miércoles, 30 de noviembre de 2016

Mindfulness- Capitulo VI

El cielo azul- Capito VI 
Pero ¿cómo «no hacer algo» mientras llevas a cabo un ejercicio que consiste en «hacer algo»? A pesar del consejo que recibí, esta era una idea con la que tenía que combatir aún de vez en cuando. Sentarse en la orilla de la carretera estuvo bien durante un rato, claro, pero no tardé mucho en sentirme impaciente, esperando progresar más. Es difícil de creer que esa sensación de calma no fuera suficiente para satisfacerme, pero yo quería más, yo quería profundizar más. Aunque los pensamientos habían comenzado a asentarse, todavía permanecía allí mucho de lo emocional.
Tanto si me sentía frustrado, como preocupado, como indeciso, las emociones parecían oscurecer mi experiencia de meditación una y otra vez. 
También encontré difícil creer que un acercamiento tan pasivo fuera a conducir a un cambio permanente. Una cosa era experimentar una sensación de calma en el monasterio, y otra imaginar que esto funcionara en medio del caos de la vida cotidiana.
Pasaron varios meses antes de que tuviera la oportunidad de ver al superior del monasterio de nuevo, pero cuando por fin tuve acceso a él, le pregunté si podía ayudarme con lo que estaba comenzando a ser un obstáculo cada vez mayor para mí.
«Imagina un cielo despejado y azul —comenzó diciendo—. 
Es agradable, ¿verdad? Es difícil sentirse abatido cuando el cielo está tan azul.» Se detuvo, como si quisiera apreciar la calma que proporcionaba a la mente esa imagen. «Ahora imagina que tu mente es como ese cielo azul y despejado. No estoy hablando de todos los pensamientos, confusiones y locuras —dijo mientras reía—.


Mindfulness-Capitulo V

Mindfulness-Capitulo V
LA CARRETERA
El maestro comenzó por pedirme que me imaginara que me encontraba sentado al borde de una carretera con mucho tráfico, con una venda alrededor de mis ojos. «Ahora —dijo— quizá puedas oír el ruido de fondo, los coches pasando, pero no puedes verlos porque tienes tus ojos vendados,
¿verdad?» Me imaginé sentado en la hierba de la mediana de una autopista y asentí. «Así —continuó— antes de comenzar a meditar te puedes sentir un poco de ese modo. A causa de todo el ruido de fondo que hay en la mente, todas las ideas, hasta cuando te sientas para relajarte o te vas a la cama por la noche parece que el ruido continúa, ¿verdad?» Era difícil discutir eso, porque desde luego siempre había un cierto volumen de ruido de fondo o de actividad en mi mente, hasta cuando no era consciente de los pensamientos individuales
«Ahora, imagina que te quitas la venda de los ojos —continuó—». «Por primera vez ves la carretera, es decir, tu mente, de forma clara. Ves a los coches pasar, los diferentes colores, formas y tamaños. Quizá a veces te sientas más atraído por el sonido de los coches, y en otras ocasiones te resulte más interesante su aspecto. Pero eso es lo que sucede cuando te quitas la venda por primera vez.» Y empezó a reírse solo. «¿Sabes? —me dijo—, a veces es en este punto cuando la gente que aprende meditación empieza a decir cosas raras. Comienzan a acusar a sus pensamientos y sentimientos durante la meditación. ¿Puedes creértelo?», me preguntó, socarrón. «Vienen a decirme: “No sé lo que está pasando, no sé de dónde vienen todos esos pensamientos. Normalmente nunca pienso tanto; debe ser que la meditación me hace pensar todo el rato”, como si la meditación fuera algo que empeorara aún más su situación.» Su risa se fue apagando conforme retomaba el hilo de su explicación.
«Así pues, lo primero que tiene que quedar claro es que la meditación no te hace pensar, sino que hace brillar una luz en tu mente, de modo que puedes ver más claramente. Esta luz brillante es la consciencia. Puede no gustarte lo que veas cuando enciendas esa luz, pero será un claro y ajustado reflejo de cómo se comporta tu mente diariamente.» Me senté y medité acerca de sus palabras. Tenía toda la razón en una cosa: había estado echando la culpa del estado de mi mente a la meditación desde el principio. No podía creer que mi mente estuviera en ese estado todo el tiempo. O por lo menos, no quería creer que esa fuera su situación real. Me preguntaba incluso si es que no habría solución para mi caso, si ninguna cantidad de meditación, por mucha que esta fuera, podría serme de ayuda. Y resultó que este era un sentimiento sorprendentemente común, así que tranquilízate si te ocurre también a ti.

