lunes, 7 de noviembre de 2016

Libro Contando con tu Alma (Eric Rolf) Capitulo-9


DESAPEGO-Capitulo 9 (NUMERO-9)
El 9 es el último número, que representa la esencia que celebra su realización, el volver a ser Uno, entregándose a la Totalidad. Puede vivir su vida como si estuviera en una “Fiesta de Final de Curso”. La “Fiesta” simboliza la celebración, el “Curso” simboliza la sabiduría y el “Final” representa el desapego. 
El 9 disfruta de la fiesta mientras se lo permite y, de golpe, se resiste terriblemente a la soledad de la despedida. 
Su vida no es nada aburrida, parece que va montado en una montaña rusa... ¡La vida nunca le tiene lástima a un 9!” 
Todos los números son espirituales, pero el 9 es el que tiene una conexión más directa con el Espíritu, lo tiene en frente. 
El 9 es el último número, si el 1 viene del Todo, el 9 va hacia la Nada. El Todo y la Nada son distintas manifestaciones de lo Mismo y aunque el 9 va a unirse con la Totalidad, lo ve como la Nada. 
Desde donde está el 9 lo ve como un vacío porque mira hacia allí y no hay nada donde agarrarse, sólo espacio infinito. 
El 9 está cargado de sabiduría y experiencia y debe desapegarse de todo, soltarlo todo y entregarse a la Nada por fe. 
A pesar de su evolución y debido a ella, el salto al vacío le provoca miedo. 
En el 9 ya estamos mirando a la Nada, a esa esencia que es la base de Todo, aunque eso no quiere decir que la veamos. 
Al principio solemos estar muy apegados a lo físico, ése es el principio de nuestro camino y a medida que evolucionamos, vamos a vivir el desapego. El 1 tiene a Dios detrás, que le anima a que se levante y ande, le da el impulso. 
Nosotros tenemos a Dios delante y nos dice que lo dejemos todo y nos vayamos con Él. Suena bien lo que nos dice, pero… ¿¿¡¡¡Dejarlo todo…!!!?? En una fiesta de fin de curso vamos a pasárnoslo bien y también a despedirnos. 
Es un acontecimiento que marca el final de una etapa y el principio de otra. 
En una fiesta de graduación se reúne la alegría de haber terminado los estudios, que es un momento muy esperado, con la emoción y la incertidumbre de empezar una vida nueva, sin olvidar la soledad de la despedida; no vamos a volver a ver a muchas de las personas con las que hemos compartido esos momentos tan especiales. 
Ahí aparece nuestro mayor desafío y la parte más dura de nuestro camino: El desapego. 
Una forma muy práctica de alinearnos con nuestro camino es enfocar nuestra atención en las cualidades y no en las cantidades. 
Si nos enfocamos en cualidades como el amor, el dar, la libertad o la belleza, las cantidades se cuidan solas. 
Por ejemplo, vamos a un anticuario y vemos un cuadro abandonado en una esquina; como nos parece bonito, lo compramos y nos lo dan a precio muy bajo; luego nos enteramos de que es una obra de arte valiosa. 
Lo que nos movió a comprarlo fue su belleza y que se podía colocar en un sitio mucho mejor que donde estaba y no el hacer un buen negocio; eso es guiarse por las cualidades y no por las cantidades. 
Al contrario, cuando vamos de enterados y queremos hacer un buen negocio, no suele funcionar. Cuando hacemos las cosas motivados por sus cualidades todo va bien, pero cuando intentamos ser prácticos nos confundimos y sale mal. 
Cuanto menos prácticos somos, en términos económicos, mejor nos funcionan las cosas. No deberíamos justificar nada por el dinero que cuesta. Cuanto menos nos guiemos por aspectos materiales, mejor anda todo en nuestra vida y eso implica que también funcionan sus aspectos materiales. 
Si algo nos parece bonito, nos gusta, nos inspira, eso es más que suficiente para que le aportemos nuestra energía, pero si lo hacemos sólo como una inversión económica, lo más probable es que no funcione. 
Tenemos una relación directa con el Espíritu, que no nos permite estar pendiente de tonterías. Somos un número de cosecha, vamos a recoger todo lo que hemos ido sembrando, las cosas a las que hemos dado nuestra energía a lo largo de todo el ciclo. Venimos a completar, la vida nos pasa cuentas. 
Es hora de terminar cosas, nos aparecen todos los cabos sueltos y hay que atarlos. Cada proceso termina cuando el cabo está atado y entonces hay que ponerse a atar la siguiente cosa. 
