lunes, 7 de noviembre de 2016

Libro Contando con tu Alma (Eric Rolf) EL AÑO EMOCIONAL


EL AÑO EMOCIONAL
La importancia del año emocional 
La vida no es continua, es nueva a cada paso, o en cada respiración como dicen los yoguis. 
Es posible que hayamos oído esta hermosa afirmación otras veces, pero ¿realmente la hemos vivido? 
A través de la numerología del alma podemos experimentar este movimiento en aspectos prácticos y concretos. 
Cada año tiene una nueva energía que se puede apreciar, a veces, de forma sutil y otras drásticamente. 
La importancia del año emocional es que permite, año tras año, alinearse con ese movimiento relacionado con el sentir a todos los niveles. 
Metafóricamente, podríamos decir que la energía del año emocional es cómo un viento que sopla en una dirección determinada cada año. 
El concepto de alineamiento, viene de poner la vela en la dirección del viento. 
Un error que solemos cometer a menudo, es querer avanzar en línea recta, sople el viento de donde sople. 
El único problema de las líneas rectas es que no existen. 
Bien, sí existen, pero sólo en la mente, cuando nos creemos que ese es el camino más corto entre A y B. 
Claro, eso es lo que nos dijeron y suena tan lógico que nos lo creímos, pero no era verdad: una línea recta es un producto de la lógica y la vida no la sigue. 
Las únicas rectas que conocemos son las creadas por el hombre; en el Universo nada sigue una línea recta, ni los planetas, ni las estrellas, ni su luz, ni el viento, ni los árboles, ni las partículas más diminutas... nada; Intentar avanzar por la vida en línea recta no es lógico, es absurdo. 
Esos cambios de dirección no están en nuestras manos, no podemos modificarlos; lo que sí podemos hacer, que es todo, es alinearnos con ellos. Si nos permitimos alinearnos, parece que tenemos suerte o que nuestra vida va sola, sin esfuerzo; es como estar en una canoa y dejar que te lleve la corriente. 
Una forma práctica de alinearse es dejar de intentar remar en ninguna dirección, simplemente dejarse llevar. 
Eso suena muy arriesgado porque uno resiste su propio camino. Aunque el viento de la vida puede soplar en distinta dirección instante a instante, el año emocional forma una gran corriente de aire que te lleva en un sentido determinado y que tú puedes aprovechar. Cuando quieres alcanzar algo y parece que la vida sólo te pone inconvenientes, está claro que está pasando algo que no estás escuchando, lo estás pasando por alto. 
Pararte a escuchar te va a ser muy útil, pero ¿cómo se escucha de forma nueva? Lo que le da sentido a cualquier información es el contexto en el que está, y cuando éste cambia, el sentido cambia también. 
El contexto del año emocional te va a dar un nuevo marco que te va a permitir encajar toda esa información con un sentido completamente diferente y apoyador. 
Puedes tener la tentación de utilizar esta información como una predicción, pero en realidad no lo es, porque en cualquier año puede ocurrir cualquier cosa. Si imaginamos la vida como un flujo o como una corriente, podemos utilizar el año emocional como la previsión anual del aire que va a soplar. 
No hay números ni años mejores que otros. 
Hay momentos en los que uno insiste en ir en una dirección y las cosas que le ocurren van en la contraria. 
Cuando el viento empieza a soplar, si insistes en ir en su contra puedes tener algún contratiempo... Siempre somos libres para elegir la dirección que queremos seguir y si escuchamos, si estamos atentos, todos los años son "buenos”. 
El futuro está en tus manos. Suerte. 
CÁLCULO DEL AÑO EMOCIONAL 
Se halla sumando tu número del alma con el año actual, de forma que varia cada año. 
Por ejemplo, un número del alma 2, en el año 2004, está en un año emocional 8 (Contando con el año actual)
• Detalle del cálculo: El año 2004 es un año 6; ( 2 + 0 + 0 + 4= 6) Para hallar el año emocional, le sumas tu número del alma, en el caso del ejemplo 2; ( 6 + 2 = 8 ) El resultado es 8. 
En el capítulo siguiente, la matriz del alma, vas a ver la fuerza de los años emocionales y como tu vida se alinea a ellos, con tu voluntad consciente o sin ella. 
Ahora debes calcular cuál es tu año emocional. 
Todos los años emocionales. 
AÑO 1: Es un año para seguir el impulso de correr hacia lo nuevo. La base es que lo viejo no funciona igual que antes. 
Le damos forma o salida a nuestros impulsos y también estamos más conscientes de cuando los reprimimos. 
Nos sentimos más activos. También aparecen nuevos intereses que se presentan a través de ideas nuevas. Nos apuntamos a cosas que parece que serán duraderas y más adelante nos apetece hacer otra cosa diferente. Año de cambios. 
Las dificultades en este año pueden venir por no haber dicho adiós a las cosas viejas en el año anterior y seguir enganchado a ellas. 
Si hemos sabido decir adiós y gracias el año pasado, lo nuevo nos llega fácil y agradable. La personalidad y el ego están mas sensibles este año que de costumbre. 
No es un año de problemas económicos, este periodo es para vivir otras cosas. 
El 1 es la metáfora del recién nacido. El niño no tiene que buscar la comida por su cuenta, eso ya lo tiene solucionado. Estamos más en contacto con nuestras emociones que con la parte racional o lógica. Somos más impulsivos, no queremos pensarnos tanto las cosas. 
AÑO 2: Año de relaciones que se intensifican en el uno a uno. Tenemos más fuerza interior, que se siente como una atracción de personas y acontecimientos. También en consecuencia hay menos necesidad de expresar nuestra fuerza directamente. Estamos más presentes o conscientes de nuestro mundo interior. 
Como un efecto de esto, suelen cambiar los sueños y aparentan más reales. Año de estar ocupado, mucho trabajo y pocas recompensas directas o externas por ese trabajo. 
Se viven los aspectos interiores de cualquier situación. 
En el año 1 se toma un impulso realizando una acción, orgulloso de lo que se ha hecho, en el año 2 uno se siente que se ha entregado a algo que valía la pena. 
Este proyecto que vale la pena normalmente no es para uno mismo, es por un interés general y apoyando un trabajo donde otra persona o el mismo proyecto recibe el mérito. 
Las cosas que uno quiere directamente le vienen indirectamente. 
Se trata de tener claro lo que uno quiere y entonces atender lo que se tiene delante, que normalmente en este año es ayudar a otro. 
Entonces de forma mágica, aparece lo que nosotros queremos indirectamente. Cuando uno esta conectado al interior se siente más fuerte. La fuerza viene del interior y este es un año interior. Es una fuerza indirecta que si se usa para apoyar a otros funciona mejor para ambos. 
AÑO 3: Año de nuevas ideas, de proyectos creativos, de expresión y comunicación. Suelen ocurrir acontecimientos que estimulan el miedo y también se agudiza la intuición. 
