sábado, 10 de diciembre de 2016

LOS HIJOS DEL SOL: LOS ESENIOS.- 2ª parte


LOS HIJOS DEL SOL: LOS ESENIOS.- 2ª parte
EL VERDADERO PODER DEL HOMBRE.
La campana tocaba a capítulo de trabajo en la sinagoga. Por la tarde se reanudaba la traducción y elaboración de los documentos sagrados traídos por Maser desde Amarna, Karnak y Menfis. Algunos de esos documentos eran luego llevados al otro lado del desierto, a Canaán, donde los hebreos estaban asentándose en la Tierra Prometida. Luego se recitaban y se debatía sobre dichos textos, y en la misma reunión se entonaban los mantras sagrados para elevar la vibración de la comunidad y expulsar los malos espíritus.
El Maestro de Justicia, parecía ahora uno más de ellos, su pelo había crecido, su barba ahora más larga y bien recortada, le otorgaba un porte aristocrático que denotaba su autoridad moral. Sus ojos eran tiernos y bellos. Pero todos observaban que la edad dibujaba arrugas en las caras y los cuellos de los hermanos, mientras que en la del Maestro de Justicia no existía ninguna huella del paso del tiempo. Esen, el Jefe de la Orden, caminaba ya algo encorvado. Tenía cerca de los cien años. Muchos habían muerto. Y los hijos de las familias esenias del interior hacía años, que venían enviado a sus hijos a formar parte de la comunidad. Savia nueva había renovado a los esenios, pero el Maestro de Justicia permanecía igual que el primer día que saliera de Shambhalla. Solo Esen sabía que era inmortal.
Fue el propio Esen, quien llegada la hora de su muerte inminente dijo al Maestro de Justicia:
- Hermano, mi cuerpo está cansado, mi trabajo ya se ha hecho. Debo reunirme con Maser y los hermanos del cielo. Deseo marchar en paz. Debo nombrar un sucesor que guié al rebaño hacia el futuro. ¿Qué debo hacer?
- Mi querido hermano, grande ha sido tu obra y tu sacrificio. Contigo muere una generación de héroes. Yo también debo marchar al Retiro Interior. Los hermanos deben asumir su mayoría de edad.
Se reunieron todos y cada uno de la comunidad. Se trataba de nombrar un Jefe, pues Esen estaba a las puertas de la muerte. El Maestro de Justicia se dirigió a todos con voz solemne.
- Habéis adquirido la mayoría de edad. No será Esen quien designe a su sucesor, sino vosotros mismos. Tal es la costumbre de los hermanos del Retiro Interior y de las comunidades celestes. No se levantará esta asamblea, hasta que veáis por vosotros mismos al nuevo Jefe de la Orden.

Los monjes se miraban entre sí. ¿Cómo podían ver al nuevo Jefe? ¿Acaso eran adivinos? El Maestro de Justicia, respondiendo a estas inquietudes silenciosas le preguntó a su vez.
- ¿Qué es más fuerte, la voluntad o la imaginación?
Casi todos respondieron que la voluntad y el valor eran las virtudes que adornaban a los perseverantes, los caudillos y los triunfadores.
- No; hermanos. La voluntad es una santa virtud que evita la pasividad y la zanganería, pero no es más fuerte que la imaginación. Vosotros sois dioses y vuestra creatividad nace de la imaginación. Nada ni nadie puede ejecutar algo que previamente no haya sido imaginado. El herrero fabrica la espada que antes dibujo en su mente. La madre, imagina con alegría a su hijo sano y fuerte, y cuando pasado el tiempo, llega a darse lo imaginado, ella siente, que su misión ha concluido. El pintor, pinta primero en su mente y luego en el lienzo.
- El enfermo de hoy piensa en la muerte de mañana y su enfermedad se agrava. El miedoso, fabrica en su imaginación las escenas de su futuro y antes de que se dé el desenlace imaginado ya está sufriendo. El que se sugestiona con sus fantasmas imaginarios, ve enemigos y males, que solo existen en su cerebro y los médicos los encierran en la cárcel de su propio delirio.
