jueves, 28 de febrero de 2019

SADHANA, UN CAMINO DE ORACIÓN.- CONSCIENCIA: EJERCICIO 2 . SENSACIONES DEL CUERPO


Sitúate en una posición que te resulte cómoda y relajante. Cierra los ojos.
Voy a pedirte que te hagas consciente de determinadas sensaciones corporales que sientes en estos momentos, pero de las que no te das cuenta de manera refleja... Cae en la cuenta del roce de tu ropa en tus hombros... Ahora del contacto que se produce entre tu ropa y tu espalda, del contacto de tu espalda con el respaldo de la silla en la que estás sentado... Percibe la sensación de tus manos cuando se juntan o reposan en tu regazo... Hazte consciente de la presión que tus muslos y nalgas ejercen sobre la silla... Cae en la cuenta de la sensación de tus pies al tocar los zapatos... Ahora hazte consciente reflejamente de la postura en la que estás sentado... De nuevo: tus hombros... tu espalda... tu mano derecha... tu mano izquierda... tus mus los... tus pies... la posición en que estás sentado...
Otra vez: hombros... espalda... mano derecha... mano izquierda... muslo derecho... muslo izquierdo... pie derecho... pie izquierdo... tu posición en la silla...
Continúa girando en tomo a ti mismo, pasando de una parte de tu cuerpo a otra. Procura no detenerte en cada parte durante más de dos minutos, hombros, espalda, muslos, etc. Pasa continuamente de uno a otro...
Puedes concentrarte en las partes del cuerpo que yo he mencionado o en aquellas otras que tú desees: cabeza, cuello, brazos, tórax, estómago... Lo verdaderamente importante es que llegues a captar el sentir, la sensación de cada parte; que la sientas durante uno o dos segundos y que pases a otra parte del cuerpo...
Cuando hayan pasado cinco minutos, te invitaré a que abras los ojos despacio y pondremos fin al ejercicio.
Este ejercicio sencillo produce en la mayoría de las personas una sensación inmediata de relajación. En bastantes grupos, cuando propuse por primera vez este ejercicio, algunas personas se
relajaron de tal manera que cayeron en un sueño profundo.

LIBRO TIERRA DE ESMERALDA.- CAPÍTULO 7: LOS PARAÍSOS IMAGINARIOS


Acabamos de conducir al lector a uno de los reinos menos elevados del alma.
Esta experiencia que vivimos, repitámosla, al igual que las demás, quizás haya confundido a algunos.
¿Cómo puede pensarse que haya no un mundo del alma, sino varios? La práctica del  desdoblamiento astral o proyección nos enseñó que hay que considerar al cuerpo humano de forma integral como un extraordinario emisor-receptor, preciso y perfectible.
Abandonar el viaje carnal y pasar  voluntariamente a través de varios planos de existencia significa esquemáticamente como quien gira un mando para seleccionar distintos tipos de emisión. Actuamos con nosotros mismos como con un televisor cuando pasamos de una a otra cadena. En cada cambio de canal,
saltamos de uno a otro universo. Cuanto más depuramos nuestra alma, más acceso tenemos a los canales con emisiones sorprendentes por su belleza, dulzura y verdad.
Así como cierta elevación del alma tan sólo revela un mundo determinado, veremos cómo cierto estadio de pensamiento, ciertas creencias ciegas, conducen al ser que abandonó la vida terrestre a crearse temporal mente un mundo a su medida.
Las páginas que siguen sólo pretenden ofrecerles nuestro testimonio en cuanto a la relación detallada del hecho.
Precisemos en seguida que la escena que contamos no se sitúa ni en el astral superior o medio, ni en el astral inferior. Tiene su sitio en uno de esos planos intermedios, casi indefinibles, que jalonan el camino que va del mundo terrestre al verdadero mundo del alma.
Nuestro guía nos había prevenido: no podríamos entrar en contacto con él directamente. Sólo su voz nos serviría de hilo conductor, de hilo de Ariadna diría yo, pues sólo ella evitaría que nos perdiéramos por los meandros de este universo fantástico.
Nos comprometimos a permanecer por unos momentos en los lugares que conocen las almas en tránsito que no han sabido aceptar la muerte de su cuerpo carnal... Estábamos rodeados, absorbidos, por una luz descolorida y lechosa atravesada de vez en cuando por minúsculos relámpagos de un blanco inmaculado. Una multitud de chispitas violeta aparecieron a nuestro alrededor y se pusieron a bullir como queriendo demostrar nos que, incluso en ese lugar, en esa especie de purgatorio para almas indecisas, todo era vida.


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