Aparecen nuevas posibilidades, aventuras, fantasías y eso nos crea inseguridad, dudas, altibajos, que pueden ser intensos, y miedo como metáfora de fuerza creativa bruta. 
Nuestras resistencias estarán más a flor de piel, estaremos más sensibles y parecerá que ya no aguantamos o aguantamos menos. Sentimos el impulso de dejar circunstancias o relaciones que parece que nos limitan. 
No es un año de mucha actividad externa, el movimiento va por dentro, en como uno percibe el mundo exterior. 
Nos interesa descubrir como ocurren las cosas, como se crean los acontecimientos. Es un año para darse cuenta de que no hace falta luchar en el mundo exterior para que funcionen las cosas, que la clave es nuestro mundo interior y que si le hacemos caso, las cosas externas parece que funcionan solas. Uno de los efectos que se produce cuando uno da paso a lo nuevo, es que también entra nueva energía y se sitúa en un nuevo nivel de conciencia. 
Las cosas del pasado que no están a ese nuevo nivel salen. 
Esas cosas del pasado están en nuestro interior y la forma que tienen de salir es manifestándose físicamente en el mundo. 
A veces, esa manifestación externa, no es agradable porque hace mucho ruido. Es como ponerse a limpiar, que se ve más suciedad al principio. Esa mayor suciedad son las cosas del pasado saliendo. 
Cuando algo del pasado sale, nos cuesta soltarlo. 
Puede hacerlo más fácil darnos cuenta de que lo que nos cuesta soltar no es la parte material, sino el sentimiento que llevamos dentro. 
Una forma de dar la libertad a ese sentimiento y a las personas involucradas en él, es utilizar la materia como símbolo de esa circunstancia, es decir los objetos que guardamos relacionados con ese pasado, y al soltarlos liberar la energía enganchada en ellos, recuperando nuestra energía y devolviendo el resto a quien le pertenezca. 
Así uno deja de tener fragmentada su energía en el pasado y está toda disponible en el presente. 
AÑO 4: El 4 simboliza la energía tomando forma física, manifestándose materialmente. 
Así en este año las cosas de nuestro mundo interior, como ideas, visiones, sueños, se manifiestan físicamente, externamente. 
La otra cara de este aspecto es que si sentimos, interiormente, que nuestra vida no evoluciona, exteriormente aparecen obstáculos, dificultades. 
Mantener ese último punto de vista, nos va a llevar a circunstancias en las que, de repente, parece que se nos cierran todas las puertas. 
Es también un periodo de revisión de nuestras estructuras, familia, casa, trabajo y todo lo relacionado con la estabilidad. Probablemente una metáfora de cambio de casa, o donde uno se siente en su casa, como en el trabajo o como miembro de una organización o grupo, aunque no tiene porque ser permanente. Quizá por un tiempo vivir en otro sitio, o realizar cambios dentro de la casa o cambio de coche, trabajo, o de posición en la misma empresa. 
También aspectos familiares, uniones, separaciones, nacimientos. 
Los problemas físicos en el cuerpo o quizá accidentes, son otra manifestación de un año de obstáculos físicos. 
Es un periodo para trabajar la paciencia, para ver la vida paso a paso y confiar, manteniendo la intención de dónde vamos y poniendo atención sólo en el paso que estamos dando en ese momento. No se puede hacer nada para tener más paciencia. 
Si intentamos ser más pacientes, nos ponemos más nerviosos, más impacientes. Lo que si podemos hacer es tener confianza. La confianza está en un nivel más amplio que la paciencia. Podemos confiar en nosotros mismos o en los demás, pero la verdadera confianza es la que tengamos en la vida, que también podemos llamar fe. 
La fe o certeza están en un nivel más amplio que la confianza en nosotros mismos o en los demás. Así se trabaja la paciencia, con confianza y certeza. 
AÑO 5: En este periodo dispondremos de mucha energía. 
La energía enfocada en una dirección nos dará acción, movimiento, libertad y variedad. 
Si no la dirigimos nos provocará nerviosismo y miedo. 
Es un año para disfrutar de la variedad, para hacer muchas actividades diferentes, con mucha intensidad y por un corto periodo. Si estamos en movimiento, no nos va a faltar energía, porque lo que quiere la energía es circular. 
Si nos quedamos parados, nos consumirá y no tendremos fuerzas ni para levantarnos del sofá. 
Si no hacemos circular la energía se bloquea y provoca tensión y dolor muscular. 
Podemos tener dolores de cabeza y de espalda. Este año nos sobra energía para nuestros proyectos y para hacerla circular, hay que dársela a los demás, a cuantos más mejor. 
Es un periodo para estar también al servicio de los proyectos de otras personas, aportándoles nuestra colaboración desinteresada. 
Nuestro desafío será no intentar controlar al otro, ni su proyecto. Es un desafío porque cuando aportamos nuestra energía a un proyecto, nos gusta sentirnos parte de él. 
Eso nos hace dependientes y este es una año para vivir la libertad. Para ser libre lo primero es dar libertad al otro y a su proyecto. 
Ser libre para poder comprometerse totalmente. 
Como metáfora de movimiento y de estar al servicio de otros, es un periodo de viajes cortos y frecuentes. 
Viajes para apoyar a otros, quizá de trabajo o personales aunque no viajes de vacaciones. Es un año para vivir la libertad, la no- dependencia. 
Podemos aprovechar para liberarnos de viejas ataduras del pasado. Podemos notar la energía en las manos. Etapa para deshacer las ataduras del pasado y quedarnos con las manos libres para apoyar al otro. 
AÑO 6: Año para vivir el amor, a través de experiencias de amor total, de disfrutar sintiéndose enamorado de todo. 
Es también un periodo para vivir el éxito, en muchos casos aparentemente no merecido desde nuestro punto de vista, ya que nos llega sin esforzarnos. 
También podemos elegir sentir que es injusto que el éxito llegue ahora con tan poco esfuerzo, cuando creemos que lo hemos merecido en muchas otras ocasiones y no ha llegado. 
Este periodo es una buena oportunidad para darse cuenta de que el éxito es la opinión del otro y que se va tan fácil como llega. Es igual de absurdo apegarse al éxito que al fracaso. 
Nos podemos sentir desde abandonados a traicionados. 
Es posible que tengamos alguna buena excusa para sentirnos así y también podemos utilizar esa circunstancia para darnos cuenta que uno nunca está solo. 
Ahora mismo podemos elegir creer que este año nos van a abandonar y sentirnos víctimas o que vamos a poder aprovechar esa circunstancia para evolucionar. 
También podemos abandonar una relación, proyecto, circunstancia o trabajo porque nos sentimos abandonados por él, es decir, ya no nos apoya. 
Vamos a trabajar también la responsabilidad: nos veremos agobiados por la responsabilidad. Hay que descubrir que uno es sólo responsable en cada instante de lo que tiene delante. 
