá paz. Si no entiendes habrá desasosiego, tensión, angustia. El hecho de que alguien esté angustiado muestra que no ha entendido las cosas, el significado profundo de las cosas. Y vas acusando a otros de que es por ellos que estás angustiado. Aquí nadie está angustiado por nadie. Estás angustiado debido a tu no-entender o a tu mal-entender. Por ejemplo, alguien vino a mí; un hombre que estaba casado y tenía cinco hijos; y me dijo que estaba muy molesto porque su mujer discutía con él constantemente, intentaba dominarle y sus hijos no le hacían caso... «Su madre les influye y los niños le hacen caso a ella y a mí no. Soy un don nadie y esto me produce mucha angustia. Haga usted algo por mí. A través de su gracia haga que mi esposa se vuelva un poco más compasiva». Yo le contesté: «Eso es imposible. Ni a través de mi gracia ni a través de la gracia de nadie se puede hacer que el otro sea más compasivo. Se puede hacer que tú lo seas. Y cuando pides que el otro sea más compasivo es que no te estás enterando de nada. ¿Por qué te parece dominante tu mujer? Ella te parece dominante porque tú también estás luchando por dominar. Si no lucharas por dominar ella no te parecería dominante. Es una lucha, porque tú también quieres lo mismo. ¿Y qué hay de malo en que los niños prefieran a la madre? Nada. Pero tú quieres que los niños te prefieran a ti; de ahí la pelea». ¡Intenta comprender! Todo el mundo trata de dominar. Esa es la naturaleza del ego: hacer toda clase de esfuerzos para dominar al otro (no importa que el otro sea el marido, la esposa, los niños, o los amigos); para dominar, para encontrar las maneras y medios de dominar. Y si todo el mundo trata de dominar, y tú también estás intentándolo, habrá lucha. La lucha no se debe a que otros estén tratando de dominar; la lucha se debe a que no tratas de entender cómo funciona el ego.
¡Salte de ahí! A los demás no se les puede cambiar, si tratas de cambiarlos estarás malgastando tu vida innecesariamente. Ese es su problema. Ellos serán los que sufran si no lo comprenden, ¿por qué tienes que sufrir tú? Simplemente comprende que todo el mundo trata de dominar y di: «Yo me salgo de esto, no voy a intentar dominar»... Tu lucha desaparecerá. Y ocurrirá algo muy hermoso. Si no tratas de dominar, tu esposa empezará a sentirse ridícula, y poco a poco empezará a parecerse estúpida a sí misma; porque ya no está ahí el otro para poder pelearse con él. Cuando te peleas refuerzas el ego del otro, y esto es un círculo vicioso. Cuando no peleas el otro siente que está luchando solo, en medio de un vacío: luchando contra el viento o contra un fantasma, pero no contra alguien. Y entonces le das al otro una oportunidad para que también él se dé cuenta, para que comprenda. Entonces tu esposa no podrá echar la responsabilidad sobre ti, tendrá que asumir la suya propia. El problema es el mismo para todo el mundo porque la naturaleza humana funciona, más o menos, de una forma similar; las diferencias son únicamente de cantidad. Si intentas comprender, te conviertes en un marginado. No es que te margines de la sociedad, no es que te hagas hippie y te vayas a vivir a una comuna; no es eso. Lo que pasa es que psicológicamente ya no estás en esas funciones egóticas, en la dominación, en la agresión, en la violencia, en la ira. Ya no formas parte de eso. Entonces se crea cierta distancia, cierto desapego. Ahora puedes ver las cosas y reírte...: ¡qué tonto es el hombre! Y te puedes reír...: ¡qué ridículo has sido hasta ahora! Se dice de Rinzai que por la mañana cuando se levantaba se reía a carcajadas, tan estruendosamente que todo el monasterio (habría allí unos quinientos discípulos) lo oía. Y al irse a dormir por la noche, se volvía a reír a carcajadas de nuevo. Mucha gente le preguntaba de qué se reía, pero no respondía y se volvía a reír. Cuando se estaba muriendo alguien le preguntó: «Dinos una cosa: ¿por qué te has reído cada mañana y cada noche, durante toda tu vida? Nadie sabe por qué, y siempre que te preguntábamos te volvías a reír. Este es el único misterio. Por favor revélanoslo antes de dejar el cuerpo». Rinzai dijo: «¡Me reía de la estupidez del mundo. Por la mañana me reía porque de nuevo había entrado en el mundo y toda la gente a mi alrededor era estúpida. Y por la noche me volvía a reír porque un día más había pasado tan estupendamente'.». Te reirás, no estarás angustiado. Todo a tu alrededor es muy ridículo, pero no te das cuenta porque eres parte de ello. Estás tan implicado en ello que no puedes darte cuenta. La ridiculez no puede verse a menos que se tome cierta distancia, cierto desapego. Sosan dice: Cuando no se entiende el significado profundo de las cosas, se perturba en vano la paz esencial de la mente. Y no consigues nada, no llegas a ningún sitio, simplemente te inquietas. ¿Dónde has llegado? ¿Qué has sacado de tu ansiedad, de tu tensión, de tu inquietud? ¿Qué eres? ¿Adónde vas? No se consigue