Mindfulness-Capitulo IV- 2ª PARTE



LOS TRES COMPONENTES DEL
ENTRENAMIENTO MENTAL
Tradicionalmente, la meditación nunca fue practicada de formaindependiente. Siempre fue parte de un sistema mayor de entrenamientomental. Más específicamente, la meditación fue solo una parte de tres aspectos fundamentales. La primera parte de la enseñanza era comprender cómo abordar a la técnica. Esto significa descubrir las dinámicas de lamente y cómo se comporta esta cuando abordas la práctica de la técnica.Solo entonces se te iniciaba en las verdaderas técnicas de meditación. Perohabía además un tercer aspecto. Una vez adquirida cierta familiaridad conla técnica, el énfasis se hacía en la integración de esa cualidad de la menteen la vida diaria. En la adaptación de la meditación a Occidente, con las prisas se han olvidado dos de estos aspectos casi por completo. Y sin estasdos piezas del rompecabezas, la esencia de la meditación se pierde. Se convierte en algo desgarrado de su contexto original, y por tanto menos efectivo. También tiene un impacto considerablemente inferior en tu vida cotidiana.
Así que quizá no es una sorpresa que a algunas personas la meditación les haya supuesto durante años un penoso esfuerzo. Para que esta realmente funcione, para obtener lo mejor de las técnicas, es vital que los tres componentes estén presentes: cómo abordar las técnicas de la mejor manera posible, cómo practicarlas del mejor modo posible y cómo integrarlas en la vida cotidiana del modo idóneo.
Ninguna pieza del rompecabezas es más o menos importante que otra. Imagina que te dejan un hermoso coche clásico para que cuides de él. Nunca has conducido un coche antes, ni has tomado ninguna clase, y el coche es tan fuera de lo común, tan extraordinario, que no estás seguro de cuál es la función de las diferentes palancas, botones y pedales que tiene.
Abordar la meditación es como aprender a conducir el coche. No necesitas comprender toda la mecánica que hay bajo el capó, pero sí que necesitas saber cómo usar los diferentes pedales, palancas y botones.
También necesitas acostumbrarte a la potencia del coche, al lugar por el que debes conducir en la carretera y, por supuesto, a las impredecibles situaciones que pueden provocar los coches que te rodean.