La responsabilidad no va más lejos, la mente sí, pero no hace falta. Nuestra intuición está muy clara y es un buen periodo para la comunicación; hablamos con mucha fluidez, aunque también podemos meter la pata a través de las cosas que decimos, aunque no por no tener razón, sino por sus consecuencias. 
Aparecen desafíos de aceptación personal. 
Tenemos una idea de perfección o del mundo ideal que es poco práctica y se convierte en inalcanzable. 
Nos hace falta bajar esa idea de perfección a la tierra, algo más cercano para el primer paso. 
AÑO 7: Año de explorar nuevas posibilidades como si fueran distintos mundos; pueden ser en el mundo del trabajo o personal, o tomar la forma de viajes: año para viajar; el mundo nos recuerda que está ahí para visitarlo. 
En este periodo parece que los acontecimientos incrementan su intensidad; si antes nos molestaba algo, ahora nos molesta más. Pueden aparecer aspectos de competencia, lucha o agresividad para lograr nuestros objetivos. Suele haber bastante ruido mental “comerse el coco”. Tenemos muchas cosas en la cabeza que nos parece que son importantes. 
Si intentamos solucionarlas una por una no acaban nunca, pero si nos enfocamos en un contexto más amplio, al que podemos acceder con los alimentos del alma[12], parece que las otras cosas se solucionan solas o sin conflicto. 
Es buen momento para poner atención en las creencias que tenemos sobre el mundo material, porque incrementan su intensidad y podemos verlas mejor. Si no prestamos atención a este proceso, podemos creernos más el mundo material y ser más dependientes de él. Periodo para desarrollar proyectos o ideas de forma racional, hasta un punto en el que la lógica se acaba y dónde el proyecto continua con un salto al vacío, que representa el salto de la razón al corazón. 
Esa es una manera de alinearnos con la energía 7 de este año para que las cosas funcionen: cuidar los detalles hasta un punto en que hay que soltarlo todo y confiar en que la vida siempre apoya. 
AÑO 8: Año de transformación o más concretamente de transmutación, un proceso más alquímico de salto de una dimensión a otra, muerte y regeneración; metáfora del resurgir del fénix desde las cenizas. 
Dependiendo de la atención y sensibilidad de cada persona a esta transmutación, hay quién empieza a notarla en el año 8 y quién la nota en el 9 donde es mucho más evidente. 
También es un año en el que se manifiesta poder a través de conseguir objetivos, o a través de algún tipo de mando, donde las circunstancias parece que nos sitúan en un punto donde debemos tomar decisiones que afectan a otras personas. 
Es un año donde se manifiesta la metáfora de la muerte como proceso de transformación. 
El 8 representa el movimiento de energía de un nivel a otro y eso requiere la muerte de un nivel para el nacimiento del otro. Se producen saltos de energía, una llama nueva de energía que entra. Los años 8 y 9 pueden ser los más fuertes. 
Hay veces que el 1 aparenta más fuerte; eso ocurre si no se acepta la transmutación en los años 8 y 9. 
Hay también muchas oportunidades de vivir la muerte del ego. Es un periodo para confiar en que todo va bien y creer en la magia de la vida, donde es suficiente tener una intención clara sobre que es lo mejor que puede pasar, y dónde no es necesario intervenir directamente para que las cosas funcionen. 
Al contrario, meter la mano o manipular, juega en contra nuestro. 
AÑO 9: El año 9 marca el final de un ciclo. Cosas que hemos estado haciendo en los últimos años dejan de interesarnos. 
Año de despedidas; el truco está en decir adiós y gracias por todo lo aportado. 
La vida nos apoya, pero no a nuestras creencias de importancia personal. En este periodo no nos tiene lástima. 
Nos hemos ido dejando cosas pendientes por el camino, llega el periodo 9 y es el momento de pasar cuentas y ponerse al día. Nos toca trabajar el desapego. Tenemos la oportunidad de llegar a un punto donde aceptemos los acontecimientos tal cual, sin tenernos lastima. 
Las cosas se acaban, quizá aspectos de relaciones o proyectos han caducado y hay que hacerlo de otra manera. 
Todo está moviendo y lo peor que podemos hacer es agarrarnos, porque cuanto más intentamos agarrarnos peor lo pasamos. 
Podemos elegir entre la amargura de querer agarrarnos a algo que se acabó o aceptar que eso está ya completo y que toca otra cosa, abriéndonos a lo nuevo. 
Es un año que marca el inicio de cambios profundos, cambios de rumbo. Se amplia el nivel de conciencia, las cosas se ven de otra manera y toca actuar en consecuencia. Hay que poner la atención en lo que llega, que es donde están los regalos, no en lo que se va. 
El efecto de pasar cuentas hace también que den fruto semillas que plantamos hace años en un terreno fértil y que quizá ya se nos olvidó regar. Es como haber hecho un ingreso en un banco hace años, al ir a poner la cuenta al día, resulta que encontramos todos los intereses. 
Este periodo es como una fiesta de despedida, la fiesta dura todo el año; el único problema es que nos olvidemos de que estamos en una fiesta. Es un año para disfrutar del momento de plenitud en el que dices “ya está”, donde se crea un vacío que atrae lo nuevo. Para que llegue lo nuevo hay que dejarle un espacio, hay que soltar lo viejo.
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Libro Contando con tu Alma (Eric Rolf) Capitulo-9


DESAPEGO-Capitulo 9 (NUMERO-9)
El 9 es el último número, que representa la esencia que celebra su realización, el volver a ser Uno, entregándose a la Totalidad. Puede vivir su vida como si estuviera en una “Fiesta de Final de Curso”. La “Fiesta” simboliza la celebración, el “Curso” simboliza la sabiduría y el “Final” representa el desapego. 
El 9 disfruta de la fiesta mientras se lo permite y, de golpe, se resiste terriblemente a la soledad de la despedida. 
Su vida no es nada aburrida, parece que va montado en una montaña rusa... ¡La vida nunca le tiene lástima a un 9!” 
Todos los números son espirituales, pero el 9 es el que tiene una conexión más directa con el Espíritu, lo tiene en frente. 
El 9 es el último número, si el 1 viene del Todo, el 9 va hacia la Nada. El Todo y la Nada son distintas manifestaciones de lo Mismo y aunque el 9 va a unirse con la Totalidad, lo ve como la Nada. 
Desde donde está el 9 lo ve como un vacío porque mira hacia allí y no hay nada donde agarrarse, sólo espacio infinito. 
El 9 está cargado de sabiduría y experiencia y debe desapegarse de todo, soltarlo todo y entregarse a la Nada por fe. 
A pesar de su evolución y debido a ella, el salto al vacío le provoca miedo. 
En el 9 ya estamos mirando a la Nada, a esa esencia que es la base de Todo, aunque eso no quiere decir que la veamos. 