nada..., en vano. Aunque ganes algo con ello... te puede parecer que a través de tus molestias estás consiguiendo algo. No consigues nada. Al contrario, pierdes algo. Pierdes los preciosos momentos que pueden volverse bienaventurados, el tiempo precioso, la energía, la vida en la que podrías haber florecido. Y no floreces. Pero siempre piensas (este es el punto de vista de la ignorancia), siempre piensas: «Todo el mundo está equivocado, y si pudiera cambiarlo sería feliz». No serás feliz nunca, no puedes ser feliz; esta es la base de la desdicha. Una vez que comprendes que cambiar el mundo entero no es responsabilidad tuya, lo único que puedes hacer es cambiarte a ti mismo. Bayazid, un místico sufí, escribió en su biografía: «Cuando yo era joven pensaba y le decía a Dios: "Dame fuerza para cambiar el mundo entero", y esto era la base de todas mis oraciones. Me parecía que el mundo entero estaba equivocado. Yo era un revolucionario y quería cambiar la faz de la Tierra. »Cuando me hice un poco más maduro empecé a rezar: "Por lo visto eso es demasiado. Se me está yendo la vida de las manos; ya se me ha ido casi la mitad y no he cambiado ni a una sola persona, qué decir del mundo entero". Así que le dije a Dios: "Con mi familia será suficiente. Déjame cambiar a mi familia". »Y cuando me hice viejo, me di cuenta de que hasta mi familia era mucho pedir, además ¿quién soy yo para cambiar a nadie? Entonces me di cuenta de que si me pudiera cambiar a mí mismo sería suficiente, más que suficiente. Le recé a Dios: "Ahora he llegado a la verdadera cuestión. Al menos permíteme hacer esto: me gustaría cambiarme a mí mismo". »Y Dios contestó: "Ahora ya no queda tiempo. Eso lo tenías que haber pedido al principio. Entonces todavía había una posibilidad". Todo el mundo pide esto al final. El que lo pide al principio, ha entendido la naturaleza de las cosas. Este comprende que aun cambiar uno mismo no es una tarea fácil. Eres todo un mundo dentro de ti; llevas en ti el mundo entero. Todo lo que existe, existe en tu interior. Eres todo un universo, no una cosa pequeña; si este cambio puede ocurrir lo habrás conseguido. De otra manera:
Cuando no se entiende el significado profundo de las cosas, se perturba en vano la paz esencial de la mente. El Camino es perfecto, como el espacio infinito donde nada falta y nada sobra. De hecho, es debido a nuestra elección de aceptar o rechazar que no vemos la verdadera naturaleza de las cosas. El Camino es perfecto, como el espacio infinito donde nada falta y nada sobra. TODO es como debería ser; sólo tienes que serenarte, tú eres lo único que está inquieto. Todo es como tendría que ser..., nada falta y nada sobra. ¿Puedes imaginarte un Universo mejor que este? Si eres sabio no podrás, si eres un tonto sí que podrás. Nada puede ser mejor que esto, tal como es. El único problema es que no estás a gusto con ello. Deja que tu energía se repose y el Camino es perfecto, como el espacio infinito donde nada falta y nada sobra. Todo está en equilibrio. Tú eres el único problema; el mundo no es en absoluto el problema. Esta es la única diferencia entre una mente política y una mente religiosa, y todos tenéis mentes políticas. La mente política piensa: «Yo estoy perfectamente bien, todo lo demás está mal». Y así empieza uno a cambiar el mundo; así surge un Lenin, un Gandhi, un Hitler, un Mao. La mente política piensa: «Todo está mal, si se arreglara todo sería maravilloso». La mente religiosa piensa: «Yo soy lo único que no está en paz. Todo lo demás es tan perfecto como podría ser». El Camino es perfecto, como el espacio infinito donde nada falta y nada sobra. Todo es como debería de ser, absolutamente equilibrado. Solamente tú dudas, solamente tú no sabes adónde ir, sólo tú estás dividido. Simplemente piensa: si el ser humano desapareciera de la Tierra, el mundo sería absolutamente perfecto, absolutamente hermoso; no habría ningún problema. Los problemas llegan con el ser humano, porque la manera en que este ve las cosas puede ser errónea; porque el ser humano tiene consciencia. Y esta consciencia crea problemas. Al ser consciente, puedes decir: «Esto está bien y esto está mal». Al ser consciente, puedes decir: «Esto es feo y esto es hermoso». Esta consciencia no es suficiente. Si se hace mayor, si se convierte en un círculo, en pura consciencia, entonces de nuevo todo vuelve a su cauce. Nietzsche dijo (y él tiene muchos puntos de vista interesantes que revelar) que los seres humanos somos puentes, no seres. Que somos un puente; algo que hay que cruzar. No puedes construir una casa sobre un puente. Eso es lo que Jesús dice: «Atraviésalo. No construyas tu casa sobre él, es sólo un puente». La frase de Nietzsche es: «El ser humano es sólo un puente entre dos eternidades: la eternidad de la naturaleza y la eternidad de Dios». Todo es perfecto en la naturaleza, todo es perfecto en Dios. El ser humano es un puente, está justo en