Nos parece que cuando tenemos el cabo atado es el momento de disfrutar de un poco de tranquilidad, pero lo que ocurre es que nos aparece en seguida otro cabo pendiente. 
Entonces puede parecer que nuestra vida se desploma de nuevo; no acabamos de salir de una cosa y ya estamos metidos en otra. Este proceso sigue y sigue mientras continuemos tan apegados a la materia. No solemos escuchar demasiado a los demás; nosotros lo tenemos claro, escuchamos a Dios. 
Sentimos que conectamos directamente con la fuente de la sabiduría, interiormente nosotros ya sabemos. 
Buscamos opiniones para que nos confirmen lo que ya sabemos. Cuando las escuchamos, confirmamos que “esto es lo que yo decía” o “eso ya lo sabía”. 
A pesar de lo que aparenta, esa confirmación no nos induce a actuar. Sea lo que sea lo que nos han confirmado, nosotros ya lo sabíamos antes y, a pesar de ello, no habíamos hecho nada. Nada ha cambiado ahora y la lista de excusas para no actuar se consolida. Eso nos ocurre porque nos cuesta terminar con el pasado, cortar, desconectar. 
Estamos muy enganchados, apegados a nuestro pasado. 
El problema vuelve a ser la solución, porque cuando más apegados estamos desde más alto caemos, la vida se encarga de eso. Nosotros ya sabemos suficiente, la vida nunca nos tiene lástima. Es como estar agarrado a una noria que está subiendo. Cuanto más tardemos en soltarnos, peor, porque desde más alto caeremos. 
Eso provoca que veamos nuestra vida como si estuviéramos montados en una montaña rusa, por la velocidad y por la caída. Hacernos los listos ya no nos funciona. 
La vida nos exige que estemos ahí con todas las consecuencias. Si nos escondemos, nos busca y nos pone a la vista. 
A otras personas la vida las tratará con más cariño y suavidad, les permitirá deslices y hasta les echará una mano. 
Pero nosotros ya tuvimos oportunidades de sobra para aprender la lección, además se nos acabó el tiempo. 
Somos maestros por nuestra experiencia, por toda la trayectoria que tenemos detrás y vamos a dar el ejemplo con nuestra vida. 
Puede que sea un ejemplo a seguir o todo lo contrario: “mira lo que le ha pasado a éste por hacer eso”, que sigue siendo un ejemplo, pero de lo que no hay que hacer. 
En cada momento estamos transmitiendo una enseñanza que es nuestra propia vida. 
Esto también se relaciona con uno de nuestros dones, y es que cuando nos lo permitimos, sabemos disfrutar de las cosas sencillas de la vida. 
Es un don que compartimos con facilidad, porque en los momentos que sucede se contagia a las personas que están a nuestro alrededor. Dios es el último lujo y nosotros lo tenemos muy cerca. Ese lujo tiene un precio y, para nosotros, la forma de pagarlo es entregarnos al vacío. 
DESAFÍOS 
Nuestro mayor desafío es el desapego, tanto emocional como material. Externamente nuestra vida funciona como una montaña rusa, de golpe se desploma todo y empieza de nuevo, así una y otra vez. 
Nuestro desafío es desapegarnos lo suficiente para interiormente no seguir esa misma trayectoria de sube y baja. Es necesario darnos cuenta de que lo que es para nosotros, es para nosotros y lo que no es, no. 
Normalmente para nosotros es que no, es decir que sea lo que sea, se acabó. 
Ahí está el desapego, lo que toca entonces es decir adiós, y lo más importante, gracias. La relación con la vida es espiritual e individual, se trata de ti y de la vida, de nadie o nada más. 
La vida es movimiento, es un fluir. Todo está en movimiento de forma natural y, cuando nos apegamos a algo y queremos retenerlo, se produce una ruptura. 
Es decir, tú estás en movimiento y la otra persona, proyecto, casa, negocio, etc., está en movimiento también. 
Esos movimientos son independientes, porque cada uno tiene su camino aunque pueden coincidir durante un tiempo. 
El problema es que nosotros queremos que las cosas sean para siempre. Cuando queremos asegurar algo, ya lo estamos perdiendo. Eso no impide que tengamos relaciones duraderas, aunque deben basarse en la libertad, la flexibilidad y el cambio. Cuando queremos disfrutar algo para siempre, entramos en una confusión, porque las cosas no son para disfrutarlas para siempre sino momento a momento; si mantenemos nuestra atención en el presente, las tenemos para siempre, si nos enfocamos en siempre, las perdemos en el instante. 