Al principio solemos estar muy apegados a lo físico, ése es el principio de nuestro camino y a medida que evolucionamos, vamos a vivir el desapego. El 1 tiene a Dios detrás, que le anima a que se levante y ande, le da el impulso. 
Nosotros tenemos a Dios delante y nos dice que lo dejemos todo y nos vayamos con Él. Suena bien lo que nos dice, pero… ¿¿¡¡¡Dejarlo todo…!!!?? En una fiesta de fin de curso vamos a pasárnoslo bien y también a despedirnos. 
Es un acontecimiento que marca el final de una etapa y el principio de otra. 
En una fiesta de graduación se reúne la alegría de haber terminado los estudios, que es un momento muy esperado, con la emoción y la incertidumbre de empezar una vida nueva, sin olvidar la soledad de la despedida; no vamos a volver a ver a muchas de las personas con las que hemos compartido esos momentos tan especiales. 
Ahí aparece nuestro mayor desafío y la parte más dura de nuestro camino: El desapego. 
Una forma muy práctica de alinearnos con nuestro camino es enfocar nuestra atención en las cualidades y no en las cantidades. 
Si nos enfocamos en cualidades como el amor, el dar, la libertad o la belleza, las cantidades se cuidan solas. 
Por ejemplo, vamos a un anticuario y vemos un cuadro abandonado en una esquina; como nos parece bonito, lo compramos y nos lo dan a precio muy bajo; luego nos enteramos de que es una obra de arte valiosa. 
Lo que nos movió a comprarlo fue su belleza y que se podía colocar en un sitio mucho mejor que donde estaba y no el hacer un buen negocio; eso es guiarse por las cualidades y no por las cantidades. 
Al contrario, cuando vamos de enterados y queremos hacer un buen negocio, no suele funcionar. Cuando hacemos las cosas motivados por sus cualidades todo va bien, pero cuando intentamos ser prácticos nos confundimos y sale mal. 
Cuanto menos prácticos somos, en términos económicos, mejor nos funcionan las cosas. No deberíamos justificar nada por el dinero que cuesta. Cuanto menos nos guiemos por aspectos materiales, mejor anda todo en nuestra vida y eso implica que también funcionan sus aspectos materiales. 
Si algo nos parece bonito, nos gusta, nos inspira, eso es más que suficiente para que le aportemos nuestra energía, pero si lo hacemos sólo como una inversión económica, lo más probable es que no funcione. 
Tenemos una relación directa con el Espíritu, que no nos permite estar pendiente de tonterías. Somos un número de cosecha, vamos a recoger todo lo que hemos ido sembrando, las cosas a las que hemos dado nuestra energía a lo largo de todo el ciclo. Venimos a completar, la vida nos pasa cuentas. 
Es hora de terminar cosas, nos aparecen todos los cabos sueltos y hay que atarlos. Cada proceso termina cuando el cabo está atado y entonces hay que ponerse a atar la siguiente cosa. 
Nos parece que cuando tenemos el cabo atado es el momento de disfrutar de un poco de tranquilidad, pero lo que ocurre es que nos aparece en seguida otro cabo pendiente. 
Entonces puede parecer que nuestra vida se desploma de nuevo; no acabamos de salir de una cosa y ya estamos metidos en otra. Este proceso sigue y sigue mientras continuemos tan apegados a la materia. No solemos escuchar demasiado a los demás; nosotros lo tenemos claro, escuchamos a Dios. 
Sentimos que conectamos directamente con la fuente de la sabiduría, interiormente nosotros ya sabemos. 
Buscamos opiniones para que nos confirmen lo que ya sabemos. Cuando las escuchamos, confirmamos que “esto es lo que yo decía” o “eso ya lo sabía”. 
A pesar de lo que aparenta, esa confirmación no nos induce a actuar. Sea lo que sea lo que nos han confirmado, nosotros ya lo sabíamos antes y, a pesar de ello, no habíamos hecho nada. Nada ha cambiado ahora y la lista de excusas para no actuar se consolida. Eso nos ocurre porque nos cuesta terminar con el pasado, cortar, desconectar. 
Estamos muy enganchados, apegados a nuestro pasado. 
El problema vuelve a ser la solución, porque cuando más apegados estamos desde más alto caemos, la vida se encarga de eso. Nosotros ya sabemos suficiente, la vida nunca nos tiene lástima. Es como estar agarrado a una noria que está subiendo. Cuanto más tardemos en soltarnos, peor, porque desde más alto caeremos. 
Eso provoca que veamos nuestra vida como si estuviéramos montados en una montaña rusa, por la velocidad y por la caída. Hacernos los listos ya no nos funciona. 
La vida nos exige que estemos ahí con todas las consecuencias. Si nos escondemos, nos busca y nos pone a la vista. 
A otras personas la vida las tratará con más cariño y suavidad, les permitirá deslices y hasta les echará una mano. 
Pero nosotros ya tuvimos oportunidades de sobra para aprender la lección, además se nos acabó el tiempo. 
Somos maestros por nuestra experiencia, por toda la trayectoria que tenemos detrás y vamos a dar el ejemplo con nuestra vida. 
Puede que sea un ejemplo a seguir o todo lo contrario: “mira lo que le ha pasado a éste por hacer eso”, que sigue siendo un ejemplo, pero de lo que no hay que hacer. 
En cada momento estamos transmitiendo una enseñanza que es nuestra propia vida. 
Esto también se relaciona con uno de nuestros dones, y es que cuando nos lo permitimos, sabemos disfrutar de las cosas sencillas de la vida. 
Es un don que compartimos con facilidad, porque en los momentos que sucede se contagia a las personas que están a nuestro alrededor. Dios es el último lujo y nosotros lo tenemos muy cerca. Ese lujo tiene un precio y, para nosotros, la forma de pagarlo es entregarnos al vacío. 
DESAFÍOS 
Nuestro mayor desafío es el desapego, tanto emocional como material. Externamente nuestra vida funciona como una montaña rusa, de golpe se desploma todo y empieza de nuevo, así una y otra vez. 
Nuestro desafío es desapegarnos lo suficiente para interiormente no seguir esa misma trayectoria de sube y baja. Es necesario darnos cuenta de que lo que es para nosotros, es para nosotros y lo que no es, no. 
Normalmente para nosotros es que no, es decir que sea lo que sea, se acabó. 
Ahí está el desapego, lo que toca entonces es decir adiós, y lo más importante, gracias. La relación con la vida es espiritual e individual, se trata de ti y de la vida, de nadie o nada más. 
La vida es movimiento, es un fluir. Todo está en movimiento de forma natural y, cuando nos apegamos a algo y queremos retenerlo, se produce una ruptura. 
Es decir, tú estás en movimiento y la otra persona, proyecto, casa, negocio, etc., está en movimiento también. 
Esos movimientos son independientes, porque cada uno tiene su camino aunque pueden coincidir durante un tiempo. 