- Si imagináis con fuerza, con entusiasmo y con amor. Si imagináis dentro de La Ley del Devenir. Si además de imaginar amáis, con fuerza lo imaginado, Dios-Creador, se sentirá feliz, pues el creará a través de vuestra propia creación y se realizará el milagro que cambiará vuestra vida y la vida del entorno. Sois lo que imagináis, y llegaréis indefectiblemente a conciliaros con vuestra propia creación mental y emocional. No existe en la Tierra ningún ser genial que no haya sido un visionario, un imaginativo y un creador inconformista con el pasado. Vuestra fuerza está en la imaginación.
El Maestro les ordenó que cerraran sus párpados. Los ojos voltearon hacia el interior del cerebro. El silencio se hizo una melodía de expectación. Al poco rato todos eran uno. Y junto a ellos, otros seres luminosos, se sentaron en la misma postura del loto, que los monjes observaban. Pasaron los minutos y las horas. Algunos monjes ya no estaban sentados en las esterillas, su cuerpo flotaba pocos centímetros sobre el suelo. Casi todos vieron en su cerebro a Esen, que en forma luminosa les abandonaba. Luego vieron que en su lugar de la mesa ceremonial se sentaba el hermano Natanael. Un joven monje que había mostrado su firmeza y su amor por la vida monacal. ¿Cómo era posible que apareciera un joven, en vez de alguno de los más viejos de la Orden? Pero la imaginación no tiene normas, no tiene prejuicios; rompe las barreras, encanta con su lógica, transgrede lo establecido. Pues la lógica del espíritu no es la lógica de la materia.
Todos abrieron los ojos. Todos, menos uno, pues Esen permanecía sentado con sus ojos cerrados. Sobre sus mejillas se habían secado, sendas lágrimas. Estaba muerto; o mejor, dicho, estaba ahora más vivo que nunca, pero su espíritu había abandonado el cuerpo para siempre.
- ¿A quién nombraréis ahora como Jefe? – preguntó el Maestro de Justicia -
Casi todos dirigieron su mirada hacia Natanael. Todos se maravillaban de que lo imaginado no era solo fruto de su propio delirio, sino que su imaginación se había sumado a la imaginación colectiva, y está a su vez era precisamente lo que estaba imaginando Dios-yavé-Atón; o como prefiráis llamarle. Se dieron cuenta entonces que nunca habían estado solos, pues seres con la cabeza rapada, con túnicas color azafrán que viven en el Himalaya. Seres que viajaban en sus nubes metálicas también habían imaginado con ellos y Yo, Homet-Nut, a quien corresponde escribir este relato, en este tiempo y este espacio, también me había sumado a su tiempo, a su espacio y a la imaginación colectiva.
Es por esto que en los capítulos de las primeras órdenes monacales; en los lamasterios del Tibet; en el Retiro Interior de Shambhalla y en la ciudad submarina de Sartáx, siguen sentándose en postura de loto, cientos o miles de seres que imaginan con fuerza un mundo mejor, la paz entre todos los hombres y un futuro de amor incondicional entre todos los seres vivos. Y el planeta vivirá tanto tiempo como ellos imaginen. Podéis matar su cuerpo, pero no podéis matar su imaginación.
¡Bienaventurados los que entiendan cuanto explico y crean en el poder de la imaginación! Pues ese será el primer día de una nueva vida plagada de emociones.
Si la décima parte de la raza humana se pusiera a meditar y activara la fuerza de la imaginación, el cambio planetario hacia nuevos valores sería una realidad.
Yo, Homet-Nut, que puedo vivir a la vez en aquel tiempo y en este desde donde os relato cuanto viví, puedo hablaros de que en la ciudad de Sartáx, en el fondo del mar, hay una gran máquina; una super-computadora. He visto como una idea-forma o una idea-pensamiento es depositada en este ingenio, y luego todos los adeptos conectados a la máquina reciben instantáneamente esta idea, estén tan lejos o próximos como las circunstancias les encuentre.
Todos los hijos del Sol estuvieron y aún están unidos por un cordón umbilical a este super-cerebro. No os maravilléis, por tanto cuando un viajero venido de lejos os hable de sus sueños y comprobéis que son los mismos que vosotros tenéis. Existe un plan silencioso, tremendamente operativo que hace el milagro de unir por el espíritu y por la mente a un colectivo en el mundo, que de forma consciente e inconsciente actúan con una lógica impensable para el ser común.