Las cosas son para disfrutarlas en el momento porque no hay nada más que el momento. 
No hay que agarrarse a las cosas, nos agarramos porque no queremos perder lo que tenemos, porque tenemos miedo a una especie de soledad. 
Precisamente esa soledad a la que nos resistimos es a donde nos dirigimos, la Nada. 
Hay que distinguir entre estar sólo y sentirse solo. 
Somos personas que nunca estamos solos porque tenemos a Dios o al Espíritu al lado. Si prestamos atención lo vamos a notar, porque estamos rodeados de todo. 
El problema es sentirse solo, porque entonces estamos notando la ausencia del otro. Nos resistimos a la soledad porque no nos gusta sentirnos solos. El camino espiritual es de soledad, la relación con la vida es uno a uno y no hay nadie más que tú. Naces solo, respiras solo, actúas solo o comes solo; es cierto que puede haber otras personas comiendo, pero nadie está comiendo por ti. 
Estamos acompañados y a la vez solos. A partir de estar bien solo, puedes estar bien con los demás. 
Por ejemplo, algo básico para tener una relación de pareja es estar tú bien contigo y desde ahí puedes estar mejor con tu pareja. El amor hace que lo compartas todo con tu pareja, os divertís y hacéis todo lo que podéis juntos. 
Pero, cuando tú duermes no hay otro. Aunque en el sueño aparecen otros, tú te has quedado dormido solo. 
Cuando hablamos de vivir la soledad no se trata de huir de la gente ni de decirles que te dejen en paz. 
Va mucho más allá, porque hasta que uno no está dispuesto a estar con uno, estar con el otro no funciona, porque es una proyección de tu propia necesidad hacia el otro, algo que el otro nunca podrá dar. 
Vivir la soledad significa darte cuenta de que no te falta nada, que eres un ser completo. Cuando estamos bien, estar con el otro es darle nuestra presencia al otro, nuestro ser completo, para recibir el suyo completo. 
Eso es realmente estar con el otro. Hemos venido a explorar la soledad, así que queramos o no, vamos a tener que pasar por ella. Es mejor explorarla de forma consciente que rechazarla, provocando que nos dejen solos. 
Explorando la soledad vamos a descubrir que es imposible estar solo. Nos ocurren cosas divertidas, aunque por supuesto, visto desde fuera. Nosotros no lo encontramos tan divertido, nos parece increíble lo que nos pasa y tardamos un tiempo hasta que conseguimos reírnos de ello. 
Esto normalmente sucede cuando le contamos a alguien lo que nos pasó; tenemos sentido del humor, a veces negro, y lo aplicamos también con nosotros mismos. 
Entonces el otro no puede evitar reírse, por las circunstancias inverosímiles que nos suceden, y nosotros nos reímos también. Esa es nuestra oportunidad de verle la gracia. 
Cuando empiezan a caerse cosas, se pueden caer todas. 
Eso es lo que caracteriza un período 9, nos pueden pasar muchas cosas. Pero también cuando nos llegan las cosas, parece que nos caen del cielo, porque como estamos al final del ciclo también recogemos los beneficios de todo lo que sembramos. Solemos tener los típicos miedos a la oscuridad, la soledad, las películas de terror, espíritus, lo desconocido, el más allá o los sucesos paranormales. 
La metáfora de estos miedos es el miedo a la muerte. 
Tememos desaparecer, el final de nuestra existencia, el soltarlo todo, el salto a la nada, aunque para nosotros el final represente la unión con el todo, el llegar a casa. 
LA NIÑEZ. 
El niño 9 nace ya mayor. 
Le gusta jugar a mayor, aunque su camino es tratar de hacerse joven. Parece que nace sabiendo. Es un niño al que se escucha y se hace caso. Otros niños dan la sensación de aprender. 
El 9 no es que aprenda cosas, es que parece que ya las sabe. Tiene muchas capacidades y hace las cosas bien. 
Como viene a vivir el desapego es, en consecuencia, muy apegado a todo, tanto a personas como objetos o situaciones. 
En la mayoría de los casos uno se resiste a lo que ha venido a aprender. Ser tan apegado es un ejemplo más de cómo el camino hacia el desapego se inicia justo en el otro extremo. Funciona como si desplazáramos un péndulo al máximo hacia el extremo del apego, para que cuando está al máximo de tensión se precipite con fuerza hacia el otro lado, el desapego. Para que empiece a trabajar el desapego, puede sentir la distancia de alguno de los padres relativamente joven. 