El problema es que nosotros queremos que las cosas sean para siempre. Cuando queremos asegurar algo, ya lo estamos perdiendo. Eso no impide que tengamos relaciones duraderas, aunque deben basarse en la libertad, la flexibilidad y el cambio. Cuando queremos disfrutar algo para siempre, entramos en una confusión, porque las cosas no son para disfrutarlas para siempre sino momento a momento; si mantenemos nuestra atención en el presente, las tenemos para siempre, si nos enfocamos en siempre, las perdemos en el instante. 
Las cosas son para disfrutarlas en el momento porque no hay nada más que el momento. 
No hay que agarrarse a las cosas, nos agarramos porque no queremos perder lo que tenemos, porque tenemos miedo a una especie de soledad. 
Precisamente esa soledad a la que nos resistimos es a donde nos dirigimos, la Nada. 
Hay que distinguir entre estar sólo y sentirse solo. 
Somos personas que nunca estamos solos porque tenemos a Dios o al Espíritu al lado. Si prestamos atención lo vamos a notar, porque estamos rodeados de todo. 
El problema es sentirse solo, porque entonces estamos notando la ausencia del otro. Nos resistimos a la soledad porque no nos gusta sentirnos solos. El camino espiritual es de soledad, la relación con la vida es uno a uno y no hay nadie más que tú. Naces solo, respiras solo, actúas solo o comes solo; es cierto que puede haber otras personas comiendo, pero nadie está comiendo por ti. 
Estamos acompañados y a la vez solos. A partir de estar bien solo, puedes estar bien con los demás. 
Por ejemplo, algo básico para tener una relación de pareja es estar tú bien contigo y desde ahí puedes estar mejor con tu pareja. El amor hace que lo compartas todo con tu pareja, os divertís y hacéis todo lo que podéis juntos. 
Pero, cuando tú duermes no hay otro. Aunque en el sueño aparecen otros, tú te has quedado dormido solo. 
Cuando hablamos de vivir la soledad no se trata de huir de la gente ni de decirles que te dejen en paz. 
Va mucho más allá, porque hasta que uno no está dispuesto a estar con uno, estar con el otro no funciona, porque es una proyección de tu propia necesidad hacia el otro, algo que el otro nunca podrá dar. 
Vivir la soledad significa darte cuenta de que no te falta nada, que eres un ser completo. Cuando estamos bien, estar con el otro es darle nuestra presencia al otro, nuestro ser completo, para recibir el suyo completo. 
Eso es realmente estar con el otro. Hemos venido a explorar la soledad, así que queramos o no, vamos a tener que pasar por ella. Es mejor explorarla de forma consciente que rechazarla, provocando que nos dejen solos. 
Explorando la soledad vamos a descubrir que es imposible estar solo. Nos ocurren cosas divertidas, aunque por supuesto, visto desde fuera. Nosotros no lo encontramos tan divertido, nos parece increíble lo que nos pasa y tardamos un tiempo hasta que conseguimos reírnos de ello. 
Esto normalmente sucede cuando le contamos a alguien lo que nos pasó; tenemos sentido del humor, a veces negro, y lo aplicamos también con nosotros mismos. 
Entonces el otro no puede evitar reírse, por las circunstancias inverosímiles que nos suceden, y nosotros nos reímos también. Esa es nuestra oportunidad de verle la gracia. 
Cuando empiezan a caerse cosas, se pueden caer todas. 
Eso es lo que caracteriza un período 9, nos pueden pasar muchas cosas. Pero también cuando nos llegan las cosas, parece que nos caen del cielo, porque como estamos al final del ciclo también recogemos los beneficios de todo lo que sembramos. Solemos tener los típicos miedos a la oscuridad, la soledad, las películas de terror, espíritus, lo desconocido, el más allá o los sucesos paranormales. 
La metáfora de estos miedos es el miedo a la muerte. 
Tememos desaparecer, el final de nuestra existencia, el soltarlo todo, el salto a la nada, aunque para nosotros el final represente la unión con el todo, el llegar a casa. 
LA NIÑEZ. 
El niño 9 nace ya mayor. 
Le gusta jugar a mayor, aunque su camino es tratar de hacerse joven. Parece que nace sabiendo. Es un niño al que se escucha y se hace caso. Otros niños dan la sensación de aprender. 
El 9 no es que aprenda cosas, es que parece que ya las sabe. Tiene muchas capacidades y hace las cosas bien. 
Como viene a vivir el desapego es, en consecuencia, muy apegado a todo, tanto a personas como objetos o situaciones. 
En la mayoría de los casos uno se resiste a lo que ha venido a aprender. Ser tan apegado es un ejemplo más de cómo el camino hacia el desapego se inicia justo en el otro extremo. Funciona como si desplazáramos un péndulo al máximo hacia el extremo del apego, para que cuando está al máximo de tensión se precipite con fuerza hacia el otro lado, el desapego. Para que empiece a trabajar el desapego, puede sentir la distancia de alguno de los padres relativamente joven. 
Esta distancia probablemente no será física, aunque el niño lo vivirá como una especie de quedarse solo. Ha venido a explorar la soledad, pero se resiste a ella, no le gusta estar solo Es también muy sensible. 
El niño se agarra a las cosas continuamente y la vida las arranca de sus brazos con bastante frecuencia. 
Su vida no tiene nada de aburrida, sube bien arriba y luego se va abajo. 
El 9 es un número muy sabio y, como ya sabe, la vida no suele darle más de dos oportunidades. Nace sabiendo, ya ha tenido tiempo de aprender en toda su trayectoria. 
Esconderse no le sirve, el cree que se puede esconder y lo intenta, pero siempre le hacen salir. Es miedoso, no hace falta vigilarlo muy de cerca porque su propio miedo le frena. 
Este miedo se relaciona con la soledad, la oscuridad y el misticismo. 
A una edad temprana le interesan las cosas espirituales, quizá la religión, la filosofía, o quedan fascinados por la historia. PROFESIÓN 
Cuando un 9 habla se le escucha, lo que dice llega. 
El tema puede ser cómo freír un huevo, o cómo llegar a la estación de tren, no importa. 
El 7 puede dar cualquier explicación de forma muy lógica y lineal, podríamos decir que el 7 explica y que el 9 enseña; el 7 es buen profesor, el 9 es un buen maestro. 
El 9 lo hace de forma que el otro lo va a entender en ese momento, con menos esfuerzo y, por tanto, ahorra tiempo, porque no hay que explicar tanto. 
Esto les enfoca a profesiones relacionadas con la enseñanza, la literatura o la comunicación. 
Las profesiones que les van bien son también las relacionadas con cualidades como el arte, asuntos sociales, humanitarios, cooperación, filosofía, religión o medicina. 
A los 9 les suele ocurrir que aunque logran sus objetivos, no les acaban de llenar. 
Es útil entonces revisar cuáles son sus principios y valores personales, porque es posible que su ocupación esté distanciada de ellos. 