He podido ver como personas que destacan por su simpatía, sabiduría, o rectitud moral, tienen acoplado en diversas partes de su cuerpo, pequeños artilugios metálicos, de material biónico, incluso de plasma invisible al ojo humano, que recibe constantemente órdenes de la computadora central de la ciudad de Sartáx. El ejército más poderoso del mundo podrá doblegar al hombre, al animal o al más fuerte de los mortales, pero es imposible superar el programa de los Hijos del Sol sobre la Tierra. Todo está escrito en el tiempo. Lo que está programado en el tiempo se dará. Si queréis saber cómo será, deberéis poner en práctica los consejos del Maestro de Justicia y aplicar con fuerza la imaginación.
LAS ÚLTIMAS LECCIONES
La partida del Maestro de Justicia estaba cerca. Pero aún les tenía que hablar de otras cosas importantes. Debía sembrar la semilla del conocimiento entre la recién establecida comunidad monacal de los Hijos del Sol.
- Os he hablado del poder la imaginación –les dijo- Y también de la fuerza de la voluntad y la perseverancia para realizar cambios en vuestras vidas en el devenir de la miseria humana, pero aún no es bastante. La Jerarquía está realizando a través de vuestra experiencia en el desierto una evaluación de los valores de la solidaridad y de la eficacia. Nada de cuanto estáis viviendo pasa desapercibido.
- Por el hecho de nacer en la Tierra, nuestra vida es difícil, está limitada por el karma de vuestras anteriores reencarnaciones. Cada cual deberá caminar con su carga para aprender y nada ni nadie puede alterar esta ley individual del karma. Pero también es verdad que la carga puede ser aliviada con el esfuerzo de tu hermano y de tu compañero. El mayor de los impedimentos con el que tendréis que combatir es el “ego” es decir el sentido profundo de la individualidad.
- Habéis visto en el desierto cómo cada león combate para conseguir ser el más fuerte de la manada y aparearse con la hembra más dotada. Los otros leones combaten con furia para conseguir modificar esta ley jerárquica y ser cada uno el más fuerte y el que más o mejores hembras consiga. Los leones ignoran el concepto de tribu, el concepto social. El instinto individual de dominación les somete a una constate vigilancia y a estar en guardia permanentemente. Si en vuestra vida no aplicáis la renuncia del ego, para aplicar con eficacia la ley de la cooperación; de vuestra existencia emergerá la violencia, el miedo y el acecho para no perder vuestra supuesta primacía. Este combate por emerger del grupo, por dominar, por ser el primero, por tener siempre razón o por adornarse con las mejores plumas es el mayor de los frenos de la evolución humana. Es el origen de las guerras, de los combates. Es el recuerdo atávico de haber vivido en una manada de animales beligerantes.
- Hasta el acto más pequeño de vuestra vida lo podéis hacer solos o en cooperación con el entorno. Si hoy tienes que sembrar semillas, prueba a dialogar con las fuerzas primordiales de la naturaleza, con los duendes, con las hadas. Pídele al hermano caracol, o a la hermana lombriz que te ayuden a sembrar sin dolor, sin combate en su territorio y reparte los frutos con ellos. Pídele a los Eolos del viento que sean benéficos con tu siembra. Habla al ángel del agua, que riegue en el tiempo estival tus frutos. Pídele al Ángel de la Luz, que siembre la vida en los frutos que has de comer.
- El ignorante egoísta siembra la semilla lamentándose de su condición humana, del esfuerzo que ha de hacer, del tiempo que está perdiendo en tal o cual acción. Su vida está sembrada de agresividad. Ignora que hasta el ácaro o mosquito más insignificante son también una parte fundamental de su existencia. Si siembras dolor, violencia o agresividad, eso mismo recibirás.
- Aprended a caminar en conjunto. Ser un solo corazón, una sola alma, una sola voz, y una misma voluntad. Que el primero de vosotros aprenda a ser el último y el último que se integre sin complejos en el colectivo.
- Llegará un tiempo que el hombre se separará de la naturaleza, su ego se hará egoísta y matará el árbol, anegará el aire, contaminará los ríos y finalmente se auto-aniquilará. Adorará a estatuas, seguirá preceptos pero ignorará el dios del agua, el dios del aire, el dios del fuego y el Gran espíritu que anima cada ser vivo. Este será el principio del fin. Entonces la inteligencia de los volcanes, de los océanos, de los animales y de las fuerzas primordiales de la Naturaleza se moverán con la inteligencia de los astros y la Tierra se sacudirá a los indeseables y a los que han perdido el vínculo con el verdadero Dios que vive en cada hálito de vida. Vosotros hermanos sed uno con la madre Tierra y el Padre Sol.