la mitad; mitad naturaleza y mitad Dios. Ese es el problema; está dividido. El pasado le pertenece a la naturaleza, el futuro le pertenece a Dios. Tenso, como una cuerda tirante entre dos eternidades. Unas veces moviéndose hacia la naturaleza y otras moviéndose hacia Dios; a veces este camino, a veces el otro; en un constante temblor y agitación, sin reposo. Serénate. Y cualquier camino servirá. Chuang Tzu está a favor de asentarse de nuevo en la naturaleza. Si te asientas en la naturaleza te vuelves igual que Dios, te conviertes en Dios. Buda está a favor de ir hacia adelante, hacia Dios; entonces te asentarás. Vuelve atrás, o ve hasta el final, pero no te quedes en el puente. Lao Tse y Chuang Tzu dicen que hay que regresar a la naturaleza, al Tao. Shankara, Buda y Jesús dicen que hay que seguir hacia adelante, que hay que pasar a través del puente, alcanzar lo Divino. Esto puede parecer muy paradójico, pero no lo es; porque ambos extremos son lo mismo, el puente es un círculo. Tanto si regresas como si avanzas alcanzarás la misma meta, al mismo lugar de paz. Lo que sea que elijas... Si sientes que dejarte llevar te es imposible, entonces sigue a Patanjali; el esfuerzo, la voluntad, el luchar por algo, el buscar; entonces avanzarás. Si sientes que puedes entender la ley del efecto contrario, no sólo entenderla sino dejarla actuar en tu interior, entonces sigue a Sosan, a Chuang Tzu; regresa. Pero no te quedes donde estás; en el puente estás dividido. En él no te sentirás a gusto, en él no puedes construir tu hogar. Un puente no es lugar para un hogar. No es un destino, es solamente algo por donde pasar. Nietzsche dice que el ser humano es algo que se tiene que transcender, que no es un ser. Los animales tienen ser, Dios tiene ser, pero el ser humano aún no tiene ser: es sólo una transición, un estado transitorio, el paso de una perfección a otra; y mientras tanto, permanece dividido.
Sosan dice: «Regresa»; y si me lo preguntas a mí, diré que Sosan es más fácil que Patanjali. Al final ocurrirá lo mismo. El mucho esfuerzo te conducirá al sin-esfuerzo, y el no-esfuerzo también te llevará al sin-esfuerzo; porque el esfuerzo no es el fin, el esfuerzo sólo puede ser el medio. No puedes continuar haciendo esfuerzos continuamente. Te esfuerzas para alcanzar un estado en el que no haya esfuerzos. Con Patanjali, el esfuerzo es el camino, la relajación la meta; el esfuerzo es el medio, la relajación el fin. Con Sosan, la relajación es el medio y la relajación es el fin. Con Sosan, el primer paso es el último; con él no hay distinción entre los medios y los fines. Pero con Patanjali sí la hay; tienes que dar muchos pasos. Así que con Patanjali la iluminación será gradual. Con Sosan la iluminación puede ser instantánea, en este mismo momento; de repente. Si puedes entender a Sosan entonces no hay nada más hermoso. Pero si no puedes entenderle, entonces solamente Patanjali es el camino. El Camino es perfecto, como el espacio infinito donde nada falta y nada sobra. De hecho, es debido a nuestra elección de aceptar o rechazar que no vemos la verdadera naturaleza de las cosas. Aceptamos o rechazamos, es por eso que no podemos ver la verdadera naturaleza de las cosas. Entonces metes tus ideas, tus opiniones, tus prejuicios, y lo coloreas todo. Sólo tienes que ver; de una forma pura, con una mirada sin ideas, con una mirada sin ningún rechazo o aceptación. Con una mirada pura, como si tus ojos no tuvieran una mente detrás, como si tus ojos fueran solamente espejos. Ellos no dicen: «Hermoso. Feo». Un espejo simplemente refleja lo que se pone ante él; no tiene prejuicios. Si tus ojos tienen una no-mente detrás, si simplemente reflejan, si sólo miran, si no dicen: «Esto es bueno o esto es malo», si no condenan, si no aprecian, entonces todo es tan claro como pueda ser, no hay nada que hacer. Esta claridad, esos ojos sin prejuicios ni opiniones..., y te has iluminado. Entonces no hay ningún problema que resolver, entonces la vida ya no es un dilema. Es un misterio que vivir, que gozar, una danza que bailar. Entonces no estás en ningún conflicto con ella, entonces no hay nada que tengas que hacer aquí. Entonces simplemente disfrutas, eres feliz. Esto es lo que significa el cielo: un lugar en donde no se espera de ti que hagas nada, en donde no tratas de conseguir felicidad; donde la felicidad es algo natural, donde la felicidad te empapa. Esto puede ocurrir aquí y ahora. Le ha ocurrido a Sosan, me ha ocurrido a mí, te puede ocurrir a ti. Si puede ocurrirle a una persona, puede ocurrirle a todas. No vivas en los enredos de las cosas externas ni en los sentimientos internos de vacío. Mantente sereno, sin hacer esfuerzos, en la unidad de las cosas, y tales falsos conceptos desaparecerán por sí solos. No dividas lo exterior y lo interior. Sosan dice: «No digas "Estoy interesado en lo exterior"». Hay dos tipos de personas y ambos sufren. C. G. Jung divide la