Les interesan temas relacionados con sus valores, quizá espirituales o legales, que son la metáfora del otro tipo de leyes que han venido a explorar y podrían ser también abogados o jueces. 
En términos de cantidades, si hay algo que ellos tuvieran que ganar ya se lo han ganado. 
Llegaron a ser directores de empresa en su paso por el 8 y ahora están de presidente honorífico o jubilados. 
SALUD 
Pueden tener problemas en las manos, que representarían el desafío del desapego. En la garganta también, porque se desapegan del poder del mundo y se relacionan con el poder espiritual. Problemas en los huesos, que representarían la estructura material, porque ya se están saliendo. 
También en las rodillas, porque representarían los padres espirituales. Problemas en pies y en área respiratoria, que simbolizarían la dificultad en estar aquí. 
Casos de problemas en la vista o diabetes representarían la dureza con la que ven sus vidas, la resistencia a mirarla o la falta de dulzura. Los 9 no acaban de estar cómodos con este mundo, están confusos porque tienen un pie en el otro lado. 
Las normas del mundo ya van cambiando para ellos y eso les pone nerviosos, porque están en este mundo pero no lo son del todo. 
RELACIONES 
El 9 puede relacionarse con todos los números, con el resultado de estimular los dones y desafíos de la otra persona. 
La relación permite que la otra persona sea más ella misma, como si accediera al siguiente nivel de conciencia en una espiral. Esas relaciones le permiten al 9 verse reflejado en los aspectos de la otra persona, lo que le sirve para esa parte de su camino. 
Esto sucede porque en las relaciones de pareja, como ya dijimos, uno de los factores a tener en cuenta en términos numerológicos es la suma de los miembros que la componen, de forma que al sumar cualquier número con el nueve, el resultado no varía. 
Por ejemplo, la relación entre un 9 y un 6 da 6: (9+6=15 -> 1+5= 6) y esto hace que las características del 6 se vivan con más intensidad. 
RECORDAR 
Nuestro camino… Trata de recoger los frutos del pasado y desapegarnos de ellos, actuar con principios elevados, con integridad y compartiendo nuestra sabiduría. 
Una clave… Es que no hace falta intentar agarrar las cosas, se trata de decir adiós y gracias de corazón.
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Libro Contando con tu Alma (Eric Rolf) Capitulo-8


PODER- Capitulo 8 (NUMERO-8)
“Después de pasar por el Mundo (7), el 8 llega al Poder, que representa el papel del creador o el mago, la esencia de vacío, silencio y espacio que es el origen de todo. 
La fuente del poder es la nada; esa es la respuesta a la pregunta quién soy. 
El 8 viene a administrar poder para quedarse vacío, que es su meta, su próximo paso al 9. Su desafío es la manipulación, que no es un acto de poder sino de sentirse sin poder.” 
Llegar a 8 ha sido un proceso de acumulación de poder. 
El 8 es también el número de la muerte o la transformación, ya el proceso se acerca al final, el 9, y se ve venir. 
El 9 no lo ve venir porque ya está allí y está mirando hacia el otro lado, la Nada. El 8 toca la última dimensión del poder, la más alta, porque el 9 está de despedida y ya no le interesa. 
En numerología cabalista, el 8 es el último y corresponde al número de Dios. Cuando los hebreos hablan del “nombre no pronunciable de Dios” se refieren al 8. 
Hermes dijo que lo que está arriba está abajo (8). 
El 8 es también el símbolo del infinito (æ). 
El mago del tarot lleva el 8 pintado en su sombrero. 
Somos un número de poder, transformación y espacio. 
Todo en la vida se relaciona con poder; levantarse de la silla o de la cama requiere poder. Lo que llamamos fe o confianza también es poder. El que puede arriesgar, el que tiene el poder para arriesgarse, decimos que tiene fe. 
Somos como el director de una sinfonía; la música es una creación artística. 
El director hace como el mago con su varilla; aunque no toca ningún instrumento, le da el espacio a los músicos para que expresen su talento. 
Nuestro poder es indirecto, cuando utilizamos nuestro poder directamente metiendo la mano, normalmente lo que hacemos es meter la pata. Lo nuestro es trabajar a distancia; la gracia de la magia es que ocurra algo increíble sin tocarlo, la magia es invisible. Cuando ponemos la mano es porque no confiamos suficiente en nuestro poder y el resultado no suele ser magia, sino manipulación. No hay que meter la mano si no hace falta y la mayoría de las veces NO hace falta. 
Un buen ejecutivo sabe de qué detalles debe ocuparse. 
Eso reduce el campo de meter la mano al de los detalles que valen la pena. Cuando se nos ocurre algo que vale la pena hacer, también se nos puede ocurrir alguien que puede disfrutar haciéndolo y hacerlo muy bien. 
Eso es una forma de crear y dar un espacio para otra persona. Nuestro papel es representar a un creador sin limitaciones. 
Si tenemos claro lo que queremos y actuamos con principios elevados y desapego, es muy probable que se manifieste. 
Dios sólo dijo: “¡¡Que se haga la luz!!”. 
Él no era electricista, ni puso las bombillas, ni pulsó un interruptor. ¿A quién convenció Dios para que se hiciera la luz o a quién se lo dijo? ¿Se le ocurrió la posibilidad de que no se hiciera la luz? El papel de un creador sin límites es de fuerza indirecta, de asumir la responsabilidad, sin poner la mano. 
El sentirse víctima, tener miedo, la falta de confianza en que la vida apoya, la creencia de que la vida es una lucha y que hay que esforzarse para conseguir las cosas, es lo que provoca que las cosas no funcionen como nos gustaría. 
Si nos enfocamos de forma negativa los resultados son obvios. Un ejemplo de este proceso es temer las cosas que no queremos. Es como tener un jardín con flores; debemos tener claro cuáles son las flores que queremos regar. Nuestra atención es muy potente y cuando nos ponemos a pensar en algo, aunque sea algo que no queremos, le estamos dando fuerza en nuestra vida. La atención es como el agua que les echamos a las flores. 
La atención sigue al pensamiento, así que si no queremos algo, en lugar de darle atención negativa, démosle atención a lo que sí queremos. 
De forma práctica, el “no……..” le da más fuerza a lo que decimos detrás del no. Las flores que no regamos simplemente se marchitan y se secan. Para nosotros esto es una regla de oro, pero como toda regla tiene su excepción y es que todas las flores tienen su regalo y no hay que resistirse a cogerlo. 
Si nos resistimos al regalo o al mensaje, la vida lo sigue trayendo hasta que lo cojamos, lo reguemos o no. 
Nuestro camino suele pasar por alguna situación apurada para darnos cuenta de todo el poder del que disponemos. 
Eso nos puede obligar a buscar en el fondo de nuestro bolsillo y descubrir todo lo que hay allí. Nos ponemos límites y los límites no están realmente ahí. Cuando nos acercamos a un límite lo suficiente, descubrimos que desaparece. 