El Maestro de Justicia todavía les habló de algo más complejo de entender:
- No basta saber sembrar la semilla. Debéis saber cuando ha de sembrarse. No podéis sembrar trigo en el lago, ni podéis hacer caminar a los peces, pues todo sigue una Ley. Aprended a discernir La Ley, pues Dios es Ley, es Orden, es Armonía. ¡No caminéis solos! Acompañaros de vuestros hermanos, de vuestros animales, del aire, del viento, del sol y de las estrellas que cada noche forman el techo de vuestro cielo.
- ¿Cómo podemos caminar con las estrellas del cielo, si son inalcanzables?
- Las estrellas del cielo y cada uno de vosotros sois una misma realidad.
Los hermanos no podían entender este lenguaje. Pero Natanael, siguiendo sus instrucciones había enviado hacia meses, a Tebas una delegación de monjes; los más inteligentes, para aprender el arte de los astros, traído por los dioses.
Y ocurrió en el tiempo, que la comunidad del Qumram y del Monte Carmelo, llegaron a ser el foco de cultura esotérica más fuerte del mundo, pues sabios venidos del todo el orbe acudieron a aprender medicina, astronomía y auto-realización personal. Ocurrió en los siguientes cientos de años, que los frutos sembrados en sus pequeños huertos alcanzaban dimensiones y sabores inusitados para cualquier ser humano. Pues esos frutos se habían sembrado siguiendo la Ley de los astros y con permiso de los gnomos, de las hadas y de las fuerzas primordiales de la naturaleza.
Y la comunidad de los Hijos del Sol; la comunidad Esenia, fue el experimento mejor realizado de toda la Historia del Hombre. Flavio Josefo cuenta como estos monjes alcanzaban la edad de cien años, tenían el don de profecía, de sanación y de clarividencia y jamás mentían. Finalmente Akenaton y sus hermanos de la Fraternidad habían realizado su sueño.
Y una tarde, estando todos sentados en torno al Maestro de Justicia vieron en el cielo una nube metálica que iluminó el campamento.
- Ha llegado la hora de mi marcha, queridos hermanos. Honrad a vuestros maestros y a los que dieron la vida por los ideales que ahora vivís y practicáis. Yo volveré para renovar mis lazos con vosotros.
Y ante la atónita mirada de todos los presentes, el Maestro de Justicia fue ascendiendo hasta la nube, que finalmente, le introdujo en su panza y lo arrebató al cielo.
Es por esto que los esenios dejaban siempre una silla vacía en sus ceremonias por que esperaban el prometido retorno del Maestro de Justicia.
Cientos de años después, El Maestro de Justicia con otros dos iniciados más del Reino de Shambhalla, acudieron a reconocer en un niño recién nacido como al Avatar de la Era de Piscis, a Jesús el Cristo. Pero en su retorno solo unos pocos le reconocieron, pues los monjes esenios; los Hijos del Sol, habían perdido el espíritu de los primeros tiempos. Algunos, los zelotas, habían entendido su mandato con violencia, otros con fanatismo y casi todos con un extremado machismo. El ego les había cegado y ya no sembraban en el tiempo del astro y con la cooperación de los duendes, de las hadas y de las fuerzas primordiales de la naturaleza.
Los pergaminos sagrados sacados de Tebas y de Menfis, fueron escondidos en las grutas del desierto y los pocos que quedaron fueron asesinados y exterminados en la fortaleza de Massada por las legiones Romanas. Fue el principio del fin, el principio de la dispersión del Pueblo Judío. Y la Fraternidad Solar siguió viva en el corazón de unos pocos que se dispersaron por Europa. Pero esta es otra historia que no se me ha permitido contar.
Homet-Nut.
APÉNDICES (Flavio Josefo.)