Esta distancia probablemente no será física, aunque el niño lo vivirá como una especie de quedarse solo. Ha venido a explorar la soledad, pero se resiste a ella, no le gusta estar solo Es también muy sensible. 
El niño se agarra a las cosas continuamente y la vida las arranca de sus brazos con bastante frecuencia. 
Su vida no tiene nada de aburrida, sube bien arriba y luego se va abajo. 
El 9 es un número muy sabio y, como ya sabe, la vida no suele darle más de dos oportunidades. Nace sabiendo, ya ha tenido tiempo de aprender en toda su trayectoria. 
Esconderse no le sirve, el cree que se puede esconder y lo intenta, pero siempre le hacen salir. Es miedoso, no hace falta vigilarlo muy de cerca porque su propio miedo le frena. 
Este miedo se relaciona con la soledad, la oscuridad y el misticismo. 
A una edad temprana le interesan las cosas espirituales, quizá la religión, la filosofía, o quedan fascinados por la historia. PROFESIÓN 
Cuando un 9 habla se le escucha, lo que dice llega. 
El tema puede ser cómo freír un huevo, o cómo llegar a la estación de tren, no importa. 
El 7 puede dar cualquier explicación de forma muy lógica y lineal, podríamos decir que el 7 explica y que el 9 enseña; el 7 es buen profesor, el 9 es un buen maestro. 
El 9 lo hace de forma que el otro lo va a entender en ese momento, con menos esfuerzo y, por tanto, ahorra tiempo, porque no hay que explicar tanto. 
Esto les enfoca a profesiones relacionadas con la enseñanza, la literatura o la comunicación. 
Las profesiones que les van bien son también las relacionadas con cualidades como el arte, asuntos sociales, humanitarios, cooperación, filosofía, religión o medicina. 
A los 9 les suele ocurrir que aunque logran sus objetivos, no les acaban de llenar. 
Es útil entonces revisar cuáles son sus principios y valores personales, porque es posible que su ocupación esté distanciada de ellos. 
Les interesan temas relacionados con sus valores, quizá espirituales o legales, que son la metáfora del otro tipo de leyes que han venido a explorar y podrían ser también abogados o jueces. 
En términos de cantidades, si hay algo que ellos tuvieran que ganar ya se lo han ganado. 
Llegaron a ser directores de empresa en su paso por el 8 y ahora están de presidente honorífico o jubilados. 
SALUD 
Pueden tener problemas en las manos, que representarían el desafío del desapego. En la garganta también, porque se desapegan del poder del mundo y se relacionan con el poder espiritual. Problemas en los huesos, que representarían la estructura material, porque ya se están saliendo. 
También en las rodillas, porque representarían los padres espirituales. Problemas en pies y en área respiratoria, que simbolizarían la dificultad en estar aquí. 
Casos de problemas en la vista o diabetes representarían la dureza con la que ven sus vidas, la resistencia a mirarla o la falta de dulzura. Los 9 no acaban de estar cómodos con este mundo, están confusos porque tienen un pie en el otro lado. 
Las normas del mundo ya van cambiando para ellos y eso les pone nerviosos, porque están en este mundo pero no lo son del todo. 
RELACIONES 
El 9 puede relacionarse con todos los números, con el resultado de estimular los dones y desafíos de la otra persona. 
La relación permite que la otra persona sea más ella misma, como si accediera al siguiente nivel de conciencia en una espiral. Esas relaciones le permiten al 9 verse reflejado en los aspectos de la otra persona, lo que le sirve para esa parte de su camino. 
Esto sucede porque en las relaciones de pareja, como ya dijimos, uno de los factores a tener en cuenta en términos numerológicos es la suma de los miembros que la componen, de forma que al sumar cualquier número con el nueve, el resultado no varía. 
Por ejemplo, la relación entre un 9 y un 6 da 6: (9+6=15 -> 1+5= 6) y esto hace que las características del 6 se vivan con más intensidad. 
RECORDAR 
Nuestro camino… Trata de recoger los frutos del pasado y desapegarnos de ellos, actuar con principios elevados, con integridad y compartiendo nuestra sabiduría. 
Una clave… Es que no hace falta intentar agarrar las cosas, se trata de decir adiós y gracias de corazón.
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/

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