Una situación apurada nos puede obligar a ir más allá de esos límites y descubrir el tesoro que está a nuestra disposición. 
Si uno dispone de un poder ilimitado, ¿para qué va regatear con él? No hay que negociar con el poder, no importa quedarse aparentemente en números rojos dando, es decir, dar más de lo que nos parece que tenemos. Eso nos sirve para darnos cuenta de capacidades propias que desconocíamos. 
Cuando hablo de números rojos no me refiero al dinero de la cuenta bancaria, aunque el dinero es una de las metáforas de poder. Hay veces que hacemos cosas por personas y creemos que ya hemos hecho suficiente. Pero siempre vale la pena hacer más, que no indica esforzarse más, sino solamente darle más atención e intención a nuestros actos. No querer hacer más por algo o alguien es un problema de poder personal, de creer que no tenemos suficiente. 
Lo único que hay que hacer es alinearse con lo que está pasando. El tomar una decisión o escoger tiene un aspecto mental y otro emotivo. Cuando no nos sentimos con suficiente poder para dejarnos llevar por la emoción, ponemos el énfasis en el aspecto mental El mejor criterio para escoger es el que te hace decir: “¡Qué bonito!”. Eso es todo. 
La vida no nos perdona actuar con tacañería cuando somos ricos. El tacaño es el que no se permite decir: “¡Que bonito!”, porque está calculando. Si hay que calcular, que sea cómo lo vamos a hacer, y no si lo vamos a hacer. 
Entonces ya no es calcular, sino organizar. 
Cuando evolucionamos, el precio da igual, porque estamos dispuestos a pagarlo, sabemos que lo que sólo cuesta dinero es barato. Aunque ponemos mucho énfasis en la parte externa o material de las cosas, estamos conectados a lo interno, de una forma u otra. El vacío nos recuerda la muerte, el momento de la transformación. 
Acordarse de la muerte va bien porque nos ayuda a quitarle importancia a cosas que realmente no la tienen. 
Es mejor hacernos amigos de la muerte porque si no nos volvemos muy serios. 
DESAFÍOS 
La manipulación es uno de nuestros desafíos. 
Un nivel primario de manipulación consiste en utilizar a otras personas, que desconocen nuestra verdadera intención, para conseguir nuestros planes. De niños ya aprendimos a hacer eso muy bien, conseguíamos lo que queríamos a costa de lo que fuera, y el medio no importaba. 
Un nivel secundario consiste en utilizar a la otra persona por su propio bien. Como venimos a administrar poder, en cierta manera creemos que nos encontramos en la posición de decidir por otras personas. 
Para decidir por otra persona, se supone que deberíamos saber lo que la persona quiere. El problema es que no solemos tener en cuenta lo que la otra persona quiere, sino lo que nosotros creemos que necesita. 
Creemos que podemos manejar eso por el bien de la otra persona. Ahí ya hemos cometido dos fallos: 
El primero es que no mostramos nuestras verdaderas intenciones o no damos toda la información a la otra persona, para que sea ella misma quien decida; el segundo es que, en realidad, nunca sabemos lo que le conviene a la otra persona aunque nos lo parezca. 
Ahí manifestamos un complejo de dios, pero en negativo y en miniatura, es decir, decidir por otra persona por su bien. Tendemos a juzgar a las personas por si se merecen o no las cosas que les pasan, como si fuéramos jueces y pudiéramos decidir lo que es verdad y lo que no lo es. 
Nuestro gran desafío es darnos cuenta de que la vida no es tan seria, porque incluso la manipulación viene de tomarnos las cosas demasiado en serio. Si pudiéramos imaginar que en el principio Dios rió, que el Big Bang fue el principio de una gran carcajada y que todo el Universo son las ondas de esa risa divina… Podríamos transformar nuestra vida si pudiéramos aceptar que en el principio Dios rió. 
Nosotros somos parte de esas ondas de risa divina, como una gota de agua es parte de un océano. 
El problema es que nos ponemos serios. ¿Puedes imaginarte un Dios Todopoderoso que esté tenso? El poder viene de estar relajado. Cuando uno está relajado actúa por gusto y placer. Actuar dándonos importancia no funciona, nos apegamos al resultado y utilizamos el poder en contra nuestro. 
Muchas veces utilizamos este poder para mantenernos en una estructura muy rígida, que nos hace serios. 
A veces nos sentimos muy niños y a veces muy mayores; tenemos mucha energía que nos puede dar la vitalidad de un niño, a la vez pensamos como alguien mayor, serio y conservador. 
En esos momentos podemos sentirnos confundidos. 
En cualquier etapa de confusión, vale la pena acordarnos de nuevo de la muerte. 
Otro de nuestros desafíos, es dejar de calcular los beneficios por los que hacemos las cosas. 
Simplemente hacerlas por la sensación de que están bien. 
No siempre se puede ver, y todavía menos calcular, el beneficio de una acción. La acción pura es la que está vinculada a un sentimiento y viene a través de un impulso del corazón. 
Si cuando sentimos el impulso interviene la mente y nos ponemos a calcular, no estamos siendo honestos con nuestras emociones. Es un desafío actuar motivados por el sentimiento en lugar de pensar y calcular el resultado de la acción. 
Es muy útil tener en cuenta que un enfoque miserable produce más miseria. Una forma de manifestar nuestras limitaciones es decir: “¡Porque lo digo yo!”. 
Que es otra vez el complejo de dios en miniatura. 
Venimos a explorar el poder y una forma de resistirlo es quejarse: Nos quejamos muy bien. 
El problema de la queja es creérsela, porque está basada en un sentimiento de impotencia, que es una forma de resistirnos a nuestro camino. 
Nunca somos dependientes aunque queramos aparentarlo; es sólo una forma de controlar, quejándose y haciéndose el pobrecito. Los que más se creen sus quejas son el 4 y el 8. 
El 7 también se queja muy bien, con mucha lógica, el 9 te lo cuenta como una historia cómica, pero el 8 es el mejor. 
Cuando se queja hay que apartarse, porque se queja de todo y de todos y tanto si estás cerca como lejos te va a tocar una parte. 
Si le escuchas te va a echar un peso encima que te hará sentir culpable. No hay que hacerle ningún caso y es difícil porque lo hace muy bien, es un manipulador profesional. 
Si le haces caso no le estás haciendo un favor ni a él ni a ti. Nuestro último desafío es ser responsable de algo sin tocarlo, es decir, sin intentar controlarlo. 
Se trata de asumir un riesgo como una forma de tirarse al vacío entregándose a la Vida y, manteniendo la intención en nuestro propósito, dejar los detalles en manos de la Existencia. 
NIÑEZ 
El niño 8 no suele dar mal parto aunque viene con mucha fuerza. Si da un mal embarazo, es para que sus padres se vayan preparando para el resto de problemas domésticos que van a tener con él. 