"Había entre los judíos tres géneros de filosofía: el uno lo seguían los fariseos, el otro los saduceos y el tercero, que todos piensan ser él mas aprobado, era el de los esenios; judíos naturales pero muy unidos con amor y amistad, y los que más huían de todo ocio y deleite torpe, y mostrando ser continentes y no sujetarse a la codicia, tenían esto por muy gran virtud. Estos aborrecen los casamientos, y tienen por parientes propios a los hijos extraños que les son dados para adoctrinarlos. Muéstranles e instruyénlos en sus costumbres, no porque sean ellos de parecer deberse quitar o acabar la sucesión y generación humana, pero porque piensan deberse todos guardar de la intemperancia y lujuria, creyendo que no hay mujer que guarde la fe con su marido constante, según se debe.
Suelen también menospreciar las riquezas, y tienen por muy honrosa la comunicación de los bienes uno con otro. No se halla que uno sea más rico que otro; tienen por ley que quien quisiere seguir la disciplina de esta secta ha de poner todos su bienes en común, para servicio de todos, porque de esta manera, ni la pobreza se mostrase ni la riqueza ensorberbiese; pero mezclando todo junto, como hacienda de hermanos, fuese todo un común patrimonio. Tienen por cosa de afrenta el aceite, y si alguno fuera untado con el contra su voluntad, luego con otras cosas hace limpiar su cuerpo, porque tienen lo feo por hermoso, salvo que sus vestidos estén siempre muy limpios. Tienen procuradores fijos para todas sus cosas en común y juntos. No tienen una ciudad determinada en donde se recojan; pero en cada una viven muchos, y viniendo alguno de los maestros de la secta, ofrécenle todo cuanto tienen, como si le fuese cosa propia; vense con ellos, aunque nunca los hayan visto, como muy amigos y muy acostumbrados, por esto en sus peregrinaciones no se arman, sino a causa de los ladrones, y no llevan consigo cosa alguna. En cada ciudad tienen cierto procurador del mismo colegio, el cual tiene cargo de recibir todos los huéspedes que vienen, y éste tiene cuidado de guardar los vestidos y proveer de lo más necesario a su uso. Los muchachos que están aún debajo de sus maestros, no tienen todos más que una manera de vestir, y el calzar es a todos semejantes; no mudan jamás vestidos ni zapatos, hasta que los primeros sean, o rotos, o consumidos con el uso del andar y servicio. No compran entre ellos nada, ni lo venden, dando cada uno lo que tiene al que está necesitado. Comunícanse cuanto tienen, de tal manera que cada uno toma lo que le falta, aunque sin dar uno por otro y sin este cambio tienen todos libertad de tomar de cada uno que les pareciere aquello que les es necesario.
Tienen mucha religión y reverencia a Dios principalmente. No hablan antes que el Sol salga, nada que sea profano, antes le suelen ofrecer ciertos sacrificios y oraciones, como rogándole que salga. Después los procuradores dejan ocuparse a cada uno en sus cosas, y después que han entendido cada uno en su arte como debe, júntanse todos, y cubiertos con una toallas blancas de lino, lávanse con agua fría sus cuerpos; hecho esto, recógense todos en ciertos lugares a donde no puede entrar hombre de otra secta. Limpios, pues, y purificados de esta manera, entran en su cenáculo, no de otra manera que si entrasen en un santo templo y sentados con orden y con silencio, póneseles a cada uno el pan delante, y el cocinero una escudilla con su potaje, y luego el sacerdote bendice la comida porque no es lícito comer bocado sin hacer primero oración a Dios. Después de haber comido hacen sus gracias, porque en el principio y en fin de la comida dan gracias y alabanzas a Dios, como que de él todo procede, y es el que les da mantenimiento; después, dejando aquellos vestimentos casi como sagrados, vuelven a sus ejercicios hasta la noche, y recogiéndose entonces en sus casas cenan, y junto con ellos los huéspedes también, si algunos hallaren. No suele haber aquí entre ellos, ni clamor ni gritos, ni ruido alguno; porque aún en el hablar guardan moderación grande, dando los unos lugar a los otros y el silencio que guardan parece a los que están fuera de allí una cosa muy secreta y muy venerable; la causa de esto es la gran templanza que guardan en el comer y beber, porque ninguno llega más de aquello que sabe serle necesario.
Pero aunque no hacen nada; en todo cuanto hacen, sin consentimiento del procurador o maestro de todos, todavía son libres en dos cosas y son estas: ayudar al que tiene de ellos necesidad y tener compasión de los afligidos, por que permitido es a cada uno socorrer a los que fueren dignos, según su voluntad, y dar a los pobres mantenimiento.