Mindfulness-Capitulo IV- 1ª PARTE


Mindfulness-Capitulo IV 1ª PARTE
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL ENTRENAMIENTO MENTAL
Esa idea nos conduce a los principios fundamentales del entrenamiento mental. La atención plena no te pide que cambies nada. Al ir aumentando la consciencia de tu propia mente puede que prefieras comenzar a hacer algunos cambios es tu vida exterior, pero eso es una decisión absolutamente personal. No hay ninguna necesidad de abandonar todo, o de hacer ningún cambio radical en tu estilo de vida. 
Los cambios radicales son difícilmente sostenibles, y es precisamente esa sostenibilidad la que hace abordable un modo de vida consciente. Puedes seguir viviendo del modo en que has venido haciéndolo, si eso es lo que quieres. La atención plena consiste en comprender cómo cambiar el modo en que experimentas ese estilo de vida. Es encontrar un modo de vivir como eres, pero con una sensación de plenitud, de realización. Y entonces, si sientes que quieres hacer algunos cambios, por supuesto eres libre de hacerlos. La diferencia será que esos cambios que hagas serán sostenibles en el tiempo.
ESTRÉS
La consecuencia de tener una vida tan ocupada, con tantas responsabilidades y posibilidades, es que nuestros cuerpos y nuestras mentes están trabajando constantemente. Muchas personas que conozco dicen que incluso mientras están durmiendo por la noche sienten como silos engranajes de la máquina siguieran girando. Así que no es una coincidencia que el nivel de enfermedades causadas por el estrés se haya incrementado conforme nuestras vidas se iban volviendo más y más complicadas. Según las estadísticas el predominio de la ansiedad, la depresión, la irritabilidad, las adicciones y el comportamiento compulsivo ha aumentado en los últimos años, acompañado por los síntomas físicos usuales tales como fatiga, hipertensión e insomnio.
La gente que viene a la clínica en la que trabajo lo hace por muchas razones, pero los síntomas de estrés son, desde luego, los más comunes.Algunas veces las personas lo hacen por su propia decisión, y otras lo hacen por indicación de su pareja, de algún miembro de la familia o de un amigo. En ocasiones los síntomas son tan graves que su médico nos lo remite. Pero en la mayoría de los casos se trata de personas corrientes que buscan una forma de sobrellevar mejor la vida. Quizá se sientan presionados en el trabajo, agobiados por la vida familiar, cansados de unas ideas obsesivas o de una actitud que les está causando daño a ellos mismos o a los demás. La mayoría está simplemente buscando un poco de espacio mental en sus vidas. De hecho, al final del libro encontrarás casos clínicos de algunas de estas personas, que han accedido generosamente a compartir sus experiencias.El estrés puede obligarnos a hacer todo tipo de cosas raras. Puede llevarnos a decir cosas que no querríamos haber dicho, o a hacer cosas que nos gustaría no haber hecho nunca. Afecta al modo en que nos sentimos con nosotros mismos y al modo en el que interactuamos con los demás. Por supuesto, un cierto tipo de estrés o de sensación de reto puede permitir que nos sintamos realizados tras haber alcanzado un objetivo. Pero demasiado a menudo suele desbordarse sobre el otro tipo de estrés (este notan práctico), y nos quedamos preguntándonos sobre el sentido de la vida.Ahí es cuando la importancia de entrenar la mente, de mantener el contacto con esa subyacente sensación de realización y de felicidad, a la que no le afecta lo que esté sucediendo en nuestras vidas, puede marcar la diferencia de un modo profundo. Eso es lo que significa tener espacio mental.
RELACIONES

Mindfulness Capitulo III-LA NECESIDAD DE ESPACIO MENTAL


Mindfulness 3-LA NECESIDAD DE ESPACIO MENTAL
¿Cuándo fue la última vez que te sentaste, completamente tranquilo, sin distracciones ni perturbaciones, sin televisión ni música, libros, revistas, comida, bebida, teléfono, ordenador, amigos, ni nada sobre lo que tuvieras que pensar o resolver en tu mente? Si jamás te has ni siquiera aproximado al concepto de meditar, tu respuesta será que posiblemente nunca. Porque normalmente, incluso estando en la cama, solemos seguir atrapados en el proceso del pensamiento. Así que, para mucha gente, la idea de no hacer absolutamente nada le resulta, en el mejor de los casos, aburrida, y en el peor, absolutamente aterradora. De hecho, estamos tan ocupados haciendo cosas todo el tiempo, que ya no tenemos ningún punto de referencia acerca de lo que significa permanecer en calma, simplemente descansando la mente. Nos hemos convertido en adictos a «hacer cosas», incluso si se trata solo de pensar. Así que no es nada sorprendente que sentarse en silencio y sin distracciones pueda hacerte sentir al principio como un marciano.

Mindfulness Capitulo II-¿QUÉ ES EL ESPACIO MENTAL?