El conflicto principal es quién manda en casa, porque el niño tiene claro que manda él. Por las buenas, los padres lo tienen muy difícil para hacerle creer que no es así, porque el niño está convencido. Hace lo que quiere cuando quiere y, si no es así, hay un grave problema doméstico. 
Eso incluye, por supuesto, todo lo relacionado con dormir y con comida. El niño suele conseguir lo que quiere porque viene bien dotado de toda clase de estrategias para lograrlo, directas e indirectas. De forma directa, diciendo a los padres lo que tienen que hacer y de forma indirecta a través de la manipulación; él no hace nada, pero consigue que sus padres hagan lo que él quiere. 
A veces, como por las buenas no ha podido ser, tiene que ser por las malas: los padres utilizan su poder de adultos con / contra el niño. En ese proceso de ser castigado el niño se rebela porque no sabe que hacer con toda esa fuerza que tiene dentro, se siente víctima de una gran injusticia y debe reprimirse porque su tamaño todavía es pequeño. 
Aquí se configuran varios extremos de su camino, el tener que reprimir o aguantar su poder, la queja sobre la injusticia y sentirse atacado, que deberá explorar por el otro extremo, ya que en ocasiones se presenta como un gran desafío. 
El entorno material en el que crece no importa mucho. 
Ha venido a desarrollar el poder y la abundancia. 
El 8 no es pobre aunque nazca en un familia pobre. 
Si se da el caso, ese entorno de escasez le sirve como impulso para desarrollar la abundancia. Al entrar en contacto con un grupo, puede pasar desapercibido, hasta que un día de pronto se suelta y muestra de golpe toda esa fuerza o poder contenido. Es a partir de entonces cuando se le tiene en cuenta o se hace con el respeto del resto. 
El problema es que su estilo es un poco bruto y que él se cree que tiene que continuar siéndolo para seguir obteniendo el respeto del grupo. Tiene vivencias fuertes relativamente pronto, que tanto pueden ser positivas como negativas. 
El 8 es en cierta forma el último número porque el 9 ya se está yendo. Eso se manifiesta en su niñez a través de algunas experiencias en las que la metáfora de la muerte está a su alrededor. Esta metáfora puede ser accidentes, enfermedades o muerte de personas que, aunque no necesariamente le son cercanas a él, le causan impacto. 
Es un niño atrevido en el aspecto de correr riesgos, hay que vigilarlo de cerca. Tiene relación con la disciplina bastante pronto. Podría, por ejemplo, ir a una escuela de monjas, curas, un internado o un lugar estricto. 
Vive circunstancias relacionadas con rutina y tradición que le exigen o instauran una especie de disciplina. 
PROFESIÓN 
El 8 es un excelente ejecutivo, con gran capacidad para organizar, dirigir y coordinar el impulso de otras personas. Suele encontrar una manera de que otras personas manifiesten su creatividad. 
Estén donde estén, hay una tendencia natural a que la vida los sitúe en una posición donde deberán tomar decisiones. Resumiendo, lo que se les da bien es mandar, el desafío son sus principios. 
Pueden tener trabajos como metáfora de esa autoridad y disciplina, como podrían ser administración, fuerzas del orden, religión o leyes. 
Esta capacidad de mando, unido a su tenacidad, autodisciplina, energía y al hecho de que saben ganarse el respeto de los demás, hacen que puedan destacar en muchos campos, como empresarial, comercial, financiero o político. 
Si estas cualidades se combinan además con una actuación con principios elevados y honestidad, puede convertirse en un líder con gran capacidad de influencia. 
Los 8 piensan a gran escala y sus planes suelen ser ambiciosos. Aunque suelen lograr lo que se proponen, pueden entrar en conflicto con sus principios. 
Si están enfocados de forma positiva, pueden usar su don para convertir dificultades en ventajas y su instinto para captar oportunidades. Parte de su magia es encontrar “cómo” hacerlo. Su don para generar espacios se puede concretar creando una empresa o una organización, que aunque es sólo una definición legal, lo que está creando es un “espacio” donde otras personas pueden desarrollar su potencial. 
El 8 organiza al que se le ponga por delante y, cómo no, a la familia. Los puede ver por una parte como si estuvieran a su cargo y no importa si son padres o hijos, y, por otra parte, como si, en cierta forma, trabajaran para él y los debiera organizar. SALUD 
Pueden tener problemas de espalda; tienen mucha energía y hasta que no aceptan esa riqueza, se les suele bloquear en la espalda. Este bloqueo puede llegar a la cabeza a través de subidas o descargas y puede ocasionar dolores o mareos. 
La cabeza es también la metáfora del que manda. 
También pueden tener problemas en los músculos por la metáfora de la transformación o transmutación; en las rodillas, que representan la metáfora de poder material y no material; y en las manos, por el desafío de meter la mano. 
Tienden a sufrir accidentes. 
El 8 pone espacio y el espacio domina la materia; en cierta manera, el 8 es el guerrero y la materia es la metáfora de su contrincante. 
El hígado representa la filosofía de la vida y crear un espacio requiere una filosofía consciente. Los hombros representan las cargas y responsabilidades que se ponen encima. 
Representan una carga cuando no se sienten con el poder suficiente para manejarlo. 
Pueden tener problemas de garganta porque ésta representa un punto de poder; a la persona seria parece que le falta poder. 
En realidad a nadie le falta poder, pero es una paradoja porque si crees que te falta, te falta. 
La persona que está convencida que le falta poder nunca va a tener suficiente. 
RELACIONES 
Los números que se relacionan mejor con el 8 son el 1, 2, 4 y 5. Las relaciones entre 8 y 1 funcionan bien si el 8 da el suficiente espacio para que el 1 no se siente presionado. 
El 8 lo puede dar porque lo tiene. Entre el 2 y el 8 sienten atracción por esa mutua fuerza interior e indirecta, aunque un problema puede ser la lucha por el poder externo. 
El 8 y el 4 se pueden llevar muy bien, si consiguen no hacer caso de las quejas del otro. 
Compaginan bien porque el 8 maneja el espacio y el 4 el contenido. 
Con el 5 si es que el 8 se deja controlar un poco por el 5 y a cambio salirse con la suya de forma elegante. 
Cuando se juntan números con mucha energía, como puede ser el 8 con el 2, 5, u otro 8 suele pasar que, ante cualquier desequilibrio que se les presenta, utilizan esa energía uno contra el otro que hace que se anulen entre ellos; eso desgasta su energía y claro, la relación. 
Deben aprender a mirar ambos en la misma dirección y sumar sus efectos. 
RECORDAR 
Nuestro camino… Pasa por evolucionar del uso del poder directo al indirecto, de desapegarse de ambos y sonreír, acordándose de que la muerte forma parte de la vida. Una clave… Es que no hace falta meter la mano para controlar, sólo mantener la intención y atender lo que está delante.
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