humanidad en dos categorías: a una la llama la de los extrovertidos, y a la otra la de los introvertidos. Los extrovertidos están interesados en lo externo. Es gente activa, mundana; que persigue la riqueza, el prestigio, la posición, el poder. Se convierten en políticos, se hacen reformadores sociales, se vuelven grandes líderes, grandes industriales. Están interesados en cosas, en el mundo exterior; no están interesados en ellos mismos. Y luego están los introvertidos. Ellos no son personas muy activas. Si tienen que hacer algo lo hacen, pero no tienen una inclinación a hacerlo. Lo que les gustaría sería quedarse con los ojos cerrados. Se hacen poetas, místicos, meditadores, gente contemplativa. No les interesa el mundo, solamente están interesados en ellos mismos; cierran los ojos e introvierten sus energías. Pero Sosan dice que ambos están equivocados porque ambos están divididos. En su interior, una persona que sea extrovertida siempre sentirá que le falta algo. Puede que llegue a ser muy poderosa; pero en el fondo sentirá impotencia, frustración. En lo externo podrá haber acumulado mucha riqueza, pero en su interior se sentirá pobre. Puede haber triunfado en el mundo; pero en el fondo, si indagas, sabe que ha fracasado. Está desequilibrada, le ha concedido demasiada atención a lo externo. Se ha estado moviendo en un extremo, y siempre que uno se va a un extremo hay un desequilibrio. Y el que se ha hecho poeta, el ser contemplativo, el místico, el que siempre ha estado consigo mismo, también sentirá que le falta algo, porque es pobre en el mundo exterior. Y el mundo exterior también es hermoso. Hay flores y estrellas, sale el sol, los ríos fluyen, y las cascadas cantan. Es pobre porque ha negado todo el Universo; ha vivido innecesariamente en su propia cueva cuando podría haber salido y conocido los muchos misterios, los infinitos misterios que hay a su alrededor. Ha permanecido cerrado, cerrado en sí mismo, encarcelado. Ambos son extremos. Evita los extremos. No hagas ninguna distinción entre lo exterior y lo interior, y no te conviertas en ninguno de los tipos de Jung, ni en el extrovertido ni en el introvertido.
Sosan dice: «Fluye, sé equilibrado». El exterior y el interior son igual que la pierna derecha y la pierna izquierda. ¿Por qué elegir una? Al elegir una de ellas, todo movimiento se para. Son como los dos ojos: si eliges uno serás capaz de ver, pero tu visión ya no será tridimensional, perderá la profundidad. Tienes dos oídos: puedes usar sólo uno, puedes hacerte a la idea de que oyes mejor por el oído izquierdo o por el oído derecho, pero así te perderás mucho. Entonces la mitad del mundo estará cerrado para ti. El interior y el exterior son sólo dos ojos, dos oídos, dos piernas; ¿por qué elegir? ¿Por qué no usar ambos sin elegir? Y ¿por qué dividir? ¡Si tú eres uno! La pierna izquierda y la pierna derecha sólo son dos en apariencia. Tú fluyes con las dos; la misma energía, el mismo ser. Ves con los dos ojos. ¿Por qué no usar lo interno y lo externo y equilibrarlos? ¿Por qué irse a un extremo? Recuerda, no solamente ha sido la gente la que se ha ido a un extremo, también las sociedades enteras se han ido a algún extremo. Oriente ha permanecido introvertido, de ahí su pobreza. ¿Y quién es responsable de ello? Millones de personas se mueren cada día; incluso los vivos tampoco están realmente vivos: están medio desnutridos. ¿Quién es el responsable de esto? Los introvertidos, los místicos, los poetas, los que han hablado demasiado del mundo interior y condenado el mundo exterior, los que han dicho: «Lo externo no es para nosotros», los que han dicho: «Lo externo no es importante», los que han dicho: «El exterior es algo pecaminoso. Vive en el interior». Han elevado lo interno por encima de lo externo, y así han perdido el punto de equilibrio. Oriente ha creado introvertidos, pero ha perdido toda la belleza externa. En Oriente sólo se ve suciedad por todas partes. Sé lo difícil que es para un occidental venir y vivir en la suciedad de la India. Está sucia; ¿y quién es el responsable? ¿Por qué tanta suciedad? ¿Por qué tanta enfermedad? ¿Por qué tan poca higiene y tanta desnutrición? Porque se ha descuidado lo externo. Hemos estado interesados en purificar el interior, así que: «¿Por qué preocuparse por la suciedad exterior? Déjala estar. Es algo material, nada de lo que haya que preocuparse. Estamos interesados en la pureza interior. ¿Por qué molestarse con el cuerpo? ¿Por qué molestarse por los demás?». El resultado es que Oriente está desequilibrado de una forma y Occidente de otra. Occidente es extrovertido. Ha creado una riqueza como nunca antes había habido, ha creado mucha limpieza en el exterior, mejores ropas (hasta un emperador sentiría envidia), mejor comida, mejores condiciones higiénicas, hermosos ambientes, mejor de todo, pero todo extrovertido. Mientras, el ser interior es pobre, el ser interior está vacío. Por