Solamente les está prohibido dar algo a sus parientes y deudos sin pedir licencia a sus maestros; saben moderar bien y templar su ira, desechar toda indignación, guardar su fe, obedecer a la paz, guardar y cumplir cuanto dicen, como si con juramento estuviesen obligados; son muy recatados en el jurar, por que piensan que es cosa de perjuros, por que tienen por mentiroso a aquel a quien no se puede dar crédito sin que llame a Dios por testigo. Hacen gran estudio de las escrituras de los antiguos, sacando de ellas principalmente aquello que conviene para sus almas y cuerpos, y por tanto, suelen saber la virtud de muchas hierbas, plantas y raíces y piedras, saben la fuerza y poder de todas, y esto escudriñan con gran diligencia.
A los que desean entrar en esta secta, no les reciben luego en sus reuniones pero danles un año entero de comer y beber con la misma orden que si con ellos estuviesen juntamente, dándoles también una túnica, una vestidura blanca u una azadilla. Después que con el tiempo han dado señal de su virtud y continencia, recíbenle a comer con ellos y participa de sus aguas y lavatorios, para recibir con ellos la castidad que debe guardar, pero no le juntan a comer con ellos, porque después que ha mostrado su continencia, experimentan sus costumbres por espacio de dos años más, y pareciendo digno, es recibido entonces en la compañía. Antes que comience a comer de las mismas comidas de ellos y después que con los hombres guardara toda justicia, y no dañara de voluntad, ni de su agrado a alguno, ni aunque se lo manden; y que ha de aborrecer a todos los malos, y que trabajará con los que siguen la virtud de guardar la verdad con todos, y principalmente con los príncipes, porque sin voluntad de Dios, ninguno puede llegar a ser rey ni príncipe; y si aconteciere que él venga a ser presidente de todos, jura y promete que no ensoberbecerá, ni usará mal de su poder, para hacer afrenta a los suyos, pero que ni se vestirá de otra diferente manera que van todos, no más rico ni más pomposo, y que siempre amará la verdad, con propósito e intención de convencer a los mentirosos; también promete de guardar sus manos limpias de todo hurto, y su ánima pura y limpia de provechos injustos; y que no encubrirá a los que tienen por compañeros y que le siguen algún misterio; y que no publicará nada de ellos a la gente profana, aunque alguno le quiera forzar amenazándole con la muerte. Añade también que no ordenará reglas nuevas, ni cosa alguna más de aquellas que ellos han recibido. Huirán todo latrocinio y hurto; conservarán los libros de sus leyes, y honrarán los nombres de los Ángeles. Con estos juramentos prueban y experimentan a los que reciben en sus compañías, y fortalécenlos con ellos; a los que hallan en pecado, échanlos de la compañía; y el que es condenado muchas veces, le hacen morir de muerte miserable; los que están obligados a estos juramentos y ordenanzas no pueden recibir de alguno otro comer ni beber, pero si comer como las bestias las hierbas crudas, de tal manera que se les viene a adelgazar tanto sus miembros con el hambre, que vienen finalmente a morir; por lo cual, teniendo muchas veces compasión de muchos, los recibieron ya estando en lo último de su vida, creyendo y juzgando que bastaba la pena recibida por los delitos y pecados cometidos, pues los había llevado a la muerte.
Son muy diligentes en el juzgar y muy justos; entienden en los juicios que hacen, no menos de cien hombres juntos, y lo que determinan se guarda y observa muy firmemente; después de Dios tienen en gran hora a Moisés, fundador de sus leyes de tal manera, que si alguno habla mal contra él, es condenado a muerte. Obedecer a los viejos y a los demás que algo ordenen o mandan, tienen por cosa muy aprobada; si diez están juntos, no hay quien hable a pesar de los otros; guárdanse más particularmente y con mas diligencia que todos los otros judíos; y no sólo preparan un día antes, por no encender fuego, el día de fiesta, pero ni aún osan mudar un vaso de una parte a otra, ni purgan sus vientres, aunque tengan necesidad de hacerlo. Los otros días cavan en tierra un pie de hondo con aquella azadílla que dijimos arriba que se da a los novicios, y por no hacer injuria al resplandor divino, hacen sus secretos allí cubiertos, y después vuelven a ponerle encima la tierra que sacaron antes y aún esto lo suelen hacer en lugares muy secretos, y siendo esta purgación natural, todavía tienen por cosa muy solemne limpiarse de esta manera.