Mindfulness 2-¿QUÉ ES EL ESPACIO MENTAL?
Si la atención plena es la habilidad que consiste en estar presente, descansar en el momento, sin importar lo que estés haciendo, y la meditación es el mejor modo de adquirir esa habilidad, entonces el «espacio mental» puede ser considerado el resultado de lo anterior. Uso aquí esa expresión en su acepción más amplia. De hecho, mucha gente puede preferir usar el término «felicidad». El problema con la palabra «felicidad» es que suele ser confundida con la emoción de la felicidad. No me entiendas mal, divertirse, pasárselo bien, reírte y sonreír son aspectos maravillosos de la vida. ¿A quién no le gustaría experimentar esas cosas todo lo posible y más? Pero la vida no es continuamente así. Ocurren cosas. Y las «cosas» que ocurren no son siempre agradables. Por mucho que intentemos ignorar el hecho, la vida puede ser difícil, estresante, insatisfactoria y a veces dolorosa. Así que el tipo de felicidad que viene y se va, dependiendo de nuestras circunstancias y nuestro humor es demasiado temporal, demasiado inestable como para ofrecernos una sensación permanente de calma o de claridad.
Por esa razón prefiero la expresión «espacio mental», que hace referencia a una sensación subyacente de tranquilidad, una sensación de plenitud o de satisfacción inalterable, sin importar qué emoción pueda estar en juego en ese momento. El espacio mental no es una cualidad de la mente que dependa de las emociones superficiales; significa que puede experimentarse con tanta claridad en períodos de tristeza o ira como en momentos de excitación y alegría. Esencialmente es «estar bien» con cualquier pensamiento que estés experimentando o cualquier emoción que estés sintiendo. Ese es el motivo por el que la meditación sienta tan bien, a menudo incluso desde la primera vez. No hace (necesariamente) que te partas de la risa ni que te columpies de la lámpara, pero te deja con la sensación de haber alcanzado esa sensación subyacente de satisfacción, ese lugar en el que sabes que todo está bien. Las consecuencias de esto pueden cambiarte la vida.

Libro ATENCIÓN PLENA Y MEDITACIÓN. ¿QUÉ DIFERENCIA HAY? - Andy Puddicomb




Mindfulness 1 - ATENCIÓN PLENA Y MEDITACIÓN. ¿QUÉ DIFERENCIA HAY? - Andy Puddicombe
Seamos sinceros: es difícil escuchar la palabra «meditación» sin pensar en un yogui en taparrabos en lo alto de un pico del Himalaya. En eso, o en un monje o monja con la cabeza afeitada, sentado en un monasterio, recitando, tocando campanas y soplando cuernos, envuelto en espesas nubes de incienso y vestido con una túnica naranja (he estado allí, y eso es lo que hacía). O quizá lo que venga a la mente sean hippies «colocados» vestidos con camisetas de flores o grupos de seguidores de la Nueva Era corriendo por los bosques, abrazándose a los árboles. No hay modo de evitarlo; la palabra «meditación» viene con esa carga incorporada.
Cuando unos pocos doctores occidentales de mentalidad avanzada trataron de introducir la meditación en el sistema oficial de salud hace ya más de treinta años, muchos se rieron de ellos en el hospital en el que estaban trabajando. Con el fin de evitar posibles dificultades añadidas, le cambiaron el nombre por el de «atención plena» y continuaron su investigación. Aunque las técnicas de atención plena, en la forma que se practican en Occidente, tienen su origen en la tradición de meditación budista, no hay nada inherentemente «budista» en ellas. La atención plena es el ingrediente fundamental de la mayoría de las técnicas de meditación, y va mucho más allá del aspecto formal que consiste en sentarte en el suelo con los ojos cerrados. La atención plena implica estar presente, en este momento, sin distracciones. Implica hacer permanecer la mente en su estado natural de consciencia, libre de cualquier pensamiento parcial o juicio. Suena bien, ¿verdad? Es exactamente lo opuesto a como la mayoría de nosotros vivimos nuestras vidas, constantemente atrapados por pequeños (y grandes) pensamientos y sentimientos, criticando y juzgando a los demás y a nosotros mismos.
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