eso Oriente le está enseñando a Occidente acerca del ser interior. Los gurús orientales enseñan a Occidente cómo meditar, y los gurús occidentales le enseñan a Oriente cómo ser mejores ingenieros, mejores electricistas, cómo planificar mejor sus ciudades, cómo crear riqueza, cómo avanzar tecnológicamente, cómo elevar su calidad de vida. Así que si tienes que estudiar medicina, tendrás que ir a Occidente; y si tienes que aprender meditación, tendrás que venir a Oriente. Ambos son extremos, y ambos peligrosos. Los extremos siempre son peligrosos. Y el peligro radica en que se cambien las tornas y Oriente pueda volverse materialista y Occidente espiritual. Y hay muchas posibilidades de que esto ocurra, porque ahora Oriente se está volviendo comunista (lo cual es el extremo del materialismo) y Occidente se está volviendo muy espiritual. Ahí está el peligro, en que cambien las tornas. Si estás harto del mundo exterior, quieres ir hacia adentro, necesitas un viaje interior. Puedes hacer el viaje interior. Fíjate en los hippies; son el futuro de Occidente. Están en contra de la tecnología (son del mismo tipo que ha devastado todo el Oriente, que está en contra de la tecnología, que está en contra de la limpieza exterior; son del tipo introvertido. No puedes encontrar gente más sucia que los hippies: ni se bañan ni se mudan de ropa. Dicen que esas son cosas externas); ellos están en el viaje interior. Están interesados en la meditación, pero no en la higiene; no. La misma tontería, el mismo extremismo, el mismo opuesto. Es atractivo, porque cuando has vivido en un extremo la mente dice: «Ahora vete al otro extremo porque este no te ha satisfecho. Este extremo ha fracasado, vete al extremo opuesto». Pero recuerda, es fácil ir de un extremo a otro, pero los extremos nunca satisfacen. Fíjate en Oriente: el extremo de lo interior no ha satisfecho, también ha sido un fracaso. No es una cuestión de interior o exterior, es una cuestión de equilibrio. El equilibrio es lo que tiene éxito, el desequilibrio es lo que fracasa. Lo externo y lo interno no son dos. ¿Dónde comienza lo interno y dónde lo externo? ¿Puedes hacer una demarcación, puedes hacer una línea divisoria? ¿Puedes decir: «Aquí acaba lo interno y comienza lo externo»? ¿Dónde? No están divididos. Esas divisiones pertenecen a la mente. El interior y el exterior son uno: el exterior es sólo la prolongación del interior, el interior es sólo la penetración del exterior. Son uno; dos manos, dos piernas, dos ojos de un solo ser. ¿Está lo externo fuera de Dios? No puede ser, porque nada puede estar fuera de Dios, nada puede estar fuera de él. El todo tiene que incluir lo externo y lo interno. Para el todo no existe tal cosa como el exterior y el interior. Esto es lo que Sosan dice. Sus palabras son:
No vivas en los enredos de las cosas externas ni en los sentimientos internos de vacío. Mantente sereno, sin hacer esfuerzos, en la unidad de las cosas, y tales falsos conceptos desaparecerán por sí solos. Algunas personas vienen a mí (y la mente es muy astuta) y me dicen: «Quisiéramos que nos iniciaras pero sólo interiormente, no exteriormente. No hace falta que cambiemos de ropas." ¿Por qué el cambio tiene que ser externo? ¡Es solamente algo internos!». No saben lo que están diciendo. ¿Dónde empieza lo interno? Cuando comes nunca dices: «Es algo interno». Cuando tienes sed y bebes agua, nunca dices: «Es algo interno». La sed es algo interno, así que ¿por qué tomar agua del exterior? Pero ¿dónde acaba el agua y dónde comienza la sed? Porque si bebes agua la sed desaparecerá, así que esto quiere decir que hay un encuentro; en algún punto el agua del exterior se encuentra con la sed del interior. De otra forma ¿cómo iba a desaparecer la sed? Tienes hambre y comes. La comida es algo exterior y el hambre es algo interior; ¿para qué tomar comida que pertenece al exterior para calmar el hambre que pertenece al interior? ¿Por qué ser tan tonto? Toma algo del interior. Pero en el interior no hay alimentos. El hambre es interior, la comida es exterior, pero la comida va a algún lugar y cambia de territorio. Se convierte en tu sangre, en tus huesos. Se convierte en la misma materia de la que está hecha tu mente, se convierte en tu pensamiento. La comida se transforma en pensamiento. Y si la comida se transforma en tu pensamiento, recuerda, también se transformará en tu no-pensamiento. La comida se convierte en tu mente, en tu meditación. Sin mente, ¿puedes meditar? Sin mente, ¿cómo te convertirás en no-mente? Sin pensar, ¿cómo vas a dejar el pensar? La mente es un alimento muy sutil, la no-mente es el más sutil de los alimentos; pero no hay división. Así que cuando quieres iniciarte hasta el color transciende el territorio. Comienza desde el exterior y poco a poco va penetrando hasta lo más profundo. Colorea tu mismo ser; hasta la ropa toca tu alma. Así es como tiene que ser, porque lo interno y lo externo no son