Distínguense unos de otros, según el tiempo de la abstinencia que han tenido y guardado en cuatro órdenes, y los más nuevos son tenidos en menos que los que les preceden, tanto, que si tocan a alguno de ellos se lavan y limpian, no menos que si hubiesen tocado a algún extranjero. Viven mucho tiempo; de tal manera, hay muchos que llegan hasta cien años por comer siempre ordenados platos y muy sencillos; y según pienso, por la gran templanza que guardan. Menosprecian también las adversidades y vencen los tormentos con la constancia, paciencia y consejo, y morir con honra juzganlo por mejor que vivir.
La guerra que tuvieron éstos con los romanos mostró el gran ánimo que en todas las cosas tenían, porque aunque sus miembros eran despedazados por fuego y diversos tormentos, no pudieron hacer que hablasen algo contra el dolor de la ley ni que comiesen alguna cosa vedada, y aún no rogaron a los que les atormentaban, ni lloraron siendo atormentados, antes riendo en sus pasiones y penas grandes, y burlándose de los que se las mandaban dar, perdían la vida con alegría grande, muy constante y firmemente, teniendo por cierto que no la perdían, pues la habían de cobrar otra vez.
Tienen una opinión por muy verdadera que los cuerpos son corruptibles, y la materia de ellos no es perpetua, pero las almas quedan siempre inmortales, y siendo de un aire muy sutil, son puestas dentro de los cuerpos, como en cárceles, retiradas con placeres naturales; pero cuando son libradas de estos nudos y cárceles, libradas como de servidumbre muy grande y muy larga, luego reciben alegría y se levantan a lo alto; y las buenas, conformándose en esto con la sentencia de los griegos, viven a la otra parte del Océano, adonde tienen su gozo y su descanso, porque aquella región no está fatigada con calores, ni con aguas ni con fríos, ni con nieves, pero muy fresca con el viento occidental que sale del Océano, y ventada muy suavemente, es muy deleitable. Las malas ánimas tienen otro lugar lejos de allí, muy tempestuoso y muy frío lleno de gemidos y dolores, adonde son atormentadas con pena sin fin. Paréceme a mi que con el mismo sentido los griegos han apartado a todos aquellos que llaman héroes y medio dioses en unas islas de bienaventurados, y a los malos les han dado un lugar allá en el centro de la Tierra, llamado infierno, adonde fuesen los impíos atormentados los sísifos, los tántalos, los ixiones y los tirios, teniendo por cierto, al principio, que las almas son inmortales, y aquello, por el cuidado que tienen de seguir la virtud y menospreciar los vicios; por que los buenos conservando esta vida se hacen mejores, por la esperanza que tienen los bienes eternos después de esta vida, y que los malos son detenidos, porque estando en la vida han estado como escondidos, serán después de la muerte atormentados eternamente. Esta, pues, es la filosofía de los esenios, la cual, cierto, tienen un halago, si una vez se comienza a gustar, muy inevitable.
Hay entre ellos algunos que dicen saber las cosas del porvenir, por sus libros sagrados y por muchas purificaciones y por los dichos de los profetas desde su primer tiempo; y muy pocas veces acontece que lo que ellos predicen, de lo que ha de suceder, no sea así como ellos señalan.
Hay también otro colegio de esenios, los cuales tienen el comer, costumbres y leyes semejantes a las dichas, pero difiere en la opinión del matrimonio; y dicen que la mayor parte de la vida del hombre es para la sucesión, y que los que aquello dicen la impiden, porque si todos fuesen de este parecer, luego el género humano faltaría. Pero todavía tienen ellos sus reuniones tan moderadas, que pasan tres años en experimentar a sus mujeres, y si en sus purgaciones les parecen idóneas y aptas para parir, tómanlas entonces y cásanse con ellas. Ninguno de ellos se llega a su mujer si está preñada, para demostrar que las bodas y ayuntamientos del marido y mujer no son por deleite, sino por el acrecentamiento y multiplicación de los hombres. Las mujeres cuando se lavan, tienen sus túnicas o camisas a la manera de los hombres. Y estas son las costumbres de esta secta".
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