dos, son uno. Un simple gesto; aparentemente externo, va al mismo ser, procede de allí. Recuerda, no te engañes y no dividas la existencia. La existencia es indivisible. Cuando amas a una persona te gustaría abrazar su cuerpo. No dices: «Te amo, pero te amo internamente». Aquí había una muchacha obesa, muy muy obesa. Ella me dijo: «Yo tengo sola mente un amigo y también me dice: "Solamente amo tu espíritu, no tu cuerpo"». Ella se sentía muy herida, porque cuando le dices a una persona: «Sólo amo tu alma, no tu cuerpo», ¿qué quiere decir? Cuando amas a una persona la amas en su totalidad, no puedes hacer divisiones. Este truco es muy ingenioso. Ese muchacho en realidad no ama a la chica, está engañándose. Lo que quiere decir es: «No te amo», pero no puede decir eso. Si no quieres iniciarte, ¡no te inicies! Pero no te engañes, no trates de hacerte el listo. No digas: «Esto es algo externo y yo quisiera algo interno». En la existencia, lo externo se encuentra con lo interno, lo interno se encuentra con lo externo; son dos alas de un solo ser. Ningún pájaro puede volar sólo con una ala, ningún ser puede crecer con un ala solamente; se necesitan las dos. Este mundo necesita de Dios tanto como Dios necesita de este mundo. Este mundo no puede existir sin Dios; ni tampoco Dios puede existir sin este mundo. Hay un rabino que me encanta; su nombre es Baal Shem, y es un místico judío, uno de los pocos iluminados judíos. Solía decir en todas sus oraciones: «Recuerda, tú me necesitas a mí tanto como yo te necesito a ti. ¿Dónde estarías tú sin Baal Shem? Yo te necesito a ti, tú también me necesitas a mí. ¿Qué sería de ti sin Baal Shem? ¿Quién te rezaría?». Recuérdalo. Él sabe algo y tiene razón. El interior necesita del exterior, porque el exterior no es otra cosa que la prolongación del interior. El exterior necesita del interior, porque el interior no es otra cosa que el centro de la periferia. ¿Puede existir un centro sin periferia? ¿Puede existir una periferia sin centro? Es imposible. ¿Cómo puede existir un centro sin circunferencia? Si existe un centro, si lo llamas centro, en ese mismo instante aparecerá una circunferencia. ¿Y cómo puede existir una circunferencia sin un centro? Puede que no sea visible pero está ahí, de otra forma la circunferencia no podría existir. Entonces, si te fijas correcta y profundamente, la circunferencia no es otra cosa que la extensión del centro, y el centro no es otra cosa que la semilla de la circunferencia; condensada, concentrada, en esencia. No vivas en los enredos de las cosas externas ni en los sentimientos internos de vacío. Mantente sereno, sin hacer esfuerzos, en la unidad de las cosas, y tales falsos conceptos desaparecerán por sí solos.
Cuando tratas de parar la actividad para alcanzar la pasividad, el propio esfuerzo te llena de actividad. Esta es la ley del efecto contrario. Cuando tratas de parar la actividad para alcanzar la pasividad, el propio esfuerzo te llena de actividad. Mientras estés en un extremo o en el otro, nunca conocerás la Unidad. Aquellos que no viven en el Camino único fracasan en ambas: actividad y pasividad, afirmación y negación.

miércoles, 17 de febrero de 2016

EL LIBRO DE LA NADA OSHO


Capitulo 2
EL CAMINO ES PERFECTO.
UNAS CUANTAS COSAS
Antes de entrar en este sutra de Sosan.
En Occidente, hace sólo unos años, hubo un hipnotizador francés, Emile Coué, que redescubrió una de las leyes básicas de la mente humana.
La llamó «la ley del efecto contrario»; este es uno de los sutras más antiguos del pensamiento taoísta y del zen. Sosan está hablando de esta ley. Intenta comprenderla, y entonces sus palabras te serán fáciles de entender.
Por ejemplo, si no tienes sueño ¿qué harás? Tratarás de dormirte; harás esfuerzos, harás esto y aquello, pero todo lo que hagas tendrá justo el efecto contrario; no traerá lo que necesitas.
Ocurrirá justo lo contrario, porque cualquier actividad, cualquier esfuerzo, irá en contra del sueño. Dormir es una relajación.
No puedes provocarlo, no puedes hacer nada para que ocurra; no forma en absoluto parte de tu voluntad.
Dormir es entrar en el inconsciente y tu voluntad es simplemente un fragmento de la consciencia. Cuando entras en el inconsciente, en lo profundo, dejas en la superficie la parte que es consciente, el fragmento que es la voluntad. No puedes llevar tu superficie a la profundidad, no puedes llevar tu circunferencia al centro.
Por eso cuando haces esfuerzos para dormir, estás haciendo algo autodestructivo. Estás haciendo algo que se convertirá justo en lo opuesto; te despertarás aún más. La única manera de entrar en el sueño es no hacer nada. Si no viene, no viene. Espera... ¡No hagas nada! De otra forma lo alejarás aún más y crearás una distancia. Simplemente espera, apaga la luz, cierra los ojos, relájate y espera. Cuando llega, llega. No puedes provocarlo con ningún acto de tu voluntad; la voluntad está en contra del inconsciente.
Y esto ocurre con muchas cosas de la vida: que ocurre justo lo contrario. Si quieres estar en silencio, ¿qué harás?; porque el silencio es como el sueño. No puedes forzarlo. Sólo puedes permitir que ocurra, es un dejarse llevar, pero no hay forma de producirlo. ¿Qué harás si quieres estar en silencio? Si haces algo estarás aún menos en silencio. Si quieres estar tranquilo, ¿qué harás?; porque quietud significa no-hacer. ¡Solamente flotas, solamente te relajas! Y cuando digo que solamente te relajas, quiero decir solamente.
No hay que usar ningún método para relajarse, porque cualquier método significaría de nuevo que estás haciendo algo.
Hay un libro que se titula ¡Tienes que relajarte! Y el «tienes que» va justamente en contra de la relajación; el «tienes que» no se debería incorporar, si lo haces así te pondrás más tenso.
Esta ley fue descubierta por Emile Coué, quien dijo: «Deja que las cosas ocurran, no las fuerces». Hay cosas que se pueden forzar; todo lo que pertenece a la mente consciente se puede forzar.
Pero hay cosas que no: todo lo que pertenece al inconsciente, a tu profundidad, no se puede forzar. Ocurre muchas veces: intentas recordar un nombre o un rostro y no lo consigues, aunque sientes que lo tienes justo en la punta de la lengua.
La sensación es tan intensa que te parece que va a llegar en cualquier momento y tratas de que te venga a la memoria.
Y cuanto más lo intentas, menos te viene.
Hasta empiezas a sospechar si esta sensación es real.
Pero lo sientes; todo tu ser te dice que está ahí, justo en la punta de la lengua. ¿Pero por qué no te viene si está justo ahí? No te saldrá. Hagas lo que hagas, no te saldrá. Entonces te sientes frustrado, te desesperas y te olvidas del asunto.
Sales al jardín y te pones a trabajar en él, o te pones a leer el periódico o enciendes la radio y escuchas música; y de repente te viene a la memoria. ¿Qué ha ocurrido? Pertenecía al inconsciente, estaba en lo profundo de ti. Y cuanto más lo intentabas, más difícil se hacía; y cuanto más lo intentabas más se perturbaba el inconsciente. Entonces todo se volvió un caos, todo se removió. Estaba ahí, justo en la punta de la lengua, pero al tú estar tan activo intentando recordarlo... estabas usando la voluntad, y la voluntad no puede traer las cosas de tu profundidad. Sólo a través de la rendición puedes hacerlo, sólo cuando te dejas llevar.
Así que cuando te fuiste al jardín, al parque o empezaste a leer el periódico o a cavar un hoyo en el suelo o a escuchar música, te olvidaste completamente del asunto..., y de repente ahí lo tienes. Esta es la ley del efecto contrario. Recuerda, con el inconsciente la voluntad no sirve para nada; no es que no sirva para nada sino que además resulta peligrosa, perjudicial. Lao Tse, Chuang Tzu, Bodhidharma y Sosan... son los maestros de esta ley del efecto contrario. Y esta es la diferencia entre el yoga y el zen.
El yoga hace toda clase de esfuerzos y el zen no hace ninguno; y el zen es más auténtico que cualquier yoga. Pero el yoga te atrae, porque en lo que a ti concierne hacer es fácil; por muy duro que sea, hacer es fácil. No-hacer es difícil. Si alguien dice: «No hagas nada», te sientes perdido. Vuelves a preguntar: «¿Qué es lo que tengo que hacer?».
Si alguien dice: «No hagas nada», esto es lo más difícil para ti.
Si lo comprendieras, no sería así. No-hacer no requiere cualificación alguna.
Puede que el hacer sí, puede que el hacer requiera práctica. No-hacer no requiere práctica alguna.
Es por eso que el zen dice que la iluminación puede ocurrir en cualquier momento; porque no es cuestión de cómo alcanzarla, es cuestión de cómo permitirla.
Es como el dormir: te relajas y ahí está, te relajas y ocurre.
No estás permitiendo que ocurra porque tienes mucha actividad en la superficie. ¿Te has dado cuenta alguna vez del hecho de que casi el noventa por ciento de los niños nacen durante la noche, no durante el día? ¿Por qué? Debería ser el cincuenta por ciento.
¿Por qué más niños eligen la noche? Y ¿por qué el noventa por ciento? Porque por la noche la madre está inconsciente, relajada. Está durmiendo y el niño puede salir fácilmente.
Si ella está consciente, se esforzará, y entonces hará su presencia la ley del efecto contrario.
Mientras la madre esté despierta, hará todos los esfuerzos posibles para poder sobrellevar el dolor, para que la cosa se acabe y el niño nazca. Y todo esfuerzo es una barrera; ella pone obstáculos.
Cuanto más se esfuerza, más estrecho se hace el canal, y el niño no puede salir. En las sociedades primitivas las madres no sienten ningún dolor cuando dan a luz, ningún dolor en absoluto.
Es un milagro.
Cuando, por primera vez, la ciencia médica occidental descubrió esto (que todavía existían sociedades primitivas en las que las madres no sufrían en absoluto) no se lo podía creer. ¿Cómo es posible esto? Entonces hicieron muchos experimentos, llevaron a cabo muchos proyectos de investigación, y se descubrió que todo se debe a que se trata de mujeres inconscientes.
Viven como animales salvajes; no hay lucha, no hay conflicto, no hay esfuerzo. No quieren nada, simplemente flotan.
Son primitivas, no tienen una mente muy consciente.
Cuanto más civilizado eres, tu mente está más consciente.
Cuanto más civilizado, más entrenada está tu voluntad, y tu inconsciencia se aleja cada vez más, hacia las profundidades, y entonces se crea una distancia. Si hay algo que hacer, por difícil que sea, siempre podrás encontrar la forma de hacerlo, de cómo hacerlo. Puedes aprender la técnica; hay expertos que te pueden enseñar.
Pero el zen no es algo que se le pueda enseñar a nadie.
En Dios no hay expertos ni autoridades; no puede ser, porque no es una cuestión de saber cómo, de hacer, sino de relajarte en tu ser.
Lo más importante te ocurrirá sólo cuando tú no estés ahí.
Y si estás haciendo algo tendrás que estar ahí.
El sueño llega cuando tú no estás ahí. La iluminación también sigue la misma regla; llega cuando no estás ahí.
Pero cuando estás haciendo algo, ¿cómo vas a estar ausente al mismo tiempo? Si estás haciendo algo, estarás ahí.
La acción alimenta el ego. Cuando no estás haciendo nada el ego no puede alimentarse. Simplemente desaparece, se muere, no está ahí. Y cuando el ego desaparece, desciende la luz. Así que, lo que sea que hagas queriendo, será la propia barrera. Cuando estés aquí, en mis meditaciones, hazlas, pero no a base de voluntad. No las fuerces; es mejor que dejes que ocurran. Flota en ellas, abandónate en ellas. Déjate absorber, no pongas tu voluntad.
No manipules, porque al manipular te divides, te conviertes en dos: El manipulador y el manipulado.
Y una vez que eres dos, inmediatamente se crean el cielo y el infierno; entonces se abre una distancia enorme entre tú y la verdad. No manipules, deja que las cosas ocurran.
Si estás haciendo la meditación Kundalini, permite el movimiento; ¡no lo hagas! Quédate de pie en silencio, siéntelo llegar, y cuando tu cuerpo comience a temblar un poco, colabora, ¿pero no lo hagas? Gózalo, disfrútalo, permítelo, recíbelo, dale la bienvenida, pero no lo hagas voluntariamente.
Si lo fuerzas, se convertirá en un ejercicio, un ejercicio físico. Entonces aparecerá el temblor, pero sólo en la superficie.
No te penetrará.
En el interior permanecerás sólido, como una piedra, como una roca. Continuarás siendo el manipulador, el hacedor, y el cuerpo tan sólo te estará siguiendo. El cuerpo no es lo importante, lo importante eres tú. Cuando digo muévete, quiero decir que se mueva tu solidez, tu ser rocoso debe sacudirse hasta los mismos cimientos para que así se vuelva líquido, fluido, para que se derrita y fluya. Y cuando el ser rocoso se vuelve líquido el cuerpo le sigue. Entonces no hay un alguien que lo mueva, sólo movimiento; entonces nadie lo está haciendo, sino que simplemente está ocurriendo.
Entonces no hay un hacedor.
Disfrútalo, pero no lo hagas voluntariamente.
Y recuerda, siempre que haces algo voluntariamente no puedes gozarlo. Esas dos cosas son contrarias, opuestas; nunca se encuentran.
Si fuerzas algo no puedes disfrutarlo, si lo disfrutas no puedes forzarlo. Por ejemplo, puedes forzar tu amor.
Puedes hacerlo de acuerdo a los manuales, pero así no lo disfrutarás. Si lo quieres disfrutar tendrás que tirar todos los manuales, todos los Kinseys y los Masters & Johnsons; tendrás que tirarlos todos. Tendrás que olvidarte por completo de todo lo que has aprendido acerca del amor.
Al principio te sentirás perdido, porque no tendrás ninguna guía, ningún mapa. ¿Por dónde empezar? Simplemente espera..., deja que se mueva tu energía interior, entonces síguela adondequiera que te lleve. Puede que tarde un poco de tiempo, pero cuando el amor llega te sobrepasa. Ya no estás ahí. El amor está ahí pero no hay nadie que ame. El amor ocurre como una energía, pero en él no hay ego. Entonces es algo inmenso, es una gran liberación.
Entonces el amor se convierte en éxtasis, y descubres algo que sólo han conocido aquellos que han llegado a lo Divino. Descubres un pequeño fragmento de ella, un rayo de luz, una gota del océano; entonces te llega su sabor. La meditación, Dios, la iluminación, el nirvana..., todo ello llega a la existencia a través del amor, porque a través del amor llega un destello. Y tan pronto como ese destello estuvo allí, algunas almas valientes emprendieron una aventura para encontrar la fuente de donde procedía. A través del amor se ha descubierto a Dios. Por eso, siempre que alguien le pregunta a Jesús: ¿Qué es Dios?», él contesta: «Dios es amor»; porque a través del amor llegan los primeros vislumbres.
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